domingo, 27 de mayo de 2012

HECHOS CAP. 24 AL 28 (PARTE 7)


Los Hechos de los Apóstoles

Rev. Pieter J. Den Admirant: pastor misionero que trabajó Los Hechos de los Apóstoles por años en Chile

Hechos 24

En Hechos 24 leemos de la oposición que hay de parte de los judíos, quienes están empecinados en la eliminación de Pablo; pero ante esta amenaza, se nos menciona la protección de Dios sobre su siervo. Al mismo tiempo vemos que la protección del Señor no implica que el camino de los creyentes sea un camino fácil. Durante dos años Pablo debió estar en la cárcel, sin ver ningún progreso en su proceso judicial. Pero aun en las circunstancias más difíciles el Señor está con los suyos.

1. (24,1-21) Los conspiradores debieron haber estado furiosos al oír que Pablo estaba en Cesarea y que sería mejor dirigirse directamente al gobernador Félix [6] . No había otra posibilidad que enviar una delegación a Cesarea integrada por el sumo sacerdote Ananías, algunos de los ancianos y un abogado llamado Tértulo. Era muy reconocida la excelente forma en que Pablo podía defenderse. Muy poco tiempo después de su llegada, la delegación se dirigió a Félix para ser oída.

Tértulo trató de congraciarse con Félix haciendo alusión a todo lo que éste había hecho en favor de los judíos (paz y reformas). Esto fue dicho astutamente, puesto que Félix había sido profundamente odiado por los judíos por sus discriminaciones contra ellos. Luego de su introducción tan aduladora, menciona en seguida las acusaciones que los judíos tenían contra Pablo. Estas acusaciones se encausan de la siguiente manera:

a. Pablo es una peste, es decir, su actuar tiene el mismo efecto que el de una enfermedad contagiosa.

b. Es causante de controversias y disturbios en todo el mundo.

c. Es el cabecilla de la secta de los nazarenos.

d. Pablo había intentado profanar el templo (ver 21,28).

El último argumento había sido el motivo principal para prender a Pablo con el propósito de juzgarlo. Pero este juicio fue impedido por Lisias, el comandante romano. Por tanto ahora Félix puede averiguar mediante un interrogatorio si tales acusaciones tienen algún asidero. Mientras tanto, los demás judíos confirman las palabras de Tértulo.

Félix comienza su investigación dando a Pablo la oportunidad de defenderse. Pablo también era conocedor de la buena hoja de servicios de Félix, es por esto que empieza reconociendo la posición del gobernador. Su discurso es mesurado y digno. No se opuso a las acusaciones insultantes en las cuales fue descrito como una peste. Declara que las acusaciones de una actitud criminal no tienen nada que ver con la realidad: ¡hace muy poco tiempo que se hallaba en Jerusalén, era imposible levantar un alboroto en tan pocos días, tan sólo 12 días! En cuanto a la otra acusación, de ser llamado el cabecilla de la secta de los nazarenos, es verdad, dice Pablo, que él también sirve al Señor según el Camino, que ellos llaman herejía, pero que en realidad es conforme la ley y los profetas. La acusación verdadera trata de la esperanza en Dios, es decir, la resurrección de los muertos.

¡Extraña acusación es la que se le impugna a Pablo! Él ante sus acusadores ha hecho todo lo posible por mantener su conciencia limpia, quizás ha evaluado sus movimientos, pues sabe que un día Dios llevará a cabo su juicio sobre justos e injustos. Por lo tanto, se puede esperar de él una vida irreprensible y que de ninguna manera se propone un alboroto.

En cuanto a lo ocurrido Pablo comienza a detallar los sucesos. Él vino a Jerusalén a hacer limosnas a los pobres de su pueblo y presentar ofrendas. Pero algunos judíos de Asia Menor lo acusaron de profanar el templo, pero ésto no podía ser probado. Los mismos acusadores debieron haberse presentado ante Félix, pero no lo hicieron. El sanedrín judío tampoco podía presentar ningún cargo contra él, puesto que él sólo les había hablado acerca de la resurrección.

* Es un gran honor poder testificar de la esperanza en Cristo con una conciencia limpia.

2. (24,22-27) Antes de tomar una decisión, Félix quería esperar al comandante Lisias para saber exactamente cómo se habían desarrollo los hechos. Lo cierto es que no leemos que Lisias haya sido llamado a venir a Cesarea. Lo más probable es que Félix postergó el proceso para ver cómo podrían ser servidos sus propios intereses. Las consecuencias de la prisión fueron aliviadas en lo posible. Amigos y conocidos podían tener acceso para visitar a Pablo. Podemos creer que los miembros de la iglesia de Cesarea y también amigos como Lucas visitaron al apóstol en su encierro. Nuevamente Félix, pero esta vez acompañado con su (tercera) esposa Drusila, hace una visita a Pablo. Drusila era judía, hija menor de Herodes Agripa I (mencionado en 12,1), y por tanto sabía más de los asuntos judíos. De nuevo Pablo, al hablar, remitió a sus oyentes a la fe en Cristo mediante la cual tenemos paz. Al predicar también acerca de las consecuencias del evangelio para nuestro estilo de vivir (la justicia, el dominio propio o la modestia) y acerca del juicio venidero que se hará a todo ser humano sobre esta tierra, Félix tuvo miedo puesto que no llevaba una vida justa delante de Dios; recientemente este gobernador le había quitado Drusila al rey Azizu, rey de Emesa. En tales condiciones de vida, la predicación de Pablo le parecía amenazante; además, no estaba dispuesto a romper con su vida de pecado. Este gobernador también ocultó afanes de avaricia para con Pablo, ya que esperaba que éste le ofreciera dinero en compensación por su liberación. Dos años después, Félix fue sucedido en el cargo por Festo, y esto debido a las continuas quejas que los judíos tenían en contra de él. Antes de retirarse del mando, Félix movió algunos hilos de la política dejando a Pablo encarcelado, para así ganarse el favor de los judíos. Por tanto, otra vez el proceso judicial se postergaba.

* ¿Servimos a Dios con una conciencia limpia o tenemos miedo del juicio?

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. Una conciencia limpia concede fuerza a nuestro testimonio; en cambio, la conciencia manchada la debilita.

Cuando se nos impute cualquier acusación, es de trascendental importancia comparecer ante nuestros acusadores con una conciencia tranquila, sabiendo que tales acusaciones no contienen nada de verdad. Pero si nuestras conciencias no están limpias, de inmediato bajamos la gloria del nombre de Dios, ya que la gente identifica nuestro comportamiento con la causa de Dios. Si tenemos una conciencia limpia, podemos testificar con franqueza, independientemente si se aceptan nuestras palabras o no.

