LA DECADENCIA Y VITALIDAD DEL CRISTIANISMO EN EL MARCO DE LA SEGUNDA
FASE DE LA EDAD MEDIA
Presentación
El presente capítulo de
la materia estudia los diferentes aspectos de la vida interior de la Iglesia en
durante la Edad Media.
En primer lugar, debemos destacar que este
período cronológico es muy amplio y variado. En este sentido, el presente
material no agota todos los aspectos que sucedieron. No obstante, lo que
pretendemos es demostrar la vasta riqueza del cristianismo subyacente en este
marco histórico.
En segundo lugar, este período de tiempo revela
las diferentes circunstancias que el cristianismo tuvo que cruzar. De allí, lo
más sobresaliente no es solamente la supervivencia del movimiento cristiano,
sino que hacia el 950 comienza una vitalidad paulatina que va a continuar hasta
el 1350.
En tercer lugar, la historia demuestra que
luego del 1350 comienza la segunda declinación del cristianismo. Dicho declive
continúa hasta el 1500. La razón es doble: en occidente se da la división de la
cristiandad y comienzan los diferentes movimientos de revuelta contra los
abusos de la Iglesia; en oriente se de un reavivamiento del Islam y un
acrecentamiento de su agresividad hacia los paises con presencia cristiana.
Pero, una vez más, a pesar de todos los
obstáculos, a fines del siglo XV y principios del XVI se observan todas las condiciones favorables para un
cambio significativo de la vida y marcha del cristianismo.
Tema 1: Los grandes papas
y sus metas.
La sección que
abordamos, a menudo, para quienes estudian la Edad Media, le parece que el
juego de la historia debía haber terminado. ¿Por qué? Porque la tiranía, la
opresión de los feudales, ayudadas por la voracidad y astucia de los
sacerdotes, por la ignorancia y crueldad de los campesinos en contra del
feudalismo y el papado parecieran estar a punto de triunfar.
El contexto en occidente, a la falta
de un supremo emperador le dio la oportunidad a un papa
fuerte como Nicolás I para demostrar lo que un papa, como cabeza de la
cristiandad, podía hacer. Pero un siglo más tarde, la falta de un gobierno
efectivo en Roma, el desorden y los problemas sucesorios llevaron al papado al
desastre. De la lista papal, el peor de todos fue Benedicto IX, un adolescente
corrompido que fue derrocado por el pueblo en el año 1044. En su lugar
nombraron a Silvestre III, pero pocas semanas más tarde era nuevamente
derrocado por Benedicto, que vendió el trono recuperado al mejor postor. El
comprador fue Gregorio VI, que tenía intenciones de reformar el papado.
Benedicto cambió de parecer y no quiso abandonar lo que vendió y esto significó
que en un momento en Roma había tres papas: Benedicto IX, Silvestre III y
Gregorio VI. El pueblo no soportó la situación y apeló al emperador Enrique
III, quien depuso a los tres y nombró a su primo León IX. Este invitó para
unirse a sus planes de reforma a Hildebrando, que había sido capellán de
Gregorio VI y había estado a su lado hasta su muerte.
El papado romano
representado en tres papas
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Benedicto IX: permaneció tres semanas en el trono
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Silvestre III: derrocado tres semanas a su consagración
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Gregorio VI: derrocado a los siete meses y medio
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De aquí en adelante, si bien los conflictos de la Iglesia se
intensifican, no obstante, debemos destacar a los papas más influyentes para
una reforma eclesiástica. En este sentido, destacamos a cinco de ellos, no
desde la perspectiva cronológica, sino quienes por su paso en el trono dejaron
señales de un pretendido cambio.
1. León IX (1049-1054 d.C.).
León IX fue hecho papa a los 45 años de edad,
se caracterizaba por ser un buen organizador, administrador y reformador. La
primer acción se hizo evidente durante su entronización. Rehusó a entrar en
Roma con gran pompa, como correspondía a un papa. Lo hizo descalzo y vestido
como un humilde peregrino. En cinco años sólo estuvo en Roma seis meses; viajó
incansablemente revigorizando la Iglesia, mejorando su disciplina y animando a
arzobispos y obispos a cumplir su ministerio.
Durante su papado el rompimiento entre Roma y
Constantinopla fue total. Esto produjo una separación entre las partes oriental
y occidental de la Iglesia Católica.
2. Nicolás II (1058-1061).
Nicolás II, reconocido por su nombre
Gérard, fue elegido en Toscana por los reformadores. En 1059 (en el Concilio
Laterano), tras la adopción de un decreto, liberó al papado de su relación
política con la ciudad de Roma y sus desórdenes. Esto significó que en adelante
el papa no sería elegido por el pueblo de Roma, sino por los cardenales
obispos, cardenales clérigos, resto del clero y el pueblo (Jöel Van der Elst,
1997:112. De allí, el papa no tenía que ser romano ni venir a Roma a fin de ser
coronado para ejercer su autoridad. Al mismo tiempo, el mismo Concilio prohibió
la investidura de laicos, es decir, la ordenación de un abad u obispo por el
gobierno secular.
3.
Gregorio VII (1073-1085).
Gregorio VII, conocido por su nombre
Hildebrando (c.1023-1085), nació en Sovana, fue uno de los papas reformadores
más grandes y radicales que conoció la Edad Media. Fue consejero de muchos
papas, al fin fue elegido papa por aclamación popular y los cardenales en 1073.
Si bien, este método de elección violaba la ley establecida en 1059, su validez
no se puso en duda sino hasta después de 1076.
Gregorio VII creía que la función
principal del papado era servir como una institución gubernamental, y que para
cumplir esto debía darle un papel muy importante a la ley. Para él, no podían
existir dos poderes establecidos por Dios (espiritual y temporal), sino uno, el
espiritual que le pertenecía al papado. Por eso, los príncipes debían besar sus
pies. Para lograr esta situación, sus metas principales fueron:
LAS METAS DEL PAPA GREGORIO VII
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Abolir
la oposición al papado dentro de la Iglesia.
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Librar
a la Iglesia de Roma de la influencia civil, destacando que solamente el
papado podía nombrar a los obispos, trasladarlos, expulsarlos y no el Estado.
Se les negó a los reyes y príncipes el derecho de nombrar obispos y papas.
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Conseguir
el apoyo de los poderes civiles a fin de lograr las pretensiones universales
del Papa.
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Para con la Iglesia:
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Mantener
a los obispos en dependencia y contacto con la Santa Sede de Roma.
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Proclamar
el celibato del clero.
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Unificar
a los cristianos occidentales y orientales (este objetivo no logró
cumplirlo).
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Reformar
la vida de los fieles mediante la introducción de diferentes formas
liturgicas y oración.
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Para con el gobierno civil:
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Ejercer
el derecho canónico en la influencia y responsabilidad sobre la Iglesia,
obispos y reyes. En este sentido, sólo el papa merece el título de
“universal.”
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A fin de lograr las metas para su
papado, vio necesario utilizar diversos instrumentos; entre ellos, los más
conocidos fueron:
a) La excomunión: Implica
varios grados de exclusión de la comunidad de los fieles debido a un error en
la doctrina o caída moral. Esta práctica, muy primitiva en el cristianismo, era
utilizada por el oficio papal a fin de reprobar a quienes no obedecían las
disposiciones establecidas por el Papa. Si el excomulgado era un rey, sus
súbditos no estaban obligados a obedecerlo y cualquier católico fiel podía
adueñarse de sus propiedades.
b) El interdicto: Era un
instrumento potente en las manos de los grandes papas. Consistía en la
prohibición de la administración pública de los sacramentos y servicios de la
Iglesia en un determinado lugar, en el caso que no existiera obediencia al
papa. De no someterse el príncipe ofensor o toda la comunidad, no se permitía
la administración de los sacramentos y hasta podía cerrarse el lugar (excepto,
en privado se podía realizar el bautismo, casamiento y la extremaunción). En el
caso contrario, se levantaban las medidas y eran suspendidas las sanciones.
c) El bando: Era un edicto
que declaraba fuera de la ley a quien era puesto bajo el mismo. La persona así
condenada carecía de toda protección legal y el poder civil podía disponer
incluso de su vida.
