lunes, 30 de abril de 2012

JONAS: EL EMBAJADOR RENUENTE

por Ray C. Stedman
Posiblemente el libro más conocido, pero menos entendido de la Biblia sea el de Jonás. Desde el punto de visto del mundo, Jonás y la ballena se han convertido en parte de la literatura, convirtiéndose en una parte de la historia legendaria mítica. Aunque el relato se ha convertido en una historia popular entre la gente, se considera con ridículo e incredulidad y ha sido como una burla de entre los libros que están en la Biblia como si fuese una especie de fábula, pues no se toma en serio ni tiene un reconocimiento histórico, sino sencillamente como la historia de un pez de gran tamaño.
Se conoce también por referirse a Jonás como alguien con mal de ojo o como un amuleto de mala suerte. Esto se basa en el tiempo de la historia cuando Jonás se encontraba en un barco, de camino a Tarsis, huyendo de Dios cuando se levantó una enorme tempestad. Sus compañeros preguntaron qué era lo que estaba provocando la tempestad y Jonás contestó diciendo: "yo soy la causa. De modo que le tiraron al mar para librarse de la mala suerte que seguía al barco. El libro es bien conocido por este incidente y en ocasiones llamamos a alguien que trae mala suerte "Jonás. Todo esto ha hecho que el verdadero mensaje del libro se haya vuelto confuso. Jonás fue de hecho un personaje histórico y se le menciona en otros lugares de las Escrituras. El libro de 2ª de Reyes se refiere a él como un profeta histórico, un profeta que realizaba su ministerio en Israel en los días de Jeroboam. El mismo Señor Jesucristo se refiere a él diciendo: "Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. (Mat. 12:40) Con esta clase de apoyo, no puede haber duda de que el libro de Jonás es históricamente exacto.
El verdadero mensaje de este relato se encuentra en los dos últimos capítulos de este breve libro. Tenemos a Jonás, después del encuentro que tuvo con la ballena (o pez), yendo a Nínive, tal y como Dios le había ordenado hacerlo originalmente y proclamando el mensaje que Dios le había enviado a proclamar. Cuando se pregunta usted a sí mismo: "¿Por qué se negó Jonás originalmente a ir a Nínive? se acerca usted al mensaje central de este libro. ¿Por qué se negó Jonás a ir? Ya sabe usted cómo empieza la historia:
"La palabra de Jehová vino a Jonás, hijo de Amitai, diciendo: Levántate y ve a Ninivé, la gran ciudad, y predica contra ella; porque su maldad ha subido a mi presencia. Entonces Jonás se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis..." (1:1-3a).
Cuando intenta usted huir de Dios, se sorprende de con cuánta frecuencia se encuentra usted un barco ahí mismo, preparado. Hay algo especial que me gusta de este hombre Jonás. Pagó su billete para ir a Tarsis. ¡Si iba a ser desobediente, por lo menos quería hacerlo de una manera honesta!
"Descendió a Jope y halló un barco que iba a Tarsis; y pagando su pasaje, entró en él para irse con ellos a Tarsis, huyendo de la presencia de Jehová." (1:3b)
Entonces se levantó una enorme tempestad y los marineros le echaron al mar y se lo tragó un pez de gran tamaño.
El segundo capítulo es la oración que le hace a Dios para que le saque del vientre del pez. Al pez le dio un terrible dolor de estómago y le vomitó en tierra y en el capítulo 3, versículos 1 y 2, se nos dice:
"La palabra de Jehová vino por segunda vez a Jonás diciendo: Levántate y vé a Nínive, la gran ciudad, y proclámale el mensaje que yo te daré."
Aquí se detecta un tono de severidad en la orden que recibió de Dios ¿verdad? Dios no ha cambiado para nada de opinión, sino que ha hecho que el profeta cambie su manera de pensar, pero no ha cedido con respecto a lo que quiere que diga Jonás en Nínive.
¿Qué fue lo que hizo que Jonás se mostrase tan ansioso por evadir esta comisión? ¿Por qué no quiso ir a Nínive? ¿Por qué huyó de Dios? Algunos han sugerido que Jonás tenía una idea tan primitiva acerca de Dios que le consideraba como una deidad tribal, solo para Israel y pensaba que Dios no podía realmente estar interesado en Nínive y que si podía salir del país, podría alejarse de Dios. Creo que esa idea se ve matizada por la referencia que tiene Jonás de Dios. Cuando los viajeros preguntaron quién era, les contestó: "Soy hebreo y temo a Jehová, Dios de los cielos, que hizo el mar y la tierra. (1:9) Pero a mi eso no me suena como una deidad tribal. No, no fue ese el motivo por el que Jonás evitó ir a Nínive.
La respuesta es que Jonás conocía demasiado bien a Dios y ese fue el motivo por el que no fue a Nínive. ¿Le parece eso extraño? Pues veamos lo que dice al principio del capítulo 4:
"Pero esto [el arrepentimiento de Nínive] desagradó grandemente a Jonás y lo enojó. Y oró a Jehová diciendo: Oh Jehová, ¿no es esto lo que decía yo estando aún en mi tierra? ¡Por eso me adelanté a huir a Tarsis! Porque sabía que tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en misericordia y que desistes de hacer el mal."
Debido a que Jonás sabía que Dios era de ese modo, no estaba dispuesto a ir a Nínive. Eso resulta interesante ¿no cree usted? Fíjese otra vez en esta última frase. Jonás dice: "Porque sabía que tu eres un Dios clemente y compasivo, que desistes de hacer el mal cuando tienes la oportunidad. Dios le había dicho a este profeta: "Ve a Nínive y anúnciales que de aquí a cuarenta días la ciudad será destruida.
Y eso era exactamente lo que quería Jonás, quería ver a aquella ciudad destruida porque era el gran enemigo de su pueblo. Posiblemente Jonás hubiera sido testigo de que estos crueles, despiadados y sangrientos ninivitas habían atacado y saqueado en varias ocasiones a su tierra. Hasta es posible que hubiese sufrido la pérdida de algunos seres amados a manos de aquel pueblo despiadado. En el mundo antiguo, la historia más sangrienta y la crueldad más viciosa de la que ha quedado constancia es posiblemente la de los ninivitas, que encontraron más maneras increíblemente ingeniosas de ser crueles que ninguna otra nación que jamás haya vivido. Era un pueblo brutal, impío y pecador y Jonás los odiaba. Lo que más deseaba en el mundo era ver a Nínive destruida, pero a pesar de eso cuando Dios le mandó a anunciar su destrucción a Nínive, dijo: "Te conozco demasiado bien, Oh Dios. Si alguien por arrepentirse te da la más mínima oportunidad de ser misericordioso, cambiarás de opinión y no llevarás a cabo tu sentencia sobre ellos por lo que huyó a Tarsis.
Eso resulta verdaderamente asombroso ¿no es así? ¡Qué gran revelación acerca del conocimiento de Dios y del carácter del Dios del Antiguo Testamento! De vez en cuando, aquellos que no creen en la Biblia, especialmente aquellos que han recibido una educación por encima de su inteligencia, dicen que el Dios del Antiguo Testamento era un Dios vengativo, iracundo, el Dios de los negros nubarrones, de los relámpagos y de los truenos y que siempre estaba matando gente. ¿Encuentra usted eso aquí? Esa no es precisamente la clase de Dios al que conocía Jonás porque dice: "Porque sabía que tú eres un Dios clemente y compasivo, lento para la ira, y grande en misericordia y que desistes de hacer el mal. Así que ese es el motivo por el que se fue a Tarsis e incluso después de su viaje en un submarino vivo se mostró reacio a ir. No tenía demasiadas ganas de transmitir el mensaje, pero se acordó del vientre del pez y fue. Llegó a Nínive, conforme a la palabra del Señor.
"...Nínive era una ciudad grande, de tres días de camino. (3:3) La ciudad era tan grande que harían falta tres días para cruzarla. Se consideraba que un día de viaje era equivalente a unos dieciocho kilómetros, de modo que un viaje de tres días de duración serían unos cincuenta y cuatro kilómetros. Esa es una ciudad considerablemente grande. De hecho era un grupo de ciudades, algo parecido a Los Angeles, agrupadas alrededor de las orillas del Río Tigris y era la capital del Imperio Sirio (el Imperio Asirio). Y Jonás fue con el propósito de declarar el mensaje que Dios le había transmitido. Comenzó su viaje un día caminando por la ciudad y proclamando a gran voz:
"¡De aquí a cuarenta días Ninivé será destruida! (3:4)
<>"Dentro de cuarenta días la ciudad quedará en ruinas, cuarenta días más y Dios destruirá esta ciudad." <>
Normalmente no se prestaría demasiada atención a un mensaje así. No se le haría caso en la actualidad y no le hicieron caso en aquellos días tampoco. La Biblia informa que otros profetas habían sido enviados con un mensaje como este al pueblo, pero sin que le prestasen atención, pero en este relato sucede algo asombroso:
"Pero los hombres de Nínive creyeron a Dios, proclamaron ayuno y se cubrieron de cilicio, desde el mayor hasta el menor. (3:5) "El asunto llegó hasta el rey de Nínive,
<>...quien se levantó de su trono, y se despojó de su manto, se cubrió de cilicio y se sentó sobre ceniza. E hizo proclamar y anunciar [suena como si hubiesen estado celebrando una semana de liderazgo cristiano ¿verdad?] en Nínive por mandato del rey y de sus grandes: ¡Qué hombres y animales, bueyes y ovejas, no coman cosa alguna! ¡No se les dé alimento, ni beban agua! Cúbranse de cilio tanto hombres como animales [hasta los animales se vieron involucrados]. Invoquen a Dios con todas sus fuerzas, y arrepiéntase cada uno de su mal camino y de la violencia que hay en sus manos." (3:6-8) <>
Y lo hicieron:
"Dios vio lo que hicieron [no solo lo que dijeron], que se volvieron de su mal camino, y desistió del mal que había determinado hacerles, y no lo hizo." (3:10)
La ciudad se salvó. ¿Por qué prestaron atención al mensaje de Jonás? Creo que esto habría sido un misterio para nosotros, de no haber sido por las claves que nos ofrece el Señor Jesucristo mismo. En el Evangelio de Lucas, en el capítulo 11, nuestro Señor se refiere a este relato: "Porque como Jonás fue una señal para los habitantes de Nínive, así también lo será el Hijo del Hombre para esta generación. (Luc. 11:30) Dijo: "Jonás, el hombre, el profeta, fue él mismo una señal para la ciudad de Nínive, y de la misma manera yo, el Señor Jesucristo, seré una señal para toda esta generación. Se refería a Israel, pero quería decir toda la raza humana por encima de esta, y de la misma manera que Jonás fue una señal para la ciudad de Nínive, el Hijo del Hombre lo sería para esta generación.
Hay eruditos bíblicos que están convencidos de que lo que le sucedió a Jonás fue que sus facciones fueron cambiadas por la experiencia en el vientre del pez. Hay algunos incidentes históricos interesantes, verificados por hombres que han sido tragados por peces, de manera muy parecida a como lo fue Jonás. Yo recomendaría el libro escrito por Harry Rimmer, "The Harmony of Science and Scripture (La Armonia de la Ciencia y las Escrituras) en el que cuenta la historia de un inglés, un marinero, que se cayó por la borda y fue tragado por un pez. Al cabo de uno o dos días se vio al pez flotando sobre la superficie del mar y fue llevado a tierra. Cuando lo abrieron, los marineros se encontraron ante su asombro a su compañero con vida. Sobrevivió a la experiencia, pero su piel se había vuelto de un blanco como la tiza y se quedó así durante el resto de su vida. El Dr. Rimmer habló con él y se enteró de los detalles de su experiencia, que fue claramente verificada. Han existido otros relatos parecidos a este, probablemente un total de media docena, así que vemos que le ha sucedido a otros además de a Jonás.
