viernes, 27 de abril de 2012

HISTORIA DEL CRISTIANISMO (CAP.5)


LA DECADENCIA Y VITALIDAD DEL CRISTIANISMO EN EL MARCO DE LA SEGUNDA FASE DE LA EDAD MEDIA





Presentación




            El presente capítulo de la materia estudia los diferentes aspectos de la vida interior de la Iglesia en durante la Edad Media.

En primer lugar, debemos destacar que este período cronológico es muy amplio y variado. En este sentido, el presente material no agota todos los aspectos que sucedieron. No obstante, lo que pretendemos es demostrar la vasta riqueza del cristianismo subyacente en este marco histórico.

En segundo lugar, este período de tiempo revela las diferentes circunstancias que el cristianismo tuvo que cruzar. De allí, lo más sobresaliente no es solamente la supervivencia del movimiento cristiano, sino que hacia el 950 comienza una vitalidad paulatina que va a continuar hasta el 1350.

En tercer lugar, la historia demuestra que luego del 1350 comienza la segunda declinación del cristianismo. Dicho declive continúa hasta el 1500. La razón es doble: en occidente se da la división de la cristiandad y comienzan los diferentes movimientos de revuelta contra los abusos de la Iglesia; en oriente se de un reavivamiento del Islam y un acrecentamiento de su agresividad hacia los paises con presencia cristiana.

Pero, una vez más, a pesar de todos los obstáculos, a fines del siglo XV y principios del XVI se observan  todas las condiciones favorables para un cambio significativo de la vida y marcha del cristianismo.



 

Tema 1: Los grandes papas y sus metas.



            La sección que abordamos, a menudo, para quienes estudian la Edad Media, le parece que el juego de la historia debía haber terminado. ¿Por qué? Porque la tiranía, la opresión de los feudales, ayudadas por la voracidad y astucia de los sacerdotes, por la ignorancia y crueldad de los campesinos en contra del feudalismo y el papado parecieran estar a punto de triunfar.

            El contexto en occidente, a la falta de un supremo emperador le dio la oportunidad a un papa fuerte como Nicolás I para demostrar lo que un papa, como cabeza de la cristiandad, podía hacer. Pero un siglo más tarde, la falta de un gobierno efectivo en Roma, el desorden y los problemas sucesorios llevaron al papado al desastre. De la lista papal, el peor de todos fue Benedicto IX, un adolescente corrompido que fue derrocado por el pueblo en el año 1044. En su lugar nombraron a Silvestre III, pero pocas semanas más tarde era nuevamente derrocado por Benedicto, que vendió el trono recuperado al mejor postor. El comprador fue Gregorio VI, que tenía intenciones de reformar el papado. Benedicto cambió de parecer y no quiso abandonar lo que vendió y esto significó que en un momento en Roma había tres papas: Benedicto IX, Silvestre III y Gregorio VI. El pueblo no soportó la situación y apeló al emperador Enrique III, quien depuso a los tres y nombró a su primo León IX. Este invitó para unirse a sus planes de reforma a Hildebrando, que había sido capellán de Gregorio VI y había estado a su lado hasta su muerte.




El papado romano representado en tres papas
Benedicto IX: permaneció tres semanas en el trono
Silvestre III: derrocado tres semanas a su consagración
Gregorio VI: derrocado a los siete meses y medio



                De aquí en adelante, si bien los conflictos de la Iglesia se intensifican, no obstante, debemos destacar a los papas más influyentes para una reforma eclesiástica. En este sentido, destacamos a cinco de ellos, no desde la perspectiva cronológica, sino quienes por su paso en el trono dejaron señales de un pretendido cambio. 



1.      León IX (1049-1054 d.C.).



León IX fue hecho papa a los 45 años de edad, se caracterizaba por ser un buen organizador, administrador y reformador. La primer acción se hizo evidente durante su entronización. Rehusó a entrar en Roma con gran pompa, como correspondía a un papa. Lo hizo descalzo y vestido como un humilde peregrino. En cinco años sólo estuvo en Roma seis meses; viajó incansablemente revigorizando la Iglesia, mejorando su disciplina y animando a arzobispos y obispos a cumplir su ministerio.

Durante su papado el rompimiento entre Roma y Constantinopla fue total. Esto produjo una separación entre las partes oriental y occidental de la Iglesia Católica.



                2. Nicolás II (1058-1061).



            Nicolás II, reconocido por su nombre Gérard, fue elegido en Toscana por los reformadores. En 1059 (en el Concilio Laterano), tras la adopción de un decreto, liberó al papado de su relación política con la ciudad de Roma y sus desórdenes. Esto significó que en adelante el papa no sería elegido por el pueblo de Roma, sino por los cardenales obispos, cardenales clérigos, resto del clero y el pueblo (Jöel Van der Elst, 1997:112. De allí, el papa no tenía que ser romano ni venir a Roma a fin de ser coronado para ejercer su autoridad. Al mismo tiempo, el mismo Concilio prohibió la investidura de laicos, es decir, la ordenación de un abad u obispo por el gobierno secular.



3.      Gregorio VII (1073-1085).



            Gregorio VII, conocido por su nombre Hildebrando (c.1023-1085), nació en Sovana, fue uno de los papas reformadores más grandes y radicales que conoció la Edad Media. Fue consejero de muchos papas, al fin fue elegido papa por aclamación popular y los cardenales en 1073. Si bien, este método de elección violaba la ley establecida en 1059, su validez no se puso en duda sino hasta después de 1076.

            Gregorio VII creía que la función principal del papado era servir como una institución gubernamental, y que para cumplir esto debía darle un papel muy importante a la ley. Para él, no podían existir dos poderes establecidos por Dios (espiritual y temporal), sino uno, el espiritual que le pertenecía al papado. Por eso, los príncipes debían besar sus pies. Para lograr esta situación, sus metas principales fueron:



LAS METAS DEL PAPA GREGORIO VII
Para con el papado:
Abolir la oposición al papado dentro de la Iglesia.
Librar a la Iglesia de Roma de la influencia civil, destacando que solamente el papado podía nombrar a los obispos, trasladarlos, expulsarlos y no el Estado. Se les negó a los reyes y príncipes el derecho de nombrar obispos y papas.
Conseguir el apoyo de los poderes civiles a fin de lograr las pretensiones universales del Papa.
Para con la Iglesia:
Mantener a los obispos en dependencia y contacto con la Santa Sede de Roma.
Proclamar el celibato del clero.
Unificar a los cristianos occidentales y orientales (este objetivo no logró cumplirlo).
Reformar la vida de los fieles mediante la introducción de diferentes formas liturgicas y oración.
Para con el gobierno civil:
Ejercer el derecho canónico en la influencia y responsabilidad sobre la Iglesia, obispos y reyes. En este sentido, sólo el papa merece el título de “universal.”

