lunes, 9 de julio de 2012

CUANDO LA DEPRESION TOCA TU PUERTA (DEPRESION PARTE4)




Durante muchos años te has sentido contento y animado. Has sido muy concienzudo en el trabajo y te has preocupado por tu familia, haciendo muchas cosas en común con los demás. Has tenido muy pocas dolencias físicas. Pero, ahora, algo ha cambiado. Ves que te comportas de modo diferente. La gente que te conocen te dicen: "No eres el mismo. ¿Qué te pasa?.

Encuentras difícil levantarte de la cama por la mañana; si tienes algunas responsabilidades con respecto a otros miembros de la familia no tomas mucho interés en ellas. Te has vuelto indeciso y aun olvidadizo. Parece que cuesta concentrarte. No tienes ganas de reír, la comida parece haber perdido el sabor, y la actividad sexual no tiene atractivo. Es como si te estuvieras encerrando dentro de ti mismo, no te gusta que los familiares o los amigos te digan nada; y no quieres hablar por teléfono ni asistir a reuniones de carácter social, que antes te gustaban tanto. Empiezas a cortar el contacto con los demás.

Es posible que tengas dificultades para dormirte, o bien te despiertas por la noche y te vas revolviendo por la cama hasta que amanece, molestado por pensamientos sombríos y negativos. O bien te pasas durmiendo 16 horas al día, o te duermes durante el día con frecuencia. No importa lo que duermas, siempre te sientes agotado. Tus ideas parecen sombrías. Es como si no hubiera manera de salir de las presentes circunstancias. tienes la impresión que nadie se interesa por ti y tú tampoco te interesas en nadie. Todo pensamiento animado y positivo ha desaparecido. Es como si hubiera una nube negra encima de tu cabeza y te estuviera siguiendo por todas partes. Es posible que hayas notado algunos cambios físicos. Tienes molestias o dolores vagos; puedes creer que tienes alguna enfermedad seria.

Hay muchas otras indicaciones, pero si estás experimentando los síntomas descritos (o los has experimentado alguna vez), puedes tener idea de que estás (o estabas) deprimido. Si nunca has experimentado ninguna depresión (y esto es más bien raro) recuerda que la depresión es penosa para el que la experimenta y, a veces, también para los que rodean a la persona afligida por ella.


No está solo, lea las siguientes estadísticas ofrecidas por el Colorado Health Net:

Algún tipo de depresión afecta a más de 1.5 millones de chilenos cada año

Más de 1 en cada 5 chilenos padecerán de alguna depresión durante su vida.

Casi un tercio de todos los casos no son tratados.

La depresión puede afectar a cualquier persona, aunque las mujeres son afectadas el doble que los hombres.

La depresión afecta a la mayoría en un punto u otro de la vida. Nadie es inmune a ella. Algunos la experimentarán sólo en una forma liviana, mientras que otros se hunden en la desesperación. Aún la Biblia refleja en algunos de sus Salmos profundos sentimientos aflictivos que experimentaron sus autores:

"Cercano está el Señor a los quebrantados de corazón; y salva a los contritos de espíritu."(Salmo 34)

"Oh Señor, Dios de mi salvación, día y noche clamo delante de ti. Llegue mi oración a tu presencia; inclina tu oído a mi clamor. Porque mi alma está saturada de males, y mi vida está al borde de la tumba. Soy contado entre los que descienden al sepulcro; soy como hombre sin fuerza, abandonado entre los muertos, como los pasados a espada que yacen en el sepulcro, se quienes no te acuerdas ya, y que fueron arrebatados de tu mano." (Salmo 88:1-5).

Los escritores de tiempos antiguos describían la depresión como melancolía. La primera descripción clínica de la melancolía fue hecha por Hipócrates en el siglo IV a.C. Hipócrates se refirió también a los ciclos similares de la manía y la depresión. (Jellife, 1921).

Areteo, un médico que vivió en el siglo II d.C., describe al paciente melancólico como: "triste, abatido, sin sueño...Adelgaza por su estado de agitación y pérdida de sueño reparador...En un estado más adelantado se quejan de mil fruslerías y desean la muerte."

Plutarco, en el siglo II d.C., presenta una descripción particularmente vívida y detallada de la melancolía:

El enfermo parece un hombre a quien odian y persiguen los dioses con ira. El el futuro le espera mucho peor; no se atreve a emplear ningún medio para evitar o remediar el mal para que no se halle que está luchando contra los dioses. El médico, el amigo que quiere consolar son ahuyentados. "Dejadme - dice el desgraciado -, soy un impío, maldito, odiado por los dioses, sufro el castigo que me corresponde." Se sienta solo, aparte, envielto en saco o harapos. De vez en cuando se agita, medio desnudo, en el suelo, confesando un crimen u otro. Ha comido o bebido algo que no debía. Ha hecho algo que el Ser Divino desaprueba. Los festivales en honor de los dioses no le producen ningún placer sino mas bien temor. (citado por Zillborg, 1941.)


La depresión puede afectar a todo el mundo, los dos sexos, todas las edades, ricos y pobres. El hecho de que una persona este triunfando en la vida no le protege contra las posibilidades de una depresión. Ni tampoco hay tipos especiales más propensos a la depresión que otros. Los artistas, las estrellas de cine, los políticos, gente con cargos públicos, actividades creativas y delicadas, celebridades, gente ambiciosa, son las personas que presentan más propensión a la depresión que otros. Pero estas personas son más  visibles que otros, y si la depresión se presenta en ellos, todo el mundo parece enterarse.