Utilizando estos instrumentos con
bastante elasticidad y fuerza, apelando a documentos falsos e invocando la
autoridad de Pedro, Gregorio VII ganó un gran terreno en el campo de la
influencia y poder sobre los poderes civiles. Pero el verdadero choque se
produjo en ocasión de la controversia entre Enrique IV, rey de Alemania y el
papa de turno. El rey pretendía ser coronado por el papa como emperador del
Sacro Imperio y nombró por su cuenta al arzobispo de Milán. El papa lo
reprobobó y lo expulsó, a esto, el rey le respondió tratándolo de “monje falso.”
Este conflicto tuvo un costo muy alto para el rey y sólo obtuvo una solución
mediante una emblemática apelación, conocida como “la penitencia de Canosa.”
Esta fascinante historia nos permite
reconocer la situación político-religiosa del momento y a su vez, resuelve con
claridad el conflicto propiamente dicho. En este sentido, el alumno hará bien
en seguir detalladamente la lectura obligatoria asignada en Justo L. González,
1:367-373.
Estas controversias, en torno al
problema de la investidura y el trono papal, no terminaron hasta comienzos del
siglo XII, cuando se hizo un arreglo: la Iglesia nombraría a los obispos, pero
con la aprobación del emperador.
4. Alejandro III (1159-1181).
Alejandro III, por su nombre Rolando
Bandienelli, nació en Siena hacia 1105, fue canciller de la curia y hombre de
gran estatura intelectual. En cuanto a su política eclesiástica, prosiguió la
idea de sus predecesores reformadores. Su papado comenzó con dificultades, ya
que tuvo que enfrentar a cuatro antipapas sucesivos, designados por el
emperador, de allí luchó con el habilidoso y ambicioso Federico Barbarroja,
quien fue derrotado, y en una memorable escena (Venecia, 1177), se arrodilló y
besó sus pies. Además, tuvo que intervenir en el conflicto que oponía al rey de
Inglaterra con Thomas Becket, arzobispo de Canterbury.
A pesar de las oposiciones pudo
continuar la obra de Gregorio VII. Entre las contribuciones más destacadas,
cabe mencionar que fue él quien citó el tercer Concilio de Letran (1179). Este
concilio fue importante por los siguientes decretos:
1.
Se decretó que únicamente los
cardenales podían nombrar a un papa. Se estipulaba una mayoría de dos
tercios de cardenales
para una elección del papable.
2.
Se
estableció sanciones contra los usureros, cátaros, judíos y sarracenos que
ayudaban a los piratas.
3.
Se
decidió la absolución de los pecados a los cristianos que mueren peleando
contra la herejía.
4.
Se
reiteró las leyes que afirmaban que las autoridades civiles no debían
estar en los asuntos de la Iglesia.
5.
Se
estableció que la canonización de los santos debía ser aprobada por Roma.
6.
Se
confirmó la paz y la Tregua de Dios.
III
Concilo de Letran, 1179.
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5.
Inocencio III (1198-1216).
1.
Tomó el título usado por Gregorio de
"Vicario de Pedro" y lo transformó en "Vicario de Cristo".
2.
Elevó al papado hasta la cúspide de su influencia
política de Europa. Inocencio III sostenía que Cristo delegó a Pedro, no
sólo el gobierno de la Iglesia, sino de todo el mundo. Manejó la
política internacional a su antojo, coronando y deponiendo reyes,
excomulgando individuos y naciones y otorgando favores y reinos a quienes
le rendían homenaje.
3.
Convocó el IV Concilio de Letrán (1215),
considerado como el más importante de las asambleas de la ICR. Entre los
temas que se dictaminaron fueron doctrinales y otras acciones que dieron
forma a las políticas eclesiásticas por varios siglos.
4.
Organizó la cuarta cruzada en contra los
musulmanes (1204) y contra los albigenses (1209).
5.
Prestó apoyo al proyecto de Fransisco de Asís en
cuanto a la organización y reconocimiento de los frailes. Fue en este
tiempo que surgieron los franciscanos y domínicos.
6.
Reorganizó los diferentes servicios de la Curia
romana.
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Inocencio III, por su nombre Lotario dei Conti di Segni, nació en 1160, en Anagni, Italia. Llegó al trono, en 1198, a los 37 años de edad. Se le considera el papa más grande de la Edad Media, no solamente por sus capacidades concretas, sino también por sus grandes logros. El siguiente cuadro sintetiza algunos de ellos, no obstante, el alumno hará bien de enriquecer estos datos a la luz de las bibliografías recomendadas y asignadas de K.S. Latourette.
Sobre la base de las habilidades
personales, como: una capacidad intelectual que sabía exactamente lo que debía
realizar para que la Iglesia Romana dominara todas las relaciones; capacidades
estadísticas; y tratos con los monarcas europeos de turno, su pontificado duró
dieciocho años y seis meses.
Tema 2: La opresión económica de la Iglesia y los
conflictos papales.
El período comprendido entre los años 1350 y 1500 se
caracteriza por la segunda declinación más pronunciada para la historia del
cristianismo mundial. Esta declinación encuentra dos razones bien definidas: el
avance y crecimiento de los musulmanes, esta vez representados por los turcos
otomanes, avanzaban cada vez más, y penetraron en el oeste de Europa e
invadieron los Balcanes. Estas invasiones ocasionaron la reconocida caída de
Constantinopla en el año 1453. La segunda razón de la declinación, se debía a
los grandes abusos dentro de la misma Iglesia.
Sobre esta segunda razón, comenzó una profunda
decadencia del papado. Los motivos de esta decadencia fueron muy complejos. No obstante,
es posible reunir todos los motivos bajo un sólo denominador representado en
muchos de los pecados mortales que invadieron a la Iglesia.
1. El cuestionamiento al
papado.
Después de Inocencio III la Iglesia
occidental entró en una situación desconcertante. Aunque los papas reformadores
realizaron muchos esfuerzos en búsqueda de la transformación de la Iglesia, pero
en el fondo de las motivaciones se mostraba una gran debilidad papal. En primer
lugar, el esfuerzo de los reformadores por librar a la Iglesia de la codicia
del Estado, sobre este intento, la Iglesia se puso más codiciosa que los reyes.
El papado comenzó a verse como un poder más entre los diferentes regiones de
Europa occidental. La avaricia de las autoridades de la Iglesia y los gastos
provocados por las Cruzadas forjaron una inmensa estructura que demandaba cada
vez más ingresos económicos para sus sostén. Los métodos que utilizó la Iglesia
occidental fueron dudosos y escándalosos. Los más comunes fueron las anatas,
colaciones, expectativas, preservaciones, dispensaciones, indulgencias,
simonía, absentismo, nepotismo, recomendaciones y diezmos.
Anatas
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Del latín annatae de anus: añp. Consistía en la
entrega al papa de los ingresos de un beneficio eclesiástico (obispo, monje,
abad) de su primer año de trabajo ministerial. En el siglo XIII comenzó esta
práctica, luego bajo la presión económica, los papas recalamaron este
privilegio.
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Colaciones
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Consistía en
un acto de sacar o mover de lugar a otro a un eclesiástico con el fin de
promover ganancias económicas para los representantes de dicho ministro
(obispo, abad, sacerdote).
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Expectativas
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Se basaba en
la posibilidad de conseguir una venta de algún cargo eclesiástico, previendo
un mejor licitador posible, aún antes que el puesto estuviera vacante.
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Preservaciones
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Eran los
resguardos de los mejores y beneficiosos cargos eclesiásticos en beneficio
del papado. El papa enviaba un sacerdote como representante y cobraba la suma
correspondiente.
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Dispensaciones
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Se refiere al
indulto papal o de la Iglesia a aquellos que cometieron violaciones a la ley
canónica. La absolución podía realizarse mediante el pago de dinero.
