domingo, 30 de septiembre de 2012

Análisis del Libro del Profeta Zacarías

Autor: El hijo de Berequías, poco se sabe de este profeta, fue contemporáneo de Hageo, y se unió a él en el animar a los judíos a reconstruir el templo de Jerusalén.

Fecha: Dos meses después de la profecía de Hageo.

Estilo: Altamente figurativo.

Textos Claves: 1:3

"Diles, pues: »Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, dice Jehová de los ejércitos."

4:6

Entonces siguió diciéndome: «Esta es palabra de Jehová para Zorobabel, y dice:

"No con ejército, ni con fuerza,sino con mi Espíritu,ha dicho Jehová de los ejércitos.

El profeta y su medio

El encabezamiento de este libro refiere el principio de la actividad profética de Zacarías hijo de Berequías hijo de Iddo al «octavo mes del año segundo de Darío» (1.1). Este monarca persa reinó entre el 522 y el 486 a.C., y como probablemente Zacarías profetizó durante algo más de dos años, puede establecerse con bastante exactitud el tiempo de su ministerio entre los años 520 y 518 a.C.

De comparar la fecha indicada por este profeta con la registrada en el título del libro de Hageo (Hag 1.1), resulta que ambos fueron contemporáneos; Zacarías dio comienzo a su ministerio tan solo un par de meses más tarde, conforme a una cronología que viene determinada por los datos establecidos en los siguientes textos: 1.1, 7; 7.1.

El libro y su mensaje

El libro de Zacarías (=Zac) está compuesto de dos partes bien diferenciadas. La primera comprende los caps. 1–8; y la segunda, los seis restantes: caps. 9–14.

Los primeros versículos del escrito (1.2–6) son un llamamiento dirigido a los repatriados de la cautividad babilónica, a quienes el profeta exhorta al arrepentimiento y a la conversión: «Volveos a mí, dice Jehová de los ejércitos, y yo me volveré a vosotros» (v. 3). La exhortación va seguida de una serie de complicadas visiones, llenas de símbolos, a veces de difícil interpretación; en ellas, bajo la apariencia de un ángel, el Señor se presenta al profeta, dialoga con él y responde a sus preguntas. Desde un punto de vista literario, estas visiones se asemejan a las de Amós y Jeremías (Am 7.1–9.4; Jer 1.11–14).

Los textos que forman la primera parte del libro son básicamente comprensibles, a pesar de las dificultades a que da lugar la proliferación de figuras simbólicas. De manera destacada se encuentran presentes aquí temas como el del amor y la misericordia de Dios para con Jerusalén (1.14, 16), la humillación de las naciones («cuernos») que causaron la dispersión de Judá (1.21), la eliminación del pecado en el pueblo de Dios (5.3–4,8) y la esperanza mesiánica (4.1–14). Atención especial del profeta Zacarías merece la reconstrucción del Templo (1.16; 4.8–10; 6.15); él, junto con Hageo, anima al pueblo a reanudar las obras interrumpidas (cf. Esd 6.14), cuya conclusión ha de redundar en beneficio del esplendor de Jerusalén, la ciudad escogida por Jehová para morar en ella (2.10–12; 8.3).

Otro tema que preocupa a Zacarías es la sinceridad en la práctica del ayuno (7.2–14), una práctica cuyo sentido pleno de gozo, alegría y solemne festividad (8.19) se alcanzará cuando Jerusalén haya sido restaurada.

La segunda parte del libro apunta hacia una situación histórica distinta. Determinadas diferencias de enfoque del mensaje profético, unidas a algunos indicios de carácter cultural (p.e., el uso del nombre de Grecia en 9.13) corresponden mejor con otra época que la vivida por Zacarías. Los investigadores opinan que los caps. 9–14 están dirigidos a una época posterior, probablemente en los años de la expansión del helenismo bajo el gobierno de Alejandro Magno (segunda mitad del siglo IV a.C.).