Otro tipo de persona que puede ser un poco más propenso a la depresión que otros, es el que no ha experimentado sino éxitos desde la infancia. El que nunca ha experimentado la derrota puede hundirse al primer contratiempo.

¿Son las mujeres más propensas a la depresión que los hombres? Las mujeres son tratadas por depresión dos o tres veces más frecuentemente que los hombres. Pero, esta evidencia se basa en visitas clínicas, y nuestra sociedad, de un modo tradicional, facilita que las mujeres admitan debilidades y problemas y busquen ayuda, mientras que insiste en que los hombres deben mantenerse estables y hacer buena cara al mal tiempo. Por desgracia, en nuestra cultura, a los hombres se les enseña a no admitir debilidad y no revelar sus sentimientos interiores. Es interesante notar que el número de alcohólicos masculinos es superior al de las mujeres; y que el porcentaje de suicidios es tres veces más alto en los hombres que en las mujeres. Los hombres resuelven sus depresiones de modo distinto que las mujeres. [ir a "Como vencer la depresión"]


Vamos a examinar en detalle en qué consiste el estar deprimido. A continuación, diez de las características más comunes de la depresión:

1. La persona experimenta un sentimiento general de que no hay esperanza, no hay interés en el futuro, hay tristeza y apatía. Es un sentimiento de abatimiento general.

2. Cuando una persona está deprimida pierde la perspectiva. La vida, el empleo, la familia, todo se ve distinto cuando se está deprimido. Un enfermo dijo: "Hay una diferencia real entre estar preocupado o afligido y estar deprimido. Cuando mi esposa y yo tenemos alguna discusión, lo siento, no me gusta, pero es parte de la vida. Hacemos la paces muy pronto. Puede que me preocupe, pero cuando voy a la cama puedo dormir, y todavía estoy animado. Pero cuando estoy deprimido es algo distinto. Duele todo el cuerpo, es como si estuviera enfermo físicamente. No puedo dormir cuando voy a la cama por la noche, y no puedo dormir en toda la noche. Aun cuando a veces tengo ánimos, este cambio de humor esta sobre mí casi cada día. Me hace ver distintas todas las cosas. Si tengo un altercado con mi conyugue, el matrimonio me parece sin futuro. Si tengo un problema en el negocio, al que normalmente reaccionaria con algo de tensión y contrariedad, pero que resolvería pronto y de modo apropiado, me siento un fracaso y un mal negociante, y estoy luchando con la confianza en mí mismo en vez de hacerlo con los problemas que tengo delante."

3. La persona deprimida experimenta cambios en sus actividades físicas: comida, sueño, sexo. El interés sexual desaparece y algunos hombres son, en este período, impotentes. Esto refuerza su sentimiento de fuerza de valor. Una disminución del interés sexual debe llamar la atención sobre la posibilidad de una depresión. Algunos pierden interés en la comida, mientras otros comen en cantidades exageradas. Algunos se pasan el día durmiendo; otros no pueden dormir.

4. Hay una pérdida general de estimación propia. La persona se siente menos segura de sí misma y pone en duda su valor personal. La confianza propia está en un punto muy bajo.

5. Hay una tendencia a evitar a los demás debido a un temor sin fundamento de ser rechazado. Por desgracia, el comportamiento de una persona deprimida puede dar lugar a algo de rechazo por parte de los otros. La persona deprimida suprime sus actividades predilectas, no contesta por teléfono si le han dejado recado, busca maneras de evitar hablar o ver a los otros.

6. Hay el deseo de escapar de los problemas y aun de la misma vida. Hay ideas de marchar de casa y escaparse, así como de evitar a los otros. Las ideas suicidas están presentes debido a la sensación de que la vida carece de valor o futuro.

7. Una persona deprimida es hipersensible a los que otros dicen o hacen. Puede interpretar mal las acciones o comentarios y se vuelve irritable debido a su percepción falsa de estas cosas. Con frecuencia llora fácilmente debido a estas falsas interpretaciones.

8. La persona tiene dificultades en controlar sus emociones, especialmente la ira. La ira puede ser dirigida contra uno mismo o contra otros. La ira contra uno mismo está basada en los sentimientos de falta de valor y una falta de conocimiento de cómo resolver la situación.

9. El sentimiento de culpa está presente con ocasión de la depresión. Esta culpa puede ser real o imaginaria. Con frecuencia los sentimientos de culpa proceden de la idea de ser responsable del malestar de los otros o haber hecho algo mal.

10. Con frecuencia la depresión lleva a un estado de dependencia de otras personas. Esto refuerza el sentimiento de invalidez; entonces la persona se irrita ante su inutilidad.


Cuando se piensa en la depresión, es importante distinguir entre las varias formas de ella. Una cosa tan simple como no comer o no dormir como se debe y no reposar suficiente, pude ser causa de depresión. La persona que no come regularmente y duerme suficientes horas, puede hallarse deprimido porque está engañando a su cuerpo en cuanto al alimento y al descanso que necesita para funcionar propiamente. Los estudiantes del "college" (universidad), con frecuencia sufren de este tipo de depresión. El remedio es simple y evidente; comer bien y descansar lo suficiente.