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Indulgencias
|
En la ICR es
la remisión parcial o total de las penas que se deben a Dios (debidas al
pecado) después que se haya perdonado la culpa. Esta concesión se basa en un
principio de la satisfacción vicaria, en el supuesto que el pecador es
incapaz para expiar sus pecados, en este particular puede recurrir a los
tesoros espirituales de la Iglesia formados por los méritos extraordinarios
de Cristo, la Vírgen María y los santos. La autoridad para conceder esto
pertenece al papa, pero pueden ejercer los cardenales y obispos.
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Simonía
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El término
proviene de Simón el mago (Hech. 8:18-24), quien pretendía comprar el don del
Espíritu Santo. Durante la historia cristiana este término tomó definiciones
más sofisticadas. En esencia, se trata de la concesión o adquisición de
cualquier cosa espiritual por remuneración monetaria o de otro tipo.
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Absentismo
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Consistía el
ocupar un cargo y residir en otro lugar. Esto era común entre aquellos que no
tenían una vocación
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Nepotismo
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Consistía en
nombrar a personas para ocupar cargos, no por sus habilidades, sino de su
parentesco con quien hacía el nombramiento. Lo que hacían los papas lo
imitaban los obispos y arzobispos.
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Recomendaciones
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Este término
se relaciona con la práctica del pago de un impuesto anual al papado. A
cambio de esto, el tributario podía recibir un beneficio o cargo temporario.
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Diezmos
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Se cobraba el
10% de los resultados obtenidos de los frutos del campo, negocios o manos de
obras. De este fondo provenía el sostén del clero, ayuda a los pobres y
mantenimiento de la parroquia. Eran voluntarias, pero en la práctica se
hicieron obligatorias y se fijaban diferentes tarifas por los servicios
prestados por el cura. Generalmente esta práctica se prestaba para los
reclamos y disputas.
|
Desde esta perspectiva, los obispos y
abades eran ricos y los reyes codiciaban sus riquezas. Algunos de los
pontífices hicieron de su cargo una fuerza en la cristiandad. Mucha de esta
fuerza, em buena medida obtenida por estos complejos sistemas de impuestos
eclesiásticos, estaba designada a los designios políticos y sueños
arquitectónicos de los papas en Roma (la Sede de San Pedro).
Pero estas condiciones, no solo
influyeron en el cuestionamiento popular del papado, sino conllevaron a serios
contratiempos y contiendas con diferentes reyes europeos. Los más destacados
fueron los conflictos entre Eduardo I de Inglaterra y Felipe el Hermoso de
Francia. Con Bonifacio VIII (Benedetto Caeteni), quien estuvo en la Sede papal
desde 1294 al 1303, las relaciones entre el pontificado y los monarcas del
occidente alcanzaron un punto crítico. En este contexto, el papado hacía
esfuerzos para traer el Reino de Dios a la tierra, y para ello buscaban un
ideal omnipotente mediante reclamos a favor de su autoridad. Uno de los máximos
reclamos fue representado por Bonifacio VIII, quien en su bula declaró las
altisonantes palabras, cuando dijo:
Empero una espada debe estar bajo la otra, y la
autoridad temporal debe estar sujeta a la potestad espiritual (...) Por
tanto, si la potestad terrena se aparta del camino recto será juzgada por
la espiritual (...) Pero, si se aparta de la suprema autoridad espiritual,
sólo puede ser juzgada por Dios, y no por humanos (...) Por otra parte,
declaramos, decimos y definimos que es absoluta necesidad para la
salvación que todas las criaturas humanas estén bajo el pontífice romano.
Benedetto
Caeteni (Bonifacio VII), Unam
Sanctam, 1299.
|
Estas declaraciones no sólo
entorpecieron las relaciones entre el papado y los emperadores, propiamente
dichos, sino que a partir del reinado de Bonifacio VIII se hizo evidente la
decadencia del papado. En este sentido, “la era de los altos ideales culminaba
y comenzaba la era de los sueños frustrados” (González, 1994,1:453).
Las razones de esta decadencia fueron
muchas y muy complejas. Siguiendo a Latourette, podemos distinguir algunas de
ellas:
a)
El sentimiento
nacionalista de Europa: las nuevas vías de
comunicación, el crecimiento de las ciudades y el comercio promovían una vida
más urbana, desprendiéndose de los viejos sistemas económicos agrícolas. De
allí, los monarcas europeos promovían una fuerza y sentimiento nacionalista, dejando
atrás las pretensiones papales.
b)
La frustrada idea de la
unidad cristiana: los ideales de los papas de
reunir a toda la cristiandad en una unidad dominada por el Imperio Romano y por
el papado no se realizaba. Por el contrario, Europa quedó dividida por muchos
estados, grandes y pequeños.
c)
Las luchas entre los
imperios y el papado: las agobiantes luchas entre
los papas y los emperadores agotó las fuerzas y actitudes de las multitudes de
personas. Las contiendas, muchas veces eran destructoras y los papas tomaban
medidas contrarias a los ideales de las conductas cristianas.
d)
Los ideales morales del
papado: en las diferentes contiendas, aunque los
emperadores sufrieron más que los papas, el resultado desfavoreció
pronunciadamente en la estatura moral del papado.
e)
La pronunciada debilidad
papal: aunque los papas reformadores intentaban
purificar la vida de la Iglesia y buscaban un mejor nivel espiritual de todos
los integrantes, sus diferentes medidas resultaron en mayor debilidad papal.
Específicamente, en los puestos de poder predominaba la burocracia complicada,
la ambición de poder, comodidad física, riquezas y una especie de poder que era
lo contrario al evangelio que promovían.
2. El Cautiverio Babilónico de
la Iglesia (1309-1377).
El Cautiverio
Babilónico de la Iglesia es un concepto que describe la residencia de los papas
en Aviñón. Dicha ciudad no estaba en Francia, pero estaba bajo la sombra de
dicho reino. No obstante, lo que le hizo francés al papado era que en este
período todos los papas eran franceses y Clemente V (electo papa en 1305), no
fue a Roma, sino a Aviñón y se sometió a la política de Felipe, rey de Francia.
En este sentido, el papado era casi una institución francesa, al servicio en
recursos y comunicación a este Imperio.
Lista de papas franceses
Lista de papas franceses
Juan XXII (Jacques Duese, 1316-1334); Benedicto
XII (Jacques Fournier, 1334-1342);
Clemente VI (Pierre Roger 1342-1352);Inocencio VI (Etienne Aubert,
1352-1362); Urbano V (Guillaume Grimoard, 1362-1370); Gregorio XI (Pierre
Roger de Baaufort. 1370-1378).
|
Desde la perspectiva de la realidad papal, en
Aviñón, el papado tuvo sus ambivalentes fases.
Por un lado, los papas permanecían allí porque Italia no ofrecía
seguridad; geográficamente Aviñón era más céntrico que Roma; y el período
pasado por allí no fue estéril pues, aparte de los desarrollos administrativos,
el papado se alejó de las interminables y absorbentes luchas con los italianos.
Sin embargo, por otro
lado, más allá de la visión peyorativa de Dante y Petrarca (estos decían que
los papas en Aviñón eran prisioneros de los reyes de Francia), este período se
caracterizó por su faceta crítica. Esto puede comprobarse a través de los
diferentes ángulos:
a)
Ángulo económico: los años de Aviñón fueron notorios por el lujo del cortejo papal y los
aumentos de las formas y reclamos papales. Fueron construidas residencias
reales para los papas y cardenales. Benito XII, durante su papado (1334-1342),
prometía a los romanos el regreso a la Sede de San Pedro, mientras tanto
comenzaba la construcción del gran palacio en Aviñón.
b)
Ángulo administrativo y
político: el modo de vida dentro de los palacios
motivaban a grandes gastos. Al mismo tiempo, la burocracia y las aventuras
políticas apuntaban a la búsqueda de los fondos a través de los diferentes
métodos anteriormente mencionados.
