domingo, 27 de mayo de 2012

HECHOS TRES PRIMEROS CAPITULOS(PARTE 2)


Los Hechos de los Apóstoles

Rev. Pieter J. Den Admirant: pastor misionero que trabajó Los Hechos de los Apóstoles por años en Chile

Hechos 1

1. (1,1-5) Este pasaje es el prólogo del libro de los "Hechos"; además, entre muchas otras cosas, nos dice lo siguien­te:

a. El evangelio (el primer libro de Lucas) es el principio de los sucesos y enseñanzas de Jesús. Los Hechos son la continuación de estos acontecimientos y enseñanza de Jesús, pero ahora por vía de los apóstoles; mas, en realidad, es el mismo Cristo exaltado quien continúa su obra.

b. Lo que Jesús "comenzó a hacer", se refiere a los milagros, a la enseñanza y a la predicación. El evangelio del reino de Dios es un evangelio integral, que busca el bienestar de nosotros en todos los aspectos.

c. El Señor entrega mandamientos a sus apóstoles. Él ordena la predicación en todo el mundo (lea también Lucas 24,47). Para convencerlos de este mandato, Jesús constantemente habla con ellos sobre esta gran tarea.

d. Jesús se aparece en reiteradas ocasiones a sus discípulos para darles la seguridad de que Él verdaderamente ha resucitado.

e. Les da la orden de no dejar la capital religiosa del país, Jerusalén; pues allí recibirán la promesa del Padre, el bautismo del Espíritu Santo, según Juan el Bautista había profetizado (Lc. 3,16)

f. "El bautismo del Espíritu Santo", significa: recibir, en gran plenitud, el Espíritu del Señor exaltado, que testifica de Jesús y los fortale­ce para cumplir su misión: predicar el evangelio en todo el mundo. Esta tarea tiene que ser cumplida en primer lugar por los apóstoles y luego por toda la iglesia.

* Recibimos una gran tarea, mas también una linda promesa: El Señor mismo cumple su mandamiento por medio de nosotros, pero sólo como instrumentos del Espíritu Santo.

2. (1,6-11) Esta porción escritural nos habla de la ascensión del Señor; aquí están contenidas las últimas palabras de promesa y mandamientos dadas por el Señor. Él es exaltado con el fin de cumplir sus promesas y seguir con su misión "desde arriba", dando a sus apóstoles su Espíritu para lograrlo.

Los discípulos están muy inquietos por el futuro, por tal razón preguntan: "Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?" La respuesta de Jesús no tiene el fin de negar un rol futuro de Israel en el plan de Dios, pero sí quiere corregir el concepto que ellos tienen acerca del reino de Dios. Jesús destaca tres cosas:

a. Sólo Dios determina el tiempo en el que sus planes y consejos eternos tendrán su pleno cumplimiento. Por tanto no debe ser preocupación de los discípulos.

b. Los discípulos no deben concentrar sus pensamientos únicamente en Israel, ya que desde ahora la salvación se extiende a todo el mundo.

c. Los discípulos deben por ende dedicarse a esta tarea. A fin de que fijen sus ojos en esta labor, Jesús repite la promesa de la capacitación por el Espíritu Santo. En esta promesa está incluída la labor de los discípulos: anunciar la gloria de Jesús al mundo entero.

Así los discípulos reciben la promesa del Espíritu Santo y el poder para ser testigos en todo el mundo. En otras palabras: la venida y el derramamiento del Espíritu Santo, significan, entonces, la capacita­ción de la iglesia para cumplir la tarea de testimoniar con eficacia de la obra salvífica de Jesús. Esta capacitación consiste en el poder de Dios y en la presencia del Cristo exalta­do en los corazones de los suyos.

La labor de los apóstoles -la predicación del reino de Dios en la persona de Jesucristo- abarca tres áreas geográficas:

1. En Jerusalén: Dios comienza por su pueblo (Hechos 2-7).

2. En toda Judea y Samaria: Samaria es un tanto gentil, lo cual marca la transición de la predicación también a los gentiles (Hechos c.8-9).

3. En lo último de la tierra: La predicación ha de extenderse a todas las naciones (Hechos c.11- 28).

Este programa de la predicación expansiva, es descrita magistralmente por Lucas en este libro (véase introducción). La predicación es convincente (por la obra regeneradora del Espíritu Santo) e irrefutable; los discípu­los fueron testigos oculares, que afirmaron con fuerza que Jesús verdaderamente vivía, que Él había resucitado y sido exaltado por el Padre.

"Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos". La nube indica en la Biblia algo de la gloria de Dios (la shekinah en el AT, que acompañaba al pueblo de Israel), pero es además una referencia a las palabras de Jesús, que declaraban que Él volvería en una nube con gran poder y gloria (Lucas 21,27). Entonces, su separación es temporal; será así, hasta que la tarea esté cumplida. Los discípulos, al ver que Jesús asciende a los cielos, siguen pensando en Él, y, aún, no se convencen de esta separación. Todo este sentir por parte de los apóstoles, es cortado abruptamente por dos ángeles, quienes se aparecen para corregir los pensamientos de los discípulos. El mensaje de estos ángeles es como una última nota de su Señor que desaparecía de sus ojos; los discípulos debían aunar esfuerzos en la tarea que tienen por delante en esta tierra, sabiendo que su Señor pronto regresaría de la misma manera en que se había ido.

* Debemos cumplir, a través del poder del Espíritu Santo, nuestra tarea en todo el mundo, hasta que Cristo venga.

3. (1,12-14) Los discípulos volvieron a Jerusalén. En esta sencil­la frase se enfatiza la obediencia de los discípulos hacia Jesús. Aguardan en la ciudad el cumplimiento de la promesa de Jesús. Lucas dice en su evangelio, que los discípulos regresaron gozosos a Jerusalén (Lc.24,52). La promesa les da una esperanza viva, les asegura que el Señor va a cumplir su palabra. Esta esperanza, sin embargo, promueve una perseverante oración y ruego en unidad. La oración motiva el anhelo del cumplimiento de la promesa y une a los creyentes en un deseo común. La comunión de los santos tiene su origen en el hecho de que todos proceden del mismo Dios,

Sirven al mismo Salvador y son

Guiados por el mismo Espíritu; además

Confían en la misma promesa y

Ejecutan la misma tarea. Esta perseverante unidad en la oración, no sólo involucraba a los once discípulos, sino a muchos más, de entre los cuales se cuenta la participación de las mujeres que amaban al Señor y la familia de Jesús. Para los judíos no era una común que las mujeres también partici­paran en sus reuniones de oraciones, ¡pero la fe une al hombre y a la mujer en dirección a Cristo!

* Dios trino nos une en la fe, en la oración y en la esperanza de su promesa. ¿Oramos en comunión, pidiendo que el Espíritu obre en nosotros para la extensión del Reino de Dios?

4. (1,15-26) En este pasaje encontramos a la primera iglesia, comple­tando el número de los apóstoles. Lucas menciona que estaban reunidos en el aposento alto 120 hermanos. En la tradición de los judíos, 120 personas era el mínimo requerido para formar una nueva comunid­ad. El número 120 también es un múltiplo de 12, así que este grupo representa el nuevo pueblo de Dios, incluyendo las 12 tribus de Israel y las naciones.

La esperanza en el derramamiento del Espíritu Santo por medio de la oración, incluía también la organización del cuerpo de Cristo, la iglesia, para que cuando el Espíritu viniera

Todos los apóstoles pudieran cumplir su tarea. Ahora, por la muerte de Judas, los apóstoles entienden que hay un lugar apostólico vacante.

Pedro ve en la muerte de Judas el cumplimiento de las Escritu­ras (Salmo 69,25 y 109,8). Los Salmos hablan del sufrimiento de los justos, lo cual encuentra su clímax en la vida de Jesús hasta su muerte. Ahora, sin embargo, las Escrituras también deben cumplirse en cuanto a las palabras: "Tome otro su oficio". Jesús había escogido a 12 discípulos; aquellos serán los primeros en predicar acerca del Salvador, el Rey.

Pedro menciona ante la asamblea de hermanos dos requisitos para ser apóstol:

a. Debe ser una persona en calidad de testigo ocular, desde el principio (el bautismo de Juan) hasta la ascensión del Señor.

b. Una persona que testifique acerca de la resur­rección de Jesús.

Este último requisito nos dice lo importante que era la resurrec­ción de Jesús, ya que a través de ella Él mostró que su pretensión de ser Hijo de Dios era la más absoluta verdad.

Los hermanos allí reunidos designan a dos candidatos. Dios mismo elige a uno: Matías. Sólo el Señor conoce el corazón para saber quién es la persona más adecuada para cumplir su tarea.

* La oración incluye nuestra preocupación por una buena organización de la iglesia para cumplir la tarea de entregar el evangelio.

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. El Señor no ha concluido su obra en esta tierra; Él continúa obrando por medio de su Espíritu en los creyentes.

