Autor: El apóstol Pablo.
Fecha: Incierta, probablemente fue escrita desde Roma, año 60 - 64 d.C.
La Iglesia: La iglesia filipense era una iglesia
ideal en muchos sentidos. Fue fundada por Pablo en su segundo viaje misionero,
en medio de una tempestad de persecuciones. El comienzo de la obra se limitaba
a unas pocas mujeres que se reunían cerca del río. Lidia, una vendedora de
púrpura, fue la primera convertida, pero pronto se unió el carcelero de Filipos
y su familia. Estos y quizás, unos pocos más, se convirtieron en el núcleo de
la iglesia.
Mensaje Central: Jesucristo
Características de la carta: Esta es una carta de amor espiritual
a la iglesia, llena de cariño entrañable y de gratitud. Escrita en
circunstancias difíciles mientras Pablo estaba prisionero. La carta resalta la
victoria y el gozo.
Filipos
La primera mención que el NT hace de
Filipos se encuentra en Hch 16.12. En ese texto leemos que se trataba de una
importante «ciudad de la provincia de Macedonia y una colonia», evidentemente
romana. Su nombre primitivo había sido Krénides, que significa «lugar de las
fuentes», pero cuando en el 360 a.C. conquistó la ciudad el padre de Alejandro
Magno, el rey Filipo II de Macedonia, cambió aquel antiguo nombre por el suyo
propio.
Filipos estaba situada sobre la
célebre «Vía Egnatia», que comunicaba Roma con Asia Menor. Se alzaba a unos 12
km. de la costa norte del mar Egeo, junto al límite de la región macedónica con
la de Tracia. Sometida a Roma desde el año 167 a.C., a partir del 31 a.C., con
la categoría de colonia y por disposición del césar Octavio Augusto, gozó de
los privilegios y derechos que las leyes del imperio otorgaban a las ciudades
romanas.
La iglesia filipense
La Epístola a los Filipenses
(=Flp), junto con la dirigida a Filemón, es la más personal de cuantas poseemos
del apóstol Pablo. Es también el testimonio de un sentir gozoso y de mutua
gratitud: de Pablo hacia los filipenses, que lo habían socorrido en momentos
muy difíciles para él; y de los filipenses hacia Pablo, agradecidos por la
labor que entre ellos había realizado.
Desde los primeros contactos hasta la
redacción de esta carta habían pasado varios años. Aquellos encuentros
iniciales, que dieron origen a una estrecha relación fraternal (Fil 1.3–8;
4.1), tuvieron lugar durante el segundo viaje misionero de Pablo, después de
haber él recorrido el interior de Asia Menor, desde Cilicia, al sudeste de la
península, hasta Troas, al noroeste.
En Troas, acompañado de Silas,
Timoteo y seguramente también de Lucas, embarcó Pablo rumbo a Neápolis, puerto
del norte de Grecia. De allí se dirigió a Filipos, donde no se detuvo mucho
tiempo, aunque sí el suficiente para fundar una iglesia, la primera nacida en
suelo europeo. Esta comunidad cristiana estaba formada en su mayor parte por
personas que habían pasado del paganismo al judaísmo (véase, p.e., el caso de
Lidia de Tiatira, Hch 16.14–15), las cuales se reunían para el culto «fuera de la
puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración» (Hch 16.13).
Lugar y fecha de redacción
No hay unidad de opinión respecto del
lugar y de la fecha en que Pablo escribió la carta. Hay quienes opinan que la
envió desde una prisión en Éfeso, lo que permitiría apuntar como fecha probable
los años 54 a 55. En tal caso, la carta tendría, como de hecho tiene, un
marcado carácter de agradecimiento a los cristianos de Filipos, quienes al
saber de la cautividad del apóstol, habían decidido mandarle algunos auxilios
como expresión de amor y solidaridad fraternal (4.18). Por otra parte, si se
interpreta la mención del «pretorio» (1.13) como una referencia al palacio
imperial, podría tener mayor apoyo la hipótesis que localiza la prisión en Roma
(Hch 28.16–31). En tal caso, la carta habría sido escrita en esta ciudad, el
año 63.