Estos aumentos de poderes e impuestos papales
despertaban un resentimiento general. Si bien los pontífices aviñoneses eran
hombres honrados que se esforzaban por corregir los abusos y mejorar la vida de
la Iglesia, no obstante la corriente estaba en su contra. El papado estaba en
decadencia; y pronto vino a ser un escándalo para el nombre cristiano.
3. La gran disensión papal
(1378-1449).
El período de tiempo que abarcamos
se caracterizaba por un contexto en que toda Europaestaba minada de enemistades
internacionales. La catolicidad europea se dividió, quedándose una parte con
Francia, y la otra con los italianos, luchando por el regreso de la corte
pontificia a Roma.
Desde esta perspectiva, el papel decisivo en el gran desencadenamiento
del cisma fue promovido por el traslado de la sede papal a Roma. El papa
Gregorio XI (1376) fue exhortado por la célebre Catalina de Siena, de volver al
papado a Roma. Aunque no se sabe si esta exhortación influyó sobre el papa en
gestión, el 17 de enero de 1377, el papado entró en Roma, en medio de un júbilo
general.
Si
bien, este contexto anunciaba el regreso del papado a la ciudad italiana, no
obstante las tensiones continuaron a través de los sucesivos pontífices. En
1378-1389, fue electo papa Urbano VI. Aunque fue elegido legítimamente, pronto
fue repudiado por quienes lo eligieron. Este episodio reprsenta un fenómeno sin
precedentes en la historia del cristianismo. “Los mismos cardenales que lo
habían elegido y lo sirvieron (menos uno), reunidos en cónclave, eligieron a un
nuevo pontífice, Clemente VII (González, 1994, 1:491). En este sentido, había entonces, dos papas: un italiano en Roma
y un francés en Avignon.
Clemente VII, estaba apoyado por Francia, Esocia y una parte de
Alemania; mientras que Urbano VI fue reconocido por Italia, Inglaterra, la
mayor parte de Alemania, Escandinavia y Portugal. La mayoría de los cardenales
estaban preocupados y ansiosos por poner fin a este escándalo. Esta situación
condujo a dos intervenciones, aunuqe ninguno de los dos papas renunciaría,
porque ambos afirmaban haber sido elegidos canónicamente. Este cisma continuó,
no solamente en el seno papal y cardenalicio; a veces los obispos se disputaban
por la misma diócesis; dos abades, la misma abadía, y dos párrocos, la misma
parroquia.
Pese a los tumultos
y sucesivas cambios papales, se agotaron las reservas; en 1409 se reunió un
concilio en Pisa para resolver este problema. El Concilio depuso a los dos
papas existentes y eligió un nuevo papa: Alejandro V. Los otros dos se
rehusaron a renunciar y ahora había tres papas. El escándalo del cisma aumentó.
En 1414 se reunió otro Concilio en Constanza, que condenó a los tres papas y
eligió uno nuevo: Martín V (1417-1431). La cristiandad romana tenía una vez más
una sola cabeza. El cisma había terminado, pero la autoridad papal estaba muy
deprimida. De ahora en adelante, el papa tendría el poder ejecutivo de la
Iglesia, pero sería regulado por un cuerpo legislativo (concilio) que se
reuniría regularmente y representaría los intereses de toda la cristiandad.
SÍNTESIS DE LA FINALIZACIÓN DEL CISMA PAPAL
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Papas en Aviñón
(1389-1409)
|
Papas romanos
(1404-1415)
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Concilio de Pisa (1409)
|
Concilio de Constanza (1414-1418)
|
Bonifacio
IX (1389-1404)
|
Inocencio
VII (1404-1406)
|
Alejandro
V (1409-1410)
|
Martín
V (1417)
|
(¿
...?)
|
Gregorio
XII (1406-1415)
|
Juan
XXIII (1410-1415)
|
|
Tema 3: Los concilios
reformadores del cristianismo occidental.
Los tres concilios ecuménicos
celebrados a fines de la Edad Media se caracterizaron no solo por ser
movimientos conciliares que estaban desafiados en torno del poder papal, más
aún, pretendían reformar a la iglesia, y resolver los problemas que los papas
crearon en sus ambiciones, sus pugnas y su corrupción (González, 1994, 1:495).
Por una parte, las perspectivas populares no se trataba de los escándalos que
hubieran dos papas; sino también debían tratarse de la explotación económica,
las cuestiones políticas y militares combatientes. Por otra parte, muchos que
se opusieron a la autoridad excesiva del papa, y abogaron por un concilio de
reforma de la Iglesia eran los eruditos y franciscanos. Uno de los teóricos más
notables de los concilios fue Guillermo de Occam. Si bien, Occam y sus
seguidores no creían que haya institución libre del error, sin embargo
sostenían que “en un caso en que la
iglesia esté claramente necesitada de una reforma, y el papa niegue a
dirigirla, un concilio universal tiene la autoridad necesaria para reformar la
iglesia, aun contra la voluntad del papa” (González, 1:496).
Todos los que pretendieron estas
vías de reforma fueron testigos tanto del éxito del movimiento al comienzo como
de su derrota final. Entre los tres movimientos conciliares que mencionamos se destacaron los siguientes:
CONCILIOS
REFORMADORES A FINES DE LA EDAD MEDIA
|
|||
Lugar
|
Constanza
|
Basilea-Ferrara-Florencia
|
Lateranense V
|
Años
|
1414-1418
|
1431-1439
|
1512-1517
|
Temas tratados
|
Corrección
de los abusos, herejías y elección de un nuevo papa
|
Búscar
la transformación del papado y reformar a la iglesia
|
Búsqueda
de la condenación de los herejes y aprobación del concordato con Francia
|
La frustración de todos los concilios se debió a las diferentes
razones reinantes en el contexto de la Iglesia. Para comenzar, la unidad de los
propósitos reformadores estaba empapada por los motivos políticos, personales y
papales. A causa de estas condiciones, las soluciones parciales de los
concilios terminaron sin resolver nada. En consecuencia, fue sumándose el
antagonismo al poder papal y las esperanzas de transformar el papado en una
monarquía constitucional fueron desvaneciéndose en todos sus modos.
Por otra parte, el surgimiento
nacional de Europa hacía que, en muchas regiones “la gente no se agrupara
alrededor de una dinastía, se veía el principio de coalición en la formación de
estados permanentes que tenían la apariencia de las naciones modernas. Por
ejemplo en Alemania e Italia se vivía estos principios de consolidación, lo
mismo se percibía en Francia, Inglaterra y otras naciones” (Lindsay, 1949,
1:36). Este nacionalismo fue convirtiéndose en una fuerza positiva para
occidente. En consecuencia, muchos de los movimientos de Reforma aprovecharon
esta situación de consolidación nacional para extender sus ideas y actuar en
búsqueda de un nuevo horizonte socio-político y religioso.
Desde estas perspectivas descriptivas estamos concluyendo el tema
abordado. Hemos observado, por un lado las reformas de la Iglesia desde el
ángulo del papado. En segundo lugar, hemos sintetizado otro fenómeno
socio-político dentro y fuera de las intenciones reformistas eclesiásticas.
Estas consideraciones no pretenden haber agotado el tema en cuestión; en
efecto, el mismo requiere un gran refuerzo de todas las ideas a través de las
informaciones adicionales. En este sentido, el alumno hará bien en realizar
atentamente las lecturas obligatorias anexas en las guías de éste módulo.
Tema 4: Los movimientos de pre-reforma cristiana en Europa.
En el tema anterior
hemos considerado que el deseo de una reforma de la Iglesia estaba más allá de
los aspectos religiosos, estaban inherentes en la vida nacional de toda Europa
occidental. Se desarrollaron concilios,
se establecieron convenios entre el poder temporal y espiritual (Estado e
Iglesia); sin embargo, estos intentos no fueron los únicos que existieron.