Las reacciones a ciertas drogas pueden afectar el humor o disposición de una persona. La medicación administrada para corregir un disturbio físico, puede causar un cambio químico en el cuerpo que da lugar a un humor abatido. Todas las drogas o fármacos afectan el cuerpo y la mente en alguna forma. Si una medicina da lugar en el cerebro o en el sistema nervioso a una condición tóxica, puede resultar de ello una depresión extrema. Si una persona toma sedantes o tranquilizantes durante un largo periodo de tiempo, puede ser un candidato a una depresión tóxica. Los síntomas son apatía, indiferencia y dificultad para concentrarse. A veces, la persona se da cuenta de pensamientos raros e ilógicos que interfieren con su juicio sensato normal. En muchos casos de depresión y toxicidad por fármacos, la situación se clara cuando se deja de ingerirlos. Si una persona está tomando alguna clase de medicación, recetada por el médico o no, y se siente deprimida, debe ir a ver a su médico y consultar el caso. El médico puede determinar los efectos secundarios de la medicina y determinar si se debe cambiar la dosis o la medicación. Es imprudente tomar medicación por cuenta propia.

Hay muchas causas físicas de la depresión. Infecciones del cerebro o del sistema nervioso, infecciones del cuerpo generalizadas, hepatitis e hipoglicemia son causas de depresión. Trastornos hormonales, hipotiroidismo, hipertiroidismo, irregularidades hormonales ováricas y un desequilibrio de las secreciones de las glándulas suprarrenales o la pituitaria pueden procurarla. Generalmente hay otros síntomas y alteraciones en el cuerpo, concomitantes con el trastorno depresivo en estos casos.

La ira reprimida hacia dentro puede conducir a la depresión. De hecho, la ira reprimida es interpretada comúnmente como un sinónimo de depresión. Este tipo de ira ha sido desviada desde su fuente original a la propia persona. Como escribió William Blake en "El arbol envenenado":

Estaba airado contra mi amigo;

Le mostré mi ira, y desapareció.

Estaba airado con mi enemigo;

No se lo dije y la ira creció.

La depresión reactiva, generalmente llamada pena depresiva, sigue inmediatamente a la pérdida de una persona amada, un empleo o alguna oportunidad importante. La intesidad de este tipo de depresión es mayor inmediatamente después de la perdida y va disminuyendo al pasar el tiempo. Durante este período, las funciones usuales de la persona en la vida se hallan deterioradas, pero todavía operan dentro de límites normales. Hay un sentimiento de vacío debido a la pérdida. En general, sin embargo, los sentimientos sobre uno mismo y la estimación propia no se alteran. Esperamos este tipo de pena depresiva cuando una persona pierde un familiar o un amigo. La pena es importante por su contribución a que la persona recobre su capacidad de funcionamiento normal. Jesucristo mismo experimentó sentimientos de este tipo cuando estaba en el jardín de Getsemaní: "Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a sentir gran angustia. Entonces les dijo: mi alma está abrumada de una tristeza mortal; quédense aquí, y velen conmigo..." (Mateo 26:37, 38).

Otro tipo importante de depresión es endógeno o bioquímico, engendrado interiormente. Es causado por un trastorno del sistema químico del organismo. La depresión resulta cuando el cerebro y parte del sistema nervioso deja de funcionar debidamente

La causa principal

Cualesquiera que sean los muchos factores que causan depresión en una persona, tales como el cansancio físico, medicinas, enfermedades del sistema nervioso, perdida de un familiar, desajustes bioquímicos, etc., existe un punto crucial y el más importante que afecta a todo ser humano en cada aspecto de su vida incluyendo la depresión. Este punto crucial es la necesidad de que Dios habite en el corazón del hombre por medio de Jesucristo. La Biblia nos enseña que los seres humanos somos "tri-partitas", es decir, fuimos creados cuerpo, alma y espíritu. Cuando nos referimos al corazón, estamos hablando del espíritu de la persona. En el alma está la identidad, las emociones, los sentimientos, la voluntad. El espíritu es la parte del hombre que se conecta directamente con Dios y se comunica con El por medio de la oración, adoración y alabanza. Cuando Dios habita en el corazón del hombre, todo su ser, alma cuerpo y espíritu, pueden tener una relación con el Creador.

 ¿Cómo puedo vencer la depresión?

Si queremos vencer la depresión, el primer paso a tomar antes de ir a un médico, o antes de ir a un psicólogo, es establecer esa conexión con Dios por medio del sacrificio hecho por Jesucristo para que nuestra vida sea transformada. Cuán maravillo es saber que eres muy importante para alguien que realmente se interesa por nosotros. Saber que un ser supremo puso sus ojos sobre mí. Aunque tu padre y tu madre te hallan rechazado y tu familia te haya dicho: "¡no sirves para nada, no vales un centavo"!, Dios te amó tanto que te dio la vida y dio a su propio Hijo para que pudieras vivir con esperanza en el mañana y del futuro.

Ese que te dio la vida te dice: "yo he venido para que tengas vida y vida en abundancia." Hoy se abre una puerta de salida a tu desesperación y a tu depresión. Ahora mismo mientras lees estas palabras, está entrando un rayito de esperanza a tu corazón. Esa luz es Jesús el Salvador, quien dijo: "He aquí yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, yo entraré a él y cenaré con él, y él conmigo." Aunque Jesús murió, la noticia más maravillosa de aquel tiempo fue que al tercer día resucitó. Su tumba está vacía. El venció la muerte para darte vida, venció el pecado para que pudieras acercarte a Dios. El llevó tu depresión, tristeza, tu dolor, tu angustia, tu desesperación y las clavó en la cruz para darte paz, esperanza, la vida eterna, una razón para vivir.