Sin texto alguno de transición, excepto por la especie de título con que se inicia esta sección (cf. Mal 1.1), la profecía contempla en esta parte del libro el triunfo final del Señor sobre las naciones enemigas (12.9; 14.12–15), a las cuales él mismo habrá reunido previamente para combatir contra Jerusalén (14.2). Este será el castigo de la ciudad para «purificación del pecado y de la inmundicia» de su infidelidad (13.1–3). Pero luego Jerusalén será liberada, y «los habitantes de Jerusalén otra vez vivirán en su propia ciudad» (12.6). Zacarías proclama al Señor como defensor de su pueblo y de Jerusalén (9.8,15–16; 12.8), anuncia la reunión de todos los que estaban esparcidos en diversos lugares (10.6–10), la anexión a Israel de los pueblos paganos (9.7; 14.16–17) y el reinado definitivo de Dios (14.9, 16). Muy significativa es la profecía mesiánica sobre la llegada a Jerusalén de un rey «justo y salvador, pero humilde, cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna» (9.9). Los evangelistas Mateo y Juan manifiestan expresamente que el anuncio de Zacarías se cumple con la entrada de Jesús en Jerusalén (Mt 21.4–5; Jn 12.14–15).

Esquema del contenido:

1. Llamamiento a volver a Jehová (1.1–6)

2. Visiones simbólicas (1.7–6.8)

3. Coronación simbólica de Josué (6.9–15)

4. Instrucción sobre el ayuno. Anuncio de la salvación mesiánica (7.1–8.23)

5. Castigo de las naciones vecinas (9.1–8)

6. El futuro rey de Sión (9.9–17)

7. Jehová redimirá a su pueblo (10.1–11.3)

8. Los dos pastores (11.4–17)

9. La liberación de Jerusalén (12.1–13.9)

10. Victoria final de Jerusalén (14.1–21)

Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998. Linaje Escogido

Análisis del Libro del Profeta Malaquías

Autor: Nada se conoce de la vida del profeta excepto lo que se encuentra en el libro. Fue posiblemente contemporáneo de Nehemías; las condiciones descritas en la profecía corresponden a esa época.

Estilo: Enérgico y fuera de lo común.

Tema: Es una descripción gráfica del período final de la historia del Antiguo Testamento que muestra la necesidad de grandes reformas para preparar el camino de la venida del Mesías.

Texto Clave: 3:8

"¿Robará el hombre a Dios? Pues vosotros me habéis robado. Y aún preguntáis: "¿En qué te hemos robado?". En vuestros diezmos y ofrendas.

El profeta y su medio

Malaquías, el nombre que encabeza este breve escrito, es un derivado del término hebreo malají, que significa «mi mensajero». Y dado que un profeta es propiamente un mensajero de Dios, «Malaquías» puede interpretarse no solo como nombre de persona, sino también como título de aquel a quien Dios encomienda un ministerio profético.

La aparición de este texto debió de tener lugar después que, a partir del año 516 a.C., se reanudaran regularmente las ceremonias del culto (1.6–2.9) en el templo de Jerusalén, una vez concluida su reconstrucción (cf. 3.10). Es probable que Malaquías ejerciera sus funciones a finales del siglo VI o a comienzos del V a.C., durante un período intermedio entre la actividad de Hageo y Zacarías (segunda mitad del siglo VI a.C.) y la de Esdras y Nehemías, cerca de un siglo después. También puede pensarse que la predicación de Malaquías abrió el camino a las reformas realizadas por Nehemías (cf. Neh 13.25–27).

El libro y su mensaje

Con el libro de Malaquías (=Mal), último de los doce que forman el grupo de los llamados Profetas menores, concluye el bloque de la literatura profética de la Biblia y se pone punto final a la última página del AT.