Desde la perspectiva histórica, existieron muchos antecedentes de individuos y
grupos que eran considerados disidentes o herejes para el cristianismo de la
época. A partir del siglo XII hasta
Estos individuos y
grupos anhelaban una transformación auténtica del cristianismo. Además,
buscaban una correspondencia más fiel entre la fe eclesiástica y el ideal del
Nuevo Testamento. De hecho, en la historia abundaron los ejemplos de hombres y
mujeres que lucharon por este propósito, no obstante, cualquier descripción de
ellos resulta compleja. Ya sea por razones de sus puntos de vistas doctrinales
o por la escasa información de ellos.
Sin embargo, en el
presente tema arreglaremos el material tomando como ejemplo a algunos de ellos:
1. Pedro el Venerable (c. 1092-1156).
Pedro nació en Auvernia, Francia, en el seno de una noble
familia. Se educó en un monasterio de la congregación de los Cluny e influyó
sobre sus reformas. Aunque fue sujeto al papado de Roma, se auto gobernaba a sí
mismo y a sus monjes sin alguna inferencia episcopal de su región.
Entre todas sus obras,
fue abad superior (1122) y efectuó reformas financieras y educativas, aunque no
logró detener la declinación general del cristianismo en este período. Viajaba
repetidamente por Roma y dos veces a España e Inglaterra, pero a menudo se
retiraba a la vida solitaria para meditar y estudiar. Sus sermones y escritos
demuestran su minucioso conocimiento de las Escrituras.
2. Pedro de Bruys (c. 1131).
Pedro de Bruys o Pierre de Bruys, fue un
predicador que comenzó su ministerio en una insignificante aldea de Bruys,
misionando en contra de la iglesia de aquel tiempo. Durante veinte años ejerció
una considerable influencia sobre esta región sur de Francia.
Sus principales enseñanzas se
conocen por los escritos que lo adversarios de Pedro el Venerable. Según éste,
Pedro de Bruys enseñaba cinco doctrinas que heréticas a la Iglesia de Roma
(Peter Williams, 1989: 832):
LAS CINCO PRINCIPALES ENSEÑANZAS DE PEDRO
BRUYS
|
|
1. La invalidez del bautismo infantil:
|
Sólo
la fe personal puede traer salvación al hombre y no el bautismo.
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2. Las iglesias no son necesarias:
|
Dios
atiende a las personas de acuerdo a sus méritos y no la iglesia.
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3. La cruz no debe ser objeto de
veneración:
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La
cruz es un objeto de execración (voto o juramento) y no veneración, pues la
cruz indica la tortura de Cristo.
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4. La invalidez de los sacramentos de la
iglesia:
|
En
el sacramento de la iglesia no hay una presencia real de Cristo.
|
5. La nulidad del esfuerzo por los
difuntos:
|
Tanto
los sacrificios, oraciones y buenas obras a favor de los muertos no producen
ningún efecto.
|
Pedro combinada un
ascetismo estricto con sus enseñanzas sostenidas lo llevaron a posturas de
doctrinas extremas. Sus seguidores formaban parte del amplio fermento
evangélico de la época. Su extremismo los condujo a quemar cruces y una devota
fe conservadora. A causa de sus ideas él mismo
fue quemado vivo por el populacho enfurecido en San Giles (c.
1120-1130). Lo más notable de sus doctrinas fue la idea que relacionaba la fe
con la salvación. Casi ninguno antes que Lutero lo sostuvo así.
3. Enrique de Lausana (c. a mediados del siglo XII).
Enrique era teólogo y monje benedictino, pero a partir
del año 1101 desechó su ocupación para dedicarse a la predicación de la
justicia ascética. Después de 1135 fue influido por Enrique de Bruys, cuyas
doctrinas eran similares.
Sus principales
tendencias reformadoras se resumen en las siguientes ideas, episodios y obras
que lo caracterizaban:
a)
Rechazaba la eficacia del
sacerdocio y de los sacramentos de la Iglesia Católica Romana.
b)
Predicaba la pobreza y la
penitencia que él mismo las realizó. Promovía sus ideas en Lausana, Le Mans y
diversas partes del sur de Francia.
c)
Se opuso encarnizadamente a
Bernardo de Claraval a través de sus predicaciones.
d)
Fue expulsado como teólogo
por el obispo Hildeberto.
e)
Fue condenado por el
Concilio de Tolosa (1119), luego más tarde (1135) fue arrestado por el obispo
de Arlés. Se retractó temporalmente, pero pronto reincidió y continuó su
predicación.
f)
Fue arrestado en Tolosa y
murió un poco después de su encarcelamiento.
4. Pedro Valdo (Siglo XI).
Pedro Valdo, también
conocido por Valdés o Vaudés, no se puede precisar cuándo adoptó la forma
tradicional de Valdo. Su nombre Pedro apareció atestiguado recién en algunos
documentos que datan del año 1368 y su aparición en la escena histórica se
ubica entre los años 1170 y 1180. Por su parte, recientemente los
descubrimientos franceses y españoles permiten conocer con mayor claridad la
verdadera historia de Valdo y sus inmediatos seguidores.
Por lo que se puede
decir, Valdo fue un rico comerciante y terrateniente de Lyons (Francia), quien
impresionado por la brevedad e inseguridad de la vida acudió a un teólogo para
preguntarle acerca del camino al cielo. En respuesta, le fue dado el
mandamiento que Jesús dio al joven rico: si
quieres ser perfecto, anda y vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Este
mandamiento fue acatado por Valdo y de allí se dedicó a la tarea de imitar a
Cristo.
En su manera de tratar a Waldo, Roma reveló menos
sagacidad que cuando más tarde Francisco de Asis reclamó tolerancia para
su orden de predicadores. Si el papa Alejandro III hubiera sido más
astuto, probablemente hubiera habido una nueva orden de predicadores
laicos en la Iglesia romana, en lugar de una secta (grupo) valdense, y tal vez no habría
surgido la Reforma luterana.
Henry
Vedder, Breve Historia dos Batistas, 122.
|
Pronto atrajo discípulos y fundó un movimiento de protesta religiosa, una de las primeras antes de la Reforma del cristianismo. En este sentido, el primer propósito de Valdo fue semejante al de Lutero (en el siglo XVI): reformar la Iglesia. Pero ante la imposibilidad de tal reforma, tanto él como su movimiento se constituyó en un grupo independiente y hostil a la iglesia jerárquica. Según el historiador Henry Vedder, la historia de la Iglesia podía ser diferente si hubiera una actitud y estrategia distinta con respecto a la gestión de Roma con este grupo:
De sus principales obras
reformadoras podemos conocer las siguientes:
a)
Predicó el evangelio, aún siendo excomulgado por el
arzobispo, el papa y el Concilio de Lertán (1179). En este sentido “tenía un
exclusivismo bíblico. Para él, las Escrituras debían estar en lengua del propio
pueblo. Para ello hizo traducir los Evangelios y parte de la Biblia.” (Driver
1997, 103).
b)
En sus creencias y prácticas, él y sus seguidores
aprendieron de memoria porciones bíblicas, utilizaban la oración del
Padrenuestro, evangelizaban de dos en dos, usaban vestimentas sencillas y en
los casos de necesidad creían que la eucaristía podía ministrar un laico, hasta
podían participar las mujeres.
c)
Para la organización eclesiástica creía que cada
comunidad debía tener su propio clero, con obispos, sacerdotes, diáconos y un
director para la confraternidad.
d)
Se destacó por su solidaridad con los sectores más
necesitados de la cristiandad
Luego de los intentos
de reformas y fundación de la comunidad, Valdo y sus seguidores vivían en la clandestinidad, considerados
como herejes. A raíz de estos movimientos, la Iglesia de Roma dejó la táctica
de persuasión de sus miembros disidentes e instaló en su lugar los tribunales
de la Inquisición y con el auxilio del brazo civil persiguió a esta clase de
movimientos.
5. Juan Wyclif (1328-1384).
Juan Wyclif era uno de los más importantes precursores
de la Reforma cristiana. Una síntesis biográfica nos permite aproximarnos a sus
características personales y el contexto inglés que le correspondió luchar.