Lucas, el escritor de Hechos, se refiere a la obra de Jesús como lo que Él comenzó a hacer y a enseñar. Sin duda alguna, la obra salvífica de Jesús es única y realizada una vez para siempre; pero la enseñanza y la práctica de la Palabra de Dios sigue siendo una realidad por medio de los creyentes que han recibido en el Espíritu Santo.

1b. El bautismo del Espíritu Santo no es el resultado de una búsqueda espiritual, sino el cumplimiento de la promesa del Padre.

Es necesario aclarar este aspecto para no hacer del bautismo del Espíritu una mera experiencia mística, que se alcanza luego de un proceso de búsqueda espiritual intensa. El Señor Jesús prohibió a sus discípulos irse de Jerusalén hasta que recibieran la promesa del Padre; así que ellos obedecieron al mandato del Señor, quedándose en Jerusalén. En el libro de los Hechos ser bautizados con el Espíritu Santo es una realidad que tiene que ver con la capacitación que el creyente recibe para predicar con eficacia el evangelio.

(Compare también la síntesis aplicativa del cap. 2, punto 1).

2a. La iglesia no debe esperar ver en forma inmediata la realización plena del reino de Dios sobre esta tierra; esto es algo que compete al designio de Dios.

Los discípulos de Jesús preguntan si la restauración de Israel como cabeza de las naciones sería muy pronto una realidad visible. Jesús no rechaza la pregunta, mas bien Jesús orienta a sus discípulos para que miren cuál es el propósito de Dios para el tiempo presente. Es verdad que el gobierno del Señor ya ha comenzado, pero éste, durante el actual tiempo, se extiende primeramente a los corazones de los seres humanos.

2b. La iglesia recibe poder por medio del Espíritu Santo para testificar con seguridad y eficacia de la verdad de Jesús.

El poder que Jesús ofrece a través de su Espíritu, nada tiene que ver con ejecuciones sobrenaturales como algunos creen; es más bien la capacitación para predicar con plena convicción de la vida y obra de Jesús. Además, es el Espíritu Santo quien mediante su poder hace posible que la predicación del evangelio halle fe en los corazones. Sin la presencia del Espíritu nadie se convertiría verdaderamente a Dios, ni tampoco sería posible el nuevo nacimiento ni la santificación de vida.

2c. La partida de Jesús al cielo, de ninguna manera es un desconsuelo; ella inaugura el tiempo de predicación hasta cuando Jesús regrese.

El que Jesús fuese desapareciendo de la vista de sus discípulos, debió haber significado para ellos un momento de mucha tristeza, pero son los ángeles quienes enfatizan que la partida de Jesús trae también su regreso. La iglesia aunque no vea a Jesús en forma física, sí tiene su presencia por medio del Espíritu Santo. Mas llegará el momento cuando Jesús retorne de la misma manera en que se fue al cielo; lo hará en gloria y majestad, siendo visible para todos.

3a. La esperanza de saber que Dios cumplirá su Palabra debe unirnos en una oración perseverante y humilde.

Luego de la ascensión de Jesús, los discípulos se dirigen a Jerusalén en obediencia al mandato del Señor. De todos los reunidos, se nos dice que "perseveraban unánimes en oración y ruego". Es notable ver que aunque el bautismo del Espíritu Santo es una promesa, no obstante, ella estimula el compañerismo de los creyentes. Podemos decir que los creyentes no se unen en oración para recibir el bautismo del Espíritu, sino más bien porque recibirán el bautismo del Espíritu Santo.

3b. La plenitud del Espíritu sobre los creyentes no anula en absoluto la organización de la iglesia.

Es un grave error decir que la iglesia no necesita organización, puesto que ella sólo tiene una cabeza que es Cristo. Esto es verdad, pero la espiritualidad de los creyentes también abarca ese aspecto que tiene que ver con el gobierno de la iglesia. El Espíritu se podrá mover más efectivamente allí en donde existen roles plenamente establecidos para cada hermano.

Hechos 2

La fiesta de Pentecostés

Lucas habla en este capítulo de la fiesta de Pentecostés. ¿Cuál es su significado? La palabra Pentecostés significa literalmente, "el quincuagésimo", es decir, el quincuagésimo día después de Pascua. Pentecostés tiene varios significados:

a. Es la fiesta del cumplimiento de la promesa del Señor acerca de su venida a nuestra tierra. Pentecostés es la tercera venida de Dios. Primeramente en la creación, luego en la venida de su Hijo, y ahora en su venida por el Espíritu Santo. Así Dios mismo viene para morar en su pueblo.