Como es lógico, el mensaje de este libro no es tanto lo que le sucedió a Jonás, sino los resultados en Nínive cuando Jonás se levantó y fue a predicar. Puede usted imaginarse lo que pasaría en esta ciudad si sucediese algo así. Si el rostro y el cuerpo de Jonás confirmase la asombrosa historia de que, sin duda, este hombre había pasado por una experiencia espantosa al ser tragado vivo por un pez y después vomitado y de que Dios le enviase a proclamar este mensaje, puede usted imaginarse el impacto que eso tendría sobre la ciudad. Jonás era evidencia viva, prueba documentada en su propio ser, de que Dios hablaba en serio y estaba dispuesto a hacerlo. Por eso, la ciudad se arrepintió hasta el último hombre y se detuvo el juicio de Dios.
Pero les ruego que no se preocupen por el hecho de que diga que Dios "se arrepintió ya que esto describe la acción emprendida por Dios solo desde el punto de vista humano. Dios sabía ya que esto sucedería de este modo, pero siempre que se cree al mensaje de Dios da la impresión de que "cambia de manera de pensar. De hecho, sabemos que lo único que pasa es que lleva a cabo sus propósitos. La ciudad se salvó, y hasta que no pasaron más de cien años más no juzgó Dios a la ciudad de Nínive ni la destruyó, pero de momento se salvaron al arrepentirse gracias a la predicación de Jonás.
En el último capítulo, tenemos el encuentro entre Jonás y Dios. Daba la impresión de que la historia iba a terminarse en el capítulo 3, cuando la gran ciudad se viste de cilicio y ceniza, arrepintiéndose ante Dios, pero no es ese el punto que quiere enfatizar esta historia, sino que lo que pretende es ofrecernos una visión del corazón de Dios. De modo que leemos que Jonás se enfureció con Dios y le dijo el motivo por el que había huido. Le dijo a Dios: "sabía la clase de Dios eres y has hecho exactamente lo que yo esperaba. Cuando la ciudad se arrepintió, cambiaste de opinión le dice, "y por eso estoy furioso. Y Dios le pregunta: "¿haces bien en enfurecerte? (4:4)
Jonás ni siquiera le contestó, se sentó al borde de una roca sobre la ciudad y espero a ver lo que haría Dios a continuación. No se el tiempo que debió de transcurrir, pero es posible que esperase unos cuantos días. El primer día,
"...entonces Dios dispuso que creciera una planta..." (4:6)
Resulta interesante las palabras que escoge aquí, Dios dispuso una planta, fue por orden suya y la planta creció y le cubrió la cabeza a Jonás, evidencia de la provisión misericordiosa de Dios, pero al segundo día Dios también dispuso un gusano.
"Dios dispuso...un gusano que atacó a la planta de ricino y ésta se secó." (4:7)
Fíjese bien en los detalles cuidadosamente diseñados. Y entonces salió el sol, por disposición de Dios o preparado por él, y se levantó un sofocante viento oriental procedente del desierto que le dio de lleno a Jonás, de manera que el pobre hombre estaba sudando y sufriendo el calor sofocante hasta que se desmayó y quería morirse.
"Entonces Dios dijo a Jonás: --¿Te parece bien enojarte por lo de la planta de ricino? (Me sorprende lo cabezota que era este profeta.) --¡Me parece bien enojarme, hasta la muerte! "(4:9)
¿Sabe una cosa? Es fácil apuntar con el dedo a Jonás, pero ¿no le ha dicho usted nunca algo por el estilo a Dios? ¿No le ha dicho usted nunca: "Quiero lo que quiero, y me trae sin cuidado lo que hagas. Claro que estoy furioso, no me gusta cómo haces las cosas. Llévame de aquí, llévame al cielo. Pero fíjese en lo que le dijo Dios:
"Y Jehová le dijo: --Tú te preocupas por la planta de ricino, por la cual no trabajaste ni la hiciste crecer, que en una noche llegó a existir y en una noche pereció. [Le tienes lástima a una planta y te tienes lástima a ti mismo.] ¿Y no he de preocuparme yo por Nínive, aquella gran ciudad, donde hay más de 120.000 personas que no distinguen su mano derecha de su mano izquierda y muchos animales?" (4:10, 11)
Esa es una manera hebrea de describir a los niños: un total de ciento veinte mil niños pequeños. Lo que le dijo fue: "puedes sentir lástima de una planta, pero no tienes lástima de una gran ciudad llena de niños y de personas que no conocen el camino, que no conocen a su Dios. Y el libro termina de una manera abrupta. ¿Por qué? Porque es exactamente al punto al que deseaba llevarnos, a la revelación de la manera de sentir de Dios.
Dios amaba a aquellos ninivitas, a pesar de que Jonás les odiase y en ocasiones pienso que hay mucho de Jonás en nosotros. A veces actuamos como si nos sintiésemos encantados si el periódico de mañana por la mañana informase que Moscú se hallase en ruinas aún humeantes. ¿No es así? Pero Dios ama a los rusos y a los chinos y a todas aquellas otras personas a las que nosotros llamamos durante un tiempo nuestros enemigos. No estoy intentando eludir enfrentarme con los hechos, claro que tenemos enemigos, pero Dios les ama, de la misma manera que amaba a los enemigos de Israel y les perdonaba cuando se arrepentían.
Y Dios nos ha enviado a ellos con el fin de declararles esta palabra de Jonás. ¿Se da usted cuenta de qué manera tan repentina y sutil el Espíritu Santo ha hecho que nos hallemos introducidos en esta imagen? Tenemos a nuestro alrededor a personas que no son salvas, a los "impíos como les llamamos, a los sin ley y a los desobedientes. Les eliminamos de nuestra vida diciendo: "¡son repugnantes, me dan asco, se merecen la condenación! Cantamos acerca de la tierna gracia de Dios, de su misericordia y de su compasión, pero evitamos hablar con estas personas.
Ahora le estoy juzgando a usted. Me he colocado en la picota con usted con respecto a esta situación. Le pregunto a su corazón, como le pregunto al mío: "¿No hay una espantosa tendencia entre nosotros a portarnos como lo hizo Jonás? ¿Les mostramos realmente a otros el corazón de Dios, que ama a un mundo que camina sin rumbo, a ciegas, ignorante y sin saber a dónde se dirige?
El ha enviado a hombres y mujeres como señales para esta generación. ¿Y cuál es esa señal? Es la señal de Jonás, la señal de la resurrección, la señal de personas que antes estuvieron muertas y que ahora tienen vida gracias a Jesucristo. ¿No es ese el motivo por el que el Señor dijo: "Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del gran pez, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches. (Mat. 12:40) ¿No es ese el mensaje fundamental de nuestra proclamación, que hay un Dios que puede producir vida de entre la muerte, que puede resucitar a aquellos que han sido tragados por el vientre de una ballena o un pez, perdidos, sin esperanza, pero redimidos? Y los testigos de esta proclamación son las vidas resucitadas de aquellos que, como Jonás, declaran ese mensaje en nuestros días.
Oración
Padre nuestro, te damos gracias por este libro y por medio de él, por poder ver lo que hay en nuestros corazones. Cuánto nos parecemos a este testarudo profeta, empeñados en nuestros propios fines, nuestra propia comodidad, sin preocuparnos por los que nos rodean, cuyos corazones claman a ti y tocan tu corazón y lo llenan de tierna compasión. Señor, concede que sintamos lo mismo que tú sientes, para que sintamos compasión de aquellas personas que no conocen la diferencia entre su mano derecha y su mano izquierda y te pedimos, Señor, que nuestros corazones sean un reflejo del tuyo, para que les mostremos tu amor y tu compasión al declararles el mensaje de la verdad, en el nombre de Jesús, amen.

MIQUEAS: ¿QUIEN HAY COMO DIOS?

por Ray C. Stedman
Miqueas fue contemporáneo del gran profeta Isaías y su libro tiene un estilo muy parecido. De hecho, en algunas ocasiones a este libro se le llama "Isaías en miniatura porque es una presentación mucho más breve de lo que es esencialmente el mismo mensaje que el de la profecía de Isaías.
El tema de esta breve profecía se encuentra en el significado del nombre del profeta. Espero que tengan ustedes una Biblia que les ayude con el significado de los nombres hebreos porque con frecuencia estos nombres son muy importantes. Por ejemplo, en el libro de Génesis el nombre del hombre que se hizo famoso por ser el hombre más viejo que jamás haya vivido en el mundo es de por sí una profecía. De hecho, cuando nación Matusalén, su padre Enoc aprendió algo que no olvidó nunca y estaba oculto en el nombre de Matusalén. Matusalén vivió un total de 969 años y su nombre quiere decir "cuando él muera, vendrá. El año en que él murió llegó la inundación, de manera que eso nos enseña algo acerca del significado de los nombres hebreos.
El nombre Miqueas quiere decir "¿quién es como Dios o ¿quién es como Jehová? Por lo tanto, esta es su pregunta repetida. Al parecer a dondequiera que iba este hombre preguntaba "¿quién es como Jehová, "¿quién es como Dios? hasta que la gente comenzó a llamarle de ese modo. Se ha llegado incluso a sugerir que ese era el mote por el cual conocían a este hombre. ¿Podemos imaginarnos a la gente que estaba alrededor de Miqueas mirándole al pasar por la calle y diciéndose a sí mismos: "Aquí viene el viejo "Quién es como Dios? Comoquiera que de esto es de lo que habla Miqueas en este libro, el tema del mismo es la santidad y el gran mensaje de Dios al mundo hoy es cómo ser semejantes a Dios, que es además el tema de la epístola de Pablo a los Efesios y creo que es muy instructivo unir estos dos mensajes a fin de que nos demos cuenta de que el Antiguo y el Nuevo Testamento enseñan la verdad de muy diferentes maneras. Eso es lo que hace que el Antiguo Testamento nos resulte tan revelador y si no entienden ustedes el Nuevo Testamento lean el Antiguo.
¿Recuerda usted la historia del filósofo griego Diogenes? Era un hombre que iba todo el día con una linterna, buscando a un hombre honesto. Incluso a plena luz del día llevaba su linterna para despertar la curiosidad. Cuando alguien le preguntaba a Diogenes "¿Por qué vas por ahí con una linterna a plena luz del día? les contestaba: "Estoy buscando a un hombre honesto. Es como la búsqueda de Miqueas (capítulo 1, versículo 1):
"La palabra de Jehová que vino a Miqueas de Moréset en los días de Jotam, Acaz y Ezequías, reyes de Judá, sobre lo que vio acerca de Samaria y de Jerusalén."
El libro se divide en tres partes. Los primeros tres capítulos describen el fracaso de la nación. Este es un mensaje que transmiten muchos de los profetas, pero en este libro lo que encontramos es una imagen de la falta de santidad y a continuación una maravillosa sección, en los capítulos cuatro y cinco, que es una visión del futuro, del que es semejante a Dios. Esta es una sección con una predicción esperando la venida de Cristo, el Mesías. Los tres últimos capítulos nos muestran la súplica que le hace Dios a esta nación.
En el primer capítulo hay una imagen magnífica de Dios que se aproxima con el fin de juzgar a esta nación de Judá por causa de su amargo fracaso y por no ser capaces de ser santos a pesar de que Dios les ha provisto todo cuanto precisan para ser semejantes a Dios. Eso es algo que nos resulta familiar ¿verdad? ¿Por qué no somos nosotros santos? Tenemos todo cuanto precisamos, en el Espíritu Santo, para ser santos. Por lo tanto, este libro nos viene como anillo al dedo porque estamos en la misma barca.
En la primera sección tenemos una imagen preciosa y poética de un Dios que sale y desciende sobre este pueblo (capítulo 1:3-5)
"Porque he aquí que Jehová saldrá de su lugar; descenderá y caminará sobre las alturas de la tierra. Debajo de él se derretirán las montañas como la cera delante del fuego; se hendirán los valles como las aguas arrojadas por una pendiente. Todo esto sucederá por la transgresión de Jacob y por los pecados de la casa de Israel."
A continuación Dios escoge a las capitales de estas dos naciones. ¿Cuál fue la transgresión de Jacob? Samaria. Es decir, la capital, el corazón de la nación. ¿Y cuál fue el pecado de la casa de Judá? ¿Acaso no fue Jerusalén? Dice (en el versículo 6):
"Convertiré, pues, a Samaria en un montón de ruinas [o un basurero], del campo, y en viñedos. Haré rodar sus piedras por el valle y dejaré al descubierto sus cimientos."