Wyclif era natural de
Yorkshire y se doctoró en teología en la universidad Oxford (1372). Era un
brillante erudito y conferenciante en la universidad y también era un sacerdote
ordenado por al Iglesia Católica. De la universidad pasó a la corte, donde fue
útil con su talento para Juan de Gaunt (duque de Lancaster). Este período
caracterizaba a Inglaterra por una profunda crisis socioeconómica, debido a los
azotes de la peste bubónica que provocó la muerte de una tercera parte de la
población inglesa. La escasez de alimentos y condiciones de vida a nivel local
se volvieron anárquicas. A todo esto, se sumaban las tensiones entre la corona
inglesa y el papado romano, particularmente en lo que se refería a los
impuestos sobre el clero que una y otra parte trataban de imponer como también
el escándalo del Gran Cisma conocido por todo Europa.
Pero además del
nacionalismo mencionado, Wyclif iba más allá; fue motivado por muchas
convicciones religiosas que representaron sus convicciones y pensamientos:
a) El señorío de Dios
sobre todo señorío humano: en su tratado sobre el señorío civil, Wyclif concluyó que todo poder ejercido con los
semejantes, sea civil o eclesiástico, está condicionado sobre la fidelidad de
quien lo ejerce. De modo que el fiel, pobre y humilde posee derecho moral a
ejercer la autoridad que un papa o emperador lo hace injustamente. De allí,
afirma que sólo los justos pueden ejercer el señorío en forma legítima y digna
(Driver, 118).
b) La suprema
autoridad de las Escrituras: Wyclif fue un gran escritor. Aún en medio de las
oposiciones papales y varios procesos, escribió tanto que hasta sus enemigos se
asombraron. Entre sus escritos instó la traducción bíblica de la Vulgata al
inglés, ya que en esto manifestó su interés que la Biblia fuera leída en el
idioma vernáculo. En todos sus sermones y conferencias sostenía que la
autoridad bíblica estaba por encima de la teología escolástica, decretos
papales, concilios y otras formulaciones doctrinales. Todavía no había imprenta y para
llevar el evangelio al pueblo Wyclif comenzó a enviar a sus seguidores como
predicadores, vestidos de campesinos, con un báculo en la mano y de dos en dos.
Estos predicadores llevaban copias de pasajes bíblicos que leían a las
multitudes y luego enseñaban de memoria.
c) La verdadera
Iglesia: en su doctrina eclesiástica, Wyclif decía que la verdadera Iglesia es
la comunidad invisible compuesta por los elegidos de Dios. Ningún hombre, ni
siquiera el papa "conoce si es de
la Iglesia o si es un miembro del Diablo". Además, asistió en que Cristo
era la única cabeza de la Iglesia. Respecto a los sacramentos, negó la
transubstanciación, si bien creía en la presencia de Cristo, aunque no
"materialmente o corporalmente visible.” Por esto, para él, la mera
participación en la iglesia institucional y visible no es garantía de la
salvación. Según Murray L. Wagner, “a
partir del año 1380, Wyclif llegó a la conclusión que el papa era realmente el
Anticristo” (M. Wagner 1983, 135).
Sus enseñanzas e ideas
parecían inofensivas, pero manifestaban una severa crítica a los abusos de la
Iglesia, su riqueza, los impuestos que drenaban al país. La gente de todo tipo y clases sociales escuchaba con
interés la práctica de Wyclif porque expresaba muchos de sus propios
sentimientos. Como se describió arriba, Inglaterra entraba en una fase de
autonomía nacional y muchos estaban prontos para repeler cualquier intrusión
extranjera. Sin embargo, las noticias de esto llegaron a Roma y el papa envió
instrucciones al arzobispo de Canterbury y al obispo de Londres, para que advirtieran
al rey y a los nobles contra Wyclif. El papado pretendía su arresto y envío a
Roma para ser juzgado. Pero Wyclif tenía amigos poderosos y era la figura
universitaria más notoria. Por eso no se tomó ninguna medida hasta 1382, cuando
el arzobispo condenó su enseñanza. Wyclif se retiró de Oxford para ir a
Lutterworth como párroco, escribiendo y predicando. Murió en paz en 1384; pero
a cuarenta y cuatro años de su muerte, el concilio de Constanza lo condenó como
hereje y ordenó que fueran quemados sus huesos.
De este modo, el
pensamiento de Wyclif no tuvo el cuño de independencia que notábamos en otros
reformadores. El tenía un concepto realista de la Iglesia. Existía en él
diferentes motivos religiosos y muchos de ellos fueron suficientemente fuertes
para una transformación del cristianismo. Sus seguidores llamados "lolardos;" en algunos casos llegaron a significar los
predicadores pobres de Wyclif, aunque su formación en este movimiento no es del
todo clara. Los lolardos eran un
movimiento de predicadores pobres dedicados a un ministerio itinerante. Muchos
de ellos descalzos y vestidos de túnicas rústicas, literalmente cubrieron a
Inglaterra con su predicación del
evangelio. Aunque es imposible determinar la fuerza numérica de este
movimiento, pero el número de detenciones de las autoridades oficiales no fue
tan grande, muchos ejercían su ministerio en secreto y estaban ampliamente
expandidos. Las persecuciones a este movimiento se dieron no sólo por la causa
de su predicación, sino que existieron otras razones que promovieron persecución:
a) Muchos de ellos
tuvieron doctrinas claras y tajantes, pero a medida que los hombres mejor
preparados fueron desapareciendo en el grupo aparecieron ideas cada vez más
extrañas.
b) Muchos de los
lolardos trataron de inducir al Parlamento ingles hacia un cambio de leyes,
pero no lo lograron. A todo esto, un grupo se sublevó con ideas rebeldes, y no
sólo querían reformar a la iglesia sino también derrocar al gobierno.
Estas y otras causas fueron las que llevaron a las diferentes
persecuciones, pero el movimiento, en sus diferentes formas, nunca llegó a
extinguirse. A principio del siglo XVI, cobraron nuevas fuerzas, y el número de
mártires ejecutados por sostener sus doctrinas aumentó considerablemente. Desde
esta perspectiva, los sueños de Wyclif quedaron frustrados, pero a la larga se
cumplieron en la gran Reforma de Inglaterra y sus enseñanzas encontró un gran
eco en la lejana Bohemia, que será el punto de reflexión del próximo tema de
nuestro estudio.
6. Juan Hus (1373-1415).
Juan Hus nació en Husinec en el sur de “Bohemia”[1] y asumió el nombre
conforme a su lugar de origen. Sus padres pertenecían a una clase social muy
pobre. Su madre tenía muchos deseos que Juan fuera sacerdote. En 1390 entró en
la universidad de Praga, se recibió en dicha facultad con el grado de bachiller
en artes. En 1402, después de ser ordenado como sacerdote fue nombrado rector y
predicador de la Capilla Belén y de la universidad. Este lugar fue el centro
del movimiento de reforma checo. Caracterizado por un retorno a la Biblia y con
una notable exposición popular Hus comenzó a predicar en contra de los abusos
que existían en la Iglesia.
Apoyado por un espíritu
nacionalísta y del rey Wencelao Husnsformó se transformó en un líder para la
transformación religiosa y el nacionalismo checo. Esta actividad también fue
apoyada por los pensamientos de Wyclif de Inglaterra (aunque Hus nunca se hizo
wiclifita) y por el casamiento del rey inglés con una princesa de Bohemia. Esto
último estimuló las relaciones entre las universidades de Oxford y Praga.
Después del triunfo del movimiento husita (1409) las tensiones nacionales e
imperiales se hicieron oír. Por el lado nacional, la rivalidad se produjo
cuando el rey se puso a favor de Hus a través de un cambio de estatutos de la
Universidad y aun nombró a éste como rector de la misma. Por efecto de esto
muchos alemanes abandonaron la ciudad y se fueron a la ciudad alemana de
Leipzig donde fundaron una universidad rival declarando que Praga era una lugar
hereje.