b. Es la fiesta de la cosecha. Así como la Pascua está relacionada con la cosecha, así también Pentecostés. La Pascua describe el principio de la cosecha; el Pentecostés, el final de ella. Ahora se inaugura la cosecha de todos los pueblos; los tres mil convertidos en este día son la prueba y principio de esto.

c. Como la Pascua está relacionada con un hecho de la historia de Israel, el éxodo de Egipto, así el Pentecostés en la tradición judía intertestamentaria está relacionado con la entrega de las leyes en el monte Sinaí. Por lo tanto, las señales que acompañan la venida del Espíritu Santo hay que entenderlas, en primer lugar, como una manifestación de la presencia de Dios, tal como ocurrió en el monte Sinaí. En Hebreos 12,18 se menciona también el fuego y la tempestad como señales que acompañaron a la revelación de Dios. Dios mismo era quien venía.

d. Pentecostés es también la celebración del pacto en el monte Sinaí, la venida del reino de Dios, no solamente en medio de Israel, sino en toda la tierra. Las señales también quieren hablarnos del poder de Dios (el estruendo como de un viento fuerte), que va a conquistar esta tierra; y el fuego, nos habla de la obra purificadora del Espíritu Santo en este mundo por medio de la predicación. Por esta razón oímos también hablar en otras lenguas, para que todos conozcan las maravillas del Señor.

* Pentecostés es la tercera venida de Dios; es la venida del Espíritu Santo sobre la iglesia de Jesucristo, para establecer el reino de gracia y obediencia.

1. (2,1-12) En el día de Pentecostés todos están reunidos, probablemente en el aposento alto que se menciona en 1,13. `Todos' se refiere a los mencionados en 1,13 o a los 120 de 1,15. Por lo menos, los 12 deben haber estado incluidos en este grupo de creyentes. Todos están juntos, pues la promesa de Jesús ha despertado la misma esperanza en ellos. Tres veces Lucas emplea, de una u otra forma, una palabra que significa llenar o cumplir: "Cuando llegó el día de Pentecostés...(v.1)"; "y de repente vino un estruendo recio...el cual

Llenó toda la casa...(v.2)"; "y fueron todos

Llenos del Espíritu Santo (v.4)". Dios actúa cumpliendo su promesa y haciendo que su iglesia sea capacitada para cumplir su tarea.

La llegada del Espíritu Santo se manifiesta mediante viento y llamas como de fuego. El Espíritu llegó de pronto en señales que muestran la presencia de Dios en medio de su pueblo. Toda la casa se llena de un viento recio, y llamas se asentaron sobre cada uno de ellos, siendo así, todos llenos con el Espíritu Santo. La característica de la venida del Espíritu es hacer que aquellas personas comiencen a hablar en otras lenguas. Esta señal tiene dos sentidos: el Espíritu glorifica a Cristo; por eso leemos en el v.11, que hablan de las maravillas de Dios (lo que Dios hizo a través de Jesucristo); por otro lado se refiere al comienzo del cumplimiento de la gran comisión. Hablar en otras lenguas, entonces, significa que el evangelio se predicará a todas las naciones.

Las señales provocan la atención de la gente en Jerusalén. Eso es también lo que Dios quiere: su ofensiva va a empezar para conquistar toda la tierra. Esta ofensiva comienza, según el v.5, con el pueblo judío, el pueblo de Dios. Empero, ellos representan, al mismo tiempo, todas la naciones del mundo, como nos muestran también los versículos 9 y 10. Comenzando en el oeste, Lucas nos enumera los lugares de procedencia de la gente: del oeste por Asia Menor hasta Africa del Norte. También Lucas habla sobre varones piadosos que no son judíos, pero que ingresaron a la fe judía; ellos serán los primeros gentiles que van a aceptar al Salvador y Rey Jesús.

Lo que llama enormemente la atención de la gente, es que hombres tan sencillos hablen en el idioma de cada uno de ellos. Aquí estamos ante un milagro, el hablar en otras lenguas. Lo más probable es que este hablar en lenguas no sea el mismo don de lenguas que Pablo menciona en 1 de Corintios c.14, lenguas que se presentan como ininteligibles, es decir sin comprensión. Aunque este hablar en lenguas no es predicación sino alabanza, igual muestra que Dios quiere hablar a todos. Ellos hablan acerca de las maravillas del Señor, los hechos de Dios relativos a la salvación por la muerte, la resurrección y la ascensión de Jesús.

* El Espíritu Santo trae unión; el orgullo, como en Babel, (Gén. 11 confusión.