Todo esto es una imagen de la destrucción que causarían los ejércitos de Asiria que, cientos de años después, asolarían el campo y destruirían todo cuanto hallasen a su paso. El profeta dice que este es el juicio de Dios.
En los versículos 10 al 16 encontramos algo muy interesante, aunque en otro idioma que no sea el original, puede resultar difícil de ver. Estos profetas eran equivoquistas y aunque algunas personas dicen que un juego de palabras es la peor forma de humor, la Biblia está llena de ellos, pero a nosotros nos cuesta trabajo hallarlos si no entendemos el hebreo. Si pudiesen ustedes leer el original en hebreo, se darían cuenta de que hay un montón de juegos de palabra en los nombres de las ciudades mencionados por Miqueas. Dice el versículo 10:
"No lo digáis en Gat, ni os entreguéis al llanto..."
Gat significa "llorar y el profeta hace un juego de palabras con ese nombre y, de esta manera, sucede en todo. Va escogiendo los nombres de ciudades y los relaciona con el juicio de Dios. En este caso diría:
"No lloréis en la ciudad del llanto; en la ciudad del polvo, revolveos en él (Bet-le-ofra significa polvo.) En la Ciudad de la Belleza, la belleza quedará en vergüenza (pues ese es el significado de Safir-belleza.) En Zaanan (que quiere decir marcha) no marcharán. En la Ciudad de los Vecinos acabarán con un vecino inútil. En la Ciudad de la Amargura harán amargo duelo."
En el versículo 13 está Laquis, que quiere decir caballo, la Ciudad del Caballo o ciudad de un solo caballo. Miqueas dice: "Oh habitantes de la Ciudad Caballo. Es un juego de palabras tras otro.
En el capítulo 2 se describe de un modo muy gráfico la total destrucción del pueblo, incluyendo los gobernantes, los profetas, las mujeres y los niños.
En el capítulo 3 leemos el motivo por el que Dios les juzga de este modo. Miqueas ha estado buscando la santidad y la busca donde sería de esperar encontrarla, entre los gobernantes de la nación, entre los representantes de Dios, pero lo que encuentra es corrupción, opresión, soborno e injusticia por todas partes. Miqueas expone esta lamentable situación en Jerusalén y dice que el motivo por el que Dios está juzgando a este pueblo es que aquellos a los que les ha sido concedida la autoridad para actuar en nombre de Dios se han olvidado de que son responsables ante El.
Esto es algo que siempre nos afecta ¿no es cierto? Porque siempre que nos encontramos en un puesto de autoridad se nos dice que recordemos que también tenemos una autoridad sobre nosotros. Poco importa si es usted una autoridad en la iglesia, como anciano, o en la ciudad, como alcalde o parte del consejo, o si ha sido nombrado presidente de su clase o si dirige su propio grupo. El Nuevo Testamento nos recuerda que es preciso que los amos no olviden que tienen también un amo en el cielo y que Dios tiene toda la autoridad y es el responsable. (Efe. 6:9) Por lo tanto, el hombre que olvida este hecho usa el poder para su propio provecho y eso fue precisamente lo que había corrompido a aquella nación. El profeta nos lo resume en el capítulo 3, versículo 11:
"Sus jefes [o gobernantes] juzgan por soborno, sus sacerdotes enseñan solo por paga y sus profetas predicen por dinero..."
Hay tres clases diferentes de gobernantes en la nación: los dirigentes espirituales, los gobernantes civiles y los dirigentes morales y aunque precisamente ellos debían haber sido santos, son los más impíos porque no han sabido reconocer que cuando el hombre ocupa un puesto de responsabilidad de cualquier clase, lo ocupa con el fin de representar a Dios. Esto se aplica incluso a los jóvenes que ocupan cargos en las escuelas. Estamos representando a Dios en esos cargos. Pablo dijo: "No hay autoridad [o poderes] que no provenga de Dios. (Rom. 13:1) Y eso no se refiere solo al gobierno civil, sino que se aplica a todos los niveles. Pablo les llama los ministros de Dios para bien y cuando los gobernantes, sean civiles, espirituales o morales, reconocen que son representantes de Dios, siempre hay un buen gobierno, pero cuando se olvidan, se produce la corrupción, la opresión, los sobornos, la agonía y las lágrimas.
En el capítulo 4, encontramos un pasaje que es una visión maravillosamente exaltada, en el que el profeta eleva sus ojos y mira a lo largo de los siglos más allá del retorno de Babilonia, después del gran imperio occidental de Grecia, del Imperio Romano y los tiempos de los Cesares, más allá de la Edad Media con Martín Lutero y la Reforma y John Wesley e incluso más allá de nuestra propia época, a la venida del que es semejante a Dios. Este es el más precioso de los pasajes mesiánicos en las Escrituras (capítulo 4, versículos 1-4):
"Acontecerá en los últimos días que el monte de la casa de Jehová será establecido como cabeza de los montes, y será elevado más que las colinas; y correrán a él los pueblos. Muchas personas vendrán y dirán: Venid, subamos al monte de Jehová y a la casa del Dios de Jacob, para que él nos enseñe sus caminos y nosotros caminemos por sus sendas., Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová. El juzgará entre muchos pueblos y arbitrará entre naciones poderosas, hasta las más distantes. Y convertirán sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. Cada uno se sentará debajo de su vid y debajo de su higuera. Y no habrá quien los amedrente, porque la boca de Jehová de los Ejércitos ha hablado."
Eso aún tiene que suceder. Las naciones no olvidarán nunca cómo hacer la guerra, nunca obedecerán a esta palabra de convertir sus espadas en rejas de arado y sus lanzas en podaderas hasta que no venga Aquel que sabe gobernar en santidad. El resto del capítulo 4 describe cómo se reunirá Israel y por fin derrotará a sus enemigos.
El capítulo 5 empieza con un nuevo pensamiento. El profeta le dice a Israel (versículo 1):
"¡Reúne ahora a tus tropas, ciudad de tropas! ¡Nos han sitiado! [Esa era una imagen del ejército asirio que se había reunido alrededor de la ciudad] ¡Con vara herirán en la mejilla al juez de Israel!"
Pero además es una imagen del día en que un gran ejército asirio, procedente del norte, descenderá contra Israel. El motivo por el que viene este ejército se menciona en este versículo:
"¡Con vara herirán en la mejilla al juez de Israel!"
Esta es una referencia bastante rápida a la primera venida del Señor Jesús, cuando se halló ante Pilato y los gobernantes de la nación y le golpearon con una caña y le colocaron una corona de espinas sobre la cabeza y le vistieron con un manto de púrpura, inclinándose ante él, haciéndole burla, golpeando en la mejilla al gobernante de Israel (Mat. 27:27-30)
El profeta ve de repente de dónde vendrá este gobernante. Este es uno de los grandes pasajes proféticos del Antiguo Testamento (versículo 2):
"Pero tú, Belén Efrata, aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el gobernante de Israel, cuyo origen es antiguo, desde los días de la eternidad."
Desde la eternidad, desde siempre y para siempre. ¿Recuerda usted cuando vinieron los sabios del Este buscando al rey de los judíos que había nacido? Le dijeron a los gobernantes de Jerusalén: "¿dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Y los principales sacerdotes les contestaron: "en Belén de Judea. (Mat. 2:1-6) ¿Cómo lo sabían? Porque 700 años antes, Miqueas les había dicho: "Pero tú, Belén Efrata, (es decir, Belén en la tierra de Efrain) aunque eres pequeña entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será el gobernante de Israel, cuyo origen es antiguo, desde los días de la eternidad.
Y luego en el versículo 3 hay un paréntesis:
"Sin embargo, Dios los abandonará [a la nación de Israel] hasta el tiempo..."
Y por eso es por lo que Israel ha estado vagando en derrota, sin un rey, sin un templo y sin sacrificio durante siglos. Una de las maravillas del mundo es que esta nación de Israel sigue manteniendo su identidad, a pesar de hallarse dispersa entre las naciones. "Les abandonará hasta el tiempo.
"...en que dé a luz la que ha de dar a luz, y vuelva el resto de sus hermanos para reunirse con los hijos de Israel."
Y mirando de nuevo al que había de venir de Belén Efrata (versículo 4):
"El se levantará y los apacentará con el poder de Jehová, con la grandeza del nombre de Jehová, su Dios y se establecerán, porque entonces será engrandecido hasta los fines de la tierra."
Setecientos años a través del espacio de los siglos Miqueas ve claramente a Aquel que habría de surgir de entre las tinieblas para cumplir estas profecías. Su venida es desde la eternidad porque es el Dios-hombre, el único hombre santo que jamás ha caminado sobre la tierra, el que es semejante a Dios.
En los capítulos 6 y 7, en un pasaje de poder y belleza, Jehová vuelve a suplicar a su pueblo y a mostrarles el camino de la santidad. En la actualidad oímos hablar mucho acerca del dialogo, de que necesitamos hablar con aquellos a los que nos oponemos. En este caso, Dios tuvo una controversia con su pueblo y lo habló con ellos en este pasaje. El profeta dice (capítulo 6:1-2):\
"Oid, por favor, lo que dice Jehová: ¡Levántate, pleitea junto a los montes, y que oigan las colinas tu voz!, Oid, oh montes, el pleito de Jehová, vosotros los poderosos fundamentos de la tierra; porque Jehová tiene pleito con su pueblo y contenderá con Israel."
Eso prepara el escenario. Aquí Dios habla y he aquí lo que dice (versículos 3-5):
"Pueblo mío, ¿que te he hecho o en qué te he agobiado? ¡Responde contra mi! Yo te hice subir de la tierra de Egipto. De la casa de esclavitud te redimí y envié delante de ti a Moisés, a Aarón y a María. Recuerda, oh pueblo mío, que maquinó Balac, rey de Moab, y que le respondió Balaam hijo de Beor desde Sitim hasta Gilgal, para que conozcas los actos de justicia de Jehová.
¿Qué cree usted que va a responder el pueblo a esto? Aquí tenemos su respuesta (versículos 6-7):
"¿Con qué me presentaré a Jehová y me postraré ante el Dios Altísimo? ¿Me presentaré ante él con holocaustos, con becerros de un año? ¿Aceptará Jehová millares de carneros o miriadas de arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi vientre por el pecado de mi alma?"
"¿Qué es lo que quieres Dios? (¿No es eso lo que dice tantas veces la gente?) ¿Qué es lo que me pides? Escuchemos a la misericordiosa respuesta de Dios, que es uno de los más hermosos versículos de toda la Biblia (versículo 8):
"¡Oh hombre, el te ha declarado lo que es bueno! ¿Qué requiere de ti Jehová? Solamente hacer justicia, amar misericordia y caminar humildemente con tu Dios."
Esa es la respuesta, ¿no es cierto? Así es como podemos ser semejantes a Dios: caminando en humildad ante Dios. Después de todo él es el que puede hacer que seamos semejantes a Dios, santos, pero los israelitas no lo consiguieron, de modo que aparece de nuevo la declaración de juicio, cuando por fin Dios se ve obligado a hacer que despierten de su insensatez y de su debilidad. La descripción del juicio se resume y continua hasta que llegamos al final del capítulo 7, donde el profeta concluye el mensaje con una imagen maravillosa de Dios. Fíjese cómo empieza (versículos 18-20):
"¿Qué Dios hay como tú, que perdona la maldad y olvida el pecado del remanente de su heredad? No ha guardado para siempre su enojo, porque él se complace en la misericordia. Volverá a compadecerse de nosotros. Pisoteará nuestras iniquidades y echará nuestros pecados en las profundidades del mar.[Como alguien dijo en cierta ocasión: "y luego pondrás un letrero diciendo "prohibido pescar.] Concederás la verdad a Jacob y a Abraham la lealtad que juraste a nuestros padres desde tiempo antiguos."