1b. Ser conocedores del juicio final que Dios llevará a cabo debe producir en nosotros un deseo de comportarnos siempre con limpia conciencia.

En su defensa ante el gobernador Felix, el apóstol Pablo toca el tema de la resurrección y luego agrega que debido a esto siempre procura tener una conciencia sin ofensa ante Dios y ante los hombres. Todos algún día estaremos delante del Señor, al cual debemos rendir cuenta de todas nuestras acciones; entonces, ¿estamos haciendo las cosas con limpia conciencia en esta tierra?

2a. Al no llevar una vida sana, pueden suceder dos cosas: nos sometemos humildemente a las advertencias de Dios reconociendo nuestro pecado, o nos opondremos vehementemente a la Palabra de Dios.

Pablo habló con Félix acerca del juicio venidero, pero al igual como sucede con mucha gente de hoy, este rey no aceptó las palabras de Pablo (la Palabra de Dios), pues ella lo confrontaba con su pecado y le ordenaba romper todo vínculo con una vida pecaminosa. Los lazos del pecado son tan fuertes que sólo el poder del Espíritu Santo puede romperlos; Él es el único que puede convencernos de lo malo y capacitarnos para luchar en contra del pecado.

2b. Nuestro testimonio de Cristo no debe ser limitado.

Cuando el apóstol Pablo testificó acerca de Cristo, él no buscó adular a los hombres, ni siquiera al gobernador Félix. Penosamente en algunos sectores de la iglesia, sólo se habla de Cristo como el que suple las necesidades y nada más. Los primeros creyentes no temían hablar del pecado de los hombres y enfrentarlos al juicio de Dios; ellos no buscaban ganarse el favor de la gente mediante zalamerías, sólo buscaban agradar a Dios.

Hechos 25

Según Hechos 9,15 Pablo es el instrumento que Dios ha escogido para llevar el nombre del Señor en presencia de los gentiles, de los reyes, y de los hijos de Israel. Este designio divino se comienza a cumplir a partir de este capítulo, cuando Pablo tiene que defenderse ante los gobernadores Félix y Festo y ante el rey Agripa. Sin duda estos encuentros también son un paso adelante en el progreso del evangelio. El evangelio es defendido en público, en tanto que los gobernadores reconocen la sinceridad de los mensajeros del evangelio. A la vez el Señor Jesucristo recibe honra a través del testimonio y el sufrimiento de los creyentes por causa de su nombre.

1. (25,1-12) Festo estuvo sólo dos años en la provincia de Judea, luego murió. Según las opiniones generales este hombre fue más fiel y más correcto que su predecesor. Tres días después de la llegada de Festo a Cesarea, éste viaja a Jerusalén, teniendo allí algunos contactos con los líderes judíos. En aquellos días había otro sumo sacerdote. Ananías había sido cambiado por Ismael. El hecho de que las acusaciones en contra de Pablo en seguida fueron proferidas a Festo, prueba cuán grande era aún la aversión que existía en contra del apóstol, además mientras Pablo estuviese con vida seguía siendo, según ellos, una fuerte amenaza. Los líderes le rogaron al gobernador que trasladase a Pablo a Jerusalén para un proceso. A Festo le pareció un tanto dudosa la petición; decidió que Pablo debería continuar en su presidio de Cesarea. Pero amablemente les invitó a acompañarles, para que así pudieran querellarse lo antes posible. Por tanto no había para ellos otra alternativa que ir a Cesarea.

Llegado allí Festo no espera más tiempo; al día siguiente les da la oportunidad a los judíos para que éstos acusen a Pablo. Fueron las mismas acusaciones de antes, sólo que esta vez presentadas en forma más agresiva. Para su sorpresa las acusaciones no contenían infracciones a la ley romana, como sospechaba, sino que eran asuntos en torno a las leyes judías, las que él no podía juzgar. Al querer congraciarse con los judíos, sugirió a Pablo continuar con el proceso investigativo en Jerusalén por el Concilio, proceso que el mismo gobernador dirigiría. Pero Pablo sabía que era prisionero de los romanos y no de los judíos. Pablo que tenía que esperar dos años en prisión preventiva, no quería una investigación del Sanedrín en Jerusalén. Tenía más confianza en el emperador, que había retirado a Félix a causa de su comportamiento reprensible, que en tratamiento judicial de los judíos, pues sabía que había odio en su contra. Festo aprobó la apelación de Pablo al emperador y cooperaría para enviarlo a Roma.

* El creyente puede defenderse para no sufrir innecesariamente, pero siempre debe estar preparado para testificar de Cristo, aun delante de los poderes máximos de la sociedad.

2. (25,13-27) Unos días después llegaron a Cesarea el rey Agripa (II) y Berenice, con el fin de hacer una visita de cortesía a Festo. Agripa II era el único hijo de Herodes Agripa, del cual se nos relató anteriormente que había muerto repentinamente (Hechos 12,23). Agripa II era tan sólo en este tiempo un muchacho de 17 años, motivo por el cual no podía suceder inmediatamente a su padre, aunque igual le fue concedido el título de rey. Este rey comenzó a recibir poderes en forma progresiva, primeramente en el Líbano y luego también en Galilea y Perea. Berenice era su hermana, con la que mantenía una relación ilícita. Dado que la visita del monarca se extendió por un período bastante largo, Festo hizo uso de la ocasión para recibir más informaciones sobre Pablo a través de Agripa. Éste realmente tenía más conocimiento de las costumbres judías, además, seguramente, había oído mucho acerca de Pablo. Por lo tanto fue una buena oportunidad para Festo oír de Agripa cuál era su opinión con respecto a Pablo.

Lo único que Festo puede decir a Agripa acerca del `caso Pablo' es que los judíos tenían ciertas cuestiones contra él, las que trataban de un tal Jesús que ya había muerto, pero que Pablo afirmaba que estaba vivo (v.19). Notemos la gran distancia que guarda Festo ante Cristo, pues al referirse a Jesús sólo dice, "un cierto Jesús... el que Pablo afirmaba que estaba vivo". Rápidamente (el próximo día) organizaron una sesión. Festo, pensando halagar tanto a Agripa como a Berenice, les prepara una suntuosa pompa. Festo expresó su deseo de conocer la opinión del rey Agripa con respecto a Pablo, antes de enviarlo al emperador. En aquella reunión Festo da una breve reseña de Pablo ante Agripa y ante todos los principales hombres de la ciudad. Su comentario del `caso Pablo' muestra la confusión en que se encontraba, puesto que los judíos no quieren que Pablo viva más, mientras que él no ha descubierto ningún mal en contra de la ley romana que sea digno de muerte. La reunión debe tener el propósito de formar una imagen más completa de la persona de Pablo, para poder escribir al emperador un informe más concreto acerca de él.