            A fin de lograr las metas para su papado, vio necesario utilizar diversos instrumentos; entre ellos, los más conocidos fueron:



a)      La excomunión: Implica varios grados de exclusión de la comunidad de los fieles debido a un error en la doctrina o caída moral. Esta práctica, muy primitiva en el cristianismo, era utilizada por el oficio papal a fin de reprobar a quienes no obedecían las disposiciones establecidas por el Papa. Si el excomulgado era un rey, sus súbditos no estaban obligados a obedecerlo y cualquier católico fiel podía adueñarse de sus propiedades.

b)      El interdicto: Era un instrumento potente en las manos de los grandes papas. Consistía en la prohibición de la administración pública de los sacramentos y servicios de la Iglesia en un determinado lugar, en el caso que no existiera obediencia al papa. De no someterse el príncipe ofensor o toda la comunidad, no se permitía la administración de los sacramentos y hasta podía cerrarse el lugar (excepto, en privado se podía realizar el bautismo, casamiento y la extremaunción). En el caso contrario, se levantaban las medidas y eran suspendidas las sanciones.

c)      El bando: Era un edicto que declaraba fuera de la ley a quien era puesto bajo el mismo. La persona así condenada carecía de toda protección legal y el poder civil podía disponer incluso de su vida.



            Utilizando estos instrumentos con bastante elasticidad y fuerza, apelando a documentos falsos e invocando la autoridad de Pedro, Gregorio VII ganó un gran terreno en el campo de la influencia y poder sobre los poderes civiles. Pero el verdadero choque se produjo en ocasión de la controversia entre Enrique IV, rey de Alemania y el papa de turno. El rey pretendía ser coronado por el papa como emperador del Sacro Imperio y nombró por su cuenta al arzobispo de Milán. El papa lo reprobobó y lo expulsó, a esto, el rey le respondió tratándolo de “monje falso.” Este conflicto tuvo un costo muy alto para el rey y sólo obtuvo una solución mediante una emblemática apelación, conocida como “la penitencia de Canosa.”

            Esta fascinante historia nos permite reconocer la situación político-religiosa del momento y a su vez, resuelve con claridad el conflicto propiamente dicho. En este sentido, el alumno hará bien en seguir detalladamente la lectura obligatoria asignada en Justo L. González, 1:367-373.

            Estas controversias, en torno al problema de la investidura y el trono papal, no terminaron hasta comienzos del siglo XII, cuando se hizo un arreglo: la Iglesia nombraría a los obispos, pero con la aprobación del emperador.



4.      Alejandro III (1159-1181).



            Alejandro III, por su nombre Rolando Bandienelli, nació en Siena hacia 1105, fue canciller de la curia y hombre de gran estatura intelectual. En cuanto a su política eclesiástica, prosiguió la idea de sus predecesores reformadores. Su papado comenzó con dificultades, ya que tuvo que enfrentar a cuatro antipapas sucesivos, designados por el emperador, de allí luchó con el habilidoso y ambicioso Federico Barbarroja, quien fue derrotado, y en una memorable escena (Venecia, 1177), se arrodilló y besó sus pies. Además, tuvo que intervenir en el conflicto que oponía al rey de Inglaterra con Thomas Becket, arzobispo de Canterbury.

            A pesar de las oposiciones pudo continuar la obra de Gregorio VII. Entre las contribuciones más destacadas, cabe mencionar que fue él quien citó el tercer Concilio de Letran (1179). Este concilio fue importante por los siguientes decretos:











1.     Se decretó que únicamente los cardenales podían nombrar a un papa. Se estipulaba una mayoría de dos tercios de cardenales para una elección del papable.
2.     Se estableció sanciones contra los usureros, cátaros, judíos y sarracenos que ayudaban a los piratas.
3.     Se decidió la absolución de los pecados a los cristianos que mueren peleando contra la herejía.
4.     Se reiteró las leyes que afirmaban que las autoridades civiles no debían estar en los asuntos de la Iglesia.
5.     Se estableció que la canonización de los santos debía ser aprobada por Roma.
6.     Se confirmó la paz y la Tregua de Dios.
III Concilo de Letran, 1179.





5.      Inocencio III (1198-1216).



1.    Tomó el título usado por Gregorio de "Vicario de Pedro" y lo transformó en "Vicario de Cristo".
2.    Elevó al papado hasta la cúspide de su influencia política de Europa. Inocencio III sostenía que Cristo delegó a Pedro, no sólo el gobierno de la Iglesia, sino de todo el mundo. Manejó la política internacional a su antojo, coronando y deponiendo reyes, excomulgando individuos y naciones y otorgando favores y reinos a quienes le rendían homenaje.
3.    Convocó el IV Concilio de Letrán (1215), considerado como el más importante de las asambleas de la ICR. Entre los temas que se dictaminaron fueron doctrinales y otras acciones que dieron forma a las políticas eclesiásticas por varios siglos.
4.    Organizó la cuarta cruzada en contra los musulmanes (1204) y contra los albigenses (1209).
5.    Prestó apoyo al proyecto de Fransisco de Asís en cuanto a la organización y reconocimiento de los frailes. Fue en este tiempo que surgieron los franciscanos y domínicos.
6.    Reorganizó los diferentes servicios de la Curia romana.

                Inocencio III, por su nombre Lotario dei Conti di Segni, nació en 1160, en Anagni, Italia. Llegó al trono, en 1198, a los 37 años de edad. Se le considera el papa más grande de la Edad Media, no solamente por sus capacidades concretas, sino también por sus grandes logros. El siguiente cuadro sintetiza algunos de ellos, no obstante, el alumno hará bien de enriquecer estos datos a la luz de las bibliografías recomendadas y asignadas de K.S. Latourette.