Él no te ofrece religión. Es más, Jesús llamó a los religiosos de su época hipócritas, porque sabía que la religión ni salva ni puede cambiar al ser humano. Solo lo que él te pide es que lo invites a venir a tu vida y corazón y el cambiará las circunstancias, borrará tus pecados, te dará esperanza para vivir, podrás realmente experimentar el verdadero amor y la paz que hasta ahora no has tenido. Una paz que sobrepasa todo entendimiento humano.

Quizás tu pienses que los escritores de esta página son unos fanáticos, o están locos, pero no es así, sino que hablamos por experiencia propia. Hemos vivido en nuestra propia carne la desesperación de no tener salida, de sentir un vacío y una angustia tan grande en el alma que el suicidio parecía la única solución. Sin embargo, el día que Jesús llegó a nuestras vidas, él no nos mandó a cambiar, solo dijo: "ven tal y como eres y yo me encargaré de lo demás.

                                      TERCERA PARTE

 EL PASTOR COMO TERAPEUTA

 Pastor Consejero
“El ministro contemporáneo tiene muchas oportunidades para involucrarse en un amplio campo de actividades consejeras en su ministerio. Buscan su consejo personas de todas edades, angustiadas con muchos y variados problemas. No hay ministro que pueda negarse a aconsejar a menos que se encierre en su cuarto de estudio. Con fre­cuencia el ministro tiene la responsabilidad de un grupo grande de personas con diferentes antecedentes, personas que luchan con perturbadoras dificultades emocionales de toda clase.

El pastor no es un psicólogo, no obstante, se le busca para dar consejo como si lo fuera. No es un consejero por vocación, pero se supone que ayude en este campo. No es un consejero en asuntos educativos, pero con frecuencia los jóvenes vienen a él con problemas de sus estudios. Tampoco es un psiquiatra; pero algunas veces confronta pro­fundos problemas de personas que necesitan atención de un psiquiatra, y por esto, debe conocer las manifestaciones de estos problemas para que pueda aconsejarlos inteligentemente.

Sobre todas las cosas, tendrá que saber aconsejar a personas con problemas religiosos, y por lo tanto debe ser un perito en este campo hasta donde le sea posible.”[1]







LA NECESIDAD DE UN PASTOR CONSEJERO

Esta es una edad compleja. Es una edad de crisis y tensión en que la industria y la maquinaria aprietan a los individuos dentro de su engranaje confrontándolos con problemas de varios grados y magnitud. Decisiones forzo­sas son la regla más bien que la excepción y estas decisio­nes causan profundas implicaciones interpersonales. El hombre moderno no puede vivir aislado. Esto quiere decir que sus acciones y reacciones, más que en ningún otro tiempo en la historia, afectan las acciones y reacciones de sus prójimos. Un gran número de personas se tambalea ante el impacto de “la vida” y sus miles de problemas; sienten la necesidad de ayuda y consejo. Claro que no todos ellos buscarán el consejo del ministro, pero muchos sí lo harán. Es por esto que el pastor debe esforzarse en ser un consejero competente que pueda satisfacer las necesi­dades de las personas que acuden a él con sus problemas.

El consejo pastoral es tan viejo como el ministerio. Holman dijo: La curación de las almas—el cuidado espiritual de los miembros de una congregación—es una función antigua de la iglesia cristiana y del ministro. Quizás el mayor aspecto fundamental de la labor ministerial haya sido siempre su tra­bajo con individuos miembros de su congregación. En contac­to personal íntimo con su pueblo, el pastor ha procurado ayudar al tentado, renovar espiritualmente al derrotado, asegurar al penitente de su perdón, confortar al preocupado, dirigir al perplejo, dar valor al enfermo y afligido, y en una multitud de maneras, ver cómo enfrentarse con las necesida­des puramente particulares de los que componen su congregación.

Siempre ha sido la labor del pastor funcionar como mediador entre el hombre y sus problemas. El escritor Wood dice que no es cuestión de si el ministro ha de acon­sejar o no, sino qué tan bien lo hará. Dice que el 87 por ciento de los laicos creen que la técnica en aconsejar ha de ser parte de la preparación del ministro.”[2]

¿QUE ES EL CONSEJO PASTORAL?

El consejero pastoral es muy diferente de otros tipos de dirección terapéutica, pues incluye una dimensión reli­giosa. “El propósito del consejo espiritual es traer a personas de ambos sexos dentro de una sana relación con Dios, y dirigirlos dentro de una vida abundante.” “Salvar,” en griego quiere decir sanar o hacer completo; por lo tanto, salvación es salud, racionalidad, libertad de todo desperfecto o mancha que deforme la personalidad humana y que impida la amistad con Dios.

El elemento de cambio en nuestra sociedad tiene sus implicaciones para el consejo pastoral. El cambio no es un fenómeno nuevo; siempre ha estado presente. Por siglos los filósofos se han estado preguntando, “¿Qué, en medio de todo cambio, no cambia?” La respuesta es, “nada”. Heráclito, hace siglos, dijo: “Uno no puede pararse en el mis­mo río dos veces”. Con esto, quiso afirmar la vieja idea del cambio. Todas las sociedades pasadas han tenido que hacer frente a los cambios, pero la nuestra está pasando por cambios más rápidos y complejos que nunca. Goldstein se permite observar que los líderes sociales serán instru­mentos para afectar las formas de adaptación que la socie­dad necesita tener al afrontar el cambio. Esto quiere decir que el pastor consejero que sirve como líder social, tiene que estar equipado para servir a las familias de su iglesia como un consejero sabio bajo las complicadas condiciones causadas por los cambios tan rápidos. Hulme dice: “Las características de nuestra era que llevan a las personas a buscar la sombra protectora del aislamiento, también ori­ginan disturbios emocionales que les obligan a buscar un consejero.