2. (2,13-36) El hablar en éxtasis del espíritu causa también burla. Pedro responde a esta burla con una predicación sobre Joel 2, 28-32. Lo que está sucediendo no es ebriedad, sino el cumplimiento de la promesa dada por el profeta Joel. Dios realiza su promesa. El sermón que Pedro hablara en el día de Pentecostés, no se refiere tanto al Espíritu Santo mismo, sino a la obra del Señor Jesús, quien hizo milagros, murió, resucitó, ascendió y derramó el Espíritu Santo. Pedro habla de:

- la vida y del ministerio de Jesús (22)

- de su muerte (23)

- de su resurrección (24-32)

- de su exaltación (33-36)

Los puntos más destacados de la predicación de Pedro son:

a. Desde el principio de su vida Jesús tuvo la aprobación de su Padre, lo cual sus milagros (nótese que Lucas emplea 3 palabras diferentes para ello) claramente atestiguaban.

b. Sin embargo, no sólo en la vida de Jesús su veía la manos de Dios (22: "que Dios hizo por medio de él"), también en todos los aspectos de su ministerio se hizo visible el actuar de Dios (23: "entregado por el determinado y anticipado conocimiento de Dios"; 24: "al cual Dios levantó"; 32: "A este Jesús resucitó Dios"; 33: "exaltado por la diestra de Dios"; 36: "Dios le ha hecho Señor y Cristo"). La razón por la cual Pedro hace tanto hincapié en esto, es para mostrar la terrible equivocación del pueblo de Israel, pues en general pensaba que Dios estaba en contra de Jesús.

c. Su resurrección fue la clara prueba de que Dios actuó por medio de Él, incluso cuando Jesús fue crucificado. La muerte no pudo retener a Jesús en la tumba.

d. Lo que sucedió con Jesús esta apoyado por el testimonio de las Escrituras. Pedro muestra estas cosas a la luz de los Salmos 16 y 110, que profetizan de la resurrección y la exaltación del Hijo de David, el Mesías (vv.25-31 y 33-35). No hay entonces base alguna para seguir persistiendo en incredulidad.

e. Lo que sucede ahora, el derramamiento del Espíritu Santo, es el cumplimiento de la promesa dada a Jesús como recompensa a su obra.

f. Pedro termina su predicación con una fuerte acusación hacia su pueblo y una firme afirmación de la aprobación de la obra de Jesús: "A este Jesús a quienes vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho (= declarado) Señor y Cristo (Mesías)".

* Dios actuó por medio de Jesucristo y lo hizo Señor y Cristo. Toda nuestra salvación depende de Él. ¿Le damos la reverencia debida?

3. (2,37-47) El `resultado' es grande: el Espíritu hace que las palabras de Pedro sean muy eficaces. Muchos creen enteramente a lo que Pedro (Dios mismo) ha dicho; se sienten muy culpables (la palabra original presupone un fuerte dolor en el corazón) y le preguntan a los apóstoles qué han de hacer. Ahora Pedro puede explicarles el evangelio. ¡Lo que fue un error gravísimo (la crucifixión) es el camino que conduce a la salvación! La muerte de Jesús es la base del perdón de los pecados. A través de la conversión (en primer lugar, cambiar de pensamiento acerca de Jesús) recibirán una doble bendición: el perdón y el Espíritu Santo, por quien reciben el conocimiento completo del verdadero significado de la persona y obra de Jesucristo.

No sólo para ellos es la promesa; lo es también para sus hijos y para todos los que están lejos (los gentiles), para todos los que serán llamados por el Señor. El Espíritu obró tan fuertemente en aquel día, que se añadieron tres mil personas. Esta primera iglesia de Cristo tuvo las siguientes características:

a. Era una comunidad que quería aprender.

Perseveraban en la enseñanza de los apóstoles (2,42).

b. Era una comunidad que mostraba amor.

La comunión ejercitada por el amor (4,32); posesión común (2,44); la comida común (2,42), y muy probablemente por la santa cena frecuente (2,46) y por la oración común (2,47). Era una comunión tanto con Dios como con los demás.

c. Era una comunidad atractiva y evangelizadora.

El versículo 43 habla del temor que los de afuera tenían y el 47 del favor por la vida de la primera iglesia que se caracterizaba por la alegría y la santidad. La predicación de los apóstoles y la vida atractiva de la iglesia fue el motivo de crecimiento.

Dios bendijo esta iglesia añadiendo cada día nuevos creyentes.

* ¿Cuál es la característica de su iglesia? ¿Somos una iglesia, simplemente para estar orgullosos?

