Tema Principal: Fuertes represiones por descuidar
la construcción del templo, unidas a alentadoras exhortaciones y promesas para
los que para los que se comprometieran en la obra.
Texto Clave: 2:4
"Pues ahora, Zorobabel, anímate, dice Jehová;
anímate tú también, sumo sacerdote Josué hijo de Josadac; cobrad ánimo, pueblo
todo de la tierra, dice Jehová, y trabajad, porque yo estoy con vosotros, dice
Jehová de los ejércitos."
El profeta y su medio
El profeta Hageo manifiesta, en el libro que
lleva su nombre (=Hag), un especial interés por la precisión de los datos
históricos que aporta. Repetidamente incluye en el libro fechas y noticias
(1.1, 15; 2.1, 10, 20) que permiten señalar con exactitud el tiempo en que
comenzó a ejercer su actividad: el año 520 a.C., «segundo del rey Darío», que
gobernó entre el 521 y el 485 a.C.
Ciro, el monarca fundador del imperio persa,
promulgó el año 538 a.C. su célebre edicto (2 Cr 36.22–23; Esd 1.1–4) que puso
fin a la cautividad judía en Babilonia (2 R 25.1–22). Poco después, en el 537,
los judíos que habían regresado a Jerusalén iniciaron con entusiasmo la
reconstrucción del Templo (Esd 1.1–11). Sin embargo, los fervores iniciales
pronto se apagaron; en su lugar cundió entre la gente un profundo desaliento
causado en parte por lo precario de los medios de que disponían (1.6) y en
parte por la intranquilidad de tener que hacer frente día a día a la actitud
hostil de los samaritanos (Esd 4.1–24). Aquellas circunstancias afectaron a las
obras de restauración del Templo, hasta el punto de provocar su paralización
total (Esd 4.24) mientras que, en contraste, comenzaban a aparecer en la propia
Jerusalén hermosas mansiones para uso privado de adinerados miembros de la
comunidad (1.4).
La situación así creada, unida a la falta de
estabilidad política que reinaba en el imperio persa desde el año 522 a.C.,
iluminan el fondo del mensaje que Hageo había de comunicar al pueblo y a las
autoridades más relevantes de Jerusalén: a Zorobabel, gobernador de Judá, y a
Josué, sumo sacerdote (cf. Esd 5.1–2; 6.14).
El libro y su mensaje
La profecía de Hageo consiste básicamente en
una exhortación a reanudar sin demora la reconstrucción del Templo, el cual no
podía permanecer más tiempo en estado de ruina, sino que debía ser restaurado
para gloria de Dios (1.8). La orden procede de Dios, y no puede ser ignorada
sin que de ello se deriven graves perjuicios para todos: la sequía, la pérdida
de cosechas y la pobreza, que serán los signos del enojo divino (1.9–11). En
cambio, Dios bendecirá y traerá una pronta y definitiva salvación a su pueblo,
si con el esfuerzo común el Templo es reconstruido (1.8; 2.6–9; 2.20–23).
La reacción positiva de Zorobabel y Josué a los
requerimientos conjuntos de Hageo y Zacarías (cf. Esd 6.14) despertó el
adormecido entusiasmo popular (1.12–14). Las obras se pusieron de nuevo en
marcha, sin pérdida de tiempo, y no mucho más tarde fue posible celebrar con
grandes manifestaciones de alegría la dedicación del recién restaurado
santuario (Esd 6.15–18).
Esquema del contenido:
1. Exhortación a reconstruir el Templo (1.1–15)
2. La gloria del nuevo templo (2.1–9)
3. Reprensión de la infidelidad del pueblo
(2.10–19)
4. Promesa de Jehová a Zorobabel (2.20–23)
Reina-Valera 1995—Edición de Estudio, (Estados
Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
La Biblia de Referencia Thompson,
Versión Reina-Valera 1960, Referencia Temática # 4244.
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