¿Qué camino hay que seguir para ser santos? Dejar a un lado nuestra maldad, confesando nuestra culpa ante Dios, esperando que él perdone nuestras iniquidades y que eche nuestros pecados en lo más profundo del mar. ¿No es eso lo que dice el Nuevo Testamento? "Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. (Iª Juan 1:9) ¿Cómo se puede caminar en humildad ante Dios? Juan contesta diciendo que debemos de andar en luz de la misma manera que él es luz, es decir andar de una manera abierta y honesta, no intentando ocultarle nada a Dios. No debemos pretender ser lo que no somos ante él. "Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de su Hijo Jesús nos limpia de todo pecado. (Iª Juan 1:7)
La pregunta de Miqueas resuena en nuestros oídos. ¿Quién como Dios? El único que es como Dios es el hombre que camina con el Señor Jesucristo, que es Dios mismo en el que es semejante a El.
Oración
"Padre, te damos gracias por permitirnos ver tu corazón que derrocha amor, aunque en toda justicia debes juzgar a los pueblos para que sean conscientes de sus caminos insensatos. Pero tu corazón está constantemente suplicando y bajo el trueno del juicio y de la oscuridad de la destrucción está ese latido de amor, de preocupación, dispuesto siempre a perdonar, a restaurar y a traernos de nuevo a ti para que tengamos comunión contigo. Ayúdanos, pues, a recordar esta pregunta: "¿Quién como Dios? Lo pedimos en el nombre de Cristo, amen

NAHUM: LA TERRIBLE IRA DE DIOS

por Ray C. Stedman
El libro de Nahúm es uno que se descuida debido a que es algo confuso y tan breve que rara vez se lee y que se entiende con menos frecuencia todavía, pero cada una de las porciones de las Escrituras son indispensables, ya que cada una tiene su propia contribución que hacer. Por eso fue por lo que el apóstol Pablo pudo decir: "Toda escritura es inspirada por Dios y es útil para la enseñanza, para la reprensión, para la corrección, para la instrucción en justicia a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente capacitado para toda buena obra. (2ª Tim. 4:16, 17) Y esta breve profecía de Nahúm no es ninguna excepción.
Al leer esto puede que le produzca la impresión de estar leyendo un relato insípido de historia antigua, pero de hecho, esta profecía revela algo acerca de Dios con más claridad de lo que lo hace ningún otro libro de la Biblia, ya que es parte de la labor del profeta revelarnos el carácter de Dios. Los profetas nos muestran los atributos divinos y cada uno de ellos ve a Dios bajo una luz diferente. Por lo tanto, al leer los profetas, lo que hacemos es ver una faceta tras otra, que brillan como si fuese un diamante a la luz del sol, del poderoso carácter y los atributos de un Dios eterno.
El atributo de Dios que le fue dado revelar al profeta Nahúm fue la ira de Dios. No hay actualmente doctrina que resulte más repugnante para las personas que la ira de Dios y es la doctrina que a muchos les gustaría olvidar. Hay muchos que se imaginan a Dios como un caballero amable, que guiña alegremente el ojo y que no puede soportar pensar en castigar ni juzgar a nadie. Sin embargo, fue labor de Nahúm mostrar la ira de Dios ante el cual deben presentarse los hombres en silencio y temblor. No es posible leer esta profecía sin sentir algo de la solemnidad de esta imagen impresionante de Dios.
Al comenzar este libro es importante saber por qué y hacia quién va dirigida la ira de Dios. Esta profecía va dirigida contra la ciudad de Nínive, a la cual Dios había enviado al profeta Jonás. Cuando Jonás predicó en Nínive, la ciudad se arrepintió en saco y ceniza y la ira que Dios sentía contra ella fue contenida y la ciudad se salvó porque desde el rey hasta el más humilde de sus ciudadanos, se volvieron a Dios y se arrepintieron de sus pecados.
El libro de Nahúm aparece unos cien años después de la profecía de Jonás. Durante este tiempo, Ninivé se arrepintió de su arrepentimiento y comenzó a hacer de nuevo las mismas cosas que habían suscitado la amenaza del juicio de Dios por medio del profeta Jonás. El profeta Nahúm fue enviado a llevar a cabo su ministerio en el reino del sur de Judá en los tiempos de la invasión del rey asirio Senaquerib. El rey Senaquerib, que venía de Nínive, la capital de Siria, invadió Israel en los tiempos del profeta Isaías, y fue de esta gran ciudad en el norte de donde vinieron con frecuencia los ejércitos sirios contra la tierra de Judá y de Israel, pero Dios se movió con el fin de proteger a su pueblo, haciendo frente y destruyendo a estos enemigos del rey de un día para otro.
Nahúm significa "consolación o "consuelo y estando el ejército asirio extendido alrededor de la ciudad de Jerusalén, el profeta recibió un mensaje de consuelo. Podrán ustedes imaginarse el gran consuelo que sería cuando los ejércitos se encontraban allí, con su terrible reputación como guerreros implacables, quemando y destruyendo, violando y saqueando, matando a los niños sin perdonarle la vida a nadie, tener a este profeta en Jerusalén, declarándoles que Dios destruiría a Nínive, la capital de sus enemigos.
Esta es una de esas partes de la profecía, en la Escritura, que se ha cumplido ya, aunque todavía queda mucha escritura por cumplirse y muchas de las predicciones de los profetas del Antiguo Testamento van más allá de nuestro propio tiempo, a un tiempo en el que el Señor volverá de nuevo, pero al leer este libro, nos encontramos con profecías que hace mucho que ya se cumplieron. Esta es una de las grandes pruebas de que el Libro de Dios es, efectivamente, de Dios, porque aquí tenemos una descripción exacta de cómo sucedería esta destrucción, que fue anunciada muchos años antes de que se produjese. Aquellos que están interesados en la apologética podrán usar esto para hablar con los que desafían el hecho de que la Palabra de Dios es profética.
Podemos dividir el libro de Nahúm en cuatro secciones y cada una de ellas es una descripción de la ira de Dios. Creo que la manera más sencilla de describir esta primera sección, esta visión de la ira de Dios, es simplemente usando la palabra "terrible. Estas son preciosas expresiones poéticas, pero nos ofrecen una visión poderosa de la ira de Dios (capítulo 1, versículos 2-6):
"¡Dios celoso y vengador es Jehová y está indignado. Jehová se venga de sus adversarios y guarda su enojo contra sus enemigos. Jehová es lento para la ira y grande en poder. De ninguna manera dará por inocente al culpable. Jehová marcha en el huracán y en la tempestad; las nubes son el polvo de sus pies. Reprende al mar y hace que se seque, y reseca todos los ríos. Basan y el Carmelo se marchitan; se marchita la flor del Líbano. Las montañas se estremecen delante de él y las colinas se derriten. Ante su presencia queda desolada la tierra, el mundo y todos los que lo habitan. ¿Quién resistirá delante de su ira? ¿Quién quedará en pie ante el furor de su enojo? Su ira se vierte como fuego, y se desmenuzan las peñas delante de él."
¡Qué tremenda descripción! El profeta ve a Dios en su ira mirando sobre los ejércitos de Asiria. Hay algunos hombres y mujeres que viven con un perpetuo mal genio y su genio se manifiesta a la menor provocación, pero lo interesante es que normalmente la gente no le teme a una persona así. Más bien les tienen lástima o hacen chistes a su costa. Hay otras personas que son más tranquilas y pacíficas por naturaleza y cuesta mucho trabajo conseguir que se enfaden. Soportan la irritación durante mucho tiempo, pero cuando se les ha acabado la paciencia y su ira está a punto de estallar, mucho cuidado porque su ira es espantosa. Esa es la imagen que nos ofrece aquí el profeta, de un Dios infinitamente paciente. Como dice el profeta: "lento para la ira que no actúa de una manera precipitada. Le ha estado dando a esta ciudad una oportunidad tras otra para que se arrepientan y les ha mandado a un profeta tras otro. Hubo un profeta en el que sí creyeron y se arrepintieron de sus malos caminos y Dios desistió del juicio que dijo que habría de caer sobre ellos, pero se arrepintieron de su arrepentimiento y esa es una de las cosas más terribles que pueden hacer los hombres. Habiéndose vuelto de su mal camino, volvieron a aquello que habían dicho que abandonarían y eso es lo que hace que por fin caiga sobre ellos el juicio de Dios.
Dios está furioso y no se trata de una ira caprichosa, como la de un niño. No hay nada de caprichoso ni de egoísta en la ira de Dios. Es una ira controlada, pero terrible y temible de contemplar. Pueden ustedes hacerse una idea de lo terrible de la ira divina si se tiene en cuenta el hecho de que todas las palabras hebreas que significan ira aparecen en estos seis versículos. Las palabras son: celos, venganza, enojo, ira, indignación, fiereza y furor. Todas ellas describen la ira de Dios.
Los celos son ese celo consumidor por una causa que se siente en lo profundo del corazón. Y no se refiere aquí a esos celos tontos de los que en ocasiones hacemos gala, sino de la preocupación sobrecogedora que siente Dios por lo que ama. Su venganza o retribución es: su ira, esa ira que se desencadena, que se describe aquí con toda su negrura. ¡La palabra ira significa literalmente "echar espuma por la boca! Estos son términos muy pintorescos. La palabra ferocidad quiere decir literalmente en hebreo "calor y la palabra furia "que quema. Y todo ello para describir a un Dios que es terrible en su ira, llevado por fin al punto de derramar su ira sobre aquello que la ha despertado. Es decir, Dios en una pasión ardiente, llevado a una ira terrible y destructora.
La segunda sección, empezando por el versículo 8 del capítulo 1, nos muestra otro aspecto de su ira. Aquí se nos dice claramente que la ira de Dios o su furor, puede ser personal, porque va dirigida contra una sola persona. En el versículo 11 tenemos una referencia a Senaquerib, el general de los ejércitos asirios.
"De ti salió un consejero de Belial que tramó el mal contra Jehová."
Toda la ira de Dios fue dirigida contra este rey pagano que urdió deliberadamente un complot para destruir al pueblo, después de que Dios hubo visitado la ciudad con su gracia y les hubo salvado de su ira. El versículo 12 se refiere a la visita del ángel de la muerte cuando Senaquerib descendió con sus ejércitos sobre Jerusalén. En Isaías, capítulos 36 y 37 tenemos la descripción de cómo descendieron los ejércitos y se extendieron ante la ciudad de Jerusalén. Entonces le dijeron al rey Ezequias con desafíos provocadores, que se iban a apoderar de la ciudad y que no había fuerza que se les pudiese resistir. Isaías nos dice cómo tomó Ezequías estos mensajes y los extendió ante el Señor, pidiéndole a Dios que salvase a la ciudad, incluso con los ejércitos asirios rodeándola. Y esa noche, se nos dice, pasó el ángel de la muerte sobre los ejércitos asirios y mató a 185.000 soldados. (Isa. 37:36) A esto se refieren los versículos 12 y 13:
"Pero así ha dicho Jehová: aunque vivan reposadamente y sean muchos, con todo serán cortados y pasarán. Y aunque yo te haya afligido, no te afligiré más. Ahora quebraré su yugo de sobre ti y romperé tus coyundas."
Como resultado de ello, los ejércitos asirios se volvieron atrás y se salvó Jerusalén. (En hebreo existe una interesante construcción, pues dice: "cuando se despertaron por la mañana he aquí todo eran hombres muertos. Como es lógico, los que se despertaron fueron los israelitas y no los asirios.)
El versículo 14 se cumplió literalmente al ser asesinado Senaquerib. Cuando pasó el ángel sobre el campamento se le perdonó la vida al general asirio y regresó a Nínive, pero mientras estaba adorando a sus falsos dioses en el templo, después de haber estado luchando contra Israel, fue asesinado por sus dos hijos, que robaron la corona para sí mismos. Leemos aquí (versículo 14):
"Pero acerca de ti, Jehová ha mandado: Nunca más sea mencionado tu nombre. De la casa de tu dios destruiré los ídolos y las imágenes de fundición y la convertiré en sepulcro; porque fuiste vil."
Años antes de que esto sucediese, se le dijo al profeta Nahúm que Dios se encargaría de este hombre en su propio templo, en la casa de sus dioses, y allí estaría su sepulcro. La ira de Dios le buscó y le golpeo. En el versículo 15 tenemos el grito gozoso que surgió desde Jerusalén cuando llegó la noticia de la muerte de Senaquerib:
"¡He aquí sobre los montes los pies del que trae buenas nuevas, del que anuncia la paz! ¡Celebra, oh Judá, tus fiestas; cumple tus votos, porque nunca más volverá a pasar sobre ti aquel inicuo, pues ha sido completamente destruido!"