Síntesis aplicativa de temas importantes

1a. El bautismo del Espíritu Santo (1,5) no es una `segunda bendición' después de la conversión, sino el privilegio de todos los creyentes (ver v.38).

No olvidemos que el Espíritu no había sido derramado, lo cual, cuando ocurre, obedece a un momento específico de la historia.

Este bautismo es el don de Cristo para toda su Iglesia a fin de que ésta sea llena del poder y tenga la convicción para predicar la Palabra del Señor sin miedo (Hechos 4,31). Incluye también el gozo en el Señor (Hechos 13,51). Por medio del Espíritu Santo, el Señor Jesucristo está presente en la iglesia y en cada creyente. Él compensa la ausencia de Jesús.

1b. Pentecostés es el cumplimiento de la promesa del Señor; es el comienzo de una gran cosecha de almas, e inaugura el obrar de Dios en la vida de los creyentes.

El día de Pentecostés tiene un significado fundamental para la iglesia; en ese día ella fue capacitada por el Espíritu para ser testigo de la muerte y resurrección de Jesús. En Pentecostés, Dios cumplió su promesa de su eterno morar en los hombres. Ahora la ley no sería escrita en tablas de piedra, sino en el corazón. Desde ese día el Señor ha comenzado la gran cosecha de redimidos por su sangre, la que concluirá cuando el retorne a la tierra.

1c. El milagro de hablar en lenguas en el día de Pentecostés tiene su propósito: hablar de las maravillas de Dios.

El viento y el fuego son manifestaciones sorprendentes que nos hablan de la presencia casi tangible de Dios en medio de su pueblo. Esta presencia descendió sobre los creyentes quienes fueron llenos del Espíritu Santo, comenzando a hablar todos en otras lenguas conforme el Espíritu les daba que hablasen. Notamos que las lenguas sirven aquí como un instrumento para proclamar las maravillas de Dios (lo que Él hizo por medio de Jesucristo, sus hechos salvíficos); son lenguas inteligibles (se pueden entender) para los oyentes. Pero este milagro, por maravilloso que sea, no ocupa el lugar de la predicación. Sólo la exposición de la Palabra de Dios llevará a los hombres a la fe en Jesucristo.

a. El Espíritu da luz y sabiduría para poder comprender las Escrituras, y prueba que Jesús, pese a su muerte, es el Mesías e Hijo de Dios.

Esto se hizo claramente manifiesto en Pentecostés, cuando Pedro alza su voz y comienza a anunciar a Jesús como el Mesías, delante de quien todos deben postrarse, porque Él es el Señor. Fue el Espíritu Santo que hizo que Pedro recibiera la iluminación para poder interpretar las Escrituras y el cumplimiento de ellas en la persona de Jesús, el Cristo. Nosotros también recibimos la ayuda del Espíritu Santo para llegar a tener un conocimiento más pleno de la persona y obra de Jesús.

2b. El mismo Jesús rechazado y crucificado por los hombres, es el mismo que Dios ha exaltado como Señor y Cristo.

Antes de que Pedro comenzase a predicar, la idea de la muerte de Jesús era tan sólo el fin de un hombre cualquiera; pero ahora, las palabras de Pedro (que son las palabras del Espíritu Santo) confrontan a la gente con un grave delito: ellos crucificaron al Cristo. Sin embargo, la crucifixión no fue el término de Jesús, sino el principio de su gloria como Señor y Cristo. Él ahora está a la diestra de Dios el Padre, lugar desde donde dirige los pasos de su iglesia, fortaleciéndola para predicar y soportar las oposiciones que vendrán. Desde aquel lugar un día vendrá a buscar lo que es suyo: su iglesia.

3a. El Espíritu Santo convence a los oyentes de pecado, sobre todo el de incredulidad en relación a Jesús.

Por otro lado, obra la fe en los corazones para aceptar verdaderamente la salvación. Es por esta razón que Jesús les mandó que esperasen la promesa del Padre, ya que sin ella sería imposible la conversión de las personas.

3b. El Espíritu da vida nueva a la iglesia, para ser una iglesia viva, llena de comunión, oración y voluntad para escuchar la palabra de Dios.

Él efectúa la extensión de la iglesia por la predicación y un estilo de vida completamente nuevo. Estas son dos cosas que nunca debieran divorciarse en nuestra identidad cristiana. La predicación sin un estilo de vida que la apoye no puede producir frutos para la gloria de Dios. Una iglesia es atrayente cuando ella practica lo que predica, y vive en el gozo de Jesús muerto y resucitado.

