Porque su estima sobrepasa largamente a la de
las piedras preciosas.
Este exquisito cuadro de
una esposa verdaderamente hermosa está concebido y trazado de conformidad con
las costumbres de naciones orientales, pero sus enseñanzas morales vienen bien
a todos los climas. En el hebreo los versos principian con las letras
del alfabeto hebreo en orden. ¿Quién la hallará?
La pregunta denota que
las tales son raras, pero no del todo. Fuerte eso es, de carácter moral.
Proverbios tiene mucho que decir acerca de las
mujeres. Qué oportuno que el libro termine con una ilustración de una mujer de
carácter firme, gran sabiduría, muchas habilidades y una gran compasión.
Algunas personas tienen la idea errónea de que la
mujer ideal en la Biblia es retraída, servil y completamente casera. ¡No es
así! Esta mujer es una excelente esposa y madre. Es además fabricante,
importadora, administradora, corredora de bienes raíces, granjera, costurera,
tapicera y comerciante. Sin embargo, su fortaleza y dignidad no provienen de
sus sorprendentes logros. Son el resultado de que teme a Dios. Ya que en
nuestra sociedad la apariencia física cuenta demasiado, puede sorprendernos que
esto nunca se mencione en esta descripción. Su atractivo proviene totalmente de
su carácter.
La mujer descrita en este capítulo tiene habilidades
sobresalientes. La posición social de su familia es alta. Es más, tal vez no se
refiera a una mujer, sino una descripción de la mujer ideal. No la vea como un
modelo que se debe imitar en cada detalle. ¡Sus días no son lo bastante largos
para hacer todo lo que ella hace! En cambio, véala como una inspiración para
ser todo lo que usted pueda ser. No podemos ser igual a ella, pero podemos
aprender de su laboriosidad, integridad e ingenio.
La mujer que ama a Dios está llena de virtudes
Hacia
el final del primer capítulo de Génesis leemos: “Y creó Dios al hombre a su
imagen, a imagen de Dios lo creo; varón y hembra los creó; varón y hembra los
creó. Y los bendijo Dios, y le dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la
tierra y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los
cielos, y en todas las bestias que se muevan sobre la tierra”. Este pasaje
muestra dos cosas en cuanto a la mujer. Primero que la mujer al igual que al hombre fue creada a
imagen de Dios. Dios no creó a la mujer para que fuera inferior al hombre;
ambos son igualmente importantes.
La mujer no fue creada
solamente como parte complementaria del hombre, sino que Dios quería darle
privilegios que solamente ella es capaz de desempeñar, tales como: ser madre y
esposa. ¡Qué bendición haber nacido mujer!
1. Hacer feliz a un
hombre. Dios vio que el hombre no era feliz y que estaba incompleto, por
eso hizo a la mujer.
2. Madre. La
bendición de ser madre.
a. Dar vida a un nuevo
ser. Privilegio que solo es dado a la mujer.
b. Educar a los hijos y
enseñarlos.
c. Formarlos en los cuatro
aspectos principales que son: moral, social, físicamente y espiritual.
La mujer que ama a Dios está llena de
virtudes, tales como los que se encuentran en Proverbios 31:10 en
adelante. Pero ahora, hablaremos de dos que son: AMOR Y PERDON.
Estas dos virtudes van de la mano.
CONCLUSIÓN
Las
mujeres de nuestra vida son criaturas engalanadas con cualidades divinas muy
particulares, las que hacen que extiendan manos de bondad y de amor a quienes
las rodean. Podemos alentar esa conducta natural si les concedemos la oportunidad
de dar expresión a los talentos e impulsos con que han sido bendecidas.
Las
mujeres son una parte esencial del “plan de felicidad” que nuestro Padre
Celestial ha delineado para nosotros. Ese plan no puede operar sin ellas.
Cuán
agradecido estoy, cuán agradecidos debemos estar todos, por las mujeres en
nuestra vida. Que Dios las bendiga; que Su gran amor descanse sobre ellas y las
corone con brillo y belleza, gracia y fe. Y que Su Espíritu descanse también
sobre nosotros, los varones, y nos guíe siempre para que las respetemos,
estemos agradecidos por ellas, les demos ánimo, fuerzas y amor, lo cual es la
esencia misma del Evangelio de nuestro Redentor y Señor. Esto ruego
humildemente, en el sagrado nombre de Jesucristo. Amén.
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