El texto de Malaquías se caracteriza por el tono polémico con que aborda los diferentes temas. La propia armazón literaria del mensaje es una especie de discusión retórica, de diálogo con sus destinatarios, a cuyas preguntas y objeciones responde el profeta. La fórmula discursiva es la siguiente:

(a) Jehová establece un principio general o condena una práctica reprobable habitual en el pueblo;

(b) los interpelados responden planteando sus dudas y haciendo preguntas, introducidas a veces de manera irónica por el profeta;

(c) Jehová interviene de nuevo, confirma y amplía lo que antes había dicho, añade más reproches y anuncia el castigo de los culpables.

Objetivo inmediato de la reprobación profética de Malaquías son los sacerdotes que con su negligencia permiten que el pecado se instale en el propio Templo (2.11), y que son los responsables de que se cometan abusos en la celebración de los sacrificios (1.6–2.9); pero también censura duramente a los malvados, los injustos, los impíos, los que repudian a su esposa para unirse a una extranjera (2.10–16) y los que dejan de pagar sus diezmos defraudando así al Señor. El juicio condenatorio de Malaquías se extiende a todos los que no tienen temor de Dios (3.5).

Por otra parte, el mensaje del profeta revela el estado de ánimo en que se hallaban muchos israelitas al cabo de varias décadas de la repatriación de los exiliados en Babilonia. Las muchas dificultades económicas a que tenían que hacer frente, las problemáticas relaciones con los pueblos de su entorno y el retraso en el cumplimiento de las promesas que habían escuchado por boca de Hageo y Zacarías, dieron paso entre ellos al desencanto y a las dudas sobre el amor y la justicia de Dios (cf. 2.17). Por eso, Malaquías afirma con pasión que Dios ama a su pueblo (1.2) y que no dejará de cumplir las promesas que le hizo. El día de Jehová viene «ardiente como un horno», pero a los que temen el nombre del Señor les «nacerá el sol de justicia, y en sus alas traerá salvación» (4.1, 2).

Esquema del contenido:

1. El amor de Jehová por Jacob (1.1–5)

2. Jehová reprende a los sacerdotes (1.6–2.9)

3. Condena del repudio de la propia esposa y del matrimonio con extranjeras (2.10–16)

4. El día del juicio se acerca (2.17–3.5)

5. El pago de los diezmos (3.6–12)

6. El justo y el malo (3.13–18)

7. El advenimiento del día de Jehová (4.1–6)

Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

La Biblia de Referencia Thompson, Versión Reina-Valera 1960, Referencia Temática # 4246.

Análisis del Libro del Profeta Hageo

Autor: El "Profeta del templo" se estima que nació durante los setenta años de esclavitud en Babilonia y que regresó a Jerusalén con Zorobabel.

Tema Principal: Fuertes represiones por descuidar la construcción del templo, unidas a alentadoras exhortaciones y promesas para los que para los que se comprometieran en la obra.

Texto Clave: 2:4

"Pues ahora, Zorobabel, anímate, dice Jehová; anímate tú también, sumo sacerdote Josué hijo de Josadac; cobrad ánimo, pueblo todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad, porque yo estoy con vosotros, dice Jehová de los ejércitos."

El profeta y su medio

El profeta Hageo manifiesta, en el libro que lleva su nombre (=Hag), un especial interés por la precisión de los datos históricos que aporta. Repetidamente incluye en el libro fechas y noticias (1.1, 15; 2.1, 10, 20) que permiten señalar con exactitud el tiempo en que comenzó a ejercer su actividad: el año 520 a.C., «segundo del rey Darío», que gobernó entre el 521 y el 485 a.C.

Ciro, el monarca fundador del imperio persa, promulgó el año 538 a.C. su célebre edicto (2 Cr 36.22–23; Esd 1.1–4) que puso fin a la cautividad judía en Babilonia (2 R 25.1–22). Poco después, en el 537, los judíos que habían regresado a Jerusalén iniciaron con entusiasmo la reconstrucción del Templo (Esd 1.1–11). Sin embargo, los fervores iniciales pronto se apagaron; en su lugar cundió entre la gente un profundo desaliento causado en parte por lo precario de los medios de que disponían (1.6) y en parte por la intranquilidad de tener que hacer frente día a día a la actitud hostil de los samaritanos (Esd 4.1–24). Aquellas circunstancias afectaron a las obras de restauración del Templo, hasta el punto de provocar su paralización total (Esd 4.24) mientras que, en contraste, comenzaban a aparecer en la propia Jerusalén hermosas mansiones para uso privado de adinerados miembros de la comunidad (1.4).