Hechos 3

1. (3,1-10) El milagro

"Muchas maravillas y señales eran hechas por los apóstoles", dice el cap. 2,43. El presente pasaje nos muestra un ejemplo de estas maravillas. Es notable apreciar cuán importante es el nombre de Jesús en este relato: nueve veces se menciona su nombre. Decir, "en el nombre de Jesús" es hablar de la misma actuación del Señor Jesucristo entre los hombres, en su manifestación y poder.

Pedro y Juan subían al templo a la hora novena, a las tres de la tarde. La primera iglesia mantenía en un principio las horas de la oración estipuladas dentro de la liturgia judía. Pedro y Juan pasan cerca de un hombre que desde su nacimiento era cojo; a éste ponían cada día a la puerta del templo que se llamaba `la Hermosa', probablemente la puerta Nicanor, que conducía al templo por el atrio de las mujeres. Este inválido todos los días estaba pidiendo limosnas. Cuando Pedro y Juan pasaron cerca de él, éste les pidió limosnas, mas los apóstoles le pidieron que los mirara. Esta palabra es importante, porque la esperanza, a estas alturas, era algo que le faltaba a este hombre. Dios, a través de sus siervos, quiere despertar la esperanza para que la gente espere grandes cosas de Él. Ahora el enfermo les miró atentamente, esperando algo de ellos. Pedro y Juan, ya sea por pobreza o por obediencia a la palabra de Jesús (Lc. 9,3), no llevan dinero. Pero tienen algo más: pueden sanar, mas no por su propio poder, sino por el poder de Jesús. Usando las mismas palabras que Jesús empleaba, Pedro dice: "Levántate y anda". Son palabras dichas con autoridad, la autoridad del Hijo de Dios. Inmediatamente, el enfermo se levantó y saltó. El resultado de esta sanidad fue la alabanza al Señor.

* El Señor Jesús sanó al enfermo para obrar en el pueblo y así ser glorificado.

2. (3,11-26) La predicación

Después del milagro, el hombre que ha sido sanado aparece en el templo, y muchos de los del pueblo se asombraron porque reconocieron que éste era el que se sentaba a pedir limosna. Aquí Pedro aprovecha la oportunidad para explicar al pueblo que no fue él quien le sanó, sino Jesús el Mesías. Su aclaración se transforma en una predicación y aplicación de la palabra de Dios. Analizando el mensaje de Pedro notamos lo siguiente:

a. El comienza refiriéndose al Dios del pacto con Israel: el Dios de Abraham, Isaac y Jacob, el Dios de la historia de la salvación. Este mismo Dios actúa en Jesucristo. En otras palabras: el Dios de los patriarcas no está en contra de Jesús, sino todo lo contrario: Él está obrando por medio de Jesús, ya que Él glorificó a su Hijo (a través de la resurrección y la ascensión).

b. Pedro muestra, con mucha elocuencia, el contraste entre lo que hizo el pueblo y la acción de Dios: el pueblo entregó y negó a Jesús delante de Pilato. El rol de Pilato aquí es positivo, no porque no haya cometido un gran error, sino porque él dijo claramente que Jesús era inocente. Este fue el gran pecado del pueblo: matar al Justo y al Santo; esto significa que sacrificó a Jesús quien era completamente dedicado a la voluntad de su Padre. Por ende, era una decisión completamente equivocada, ya que se dio preferencia al que quitó la vida (Barrabás) negando al Autor de la vida, ¡al que quiere dar vida eterna!

c. Pedro repite el contraste: Dios lo resucitó. Significa que el pueblo, pensando servir a Dios, actuó no solamente contra Jesús, sino también contra Dios. Los apóstoles están seguros de lo que dicen, puesto que son testigos oculares de la resurrección de Jesús.

d. Por el poder de Él, este enfermo recibió una sanidad total. Esto es una expresión de la voluntad del Señor: la restauración completa del hombre. Esta sanidad es por la fe, mientras que la fe, a su vez, es obrada por Jesús. Esto implica que la fe es un don del mismo Dios, y no una obra del hombre. Por eso la fe verdadera es una fe firme, ya que viene del Espíritu.

e. Ahora empieza una aplicación más directa. Generosamente Pedro dice que Israel cometió su pecado por ignorancia, aunque tal ignorancia no lo exime de culpabilidad, puesto que los profetas ya mencionaban lo que el Mesías tenía que sufrir; sufrimiento provocado por el mismo pueblo (véase por ejemplo Isaías 53,3).