¡Qué imagen es esta del hecho de que la ira de Dios puede dirigirse en contra de una persona! Esto es lo que les cuesta trabajo creer a las gentes, que alegan que Dios es un Dios de amor. ¿Cómo puede entonces castigar a nadie? Ese es el argumento. Cuando se menciona que la justicia de Dios exige que nos castigue, dicen que eso no es posible. El amor de Dios es superior a su justicia, dicen y por lo tanto, bajo ninguna circunstancia puede la justicia de Dios hacerle que castigue y son muchos los que viven creyendo en este engaño. Pero aquí tenemos a un hombre que fue escogido, como nos dice el profeta, para llevar el impacto de la ira de Dios y que fue responsable de los saqueos contra Judá.
Hay una tercera sección, que abarca todo el capítulo 2, que revela un aspecto más de la ira de Dios, ya no aguanta más. Aquí Dios está tratando el problema de Nínive, la capital de Asiria, y dice (versículo 1):
"El destructor ha subido contra ti. Guarda el baluarte, observa el camino, cíñete la cintura, esfúerzate mucho."
De qué modo tan dramático se expresa esto, como si el vigilante estuviese a la expectativa y viese venir a los ejércitos de los babilonios viniendo a destruir la ciudad de Nínive. La historia nos dice que vinieron contra Nínive los ejércitos combinados de Ciaxares y Nabopolaser, el padre de Nabucodonosor, al que se le llama el "destructor. "El destructor ha subido. Así comienza el relato de la batalla en la ciudad (versículos 3- 5):
"Los escudos de sus valientes están enrojecidos; sus valientes están vestidos de escarlata. En el día de su preparación, sus carros de guerra son como fuego de antorchas, y los jinetes se estremecen. Sus carros se movilizan alocadamente en las calles y se desplazan de un lado a otro en las plazas. Parecen antorchas; como relámpagos corren de un lado a otro. Se dará aviso a sus valientes, y ellos acudirán atropellándose. Se apresurarán hacia sus muros y se alistará la cubierta de escudos."
Este cuarto versículo suena como si estuviese describiendo una autopista: "Sus carros se movilizan alocadamente en las calles y se desplazan de un lado a otro en las plazas. Parecen antorchas; como relámpagos corren de un lado a otro. De hecho, ese versículo se ha interpretado con frecuencia como si fuese una predicción acerca de los automóviles, que es un excelente ejemplo de lo insensato de sacar un versículo de su contexto, puesto que no tiene nada que ver con automóviles, aunque parece como si los describiese al decir "parecen antorchas, como relámpagos corren de un lado a otro. Pero no es otra cosa que una descripción que predice la batalla que se desencadenó en las calles de Nínive al venir los babilonios contra ellos.
En el versículo 6 tenemos una profecía asombrosa y directa de la manera en que sería tomada la ciudad de Nínive:
"Las compuertas de los canales habrán sido abiertas y el palacio quedará arrasado."
El historiador griego Diodoro Siculus dejó constancia de un relato acerca de cómo cayó la ciudad de Nínive y esto es lo que dijo:
Había una antigua profecía, según la cual Nínive no sería tomada hasta que el río no se convirtiese en el enemigo de la ciudad y en el tercer año del sitio, el río comenzó a incrementar su caudal debido a las continuas aguas de las lluvias que se juntaban de todas las partes de la ciudad y que caían por la muralla a lo largo de veinte estadios. Entonces el rey [de Nínive] creyendo que se había cumplido el oráculo y que el río se había convertido en enemigo de la ciudad, construyó una gran pira funeraria en el palacio y reunió toda su riqueza y sus concubinas, y su eunuco, y se quemó él, su palacio y todos ellos. Y el enemigo entró por la rotura que habían hecho las aguas y se apoderó de la ciudad.
En otras palabras, entraron a través de las compuertas del río. Los ejércitos babilonios entraron a través del palacio donde el río se había introducido y había inundado a la ciudad y debido a esta idea equivocada del rey, los babilonios se encontraron reunidos en el palacio y allí los mataron y esto es exactamente lo que Nahúm había predicho años antes.
"Las compuertas de los canales habrán sido abiertas y el palacio quedará arrasado."
La ira de Dios se manifiesta en toda su plenitud cuando comienza a convertirse en juicio y no hay nada que escape a ella. Recordemos el antiguo dicho: "aunque los molinos de Dios muelen lentamente, lo hacen triturando.
Hay una historia de un agnóstico que se burló de un granjero cristiano por negarse a trabajar en sus campos en domingo. El agnóstico tenía por costumbre salir siempre en domingo a trabajar en sus campos y al final del año fue a ver a su vecino cristiano y se burló de él diciendo: "oiga, usted es cristiano y no trabaja los domingos, a pesar de lo cual tiene una buena cosecha, pero fíjese de qué modo me bendice Dios. He trabajado todos los domingos y fíjese en la abundancia del grano que tengo. De hecho, está ha sido una de las más abundantes cosechas de grano de Octubre que jamás he conseguido. Y el granjero cristiano se volvió a él y le contestó: "sí, pero Dios no siempre hace las cuentas en Octubre. Cuando Dios comienza a actuar, nada escapa a él, nada. Nosotros estamos en su universo y aquí somos criaturas. No hay manera de que podamos escapar ni tenemos dónde ocultarnos. Debemos de tratar con un Dios que nos ha dicho una y otra vez que si su gracia se ve frustrada, se elevará por fin en juicio.
En la tercera sección, Dios se dirige a la ciudad de Nínive. Hemos visto ya de qué modo pinta este retrato de la derrota de la ciudad y ahora dice (versículos 11 y 12):
"¿Dónde está, pues, la guarida de los leones [este es un símbolo de los asirios, de igual manera que el oso es el símbolo de Rusia y el león de Gran Bretaña] y la cueva de los leoncillos, donde se cobijaban el león, la leona y los cachorros, sin que hubiera quien los atemorizara? El león destrozaba para sus cachorros y estrangulaba para sus leonas. Llenaba de presa sus cavernas y su guarida, de rapiña."
Esta es una burla en relación con la derrota de la ciudad. Si hubiera usted visitado el lugar donde estuvo la ciudad de Nínive hace 60 años se hubiera encontrado en medio de un desierto, no sabiendo ni mucho menos que aquel había sido el emplazamiento de la antigua y gran ciudad. Los arqueólogos han empezado a desenterrar esta ciudad y sabemos dónde se encontraba Nínive, pero durante siglos estuvo perdida, enterrada en las arenas movedizas del desierto.
El último capítulo revela lo irresistible que es la ira de Dios. En el versículo 4 se nos dice una de las razones por la que iba a ser destruida Nínive:
"Esto sucederá debido a la multitud de las fornicaciones de la prostituta, de bella apariencia y experta en hechizos, que seduce a las naciones con sus fornicaciones y a los pueblos con sus hechizos." (3:4)
Esta es una referencia a la brujería que se practicaba en Nínive. Y en respuesta a estas costumbres, Dios dice (versículos 5-7):
"¡Heme aquí, yo estoy contra ti! dice Jehová de los Ejércitos. Te levantaré la falda hasta la cara y mostraré tu desnudez, y a los reinos tu ignominia. Echaré sobre ti inmundicias; te trataré con desdén y te pondré por espectáculo. Sucederá que todos los que te vean huirán de ti. Y dirán: ¡Nínive ha sido destruida! ¿Quién se compadecerá de ella? ¿Dónde le habré de buscar consoladores?"
Y Dios le recuerda a Nínive lo que sucedió antes en la ciudad egipcia de Tebas (versículos 8-10):
"¿Eres acaso mejor que Tebas, que estaba asentada junto al Nilo, rodeada de aguas, cuyo baluarte y muralla era una concentración de aguas? Etiopía y Egipto eran su poderío ilimitado; Fut y los libios acudían en su ayuda. También ella partió al destierro; fue llevada en cautiverio."
Tebas también parecía inexpugnable:
"También sus pequeñitos fueron estrellados en los cruces de las calles. Sobre sus nobles echaron suertes y todos sus grandes fueron aprisionados con grillos."
Dios controla la historia y cuando decide actuar en contra de una nación, una ciudad o una persona, no hay escapatoria posible porque es totalmente irresistible. El insta a la ciudad, con palabras irónicas, a que se fortifique (versículos 14, 15):
"Provéete de agua para el asedio; refuerza tus fortalezas. Entra en el lodo; pisa el barro; toma el molde de hacer ladrillos. [Haz cualquier cosa, lo que se te ocurra, pero] Allí te devorará el fuego, y la espada te exterminará como devora la langosta. ¡Multiplícate como el saltón! ¡Multiplícate como la langosta!"
Aquí tenemos una imagen de la ira de Dios. De una ira terrible, personal e irresistible y hoy las personas corren peligro de tener que enfrentarse con esta clase de ira, que nos encontramos por todas las Escrituras. Huid de la ira venidera. Evitad la ira de Dios, cuya paciencia se ha visto ultrajada, cuya gracia es dejada de lado. Hay dos pecados que suscitan de igual manera la ira de Dios y son el orgullo y la impertinencia. Cuando una nación o una persona se deja llevar por el orgullo y se considera suficiente, diciendo que puede hacer frente a todos sus asuntos y ocuparse de su propia vida, esa nación o persona está condenada. Cuando Dios muestra su misericordia, y ese hombre o esa nación sigue mostrándose impenitente, se manifiesta la ira de Dios en toda su plenitud.
¿Cuál es, pues, el mensaje de Nahúm para nuestros corazones? Hay una interesante aplicación, que se puede considerar tanto a nivel nacional como individual. A nivel nacional es un mensaje de consuelo para nosotros hoy. De igual modo que la palabra de Nahúm sirvió de consuelo a una nación que se veía amenazada por un enemigo cruel e impío, semejante al que nos enfrentamos nosotros actualmente. Porque lo interesante es que en la Biblia los asirios no eran solo el pueblo que era enemigo de Israel, sino que eran además un tipo de la nación que habría de venir y que habría de amenazar la paz de la tierra y desempeñaría un importante papel en el escenario de la historia mundial de los últimos días. Los asirios son, en la profecía, una imagen de la Unión Soviética o de las naciones comunistas, los pueblos del norte. Si quiere usted un estudio interesante, sugiero que compare Ezequiel, en sus capítulos 38 y 39, con la profecía de Nahúm. En el 2:13 Dios dice:
"¡He aquí, yo estoy contra ti!, dice Jehová de los Ejércitos!"
Y en el 3:5 dice:
"¡Heme aquí, yo estoy contra ti! dice Jehová de los Ejércitos."
Y cuando Ezequiel comienza su gran profecía en contra del rey del norte, el Gog de la tierra de Magog según le llama, comienza con las mismas palabras:
"...He aquí, yo estoy contra ti, oh Gog, príncipe soberano de Mesec..." (Eze. 38:3)
Esta es una palabra de consuelo para nosotros, que profetiza el juicio de Dios y la destrucción de estas naciones del norte en las montañas de Israel.
Pero también tiene una aplicación individual. Para aquellos que creen que Dios no es más que un Dios de amor y nunca de ira, que aprendan de Nahúm que un Dios que no es capaz de enfurecerse nunca tampoco es capaz de amar. ¿Ha pensado usted alguna vez en eso? La ira de Dios es el resultado de su amor. Es precisamente porque ama por lo que se pone furioso y por el amor por lo que ha de manifestarse el furor de su ira. Eso es algo que puede usted demostrarse a sí mismo. ¿Qué es lo que le enfurece? ¿No es casi siempre cuando algo o alguien al que usted ama se ve amenazado o herido? Puede que sea usted mismo porque todos nos amamos a nosotros mismos. ¿Qué es lo que nos pone furiosos? Alguien nos hiere y debido a que nos amamos a nosotros mismos, nos ponemos furiosos con esa persona. O alguien hace daño a nuestro hijo y se desencadena nuestra ira. Y si no es usted capaz de ponerse furioso cuando oye o ve el mal y la injusticia, eso demuestra que no es usted capaz de amar, porque el que no se puede enfurecer tampoco puede amar. Si puede usted leer historias de atrocidades y opresión y el tráfico, que destruye al cuerpo y al alma, de drogas o narcóticos entre los jóvenes y no se siente usted movido a una terrible ira, puedo decirle que hay algo muy mal en usted y es usted incapaz de amar. Si Dios no puede aniquilar, si no puede destruir en su venganza, entonces es que no tiene capacidad de amar.