            Sobre la base de las habilidades personales, como: una capacidad intelectual que sabía exactamente lo que debía realizar para que la Iglesia Romana dominara todas las relaciones; capacidades estadísticas; y tratos con los monarcas europeos de turno, su pontificado duró dieciocho años y seis meses.

Tema 2: La opresión económica de la Iglesia y los conflictos papales.



El período comprendido entre los años 1350 y 1500 se caracteriza por la segunda declinación más pronunciada para la historia del cristianismo mundial. Esta declinación encuentra dos razones bien definidas: el avance y crecimiento de los musulmanes, esta vez representados por los turcos otomanes, avanzaban cada vez más, y penetraron en el oeste de Europa e invadieron los Balcanes. Estas invasiones ocasionaron la reconocida caída de Constantinopla en el año 1453. La segunda razón de la declinación, se debía a los grandes abusos dentro de la misma Iglesia.

Sobre esta segunda razón, comenzó una profunda decadencia del papado. Los motivos de esta decadencia fueron muy complejos. No obstante, es posible reunir todos los motivos bajo un sólo denominador representado en muchos de los pecados mortales que invadieron a la Iglesia.



1.      El cuestionamiento al papado.



Después de Inocencio III la Iglesia occidental entró en una situación desconcertante. Aunque los papas reformadores realizaron muchos esfuerzos en búsqueda de la transformación de la Iglesia, pero en el fondo de las motivaciones se mostraba una gran debilidad papal. En primer lugar, el esfuerzo de los reformadores por librar a la Iglesia de la codicia del Estado, sobre este intento, la Iglesia se puso más codiciosa que los reyes. El papado comenzó a verse como un poder más entre los diferentes regiones de Europa occidental. La avaricia de las autoridades de la Iglesia y los gastos provocados por las Cruzadas forjaron una inmensa estructura que demandaba cada vez más ingresos económicos para sus sostén. Los métodos que utilizó la Iglesia occidental fueron dudosos y escándalosos. Los más comunes fueron las anatas, colaciones, expectativas, preservaciones, dispensaciones, indulgencias, simonía, absentismo, nepotismo, recomendaciones y diezmos.



Anatas
Del latín annatae de anus: añp. Consistía en la entrega al papa de los ingresos de un beneficio eclesiástico (obispo, monje, abad) de su primer año de trabajo ministerial. En el siglo XIII comenzó esta práctica, luego bajo la presión económica, los papas recalamaron este privilegio.
Colaciones
Consistía en un acto de sacar o mover de lugar a otro a un eclesiástico con el fin de promover ganancias económicas para los representantes de dicho ministro (obispo, abad, sacerdote).
Expectativas
Se basaba en la posibilidad de conseguir una venta de algún cargo eclesiástico, previendo un mejor licitador posible, aún antes que el puesto estuviera vacante.
Preservaciones
Eran los resguardos de los mejores y beneficiosos cargos eclesiásticos en beneficio del papado. El papa enviaba un sacerdote como representante y cobraba la suma correspondiente.
Dispensaciones
Se refiere al indulto papal o de la Iglesia a aquellos que cometieron violaciones a la ley canónica. La absolución podía realizarse mediante el pago de dinero.
Indulgencias
En la ICR es la remisión parcial o total de las penas que se deben a Dios (debidas al pecado) después que se haya perdonado la culpa. Esta concesión se basa en un principio de la satisfacción vicaria, en el supuesto que el pecador es incapaz para expiar sus pecados, en este particular puede recurrir a los tesoros espirituales de la Iglesia formados por los méritos extraordinarios de Cristo, la Vírgen María y los santos. La autoridad para conceder esto pertenece al papa, pero pueden ejercer los cardenales y obispos.
Simonía
El término proviene de Simón el mago (Hech. 8:18-24), quien pretendía comprar el don del Espíritu Santo. Durante la historia cristiana este término tomó definiciones más sofisticadas. En esencia, se trata de la concesión o adquisición de cualquier cosa espiritual por remuneración monetaria o de otro tipo.
Absentismo
Consistía el ocupar un cargo y residir en otro lugar. Esto era común entre aquellos que no tenían una vocación
Nepotismo
Consistía en nombrar a personas para ocupar cargos, no por sus habilidades, sino de su parentesco con quien hacía el nombramiento. Lo que hacían los papas lo imitaban los obispos y arzobispos.
Recomendaciones
Este término se relaciona con la práctica del pago de un impuesto anual al papado. A cambio de esto, el tributario podía recibir un beneficio o cargo temporario.
Diezmos
Se cobraba el 10% de los resultados obtenidos de los frutos del campo, negocios o manos de obras. De este fondo provenía el sostén del clero, ayuda a los pobres y mantenimiento de la parroquia. Eran voluntarias, pero en la práctica se hicieron obligatorias y se fijaban diferentes tarifas por los servicios prestados por el cura. Generalmente esta práctica se prestaba para los reclamos y disputas.



Desde esta perspectiva, los obispos y abades eran ricos y los reyes codiciaban sus riquezas. Algunos de los pontífices hicieron de su cargo una fuerza en la cristiandad. Mucha de esta fuerza, em buena medida obtenida por estos complejos sistemas de impuestos eclesiásticos, estaba designada a los designios políticos y sueños arquitectónicos de los papas en Roma (la Sede de San Pedro).

Pero estas condiciones, no solo influyeron en el cuestionamiento popular del papado, sino conllevaron a serios contratiempos y contiendas con diferentes reyes europeos. Los más destacados fueron los conflictos entre Eduardo I de Inglaterra y Felipe el Hermoso de Francia. Con Bonifacio VIII (Benedetto Caeteni), quien estuvo en la Sede papal desde 1294 al 1303, las relaciones entre el pontificado y los monarcas del occidente alcanzaron un punto crítico. En este contexto, el papado hacía esfuerzos para traer el Reino de Dios a la tierra, y para ello buscaban un ideal omnipotente mediante reclamos a favor de su autoridad. Uno de los máximos reclamos fue representado por Bonifacio VIII, quien en su bula declaró las altisonantes palabras, cuando dijo:

Empero una espada debe estar bajo la otra, y la autoridad temporal debe estar sujeta a la potestad espiritual (...) Por tanto, si la potestad terrena se aparta del camino recto será juzgada por la espiritual (...) Pero, si se aparta de la suprema autoridad espiritual, sólo puede ser juzgada por Dios, y no por humanos (...) Por otra parte, declaramos, decimos y definimos que es absoluta necesidad para la salvación que todas las criaturas humanas estén bajo el pontífice romano.
Benedetto Caeteni (Bonifacio VII), Unam Sanctam, 1299.