* ¿Cómo hablamos del Señor, en forma indiferente y fría, o llenos de amor y seguridad?

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. El martirio es algo que no se debe buscar, pero tampoco es algo que se puede evitar a toda costa.

El apóstol Pablo siempre defendió su causa ante los jueces. No andaba en busca del martirio, ni buscaba la muerte (aunque estaba dispuesto a sufrirla), sólo ponía su vida al servicio de Dios para poder seguir predicando. Para nosotros esto significa que podemos estar contentos cuando sufrimos menosprecio por la causa de Cristo. Nuestra deseo siempre debe ser cumplir el mandato de nuestro Señor: testificar de Él donde se pueda.

1b. El creyente siempre debe asumir la responsabilidad de su hechos, pero rehusarse a aceptar alguna sentencia cuando esta sea injusta.

En el proceso juducial que se le aplicó a Pablo encontramos cuál debiera ser nuestra actitud ante las autoridades, ante las falsas acusaciones y los insultos. Además en boca del mismo apóstol aprendemos que si alguna vez tenemos cierta responsabilidad en un acto que se nos imputa, entonces no debemos resistir la disciplina o el castigo que justamente merecemos; pero de ninguna manera podemos permitir que se nos castigue por algo que no hemos cometido.

2. La forma en la que hablamos de las cosas del Señor, dejará ver nuestro amor o frialdad hacia Jesús.

Festo manifestó una tremenda indiferencia hacia el evangelio y la persona de Cristo. La fe verdadera habla en tono personal acerca del Señor. Qué diferencia existe entre la indiferencia de Festo y lo que Pablo dice en Gálatas 2,20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí" (ver también 1 Pedro 1,8).

Para poder hablar con fervor, es imprescindible que el amor de Cristo tenga un sentido profundo para nosotros. Nuestra vida y testimonio depende de ello. ¿En qué forma nos referimos a las cosas del Señor, con liviandad o con reverencia?

Hechos 26

Al igual como en los otros capítulos, en éste seguimos viendo el progreso del evangelio. Los planes del Señor Jesús se llevaban a cabo; su instrumento escogido está testificando de su nombre ante los reyes (9,15). Nos llama la atención que Pablo en su discurso no habla para sí mismo, sino que trata de ganar a sus oyentes para Cristo. Esta es la grandeza de Pablo, no estimar preciosa su vida para sí mismo (ver 20,24). Por lo tanto, su defensa tiene el carácter de un ataque al reino de las tinieblas y una invitación para entrar al reino de Cristo. No se aprecia en Pablo de ninguna manera un espíritu de venganza hacia sus enemigos. Pablo habla más de su Señor que de sí mismo y de sus circunstancias.

1. (26,1-23) El rey Agripa dirige la reunión. Tal vez haya sido esta una señal de honor de Festo hacia Agripa. Pablo recibe del rey la ocasión para defenderse. A modo de introducción Pablo extendió su mano, tal como lo haría un orador. Comienza expresando su alegría por el privilegio de poder defenderse ante Agripa, además también porque éste era un conocedor de las costumbres y leyes judías, de modo que estaba en condiciones de formular un juicio más adecuado de su caso.

En su defensa Pablo muestra que siempre se sabía estrechamente vinculado con su pueblo (note: mi pueblo y nuestra religión, vv.4 y 5). Relata que había vivido como fariseo, el partido más estricto de los judíos; de esto los judíos estaban al tanto. Pablo muestra que es curioso que se le haya sometido a juicio simplemente por la esperanza que tiene su religión. Se refiere a la resurrección de los muertos de la cual Jesús como el Mesías, es el fundamento. En el fondo el apóstol comparte la misma esperanza que tienen todos los fariseos, con la única diferencia que él cree que Jesús es el cumplimiento de la promesa, promesa que todos los judíos (nuestras doce tribus) esperan sirviendo a Dios de día y noche. ¿No es curioso que él sea acusado por creer en lo que todos los judíos esperan? De esta manera, Pablo destaca lo injusto de la acusación.

A partir del versículo 9, Pablo explica cómo y por qué se ha convertido a Jesucristo; el que antes era fanático fariseo y perseguidor de este nuevo camino, relata su conversión. Él no tuvo un cambio paulatino en su pensar, en base de muchas conversaciones, sino una intervención directa del cielo, de parte de Jesús. Fue en medio de su quehacer como perseguidor de la iglesia cuando el Señor se le apareció y lo llamó para proclamar el evangelio. Pablo había sido tan hostil al evangelio que encerró a muchos creyentes en las cárceles; como miembro del concilio votó en favor de la muerte de muchos de ellos, azotándoles y obligándolos a blasfemar, es decir: les obligó a negar el nombre de Jesús. En otras palabras: su conversión no tiene otra explicación que la misma intervención de Jesús. Él le hizo ver que era cosa vana perseguir a la iglesia de Dios (comp. 9,5). El alto privilegio de la aparición incluye la alta responsabilidad de testificar de Jesús.

Aunque la tarea de Pablo sería tremendamente difícil, el Señor le libraría de (los ataques de) judíos y gentiles. Su ministerio consistía en:

a. Abrir los ojos de sus oyentes para que se den cuenta en qué condición se encuentran.

b. Convertirlos de las tinieblas (el territorio de satanás, y el estado de separación de Dios) a la luz de la comunión con Dios.

c. Predicar el perdón de los pecados por la fe y en base al sacrificio de Jesús, para recibir una herencia en el reino de Dios, donde estarán todos los que son santificados por el Señor.

Pablo no fue desobediente a la aparición celestial, sino que de inmediato empezó a predicar en Damasco de su encuentro con el Señor Jesús y lo relativo a la salvación; luego prosiguió en Jerusalén, la ciudad de su juventud, Judea y por último a los gentiles. Él hace un llamado para que los hombres se arrepientan y se conviertan a Dios y cambien su estilo de vivir por completo, de esta manera Dios será glorificado. Justamente esta obediencia a la aparición celestial fue la causa de su detención y el intento de los judíos para matarle. Sin embargo, Pablo ha recibido la ayuda y protección del Señor; él no hizo nada contra el testimonio de las Escrituras, que hablan del padecimiento del Mesías y de su resurrección, para que se anunciase luz al pueblo (los judíos) y a los gentiles. Luz significa el conocimiento del evangelio y el vivir en obediencia y en comunión con Dios.