Es ciertamente verdad que Dios ama al pecador pero odia el pecado, como decimos a veces, pero eso es solo parte de la historia. La Biblia nos dice que si un hombre ama su pecado y se aferra a él a toda costa, rechazando la gracia de Dios, entonces se identifica con el pecado y, a la postre, la ira de Dios en contra del pecado se dirige también en contra del pecador.
Recuerdo haber leído acerca de un hombre que fue acusado de robar, pero argumentó ante el juez diciendo que la sentencia no era justa y dijo que no había sido él quien había cometido el robo, sino que había sido su brazo, por lo que era injusto que el juez le condenase a la penitenciaria y solo podía condenar a su brazo. Y de hecho pensó que el juez debía dejarle en libertad porque había sido su brazo y no él quien había cometido el robo. El juez resolvió el caso condenando al brazo a treinta años en la cárcel, diciendo que si el hombre le quería acompañar, dependía de él.
Nos identificamos con aquello a lo que nos aferramos y esa es la imagen que nos ofrece la Biblia. Ha llegado la hora de afirmar que Dios tiene capacidad para la ira, manifestándola una y otra vez para advertir a los hombres que huyan de la ira venidera. Los hombres han estado diciendo que si solo hablásemos del Dios de amor, podríamos llenar las iglesias. Si tan solo pudiésemos apelar a los hombres acerca del Dios de amor, se volverían de su maldad y se sentirían atraídos a él. Pero los hechos demuestran exactamente lo contrario. Durante los últimos treinta años o más el mensaje de la ira de Dios ha brillado prácticamente por su ausencia en los púlpitos cristianos. Las gentes hablaban acerca de un Dios de amor, pero eso se ha interpretado en la mente de los hombres como un Dios permisivo, un Dios que le permite a usted hacer cualquier cosa sin pagar las consecuencias. Como resultado de ello, las iglesias están más vacías que nunca y en lugar de volverse hacia Dios, los hombres le han desafiado, negándose a creer en Dios y alejándose de él.
Pero no podemos sencillamente predicar al Dios de la ira sin hablar del Dios del amor, porque la ira de Dios es el resultado de su amor, como una manifestación de ese amor. Como dijo Charles Spurgeon: "El que no cree que Dios castiga el pecado, no creerá que lo puede perdonar gracias a la sangre de su Hijo. ¿Pero de qué modo podemos escapar a la ira de Dios? Nahúm también nos dice cómo hacerlo, en el capítulo 1, versículo 7:
"¡Bueno es Jehová! Es una fortaleza en el día de la angustia y conoce a los que en él se refugian."
Nadie que se vuelva a Dios experimentará jamás su ira. Esta queja de que Dios es un Dios de ira parece presentarnos una imagen de un Dios que se venga sin razón, como si se hubiera propuesto destruir a los hombres, pero no es nunca así. Dios solo destruye, solo manifiesta su ira cuando los hombres han rechazado su amor. Hay una manera de escapar y siempre la ha habido, por lo que no es preciso que nos enfrentemos con su ira ni nadie tiene que hacerlo. El propósito de Dios es llamar la atención de los hombres a su camino para que lo puedan seguir y acerca de él se nos habla aquí: "conoce a los que en él se refugian. Recuerdo hace años cuando mis hijos eran pequeños y una de mis hijas y yo discutimos un día y le pegué muy fuerte. Yo me puse furioso y ella se echó a llorar, por lo que no supe qué hacer después de haberle pegado porque no parecía arrepentida. Pero de repente vino corriendo y echó sus bracitos alrededor de mi cuello. ¿Qué tenía yo que hacer? ¿Debía continuar pegándole? ¡Oh no! No podría haber levantado un dedo contra ella porque se había refugiado en mi.
Dios conoce a aquellos que se refugian en él y para ellos está siempre abierto su corazón lleno de amor y nunca conocerán su ira. Eso es lo que nos dicen las Escrituras. Según dijo el Señor Jesús: "el que oye mi palabra y cree al que me envió tiene vida eterna. El tal no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. (Juan 5:24)
Oración
Padre nuestro, te damos gracias porque tú conoces a los que confían en ti. Dios mío, concédenos la sabiduría y el sentido común para creer en ti y para que no intentemos evaluar tu amor y tu gracia, para que no nos creamos que nos podemos salir con la nuestra, ni que podremos escapar y que de algún modo seremos una excepción. Señor, haz que entendamos que la misma persistencia e inmutabilidad que garantiza que no escaparemos nunca es la misma persistencia que manifiesta tu gracia y nos recuerda que él que acude a ti no tendrá que ser juzgado, sino que ha pasado de muerte a vida. Te damos gracias en el nombre de Cristo, amen.

HABACUC: LA HISTORIA EN LAS MANOS DE DIOS

por Ray C. Stedman
El nombre Habacuc quiere decir "el que abraza, pero no en el sentido romántico, sino en el sentido de consolar y este es un gran libro de consuelo. El consuelo posiblemente sea el problema más penoso con el que se tienen que enfrentar los seres humanos: es decir, el gran interrogante de por qué Dios permite que sucedan ciertas cosas. No conozco una pregunta más actual e importante que esta. Al leer esta profecía de Habacuc descubrirá usted que el problema con el que tuvo que contender y sobre el cual acabó por averiguar la respuesta, hizo posible que se convirtiese en consolador y en uno que podía abrazar a su pueblo en su sufrimiento, y es exactamente el mismo problema con el que nos enfrentamos nosotros actualmente. Porque el profeta vivió en un tiempo muy parecido al nuestro, un tiempo en que todo estaba saliendo mal. Vivió en una época en la que hubo una gran corrupción nacional y aflicción, en el que la nación y la tierra estaba llena de violencia, de odio y de estallidos de maldad. Su aflicción se ve reflejada en las primeras frases del libro (capítulo 1, versículos 1-4):
El oráculo de Dios que vio el profeta Habacuc. "¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré y no oirás? ¿Hasta cuándo daré voces a ti diciendo: ¡Violencia!, sin que tú libres? ¿Por qué me muestras la iniquidad y me haces ver la aflicción? He aquí que surgen pleitos y contiendas; la destrucción y la violencia están delante de mí. La ley pierde su poder, y el derecho no prevalece; porque el impío cerca al justo. Por eso sale torcida la justicia.
¿No suena eso como lo que está sucediendo actualmente? ¿Por qué, dice Habacuc tengo que clamar ¡violencia!, y no obtengo respuesta? He aquí el gran problema de la oración que no obtiene contestación. Tenemos aquí el caso de un hombre que está preocupado por su nación porque ve que todo sale mal. El pueblo vive sumido en la maldad; hay inquietud, violencia, injusticia y opresión por doquier. Cuando todo el asunto es traído ante las cortes, las cortes mismas están corruptas, por lo que Habacuc se siente profundamente preocupado.
El es un hombre de Dios y sabe que lo que hay que hacer con un problema es presentarlo a Dios y es lo que él ha estado haciendo. Ha estado orando acerca de su problema, pero no ha obtenido ninguna respuesta. De modo que su perplejo corazón clama confuso: "Señor, ¿durante cuánto tiempo tengo que seguir con esto, clamando a ti de este modo? No haces nada al respecto. He estado esperando un cambio, esperando para ver si se producía un avivamiento, esperando ver si pasaba algo, pero no sucede nada. ¿Cuánto tiempo he de continuar así?
¿Se ha sentido usted así alguna vez? Mire a su alrededor, a nuestra nación, y verá como todo se está viniendo abajo, y los antiguos fundamentos se están desmoronando, las gentes se apartan de la fe y se cuestionan conceptos que jamás se habían cuestionado con anterioridad. Las personas expresan sus dudas, hasta su sincera incredulidad, en círculos en los que nunca se había expresado la duda con anterioridad. ¿Ha estado usted orando por seres amados, esperando ver cómo Dios los transformaba y actuaba en sus vidas, pero no ha pasado nada? Ese es el problema de la oración que no obtiene respuesta. Es un problema muy importante y hace que el profeta se sienta perplejo.
Pero ahora Dios responde a Habacuc. Lo asombroso de esta profecía es que no se dirige al pueblo ni mucho menos, sino que es más bien un diálogo entre el hombre y Dios. Por eso es por lo que resulta tan actual. Cada uno de nosotros nos llamamos Habacuc y cada uno de nosotros nos enfrentamos de vez en cuando con este problema. Dios responde (en el versículo 5):

"Observad entre las naciones y mirad. Quedaos asombrados y atónitos, porque yo haré en vuestros días algo que aún si se nos contase, no lo creeríais."
En otras palabras, Dios dice: "Habacuc, he estado contestando a tus oraciones. Me acusas de guardar silencio, pero no he permanecido callado. Es solo que no sabes reconocer mi respuesta porque te he estado contestando, pero mi respuesta es tan diferente de lo que esperas que no eres capaz de reconocerla o creerla cuando te respondo. Pero Dios continua diciendo (versículo 6ff):
"He aquí que levanto a los caldeos, pueblo furioso e impetuoso que marcha por la anchura de la tierra, para tomar posesión de los lugares habitados que no le pertenecen. Será temible y terrible. De sí mismo derivará su derecho y su dignidad. Sus caballos serán más veloces que leopardos y más ágiles que lobos vespertinos. Sus jinetes se dispersarán haciendo cabriolas. Vendrán de lejos, volarán como águilas que se apresuran a devorar. Todo este pueblo vendrá para hacer violencia. Todos sus rostros se dirigen hacia adelante, y reunirán cautivos como arena. Se mofará de los reyes y hará burla de los príncipes. Se burlará de toda fortificación; levantará terraplenes y la tomará. Entonces su espíritu pasará y se acabará; devolverá a su dios esta su fuerza."
¿Le suena eso como alguien a quien usted conoce? Podría usted sustituirlos por los comunistas o, en la última generación, podría haber reemplazado a los caldeos por los nazis. He aquí la respuesta que da Dios al problema planteado por el profeta: Dios dice que está preparándose para levantar a la nación de los caldeos. Cuando escribió Habacuc, los caldeos no eran una nación importante. (Otro de los nombres de los caldeos es los babilonios.) Estos nombres se usan alternativamente en el Antiguo Testamento, pero cuando escribió el profeta, la gran nación que tenía asustadas al resto de las naciones y gobernada por un gran tirano del mundo de aquellos tiempos era la nación de los asirios. Su capital era Nínive, a la que se hace referencia en profecías anteriores.
Pero aquí tenemos a una pequeña nación que comienza a levantarse en la historia del mundo y Dios dice al profeta: "Yo estoy detrás de todo esto. Este pueblo es un pueblo muy extraño. Son amargos, hostiles, implacables y sanguinarios. Van a ser tan poderosos como lo han sido otras naciones de la tierra y van a arrasar a través de las tierras conquistándolo todo, y dará la impresión de que nada les puede detener. Este pueblo no tendrá ningún dios como figura central de sus vidas. Yo estoy tras el levantamiento de esta nación y esta es la respuesta a tus oraciones.
Eso resulta bastante asombroso, ¿verdad? Es evidente que Habacuc no sabía que pensar al respecto. Aquí se produce un momento de silencio y luego comienza a reflexionar. Si para comenzar creyó tener un problema, ahora sí que lo tiene. Se enfrenta con un problema de grandes dimensiones porque ¿cómo es posible que Dios resuelva el problema original creando un problema semejante a este?