f. Por lo tanto, Israel debe arrepentirse, es decir: operar un cambio completo en su mente acerca de Jesús; deben abandonar el falso pensamiento que tenían de un Jesús que engañaba a la gente y creer que Él es verdaderamente el Mesías, su Salvador. Pedro también hace uso de la palabra "convertirse". Esta palabra tiene un matiz de diferencia con la palabra arrepentirse: la conversión es un movimiento, es volverse al Dios vivo, abandonando el camino malo. Por medio de este arrepentimiento y esta conversión el pueblo recibirá el perdón de Jesucristo.

g. Así (arrepintiéndose de sus pecados) vendrán tiempos de refrigerio. Es mejor pensar en el último tiempo, cuando el Señor Jesús regrese, y no en un milenio (período de 1000 años). Tiempos de refrigerio son tiempos de alivio, cuando concluyan los momentos de sufrimiento y pecado. El versículo 21 nos dice que fue necesario que el cielo (Dios) recibiera a Jesús. La palabra "necesario" (tal como en los evangelios, comp. Lucas 24,46) apunta al plan y la voluntad de Dios, a fin de que exista la oportunidad para Israel y los gentiles de convertirse al Señor. Este período dura hasta que vengan los tiempos en los cuales empieza la restauración de toda la creación: el nuevo cielo y la nueva tierra.

h. Pedro apela, con palabras de Moisés, a la conciencia del pueblo. Moisés en Deuteronomio 18 habló acerca del profeta que vendrá, el Mesías. Es muy necesario escuchar y obedecer a este profeta, pues de lo contrario la persona que no lo haga será desarraigada del pueblo israelita. Al aplicar estas palabras a Jesús, Pedro advierte al pueblo para que no continúe rechazando a Jesús. Así que no sólo Moisés, sino también todos los profetas hablaron acerca de Él.

i. Pedro apela también al pacto de Dios con Israel. La promesa (cumplida por Jesús) está destinada, en primer lugar, para ellos. Las bendiciones son para todas la generaciones, pero primeramente para Israel. Jesús resucitó para bendecirles. Esta bendición consiste en convertir al pueblo de su maldad, restaurando así la relación con Dios.

En esta predicación encontramos las mismas características contenidas en la predicación de Pentecostés, con la salvedad que Pedro ahora da más énfasis al pacto de Dios con Israel, con el propósito de apelar fuertemente a la responsabilidad de la nación frente a su Dios.

* Pertenecer al pueblo de Dios, el pueblo del pacto, implica una gran responsabilidad.

¿Cuánto más como creyentes de los gentiles, injertados en el olivo Israel?

Síntesis aplicativa de temas importantes

1. Usando como instrumentos a sus apóstoles, Jesús hizo un milagro, mostrando de esta manera la grandeza de su reino, a fin de despertar la fe en su persona.

a. Los milagros manifiestan el poder del Cristo exaltado. Él revela su poder para la extensión de su reino.

b. Por medio de los milagros se pone en evidencia algo del mismo reino: la restauración completa del hombre.

c. Los milagros deben ser seguidos por la predicación del evangelio. Pedro utiliza este milagro para predicar el evangelio. La meta no es el milagro en sí, sino despertar la fe en Jesús como Mesías y Señor exaltado.

Conocida es la historia de Tomas de Aquino y el papa Inocentius II. El papa contó mucho dinero y dijo: "No podemos decir: no tengo plata ni oro", a lo que Tomás respondió: "Sí, pero tampoco podemos decir: Levántate y anda". Es la soberanía de Dios la que nos da señales de su reino. Para nosotros es importante vivir siempre llenos del Espíritu Santo.

2a. Siempre tenemos que respetar el orden de "la historia de la salvación".

Israel es el primer pueblo llamado por Dios para compartir las bendiciones de Abraham; después lo son los creyentes entre los gentiles. Una muestra de respeto por este orden se evidencia en la constante oración por el pueblo del pacto: Israel.

2b. La salud física es muy importante, no obstante, la mayor bendición es la salvación.

Ella es gratuita, conseguida por la obra vicaria de Jesucristo. Por otra parte, Dios pide que nos convirtamos de nuestra maldad, y así vivir en armonía con Él a través del perdón de los pecados.

2c. La conversión es tanto un mandato (v.19), como un don del Señor Jesucristo por medio su Espíritu (v.26).

Dios apela a nuestra responsabilidad para que podamos responder a su exigencia. Por otro lado, Él conoce la corrupción de nuestro corazón que nos conduce por el mal camino. En su infinita gracia, Él mismo quiere obrar lo que nos demanda. Esto, en el fondo, aumenta nuestra responsabilidad. Si no nos convertimos, no es culpa de Dios. ¿Le hemos suplicado que obre en nuestras vidas?

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