Por el lado imperial, la lucha se
enardeció cuando Hus se rebeló en desobediencia al papa y siguió predicando, y
denunció vehemente el tráfico de de las cosas sagradas como herejía. El
populacho de Praga se levantó en un motín y quemó un simulacro de bula papal.
Durante este levantamiento tres jóvenes fueron decapitados por oponerse a la
venta de las indulgencias. Este proceso continuó hasta que en 1412 el papa
excomulgó a Hus y fue declarado bajo excomunión mayor por el Cardenal Pedro
Stephaneschi; además, se quemaron los libros de Wyclif y Hus tuvo que irse al exilio. En este exilio
el reformador no permaneció pasivo:
a) Atendía a grandes masas
que acudían a él para pedir sus consejos.
b) Escribió su obra
principal titulada: Tractatus de Ecclesia.
En ella y otros escritos aparece la doctrina que Pedro no fue la verdadera
cabeza de la Iglesia; Hus afirmaba que la única cabeza de la Iglesia es Cristo.
c) Promovía la idea que las
censuras eclesiásticas son inventos del anticristo.
En estas
instancias se convocó a Hus, ordenándosele presentarse en el Concilio de
constanza (1414). El emperador Segismundo lo alentó a concurrir prometiéndole
su protección. Huss fue con un salvoconducto del emperador esperando participar
de un debate teológico, pero pocas semanas después fue preso y se inició un proceso sobre él. El concilio
condenó por los cuarenta y cinco proposiciones de sus escritos. Se le exigió
que retractara de ellos, pero ante su obstinada negativa, convicto y confeso,
el 6 de Julio de 1415 fue condenado y quemado vivo como hereje (B. Llorca 1960,
426).
A la muerte
de Hus comenzaron una serie de revueltas y levantamientos de guerras hasta que
en 1434, a partir del concilio de Basilea se llegó a una inteligencia con los
cuatro artículos, llamados “Compactatos
de Praga.” Con esto comenzó una relativa paz, pues todavía hubo revueltas,
y algunos se dividieron representando al partido aristocrático, conocido como
los utraquistas y otros se unieron a un grupo más radical y democrático
conocido como los taboritas.
Del
movimiento hussita se desarrolló la Unitas
Fratrum o los Hermanos checos, que absorbió lo más importante del
movimiento hussita, y llegó a ser la antecesora espiritual del movimiento
moravo superior. El maestro e ideólogo de este movimiento fue Pedro Chelcicky
(c. 1380-1460). Chelcicky fue uno de los pensadores cristianos más fecundos y
radicales, de su época. Su influencia no fue solo en el movimiento husita, sino
en toda Europa medieval (Driver 1997, 125).
7.
Desiderio Erasmo (c. 1466-1536).
Erasmo nació en Rotterdam (Holanda).
Fue hijo ilegítimo de un sacerdote y de una hija de un médico. Durante toda su
vida tuvo que llevar la doble carga de sus orígenes humildes e ilegitimidad.
Pero, su crianza en medio de una clase burguesa siempre reflejaron sus valores.
Fue educado en Deventer (1475-84) por los Hermanos de la Vida Común.
En cuanto a su formación académica
estudió teología escolástica, pero pronto sintió repudio por la misma. De allí,
se dedicó al estudio de letras clásicas y su interés por las Escrituras y la
literatura cristiana antigua lo encauzaron a especializarse en el griego, y
llegó a dominar este idioma como pocos en su época. Su fama fue creciendo, y a
la postre se volvió el centro de un círculo internacional de humanistas que
pretendían reformar a la Iglesia, no por medios violentos, sino devolviéndole
su fe sencilla y primitiva (González 1994, 547). Luego de sus visitas a Italia
e Inglaterra se estableció en Basilea (1514-29) para una intensa tarea
literaria.
Algunos de las características más
destacadas de las ideas y principios reformístas de Erasmo pueden resumirse en
los siguientes cuestiones bien definidas:
a)
En materia de literatura,
Erasmo fue el primer best-seller en
la historia de la imprenta. Entre sus obras se encuentran una edición crítica
del Nuevo Testamento basada en los manuscritos griegos; una paráfrasis del
Nuevo Testamento (excepto el Apocalipsis); ediciones de los Padres griegos y
latinos. La obra más popular fue su Moriae
Encomium, es decir, El elogio de la
locura, publicado en 1511. Este libro es una sátira que atacaba la vida
corriente de su día y los abusos de la iglesia y la nobleza.
b)
En materia de reforma, Erasmo
tenía su propio programa reformista, en parte crítico pero mayormente
constructivo. Opinaba que para la reforma era necesario utilizar los
instrumentos de la erudición y los materiales que la antigüedad cristiana
proveía. En este sentido, la filología, el sentido crítico y una labor
diligente capacitaban al estudioso para revelar la verdad de la Biblia y de los
Padres de la Iglesia.
c)
En materia de vida moral,
para Erasmo las doctrinas tenían una importancia secundaria. Aun cuando
valoraba las diferentes doctrinas cristianas (por ejemplo la encarnación de
Cristo, la vida de Jesús, los mandamientos entre otras), en realidad la vida
recta constituía el punto más relevante de la vida cristiana. Así pues, buscaba
una reforma de la Iglesia que transformen las costumbres, la práctica de la
decencia y la moderación.
Desde
esta perspectiva, la reforma e ideas de Erasmo constituyen una variada gama de
enfoques. Algunos interpretan que en su carrera fue un luterano de corazón,
pero debido al temor era un católico conformista. Otros lo desbriben como un
devoto de la razón, un precursor de la Ilustración del siglo XVIII. Y por
último, están aquellos que lo presentan como un precursor de Lutero diciendo: Erasmo puso el huevo y Lutero lo empolló. Conforme
a este último punto de vista, la labor crítica, su énfasis en los textos
originales de la Escritura y en las enseñanzas de Cristo, dieron el primer paso
hacia la Reforma. Por su parte, Lutero con su énfasis sobre las epístolas de
Pablo dio el segundo paso necesario para un nuevo paradigma de la Iglesia a
fines de la Edad Media.
Tema 5: La situación del cristianismo en Oriente.
Hasta aquí nuestro enfoque estuvo priorizando la situación del
cristianismo en occidente. Es decir, el cristianismo europeo occidental.
Además, consideramos el primer retroceso en Oriente en el siglo VII, con el surgimiento y avance del Islam, que ocupó la mitad del territorio que había sido del
Imperio Romano y desplazó al cristianismo de esas tierras en muchos casos en
forma permanente.
1. La situación del
cristianismo en los países bálticos.
El segundo período de
retroceso, Europa oriental se agregó a la lista de pérdidas cristianas. Por un
lado, a fines del siglo XIV y comienzos del XV, un mongol musulmán,
conocido como Tamerlán, tomó el poder. Sus ejércitos saquearon toda Asia
destruyéndolo todo, al punto que redujeron su población. Los que escaparon de
la masacre fueron absorbidos por el Islam. Pero,
por otro lado, en cuestiones de supremacía política y militar, este reinado no
prosperó, porque a la muerte de su jefe, se produce el desmembramiento de dicho
imperio.
Por otra parte, la pérdida más
grande de territorios cristianos en manos del Islam se produjo con la expansión de los turcos. Si bien, los turcos se encontraban divididos
en varios principados, un grupo, el de los Otomanes, logra en el siglo XIV
extenderse progresivamente hacia la frontera oriental del Imperio Bizantino en Asia
Menor. De allí, fundaron un estado musulmán con un ejército casi
invencible, constituido en su mayoría por esclavos que desde niños habían sido
entrenados para guerra y el odio a todo lo que fuera cristiano. En 1453 lograron la toma de Constantinopla, provocando la desaparición del
Imperio Bizantino. Esta fecha, generalmente constituye un gran hito, ya que se
toma para marcar el fin de la Edad Media.