La situación así creada, unida a la falta de estabilidad política que reinaba en el imperio persa desde el año 522 a.C., iluminan el fondo del mensaje que Hageo había de comunicar al pueblo y a las autoridades más relevantes de Jerusalén: a Zorobabel, gobernador de Judá, y a Josué, sumo sacerdote (cf. Esd 5.1–2; 6.14).

El libro y su mensaje

La profecía de Hageo consiste básicamente en una exhortación a reanudar sin demora la reconstrucción del Templo, el cual no podía permanecer más tiempo en estado de ruina, sino que debía ser restaurado para gloria de Dios (1.8). La orden procede de Dios, y no puede ser ignorada sin que de ello se deriven graves perjuicios para todos: la sequía, la pérdida de cosechas y la pobreza, que serán los signos del enojo divino (1.9–11). En cambio, Dios bendecirá y traerá una pronta y definitiva salvación a su pueblo, si con el esfuerzo común el Templo es reconstruido (1.8; 2.6–9; 2.20–23).

La reacción positiva de Zorobabel y Josué a los requerimientos conjuntos de Hageo y Zacarías (cf. Esd 6.14) despertó el adormecido entusiasmo popular (1.12–14). Las obras se pusieron de nuevo en marcha, sin pérdida de tiempo, y no mucho más tarde fue posible celebrar con grandes manifestaciones de alegría la dedicación del recién restaurado santuario (Esd 6.15–18).

Esquema del contenido:

1. Exhortación a reconstruir el Templo (1.1–15)

2. La gloria del nuevo templo (2.1–9)

3. Reprensión de la infidelidad del pueblo (2.10–19)

4. Promesa de Jehová a Zorobabel (2.20–23)

Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

La Biblia de Referencia Thompson, Versión Reina-Valera 1960, Referencia Temática # 4244.

Análisis del Libro del Profeta Habacuc

Autor: Algunos han deducido que era un cantante del templo; pero estas solo son conjeturas.

Fecha: Indeterminado, evidentemente, el profeta vivió en el período babilónico (caldeo). Muchos eruditos fijan el tiempo de la profecía durante el reinado de Joacim.

Tema Principal: Los misterios de la providencia.

Texto Clave: 1:3

" ¿Por qué me haces ver iniquidad y haces que vea tanta maldad? Ante mí solo hay destrucción y violencia; pleito y contienda se levantan."

El profeta y su medio

De este personaje bíblico solamente sabemos que fue profeta y que se llamaba Habacuc (1.1; 3.1). Su libro, octavo entre los doce denominados "profetas menores", no incluye el menor dato personal, ni en parte alguna del Antiguo o del Nuevo Testamento se vuelve a mencionar su nombre.

Partiendo de la referencia que en 1.6 se hace a «los caldeos, nación cruel y presurosa», algunos han deducido que Habacuc profetizó en tiempos cercanos a la destrucción de Nínive (612 a.C.); pero, a falta de cualquier documento que permita fijar la fecha con exactitud, hay también quienes piensan que la actividad del profeta debe fijarse entre el año 605 a.C., principio del reinado de Nabucodonosor en Babilonia (cf. Jer 25.1), y el 587 a.C., año de la caída de Jerusalén (cf. 2 R 24.10–12). Las dificultades para la identificación de la fecha de su actividad profética se acrecientan a causa del simbolismo que más tarde adquirió la imagen de Babilonia, nombre que llegó a ser ejemplo cumbre de opresión, maldad y violencia (cf. Ap 18).

