domingo, 6 de mayo de 2012

¡Ayuné y oré delante del Dios de los cielos!


¡Ayuné y oré delante del Dios de los cielos!



Pr Lic. Guillermo Sebastián Olivera



Nehemías 1:4  Cuando oí estas palabras me senté y lloré, e hice duelo por algunos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos.



INTRODUCCION

La historia del Antiguo Testamento se cierra con el libro de Nehemías en el cual se registran las obras de su corazón en la administración de los asuntos públicos, con muchas reflexiones devotas.

En esta oración de confesión, Nehemías reconoce los pecados de Israel, pero al mismo tiempo apela a la palabra del Señor, que había prometido tomar en cuenta el arrepentimiento de su pueblo.

Nehemías estaba preocupado por Jerusalén porque era la ciudad santa de los judíos. Como ciudad capital de los judíos, representaba la identidad nacional judía y se veía bendecida por la presencia especial de Dios en el templo. La historia de los judíos estaba conectada con la ciudad desde los tiempos en que Abraham le dio una ofrenda a Melquisedec, rey de Salem, hasta los días cuando Salomón construyó el glorioso templo  y a lo largo de la historia de los reyes. Nehemías amaba a su tierra aun cuando había vivido toda su vida en Babilonia. Quería regresar a Jerusalén para reunir a los judíos y retirar la vergüenza de que los muros de Jerusalén estuvieran destruidos. Esto glorificaría a Dios y restauraría la realidad y el poder de la presencia de Dios entre su pueblo.

¿Cuántos de nosotros, está dispuesto a glorificar a Dios a pesar de las dificultades?, hoy día las dificultades parecen no terminar y nuestros muros se caen a pedazos, ¿Nuestra fe se fortalece?, ¿Nuestra confianza se fortalece en Dios, cada día?, ¿Estamos dispuestos a seguir confiando en nuestro Padre?



DESARROLLO

Usted no podrá reconstruir las murallas de su vida si no ha identificado los problemas que le preocupan y que pueden ser los causantes de su propia ruina... ¿Se ha fijado usted detenidamente en alguna ocasión en las ruinas de su propia vida? ¿Se ha dado usted alguna vez el tiempo suficiente como para meditar en lo que podría llegar usted a ser bajo la dirección de Dios y lo ha comparado con lo que es usted? ¿Ha examinado usted las posibilidades que Dios le ha concedido en su vida y se ha dado cuenta de lo mucho que se ha desviado de ese potencial? Al igual que Nehemías, ha recibido usted una palabra, en una forma u otra, acerca de la desolación y la ruina que existe. Cuando Nehemías escucha este informe acerca de Jerusalén, llora y ora durante días enteros, mostrando su profunda preocupación y pena. Por lo tanto Usted logrará reconstruir las murallas de su vida cuando haya llorado primero por las ruinas.

Nehemías rompió a llorar cuando escuchó que el muro de Jerusalén seguía en ruinas. ¿Por qué? Los muros significan muy poco en la mayoría de las ciudades de la actualidad, pero en los días de Nehemías eran esenciales. Ofrecían seguridad ante los ataques y simbolizaban poder y paz. Además, Nehemías se lamentaba de que su pueblo, los judíos, hubieran estado paralizados por un edicto previo que les había impedido reconstruir los muros.



Nehemías estaba muy afligido por la condición de Jerusalén, pero no lo dejó así. Después de su pena inicial, volcó su corazón en Dios y buscó la forma de mejorar la situación. Recurrió a todos sus recursos de conocimiento, experiencia y organización para determinar qué se debía hacer. Cuando le lleguen noticias trágicas, ore primero. Luego busque la forma de actuar más allá de la pena y tomar medidas específicas que ayuden a los que lo necesitan.



CONCLUSION

Hermanos cristianos, estamos tratando de actuar, o estamos tratando de hacer lo que hemos aprendido. Una iglesia que actúa es una iglesia que realmente crece como Dios quiere que crezca y tú eres su iglesia, nunca debes olvidar esto, muchas veces nos sentimos ajenos a la iglesia y la verdad que la iglesia somos nosotros, la comunidad de creyentes.

La iglesia es una estructura pero tú eres la iglesia del Señor hoy día. Tú eres la iglesia que Dios está buscando hoy en día. Tu eres la iglesia que tiene que decir: ‘Señor, yo quiero ir a reedificar los muros y las puertas quemadas de las naciones y los pueblos que fueron destruidos y que están siendo destruidos por el diablo.’

Pongamos nuestro corazón delante del Señor, y de alguna manera podemos reflexionar en esto. Solo nos vamos a sentar y llorar cuando tengamos que enfrentar situaciones externas o internas? ¿O vamos a asumir una religiosidad típica nuestra de arrodillarnos porque estamos ahí afligidos en ese momento? ¿O vamos a tomar manos a la obra y vamos a actuar?

El camino del Señor no es fácil, pero no lo tenemos que llevar nosotros. Es el Señor el que va con nosotros. El Señor a nosotros no nos pide más de lo que realmente podemos dar y no nos da más de lo que realmente nosotros podamos llevar.

¡GLORIA A DIOS POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS, AMÉN!


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