Estas declaraciones no sólo entorpecieron las relaciones entre el papado y los emperadores, propiamente dichos, sino que a partir del reinado de Bonifacio VIII se hizo evidente la decadencia del papado. En este sentido, “la era de los altos ideales culminaba y comenzaba la era de los sueños frustrados” (González, 1994,1:453).

Las razones de esta decadencia fueron muchas y muy complejas. Siguiendo a Latourette, podemos distinguir algunas de ellas:

a)      El sentimiento nacionalista de Europa: las nuevas vías de comunicación, el crecimiento de las ciudades y el comercio promovían una vida más urbana, desprendiéndose de los viejos sistemas económicos agrícolas. De allí, los monarcas europeos promovían una fuerza y sentimiento nacionalista, dejando atrás las pretensiones papales.

b)      La frustrada idea de la unidad cristiana: los ideales de los papas de reunir a toda la cristiandad en una unidad dominada por el Imperio Romano y por el papado no se realizaba. Por el contrario, Europa quedó dividida por muchos estados, grandes y pequeños.

c)      Las luchas entre los imperios y el papado: las agobiantes luchas entre los papas y los emperadores agotó las fuerzas y actitudes de las multitudes de personas. Las contiendas, muchas veces eran destructoras y los papas tomaban medidas contrarias a los ideales de las conductas cristianas.

d)     Los ideales morales del papado: en las diferentes contiendas, aunque los emperadores sufrieron más que los papas, el resultado desfavoreció pronunciadamente en la estatura moral del papado.

e)      La pronunciada debilidad papal: aunque los papas reformadores intentaban purificar la vida de la Iglesia y buscaban un mejor nivel espiritual de todos los integrantes, sus diferentes medidas resultaron en mayor debilidad papal. Específicamente, en los puestos de poder predominaba la burocracia complicada, la ambición de poder, comodidad física, riquezas y una especie de poder que era lo contrario al evangelio que promovían.





2.      El Cautiverio Babilónico de la Iglesia (1309-1377).



El Cautiverio Babilónico de la Iglesia es un concepto que describe la residencia de los papas en Aviñón. Dicha ciudad no estaba en Francia, pero estaba bajo la sombra de dicho reino. No obstante, lo que le hizo francés al papado era que en este período todos los papas eran franceses y Clemente V (electo papa en 1305), no fue a Roma, sino a Aviñón y se sometió a la política de Felipe, rey de Francia. En este sentido, el papado era casi una institución francesa, al servicio en recursos y comunicación a este Imperio.

Lista de papas franceses
Lista de papas franceses
Juan XXII (Jacques Duese, 1316-1334); Benedicto XII (Jacques Fournier, 1334-1342);  Clemente VI (Pierre Roger 1342-1352);Inocencio VI (Etienne Aubert, 1352-1362); Urbano V (Guillaume Grimoard, 1362-1370); Gregorio XI (Pierre Roger de Baaufort. 1370-1378).





Desde la perspectiva de la realidad papal, en Aviñón, el papado tuvo sus ambivalentes fases.

Por un lado, los papas permanecían allí porque Italia no ofrecía seguridad; geográficamente Aviñón era más céntrico que Roma; y el período pasado por allí no fue estéril pues, aparte de los desarrollos administrativos, el papado se alejó de las interminables y absorbentes luchas con los italianos.

            Sin embargo, por otro lado, más allá de la visión peyorativa de Dante y Petrarca (estos decían que los papas en Aviñón eran prisioneros de los reyes de Francia), este período se caracterizó por su faceta crítica. Esto puede comprobarse a través de los diferentes ángulos:



a)      Ángulo económico: los años de Aviñón fueron notorios por el lujo del cortejo papal y los aumentos de las formas y reclamos papales. Fueron construidas residencias reales para los papas y cardenales. Benito XII, durante su papado (1334-1342), prometía a los romanos el regreso a la Sede de San Pedro, mientras tanto comenzaba la construcción del gran palacio en Aviñón.  

b)      Ángulo administrativo y político: el modo de vida dentro de los palacios motivaban a grandes gastos. Al mismo tiempo, la burocracia y las aventuras políticas apuntaban a la búsqueda de los fondos a través de los diferentes métodos anteriormente mencionados.



Estos aumentos de poderes e impuestos papales despertaban un resentimiento general. Si bien los pontífices aviñoneses eran hombres honrados que se esforzaban por corregir los abusos y mejorar la vida de la Iglesia, no obstante la corriente estaba en su contra. El papado estaba en decadencia; y pronto vino a ser un escándalo para el nombre cristiano.



3.      La gran disensión papal (1378-1449).



            El período de tiempo que abarcamos se caracterizaba por un contexto en que toda Europaestaba minada de enemistades internacionales. La catolicidad europea se dividió, quedándose una parte con Francia, y la otra con los italianos, luchando por el regreso de la corte pontificia a Roma.

                Desde esta perspectiva, el papel decisivo en el gran desencadenamiento del cisma fue promovido por el traslado de la sede papal a Roma. El papa Gregorio XI (1376) fue exhortado por la célebre Catalina de Siena, de volver al papado a Roma. Aunque no se sabe si esta exhortación influyó sobre el papa en gestión, el 17 de enero de 1377, el papado entró en Roma, en medio de un júbilo general.

            Si bien, este contexto anunciaba el regreso del papado a la ciudad italiana, no obstante las tensiones continuaron a través de los sucesivos pontífices. En 1378-1389, fue electo papa Urbano VI. Aunque fue elegido legítimamente, pronto fue repudiado por quienes lo eligieron. Este episodio reprsenta un fenómeno sin precedentes en la historia del cristianismo. “Los mismos cardenales que lo habían elegido y lo sirvieron (menos uno), reunidos en cónclave, eligieron a un nuevo pontífice, Clemente VII (González, 1994, 1:491). En este sentido, había entonces, dos papas: un italiano en Roma y un francés en Avignon.