Muchos que confrontan este complejo mundo carecen de preparación para resolver los problemas que resultan de esta complejidad. Los que tienen una orientación religiosa van con su pastor en busca de ayuda. Esto hace que se vuelva una labor del ministro, el ayudarles a adoptar una actitud saludable y adecuada hacia la vida. Es necesario desarrollar dentro de ellos la fortaleza humana que, junto con los recursos divinos, los prepare para enfrentarse con las demandas de un mundo altamente complejo. Esto quiere decir, que la función de la relación del consejero será doble:

 (1) “fortalecer el ego, el yo, o las funciones cons­cientes de la persona a través de las cuales se obtienen los procesos de integración y madurez” (la dimensión huma­na)

(2) “apropiar los recursos espirituales que Dios da” (la dimensión divina).

El pastor consejero tendrá que recordar que las heri­das emocionales que el individuo ha sufrido han venido a través de relaciones incorrectas con personas emocionalmente significativas. Estas heridas quizá puedan ser curadas por otra persona quien, también sea emocionalmente significativa. En muchos casos, será el pastor quien ayudará con su ministerio de consejo a estos individuos lastimados. “Con frecuencia las personas que vienen a consultar un ministro han perdido la fe en ellos mismos, tanto como en Dios, y en sus semejantes”. El ministro tendrá que ayudar a reconstruir esa confianza para obtener una más clara perspectiva.

El aconsejar por el pastor y la psiquiatría se parecen, pero no son sinónimos. La psiquiatría, aunque no se opone necesariamente al aspecto religioso, no depende de él para su diagnosis o tratamiento. El consejo pastoral, por el otro lado, se basa fundamentalmente sobre una perspectiva e interpretación religiosa. Conscientemente trata de desarrollar en el individuo una relación con Dios que le dé acceso a los recursos espirituales que brotan de Él.”[3]

Bonelli caracteriza la tarea del pastor de esta manera:

El ministro que conduce a hombres y mujeres hasta un contacto vivo con Dios, que les enseña cómo usar su Biblia pa­ra desarrollo espiritual, cómo meditar, cómo orar, cómo desarrollar una fuerte y radiante fe, contribuirá un estimable ser­vicio a las mentes y cuerpos de sus feligreses y también a sus espíritus.

Una verdadera situación de consejería no existe necesariamente cuando el pastor y un feligrés se ponen a conversar juntos. Aconsejar no es solamente un intercam­bio de palabras. Es menester que haya una necesidad de la que se dé cuenta el que busca consejo y que se dé también cuenta de que necesita ayuda para la solución del proble­ma que le preocupa.



Hiltner escribe:

Una verdadera situación de consejería existe cuando el feligrés reconoce que algo anda mal, y siente que esto de al­gún modo tiene que ver con él y está convencido de que alguna persona profesionista pueda tal vez ayudarle, no dándole la respuesta sino ayudándole a esclarecerla él mismo.

Así pues, aconsejar es una relación interpersonal en la que el pastor y el feligrés se concentran en aclarar los sentimientos y problemas de este último, relación en que los dos comprenden que es esto lo que se empeñan en lo­grar. Y será necesario que el ministro ayude a quien busca su ayuda a vencer sus conflictos y tensiones internas, ayudándole a hablar de sus problemas a fin de que sean examinados críticamente. Cuando esto se ha logrado, ya hay una verdadera situación de consejo pastoral.















REQUISITOS PERSONALES

“Stolz dice, “La personalidad del pastor mismo es de primera importancia en su trabajo. Para un buen servicio pastoral, la madurez y una perspectiva saludable de la vida son esenciales”. El indica que cuando un ciego guía a otro ciego, los resultados son desastrosos para ambos.

Mientras más maduro emocionalmente sea el pastor, mayor será su facultad de entender y aceptar lo que sus feligreses le expresan. Si él no está bajo presión por la vida, y si puede comunicar su madurez y saludable modo de ver a sus feligreses, ellos lo buscarán para que les ayude a resolver sus problemas. Bonneil dijo que ningún pastor podía adecuadamente ministrar a las más profundas nece­sidades del corazón humano si no ha aprendido a tratar efectivamente con las suyas.

En un sentido, la marca de su propia adaptación será su capacidad de atraer a su gente. Esto se obtendrá con su propia vida, no solamente invitando a la gente a venir a él con sus necesidades: “Una persona no puede comunicar los más profundos e íntimos aspectos de su vida a otra, a menos de que tenga un sentido de seguridad, confianza y fe en ella.” Esto es absolutamente esencial si el consejo ha de llevarse a cabo. Las personas acudirán al pastor sólo si confían en él y si ven en él la madurez que desearían ellos.

De primera importancia en evaluar las cualidades per­sonales del pastor es una consideración de su capacidad de entenderse él mismo—sus actitudes, sus móviles, y su carácter. Sócrates expresó: “Conócete a ti mismo”. Este debe ser el objetivo de cada pastor. Sin este conocimiento propio las cualidades y capacidades del pastor serán de muy poco valor. Hiltner dice:

Es de gran importancia conocer a su hermano, su inmensa realidad e individualidad única. Pero tal vez sepamos todo lo que se puede saber de la membrecía y todavía no hayamos po­dido establecer una relación ideal para el consejo… He lle­gado a pensar que aprender cuáles son nuestras actitudes en aconsejar es el más útil, pero más importante es el aspecto de nues­tra labor pastoral”[4]

FILOSOFIA Y VALORES DEL CONSEJO

“En 1955, Cribbin hizo un estudio minucioso de dos­cientos libros de texto y artículos para aprender el lugar de la filosofía y los valores de esta clase de aconsejar. Lo que sigue es un resumen de los principios filosóficos que él descubrió en su investigación:

1. Aconsejar se basa en el reconocimiento de la dig­nidad y valor del individuo y su derecho a una ayuda per­sonal en tiempos de necesidad.