* En su defensa ante personas principales Pablo no duda en hablar de Cristo, de su muerte y su resurrección y la esperanza a través de su obra. ¿Cuándo tenemos la oportunidad de predicar, lo hacemos?

2. (26,24-32) Cuando Pablo se refirió a las Escrituras como testigo en su favor, Festo exclamó: "Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco". Festo no tenía ninguna afinidad con las Escrituras y, como romano realista, la resurrección para él no era sino especulación científica. Pablo afirmó que lo que decía era la verdad, puesto que la resurrección no puede ser sometida a la crítica de la especulación, sino que es algo que ha sucedido en nuestra realidad humana y no en algún rincón (v.26). ¡El evangelio no es ficción sino historia real! Nótese que Pablo nuevamente se dirigió a Agripa y no a Festo; apeló al conocimiento que el rey tenía de las Escrituras. Tratando de persuadirle a la fe en Jesús, le pregunta: "¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees". El rey Agripa debería saber algo de lo predicho por las Escrituras, pero lamentablemente no puso mucha atención ni fe en ellas. Se sintió forzado a creer y por eso respondió en tono irónico: "Por poco me persuades a ser cristiano" Es como si hubiera dicho: "¿Crees que me dejaré persuadir en tan poco tiempo?" De la respuesta despectiva del rey, Pablo formula una oración: "¡Quisiera Dios que por poco o por mucho (es decir en poco tiempo o a largo tiempo) no solamente tú, sino también los que hoy me oyen, fuesen hechos tales cual yo soy, excepto estas cadenas!". Pablo desea en el Señor que todos pudieran ver la misma luz del evangelio que él ha visto, pero para ello sabe que sólo Dios puede producir esto, ya que ningún hombre puede conceder la fe a otros. El apóstol hubiera querido que todos estén en las mismas condiciones de libertad en Cristo como él, excepto en su prisión. Pero a pesar de las cadenas que sujetan a Pablo, ¡él es el único hombre libre en ese lugar!

Ya era suficiente para el rey. No tenía ningún interés en ser evangelizado. De manera abrupta dio por terminada la reunión y se levantó junto con Berenice y los otros. Tanto Festo como Agripa estaban de acuerdo que Pablo no era culpable de nada que mereciera la muerte y que podría haber salido en libertad si no hubiera apelado a César. Aunque el evangelio no penetró en los corazones de las autoridades, sí se predicó ante un rey. El imperio romano pronto se daría cuenta de quien es el Rey verdadero.

* El motivo de Pablo para defenderse no era convencer a los demás de que él tenía razón, sino convertirlos a Cristo.

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. Nuestra defensa de la fe debe siempre servir para un propósito positivo: la esperanza que hay mediante la resurrección de Jesucristo.

El apóstol Pablo tiene ahora la oportunidad de presentar su defensa ante el rey Agripa. Pablo pide paciencia para que se escuche todo lo que va a decir. Es así como comienza relatando su juventud, su vida en el fariseísmo, y de cómo se le juzga por algo que es la esperanza general en todo Israel: la resurrección de los muertos. A partir de esto habla de su vida como perseguidor de la iglesia, para relatar luego su encuentro con Jesús resucitado. Sólo este encuentro con la grandeza de Dios le hizo entender que la promesa de la resurrección se cumplió en Jesús, y que sólo por medio de Él la recibe el pueblo de Israel. De esta manera la fe cristiana no es un sentimiento vago acerca de la existencia de un Dios que se preocupa de nosotros, sino una esperanza firme de que hay plena certeza y un futuro que es seguro; las Escrituras testifican de ello, en tanto que la resurrección de Cristo es la garantía.

1b. La conversión de Pablo es una demostración del poder y de la misericordia del Señor.

Nunca nos desanimemos si al predicar no vemos resultados inmediatos, mantengamos en pie nuestra fe en la obra que el Señor puede operar en los corazones. Es precisamente la conversión de Pablo la que nos hace ver que Dios puede romper cualquier oposición. Nadie hubiera esperado quizás que uno de los más grandes enemigos de la iglesia, se convirtiera en uno de los más grandes predicadores del evangelio.

1c. Cada ser humano está ciego en relación a su estado espiritual y necesita la iluminación del Espíritu Santo.

El instrumento por el cual Dios actúa es la predicación del evangelio. Los ministros son llamados a abrir los ojos, es decir: desenmascarar la situación real del hombre frente a Dios. Sin Cristo nos encontramos fuera de la comunión con Dios, sin esperanza y sin Dios en este mundo.

1d. Recibir el perdón de Dios es creer el mensaje del evangelio; es pasar de muerte a vida, en donde nuestro nuevo amo se llama Jesucristo.

A través del perdón, Dios nos da una herencia; esta herencia es dada para todos aquellos que han sido llamados y santificados. Esta herencia es el privilegio de poder estar siempre en su presencia.

1e. Siempre hemos de aprovechar las oportunidades que se nos presentan para predicar el evangelio.

El apóstol Pablo debió comparecer ante sus acusadores y defenderse de cuanta calumnia había en su contra. Pero en su defensa notamos esa fuerza del hombre que conociendo el amor de Cristo no puede callarlo, sino anunciarlo abiertamente y sin temor. Puede ser que nunca estemos ante reyes o gobernadores como lo estuvo Pablo, pero sí es posible tener en la vida muchas oportunidades para poder testificar de nuestra fe en Jesucristo.

2a. La resurrección no es una invención humana, ni debe estar sujeta a la especulación del hombre que no entiende las cosas del Espíritu.

La base de nuestra esperanza no son los pensamientos y deseos religiosos, sino algo que sucedió en nuestra historia, de lo cual muchos han sido testigos. La historicidad de la resurrección es la fuerza de la fe cristiana y el gran estímulo de la predicación.

2b. Nuestro anhelo debe ser ver a la gente encontrando su libertad en Cristo, pero reconociendo a la vez que ello sólo es posible por la misericordia de Dios.

Luego de confrontar Pablo al rey Agripa a una pregunta decisiva, y de recibir de él una respuesta un tanto irónica, el apóstol prorrumpe diciendo que su gran deseo es ver a los hombres libres en Cristo, pero todo su deseo lo sitúa bajo la grandeza del soberano Dios. Asimismo, al ver tanta incredulidad y mofa a nuestro alrededor, debemos anhelar la salvación de los perdidos, pero sabiendo que ella es posible únicamente por la obra de Dios en el corazón del hombre.

Hechos 27

Los capítulos 27 y 28 nos describen la travesía del viaje de Pablo a Roma. La descripción del viaje tiene un propósito: mostrar que Pablo también en Roma recibió el privilegio y la oportunidad de testificar de Cristo. Este era el gran anhelo de Pablo: llevar el evangelio a la capital del imperio mundial de aquel tiempo. A pesar de estar Pablo prisionero, estos dos capítulos nos informan de un nuevo paso en el progreso del evangelio. ¡Pero cuán diferente serán los medios que conducirán al cumplimiento de lo que Dios había dicho, de lo que Pablo quizás hubiera pensado! Su esperanza había sido llegar a Roma como un hombre libre, y así predicar la Palabra de Dios. Pero las cosas en el reino de Dios se hacen a la manera de Dios. Pablo (y nosotros por igual) tenía que estar dispuesto a rendirse a la voluntad del Señor; de este modo estaba santificado y también dotado para el servicio adecuado del evangelio.

Desde el primer versículo hasta 28,16, Lucas vuelve a usar nuevamente la expresión `nosotros'. Sólo un testigo ocular podía haber detallado los acontecimientos tal como lo hizo Lucas. El hecho de que el centurión romano decidió viajar en barco se debe a que la ocasión, llevar muchos prisioneros, así lo ameritaba. Este tipo de transporte hacía más difícil cualquier intento de fuga por parte de los prisioneros. Se embarcaron en una nave de Adramitio, una ciudad en Asia Menor. Además se le permitió a Aristarco, macedonio de Tesalónica y viejo amigo de Pablo viajar con él (ver Hch. 19,29; 20,4; Col. 4,10 y Flm. 24). Una vez que hubieron arribado a Sidón (metrópoli fenicia a unos 110 kilómetros al norte de Cesarea), Julio, el centurión, permitió a Pablo visitar a sus amigos. A estas alturas ya podemos apreciar como la persona de Pablo se había ganado la buena voluntad de algunos. En cuanto al cuidado de los hermanos podemos pensar en que ellos le dieron todo lo que necesitaba para el viaje.

Saliendo de Sidón, navegaron siendo protegidos del viento por la isla de Chipre, por la costa de Siria para luego atravesar el mar, y por la costa de Asia Menor navegar a Mira. "Porque los vientos eran contrarios". Los grandes vientos de otoño que venían del noroeste estaban impidiendo el libre avance de la nave. Los contra vientos se convirtieron también en contra tiempos con respecto al evangelio. ¿Llegaría Pablo a Roma para allí, según la promesa de Jesús, poder predicar el evangelio?

En Mira, ciudad de Licia, el centurión encontró un barco de Alejandría, el cual se dirigía a Italia. Este llegará a ser el último viaje que llevaría a cabo este barco.

Desde Mira el viaje se realiza en forma lenta, ya que las condiciones del tiempo (mucho viento en contra) no permitían un avance más rápido. Se navegaba en dirección nórdica pasando por Rodos y luego hacia el sur bajo el puerto de Gnido. Finalmente llegaron a un lugar llamado Buenos Puertos, cerca de Lasea, una ciudad en el sur de la Isla de Creta. Mientras tanto la época de invierno estaba muy cerca; una temporada poco favorable acompañaría a los que viajaban en este barco. El texto dice literalmente "Porque ya había pasado el ayuno", haciendo esta frase alusión a los días de ayuno antes del gran día de la Reconciliación (comienzo de Octubre). Para los marinos estaba en vigencia la opinión según la cual se decía que desde Noviembre hasta Marzo el mar debería estar cerrado para navegar. Aunque el lugar (Buenos Puertos) estaba situado en una rada, no tenía puerto, por lo cual todos pensaron que lo mejor sería salir de allí y llegar a Fenice, un puerto de Creta. Pablo, sin embargo, previó las dificultades que vendrían, incluso habló de la pérdida del barco, incluyendo su carga, y les sugirió invernar allí. Pese a sus advertencias, Julio hizo más caso al dueño y al piloto del barco que a Pablo, optando por navegar a Fenice, la que estaba a ochenta kilómetros de distancia de Buenos Puertos.

Al parecer Pablo estaba equivocado, y los demás tenían razón, ya que un suave viento del sur les hacía favorable la navegación hacia Fenice. Estando cerca de la costa sur de Creta, de pronto se desencadenó desde la isla un viento huracanado llamado Euroclidón, que les arrastró completamente. No pudiendo mantener el barco de cara al viento, tuvieron que dejarse llevar por el viento a mar abierto. Pasaron una pequeña isla llamada Clauda y con mucha dificultad lograron recoger el bote salvavidas para no perderlo en la tempestad. Luego se usaron cables para asegurar y fortalecer el casco de la nave, ciñéndolo por debajo, y soltaron el ancla flotante, ya que temían encallar en las arenas del Sirte, un peligroso banco de arena cerca de la costa de Africa. Este ancla era como una tabla ancha que se ponía verticalmente sobre el agua para disminuir la velocidad. Al siguiente día el peligro fue tan grande que se vieron obligados a echar la carga por la borda; al tercer día arrojaron incluso los aparejos de la nave. Luego para empeorar las cosas por un largo tiempo no fue posible ver el sol ni las estrellas; es de suponer entonces que se sintieron completamente desorientados. La situación era tan grave que todos perdieron la esperanza de sobrevivir. Hasta el apetito se había perdido hacía ya mucho tiempo.

Ahora Pablo decide intervenir, y aunque no sabía nada de navegación, sin embargo, su esperanza está puesta en Dios quien le había hablado a través de un ángel que todos se salvarían; además, anteriormente, el Señor le había prometido que su misión de testificar en Roma al emperador se iba a cumplir, pase lo que pase. Entonces Pablo se levantó y "puesto en pie en medio de ellos" (estas palabras acentúan el impacto que causó el apóstol) les reprochó por no haber oído su consejo (ver 27,9-10). Pero también les invitó a recobrar el ánimo, asegurándoles que tan sólo la nave sufriría pérdidas al encallar en una isla. Esta confianza de Pablo radica en Dios, a quien él le pertenece, y quien le había hablado a través de un ángel. Estando en la décimocuarta noche de navegación en el mar Adriático, los marineros se percataron que estaban muy cerca de tierra. Midieron la profundidad y confirmaron sus sospechas. Por miedo a chocar contra las rocas y encallar, tiraron cuatro anclas desde la popa, y luego esperaron ansiosamente el amanecer. Entonces los marinos intentaron huir secretamente del barco, haciendo como que iban a alargar los cables de las anclas de la parte delantera del barco. Estaban bajando el bote salvavidas, cuando Pablo se dio cuenta de este plan y se lo comunicó al centurión para que éste lo impidiera. Si los marineros no se quedaban en el barco, le advirtió, nadie podía salvarse, pues ellos eran importantes en el desarrollo de la navegación. Esta vez el centurión hace caso a Pablo, y ordena que los soldados corten las amarras del bote, dejándolo caer. Cuando comenzó a amanecer, Pablo les recomendó comer, puesto que ya hacía catorce días que no habían comido, por lo que deberían sentirse muy debilitados. Nuevamente Pablo renovó la promesa de que todos se salvarían. Al concluir su breve discurso, Pablo tomó pan y dando gracias al Señor lo comió en presencia de todos. El actuar decidido de Pablo, lleno de confianza en Dios, animó a los tripulantes quienes comenzaron a alimentarse. Había en total doscientas setenta y seis personas en el barco. Después de haber comido, echaron el trigo al mar para aliviar la carga del barco. De esta manera esperaban poder acercarse más a la isla.