El libro y su mensaje

A partir del título del libro de Habacuc (=Hab), en 1.1, la profecía consta de tres secciones bien diferenciadas.

La primera de ellas (1.2–2.4) es una especie de diálogo entre Dios y el profeta. Habacuc clama a causa de la violencia y la injusticia practicadas ante sus propios ojos por las gentes de su nación (1.2–4); y el Señor le responde afirmando que la maldad será castigada y que los caldeos serán el brazo ejecutor del castigo (1.5–11). Pero con esta respuesta crece la confusión del profeta, que no comprende cómo Dios puede valerse de los crueles caldeos para invadir y arrasar el país: «¿Por qué... callas cuando destruye el impío al que es más justo que él?» (1.13).

En la segunda parte (2.5–20), Dios invita al profeta a poner en él toda su confianza. Vendrá un día en que también los caldeos serán abatidos. Su propia soberbia los consumirá cuando llegue el momento del triunfo de la justicia, cuando el malvado recibirá el pago merecido, en tanto que «el justo por su fe vivirá» (2.4; cf. Ro 1.17; Gal 3.11; Heb 10.38).

El capítulo 3 constituye la tercera sección del libro. Es una oración en forma de salmo, compuesta para cantar la gloria de Jehová y para expresar con un vibrante lenguaje poético la seguridad del profeta en la protección que le dispensará el Dios de su salvación, el Señor que es su fortaleza (3.18–19).

Esquema del contenido:

1. Habacuc se queja de injusticia (1.1–4)

2. Los caldeos castigarán a Judá (1.5–11)

3. Protesta de Habacuc (1.12–17)

4. Jehová responde a Habacuc (2.1–5)

5. Ayes contra los injustos (2.6–20)

6. Oración de Habacuc (3.1–19)

Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

La Biblia de Referencia Thompson, Versión Reina-Valera 1960, Referencia Temática # 4242.

Análisis del Libro del Profeta Miqueas

Autor: Miqueas, natural de Moreset, Judá.

Fecha: Profetizó durante los reinados de Jotam, Acaz y Ezequías, fue contemporáneo de Isaías.

Nombre: Su nombre significa "el que es como Jehová". Perteneció a Judá, pero habló tanto a Judá como a Israel.

Pasajes Notables:

La definición de la verdadera religión, 6:8

"Hombre, él te ha declarado lo que es bueno, lo que pide Jehová de ti: solamente hacer justicia, amar misericordia y humillarte ante tu Dios."

El anuncio del lugar de nacimiento de Cristo, 5:2

"Pero tú, Belén Efrata, tan pequeña entre las familias de Judá, de ti ha de salir el que será Señor en Israel; sus orígenes se remontan al inicio de los tiempos, a los días de la eternidad."

Dios se olvida de los pecados del creyente, 7: 18 - 19

18 »¿Qué Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre su enojo, porque se deleita en la misericordia.

19 Él volverá a tener misericordia de nosotros; sepultará nuestras iniquidades y echará a lo profundo del mar todos nuestros pecados.

El profeta y su medio

El encabezamiento del libro (1.1) dice que Miqueas, natural de Moreset (o Moreset-gat, cf. 1.14), lugar situado a unos 40 km. al sudoeste de Jerusalén, vivió «en los días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá». Fue, por tanto, uno de los profetas del siglo VIII a.C., contemporáneo de Isaías (Is 1.1), Oseas (Os 1.1) y Amós (Am 1.1).

Miqueas, lo mismo que Isaías, ejerció su actividad en Judá; pero dirigió también sus proclamas a Israel, el reino del norte. Y su talante, lo mismo que el de Amós -«uno de los pastores de Tecoa» (Am 1.1)-, está marcado con el signo de la existencia campesina. En este profeta se descubre un interés inmediato por problemas característicos de la sociedad agrícola. En medio de ella, sin duda, se había desarrollado su personalidad, puesto que las labores del campo eran las propias de la Sefela, región a la que Moreset pertenecía, la zona de monte bajo que se extiende entre las montañas de Judá y las llanuras de la costa del mar Mediterráneo. Una tierra buena, de suaves y fértiles colinas, donde Miqueas vivió desde niño las amarguras del campesino humilde y sometido a la prepotencia de quienes «codician campos..., oprimen al hombre y a su familia, al hombre y a su heredad» (2.2).