2. El aconsejar se centra en el individuo, y está al tanto del mayor desarrollo de la persona total y una completa realización de sus potencialidades para fines individuales y sociales.

3. El aconsejar es un proceso continuo, con orden entre sus fases y formas educativas.

4. Aconsejar tiene una responsabilidad ante la socie­dad como también en los individuos.

5. El consejero debe respetar el derecho de cada per­sona para aceptar o rechazar la ayuda.

6. La actividad está orientada a la cooperación, no a la compulsión.

7. El aconsejar implica asistencia dada a personas pa­ra que hagan decisiones, planes e interpretaciones sabias y decisiones y ajustes en las situaciones críticas de la vida.

8. El aconsejar demanda un conocimiento compren­sivo de la persona en su cultura local, con la ayuda de cada técnica científica posible que esté a nuestro alcance.

9. El aconsejar debe confiarse sólo a los que están naturalmente dotados para la tarea y tienen la preparación y la experiencia necesarias.

10. El énfasis de la consejería debe estar en ayudar al individuo a darse cuenta y actualizar lo mejor de él, esto es para solucionar problemas, ya sean problemas de él mismo, o del medio donde este se desenvuelve.

11. El aconsejar debe evaluarse continuamente en for­ma espiritual y científica por lo que se refiere a su mejor efectividad.”[5]



ACONSEJAR PARA LOGRAR UN CAMBIO

“El propósito final de aconsejar es efectuar un cambio en el aconsejado. Lo que sigue son algunos cambios especí­ficos que el pastor ayudará a sus feligreses a obtener:

1. Reducción de ansiedad. Esto hace que la persona redirija su energía hacia la solución de su problema inme­diato, en lugar de usarla para alimentar su ansiedad.

2. Lograr una mayor objetividad. El aconsejar sirve para disminuir la subjetividad a través de la clarificación del problema y un entendimiento de la relación del aconse­jado hacia este problema.

3. Un adelanto en motivación. Esto resulta cuando uno principia a ver que hay base para una verdadera espe­ranza de que su problema puede ser resuelto.

4. La capacidad de realizar pruebas de estado emocio­nal. Esto se logrará cuando uno aprende el por qué de el qué que le causa el problema.

5. Una capacidad creciente para evaluar y confrontar la culpa. Esto resulta cuando uno aprende a examinar la validez de su culpa (no todos los sentidos de culpa son váli­dos), y trata con ellos de un modo constructivo tanto en la dimensión humana, como en la divina.

6. Un creciente concepto de él mismo. Esto se obtiene efectuando una relación más cercana entre la percepción de sí mismo y sus experiencias propias.

7. Una creciente destreza en sus relaciones interpersonales. Esto se efectúa de dos modos: (1) Una experiencia franca con el pastor y en su relación de aconsejar; y (2) experimentando franqueza con otras personas en las situaciones de su vida cotidiana.

8. Una creciente capacidad para trabajar, para amar, y para ser. Estos resultados se obtienen cuando la persona aprende a dirigir sus energías e intereses, partiendo de una inútil subjetividad hacia una liberadora objetividad.

9. Una creciente confianza al enfrentarse al futuro. Esto resulta cuando uno tiene la experiencia del “dulce sabor de la victoria” en tratar con un problema serio, lo cual le da la creencia de que puede, con la ayuda de Dios, resolver los problemas que vengan en el futuro.

10. Un mejor concepto de Dios y un mayor entendi­miento de su amoroso carácter. Esto resulta cuando el pastor ayuda a su feligrés a aceptar verdaderamente al Dios de la Biblia y a descartar, si la tiene, una opinión de Dios basada en sus propios sentimientos.

11. Una creciente semejanza a Cristo en actitud y comportamiento. Esto se obtiene cuando uno aprende a prac­ticar los preceptos de nuestro Señor tanto en la dimensión personal como en la interpersonal.

12. Una capacidad creciente para expresar la fe cris­tiana en el servicio. Esto se efectúa aprendiendo a entender que somos salvos para servir a otros.”[6]





Los Límites del consejo Pastoral

La función de consejero del pastor es completamente vieja o completamente nueva depende de la mirada de cada uno de nosotros. Es vieja en el sentido de que siempre ha habido intermediarios entre el hombre y sus problemas. Esto quiere decir que siempre ha habido perso­nas que han actuado como consejeros de personas que se enfrentan a problemas serios.

A veces estos consejeros se ofrecían ellos mismos, en ocasiones eran designados por otros, en virtud de su posi­ción o edad, como en el caso de videntes, sabios, reyes magos, o profetas. Así era particularmente en el mundo oriental. Cuando uno estudia la historia bíblica puede ver qué lugar tan prominente se le daba al que actuaba como consejero en el pensamiento y la vida de los judíos. El Antiguo Testamento, particularmente el libro de los Prover­bios, hace muchas referencias al consejo. Históri­camente, el aconsejar ha sido visto más como una función que como una profesión. El aconsejar se ve más bien como un producto de otra profesión, como del psicólogo de nuestro tiempo.