Al amanecer avistaron tierra, la que no podían reconocer; pero sí les fue posible ubicar una bahía con una playa, por lo que acordaron, si era posible, encallar allí el barco. Cortaron las amarras de las anclas y las abandonaron al mar, y aflojaron a la vez los remos del timón para poder gobernar mejor el barco. Luego alzaron la vela de proa, y pusieron rumbo a la playa. Estando el barco en dirección a la isla, chocó con un banco de arena, en donde el barco encalló. La proa (la parte delantera) quedó atascada e inmóvil, mientras que la parte de atrás se rompió por la violencia de las olas del mar.

Ahora son los soldados los que quieren tomar una decisión. Siendo ellos los responsables de los presos, determinaron que era mejor matarlos a todos que arriesgarse a que alguno se escape. Pero el capitán abortó esta empresa, pues estaba decidido a salvar a Pablo. Ordenó que los que sabían nadar se echaran al agua primero para llegar a tierra. Los demás saldrían sobre unas tablas o pedazos del barco. Así, todos llegaron salvos a tierra. Dios cumplió su promesa, ya que quiso que el evangelio de la salvación fuese predicado en Roma.

* El Señor salvó la vida no sólo de Pablo, también de todos aquellos que estaban en el barco. Él cumplirá lo prometido, pues, ¡Él es el Dios de la salvación!

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. Dios era el piloto del barco en donde se encontraban Pablo, la tripulación y los presos.

No obstante las dificultades, Dios siempre cumple su plan. Esta historia tan llena de emociones es una descripción gráfica de cómo Dios es un Dios de salvación. Él quiere que el evangelio sea predicado en todo el mundo. Podemos decir que la historia del naufragio muestra claramente el propósito de Dios con el mundo. Por lo tanto, es una historia ejemplar. No podemos afirmar, a partir de esta historia, que siempre ocurrirá lo mismo, es decir, no haber perdidas humanas. Para nosotros es suficiente conocer el propósito de Dios; incluso la muerte no es un obstáculo para que éste se cumpla. Llegará el día en que el mar devolverá los muertos. La muerte y la resurrección de Cristo son la garantía de la salvación eterna.

1b. La fe verdadera se caracteriza por la confianza y servicio a Dios: "De quien soy y a quien sirvo" (v.23).

Cuando en un momento de la turbulenta navegación todos habían perdido la esperanza de vivir, entonces Pablo se dirige a la tripulación para dar palabras de ánimo, diciéndoles que ninguna persona moriría, ya que así se lo había dicho Dios por medio de un mensajero angelical. Además de todo, Dios cumplirá su palabra de llevarlo a Roma. Es probable que no siempre aseguremos a las personas que no les pasará nada en momentos difíciles, pero sí podemos animarles a confiar en Dios puesto que todo se halla bajo su control. Pero Pablo y todo verdadero creyente en el Señor puede confiar en Dios porque le sirve a Él, ya que confiar en Dios y no servirle es abusar de Él; y servir a Dios sin confianza es no conocer su corazón misericordioso.

1c. Los planes de Dios se cumplirán, pero el cómo se cumplirán es algo que sólo Dios sabe, pues así Él lo ha decretado.

Hemos visto que el Señor animó a su siervo, prometiéndole que llegaría a Roma para también allí predicar el evangelio. Un hombre que conoce a Dios, sabe que Él no mentiría, ni ninguno de sus propósitos sería alterado, pero como hombre no podía saber los medios que Dios utilizaría para cumplir sus planes. A veces creemos que la voluntad de Dios se va a realizarse en forma cómoda para nosotros, sin ningún sobresalto; pero eso no siempre es así, ya que tendremos que pasar, si Dios así lo permite, por muchas pruebas y dificultades antes de alcanzar la promesa de Dios. Lo que sí debe llenarnos de esperanza y confianza plena es saber que si el Señor ha dicho algo, entonces ello se cumplirá, no importa lo que suceda en el camino hacia esa meta.

1d. El hombre que conoce a Dios mantendrá la calma y la seguridad aun en las peores tormentas.

Había gran angustia en toda la gente que navegaba hacia Roma; las olas con gran furia golpeaban el barco, y al parecer las palabras de ánimo que Pablo había entregado no habían sido creídas, puesto que algunos querían escapar por sus propios medios. Pero las palabras de ánimo de un hombre que conoce a Dios van unidas a un modo de comportamiento que muestran que en las peores situaciones está firme como una roca. Así actúa Pablo cuando nadie quiere comer, instándoles él a compartir el pan dando gracias al Señor. La gente se dará cuenta si realmente decimos conocer a Dios, cuando podemos mantener nuestra confianza y seguridad en Él, en todo momento.

Hechos 28

En este capítulo leemos acerca del principio del cumplimiento de las palabras de Jesús dichas en Hechos 1,8, "Me seréis testigos ... hasta lo último de la tierra". Desde Roma, la capital del imperio romano, sería más fácil llevar el evangelio a los confines de la tierra. Todo el mundo tenía que ser ganado para Cristo. Todos los pueblos y gobiernos tendrían que estar a su servicio.

