martes, 8 de mayo de 2012

Sea el nombre de Jehová bendito!!1


Sea el nombre de Jehová bendito

Pr Lic. Guillermo Sebastián Olivera

Job 1:21  y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.

 INTRODUCCIÓN

Bien podemos decir que la paciencia es una gran virtud, porque realmente lo es; puesto que son muy pocos los que conocen el significado de la palabra "paciencia," podemos deducir que valorarnos escasamente el ser pacientes y tener esta virtud de la cual tanto nos asimos. Ahora Dios, siendo tal indiferencia de parte de los hombres quiere poner ante sus ojos aquello que nos es tan necesario. Porque si no fuésemos pacientes, nuestra fe se habría desvanecido, puesto que no se la puede mantener sino por este medio.

Job se humilló bajo la mano de Dios. Él razona a partir del estado corriente de la vida humana, cosa que describe. Nada de los bienes de este mundo traemos al mundo sino que los recibimos de otras personas. Job queda reducido a su primer estado con todas sus pérdidas. Él está justo donde debería haber estado al final y sólo es despojado o, más bien, descargado un poco antes de lo que él esperaba. Si nos sacamos la ropa antes de irnos a la cama, es poco conveniente, pero puede soportarse mejor cuando es casi hora de acostarse. De la misma forma, quien dio, quitó. Vea cómo Job mira por encima de los instrumentos y mantiene fijos sus ojos en la Primera Causa. Las aflicciones no deben desviarnos de la religión sino estimularnos a ella. Si miramos al Señor en todos nuestros problemas, Él nos sostendrá.

El Señor es justo. Todo lo que tenemos es por Su dádiva; nosotros lo perdimos por el pecado y no debiéramos quejarnos si Él nos quita una parte. El descontento y la impaciencia acusan de necedad a Dios. Job vigiló cuidadosamente contra ellos y, así debemos hacerlo nosotros, reconociendo que como Dios ha hecho lo bueno pero nosotros hemos hecho lo malo, asimismo Dios ha hecho sabiamente pero nosotros hemos hecho muy neciamente. Y que la maldad y el poder de Satanás hagan más precioso para nuestras almas a ese Salvador que vino a destruir las obras del diablo; Aquel que por nuestra salvación sufrió de parte de ese enemigo muchísimo más de lo que sufrió Job, o de lo que podemos pensar.

 DESARROLLO

Ahora, dice que se levantó  Job y rasgó sus ropas, que se rasuró la cabeza y que se postró en tierra para humillarse ante Dios. Aquí vemos, en primer lugar, que aquellos que son pacientes saben cómo llevar una aflicción, puesto que sienten disgusto y angustia en su corazón; porque si fuésemos como un tronco de árbol o una piedra, no habría virtud en nosotros. ¿Acaso es digno de ser alabado un hombre que no es consciente de su enfermedad? Ciertamente, vemos a un débil mental riéndose, burlándose de todo el mundo, a pesar de estar al borde de la tumba; es una persona inconsciente de su enfermedad. Esto, pues, no merece ser considerado o tenido en cuenta como virtud, puesto que es estupidez; a veces las bestias brutas no sienten nada, y no por eso son virtuosas. De manera entonces, notemos que la palabra "paciencia" no significa que los hombres deban ser mentalmente disminuidos,2 que no deben sentir tristeza, que nunca se deben sentir ofendidos cuando experimentan alguna aflicción; virtud es cuando son capaces de dominarse y controlarse de tal modo que no cesan de alabar a Dios en medio de todas sus aflicciones, que no son abatidos por la angustia ni tan absorbidos por ella que renuncian a todo; que, en cambio, luchan contra sus pasiones hasta poder aceptar la buena voluntad de Dios para concluir como Job lo hace aquí, diciendo que Dios es totalmente justo.