Esto es lo que preocupa a tantas personas al enfrentarse con lo que está sucediendo hoy en el mundo. Lo que ha amenazado la fe de muchos ha sido el problema de la historia. ¿Por qué permite Dios que pasen las cosas tal y como suceden? ¿Cómo es posible que permita que tengan lugar cosas tan terribles en la historia humana? Hace poco tiempo vi los resultados de una encuesta que se había realizado a estudiantes que no eran cristianos y a las preguntas que se estaban haciendo en las universidades por todos los Estados Unidos. La primera de la lista era: "¿Cómo es posible que un Dios justo y amoroso permita que los hombres sufran? ¿Por qué iba Dios a crearnos para luego permitir que la enfermedad, el hambre y todas esas cosas terribles sucedan?
Existen actualmente muchas personas que se hacen esa pregunta y muchos cuya fe se está debilitando por causa de esto. Están diciendo: "¿Cómo puede ser esto? ¿En qué clase de universo vivimos? Como es lógico, hay otros que no tardan en responder diciendo: "La respuesta es que Dios no existe y no sirve de nada pensar que existe. Estamos viviendo en un universo que es como una máquina, con piezas tediosamente resonantes y nadie sabe realmente lo que hace que funcione. La casualidad hizo que todo encajase. Solamente nos engañamos a nosotros mismos cuando nos imaginamos una imagen paterna por el deseo que hay en nuestros corazones y le llamamos Dios.
El motivo por el que decimos esto es por la aparente inactividad de Dios. Esa es una de las cosas misteriosas de Dios ¿no es cierto? El poeta William Cowper dijo: "Dios se mueve de manera misteriosa para llevar a cabo sus maravillas. Y la manera de hacer Dios las cosas es un misterio para nosotros. Tenemos que reconocer que hay ocasiones en las que no acertamos a comprender cómo se mueve Dios. No parecen tener sentido y los instrumentos de los que se vale parecen tan fuera de lo normal. Dios no es nada ortodoxo. Siempre está haciendo las cosas de manera equivocada, escogiendo a las personas equivocadas y haciendo las cosas del modo más sorprendente. Una de las cosas que aprendemos acerca de Dios al vivir con él durante un tiempo es que siempre está haciendo lo inesperado y no es que lo haga así porque le encante hacer que nos sintamos confusos, sino porque su forma de obrar es infinita y nuestra mente humana no acierta a entenderla.
Ese fue precisamente el problema que afligió a Habacuc, que se sintió intrigado por este extraño silencio y luego, al enterarse de cómo se estaba moviendo Dios, tampoco pudo entenderlo, pero hace algo muy sensato y la próxima sección de este libro es un pasaje muy importante porque nos dice cómo enfrentarnos a esta clase de problema. ¿Qué es lo que hay que hacer cuando nos encontramos con una amenaza semejante para nuestra fe? Cuando vea usted lo que le de la impresión de ser una falta de acción por parte de Dios y luego a lo mejor se da usted cuenta de que Dios está actuando, de una manera que parece totalmente increíble, ¿qué hace usted? Una de las grandes necesidades de nuestra vida cristiana es entender el método que hemos de usar para enfrentarnos con problemas como éste y el método puede explicarse de un modo muy sencillo. Hay cuatro pasos muy simples y al seguir adelante verá usted cómo los sigue el profeta.
Lo primero que hay que hacer es detenerse a pensar, sin reaccionar emocionalmente ante el problema. No deje que el pánico se apodere de usted o que algún terrible miedo pueda más que usted. Párese y piense. De acuerdo ¿en qué debe usted pensar? En segundo lugar, recuerde las cosas básicas que sabe usted acerca de Dios y no intente resolver el problema de inmediato. Aléjese de él y comience con Dios. Vuelva a lo que sabe acerca de El y su carácter, tal y como le ha sido revelado a usted en la revelación y gracias a la experiencia que ha adquirido usted. A continuación, coja lo que sabe acerca del carácter de Dios y aplíquelo al problema. Ese es el tercer paso. Y finalmente, si no ha encontrado usted una respuesta, deje el resto en fe para que Dios lo resuelva y pídale que se lo muestre. Esa es la manera de hacerlo.
Fíjese cómo lo hace el profeta. Primero, comienza pensando acerca de Dios (versículo 12):
"¿Acaso no eres tú el principio, oh Jehová, Dios mío y Santo mío? ¡No moriremos!"
Habacuc se ha recordado a sí mismo algunas cosas de suma importancia al decir eso. "¿Acaso no eres tú el principio...? Lo primero en lo que piensa es que el Dios al que el conoce es un Dios eterno, que está por encima de la historia y es superior a cualquier lapso de tiempo de los acontecimiento. El crea la historia, él es desde el principio y se halla al final. Es anterior al principio y no tiene fin porque es el Dios de la eternidad. Eso es lo primero que el profeta se recuerda a sí mismo. Cuando aparezcan los caldeos confiarán en su propio poder como su dios. "Oh sí dice Habacuc, "pero mi Dios no es así. Mi Dios no es una de esas deidades tribales locales, sino que abarca toda la historia y gobierna estos acontecimientos, porque es un Dios eterno.
En segundo lugar, el profeta se recuerda a sí mismo que Dios existe por sí solo porque usa un nombre muy especial para Dios. Dice:
"¿Acaso no eres tú desde el principio, oh JEHOVA, Dios mío...?"
Cuando la palabra "Señor está todo escrito en mayúsculas, como lo está en este caso, es una traducción de la palabra hebrea Jehová que significa "Soy el que soy. El gran nombre que le reveló Dios a Moisés cuando estuvo en Egipto. En esa ocasión le dijo: "Cuando hayas sacado al pueblo de Egipto...así dirás al faraón: YO SOY me ha enviado. (Exo. 3:14) ¿Sabe usted por qué Habacuc se recordó a sí mismo esto? Porque en su época había gente que iba por ahí diciendo que Dios estaba muerto y siempre hay personas así y no hay nada de nuevo en ello. Mientras el pueblo iba por ahí afirmando que Dios estaba muerto, Habacuc volvió a lo que había aprendido acerca de Dios, que existe por sí mismo y no puede morir. Es imposible que una persona que existe por sí misma muera y él es "Yo soy el que soy.
En tercer lugar, Habacuc se recuerda a sí mismo acerca de la santidad de Dios, el "Santo mío. ¿Qué significa la santidad? Me atrevería a decir que la mayoría de nosotros usamos esta palabra sin tener ni idea de lo que significa. ¿Quiere decir que es un especie de ser que induce temor y que debemos de andarnos con cuidado de no acercarnos a él porque es santo? No, santidad significa todo, integridad; es ser una persona completa. Significa esencialmente que Dios es consistente consigo mismo y es siempre lo que es. No es nunca ninguna otra cosa, no es nunca una falsificación. No pretende nunca ni nos engaña y eso es la santidad.
Esto es algo que se refleja en todas las Escrituras, el carácter inmutable de Dios. El autor de Hebreos dice: "Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra y los cielos son obra de tus manos...serán cambiados, pero tú eres el mismo y tus años no se acabarán. (Heb. 1:10-12) Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos. En él no hay sombra de duda, ni de cambio.
Después de que el profeta se recuerda esto a sí mismo, añade de inmediato estas palabras: "No moriremos. ¿Qué quiere decir? Está pensando que Dios ha hecho un pacto con Abraham. Dios le prometió a Abraham que levantaría una nación que sería su pueblo para siempre y que no permitiría nunca que fuesen eliminados de la tierra. El profeta se está recordando a sí mismo esto, frente a la terrible amenaza con la que se enfrentaban. Los caldeos iban a venir e iban a asolar la tierra. Tendría que contemplar a su amada Jerusalén arrebatada y capturada y ver cómo su pueblo era llevado en cautiverio, pero existe el recordatorio de que Dios no iba a permitir que sucediese lo peor. No morirían y no serían eliminados y la fidelidad de Dios permanecería para siempre, de modo inmutable.
Así que el profeta llega a la conclusión que resuelve al menos la primera parte de este problema. Dice (en el versículo 12):
"Oh Jehová, para juicio pusiste a los caldeos; tú, oh Roca, los has establecido para castigar. "Ahora entiendo por qué has levantado a los caldeos; es tú manera de despertar a mi pueblo de su insensatez, de su terrible estupidez al apartarse de ti. Creen que pueden vivir sin ti, a pesar de las muchas veces que les has enviado a los profetas, suplicándoles, pidiéndoles y recordándoles tu palabra? Has derramado bendición tras bendición sobre ellos, a pesar de lo cual siguen en su insensata locura, dándolo todo por sentado, pensando que pueden seguir viviendo sin ti. Ahora entiendo lo que estás haciendo. Estás levantando a un pueblo a fin de conmocionarles para que sean conscientes de la realidad, para despertarles y castigarles. Ahora lo entiendo."
¿Hay alguna duda de que Dios hace esto en la historia? No hay duda alguna de que ese es el motivo por el que se les permitió a los nazis hacerse tan rápidamente con el poder, para asolar Europa y para ser de repente derribados una vez más. Fue para despertar al mundo occidental, a fin de que fuese consciente de su codicia, su avaricia, su maldad y el hecho de haberse apartado de lo relacionado con la verdad y Dios, que les está diciendo algo a través de esto, haciendo que las naciones se estremeciesen, que es la manera habitual de actuar Dios a lo largo de la historia.
A continuación el profeta dice: "Veo que ahora tengo otro problema. Y continua en el versículo 13 diciendo:
"Eres demasiado limpio como para mirar el mal; tú no puedes mirar el agravio. ¿Por qué, pues, contemplas a los traidores y callas cuando el impío destruye al más justo que él?"
Después Habacuc describe la maldad de los caldeos. "Ahora dice, "me doy cuenta de cómo estás levantando a esta nación para perdonar a este pueblo, pero esto es algo que no entiendo. A pesar de la maldad de mi propio pueblo, no son tan malvados como los caldeos. ¿Cómo es posible que uses a un pueblo malvado, impío, implacable como éste para castigar a tu propio pueblo? Esto es algo que no acierto a entender. ¿Ha oído usted decir eso alguna vez? ¿Ha oído decir a alguien: "es cierto que los Estados Unidos tiene problemas, y posiblemente sea un pueblo malvado, pero no somos tan malvados como los comunistas (o los nazis o quienquiera que sea nuestro enemigo en esos momentos). Dios no va a permitir que este pueblo se apodere de ellos porque, después de todo, son mucho peor de lo que somos nosotros.
Así que el profeta dice: "No entiendo esto. Y como no sabe lo que hacer, sigue al cuarto paso y deja que Dios se ocupe del problema. Eso es algo muy sabio que hacer porque nuestra mente humana no capta todo lo intrincado de la historia y son muchísimas las cosas que no entendemos. Por lo que al llegar a este punto son muchas las personas que dicen: "debe ser que Dios no existe o "Dios no es como dice la Biblia que es o "no puedo creer en esto. Si Dios no me explica lo que piensa hacer, ya no puedo seguir creyendo en él.
Pero el profeta dice: "La verdad es que no lo entiendo, pero tú eres más poderoso que yo, así que esperaré a que tú me lo reveles. Fíjese cómo empieza el capítulo 2:
"En mi guardia estaré de pie y sobre la fortaleza estaré firme. Vigilaré para ver qué dirá y qué tiene que responder a mi queja."
Ese es un modo de actuar muy sensato. Para empezar, Habacuc está diciendo que se va a alejar del problema durante un tiempo. "Voy a dejar el asunto en manos de Dios y esperaré a que sea él quien de el próximo paso. Yo he llegado hasta donde podía ir. He razonado basándome en el carácter de Dios. Se que sus ojos son demasiado puros como para contemplar el mal, no le gusta el mal y no tiene complicidad con él. Eso lo se. Pero a pesar de ello está levantando a este pueblo malvado. No lo entiendo, pero dejaré que Dios me lo explique y esperaré su respuesta.
¿Puede usted hacer esto? Cuando le presenta usted un problema a Dios y se lo explica todo a él en oración, ¿se levanta usted y sigue preocupándose por el problema otra vez? (¿Cómo se va a resolver esto? ¿Qué debo hace a continuación?) Eso es lo que nos derrota con frecuencia, pero el profeta lo deja ahí, diciendo: "de ti depende. El versículo 2 dice:
"Entonces Jehová me respondió diciendo: --Escribe la visión y grábala claramente en tablas para que corra el que las lea."