1. (28,1-15) Los náufragos llegaron a la isla de Malta. El nombre de esta isla significa "refugio", un nombre adecuado para el lugar en donde muchos barcos se detenían durante algún tiempo. Los `naturales' (el griego dice: los bárbaros, lo que simplemente significa: no griegos) se portaron de manera muy cariñosa con los náufragos, con `humanidad', dice el v.2 (en griego: filantropía= amor hacia los hombres). En aquella época, en reiteradas ocasiones, los náufragos eran apresados y usados como esclavos. Pero estos isleños reaccionaron empáticamente, encendiendo de inmediato un fuego para paliar el frío y la lluvia a fin de que ellos pudiesen entrar en calor y secarse. Cuando Pablo hubo echado leña en el fuego de pronto apareció una víbora venenosa, la cual huyendo del calor se prendió a la mano del apóstol. De inmediato los isleños pensaron que se trataba de un asesino que era perseguido por Dike la diosa de la justicia y la venganza (según la mitología, hija del dios supremo Zéus). Por tanto ella estaría castigando a Pablo por sus actos de homicidio. Esperaban que la mano del apóstol se hinchara producto del veneno y que éste cayera muerto. En realidad, la vida de Pablo estaba en gran peligro. Sin embargo, él era el portador de la palabra del Señor y su misión no acabaría hasta que proclamara esa palabra en Roma. Por lo tanto estaba seguro bajo la protección de la promesa del Señor. Su vida fue protegida por otro milagro de Dios. Entonces, cuando no sucedió lo que todos esperaban, luego de que Pablo echara la víbora al fuego sin ser dañado, de inmediato cambió la atmósfera. Ahora consideraron a Pablo como un dios. (Nótese que algo parecido ocurrió en el caso de los habitantes de Listra, aunque allí el asunto tuvo otro final). La protección que aconteció a Pablo, fue el cumplimiento de las palabras de Jesús dichas en Lucas 10,19 y Marcos 16,18.

El terreno cerca de la playa pertenecía a un tal Publio, quien era el `principal' de la isla. La palabra `principal' debe significar algo así como gobernador. Éste recibió amablemente a Pablo, y junto con él a otros cuantos náufragos en su casa durante tres días. Estando allí Pablo se enteró de que el padre de Publio estaba enfermo de fiebre y disentería. A lo mejor era una enfermedad típica en esta isla, probablemente causada por la leche de las cabras que había en aquel lugar. Pablo oró, imponiendo sus manos sobre él. El Señor obró sanando a este hombre, y no sólo obró en él sino también en otros enfermos de la misma isla. Así el Señor mismo manifestó su poder soberano para dar a conocer que Él es el único Dios lleno de poder y misericordia. La gente respondió honrando (lit.) grandemente a los siervos del Señor. Aquí podemos pensar en palabras de gratitud y respeto, como también en regalos.

* Dios protegió la vida de Pablo y se manifestó por medio de milagros, siempre para la extensión de su reino. Sepamos que a Dios le interesa la extensión de su reino.

Los náufragos pasaron los tres meses del invierno en la isla, probablemente de Noviembre hasta Febrero. Luego se embarcaron en otro barco de Alejandría (comp. 27,6). Este barco tenía la enseña (tenemos que pensar en una imagen) de los Dioskouroi, los gemelos, Cástor y Pólux; según la mitología griega eran hijos de Zéus y Leda, quienes fueron considerados como salvadores en medio de la angustia, los dioses protectores de los marineros a quienes se les atribuía toda buena fortuna. Como resultado de todo lo que había sucedido, el centurión debe haber llegado a tener gran respeto por Pablo, y le habrá recompensado con toda la libertad que le era posible darle.

Lucas, haciendo uso de su diario de viaje, relata, en cuatro etapas, la última parte del viaje. Primero fueron a Siracusa, capital de la isla Sicilia. Después siguieron rumbo a Regio en el `dedo de la bota', la primera ciudad de la tierra firme de Italia. De Regio navegaron a Puteoli, unos 350 kilómetros hacia el norte. El viento que venía del sur les ayudó tanto que ya al siguiente día llegaron a Puteoli, el puerto más importante de aquel entonces. Allí se quedaron una semana con hermanos en la fe, mientras que el capitán Julio probablemente esperaba órdenes de superiores para saber qué hacer con los prisioneros. La última etapa del viaje se realiza por tierra. Luego de unos kilómetros llegaron a la famosa "Vía Apia", tal vez la mejor calzada romana que iba desde Roma a Capua.

Los cristianos de Roma, al enterarse de la llegada de Pablo, fueron a su encuentro reuniéndose con él en el Foro de Apio (unos 65 kilómetros de Roma); una segunda delegación le encontró en Tres Tabernas. Para Pablo fue un encuentro emocionante; eran hermanos de la iglesia que siempre había querido visitar y a la cual ya había enviado anteriormente una carta (Romanos) para introducirse. Su anhelo de estar con los cristianos de la capital del imperio romano era realmente grande. Por otro lado, Pablo se sintió animado por la presencia de la hermandad, puesto que vio en ello una señal de la presencia de Dios (comp. Rom. 1,11-12).

* La comunión con hermanos creyentes, en medio de circunstancias difíciles, puede alentarnos grandemente.

2. (28,16-31) Cuando llegó a Roma, Pablo fue tratado de manera especial; había ganado tanta confianza que se le permitieron ciertos privilegios. Los otros prisioneros fueron entregados a un centurión, pero a Pablo se le permitió vivir en una casa propia y recibir a quien él quisiera. Bajo arresto domiciliario era custodiado por un solo soldado. Esto también lo había ordenado el Señor para que el apóstol tuviese la oportunidad de proclamar el evangelio.

Pablo hizo uso inmediato de esta libertad. Aunque había algunos creyentes en Roma, el evangelio aún no había sido predicado a todos los judíos que asistían a la sinagoga. Sin embargo, esto ya no tendría que ser así. Pero como Pablo no podía ir a la sinagoga, invitó a todos los líderes judíos a visitarle. Les contó de su encarcelamiento y del trato que le brindaron los romanos. Negó haber violado la ley de Moisés; dijo que había sido acusado falsamente, por lo cual se vio obligado a apelar al César. Sin embargo, explicó que no había venido a Roma a acusar a su pueblo. Más bien deseaba hablar con ellos acerca de la esperanza mesiánica de Israel por la cual él había sido hecho prisionero.

Los judíos estaban un tanto vacilantes. Nada habían oído acerca del caso de Pablo ni por carta ni por informe oral. Lo que ellos sí sabían era que esta secta de la que Pablo era evidentemente defensor fue rechazada en las sinagogas de todo el mundo. Sin embargo, accedieron a oír lo que Pablo pensaba. Sin duda ellos sabían que había también ya algunos de estos creyentes en Roma. Un día muchos de los judíos vinieron a ver a Pablo. Desde la mañana hasta la noche les habló del reino de Dios y les mostró por las Escrituras que Jesús es el Cristo. Por tanto les declaró de la llegada del reino de Dios, de su intervención en este mundo a través de su Hijo Jesucristo. Esta predicación, como siempre, causó una división entre los judíos (compárese los Hechos 13,46; 18,6; 19,8-9). Algunos pusieron fe en la predicación de Pablo, otros la rechazaron. Pablo advirtió a los incrédulos que ya el profeta Isaías (6,9-10) había hablado del rechazo del mensaje de Dios por parte de la mayoría del pueblo a causa de su dureza de corazón. Su oído y ojos estaban cerrados. El mensaje había de dirigirse a ellos primero. Según el plan de Dios, su propio pueblo tenía el privilegio de escuchar primeramente las buenas nuevas de la venida de Cristo, pero después se extendería a los gentiles. Mientras que los judíos manifestaban una actitud reacia, los gentiles sí oirían con fe el mensaje del evangelio. Aunque algunos de su pueblo creyeron, lamentablemente no fueron todos. Sin embargo, el evangelio había alcanzado al centro del mundo conocido de entonces.

