lunes, 28 de mayo de 2012

SIN SANTIDAD NADIE VERA AL SEÑOR


SIN SANTIDAD NADIE VERA AL SEÑOR

Pr Lic. Guillermo Sebastián Olivera

Hebreos 12:14  Procurad la paz con todos, y la santidad sin la cual nadie verá al Señor.

INTRODUCCIÓN
Los lectores conocían el ritual de la limpieza que los preparaba para la adoración, y sabían que debían ser "santos" o "limpios" a fin de poder entrar en el templo. El pecado siempre obstaculiza nuestra visión de Dios; por lo tanto, si queremos ver a Dios, debemos obedecerle y renunciar al pecado. Vivir en santidad armoniza con vivir en paz. Una buena relación con Dios conduce a una buena relación con la comunidad de creyentes. Aunque no siempre vamos a sentir amor por todos los creyentes, debemos buscar la paz a medida que logramos ser más semejantes a Cristo.
Jurar con engaño significa mentir bajo juramento. ¡Qué gran valor le da Dios a la honestidad! La deshonestidad surge con mucha facilidad, sobre todo cuando la veracidad total puede costarnos algo, hacernos sentir incómodos o colocarnos en una posición desfavorable. Sin una comunicación sincera, las relaciones se obstaculizan. Sin honestidad (pureza), se vuelve imposible una relación con Dios. Si mentimos a otros, comenzamos a engañarnos a nosotros mismos. Dios no puede oírnos ni hablarnos si levantamos un muro de autoengaño.

DESARROLLO
Seguid la paz con todos en especial con los hermanos, de modo que los “cojos” entre ellos “no salgan del camino”, y ninguno de ellos “carezca de la gracia de Dios”. Santidad un término griego distinto de la “santidad” de Dios. Tradúzcase aquí “la santificación”. La de Dios es santidad absoluta; nuestra porción es vestirnos la santidad de él, volviéndonos “santos como él es santo”, por la santificación. Mientras sigamos “la paz con todos”, no hemos de procurar complacerlos, de modo que hagamos de la voluntad de Dios y de nuestra santificación un objeto secundario; esto último debe ser nuestra primera finalidad nadie verá al Señor—no lo verá como hijo; en la gloria celestial. En el Oriente nadie salvo los favoritos más grandes son admitidos al honor de ver al rey. El Señor siendo puro y santo, sólo los puros y santos lo verán. Sin la santidad en ellos, no podrían gozar de él, quien es la santidad misma. La conexión de la pureza con el ver al Señor aparece en. se dice que todos verán al Señor; pero eso será como Juez, no como su porción perenne y a su Dios, como es el significado aquí. El verbo griego no denota meramente la acción de ver, sino el estado de mente del vidente a la que se presenta el objeto: “Ellos verdaderamente comprenderán a Dios”. Nadie sino los santos podrían apreciar al Dios santo; nadie sino ellos solos permanecerán en su presencia. “Los malos sólo lo verán en su forma como Hijo del hombre; sin embargo, será en la gloria en donde él juzgará, no en la humildad, en la cual fue juzgado. Su forma como Dios, en la que es igual al Padre, sin duda los impíos no lo verán; son sólo los puros de corazón los que verán a Dios” [Agustín]. “Vendrá a juzgar, quien estuvo delante de un juez. El vendrá en la forma en que fue juzgado, para que vean al que traspasaron; el que antes estuvo velado, vendrá manifestado en poder; él, como juez, condenará a los verdaderos culpables, el mismo que fue falsamente tenido por culpable.”
Los creyentes tienen la responsabilidad y la obligación especial de mantener unas vidas santas, porque ellos ya no están ciegos o muertos como cuando eran incrédulos. Con una nueva naturaleza en ellos, los cristianos ya no tienen excusa para continuar practicando el pecado ni para vivir sin dar gloria a Dios cada día.
El ser humano puede escalar en la vida de santidad paso a paso, avanzar más en algunos periodos de su vida, pero volverse lento en otros. El creyente avanza en la santidad a la par que profundiza y se fortalece en la gracia de Dios. Cuando se lee en 1 Tesalonicenses 5:23 “Que el Dios de paz los santifique por completo” se puede inferir que hay grados de santidad y que cada vez podemos ser más santos; Pedro dice “crezcan en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor” dando la pauta para la búsqueda constante de una mayor santidad.
La lectura de la Biblia, la oración privada regular, la asistencia a las reuniones de la iglesia, el escuchar la Palabra de Dios habitualmente y la recepción regular de la Cena del Señor son medios escriturales que ayudan a una persona a ser cada vez más santa. Si un creyente no es diligente en estos eventos espirituales será muy raro encontrar algún progreso en la santificación.

CONCLUSIÓN
Por cuanto ha establecido un día en el cual ha de juzgar al mundo—Tal lenguaje, fuera de duda, enseña que el juicio será, en su esencia, un solemne tribunal judicial celebrado sobre toda la humanidad a un mismo tiempo. Por aquel varón al cual determinó,  dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Esta es la evidencia más patente para la humanidad en general, de la autoridad judicial de que el Resucitado está revestido.

Santificado apartado como santo para el uso de personas creyentes: separado de “la criatura”, que está bajo la servidumbre de corrupción. Así como en la Cena del Señor, la nación santifica los elementos, separándolos de su posición contraria al mundo espiritual y colocándolos en su verdadera relación con la nueva vida. Así en todo uso de cosa creada, la oración agradecida tiene el mismo efecto, y debería usarse siempre. Por la palabra de Dios y por la oración—es decir, “por medio de la oración intercesoria” (así el griego), es decir, oración consagrante a favor de la “creación” o alimento, y consistiendo aquella oración principalmente en “la palabra de Dios.” Las llamadas Constituciones Apostólicas, 7:49, dan esta antigua oración de agradecimiento, la cual consiste casi exclusivamente en versículos de las Escrituras, “Bendito eres tú, O Señor, quien me das de comer desde mi juventud, quien das alimento a toda carne: Llena nuestros corazones de gozo y alegría para que nosotros, teniendo toda suficiencia, abundemos para toda buena obra en Cristo Jesús nuestro Señor, por quien sean a ti la gloria, el honor y la potencia para siempre Amén.” En el caso de hombres inspirados, “la palabra de Dios” se refería a las oraciones inspiradas de ellos; pero como habla Pablo en general, inclusive del hacimiento de gracias por las comidas de hombres no inspirados, “la palabra de Dios” más probablemente se refiere a las palabras tomadas de las Escrituras, usadas en oraciones de agradecimiento.

Si no somos santos antes de morir, no lo seremos después en la gloria. ¿Qué placer o gusto puede esperar una persona que en esta vida despreció la santidad si en el cielo sólo estarán personas santas? ¿De qué hablará con todas las personas redimidas por Cristo? ¿Qué podrá esperar una persona que vivió entre la mundanalidad y el pecado de un lugar como el cielo donde todo es santo? “Cuando un águila esté feliz en una jaula de hierro, cuando una oveja sea feliz en el agua, cuando un búho sea feliz en un día soleado, cuando un pez sea feliz en tierra seca, entonces, sólo entonces, admitiré que un hombre no santificado puede estar feliz en el cielo”.

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