Eso es lo que debemos notar cuando dice: "Job rasgó sus ropas y se rasuró la cabeza." Esto era una costumbre en los países orientales, como también sabemos que había otras ceremonias en aquellas regiones que no existen en los países fríos donde nosotros vivimos. Porque cuando ocurría algo que podía despertar gran enojo en los hombres, rompían sus ropas como señal de congoja. Suficiente a este respecto. Entonces, cuando Job rompe su ropa y se rasura la cabeza, lo hace en señal del dolor que le sobrevino. Ahora, es cierto que su conducta no era de ninguna manera fingida, como frecuentemente la de aquellos que se quieren disfrazar y se ponen máscaras para que nadie sospeche que tienen profunda tristeza, y para no dejar de reír en su corazón. Job no usó de semejante hipocresía. Sepamos entonces, que cuando hubo rasgado sus ropas y rasurado su cabello, era por la angustia y la ilimitada amargura, y que cuando se postró en tierra, lo hizo en señal de otro testimonio. Sin embargo, pareciera aquí que Job da rienda suelta a su tristeza, lo cual habría sido un defecto condenable. Porque sabemos que los hombres son demasiado excesivos y desbordantes en sus pasiones. Porque si bien se contiene y se corrigen a sí mismos tanto como pueden, sin embargo no dejan de salirse de sus límites; no hay nada más difícil que controlarnos de tal manera de mantenernos a nosotros mismos bajo control y en orden. Vemos que la gente no sabe regocijarse sin estar demasiado festiva. La amargura o tristeza es una pasión mucho más violenta que descarría a las personas mucho más que la alegría.

Así que, entonces, debemos estar en guardia siempre y toda vez que Dios nos envíe alguna adversidad, porque es allí donde solemos descontrolarnos más. Ahora, dice aquí que Job rasgó sus ropas; como si quisiera incentivarse a estar más triste de lo que estaba, porque un hombre, al verse tan desfigurado, se asombra de su propio aspecto, y luego, tocante a su cabello, se podría decir que buscaba elementos para aguijonearse a sí mismo y ayudarse en su congoja, y que él mismo se estaba llevando a la desesperación. Lo cual (como he dicho) sería condenable; sin embargo, notemos en primer lugar, que la escritura aquí quiere expresarnos que la tristeza de este santo hombre era tan grande y tan vehemente que no pudo consolarse y que fue más allá de la costumbre normal, rompiendo sus ropas, para mostrar que experimentaba tal angustia y que estaba acongojado hasta lo más profundo de su corazón. Esto es lo que las escrituras quieren expresar. Ahora bien, aunque los hombres tienen que estar atentos para no ser avasallados por la tristeza cuando están en aflicciones, no obstante deben reflexionar cuando Dios envía algún mal. Porque la forma común de rechazar cualquier prueba es muy perniciosa; pero ese es el modo en que se han conducido a este respecto; cuando quisieron practicar la paciencia extinguieron todos los pensamientos referidos a sus males, los expulsaron lejos, se apartaron de ellos; en breve, aspiraron a tal estupidez como es la de no poder discernir nada.

 CONCLUSIÓN

La boca de los hombres exhala blasfemias tan horribles, y muy pocos piensan en ellos. Sin embargo, el Espíritu Santo quiso decirnos que si queremos glorificar a Dios y bendecir adecuadamente su nombre, debemos estar persuadidos de que Dios no hace nada sin razón. Entonces, no le atribuyamos crueldad ni ignorancia, como si hiciera las cosas por despecho e inadvertidamente; reconozcamos en cambio, que en todo y por todo, él procede con admirable justicia, con bondad e infinita sabiduría, de modo que solamente hay absoluta rectitud en todo lo que hace. Ahora, es cierto que hay aquí un asunto que dilucidar, esto es, ¿cómo reconoció Job que Dios le había quitado lo que le fue llevado por los ladrones; es algo que nos parece muy extraño, pero lo que no podemos explicar ahora, lo dejaremos para mañana. Es suficiente con haber demostrado que si somos afligidos no hemos de pensar que ello ocurre sin razón, sino que Dios tiene una buena causa para hacerlo. Y toda vez que estemos en pruebas y angustias volvamos corriendo a él, oremos a él que nos dé la gracia de reconocer que en este mundo nada nos ocurre sin que él los disponga; y de estar convencidos que él dispone todas las cosas de tal manera que todo redunde para nuestra salvación. Y cuando tengamos ese convencimiento nos ayudará a llevar pacientemente las aflicciones que él nos mande. También nos hará humildes ante él, y que, habiendo gustado su bondad paternal, no hemos de querer otra cosa sino glorificarle en todo y por medio de todo, tanto en las aflicciones como en la prosperidad.

Ahora con urgencia debemos de inclinarnos ante, el rostro de nuestro Dios y alabar y glorificar su santo nombre, porque todo cuanto somos se lo debemos a Él, solo a ÉL, corresponde toda honra y toda gloria.

No hay comentarios: