Los Hechos de los
Apóstoles
Rev. Pieter J. Den
Admirant: pastor misionero que trabajó Los Hechos de los Apóstoles por años en
Chile
Hechos 4
1. (4,1-12) Un solo
nombre
Este capítulo es de muchos contrastes
. El primero de ellos es que los apóstoles predican
la salvación, algo bueno, pero que sin embargo es motivo para que sean
apresados por los sacerdotes. Los sacerdotes, el jefe de la guardia del templo
(probablemente la persona más importante después del sumo sacerdote) y los
saduceos, están muy indignados a causa de esta predicación que habla sobre la
resurrección de Jesús. Los saduceos son los más irritados de este grupo, puesto
que ellos no creían en la resurrección. Al día siguiente, Pedro y Juan tienen
que comparecer ante `el tribunal eclesiástico' judío para aclarar lo que ha
sucedido.
Ahora vemos un segundo contraste: mientras que los
apóstoles están presos, la Palabra de Dios no lo está; al contrario, ella se
encuentra obrando en la vida de una gran parte del pueblo, siendo cinco mil
personas las que ya creen en Jesús.
Al otro día, el sanedrín se reune. Este cuerpo lo
componían 71 personas: sacerdotes, ancianos (del pueblo) y escribas (fariseos),
juntos con Anás, Caifás, Juan y Alejandro (personas desconocidas) y todos los
que pertenecían a la familia de los sumos sacerdotes. Anás ofició durante los
años 6-15 d.C, y Caifás lo hizo en los años 17-36 d.C. Ellos sentados en un
semi- círculo (en tanto que Pedro, Juan y el hombre que había sido sanado en el
medio) exigen una explicación acerca del medio que habían usado para sanar al
hombre cojo. Entonces, Pedro comienza a hablar; pero lo hace lleno del Espíritu
Santo, ya que Él capacita a los creyentes para que puedan testificar de Jesús.
De esta manera se cumplió la Promesa del Señor Jesús, dada en Lucas 12,11.
Pedro, en su aclaración, señala también una
incongruencia en el comportamiento del sanedrín. ¿Por qué ellos (los apóstoles)
fueron llevados a este lugar? A los ojos del sanedrín es a causa de una maldad,
pero en realidad es con motivo de un beneficio hecho por los apóstoles,
beneficio realizado en el nombre de Jesucristo de Nazaret. Ahora su explicación
y defensa se convierte en una inculpación. El acusado por el sanedrín se
convierte en el acusador de ellos, porque éstos fueron los que crucificaron a
quien Dios resucitó de los muertos. Aquí, nuevamente nos encontramos con un
contraste: entre la forma de actuar de los líderes del pueblo de Israel, que
piensan servir al Dios mismo y la triste realidad de lo que hicieron.
Rimitiéndose a las palabras de las Escrituras (Salmo 118), Pedro enseña a los
escribas y demás líderes espirituales lo que ellos hicieron; se equivocaron
rotundamente al considerar a Jesús como piedra reprobada, siendo en realidad la
piedra cabeza del ángulo, es decir: la piedra principal o decorativa. Esta
piedra (Jesús) fue reprobada por ellos (en la crucifixión), pero honrada por
Dios (en la resurrección).
En ningún otro hay salvación, solamente en el
nombre de Jesús. Este nombre es exclusivo. Rechazar a Jesús es rechazar la
salvación eterna. Este nombre, sin embargo, es dado (por Dios) bajo el cielo,
en todo el mundo, a toda persona. Dado por Dios implica que este nombre es
suficiente para alcanzar la salvación. Si Dios ejecutó el juicio de nuestros
pecados sobre Él, entonces podemos tener la absoluta certeza de que Él no ejecutará
su juicio sobre nosotros, los que hemos creído en su Hijo Jesús.
* Aquella persona que
cree en Jesús, no debe temer el juicio de Dios; en cambio, el que lo rechaza,
ha de temer siempre el juicio de Dios que se avecina sobre los impertinentes.
2. (4,13-22) Cautivos o
liberados, pero nunca callados
El sanedrín se percata del `denuedo', la franqueza
con la cual hablan los apóstoles, quienes eran tildados como hombres del vulgo,
sin mucha educación; por lo tanto, los miembros del sanedrín se maravillan por
esto. Reconocían que era gente que había estado con Jesús. El hombre sanado,
quien también se halla presente, es una prueba irrefutable de la verdad dicha
por los apóstoles, aunque el sanedrín no quiere aceptar esta verdad.
Lo único que ellos pueden hacer por el momento es
amenazar a los apóstoles y prohibirles hablar la Palabra en el nombre de Jesús.
`Hablar' es en este capítulo un asunto de mucha importancia (véase los
versículos 1, 18, 20, 29, 31). La causa del encarcelamiento es porque los apóstoles
hablaron de Jesús, de esta manera son amenazados para que no hablen más en
"ese" nombre; sin embargo, no pueden dejar de hablar en el nombre de
Jesús; la iglesia pide al Señor poder para hablar con autoridad, lo cual
también reciben como respuesta a la oración. Los apóstoles no pueden dejar de
hablar acerca del Señor Jesús. Deben ser obedientes al Señor: ¿cómo pueden
ellos callar si Dios ha hablado tan fuerte por medio de las maravillas de
Jesús? Sería un crimen si ellos callaran y no anunciasen el único camino de la
salvación.
El sanedrín sólo atina a usar la amenaza como medio
de intimidación; esto lo hacen por dos razones: no pueden encontrar ningún
`crimen' en ellos; además, las personas del pueblo glorifican a Dios por lo que
han visto, de manera que están de lado de los apóstoles. La curación del hombre
cojo era una prueba reveladora de la verdad de la predicación de los apóstoles
relativa a Jesucristo.
* Callar acerca del
único camino de la salvación es un crimen. El denuedo para hablar de la salvación
podemos recibirlo del Espíritu Santo, en una estrecha comunión con Cristo.
3. (4,23-31) Reunidos en
la oración
Pedro y Juan, una vez despachados del sanedrín,
cuentan lo ocurrido a sus hermanos creyentes (`los suyos'). Ahora vislumbramos
algo del carácter de la primera iglesia. Ella, inmediatamente, en unidad y
concentrándose en el poder de la oración, lleva las dificultades delante del
Señor. Este poder era, y debe ser, la esperanza y la fuerza de la iglesia. En
este relato encontramos tres características:
a. Esta oración expresa que la soberanía de Dios
está por sobre cualquier circunstancia. En unidad alzan la voz, diciendo:
"Dios que hiciste el cielo y la tierra" (véase por ejemplo Salmo
146,6; la ayuda del Señor y la esperanza en Él están relacionadas con su poder,
146,5). Es importante que reflexionemos en la manera cómo invocamos el nombre
de Dios. El conocimiento de su poder nos da confianza en un mundo hostil al
evangelio.
b. Con palabras de la Escritura (Salmo 2) la
iglesia expresa la gran necesidad en la cual se encuentra. Lo notable es que
ella, en primer lugar, presenta la situación y la interpreta como una rebelión
contra Dios y Jesús su Ungido, el Mesías. Las amenazas se dirigen hacia Dios.
Esto provoca la urgente necesidad de oración. Para los creyentes, el honor de
Dios está en juego.
c. La iglesia no aspira por una vida más tranquila,
sino por la franqueza (denuedo) para pregonar la Palabra de Dios, y la
confirmación de esta Palabra a través de milagros y señales, a fin de que su
nombre sea glorificado.
Dios respondió en seguida a esta oración, con algo
real y tangible: el lugar en donde estaban reunidos tembló, y Jesús les llenó
nuevamente con su Espíritu, a objeto de capacitar aún más a su pueblo; y así,
pueda éste, hablar la Palabra de Dios con denuedo. Necesitamos constantemente
ser llenos del Espíritu Santo (Efesios 5, 18).
* Dios responde la
oración en la cual confiamos en su poder y apelamos a la honra de su nombre.
4. (4,32-37) amor
práctico
La vida de la primera iglesia se caracterizaba por
la unidad, y para su desarrollo espiritual se alimentaba de la sana doctrina;
esta iglesia estaba impregnada de una fe ardiente junto con un amor muy
profundo. Los apóstoles predican con gran esfuerzo la resurrección del Señor.
Lucas nos brinda una segunda descripción de la vida de la iglesia como
comunidad llena del Espíritu Santo (compare Hechos 2, 42-47). Su compañerismo y
generosidad se basaban en la profunda unidad que experimentaban ("de un
corazón y un alma"). El amor de Cristo, que se había entregado por ellos,
los motivó a compartir sus bienes. Nótese que Lucas elabora este tema de la
generosidad en el versículo 34 después de haber hablado de la predicación de
los apóstoles acerca de la resurrección del Señor Jesús; la fuerza de la resurrección
entonces se reveló en la vida diaria a través de un amor práctico, que trajo
como consecuencia la comunidad de bienes.
Por medio de este amor los miembros del cuerpo de
Cristo se sienten involucrados en el bienestar de sus demás hermanos. Este amor
era una dinámica de vida que ayudó grandemente en la extensión de la iglesia.
No reinaba en esta nueva comunidad el afán posesivo; la palabra `mío' había
sido erradicada de sus labios. La idea y convicción predominante es que todo
pertenece a Dios y que era su mandato que no debía existir pobres en medio de
su pueblo (Deut. 15, 4). Esta comunidad no existía bajo cohesión, era
completamente libre, encendida por el amor de Dios. Para darnos un ejemplo de
este amor tan inmenso, Lucas nos remite a las actividades de un hermano llamado
José, a quien los apóstoles pusieron el sobrenombre de Bernabé; este nombre
significa, "hijo de consolación", como una expresión clara de su
carácter, formado por el (fruto del) Espíritu Santo. Era levita, y aunque los levitas
como tribu no tenían herencia, como individuos sí podían adquirir propiedades,
lo cual hacían. El vendió una heredad y trajo el precio de ésta a los
apóstoles, con el propósito de repartir entre los pobres el dinero obtenido.
* La iglesia primitiva
se caracterizó por su unión, su predicación y preocupación por el bienestar de
cada uno de sus miembros. ¿Podemos decir lo mismo de nuestra iglesia?
Síntesis aplicativa de
temas importantes
1a. La Palabra del Dios
quiere ser silenciada, no obstante, por la gracia del Señor, ella alcanza su
objetivo: producir frutos de conversión.
Algunos líderes religiosos tratan de impedir que se
siga anunciando algo que ellos no aceptan: la resurrección de los muertos a
partir de la resurrección de Jesús. A pesar de esto, la semilla ya había sido
plantada; la Palabra había convencido a muchos de la verdad de Cristo. De igual
manera los creyentes han de confiar en que la Palabra, aun siendo resistida,
llevará frutos para la gloria de Dios.
1b. La autoridad y la
convicción para hablar de la obra de Cristo viene de ser llenos del Espíritu
Santo.
En la defensa de Pedro ante los líderes religiosos
de Israel, se cumplió lo dicho por Jesús acerca de la asistencia del Espíritu
Santo en los momentos difíciles (Lucas 12,11-12). El apóstol Pedro responde
estando lleno del Espíritu Santo; sus palabras no dejan lugar a la duda en
relación al poder de Jesús, aun es capaz de colocarse en una posición desde la
cual acusará el pecado de ellos ante Dios. La clave de su testimonio fue la
plenitud del Espíritu Santo. ¿Anhelamos esta plenitud para convencer a los
hombres de la verdad acerca de Jesús?
1c. En Jesús, Dios ha
revelado el secreto de su amor: el sacrificio de Cristo es la garantía de
nuestra salvación.
Si confiamos verdaderamente en el Redentor, podemos
tener la plena seguridad de que en el día del juicio final no nos espera una
sorpresa desagradable. Por otro lado: se debe predicar en todo el mundo a
Cristo, puesto que fuera de Él no hay salvación.
2. Cuando la autoridad
de una nación prohibe hablar de Cristo, entonces ya no le debemos obediencia a
ella en nuestra calidad de ciudadanos.
Los discípulos del Señor siempre mostraron respeto
a sus líderes. Sin embargo, cuando son obligados a callar la gran verdad del
anuncio de Jesucristo sólo pueden decir que tal petición es imposible de
cumplir, pues no pueden dejar de decir lo que han visto y oído. Además,
predicar es la orden de Dios.
3a. Aun en las mayores
dificultades, la iglesia nunca debe olvidar que ella pertenece al Dios
soberano, quien tiene el control absoluto de todas las cosas.
Ante la tenaz oposición la iglesia ora a Dios, no
en términos de angustia, sino de confianza. Nada puede escapar al control del
que es Señor Soberano y creador de todas las cosas. La forma en que oramos a
Dios, aun en los momentos difíciles, muestra si realmente conocemos al Dios de
la Escritura.
3b. Toda oposición en
contra de la proclamación del evangelio y de sus mensajeros, es en el fondo un
ataque directo en contra de Dios.
La primera iglesia interpreta la amenaza de los
hombres en contra de ella como una declaración de guerra en contra de Dios
mismo. Por tanto, ella no debe levantarse en una revuelta para defenderse, pues
Dios mismo lo hará; el honor del Señor está en juego.
3c. Lo que los creyentes
deben procurar en épocas de gran persecución es anhelar una mayor plenitud del
Espíritu Santo para seguir predicando.
Imitemos a la primera iglesia en este aspecto. Así
que mientras mayor sea la resistencia que encontremos como creyentes, tanto
mayor debe ser nuestra dependencia en el poder de Dios para continuar
anunciando a Cristo.
4. La vida de la iglesia
ha de estar caracterizada por un amor de orden totalmente practico.
El secreto del amor reinante en la primera iglesia
vino de lo Alto, siendo fruto del Espíritu Santo. Quizás no podamos
experimentar las mismas cosas milagrosas, sin embargo, debemos anhelar un amor
genuino y una vida consagrada y llena del Espíritu de Dios.
Hechos 5
1. (5,1-12) Ahora encontramos el primer rastro de
una mancha sobre la maravillosa vida de la joven iglesia. El primer ataque
satánico era la persecución, ahora el enemigo trata de destruir la iglesia
desde adentro, a través del orgullo y la imitación de la obra del Espíritu
Santo. El capítulo 5 comienza con la palabra `pero', indicando así un contraste
con lo mencionado anteriormente. Ananías (= Dios es misericordioso) y Safira (=
la linda) tratan de imitar a Bernabé (4,36,37) por medio de la venta de una
heredad. El asunto no es que este matrimonio no quiera traer todo el precio de
la heredad que ha sido vendida, sino que simula que lo que regala es el total
de la venta. La palabra `sustraer' (del precio) en el v.2 se halla también en
la traducción griega del A.T. en relación con la historia de Acán (Josué cp.
7), quien hizo algo parecido a lo realizado por este matrimonio. En ambos casos
hay un nuevo principio: Israel entró en Canaán para vivir allí en comunión con
Dios; la primera iglesia entró en comunión con Cristo. El pecado de esta pareja
fue la hipocresía, ellos fingieron servir enteramente a Dios, lo cual amenazaba
terriblemente la comunión de la iglesia con Cristo. Pedro describe este pecado
como: permitir a satanás (esta palabra significa: adversario de Dios) llenar el
corazón para mentir al Espíritu Santo. Tajantemente dice que esto es mentir al
Espíritu Santo, es procurar imitar el amor sin ser movidos por el amor; es
querer imitar el fruto del Espíritu Santo, aunque no es más que una muestra del
fruto del pecado y de satanás. Además, este engaño atenta contra la vida misma
de la iglesia, la que es obra del Espíritu Santo. En resumen, este penoso
proceder fue una `intoxicación' del aire puro del primer amor.
El castigo es terrible: la muerte para ambos. Es
por esta razón que un gran temor viene sobre todos los que oyeron este acontecimiento,
tanto dentro como fuera de la iglesia. Se ve que Dios no se deja engañar; a Él
le agrada una comunidad santa, de manera que a través de este castigo hace
evidente su molestia; este es un ejemplo para que los demás se den cuenta de la
trágica consecuencia que trae imitar la obra del Espíritu Santo.
Los jóvenes que ayudaban en la iglesia, se levantan
y envuelven a Ananías para luego ir a sepultarlo. Después de un lapso de 3
horas, Safira, su mujer, entra en el lugar de reuniones de la iglesia. Pedro le
pregunta si la heredad fue vendida en tanto, es decir, en el dinero que entregó
Ananías). Safira, que es conocedora de lo tramado por su esposo, responde
afirmativamente a Pedro. Ahora el apóstol enfatiza el acto de complicidad de
Safira con el pecado de su marido. Ambos tentaron al Espíritu Santo esperando
poder engañarlo. Por tanto, ella recibe el mismo castigo que unas horas antes
había recibido su compañero. ¿Por qué el Señor aplicó un castigo tan grave? Hay
que considerar que la iglesia vivía bajo la alta tensión del Espíritu Santo. El
castigo sobre esta pareja fue a la vez un acto de cuidado del Espíritu para que
la iglesia mantuviera la fe y el amor genuinos. Dentro y fuera de la iglesia se
produjo un gran temor. Se aumentó grandemente el respeto por el Dios santo,
quien es "muy limpio de ojos para ver el mal" (Hab. 1,13).
* A Dios le desagrada
mucho el pecado del engaño y de la imitación de la verdadera vida cristiana y
del verdadero amor. ¡Este pecado existe también hoy en día!
2. (5,12-16) Después del relato del engaño dentro
de la primera iglesia, Lucas nos sigue contando del progreso de ésta dentro de
la comunidad judía. Aunque nos informa que por la mano de los apóstoles se
hacían muchas señales y prodigios, en realidad estas manos no son más que los
instrumentos de Dios para ejecutar su misericordia. Lo que está sucediendo es
la respuesta a la oración de 4,30: "Mientras extiendes tu mano para que se
hagan sanidades, señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo
Jesús". Nuevamente (comp.Hechos 2,46) nos enteramos que los recién
convertidos se congregan unánimes cerca del templo. Se mantuvo la misma fe y el
mismo entusiasmo. La obra de Dios es tan evidente que "de los demás"
(personas del pueblo, es a saber, los no-creyentes) ninguno se atreve a
juntarse con ellos en el templo. Un temor santo produce esta distancia entre
los discípulos de Jesús y los demás, aunque también es probable que sea un
disimulado temor hacia el sanedrín. Sin embargo, el pueblo tiene bastante
respeto por los cristianos en general y en especial por los apóstoles. El temor
no impide que muchos se desprendan de la multitud y se adhieran a la iglesia.
Las señales eran para ellos una confirmación de la verdad del evangelio. La voz
pasiva del 5,14 (el texto literalmente dice: "Cada vez más, fueron
agregados a los que creían en el Señor) muestra que es el mismo Dios quien hizo
crecer su iglesia. Los apóstoles recibieron gran poder de Dios. Una muestra de
esto es Pedro, que por su sombra muchos fueron sanados. A causa de este
ministerio, el evangelio se dispersa: mucha gente de las ciudades vecinas se
dirige a Jerusalén llevando consigo a sus enfermos (de todo tipo de
enfermedad); el poder de Dios era suficiente para todos.
* Una iglesia poderosa
es una iglesia unánime y llena del Espíritu
Santo. Tal iglesia tiene
fuerza de atracción y crecerá por la gracia de Dios.
3. (5,17-25) Lucas describe no sólo el crecimiento
de la iglesia a través del evangelio y las curaciones, sino también en qué
medida aumentó la oposición contra ella. Podemos decir: la oposición es parte
del crecimiento de la iglesia; de este modo, Dios la fortalece. La oposición,
en este contexto histórico, proviene, sobre todo, de parte de los saduceos;
éstos se encuentran alarmados por la gran influencia de los apóstoles, que
constantemente están enseñando en el templo. Por tal motivo se llenan de celo,
de enconada envidia. Es notorio para ellos que con esta nueva comunidad, la
iglesia, algo sucede; no se dan cuenta que ella se llenó del Espíritu Santo. A
causa de este celo, los líderes religiosos encarcelan a todos los apóstoles.
Estos últimos, sin embargo, se gozan en el cuidado de Dios, quien por medio de
un ángel les libra de la prisión en la que se hallaban. Lucas hace mención en
este libro de tres acontecimientos que bien podríamos llamar `liberaciones
milagrosas'; una es la que vemos en este pasaje, las otras se hallan en 12,6 y
16,24. Esto nos dice que nadie, por muy fuerte que sea, podrá detener el avance
del evangelio, porque el brazo de Dios es suficientemente poderoso para abrir
hasta las puertas más cerradas de las cárceles. El ángel les anima para que
sigan predicando el evangelio. El ángel se refiere a este mensaje, llamándolo
"las palabras de esta vida". Jesús es la vida, también el camino
hacia la vida: la comunión con el Señor. En Hechos 3,15
, Pedro llama a Jesús el Autor de la vida. Notemos
que aquí dice, " esta vida" (véase también 13,26), lo que
significa que la vida y la salvación están muy cerca. Sin embargo, la orden de
predicar de "esta vida" es un mandato muy peligroso: es ir a la boca
del lobo. No obstante, a través de la liberación de la cárcel los apóstoles son
renovados en sus fuerzas. Esa liberación fue una bendición magnífica para
ellos, pero una enorme confusión para los saduceos. Por lo tanto el sanedrín se
reune de inmediato, puesto que se asustan demasiado al oír de la liberación de
los apóstoles. Se encuentran totalmente confundidos por lo que ha sucedido; tal
confusión crece aún más al oír que aquellos apóstoles están predicando
nuevamente al pueblo.
* La oposición contra la
iglesia no pudo evitar el crecimiento e influencia del evangelio. Al contrario:
Dios entregó nuevas fuerzas, siendo los ánimos renovados.
4. (5,26-42) Estando en graves aprietos, el
sanedrín somete a los apóstoles a un interrogatorio. Es el sumo sacerdote y uno
de los líderes principales de los fariseos los que toman la palabra. El sumo
sacerdote les recuerda que ellos (los miembros del sanedrín) habían prohibido
estrictamente enseñar en "ese nombre"; él utiliza 2 veces la frase
"ese nombre", evitando así mencionar el nombre de Jesús. Asimismo
reprocha a los apóstoles, ya que éstos les acusan por la muerte de Jesús; y si
esto continúa, ellos, los líderes religiosos, se verían envueltos en acusaciones
que atentarían contra su honra religiosa.
Pedro responde diciéndoles que la obediencia a Dios
de ningún modo puede ser truncada por la prohibición expresa de los hombres.
¡Predicar en el nombre de Jesús es una necesidad divina! (véase Hechos 4,12).
Al igual que en anteriores discursos, Pedro, también en éste, se convierte en
atacante en vez de defensor. Su ataque, sin embargo, contiene un llamado al
arrepentimiento para los líderes de Israel. Ellos mataron a Jesús; buscaron la
manera más humillante de hacerlo, colgándole en un madero como el más vil de
los criminales. Pero Dios exaltó a Jesús, sentándole a su diestra; todo con un
propósito: dar a Israel arrepentimiento y perdón de los pecados. Notemos que
Pedro predica el arrepentimiento no sólo como un mandato de Dios que hay que
cumplir, sino también como una oferta para alcanzar el perdón de los pecados.
Esa es la invitación: Dios mismo puede darles el arrepentimiento; Él puede
otorgarles el cambio de los pensamientos con respecto a Jesús, de modo que
comprendan que Él es Salvador, y no un engañador como querían hacer creer al
pueblo los líderes religiosos de la nación judía.
Los apóstoles, al igual que el Espíritu Santo, son
testigos de la persona y obra de Cristo. Es por medio del Espíritu que los
discípulos predican en el nombre de Jesús; por tal razón, para recibir al
Consolador es necesario obedecer a Dios: creer en Jesús como el único camino a
la salvación. Al predicar tan franca y decididamente, provocan el odio del
sanedrín, odio que sólo busca la muerte de los apóstoles de Cristo. Gamaliel,
un rabino con mucha autoridad, lo impide, indicando otros ejemplos de líderes
que al final resultaron ser unos embusteros; la influencia de éstos se detuvo
por sí sola.
[1] Pero
si esta concurrencia en torno a Jesús es de Dios, dice Gamaliel, es peligroso
atacarla; en cambio si es de los hombres no hay por qué alarmarse, pues al
final se desvanecerá. Así los apóstoles reciben la libertad, pero la reciben
bajo intimidación a través de latigazos y una nueva prohibición expresa a no
decir nada en el nombre de Jesús. El resultado fue que los apóstoles se gozaron
de haber sido tenidos por dignos de padecer tribulación por causa del Nombre de
Jesús. Hicieron literalmente lo que Él dijo en el sermón del monte: gozarse aun
cuando tenían que sufrir vituperio y persecución por la causa de Jesús (Mateo
5,11-12). Nadie pudo detenerlos; simplemente continuaron su obra, predicando a
Cristo en todo lugar (templo y hogares) y en todo momento.
El ataque satánico no logró su fin. La fortaleza
del Señor es suficiente para soportar cualquier sufrimiento.
* Sólo aquel que
comprende plenamente (por el Espíritu Santo) el sacrificio de Jesús, está
dispuesto a sufrir por Él.
Síntesis aplicativa de
temas importantes
1a. Intentar imitar el
amor que es fruto del Espíritu Santo, es una amenaza para la iglesia.
Es fingir algo que no existe, y, además, alabarse a
sí mismo en vez de honrar a Dios. La muerte inmediata (en el caso de Ananías y
Safira) fue un castigo de Dios, pero también una protección para salvaguardar
la santidad de la iglesia y el amor genuino. Si en nuestros días no vemos algo
semejante, podemos pensar en dos razones, ambas bajo la cobertura de la soberanía
de Dios: la iglesia vive en tal grado de santidad que no necesita de una medida
tan fuerte, o ella está viviendo en tal indiferencia hacia la santidad de Dios
que es innecesario tomar una medida como la mencionada en este capítulo.
Debemos decir además que si una iglesia vive en la plenitud del Espíritu Santo,
también se manifestará en ella la santidad de Dios, quedando al descubierto los
pecados de muchos.
1b. Si nuestra
participación en la iglesia es alimentada por motivos egoístas y malignos,
estamos cometiendo un grave delito: pretender engañar a Dios.
El matrimonio formado por Ananías y Safira busca
ganarse un puesto dentro de la comunidad de creyentes, y no hallan una mejor
manera de hacerlo que siendo reconocidos como muy piadosos, sin apegos por este
mundo materialista. Todas sus intenciones nacen de la obra de Satanás en sus
vidas. Pasaron por alto la santidad y la potencia de Dios que todo lo ve y lo
sabe. Tarde o temprano toda intención torcida, toda hipocresía oculta, saldrá a
luz. Por tanto, si buscamos un lugar dentro de la iglesia, cualquiera sea éste,
preguntémonos cuáles son las motivaciones que nos mueven a actuar.
2. Dios en su soberanía
entregó los milagros para la extensión de su reino.
Si los milagros tienen otro fin, por ejemplo, la
gloria de la persona que pretende ser instrumento de Dios, de inmediato pierden
su sentido. Si un milagro no conduce a una persona hacia Jesucristo, entonces
tal milagro sólo fomentará la propaganda humana.
3-4. Dios no sólo puede
dar gozo en medio del sufrimiento y la oposición contra el evangelio, sino que
también es capaz de hacer crecer la iglesia a través de ellos.
La iglesia ha tenido que enfrentar, a lo largo de
su historia, grandes ataques que parecían hacerla tambalear, o amenazaban su
existencia. Pero contra toda oposición, Dios como poderoso gigante la ha guiado
por los valles de sombra de muerte, para al final del camino abrirle la puerta
gloriosa de la victoria. El Señor ha torcido la maldad, convirtiéndola en un
instrumento para el avance constante de su iglesia.
4. Confrontar a los
hombres con su pecado de rechazar a Jesús, es a la vez un llamado al
arrepentimiento.
Los apóstoles son llevados al concilio a declarar
el por qué continúan predicando en el nombre de Jesús, si antes ya se les había
prohibido hacer esto. Nuevamente es Pedro el vocero, quien al hablar no se
disculpa, sino que por el contrario afirma que la obediencia a Dios es lo
primero: Dios quiere que se predique el evangelio. Otra vez los líderes
religiosos son acusados de matar a Jesucristo, el Mesías. Pero esta acusación
no busca arruinar a los hombres, sino hacerles comprender que a pesar de su tan
grave pecado, Dios les está llamando al arrepentimiento para que reciban así el
perdón de los pecados. Al predicar de Cristo no debemos temer confrontar con su
pecado (de rechazar a Jesús) a los hombres; pero tampoco debe ser nuestro deseo
llegar sólo hasta ahí, es necesario luego conducir al arrepentimiento que lleva
a la vida eterna.
Hechos 6
1. (6,1-7) Cuando una iglesia crece, también es
probable que crezca la cantidad de problemas en ella. El crecimiento de la
iglesia, o mejor dicho, el crecimiento de la Palabra (v.7), es el tema
principal de los Hechos de los apóstoles. Lucas nos habla de algunos peligros
que amenazan este crecimiento. El primero de ellos fue la detención de los
apóstoles (Hechos 4: Pedro y Juan; Hechos 5: todos los apóstoles); el segundo
peligro, el engaño de parte de Ananías y Safira. Sin embargo, Dios solucionó
estos problemas, otorgando un mayor denuedo (franqueza) para predicar y
castigando terriblemente a Ananías y Safira, lo que produjo un gran temor sobre
todos. Ahora nos enteramos de otro peligro, nuevamente interno: murmuración de
los griegos (judíos de corriente helenista) contra los hebreos. La murmuración
es muchas veces una práctica fatal, como sucedió en el desierto con el pueblo
de Israel. La murmuración puede desembocar en sentimientos de odio y
separación.
El problema se debió a que las viudas del sector
griego de la iglesia eran desatendidas en la distribución diaria. Esto puede
significar que aquellas viudas no recibieron comida, o bien, no podían
participar en la repartición de ella. Era claramente un problema de idioma; no
era una disposición de los apóstoles de pasar intencionalmente por alto a las
viudas griegas. En realidad el problema era producto de una perturbación en la
comunión; además, los apóstoles corrían el gran peligro de abandonar sus tareas
principales: la oración y el ministerio de la Palabra, la predicación.
Considérese que aquí, en esta situación un tanto
incómoda, están en juego los cuatro rasgos distintivos de la vida eclesiástica
según Hechos 2,42: la doctrina, la comunión, el partimiento del pan y las
oraciones. La necesidad de una solución al problema tenía una perspectiva muy
espiritual: los apóstoles no querían abandonar su tarea más esencial. Al mismo
tiempo la solución era de un orden práctico: designar a siete hermanos para que
fueran los encargados de realizar este trabajo de distribución. De esta manera
se habla de una diferenciación en los quehaceres de la iglesia. En su propuesta
práctica, los apóstoles no olvidan el lado espiritual; los requisitos para
aquellas personas no sólo era su capacidad administrativa, sino también sus
cualidades espirituales: varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo
y de sabiduría, a fin de que la iglesia no se vea debilitada de ninguna manera.
La sugerencia de los apóstoles agradó a toda la
hermandad; ésta hizo su selección, siendo de origen griego los nombres de todas
las personas designadas. Esto significaba que por lo menos la mayoría de ellos
eran judíos de la diáspora. Esta fue una elección sabia, puesto que los
elegidos podían atender, sin mayor dificultad, a las personas de habla griega.
Así se mantuvo la unidad de la iglesia.
A partir de este pasaje no nos es posible afirmar
que vemos aquí una clara alusión a la institución ministerial de los diáconos
(los siete hombres formaban un grupo bien especial en aquellas circunstancias);
empero, sí podemos aprender de este pasaje mucho acerca del ministerio diaconal
de la iglesia, cuyos propósitos son apoyar en las áreas de necesidades físicas
y materiales, a fin de mostrar algo del reino de Dios y de su misericordia.
La iglesia se vio amenazada por un gran peligro, no
obstante, a través de la sabiduría del Espíritu Santo, ella alcanzó la
victoria. Esto fue evidente en el hecho de que la Palabra del Señor (es decir:
su influencia) crecía nuevamente y el número de los discípulos se multiplicaba
en Jerusalén; aun entre los sacerdotes, muchos de ellos obedecieron a la fe y
al mandamiento del Señor, creyendo en su Hijo.
* Gracias a la sabiduría
del Espíritu Santo podemos solucionar las dificultades que se presentan en el
camino y que amenazan la vida espiritual de la iglesia.
2. (6,8-15) Lucas enfoca, otra vez, la atención
hacia el surgimiento de una nueva oposición en contra del evangelio; esta vez
no se dirige en contra de los apóstoles, pues luego de dos interrogatorios era
un tanto difícil sujetarles a uno nuevo. La oposición centra ahora su ataque en
Esteban. No tenemos que olvidar el marco contextual en el cual Lucas coloca
esta historia, es decir: el crecimiento de la Palabra. Las persecuciones que
estallarán después de la muerte de Esteban, provocarán un incremento cada vez
mayor en la iglesia, esto debido a la dispersión de los creyentes (véase cap.
8,1,4; 11,19).
Es muy probable que Esteban fuera un judío de la
diáspora, y por tanto, al estar menos apegado al templo, pudo sacar con mayor
facilidad algunas conclusiones de la enseñanza de Jesús. En el momento en que
se supo que él pertenecía a una sinagoga de los judíos extranjeros, al instante
experimentó una férrea oposición proveniente de su propia base sinagogal. Lucas
hace mención de las siguientes sinagogas: de los libertos (siervos dejados en
libertad por Roma), de los de Cirene (la capital de Libia en el oeste de
Egipto), de Alejandría (ciudad importante en Egipto) y de Cilicia (en el
sur-oeste de Asia Menor).
Esteban era un hombre lleno de sabiduría y del
Espíritu Santo. Éste, a través del poder de Dios, hizo grandes milagros,
predicando con inusitado fervor la Palabra de Dios. Nadie podía resistir a esta
sabiduría y al Espíritu (Santo) con que hablaba.
Por motivos de celo, usando la religión como
excusa, acusaron a Esteban; esto lo ejecutaron a través del soborno:
contrataron a unos para que mintiesen sobre lo que Esteban predicaba, como si
lo que él anunciaba eran blasfemias contra Moisés, contra Dios, y, según el
v.13, también contra el templo. No podemos decir con seguridad en qué consistía
la enseñanza de Esteban. Sin embargo, es muy probable que él sacara
conclusiones de las enseñanzas de Jesús; de manera que no sólo predicaría sobre
el juicio al templo, sino que también, aludiendo al sacrificio de Jesús, diría
lo innecesario que era el templo y su culto para adorar a Dios. Su enseñanza
concerniente a Moisés, la que malignamente se tildó de falsa, puede haber sido
el que Cristo fuera el fin de la ley; enfatizaría que la ley ceremonial fue
cumplida por Jesús en cuanto a los sacrificios y rituales, y por lo tanto el
que ha conocido la libertad en Cristo no puede vivir como si debiera cumplir
los mandamientos de la ley para ser salvo.
Posteriormente, Esteban fue capturado y traído al
concilio (= el sanedrín). A pesar de estas falsas acusaciones, todos tuvieron
que darse cuenta de que el rostro de Esteban (quien fue acusado de blasfemia)
brillaba como el rostro de un ángel. Sin duda él fue lleno con el Espíritu
Santo, por cuya obra estuvo íntimamente en la presencia de Dios.
* Satanás realiza
grandes esfuerzos para poder destruir la obra de Dios. No obstante, consigue lo
contrario. Dios está con su iglesia, la guía y la preserva.
Síntesis aplicativa de
temas importantes
1a. El Señor protege y
mantiene firme a su iglesia.
Siempre existirán peligros, tanto externos como
internos; en los primeros, la persecución y la oposición; en los segundos, el
engaño y la murmuración. Necesitamos la luz del Espíritu de Dios para
distinguir los peligros en forma inmediata. Él quiere guiar a la iglesia en
toda la verdad y mantenerla firme en la fe y en el amor. Él dio a los apóstoles
sabiduría para solucionar los problemas concernientes a la organización de la
iglesia. Hoy en día la iglesia se halla muchas veces debilitada por no
discernir los peligros y por carecer de una búsqueda y celo de la comunión
entre los creyentes. Mas cuando acudamos al Señor con nuestras culpas,
divisiones, falta de amor y sabiduría para tratar los problemas, seguramente Él
nos responderá.
1b. Es importante que
haya asignaciones de trabajo dentro de la iglesia; de ese modo todos los
aspectos dentro de ella son atendidos y adquieren importancia.
El ministerio diaconal tiene gran relevancia por su
atención a los grupos olvidados, tanto para evitar la murmuración, como para
brillar en un mundo oscuro. Es justamente este aspecto (el cuidado de los
grupos olvidados) el que ejercía una gran fascinación al ambiente no cristiano.
1c. Siempre, en
cualquier actividad de la iglesia, es importante buscar a personas con una vida
consagrada al Señor.
Si abandonamos este aspecto, debilitaremos la vida
de la iglesia. A veces tendemos a exigir santidad de vida de acuerdo a las
responsabilidades, pero de esta manera olvidamos que cualquiera sea el papel
que un hermano desempeñe en la iglesia necesita de una vida consagrada al
Señor. No sólo necesitan ser llenos del Espíritu Santo los ministros, sino
también los diáconos o cualquiera que quiera ser considerado como siervo de la
iglesia. Debemos ser llenos del Espíritu Santo no sólo para predicar, sino
también para servir. La marca de un creyente lleno del Espíritu son su buen
testimonio, la sabiduría con la que se desenvuelve y la fe viva en el Señor
Jesucristo (ver vv.3 y 5).
1d. La iglesia debe
conocer, respetar y animar la verdadera labor de sus ministros: la oración y la
predicación de la Palabra.
En muchos sectores de la iglesia podemos ver cómo
la causa de que la vida espiritual de los ministros se debilite se debe a la
incomprensión de la propia congregación al no valorar ni comprender el trabajo
de un siervo del Señor. A menudo el pastor debe cumplir por obligación (a veces
es culpa del pastor) ciertas tareas que, si bien son necesarias, otros hermanos
podrían llevarlas a cabo. El ministro no es un `sabelotodo' ni un `hacelotodo';
él fue encomendado por Dios para la realización de una función específica:
predicar el evangelio, buscando la excelencia en ello, y consagrarse al Señor
en una búsqueda espiritual, ferviente en oración.
2a. No era la valentía
de Esteban sino el poder del Espíritu Santo quien obró y por cuya obra pudo
testificar, pese a las falsas acusaciones que hubieron en su contra.
Parte de la iglesia actual pasa por las mismas
circunstancias y experimenta la misma fuerza. Gran parte, sin embargo, tiene
toda la libertad para profesar su fe en Cristo. Es por eso que necesitamos aún
más la iluminación y el poder del Espíritu para discernir los peligros de
comodidad, materialismo y un cristianismo sin ningún costo, a fin de poder
resistirlos. No obstante, es el mismo Espíritu quien es capaz de fortalecernos
en la fe y protegernos contra los peligros.
2b. Un creyente lleno
del Espíritu Santo discutirá un asunto con absoluta sabiduría, porque es guiado
por el Espíritu.
Debemos imitar a Esteban, pues éste era imitador de
Cristo. Este siervo de Dios hablaba la Palabra con denuedo, siendo dirigido por
el Espíritu Santo. Su celo por el Señor no era irascible, sino que lleno de
sabiduría. No era el conocimiento de Esteban (aunque ciertamente lo tenía),
sino la obra del Espíritu Santo en él, que lo hacía un hombre sabio en la
discusión de asuntos teológicos, al cual era imposible rebatir. Creemos que el
deseo de Esteban no era humillar a los hombres que discutían con él, sino
lograr que ellos pudieran llegar a tener fe y comunión con Jesús.
Hechos 7
En este pasaje vemos cómo Esteban, a través de un
discurso lleno del Espíritu Santo, se defiende de las acusaciones que le
hicieron sus adversarios. Al igual como en los discursos de Pedro, la defensa
de Esteban se convierte en un ataque.
Esteban muestra en su exposición dos argumentos:
1. Dios, a lo largo de la historia, ha levantado
libertadores al pueblo; sin embargo, éstos han sido rechazados por el mismo
pueblo, quien durante gran parte de su existencia como nación estuvo en abierta
desobediencia a la ley de Dios. La aplicación de lo precedente es clara, pues
lo mismo ocurre ahora: se rechazó a Jesús el Mesías y a sus siervos.
2. En su peregrinaje por el desierto, Israel giró
religiosamente en torno al tabernáculo; y posteriormente, una vez asentados en
Canaán, en torno al Templo de Salomón. Sin embargo, este pueblo incurría
constantemente en idolatría; además, cometía el gran error de pensar que Dios
pudiera vivir en un edificio construído por el hombre. Por otro lado, el templo
no era necesario para la verdadera adoración.
Estos temas surgen en relación a las acusaciones
contra Esteban. En vista de esto, podemos distinguir dos intenciones:
a. refutar las acusaciones, y
b. acusar a los judíos por su consciente rechazo
del Mesías.
Al mismo tiempo, Lucas nos aclara que cuando los
judíos rechazan al Mesías, el evangelio traspasa los límites nacionales para
ser predicado a los gentiles. En este sentido la historia de Esteban es una
historia de transición: de Jerusalén hacia toda Judea, y de ahí a Samaria y las
naciones.
1. (7,1-16) Esteban comienza con la perspectiva
histórica de los patriarcas. A través de esta historia aclara que Dios bendijo
a su pueblo grandemente, aun cuando éste no le escuchó a Él. Así pone en
evidencia la fidelidad de Dios, la elección divina de Abraham y de Israel. Por
lo tanto, en su viaje histórico, Esteban vuelve al pasado tan lejos como le es
posible: a Mesopotamia. En este tiempo Abraham (y en él, Israel) no tenía
herencia territorial. Todo vino como dádiva de Dios. Esteban enfatiza la
iniciativa de Dios en el llamado de Abraham; Dios le prometió librar su
descendencia de una tierra ajena, en la cual sufrirían de servidumbre y malos
tratos durante 400 años; Dios le entregó a Abraham el pacto de la circuncisión.
Pero inmediatamente, desde el principio, se manifestó el pecado de rechazo en
la descendencia de Abraham. Los patriarcas, los hijos de Jacob, vendieron a
José movidos por envidia. Observemos la ironía de Esteban al mencionar este
hecho. La envidia jugó un papel importante en la muerte de Jesús, y ahora este
mismo sentimiento de maldad es dirigido contra los apóstoles (5,17) y también
contra Esteban; de este último se nos dice que "no podían resistir a su
sabiduría".
La manera en que Esteban cuenta la historia deja ver
que tanto José como Moisés eran `tipos' de Cristo: ambos fueron rechazados por
sus familiares y su pueblo; ambos fueron usados para liberar al pueblo.
Los patriarcas murieron y fueron sepultados, pero
Dios mantuvo su promesa.
* Dios tomó la
iniciativa llamando a Abraham y cuidando a su pueblo. Su fidelidad avergüenza
la maldad de los hijos de Jacob, de aquel entonces y de ahora.
2. (7,17-43) Estos versículos nos relatan la
historia de Moisés. El pueblo crecía en gran manera, pero luego fue duramente
oprimido por un nuevo faraón; fue durante este período que nació Moisés. Dios
estaba cumpliendo su promesa. Moisés fue agradable a los ojos de Dios (una
mejor traducción es, "que él era lindo a los ojos de Dios"). Dios lo
eligió para ser libertador de su pueblo. El Señor lo protegió, y en su
providencia permitió que Moisés recibiera educación en una de las mejores
instancias educacionales de la época con el fin de llegar a ser un buen líder
de su pueblo. La sabiduría de los egipcios, en las manos de Dios, llegó a ser
muy útil para Moisés.
Aunque Moisés no debía ejercer como líder sin la
señal y el permiso de Dios, el pueblo no comprendía que Dios les daría libertad
por mano suya. No obstante, debió experimentar el mismo rechazo que sufrió
José, y que años más tarde sufrió Jesús. Temiendo Moisés el castigo del faraón
tuvo que huir a Madián. Dios, transcurridos cuarenta años, lo llamó y lo envió
al mismo pueblo que le había rechazado, Israel; esta vez, para ser su
gobernante y libertador. Esteban desarrolla de este modo la historia para que
sea manifiesto que lo mismo sucedió con Jesús: fue rechazado por el pueblo,
pero exaltado por su Padre para ser Salvador y Señor. Moisés libró al pueblo de
Israel mediante la mano del ángel del Señor, ya que Él estaba con él.
Los judíos reprocharon a Esteban por colocarse en
contra de las costumbres que Moisés entregó, (6,11 y 13), sin embargo, los
mismos judíos no aceptaron a Moisés. Tampoco aceptaron sus palabras con
respecto al Mesías, que declaraban que Dios levantaría un profeta, a quien se
debía obedecer (Deut. 18,15
). Esteban dice, conforme a la tradición judía, que
por medio de un ángel recibió Moisés la ley. Empero, aunque Moisés recibió un
privilegio tan elevado, los judíos no le obedecieron. Al hacer dioses visibles,
Israel, en su corazón, volvió a Egipto con su religión visible. Esto implica
que Israel no quiso ser salvo a la manera de Dios; también ahora una gran parte
de Israel no quiere recibir salvación por medio de Jesús, el Señor de Israel.
En aquel entonces, el pueblo de Israel hizo en el desierto un becerro y ofreció
sacrificio al ídolo y en las obras de sus manos se regocijó. Dios respondió a
la idolatría del pueblo entregándolo a este culto a los ídolos. Con palabras
del profeta Amós, Esteban enfatiza que Israel en el desierto no sirvió a Dios,
sino a los astros; en el fondo sirvió a sus propias creaciones: la obra de sus
manos. El Espíritu Santo, por medio de las palabras de Esteban, da aquí a las
palabras de Amós un significado con un matiz de diferencia: en Amós, la
pregunta: "¿Me ofrecisteis víctimas y sacrificios en el desierto?"
espera que la respuesta sea `no', porque lo más importante del servicio a Dios
no fue ofrecer sacrificios, sino servir a Dios de corazón; aquí en boca de
Esteban estas palabras significan: `no', ya que ustedes sirvieron a otros
dioses". En el texto del profeta Amós no se busca decir que Israel llevó
(tantos) dioses; sin embargo, acá Esteban quiere declarar que el pueblo, ya en
este tiempo, llevaba otros dioses consigo. Por lo tanto el castigo era
inevitable, el propio pecado lo hacía necesario: el exilio a Babilonia.
* Servir a otros dioses
o no aceptar al Hijo de Dios, es en el fondo lo mismo.
3. (7,44-53) Ahora Esteban orienta su exposición al
tema concerniente al templo; esta era la otra acusación en su contra:
"Este hombre no cesa de hablar palabras blasfemas contra este lugar
(6,13)". Esteban muestra que en el principio Israel no tenía templo, sino
el tabernáculo del testimonio, es decir: una humilde carpa, nada más. El anhelo
de tener un templo, sólo nació en los días de David, para luego ser
materializado en los días de Salomón. En realidad el templo es una casa
construída por la gente para Dios, pero no es una casa en la que Dios se deja
encerrar. Una vivienda terrestre no puede aprisionar a Dios, como Esteban
claramente dice con una cita de Isaías 66. Dios es el Altísimo. Este nombre
acentúa tanto la majestad de Dios como la distancia entre Él y el templo.
Aunque Esteban no rechaza el templo, sí relativiza su significado. Ahora Esteban
aplica la historia de Israel a sus oyentes. Con palabras de los profetas les
acusa, diciendo: "Duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos!
Vosotros resistís siempre al Espíritu Santo". La generación a la que se
enfrenta Esteban procede de la misma manera como la anterior, y aún peor:
aquella, mató a los profetas que anunciaron al Mesías; ésta, dio muerte al
Mesías mismo. La anterior, rechazó la ley de Dios; ésta, sigue haciendo lo
mismo.
* Gran parte de Israel
rechazó a quien fue el cumplimiento de las promesas de Dios y el verdadero
templo: Jesús. Él debe ser el centro de nuestro servicio a Dios.
4. (7,54-60) "Oyendo estas cosas".
Probablemente los líderes religiosos interrumpieron el discurso de Esteban. A
éstos les rechinaron los dientes y sus caras se demudaron por la furia. El
rostro de Esteban, sin embargo, brillaba. Lleno del Espíritu Santo, él vio la
gloria de Dios y a Jesús que estaba a la diestra de Dios. En sus últimos
momentos no muere en las tinieblas, sintiendo el mismo abandono que sintió
Jesús en la hora de su muerte. Esteban contempla a Jesús a la diestra de Dios;
esto significa que Él resucitó y participa en la gloria de Dios como lo había
dicho al sanedrín (Lucas 22,69); desde su trono de gloria ayuda a Esteban a
pasar por esto momentos. Pero los líderes no quisieron oír las palabras de
Esteban, se taparon los oídos y le echaron fuera de la ciudad para apedrearlo;
le aplicarían el castigo correspondiente a la blasfemia. El primer testigo
(normalmente) ponía a la persona boca abajo, el segundo lanzaba una piedra,
otros lo harían después si era necesario. Al igual que Jesús, Esteban dijo:
"Señor (Jesús) recibe mi espíritu". Lleno del amor y del Espíritu de
Cristo, clama por perdón para sus verdugos, compare Lucas 23,34.
* Por medio del amor de
Cristo podemos responder al odio con amor.
Síntesis aplicativa de
temas importantes
1. La iniciativa de Dios
para formar un pueblo para sí, es una elección no influenciada por la virtud
del hombre, sino por su soberana gracia y voluntad.
Al parecer, los judíos habían perdido de vista el
horizonte de la elección de Dios, cayendo en un orgullo que era fatal para su
afirmación como pueblo del pacto. Dios apareció a Abraham, y no éste buscó a
Dios. Así el pacto de Dios con Abraham y sus respectivas promesas nacen sólo de
la voluntad del Señor. Si pasamos por alto este maravilloso aspecto de la
elección, podríamos caer en orgullo, pensando que Dios vio algo en nosotros que
nos hizo merecedores de la salvación.
1-3. Si Dios ha sido
fiel a su promesa dada a los patriarcas -la cual fue cumplida en Jesús-
entonces es inexcusable e injustificable la incredulidad.
La historia de Israel demuestra la iniciativa llena
de gracia de parte de Dios; y por otro lado, el rechazo constante de parte de
su pueblo. Se rechazó a José, a Moisés y ahora a Jesús, de quien Moisés había
hablado. Además el pueblo se postró ante otros dioses, lo que en definitiva fue
la causa del cautiverio. Conclusión: nunca Israel (que es un espejo de todos
nosotros) sirvió fielmente a Dios.
2a. La vida de José y
Moisés sirven como tipos de Cristo: ellos fueron rechazados, pero en las manos
de Dios eran el instrumento para traer salvación a los suyos.
José fue vendido por envidia, pero luego fue el
instrumento para dar vida al pueblo de Israel; asimismo Moisés, quien siendo
rechazado en un principio por su pueblo, luego fue constituido por Dios como
gobernador y libertador de su pueblo. De igual manera aconteció con Jesús: Él
fue rechazado por los suyos, pero exaltado por Dios para ser Señor y libertador
de su pueblo.
2b. La historia de
Israel en el desierto, muestra la constante infidelidad del pueblo y su
desprecio a la Palabra de Dios.
Esteban dice que desde un principio la Palabra de
Dios fue desatendida por el pueblo; los israelitas libertados de Egipto, en
realidad no habían salido de allí: sus corazones aún estaban en Egipto y en sus
prácticas pecaminosas e idólatras. ¿Es posible que gran parte de una iglesia
viva añorando las cosas de este mundo concerniente al pecado?
La desobediencia a la Palabra de Dios todavía
persistía en Israel, pues al no creer en Jesús no obedecía a las palabras de
Moisés, el cual habló acerca de Él. Nosotros que conocemos el cumplimiento de
las promesas de Dios en Jesús, ¿obedecemos realmente a Jesús?
3. Pretender encerrar a
Dios en un lugar físico es un vicio humano que limita el poder de Dios, o bien
quiere manipularlo.
El Templo, en vez de convertirse en el lugar para
adorar al único y verdadero Dios, se transformó en el palacio en donde el
Eterno pretendió ser encerrado por los hombres. Es verdad que los creyentes
necesitamos un lugar en donde reunirnos, y Dios, en su soberanía, puede
otorgárnoslo. Sin embargo, a veces es tanto el énfasis que se le da a este
lugar físico que se pierde de vista la obra de Cristo (como hicieron los
judíos), dándoles propiedades salvíficas el nunca faltar a aquel lugar, y
también reduciendo la gloria de Dios que llena toda la tierra a un espacio
limitado.
4a. El que no ama a
Jesús se llena de enojo cuando es confrontado con su pecado.
Cuando Esteban acusa a los judíos del pecado de
rechazar y matar a Jesús, enseguida es víctima de un odio que sólo busca
matarle. Estos judíos no querían la salvación por medio de Jesucristo; mucho
menos soportarían que se les acusase de pecadores. Asimismo encontramos que
existe mucha gente religiosa que cuando se les muestra lo errado de su camino
de salvación se enfurecen contra nosotros, ya que en el fondo, aunque lo
afirman, no conocen a Jesús, ni quieren la salvación por medio de su sacrificio
vicario.
4b. Desde su lugar de
majestad en los cielos, nuestro Señor Jesucristo puede fortalecer la fe y el
amor de los suyos, aun en los momentos más difíciles.
Durante todo el angustioso proceso de la muerte de
Esteban, el Señor fortaleció a su siervo, el cual en la misma hora de su muerte
no clamaba por venganza sino por el perdón para sus enemigos. La muerte de
Esteban obedece a la soberanía de Dios, y de ella aprendemos que no importa lo
que tengamos que padecer por predicar la verdad, nuestro Señor estará a nuestro
lado para fortalecernos.
Hechos 8
1. (8,1-4) Aquí Lucas nos informa de la persecución
que comenzó después de la muerte de Esteban. Es tan grave este período que
mucha gente de la iglesia de Jerusalén (probablemente gran parte de los judíos-cristianos
de la diáspora) fue esparcida por las tierras de Judea y de Samaria (Compare
con 1,8). El versículo 4 nos dice que ¡la persecución fue el instrumento por el
cual el evangelio fue predicado en estas regiones! Aunque el propósito de esta
persecución es acabar con la iglesia (según el plan de Satanás), fue en
realidad el medio que hizo posible el anuncio del evangelio en otros lugares.
El entierro de Esteban estuvo a cargo de hombres
piadosos; éstos, no obstante la actitud del sanedrín, no permitieron que la
prohibición para poder sepultar dignamente a Esteban prosperara; ellos le
dieron al cuerpo de Esteban un trato honorífico, y no como un blasfemo, como
hubiera querido el sanedrín. Lucas, hasta aquí, ya ha mencionado tres veces (en
7,58 y 8,1 y 3) el nombre de Saulo. Este hombre, pese a que todavía era un
perseguidor incansable de los cristianos, llegaría a convertirse en un gran
predicador como lo fue Esteban. Lucas siempre nos muestra que a pesar de las
dificultades y persecuciones el reino de Dios sigue adelante.
* "La sangre de los
mártires es la semilla de la Iglesia".
2. (8,5-13) Felipe, quien como Esteban era también
uno de `los siete', llega a Samaria y en aquel lugar comienza a predicar a
Cristo. En el v.12 su predicación es precisada como: "anunciar el
evangelio del reino de Dios y el nombre de Jesucristo" (compare también
1,3; 20,24 y 28,23). En Jesucristo, Dios se ha acercado a su pueblo para
brindarle un pacto nuevo: el perdón de los pecados por la sangre de su Hijo,
una nueva obediencia por su Espíritu y una nueva esperanza por la resurrección
de Cristo.
La reacción de la gente es la de fe; ella escuchaba
unánime y atentamente las palabras de Felipe, y además era testigo ocular de
las señales que se hacían. Algunos comentaristas tienen ciertas dudas
concernientes a la fe de los samaritanos, como si éstos creyeran sólo a causa
de las señales y milagros; pero la expresión `escuchar atentamente' (griego:
prosexo) hace insostenible esta duda. Podemos decir también que esta palabra es
la misma que utiliza Lucas en la historia de Lidia (16, 14, véase también 8,10
y 11). No podemos negar que hubo un interés extraordinario en las señales, sin
embargo, el tema principal de la predicación de Felipe fue Cristo. Por este
evangelio y por el "poder de su nombre" (= las señales) nació un gran
gozo en aquella ciudad. Es el gozo que se experimenta en Jesús, por el perdón,
la presencia de Dios y la nueva vida regalada por Él.
No obstante, nos enteramos de otro obstáculo que se
levanta en contra del evangelio: la magia. En el medio pagano de Samaria
abundaba mucho la superstición. De esta niebla supersticiosa surgía un hombre
llamado Simón, quien por medio de su magia había engañado en otrora a toda la
ciudad. Por causa de sus aparentes milagros, la gente lo llamaba: "El gran
poder de Dios". Al parecer, lo extraordinario siempre llama la atención de
la gente. Su poder emanaba de fuerzas sobrenaturales; Felipe, sin embargo,
actuó con poder en el nombre de Jesús, el Resucitado. Empero, cuando Felipe predica
(note que el versículo 10 no menciona las señales, sólo la predicación), la
gente cree y se bautiza conforme a su predicación, por lo que podemos concluir
que ella se apartó de Simón y unió por la fe al Señor.
También Simón está impresionado; él también se convierte
en un `creyente'. Pero su fe es una muy superficial; ella está fundada más en
las señales de Felipe que en la predicación que éste llevó a cabo. Este hombre
estaba siempre con Felipe, y viendo las señales que se hacían quedaba atónico.
Como se verá más adelante, sólo desea mejorar su capacidad de hacer señales
para no perder a sus seguidores. La fe verdadera que honra a Dios no se hallaba
en el centro de la vida de esta persona.
* La predicación y las
señales producen fe y gozo. El verdadero gozo está sólo en Jesús.
3. (8,14-25) Al oír los apóstoles de la recepción
de la Palabra por Samaria, envían a Pedro y Juan a ver y consolidar el
resultado de la obra de Felipe. La iglesia de Jerusalén se siente responsable
por la extensión del evangelio y de los nuevos creyentes. La visita de los
apóstoles subraya la unidad de la iglesia, y además enfatiza el respeto por el
liderazgo. Al llegar los apóstoles, viendo la fe, se dan cuenta de que falta
algo: la plenitud perceptible con el Espíritu Santo. Por lo tanto, oran por
ellos para que la reciban. ¿Significa esto que los samaritanos no eran
creyentes verdaderos?, pues sin el Espíritu no podemos ser hijos del Señor. ¿O
si eran creyentes, debemos decir que hay dos estados en la fe, uno sin la
plenitud del Espíritu Santo y otro con ella, como `segunda bendición'? Creo que
es mejor decir que sí eran creyentes; mas aquí se trata de un caso excepcional:
de la extensión de Pentecostés a Samaria, con una señal especial: la
glorificación del Señor en otros idiomas. Mediante esta señal, Dios dejó en
claro que también los medio gentiles pertenecen a Dios. Como ocurrirá en el
capítulo 10, los samaritanos reciben la misma señal para mostrar que los
gentiles también pueden pertenecer a la iglesia de Jesucristo.
Tampoco faltó a los creyentes en Samaria el gran
gozo de participar del Espíritu de Cristo. Ahora reciben al Espíritu Santo por
la imposición de las manos. No era magia, tampoco era necesaria como muestra
Hechos 10,44, sino que era una señal de la comunión cristiana. Cuando Simón vió
que por la imposición de las manos se recibía el Espíritu Santo, entonces
decidió ofrecer dinero a los apóstoles; quiere comprar el poder de dar el
Espíritu Santo, mostrando así su torcido concepto de estas cosas como si los
apóstoles también actuaran por magia. En el mundo antiguo había muchos
charlatanes religiosos que se dejaban pagar por sus prácticas. Realmente este
hombre no entendía nada de la promesa de Dios, de las cosas del Señor; el
dinero y el prestigio eran más importantes para él que la fe en Cristo. Pedro
le reprende, diciendo: "Tu dinero perezca contigo". Claramente el
apóstol coloca a esta persona fuera de la iglesia, lejos de su comunión. Sin
embargo, le llama al arrepentimiento, porque discierne que en hiel de amargura
y en prisión de maldad se encuentra este hombre, es decir, está completamente
cautivado por la maldad. El ruego de Simón no manifiesta ningún cambio, ya que
sigue pensando en términos de magia. Piensa que la oración de los apóstoles
tiene más poder y efectividad que una oración de arrepentimiento dirigida por
él mismo; esto muestra sin lugar a dudas que a Simón le faltaba la fe verdadera
para arrepentirse. Este pasaje concluye diciendo que la Palabra fue predicada
en muchas poblaciones de los samaritanos.
* A pesar de la
oposición satánica, que ahora viene de parte de la magia, la predicación
continúa; el reino de Dios sigue extendiéndose.
4. (8,26-40) Felipe se encuentra muy atareado
dentro de la ciudad de Samaria, no obstante, debe obedecer a la orden del Señor
de emprender una misión especial en dirección al sur, por el camino que
desciende de Jerusalén a Gaza, una zona desértica. No fue un mandato agradable,
sin embargo, tuvo un buen propósito: tener contacto con el hombre de Sudán, el
eunuco (una persona castrada), un funcionario importante en la corte de la
reina (quien llevó el título de Candace), algo así como un ministro de
finanzas. Éste estaba leyendo una porción de la Sagrada Escritura. Es muy
probable que este hombre fuera un adherente de la religión judía. Felipe
obedece a la voz del Espíritu Santo, que le manda acercarse a la caravana, en
especial al carro del funcionario de la reina. Este ministro centraba su
lectura en voz alta (como era costumbre hacerlo) en Isaías 53, que habla del
sacrificio del Siervo de Dios. Felipe, al preguntar si el eunuco entiende lo
que lee, de inmediato recibe una invitación para ser intérprete de la
Escritura, de la obra de Cristo. De esto se desprende que todos de alguna
manera necesitamos de la ayuda de maestros para poder entender más plenamente
el mensaje del evangelio. En seguida, Felipe comienza a predicar el evangelio;
anunciando la salvación en Jesús: su muerte voluntaria para perdón de nuestras
culpas y reconciliarnos con Dios. En este pasaje observamos dos cosas concernientes
a la obra del Espíritu Santo:
a. El Espíritu Santo es el Espíritu de la misión.
Primeramente el evangelio fue predicado en Jerusalén, luego por causa de las
persecuciones también en Judea y Samaria. Ahora encontramos al primer gentil.
b. Es el Espíritu el que busca nuevos caminos para
extender la influencia del evangelio.
El mensaje de Felipe, siempre centrado en Jesús,
halla fe: el ministro quiere bautizarse. De esta porción bíblica se evidencia
que para la primera iglesia el único requisito que se establecía para formar
parte del pueblo de Dios era la fe en Jesús como Hijo de Dios. El eunuco
confiesa su fe y es bautizado. Al creer en Jesús encuentra la alegría más
grande de su vida. Felipe ha cumplido con su tarea, ahora el Espíritu Santo lo
lleva a predicar a otras ciudades hasta Cesarea. El objetivo de Lucas es:
describir el progreso del evangelio.
* Es el Espíritu, Dios
mismo, quien tiene interés en la misión, en el individuo, en Usted.
Síntesis aplicativa de
temas importantes
1. Los hombres buscan
destruir a la iglesia, pero aun sus medios para lograr esto son usados por Dios
para su extensión y mayor fortalecimiento.
Con la muerte de Esteban se inicia una ola de
persecución en contra de la iglesia. Desde aquel entonces la iglesia tendría
que ver la muerte de muchos de sus componentes. Pero lo que resulta hasta en
cierto sentido fatalista, no lo es. Dios es quien gobierna los acontecimientos,
y absolutamente nada puede frustrar sus planes. Dios utiliza muchos medios para
hacer crecer a su iglesia, y en este caso el martirio de Esteban y la
persecución de los creyentes lograron el objetivo divino: extender la membresía
de la iglesia a otros lugares, y junto con ello el evangelio para todo el
mundo.
2. La atención de los
hombres únicamente ha de concentrarse en la persona de Cristo, sólo así puede
nacer una genuina fe.
Felipe es uno de los tantos creyentes que debe huir
de la persecución. Éste llega a Samaria, lugar en donde comienza a predicar el
evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Sin lugar a dudas la predicación es
hecha en el poder del Espíritu Santo; además de las señales y milagros, es
notable la reacción de la gente ante la Palabra de Dios, "que escuchaba
atentamente las cosas que decía Felipe". En su soberanía Dios puede otorgarnos
milagros y sanidades, cosas que podemos desear en el ministerio, pero nunca
olvidemos que lo que realmente lleva a los hombres a la fe en Jesús es la
Palabra de Dios. Es por esta razón que debemos pedir al Espíritu Santo para que
nos capacite a fin de ser verdaderos mensajeros de Cristo. Así que no sólo los
milagros producen gozo, también, y con mayor razón, el nombre de Jesús lo
produce. ¿Estamos verdaderamente gozosos en Él? ¿O nuestro gozo depende de los
`productos derivados', como por ejemplo la sanidad?
3a. Es muy importante
que los líderes de la iglesia conozcan su lugar y función dentro de ella,
respetándose unos a otros.
El éxito evangelístico de Felipe, si lo podemos
llamar así, fue enorme; muchas conversiones y milagros de Dios sucedieron en
Samaria. No obstante, Felipe no buscaba alzarse con un ministerio sin sujeción
a nadie (como sucede hoy en día). El evangelista Felipe se sujeta a las
autoridades apostólicas provenientes de Jerusalén; él respeta el orden que Dios
ha puesto en su iglesia. Entender esto, en este tiempo en donde cada día oímos
de más y más fragmentación de la iglesia, es de mucha importancia, ya que es
necesario reconocer que Dios ha establecido diferentes dones para el
fortalecimiento de su pueblo, los cuales tienen su lugar dentro del plan de
Dios. El no aceptar esto llevará a algunos a sobreestimar su don,
menospreciando a otros.
3. La fe verdadera se
concentra en Cristo; la fe no genuina busca la auto-gloria o la realización
personal para la satisfacción del orgullo.
La fe no guarda ninguna relación con la magia. Dios
jamás se deja manipular. Sin embargo, Él bendice al que se entrega totalmente a
Él. Simón, un practicante de magia, al parecer se había convertido al Señor; ya
se había llevado a cabo en él la señal externa del bautismo. Pero los hechos
siguientes demostraron que su fe era sólo una excusa para estar más cerca de
los milagros, buscando quizás la fórmula mágica que le permitiera hacerlo a él.
Lo que le sucedió a este hombre es una fuerte advertencia para aquellos que
integran una iglesia no siendo impulsados por la fe en la Palabra, sino por el
deseo de sensacionalismo. Aquellos que dan tanto hincapié a cosas
extraordinarias, llegando a opacar la importancia de la Escritura, no son
dirigidos por una fe genuina que lleva a glorificar a Cristo, sino por una que
hace que la gente los mire a ellos como grandes hombres espirituales.
4a. El Espíritu siempre
busca nuevos caminos para encontrar más gente para Cristo.
El Espíritu Santo busca tanto la conversión de
muchos como la de individuos. Así lo testifica el libro de los Hechos en donde
vemos cómo en un sólo día tres mil se convierten al Señor, y en otra
oportunidad la atención es centrada en una persona, el eunuco de Etiopía.
4b. Prediquemos
centrando nuestro mensaje en Cristo, hablando de su sacrificio y su triunfo.
No prediquemos un evangelio que haga sentir cómoda
a las personas sin confrontarlas con su pecado, o que hable de felicidad y
prosperidad como si esto fuera la única meta de la predicación del evangelio.
Prediquemos a Cristo y la gente se sentirá feliz.
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