Clemente VII, estaba apoyado por Francia, Esocia y una parte de Alemania; mientras que Urbano VI fue reconocido por Italia, Inglaterra, la mayor parte de Alemania, Escandinavia y Portugal. La mayoría de los cardenales estaban preocupados y ansiosos por poner fin a este escándalo. Esta situación condujo a dos intervenciones, aunuqe ninguno de los dos papas renunciaría, porque ambos afirmaban haber sido elegidos canónicamente. Este cisma continuó, no solamente en el seno papal y cardenalicio; a veces los obispos se disputaban por la misma diócesis; dos abades, la misma abadía, y dos párrocos, la misma parroquia.

Pese a los tumultos y sucesivas cambios papales, se agotaron las reservas; en 1409 se reunió un concilio en Pisa para resolver este problema. El Concilio depuso a los dos papas existentes y eligió un nuevo papa: Alejandro V. Los otros dos se rehusaron a renunciar y ahora había tres papas. El escándalo del cisma aumentó. En 1414 se reunió otro Concilio en Constanza, que condenó a los tres papas y eligió uno nuevo: Martín V (1417-1431). La cristiandad romana tenía una vez más una sola cabeza. El cisma había terminado, pero la autoridad papal estaba muy deprimida. De ahora en adelante, el papa tendría el poder ejecutivo de la Iglesia, pero sería regulado por un cuerpo legislativo (concilio) que se reuniría regularmente y representaría los intereses de toda la cristiandad.



SÍNTESIS DE LA FINALIZACIÓN DEL CISMA PAPAL

Papas en Aviñón
(1389-1409)
Papas romanos
 (1404-1415)
Concilio de Pisa (1409)
Concilio de Constanza (1414-1418)
Bonifacio IX (1389-1404)
Inocencio VII (1404-1406)
Alejandro V (1409-1410)
Martín V (1417)
(¿ ...?)
Gregorio XII (1406-1415)
Juan XXIII (1410-1415)






Tema 3: Los concilios reformadores del cristianismo occidental.



            Los tres concilios ecuménicos celebrados a fines de la Edad Media se caracterizaron no solo por ser movimientos conciliares que estaban desafiados en torno del poder papal, más aún, pretendían reformar a la iglesia, y resolver los problemas que los papas crearon en sus ambiciones, sus pugnas y su corrupción (González, 1994, 1:495). Por una parte, las perspectivas populares no se trataba de los escándalos que hubieran dos papas; sino también debían tratarse de la explotación económica, las cuestiones políticas y militares combatientes. Por otra parte, muchos que se opusieron a la autoridad excesiva del papa, y abogaron por un concilio de reforma de la Iglesia eran los eruditos y franciscanos. Uno de los teóricos más notables de los concilios fue Guillermo de Occam. Si bien, Occam y sus seguidores no creían que haya institución libre del error, sin embargo sostenían que “en un caso en que la iglesia esté claramente necesitada de una reforma, y el papa niegue a dirigirla, un concilio universal tiene la autoridad necesaria para reformar la iglesia, aun contra la voluntad del papa” (González, 1:496).

                Todos los que pretendieron estas vías de reforma fueron testigos tanto del éxito del movimiento al comienzo como de su derrota final. Entre los tres movimientos conciliares que mencionamos se destacaron los siguientes:



CONCILIOS REFORMADORES A FINES DE LA EDAD MEDIA
Lugar
Constanza
Basilea-Ferrara-Florencia
Lateranense V
Años
1414-1418
1431-1439
1512-1517
Temas tratados
Corrección de los abusos, herejías y elección de un nuevo papa
Búscar la transformación del papado y reformar a la iglesia
Búsqueda de la condenación de los herejes y aprobación del concordato con Francia



La frustración de todos los concilios se debió a las diferentes razones reinantes en el contexto de la Iglesia. Para comenzar, la unidad de los propósitos reformadores estaba empapada por los motivos políticos, personales y papales. A causa de estas condiciones, las soluciones parciales de los concilios terminaron sin resolver nada. En consecuencia, fue sumándose el antagonismo al poder papal y las esperanzas de transformar el papado en una monarquía constitucional fueron desvaneciéndose en todos sus modos.

            Por otra parte, el surgimiento nacional de Europa hacía que, en muchas regiones “la gente no se agrupara alrededor de una dinastía, se veía el principio de coalición en la formación de estados permanentes que tenían la apariencia de las naciones modernas. Por ejemplo en Alemania e Italia se vivía estos principios de consolidación, lo mismo se percibía en Francia, Inglaterra y otras naciones” (Lindsay, 1949, 1:36). Este nacionalismo fue convirtiéndose en una fuerza positiva para occidente. En consecuencia, muchos de los movimientos de Reforma aprovecharon esta situación de consolidación nacional para extender sus ideas y actuar en búsqueda de un nuevo horizonte socio-político y religioso.

Desde estas perspectivas descriptivas estamos concluyendo el tema abordado. Hemos observado, por un lado las reformas de la Iglesia desde el ángulo del papado. En segundo lugar, hemos sintetizado otro fenómeno socio-político dentro y fuera de las intenciones reformistas eclesiásticas. Estas consideraciones no pretenden haber agotado el tema en cuestión; en efecto, el mismo requiere un gran refuerzo de todas las ideas a través de las informaciones adicionales. En este sentido, el alumno hará bien en realizar atentamente las lecturas obligatorias anexas en las guías de éste módulo.

           

Tema 4: Los movimientos de pre-reforma cristiana en Europa.



            En el tema anterior hemos considerado que el deseo de una reforma de la Iglesia estaba más allá de los aspectos religiosos, estaban inherentes en la vida nacional de toda Europa occidental.  Se desarrollaron concilios, se establecieron convenios entre el poder temporal y espiritual (Estado e Iglesia); sin embargo, estos intentos no fueron los únicos que existieron. Desde la perspectiva histórica, existieron muchos antecedentes de individuos y grupos que eran considerados disidentes o herejes para el cristianismo de la época. A partir del siglo XII hasta

            Estos individuos y grupos anhelaban una transformación auténtica del cristianismo. Además, buscaban una correspondencia más fiel entre la fe eclesiástica y el ideal del Nuevo Testamento. De hecho, en la historia abundaron los ejemplos de hombres y mujeres que lucharon por este propósito, no obstante, cualquier descripción de ellos resulta compleja. Ya sea por razones de sus puntos de vistas doctrinales o por la escasa información de ellos.