Contenido y estructura
La epístola no tiene una clara
estructura doctrinal. Más parece responder a vivos sentimientos personales que
al propósito de ofrecer un texto bien planificado y teológicamente articulado.
No obstante, hay en ella profundos pensamientos junto a consejos y enseñanzas
prácticas para la vida de los cristianos y para la marcha de la iglesia en
conjunto.
Desde la acción de gracias inicial
(1.3–11), dos notas predominan en la epístola: el gozo que caracteriza a una fe
madura, y el amor de Pablo a la iglesia de Filipos. Esas notas son, sin duda,
una hermosa lección de esperanza, impartida por el autor en medio de las
penalidades físicas y morales de su cautiverio.
El cuerpo principal de la carta
(1.12–4.20) transcurre entre un prólogo lleno de expresiones entrañables
(1.1–11) y un epílogo revelador de la generosidad de los filipenses (4.21–23).
El texto se desarrolla en una variada sucesión de temas y motivos de reflexión:
(a) 1.12–26: Pablo da testimonio de
que incluso la cárcel brinda oportunidades de anunciar el evangelio (1.12–14).
Y reflexiona acerca de su ministerio apostólico, al que seguirá consagrado
«tanto si vivo como si muero» (1.20) en tanto le llega la hora «de partir y
estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor» (1.23). Porque para Pablo «el
vivir es Cristo y el morir, ganancia» (1.21).
(b) 1.27–2.18: Este pasaje contiene
una declaración fundamental de la fe cristiana: un himno (2.5–11) dedicado al
Hijo de Dios preexistente y eterno, a Cristo Jesús: Él siendo en forma de
Dios... se hizo semejante a los hombres,... se humilló a sí mismo... hasta la
muerte, y muerte de cruz». Por su obediencia, «Dios también lo exaltó sobre
todas las cosas», para ser reconocido y adorado universalmente como Señor.
(c) 2.19–30: Sigue una referencia
personal a Timoteo y Epafrodito, colaboradores del apóstol. Al primero, espera
enviarlo pronto a Filipos (2.19), y acerca del segundo, explica el porqué de
haberlo enviado ya (2.25–30). Además, él también confía en estar pronto en
condiciones de visitar a los creyentes de la ciudad (1.19; 2.24).
(d) 3.1–4.1: Hace también una
enérgica llamada de atención a la presencia en Filipos de «muchos... que son
enemigos de la cruz de Cristo» (3.18). Parece seguro que también a Macedonia
habían llegado algunos maestros judaizantes que, con su insistencia en mantener
vigente la Ley de Moisés y especialmente la práctica de la circuncisión,
perturbaban la fe de los cristianos de origen gentil.
(e) 4.2–9: La alegría de la salvación
ha de ser una constante en la vida del cristiano (4.4). Pablo exhorta a los
creyentes a confiar plenamente en el Señor, que está cerca (4.5), y a pensar y
actuar de manera siempre digna de alabanza (4.8).
(f) 4.10–20: Insiste en manifestar su
agradecimiento por la solicitud con que los filipenses le habían atendido en
diversas ocasiones, en momentos de tribulación en los que otros parecían
haberse olvidado de él (4.15).
Algunos han supuesto que
originalmente fueron dos las cartas de Pablo a la iglesia de Filipos, después
refundidas en una, porque en la estructura presente de la carta se ha
observado, en ciertos pasajes, una brusca ruptura de la ilación de ideas:
(2.19; 3.1b-21; 4.2 y 4.10). Lo cierto es que el texto de la carta es característicamente
paulino, tanto desde el punto de vista estilístico como de vocabulario.
Esquema del contenido:
Introducción (1.1–11)
1. Vivir en Cristo (1.12–2.18)
2. El ministerio de Pablo (2.19–3.21)
3. Gozo y gratitud (4.1–20)
Epílogo: Salutaciones finales
(4.21–23)
Reina-Valera 1995—Edición de Estudio,
(Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.
La Biblia de Referencia Thompson,
Versión Reina-Valera 1960, Referencia Temática # 4258.
TOMADO DE LINAJE ESCOGIDO
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