Aconsejar es una función nueva en el sentido de que como disciplina profesional separada principió a resaltar en este siglo. Históricamente estaba relacionada con tres cosas:

(1) El surgimiento de la psicología de factor y ten­dencia;

(2) El desarrollo de la psicología motivacional;

 (3) El surgimiento de la enseñanza vocacional, que data desde la publicación del libro de Frank Parson titulado “Escogiendo una Vocación” (Choosing a Vocation). El movimiento moderno de aconsejamiento principió cuando este libro fue publicado a principios de esta centuria.

Ha habido un continuo cambio de énfasis, de proble­mas a personas en el movimiento consejero. En esa forma la meta de esta actividad ha venido a ser que el individuo haga los ajustes necesarios en su vida. Se cree que es la persona quien necesita ayuda y no el problema lo que nece­sita resolverse.

Aconsejar quiere decir muchas cosas diferentes para muchas personas. Actualmente, el término “consejero” ha sido motivo de mucho abuso. No se sorprenda descu­brir que hay personas que sirven como consejeros en otras actividades, que son los llamados managers en la actualidad”[7].



RECOMENDAR, ACONSEJAR Y PSICOTERAPIA

El consejo pastoral abarca dos extremos: el de reco­mendar y el de una psicoterapia a fondo. El consejo pastoral no es recomendar, porque recomendar intenta primordialmente resolver el problema en forma superfi­cial. Tampoco se puede decir que el consejo pastoral es una psicoterapia a fondo, porque ésta busca hacer cambios de orden mayor en la estructura de la personalidad. Entre estos dos extremos: el de recomendación y de psicoterapia a fondo, se hace el trabajo de consejo pastoral. El consejo pastoral puede caracterizarse por los siguientes elementos:

1. Es una interacción espiritual-psicológica entre el pastor y el feligrés, los métodos y propósitos de los cuales, tal como se ha notado, yacen entre dos extremos: el de reco­mendar y el de la psicoterapia a fondo.

2. Los recipientes del consejo son consultantes o feli­greses.

3. El aconsejar se hace con personas normales o a quienes se cree normales.

4. El consejo se hace con personas normales que están frustradas con frecuencia, frente al medio que los rodea.

5. Su propósito es lograr un auto-entendimiento a luz de la potencia de la persona y requiere la modificación de actitudes y conducta.

6. Le da más énfasis al presente y a lo consciente que al pasado y al inconsciente.

7. Se hace dentro de un contexto cristiano y sus metas son enteramente cristianas.

Puesto que los límites del consejo pastoral se deter­minan por estas siete características, es muy importante que se examinen más de cerca. Al hacerlo, sabremos qué es el consejo pastoral y cómo se distingue de otros métodos de ayuda personal. Esto nos provee los límites dentro de los cuales opera.

1. El consejo pastoral es una interacción psi­cológica y espiritual entre el pastor y el feligrés con el pro­pósito de resolver las dificultades de éste. Esto quizás se extienda desde la dificultad en enfrentarse con el problema de la vida en general, hasta la dificultad en enfrentarse con un problema particular. Este encuentro espiritual-psi­cológico puede formalizarse; esto es, puede arreglarse anti­cipadamente en un tiempo definido y en un lugar especial para la situación de consejo. Pero también puede ser infor­mal, o sea, se puede establecer una relación de ayuda con el feligrés cuando el pastor está en contacto con él en algún otro tipo de relación y la situación de consejo resulta de ello. Puede iniciarse simplemente cuando el feligrés dice, “de paso, pastor, hay algo que me ha estado preocupando y quisiera hablar con usted acerca de ello”. No importa cómo se principie el contacto, sea formal o informalmente. Lo esencial es que cada uno se dé cuenta de su papel en esta relación.

Esta interacción espiritual y psicológica quizá requie­ra varias sesiones o quizás sólo requiera una sola conver­sación. El pastor sabio sabe que los problemas serios no se resolverán en una sola sesión. Por tanto, ayudará a su feli­grés a ver la necesidad de continuar recibiendo consejo hasta que el problema esté adecuadamente resuelto. Esto no quiere decir que los problemas grandes no se puedan resolver en una sesión. Sin embargo, en la mayoría de los casos, esto no es posible. Tanto el pastor como el feligrés desearán pero no esperarán una solución rápida.

Como ya se ha dicho, la interacción psicológica-espi­ritual no es ni una mera recomendación ni una psicoterapia a fondo. La primera se hace generalmente con un mínimo de encuentro personal o interpersonal. Es más bien unidireccional entre la persona que aconseja y la per­sona que recibe el consejo. Esto hace a un lado el valor de una profunda interacción interpersonal. Y ésta es de vital importancia para la continuación de una relación válida y de ayuda. La psicoterapia a fondo trata de hacer cambios mayores en el individuo a través de una larga y ardua rees­tructuración de la personalidad. Solamente personas con una intensa preparación, gran técnica y mucha experiencia, están capacitadas para hacer esta clase de terapia. La mayoría de los pastores no lo están.

2. Los recipientes del consejo pastoral se conocen co­mo consultantes o feligreses. Los que buscan ayuda de un consejero profesional o psicólogo se llaman clientes. A las personas que van con un psiquiatra se les llama pacientes. Aunque estas distinciones no parezcan importantes, de hecho lo son. Un cliente es el que emplea los servicios de un profesionista y usualmente paga una cantidad por estos servicios. El término “paciente” ubica la relación de ayuda dentro de un marco de referencia médica. Como el pastor no es ni un consejero profesional, ni un médico, no es pro­pio que llame a sus feligreses clientes o pacientes.