            Sin embargo, en el presente tema arreglaremos el material tomando como ejemplo a algunos de ellos:

1.      Pedro el Venerable (c. 1092-1156).



            Pedro nació en Auvernia, Francia, en el seno de una noble familia. Se educó en un monasterio de la congregación de los Cluny e influyó sobre sus reformas. Aunque fue sujeto al papado de Roma, se auto gobernaba a sí mismo y a sus monjes sin alguna inferencia episcopal de su región.

            Entre todas sus obras, fue abad superior (1122) y efectuó reformas financieras y educativas, aunque no logró detener la declinación general del cristianismo en este período. Viajaba repetidamente por Roma y dos veces a España e Inglaterra, pero a menudo se retiraba a la vida solitaria para meditar y estudiar. Sus sermones y escritos demuestran su minucioso conocimiento de las Escrituras.



2.      Pedro de Bruys (c. 1131).



                Pedro de Bruys o Pierre de Bruys, fue un predicador que comenzó su ministerio en una insignificante aldea de Bruys, misionando en contra de la iglesia de aquel tiempo. Durante veinte años ejerció una considerable influencia sobre esta región sur de Francia.

            Sus principales enseñanzas se conocen por los escritos que lo adversarios de Pedro el Venerable. Según éste, Pedro de Bruys enseñaba cinco doctrinas que heréticas a la Iglesia de Roma (Peter Williams, 1989: 832):



LAS CINCO PRINCIPALES ENSEÑANZAS DE PEDRO BRUYS
1. La invalidez del bautismo infantil:
Sólo la fe personal puede traer salvación al hombre y no el bautismo.
2. Las iglesias no son necesarias:
Dios atiende a las personas de acuerdo a sus méritos y no la iglesia.
3. La cruz no debe ser objeto de veneración:
La cruz es un objeto de execración (voto o juramento) y no veneración, pues la cruz indica la tortura de Cristo.
4. La invalidez de los sacramentos de la iglesia:
En el sacramento de la iglesia no hay una presencia real de Cristo.
5. La nulidad del esfuerzo por los difuntos:
Tanto los sacrificios, oraciones y buenas obras a favor de los muertos no producen ningún efecto.



Pedro combinada un ascetismo estricto con sus enseñanzas sostenidas lo llevaron a posturas de doctrinas extremas. Sus seguidores formaban parte del amplio fermento evangélico de la época. Su extremismo los condujo a quemar cruces y una devota fe conservadora. A causa de sus ideas él mismo  fue quemado vivo por el populacho enfurecido en San Giles (c. 1120-1130). Lo más notable de sus doctrinas fue la idea que relacionaba la fe con la salvación. Casi ninguno antes que Lutero lo sostuvo así.



3.      Enrique de Lausana (c. a mediados del siglo XII).



            Enrique era teólogo y monje benedictino, pero a partir del año 1101 desechó su ocupación para dedicarse a la predicación de la justicia ascética. Después de 1135 fue influido por Enrique de Bruys, cuyas doctrinas eran similares.

            Sus principales tendencias reformadoras se resumen en las siguientes ideas, episodios y obras que lo caracterizaban:



a)      Rechazaba la eficacia del sacerdocio y de los sacramentos de la Iglesia Católica Romana.

b)      Predicaba la pobreza y la penitencia que él mismo las realizó. Promovía sus ideas en Lausana, Le Mans y diversas partes del sur de Francia.

c)      Se opuso encarnizadamente a Bernardo de Claraval a través de sus predicaciones.

d)      Fue expulsado como teólogo por el obispo Hildeberto.

e)      Fue condenado por el Concilio de Tolosa (1119), luego más tarde (1135) fue arrestado por el obispo de Arlés. Se retractó temporalmente, pero pronto reincidió y continuó su predicación.

f)        Fue arrestado en Tolosa y murió un poco después de su encarcelamiento.



4.      Pedro Valdo (Siglo XI).



            Pedro Valdo, también conocido por Valdés o Vaudés, no se puede precisar cuándo adoptó la forma tradicional de Valdo. Su nombre Pedro apareció atestiguado recién en algunos documentos que datan del año 1368 y su aparición en la escena histórica se ubica entre los años 1170 y 1180. Por su parte, recientemente los descubrimientos franceses y españoles permiten conocer con mayor claridad la verdadera historia de Valdo y sus inmediatos seguidores.

            Por lo que se puede decir, Valdo fue un rico comerciante y terrateniente de Lyons (Francia), quien impresionado por la brevedad e inseguridad de la vida acudió a un teólogo para preguntarle acerca del camino al cielo. En respuesta, le fue dado el mandamiento que Jesús dio al joven rico: si quieres ser perfecto, anda y vende lo que tienes y dáselo a los pobres. Este mandamiento fue acatado por Valdo y de allí se dedicó a la tarea de imitar a Cristo.

En su manera de tratar a Waldo, Roma reveló menos sagacidad que cuando más tarde Francisco de Asis reclamó tolerancia para su orden de predicadores. Si el papa Alejandro III hubiera sido más astuto, probablemente hubiera habido una nueva orden de predicadores laicos en la Iglesia romana, en lugar de una secta  (grupo) valdense, y tal vez no habría surgido la Reforma luterana.
Henry Vedder, Breve Historia dos Batistas, 122.

            Pronto atrajo discípulos y fundó un movimiento de protesta religiosa, una de las primeras antes de la Reforma del cristianismo. En este sentido, el primer propósito de Valdo fue semejante al de Lutero (en el siglo XVI): reformar la Iglesia. Pero ante la imposibilidad de tal reforma, tanto él como su movimiento se constituyó en un grupo independiente y hostil a la iglesia jerárquica. Según el historiador Henry Vedder, la historia de la Iglesia podía ser diferente si hubiera una actitud y estrategia distinta con respecto a la gestión de Roma con este grupo:





 De sus principales obras reformadoras podemos conocer las siguientes:

a)      Predicó el evangelio, aún siendo excomulgado por el arzobispo, el papa y el Concilio de Lertán (1179). En este sentido “tenía un exclusivismo bíblico. Para él, las Escrituras debían estar en lengua del propio pueblo. Para ello hizo traducir los Evangelios y parte de la Biblia.” (Driver 1997, 103).

b)      En sus creencias y prácticas, él y sus seguidores aprendieron de memoria porciones bíblicas, utilizaban la oración del Padrenuestro, evangelizaban de dos en dos, usaban vestimentas sencillas y en los casos de necesidad creían que la eucaristía podía ministrar un laico, hasta podían participar las mujeres.

c)      Para la organización eclesiástica creía que cada comunidad debía tener su propio clero, con obispos, sacerdotes, diáconos y un director para la confraternidad.

d)     Se destacó por su solidaridad con los sectores más necesitados de la cristiandad



            Luego de los intentos de reformas y fundación de la comunidad, Valdo y sus seguidores  vivían en la clandestinidad, considerados como herejes. A raíz de estos movimientos, la Iglesia de Roma dejó la táctica de persuasión de sus miembros disidentes e instaló en su lugar los tribunales de la Inquisición y con el auxilio del brazo civil persiguió a esta clase de movimientos.



5.      Juan Wyclif (1328-1384).



            Juan Wyclif era uno de los más importantes precursores de la Reforma cristiana. Una síntesis biográfica nos permite aproximarnos a sus características personales y el contexto inglés que le correspondió luchar.

            Wyclif era natural de Yorkshire y se doctoró en teología en la universidad Oxford (1372). Era un brillante erudito y conferenciante en la universidad y también era un sacerdote ordenado por al Iglesia Católica. De la universidad pasó a la corte, donde fue útil con su talento para Juan de Gaunt (duque de Lancaster). Este período caracterizaba a Inglaterra por una profunda crisis socioeconómica, debido a los azotes de la peste bubónica que provocó la muerte de una tercera parte de la población inglesa. La escasez de alimentos y condiciones de vida a nivel local se volvieron anárquicas. A todo esto, se sumaban las tensiones entre la corona inglesa y el papado romano, particularmente en lo que se refería a los impuestos sobre el clero que una y otra parte trataban de imponer como también el escándalo del Gran Cisma conocido por todo Europa.

            Pero además del nacionalismo mencionado, Wyclif iba más allá; fue motivado por muchas convicciones religiosas que representaron sus convicciones y pensamientos:



a)      El señorío de Dios sobre todo señorío humano: en su tratado sobre el señorío civil, Wyclif concluyó que todo poder ejercido con los semejantes, sea civil o eclesiástico, está condicionado sobre la fidelidad de quien lo ejerce. De modo que el fiel, pobre y humilde posee derecho moral a ejercer la autoridad que un papa o emperador lo hace injustamente. De allí, afirma que sólo los justos pueden ejercer el señorío en forma legítima y digna (Driver, 118).

b)      La suprema autoridad de las Escrituras: Wyclif fue un gran escritor. Aún en medio de las oposiciones papales y varios procesos, escribió tanto que hasta sus enemigos se asombraron. Entre sus escritos instó la traducción bíblica de la Vulgata al inglés, ya que en esto manifestó su interés que la Biblia fuera leída en el idioma vernáculo. En todos sus sermones y conferencias sostenía que la autoridad bíblica estaba por encima de la teología escolástica, decretos papales, concilios y otras formulaciones doctrinales. Todavía no había imprenta y para llevar el evangelio al pueblo Wyclif comenzó a enviar a sus seguidores como predicadores, vestidos de campesinos, con un báculo en la mano y de dos en dos. Estos predicadores llevaban copias de pasajes bíblicos que leían a las multitudes y luego enseñaban de memoria.

c)      La verdadera Iglesia: en su doctrina eclesiástica, Wyclif decía que la verdadera Iglesia es la comunidad invisible compuesta por los elegidos de Dios. Ningún hombre, ni siquiera el papa "conoce  si es de la Iglesia o si es un miembro del Diablo". Además, asistió en que Cristo era la única cabeza de la Iglesia. Respecto a los sacramentos, negó la transubstanciación, si bien creía en la presencia de Cristo, aunque no "materialmente o corporalmente visible.” Por esto, para él, la mera participación en la iglesia institucional y visible no es garantía de la salvación. Según Murray L. Wagner, “a partir del año 1380, Wyclif llegó a la conclusión que el papa era realmente el Anticristo” (M. Wagner 1983, 135).



            Sus enseñanzas e ideas parecían inofensivas, pero manifestaban una severa crítica a los abusos de la Iglesia, su riqueza, los impuestos que drenaban al país. La gente de todo tipo y clases sociales escuchaba con interés la práctica de Wyclif porque expresaba muchos de sus propios sentimientos. Como se describió arriba, Inglaterra entraba en una fase de autonomía nacional y muchos estaban prontos para repeler cualquier intrusión extranjera. Sin embargo, las noticias de esto llegaron a Roma y el papa envió instrucciones al arzobispo de Canterbury y al obispo de Londres, para que advirtieran al rey y a los nobles contra Wyclif. El papado pretendía su arresto y envío a Roma para ser juzgado. Pero Wyclif tenía amigos poderosos y era la figura universitaria más notoria. Por eso no se tomó ninguna medida hasta 1382, cuando el arzobispo condenó su enseñanza. Wyclif se retiró de Oxford para ir a Lutterworth como párroco, escribiendo y predicando. Murió en paz en 1384; pero a cuarenta y cuatro años de su muerte, el concilio de Constanza lo condenó como hereje y ordenó que fueran quemados sus huesos.