No obstante el rechazo de muchos judíos, Lucas termina su libro en forma positiva. Pero no como a lo mejor hubiésemos querido y/o esperado. Aunque es muy probable que el apóstol hubiera sido puesto en libertad después de los dos años que Lucas menciona en el v.30, no se nos informa nada de esto. El interés del escritor es otro, no dar a conocer la vida de los apóstoles sino recalcar que la obra de Cristo fue continuada por ellos con muchas dificultades y oposición, sin embargo, con éxito.

Pablo vivió en una casa arrendada durante dos años enteros. Muchos lo visitaron y lo escucharon. Estando allí predicó el evangelio del reino de Dios, la intervención de Dios en este mundo a través de Jesucristo y enseño acerca de Él, de su obra, su vida, muerte en la cruz y su triunfo en la resurrección y ascensión; esto lo hizo con franqueza y sin impedimentos. Aunque él fue un prisionero, la palabra de Dios no estaba presa.

* A pesar de la resistencia en contra del evangelio, nadie puede detener su avance.

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. Los milagros siempre tienen un propósito: proclamar el señorío de Cristo y la extensión del reino de Dios.

Pertenece a la soberanía de Dios proteger a sus hijos y manifestar su poder mediante milagros, u optar por otro camino. Algunos misioneros han experimentado milagros notables, otros murieron por la causa de Cristo. En ambos casos Dios sabe lo que hace. Él llegará igual a la meta que se ha propuesto: la consumación de su reino.

1b. Los apóstoles jamás fueron gigantes espirituales que nunca necesitaron ayuda.

Para el apóstol Pablo fue motivo de gran alegría encontrarse con los creyentes de Roma. Este encuentro era una ayuda espiritual para su propia fe y a la vez el cumplimiento de la promesa de Dios, que un día testificara también allí de su nombre. Como líderes de la iglesia podemos desarrollar una actitud autosuficiente. Sin embargo, esta actitud es más una demostración de jactancia que una prueba de fe grande y madura.

2a. ¿Aprovechamos todas las instancia para predicar y testificar de Cristo?

A nuestro parecer, las circunstancias en las cuales Pablo se hallaba no eran las mejores para ser útil en el reino de Dios. Su libertad le había sido negada, estando bajo la tensión de un futuro proceso. No obstante, a pesar de todo, su único anhelo era servir a Cristo.

2b. Si la respuesta relativa al evangelio es negativa, no olvidemos decir la advertencia que corresponde a tal respuesta.

El mensaje que hemos de predicar es un mensaje muy positivo. Sin embargo, no tengamos vergüenza de predicar el juicio de Dios en el caso de fuerte resistencia contra el evangelio, sea esta resistencia en forma abierta o en forma más oculta, con una sonrisa.

2c. No dejemos que las dificultades nos obsesionen; veamos las oportunidades para la predicación del evangelio.

En el último capítulo vemos en forma muy clara que el objetivo de Lucas nunca fue escribir una historia de los hechos de los apóstoles, ni siquiera de su gran Héroe, Pablo. En cuanto a Pablo, Lucas tiene un fin abierto. No nos cuenta lo que sucedió luego con él. Sin embargo, el fin del segundo libro de Lucas es de acuerdo al propósito que él tenía en mente, o mejor dicho, que Dios tenía pensado: mostrar el progreso del evangelio. El que Pablo testificara de Cristo en Roma, significa el principio del cumplimiento del mandato de Cristo: predicar hasta lo último de la tierra. ¿No son las últimas palabras de los Hechos que Pablo predicaba "sin impedimento"? La Palabra de Dios seguía creciendo.

Si encontramos dificultades y contratiempos al testificar de Cristo, sigamos como el apóstol, no dejándonos obsesionar por los problemas sino viendo como Dios sigue bendiciendo la predicación de su Palabra.

Rev. Pieter J. Den Admirant: LÁMPARA ES A MIS PIES TU PALABRA

Este libro fue editado y distribuido por Fundación En la Calle Recta.
Más información en su sitio de web: www.enlacallerecta.es

[1] . Lucas menciona a Teudas y Judas. El historiador judío Flavio Josefo menciona ambos nombres. Teudas es fechado en un tiempo posterior, en el tiempo del procurador romano Fado quien gobernó desde el 44 d.C. Probablemente, Gamaliel hable de otro Teudas, quien actuó antes de la era.

Lo que dice acerca de Judas concuerda con lo que dijo Josefo, quien escribió que Judas había llevado a todo el pueblo a la rebelión cuando Cirenio estaba haciendo el censo en Judea (Las antigüedades de los judíos, XX,5).

[2] . Personas como el centurión que no podían circuncidarse por no poder cumplir todas las leyes judías por su profesión, pero que abrazaron la fe judía, fueron llamadas `piadosos'. Los que sí podían circunci­darse, fueron llamados `prosélitos'.

[3] . Herodes Agripa, nieto de Herodes, el Grande, era el encargado del gobierno romano en Judea, Samari­a y Galilea. Ninguno de los Herodes siguió el rumbo del pueblo judío que él.

[4] . Lucas destaca en varias oprtunidades la relación entre la fe y la salvación y la sanidad, véase Lucas 7,50; 17,19; 18,42 y Hechos 3,16. La fe es el canal por el cual recibimos las bendiciones del Señor.

[5] . La expresión generalizada de "algunos de los judíos", puede tener una calificación negativa en el sentido de advers­arios del evangelio.

[6] . "En tiempos había sido esclavo, juntamente con su hermano Pallas. Una vez emancipados, Pallas alcanzó una posición de gran influencia en la casa imperial, y por medio de su influencia Félix disfrutó el extraordinario honor de gobernar una provincia. A pesar se su baja cuna, Félix se casó con mujeres de alto rango, no una vez, sino tres, todas ellas de familia real". (véase F.F. Bruce: "Israel y las naciones", p. 274s.).

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