3. El consejo pastoral se hace con gentes normales. El término normal, cuando se relaciona a la personalidad, es muy difícil de definir. Unos piensan que es imposible definirla. Otros niegan que exista una persona verdaderamente normal. Esta posición resulta de la idea muy extendida por cierto, de que la diferencia entre la salud mental y una enfermedad mental no es cuestión de clase, sino de grado. Esta teoría sostiene que hay vestigios de enfermedad en la persona mentalmente sana y vestigios de salud en la per­sona mentalmente enferma.

Cuando le pidieron a un psiquiatra que describiera una persona normal, contestó: “No puedo, nunca me he encontrado con una”. No obstante, este libro asegura que las personas normales sí existen.

Sin intentar definir adecuadamente la normalidad, haremos un intento de describirla. Una persona normal es aquella que tiene suficiente contacto con la realidad para enfrentarse, en un grado razonablemente adecuado, con los más grandes aspectos de su vida. Puede trabajar, jugar, comer, dormir, estudiar, manejar su automóvil y conversar de tal manera que mantenga su vida en orden. Aunque algunas veces se halle frustrado, no está desintegrado. Sus amigos no lo consideran raro, extraño, o peligroso. El pas­tor puede ayudar a personas “normales” en tanto que ellas confrontan los problemas en su vida. Por otro lado, no puede ayudar inmediata o indirectamente a personas “anormales”. Estas son personas que han perdido o están perdiendo contacto con la realidad, quienes se están com­portando en una forma extraña, y que son un peligro para ellos mismos y para otros. Estas personas necesitan ser recomendadas a una clínica de psicología o a un psiquia­tra.

4. El consejo pastoral se hace con personas normales que están frustradas. La frustración es un bloque o inter­ferencia de una necesidad o meta por causa de una barrera u obstrucción. La frustración es frecuente e inevitable. Una vida sin frustraciones es inconcebible, porque las necesidades básicas del hombre frecuentemente quedan insatisfechas y sus metas son bloqueadas. Por lo tanto, la frustración se presenta en varios grados en cada persona. No es cosa de si la frustración ocurrirá; sino cuán grande será. La frustración crea un gran dolor emocional y hace que uno pierda su objetividad. Uno se pierde en sus pro­blemas. No ve con claridad el modo de salir de ellos, es por esto que busca ayuda. La frustración está presente en un grado intenso en la mayoría de las personas que bus­can consejo pastoral.

5. El consejo pastoral busca un auto-entendimiento a la luz de la potencialidad de la persona y requiere una modificación de actitudes y conducta. Las actitudes y la conducta son los dos campos en que el pastor trabaja.

6. En el consejo pastoral se le da más énfasis al presen­te y al consciente que al pasado y al inconsciente. En este aspecto el consejo pastoral difiere mucho del psicoanálisis. El psicoanalista trata en su mayor parte con las experien­cias pasadas de la persona y sus impulsos inconscientes. Cree que la persona puede ser entendida solamente en términos de su pasado y que el pensamiento consciente y conducta de uno se determinan por fuerzas inconscientes. El pastor no tiene la preparación, técnica y experiencia para hacer esta clase de trabajo. Por eso debe concentrar su énfasis sobre el presente y el consciente. Estas son dos dimensiones con las que él cuenta inmediatamente, y son las dos áreas en las que él está capacitado para trabajar. Este dominio está dentro del cuadro de la tradición cristia­na y de la teología cristiana.

El pastor consejero sabe que su consejo debe tener una dimensión divina. Sabe muy bien que el hombre es un ser espiritual cuyas necesidades espirituales sólo pueden ser atendidas por Dios. El pastor consejero consi­dera al hombre en su relación con Dios y ve al hombre en términos de valores eternos. Trata de traer al hombre den­tro de una verdadera relación con Dios. El pastor tiene una meta primordial y es que su feligrés, por sus consejos, llegue a un mejor entendimiento de la fe cristiana, y “a la medida de la edad de la plenitud de Cristo” (Efesios 4:13).



[1] Hamilton, James D., El ministerio del pastor consejero, Casa Nazarena de Publicaciones, 1979, wesley.nuu.edu

[2] PRINCIPIOS BIBLICOS DEL ARTE DE ACONSEJARL. J. Crabb, Crabb, L. J., Principios Bíblicos del Arte de Aconsejar, graciasoberana.com

[3] PRINCIPIOS BIBLICOS DEL ARTE DE ACONSEJARL. J. Crabb, Crabb, L. J., Principios Bíblicos del Arte de Aconsejar, graciasoberana.com
[4] Hamilton, James D., El ministerio del pastor consejero, Casa Nazarena de Publicaciones, 1979, wesley.nuu.edu

[5] Hamilton, James D., El ministerio del pastor consejero, Casa Nazarena de Publicaciones, 1979, wesley.nuu.edu

[6] PRINCIPIOS BIBLICOS DEL ARTE DE ACONSEJARL. J. Crabb Hamilton,
James D., El ministerio del pastor consejero, Casa Nazarena de Publicaciones, 1979, wesley.nuu.edu
Crabb, L. J., Principios Bíblicos del Arte de Aconsejar, graciasoberana.com

[7] PRINCIPIOS BIBLICOS DEL ARTE DE ACONSEJARL. J. Crabb Hamilton,
 James D., El ministerio del pastor consejero, Casa Nazarena de Publicaciones, 1979, wesley.nuu.edu
Crabb, L. J., Principios Bíblicos del Arte de Aconsejar, graciasoberana.com

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