En otras palabras "Habacuc, te voy a dar la respuesta. Ahora quiero que lo pongas por escrito con toda claridad para que todo aquel que lo lea pueda transmitir de inmediato la respuesta y hacer que llegue por toda la tierra. Entonces Dios añade estas significativas palabras (versículo 3):
"Aunque por un tiempo la visión tarde en cumplirse, al fin ella hablará y no defraudará. Aunque tarde, espéralo; pues sin duda vendrá y no tardará."
Dios está diciendo: "Habacuc, esto es algo que no va a suceder de inmediato. Pasará algún tiempo, pero sucederá. Ese es el carácter de la revelación de Dios. Para empezar él dice que va a suceder un acontecimiento y luego dice: "no te preocupes de lo que pase entre tanto. Aunque te de la impresión de que todo esta saliendo mal, lo que te he dicho que va a pasar pasará y si te da la impresión de que se demora, espéralo porque sucederá.
Luego Dios afirma un principio que se cita en tres ocasiones en el Nuevo Testamento y que es la base de los grandes movimientos que ha producido Dios entre los seres humanos. Dice estas palabras (4):
"He aquí, aquel cuya alma no es recta dentro de sí está envanecido, pero el justo por su fe vivirá."
Estas palabras se citan en el Nuevo Testamento en Romanos, en Gálatas y en Hebreos y fueron precisamente estas palabras las que encendieron un fuego en el corazón de Martin Lutero. "El justo por la fe vivirá. No por las circunstancias, ni por los comentarios ni por los razonamientos, sino por la fe en lo que dijo Dios que sucedería.
Mediante estas palabras se le muestra al profeta que solo hay dos perspectivas posibles acerca de la vida. Solamente podemos enfrentarnos con la vida mediante dos clases diferentes de actitudes. O bien la afrontamos por medio de la fe, dependiendo de Dios, o la enfrentamos con una actitud de incredulidad, dependiendo de nuestra propia habilidad para razonar todas las cosas. Estas son las dos actitudes fundamentales y son las únicas dos actitudes posibles. Solamente se puede adoptar la una o la otra. Si mira usted a su alrededor se dará cuenta de que cada uno de los seres humanos sobre la faz de la tierra encaja en una de estas dos categorías. O bien confían en la sabiduría de la mente humana para estudiar los acontecimientos y hallar las soluciones, e intentan analizar los escritos de hombres sabios y llegar a conclusiones respecto a los acontecimientos humanos, basándose en estas fuentes de información, o toman lo que ha dicho Dios y creen que cuando El ha dicho que va a suceder algo, sucederá y que toda la historia converge y depende de esta promesa.
Esa es la diferencia entre el hombre de fe y el hombre que vive dependiendo de su razón. Una de las cosas más lamentables con las que me encuentro es la cantidad de cristianos que se están dejando atrapar por la idea de vivir conforme a la razón y por la inteligencia de los procesos racionales humanos, en el nombre del Cristianismo. Hay muchos que dicen que la labor de la iglesia es organizar a la gente que está en desventaja para que de alguna manera pueda ejercer una influencia y un poder político, a fin de presionar a los dirigentes de la nación para que corrijan los abusos que se cometen y que eso es lo cristiano y lo que se debe de hacer. Ahora bien, yo no estoy sugiriendo que esté mal ayudar a las personas que estén necesitadas. Eso es perfectamente correcto y debemos de hacerlo guiados por Dios. Pero los procesos de depender de bloques de presión y de piquetes y otras cosas no es ni remotamente cristiano. Eso no es ni mucho menos lo que nos dice la Palabra de Dios que hagamos. En contraste, eche un vistazo a los relatos de los hombres y las mujeres que se mencionan en el capítulo once de Hebreos. ¿De qué manera cambiaron el mundo de su época? Nos dice que soportaron como viendo al que era invisible, sin esperar que el hombre hiciese nada. Estaban esperando que Dios obrase y así lo hizo siempre. Al obrar Dios, las cosas empezaron a cambiar y la historia de esa clase de obra es la asombrosa historia del éxito de hombres y mujeres que fueron capaces de cerrarle la boca a los leones, subyugaron reinos, derrocaron tronos, ganaron imperios y cambiaron el curso de la historia por medio de la fe, no contando con lo que pudiera hacer el hombre, sino Dios.
A lo largo del resto del capítulo hay un interesante análisis de los caldeos y lo que Dios planeaba hacer con ellos. Para resumir, Dios le dice al profeta: "mira Habacuc, no te preocupes por los caldeos. Es verdad que mis ojos son tan puros que no quiero contemplar el mal y también es cierto que estoy levantando a este pueblo con el propósito de juzgar a la nación de Israel, pero también en su momento juzgaré a los caldeos y aquello en lo que ellos confían se convertirá precisamente en su ruina. Sus propios dioses les derrotarán. Y pronuncia cinco calamidades (versículo 6):
"¡Ay del que multiplica lo que no es suyo! [Ay del hombre que vive siguiendo la filosofía: "Conseguiré todo lo que pueda y poco importa cómo lo consiga."]
<>"¡Ay del que codicia injusta ganancia para su casa, poniendo en alto su nido para escaparse de mano de la calamidad! [Ay de aquel que dedica todos sus esfuerzos a sentirse seguro y a salvo cuando llegue a viejo. Dios dice que se encontrará con que los fundamentos sobre los que se ha apoyado le serán arrebatados y todo aquello en lo que ha invertido le será quitado.] ¡Ay del que edifica la ciudad con sangre y del que establece la aldea con iniquidad! [Ay de aquellos que confían en la violencia para obtener lo que quieren.] ¡Ay del que da de beber a su compañero del cáliz de su ira y lo embriaga para mirar su desnudez! [Ay del hombre que crea temor en los que le rodean con el fin de gobernarles y de aprovecharse de ellos.] <>
Versículo 19:
"Ay del que dice al palo: ¡Despiértate!...,"
[Ay del hombre que confía en un falso dios, que cree que las fuerzas que le rodean pueden controlarle, darle vida y cumplir sus deseos.]
Finalmente, en el capítulo 3 el profeta concluye con una oración extraordinaria. Aquí ha encontrado su respuesta. Dios es el Dios de su historia, se está moviendo y lo tiene todo bajo control. Lo que tenemos que recordar es que estas fuerzas y los problemas creados por ellos no se resuelven intentando afrontar solo el problema inmediato porque eso es como tomar aspirina para curar el cáncer, algo que no funcionará nunca. No, estos problemas solo se solucionarán mediante la relación del hombre con Dios. Habacuc dice (en el versículo 20):
"Pero Jehová está en su santo templo: ¡Calle delante de él toda la tierra!"
Luego comienza su poderosa oración (capítulo 3, versículo 2):
"Oh Jehová, he oído tu fama; he considerado tu obra, oh Jehová. ¡Avivala en medio de los tiempos hazla conocer! En medio de la ira, acuérdate de tener misericordia."
Habacuc comenzó este libro diciendo: "Señor, ¿por qué no haces algo? Y ahora dice: "Señor, ve con cuidado, no hagas demasiado. En tu ira no olvides la misericordia. Señor veo que estás obrando, pero recuerda en medio de ello que sigues siendo un Dios de misericordia. Eso es todo lo que tiene que decir. No hay más filosofía, ni teología, ni más argumentar con Dios.
Esta oración es uno de los pasajes más asombrosamente hermosos y poéticos en todas las Escrituras. Léalo y vea qué lo que hace el profeta es, ni más ni menos, que volver al pasado y recordar lo que Dios ha hecho en el pasado y eso es lo que convence a Habacuc de que puede confiar en él. Se basa en los acontecimientos que ya han sucedido, en aquellos sucesos que no se pueden cuestionar, ni eliminar ni conmover en modo alguno; el hecho importante de que Dios ya ha actuado en la historia humana y de eso depende la fe. No vivimos guiados por una fe ciega, sino que vivimos con un Dios que ha actuado en el tiempo y en el espacio, que ha hecho algo, que ha dejado indeleblemente grabada su voluntad en el progreso de los acontecimientos humanos. El profeta piensa en lo que hizo Dios en el pasado en Egipto, cuando Israel se encontró en problemas y recuerda de qué modo actuó Dios (versículos 3, 4):
"Dios viene desde Temán; y el Santo, de los montes de Parán. Su esplendor cubre los cielos. Tiene un resplandor como de luz; rayos brillantes salen de sus manos y allí se oculta su poderío."
¿Recuerda usted de qué modo ocultó su poder al faraón y luego lo mostró mediante actos repentinos de su milagrosa intervención? El profeta dice (versículos 5, 6):
"La mortandad va delante de él y de sus pies salen llamaradas. Se detiene y hace temblar la tierra; mira y estremece a las naciones. Se desmoronan los montes sempiternos; las antiguas colinas se postran ante él. ¡Sus caminos son eternos!"
Recuerda cómo se vio afligido el pueblo de Israel en el desierto y como temblaron en medio de Madian. Luego piensa en cuando cruzaron el Mar Rojo y de qué modo Dios les abrió camino en medio de las aguas y se acuerda de cómo el Río Jordán se abrió y pudieron llegar a tierra firme (versículo 10):
"...el abismo dio su voz; levanto en alto sus manos. Habacuc recuerda cómo a petición de Josué" (versículo 11):
"El sol y la luna se detuvieron en su cenit... Esta es la clase de Dios que tenemos. El Dios que, de hecho, interviene en la historia humana para realizar acontecimientos que nadie puede duplicar. Al pensar el profeta en todo ello, su mente medita en la grandeza de Dios y así es como concluye (versículo 16):
"Oí y se me estremecieron mis entrañas. Ante esa voz titubearon mis labios; penetró podredumbre en mis huesos, y se estremecieron mis piernas. Gimo por el día de la angustia, cuando suba contra el pueblo."
Ve el problema y sabe que viene. Lo temible del problema se apodera de él y siente la presión, pero no es eso todo, sino que añade (versículos 17-19):
"Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos; con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación. ¡Jehová, el Señor, es mi fortaleza! El hará mis pies como de venados y me hará andar sobre las alturas."
¿Ha descubierto usted eso? Que a pesar de que permanezcan los problemas y la presión siga estando ahí, se puede producir un fortalecimiento del hombre interior que hace que el corazón se regocije y se sienta alegre en medio de las dificultades y eso fue lo que descubrió Habacuc. "El Señor mismo dice, "es mi fortaleza. Y esa es la verdad del Nuevo Testamento. Esa es una manera desesperada de intentar deshacerse del problema, pero Dios ha ordenado que continúen los problemas. "En el mundo tendréis aflicción dijo Jesús, "pero ¡tened valor, yo he vencido al mundo! (Juan 16:33) Hay un titulo de un libro que me encanta y que fue escrito por el Dr. Edman, anterior presidente de la Facultad Wheaton. Resume, de manera gloriosa, cuál debiera ser la actitud del cristiano en los tiempos difíciles. ¿Sabe usted cuál es? "Not Somehow, but Triumphantly. (No de algún modo, sino triunfantemente.) No superándolo de alguna manera, sino de modo triunfante.
"Aunque la higuera no florezca ni en las vides haya fruto, aunque falle el producto del olivo y los campos no produzcan alimento, aunque se acaben las ovejas del redil y no haya vacas en los establos; con todo, yo me alegraré en Jehová y me gozaré en el Dios de mi salvación. ¡Jehová, el Señor, es mi fortaleza!"
Oración
Padre nuestro, gracias por esta revelación de la gran verdad que encontramos en todas las Escrituras, que tú eres el Dios de la historia. No hay acontecimiento que suceda sin que forme parte de tu plan y todas las cosas se mueven en relación con tu reino divino. Lo que tú has dicho que va a suceder sucederá y la historia del pasado lo corrobora, y todas las vueltas y maniobras realizadas por los hombres no lo impedirán. Señor, ayúdanos a elevar nuestros ojos en medio de nuestros problemas y a que recordemos que Dios es nuestra salvación, el Dios de nuestra fortaleza, y a hallar de ese modo la respuesta en medio de la aflicción. Te pedimos que nos hagas vivir de este modo, no de alguna manera, sino triunfantemente. En el nombre de Cristo, amen.