Consideraremos
a los sociólogos en primer lugar y luego pasaremos a la psicología.
Desafíos
desde la sociología. Muchos sociólogos consideran a los dioses o a
Dios como un producto de lo que se pudiera denominar la imaginación colectiva
de una sociedad. Dios es una proyección, no un ser real. Él es creado por la
sociedad para propósitos sociales, tales como ganar mayor control sobre los
individuos. Los sociólogos ven a la creencia en Dios como el proporcionar un
punto focal para los valores compartidos de una sociedad, particularmente estos
valores considerados sagrados.
Las formas
particulares de una teoría sociológica de la religión, por supuesto, reflejan
las características de formas particulares de una teoría sociológica.
El sociólogo
francés Emile Durkheim sostuvo que la religión sólo podía comprenderse
concentrándose en su papel social al unir la comunidad tras un conjunto común
de ritos y creencias. El rasgo que define a la religión es que bifurca el mundo
en lo sagrado y lo profano; la consecuencia social de tales prácticas hacia el
ámbito sagrado es la creación y reproducción de una conciencia colectiva, una
unidad social que une a sus miembros en unidades homogéneas.
Por su
parte, Marx centró su atención contra el uso de la religión cristiana por el
Estado prusiano, social y económicamente explotador, para sus propios fines...
El protestantismo es una religión apropiada, por su propia naturaleza, para
semejante uso por los dirigentes políticos, pues sus ideas tenían una
correspondencia particularmente cercana a la condición del hombre en una
sociedad capitalista. Si se adopta este tipo de interpretación, entonces solo
falta un corto paso para la sugerencia de que Marx fue principalmente un
crítico del cristianismo institucionalizado y su corrupción política. Puesto
que el cristianismo contiene en sí mismo una crítica de la política, la
explicación es que el pensamiento de Marx no es sólo compatible con el
cristianismo radical, sino consecuencia necesaria de la tradición opositora
cristiana. Por consiguiente, Marx ha sido tratado como profeta secular que
tronara contra los males del capitalismo y la complicidad de la Iglesia, así
como los profetas del Antiguo Testamento se escandalizaron ante el culto de
falsos dioses.
Ahora bien,
¿exactamente cómo constituye tales teorías una objeción a la creencia
religiosa? A primera vista, es difícil de ver. También Durkheim como Marx nos
han presentado teorías provocativas acerca de las funciones sociales que cumple
la religión, pero es difícil ver cómo se puede sacar de esto alguna conclusión
acerca de la verdad de la religión. Es difícil, por ejemplo, hallar argumentos
en Marx en contra de lo razonable de la creencia en Dios.
Marx parece
precisamente suponer que Dios no existe; y, en base a esa suposición, él
construye una teoría acerca de por qué la gente cree en Dios.
El procedimiento
de Marx es típico de los sociólogos de la religión, quienes muchas veces
simplemente suponen respuestas a las preguntas filosóficas significativas
acerca de la creencia religiosa.
Tal vez, la
dificultad que la sociología plante a la creencia religiosa proviene de la
suposición de que la consideración sociológica proporciona una explicación
completa del origen de la creencia religiosa, y esto hace que sea imposible
explicar las pretendidas experiencias y revelaciones en una manera puramente
naturalista.
Uno debe ser cuidadoso aquí. Sería una falacia inferir que las creencias religiosas son falsas en base a la consideración de sus orígenes sociológicos.
Uno debe ser cuidadoso aquí. Sería una falacia inferir que las creencias religiosas son falsas en base a la consideración de sus orígenes sociológicos.
Los lógicos
la llaman falacia genética. Una creencia que se origina en circunstancias
extraña o poco comunes puede todavía ser cierta; si se ofrece alguna evidencia
a favor de una creencia, esa evidencia debe ser examinada y no rechazada
meramente por causa de la filiación sospechosa de la creencia.
Existen
poderosas razones para pensar en que las creencias religiosas no se puede
explicar totalmente en términos sociológicos. En contra de la teoría de
Durkheim acerca de Dios como un simbolismo de poder y autoridad de la sociedad,
H. H. Farmer ha objetado que tal teoría no explica ni la esfera universal de
las enseñanzas de las religiones mayores, ni el poder que la religión tiene
para criticar a la sociedad en una manera profética. En oposición a Marx, uno
puede notar que, aunque las creencias religiosas muchas veces han sido
utilizadas para justificar la opresión social, ellas frecuentemente han
proporcionado también la motivación para aquellos que se levantan en contra de
la opresión -los abolicionistas de los Estados Unidos de América del siglo XIX
son un buen ejemplo.
De todas
formas, el hecho de que la religión cumple ciertas funciones importantes en la
sociedad no es sorprendente y no debe ser particularmente para el creyente. En
realidad, el creyente tiene mucho que ganar de los estudios sociológicos de la
religión. Es extremadamente importante entender la forma en que el contexto
social modela a la religión y la forma en que la religión influye en la
sociedad.
LA RELIGIÓN
ES "OPIO DEL PUEBLO"
"La
miseria religiosa es en parte expresión de la miseria real, y en parte protesta
contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el
alma de un mundo sin corazón, así como es el espíritu de los estados de cosas
carentes de espíritu. Es el opio del pueblo.
Superar la
religión como felicidad ilusoria del pueblo implica exigir su felicidad real.
Exigir que este abandone las ilusiones acerca de su situación equivale a exigir
que se abandone una situación que necesita de ilusiones. La crítica de la
religión es por lo tanto, en germen, la crítica de este valle de lágrima, cuya
apariencia sagrada es la religión".
Karl Marx,
Crítica de la filosofía del derecho de Hegel.
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