En 1356,
los turcos Otomanes pasaron a Europa y hacia fines del siglo XIV ocuparon los Balcanes,
sometiendo al Imperio Bizantino bajo su conquista sistemática. Sin embargo, a pesar de sus avances, la vida religiosa de esta
región no decayó mucho. La Iglesia de Bulgaria experimentó un avivamiento
notable. Un hombre notable fue Teodosio de Trnovo, un ardiente monje. El
resultado de sus luchas y tareas se vieron en el aumento de la literatura
cristiana. Lo más lamentable fue el hecho que este vigor duró poco. Para fines
del siglo XIV el cristianismo en la Península Báltica se caracterizaba por el
siguiente contexto:
a)
La división del cristianismo: por siglos, aún antes de
la conquista turca, los cristianos experimentaron sostenidas divisiones entre
sí. La división del cristianismo entre el ala latina y la griega era un aspecto
muy común. Solamente en el año 1375, ante la amenaza turca hubo una
reconciliación entre la Iglesia Servia y de Constantinopla.
b)
Los grupos dominantes de algunas regiones como
Albania, Montenegro, Georgia y otros lugares de Asia Menor eran habitantes
crónicamente hostiles a los eslavos. En este sentido, muchos de los habitantes
se convertían del cristianismo al islamismo, puesto que tenían una antipatía
contra los eslavos (la gran mayoría de los eslavos eran a la fe cristiana de
corte ortodoxa).
De este modo, Constantinopla, que
por largo tiempo fue un baluarte del cristianismo en contra de la agresión
musulmana, cayó en el poder de los turcos otomanes. De allí, a partir del 30 de
Mayo de 1553, el jefe turco, por coincidencia significativa, llamado Mahoma II,
entró en la ciudad y celebró un culto de acción de gracias en la misma iglesia
Santa Sofía. Este episodio, pareciera que suplantó a Cristo por el Islam. La
ciudad capital llegó a ser turca y el emblemático templo de Santa Sofía fue
transformado en mezquita.
A partir del siglo XVI (1520-1566),
bajo Suleinán el Magnífico, el imperio turco abarcaba toda la península balcánica, incluyendo Hungría, Asia
Menor, Armenia, Georgia, el valle del Eufrates, Siria, Palestina, Egipto y la
costa norte de África hasta Marruecos. El cristianismo sobrevivió en
comunidades muy pequeñas (por ejemplo Armenia), como también la Iglesia
Ortodoxa sobrevivió con su clero, sus cultos y monjes. Aunque ningún movimiento
vigoroso resultó de ellos, fue más bien una expresión de la fe cristiana y
también del nacionalismo griego (Latourette 1994, 1:720-21).
Este estado de cosas se
mantuvo en algunos casos hasta fines de la Primera Guerra Mundial, en 1918. La
capital cristiana de Constantino cambió su nombre por el de Estambul.
2. La situación del cristianismo
en Rusia.
A diferencia del cuadro anterior, en Rusia, la
Iglesia Ortodoxa siguió extendiéndose. No solo en forma territorial, sino daba
evidencias de una notable vitalidad.
Específicamente en Moscú, los grandes príncipes crecieron
apoyados por la Iglesia y subyugaron a muchas ciudades libres. En algunos
casos, los príncipes mongoles aceptaban su dominio. En 1480, Iván III, el gran
duque de Moscú se casó con la hija de un pariente cercano al último emperador
bizantino. En sus prácticas del poder imperial adoptó los ceremoniales de la
corte bizantina, pero se declaró jefe de la Iglesia, que se independizó de
hecho de Constantinopla.
Por otro lado, el movimiento monástico fue muy vigoroso
en su expansión durante el siglo XV. Muchos monjes, con sus células monásticas
atraían a las sociedades del nordeste y el norte de Rusia. En este sentido, los comerciantes, artesanos y
viajeros encontraban asilo en los monasterios. Generalmente, los monasterios servían
de escuelas, bibliotecas, hospitales, mesones y lugares de información que los
príncipes y nobles acudían en su búsqueda.
Entre los monásticos rusos de los siglos XIV y XV hubo
muchos que, tenidos por cristianos ideales fueron canonizados. Entre estos
podemos mencionar a los siguientes con sus respectivas obras y tendencias:
a)
Sergio el santo patrono de
Rusia (1314-1392): Sergio fue el hombre más influyente y el más querido de los
santos en Rusia. El ejemplo más destacado de su ministerio fue la instalación
de un nuevo modelo de monasterios. Sus valores se destacaron por su incansable
trabajo a favor de los pobres. En su devoción religiosa fue místico, pero no se
dedicaba a esto solamente, porque animó al príncipe de Moscú a resistir a los
mongoles con las armas. En este sentido, dio su bendición al ejército, y en
buena medida la victoria fue atribuida a las oraciones de Sergio. Otras de sus
influencias fue la lectura de la Biblia en el idioma eslavo. Muchos asistían a
sus liturgias donde se leían el Antiguo y Nuevo Testamento.
b)
José Volosky (1440 ss.):
Volosky fue hijo de una familia noble, pronto llegó a ser monje y persuadió a
sus padres y hermanos a hacer lo mismo.
Fundó un monasterio cerca de Volokolamsk, este lugar fue un centro de protesta
contra las relajadas costumbres de la vida monástica que predominaba. Frente a
esta situación, José promovía los ayunos, oraciones, trabajo duro y diligencia
en el estudio. No prohibía las posesiones colectivas, en efecto construyó
grandes monasterios. Además, se dedicaba un espacio, en sus monasterios, para
la preparación de los prelados. De allí, atraía a los hijos de la aristocracia
y animaba a los obispos a tomar parte de los asuntos sociales. Este énfasis
pronto hizo del cristianismo una gran fuerza en varios asuntos de la vida de
esta nación.
c)
Nilo (Nil) Sorsky (c.
1433-1508): Nilo trabajó en el norte de Rusia, tanto él, como otros monjes, se
trasladaron más allá del Volga (por eso muchas veces se les denominaba
transvolgianos o ancianos de Transvolga). Preferían vivir a solas y no tener
propiedad alguna. Se dedicaban a la meditación y la oración; se ganaban la vida trabajando. También no se
destacaban por el trabajo literario, ya que su tarea se limitaba a dar algunos
consejos espirituales a laicos.
Aparte de estos grupos
existieron diferentes movimientos monásticos, entre ellos muchos de tendencia
herética. Además de estos, coexistieron los grupos monásticos judaizantes. Un
análisis de esto, nos permite ver la debilidad de la Iglesia Rusa, y esto nos
conduce a una síntesis reflexiva. En primer lugar, la existencia de los
monasterios quiere decir que el cristianismo no tuvo un arraigo muy profundo.
Si bien estos grupos fueron una expresión de fe más autóctona, no obstante
fueron movimientos muy prácticos y poco profundos.
Por otro lado, la
aparición de los movimientos heréticos demostraban que las transformaciones de
la Iglesia fueron hechas en la práctica, pero en materia de doctrina formulada
no estaba presente. En este sentido, Rusia se convirtió en una gran fuerza del
cristianismo de aquel momento, un esfuerzo independiente por la reforma; frente
a la Iglesia Católica Romana (que estaba en vías de la Reforma) y el
cristianismo de Constantinopla que cayó en manos de los trucos, cuya expresión
religiosa estaba representada por la fe islámica.
Todas estas
descripciones fueron partes integrales de aquellas situaciones que estaban
ocurriendo en Europa oriental, mientras que la parte occidental estaba en
vísperas de un gran movimiento de Reforma, representado en las diferentes alas
reformistas del cristianismo. Ahora lo invitamos a realizar las lecturas
asignadas correspondientes a estos cuadros de historia.
[1] Bohemia (en lo que
después fue Checoslovaquia) era un estado eslavo, estrechamente unida al
Imperio Alemán. De hecho, en 1346 el emperador Carlos IV había heredado el
trono de Bohemia, y a partir de entonces las relaciones entre ambos países
habían sido muy estrechas.
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