El libro y su mensaje

El libro de Miqueas (=Miq) consta de tres partes. La primera está formada por los cap. 1–3, y en ella predominan los temas de índole social, con el mismo trasfondo crítico propio del profetismo de aquella época. En la voz de Miqueas se perciben tonos extremadamente duros cuando reprende a «Samaria y a Jerusalén», es decir, a Israel y a Judá. Porque en ambas se fomenta la maldad de los gobernantes y los poderosos (3.1–3), la injusticia de los jueces (3.9–10) y la corrupción de los sacerdotes y los profetas (3.5–7, 11); de modo que por causa de todos ellos, «Sión será un campo arado, Jerusalén se convertirá en montones de ruinas y el monte de la Casa se cubrirá de bosque» (3.12). Este terrible anuncio de la destrucción de Jerusalén y del Templo impresionó tan profundamente a los habitantes de la ciudad santa, que un siglo después lo recogió íntegramente Jeremías en su profecía (Jer 26.18).

Los cap. 4–5 componen la segunda sección del libro. Todavía se escucha en ella el eco de las anteriores amenazas, pero en el pensamiento de Miqueas predomina ya la esperanza de un tiempo último (4.1) en el que Judá e Israel andarán «en el nombre de Jehová, nuestro Dios, eternamente y para siempre» (4.5). Entonces habrá salvación, Jerusalén será restaurada y acudirán a ella las naciones, diciendo: «Venid, subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob». Allí conocerán los caminos del Señor y recibirán la instrucción de su palabra (4.1–2). De Belén, el pequeño pueblo donde nació el rey David, saldrá otro rey, «que será Señor en Israel» y que también «será nuestra paz» (5.2, 5). Entonces se acabarán las guerras, y las armas se transformarán en instrumentos de paz y de trabajo; entonces «convertirán sus espadas en azadones y sus lanzas en hoces. Ninguna nación alzará la espada contra otra nación» (4.3).

El texto de Miqueas, en su tercera sección (cap. 6–7), se dirige particularmente a Israel. Hay un intenso acento de amargura cuando el profeta reprocha la infidelidad con que el pueblo responde a la bondad de Dios: «Pueblo mío, ¿qué te he hecho o en qué te he molestado?» (6.3); porque en Israel triunfa la maldad (6.10–7.6), y es tanta la corrupción moral, que la amistad se desvanece, la justicia se compra y se vende, la desconfianza separa incluso a los cónyuges y la recíproca falta de respeto destruye la convivencia familiar (7.1–6). Pero, no obstante, en la profecía prevalece la esperanza sobre todos estos males, la seguridad de que todavía el Señor tendrá misericordia de los suyos, del pequeño «remanente de su heredad» que haya quedado limpio de pecados e infidelidades tras la prueba purificadora que el Señor traerá sobre Israel (7.18; cf. 2.12; 4.6–7; 5.7–8). Miqueas, al fin del libro, expresa su confianza en que el Señor, el cual «se deleita en la misericordia» (7.18), cuidará a Israel también en el futuro, lo pastoreará como ya hizo «en el tiempo pasado», cuando lo sacó de Egipto y le mostró sus maravillas (7.14–20).

Esquema del contenido:

1. El juicio de Dios sobre Israel y sobre Judá (1.1–3.12)

2. El reinado universal de Jehová (4.1–5.15)

3. La corrupción de Israel y la misericordia de Dios (6.1–7.20)

Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

La Biblia de Referencia Thompson, Versión Reina-Valera 1960, Referencia Temática # 4240.