            De este modo, el pensamiento de Wyclif no tuvo el cuño de independencia que notábamos en otros reformadores. El tenía un concepto realista de la Iglesia. Existía en él diferentes motivos religiosos y muchos de ellos fueron suficientemente fuertes para una transformación del cristianismo. Sus seguidores llamados "lolardos;" en algunos casos llegaron a significar los predicadores pobres de Wyclif, aunque su formación en este movimiento no es del todo clara. Los lolardos eran un movimiento de predicadores pobres dedicados a un ministerio itinerante. Muchos de ellos descalzos y vestidos de túnicas rústicas, literalmente cubrieron a Inglaterra con su  predicación del evangelio. Aunque es imposible determinar la fuerza numérica de este movimiento, pero el número de detenciones de las autoridades oficiales no fue tan grande, muchos ejercían su ministerio en secreto y estaban ampliamente expandidos. Las persecuciones a este movimiento se dieron no sólo por la causa de su predicación, sino que existieron otras razones que promovieron persecución:



a)      Muchos de ellos tuvieron doctrinas claras y tajantes, pero a medida que los hombres mejor preparados fueron desapareciendo en el grupo aparecieron ideas cada vez más extrañas.

b)      Muchos de los lolardos trataron de inducir al Parlamento ingles hacia un cambio de leyes, pero no lo lograron. A todo esto, un grupo se sublevó con ideas rebeldes, y no sólo querían reformar a la iglesia sino también derrocar al gobierno.



Estas y otras causas fueron las que llevaron a las diferentes persecuciones, pero el movimiento, en sus diferentes formas, nunca llegó a extinguirse. A principio del siglo XVI, cobraron nuevas fuerzas, y el número de mártires ejecutados por sostener sus doctrinas aumentó considerablemente. Desde esta perspectiva, los sueños de Wyclif quedaron frustrados, pero a la larga se cumplieron en la gran Reforma de Inglaterra y sus enseñanzas encontró un gran eco en la lejana Bohemia, que será el punto de reflexión del próximo tema de nuestro estudio.



6.      Juan Hus (1373-1415).



Juan Hus nació en Husinec en el sur de “Bohemia”[1] y asumió el nombre conforme a su lugar de origen. Sus padres pertenecían a una clase social muy pobre. Su madre tenía muchos deseos que Juan fuera sacerdote. En 1390 entró en la universidad de Praga, se recibió en dicha facultad con el grado de bachiller en artes. En 1402, después de ser ordenado como sacerdote fue nombrado rector y predicador de la Capilla Belén y de la universidad. Este lugar fue el centro del movimiento de reforma checo. Caracterizado por un retorno a la Biblia y con una notable exposición popular Hus comenzó a predicar en contra de los abusos que existían en la Iglesia.

Apoyado por un espíritu nacionalísta y del rey Wencelao Husnsformó se transformó en un líder para la transformación religiosa y el nacionalismo checo. Esta actividad también fue apoyada por los pensamientos de Wyclif de Inglaterra (aunque Hus nunca se hizo wiclifita) y por el casamiento del rey inglés con una princesa de Bohemia. Esto último estimuló las relaciones entre las universidades de Oxford y Praga. Después del triunfo del movimiento husita (1409) las tensiones nacionales e imperiales se hicieron oír. Por el lado nacional, la rivalidad se produjo cuando el rey se puso a favor de Hus a través de un cambio de estatutos de la Universidad y aun nombró a éste como rector de la misma. Por efecto de esto muchos alemanes abandonaron la ciudad y se fueron a la ciudad alemana de Leipzig donde fundaron una universidad rival declarando que Praga era una lugar hereje.

Por el lado imperial, la lucha se enardeció cuando Hus se rebeló en desobediencia al papa y siguió predicando, y denunció vehemente el tráfico de de las cosas sagradas como herejía. El populacho de Praga se levantó en un motín y quemó un simulacro de bula papal. Durante este levantamiento tres jóvenes fueron decapitados por oponerse a la venta de las indulgencias. Este proceso continuó hasta que en 1412 el papa excomulgó a Hus y fue declarado bajo excomunión mayor por el Cardenal Pedro Stephaneschi; además, se quemaron los libros de Wyclif  y Hus tuvo que irse al exilio. En este exilio el reformador no permaneció pasivo:



a)      Atendía a grandes masas que acudían a él para pedir sus consejos.

b)      Escribió su obra principal titulada: Tractatus de Ecclesia. En ella y otros escritos aparece la doctrina que Pedro no fue la verdadera cabeza de la Iglesia; Hus afirmaba que la única cabeza de la Iglesia es Cristo.

c)      Promovía la idea que las censuras eclesiásticas son inventos del anticristo.



En estas instancias se convocó a Hus, ordenándosele presentarse en el Concilio de constanza (1414). El emperador Segismundo lo alentó a concurrir prometiéndole su protección. Huss fue con un salvoconducto del emperador esperando participar de un debate teológico, pero pocas semanas después fue preso  y se inició un proceso sobre él. El concilio condenó por los cuarenta y cinco proposiciones de sus escritos. Se le exigió que retractara de ellos, pero ante su obstinada negativa, convicto y confeso, el 6 de Julio de 1415 fue condenado y quemado vivo como hereje (B. Llorca 1960, 426).

A la muerte de Hus comenzaron una serie de revueltas y levantamientos de guerras hasta que en 1434, a partir del concilio de Basilea se llegó a una inteligencia con los cuatro artículos, llamados “Compactatos de Praga.” Con esto comenzó una relativa paz, pues todavía hubo revueltas, y algunos se dividieron representando al partido aristocrático, conocido como los utraquistas y otros se unieron a un grupo más radical y democrático conocido como los taboritas.

Del movimiento hussita se desarrolló la Unitas Fratrum o los Hermanos checos, que absorbió lo más importante del movimiento hussita, y llegó a ser la antecesora espiritual del movimiento moravo superior. El maestro e ideólogo de este movimiento fue Pedro Chelcicky (c. 1380-1460). Chelcicky fue uno de los pensadores cristianos más fecundos y radicales, de su época. Su influencia no fue solo en el movimiento husita, sino en toda Europa medieval (Driver 1997, 125).



7.      Desiderio Erasmo (c. 1466-1536).



            Erasmo nació en Rotterdam (Holanda). Fue hijo ilegítimo de un sacerdote y de una hija de un médico. Durante toda su vida tuvo que llevar la doble carga de sus orígenes humildes e ilegitimidad. Pero, su crianza en medio de una clase burguesa siempre reflejaron sus valores. Fue educado en Deventer (1475-84) por los Hermanos de la Vida Común.

            En cuanto a su formación académica estudió teología escolástica, pero pronto sintió repudio por la misma. De allí, se dedicó al estudio de letras clásicas y su interés por las Escrituras y la literatura cristiana antigua lo encauzaron a especializarse en el griego, y llegó a dominar este idioma como pocos en su época. Su fama fue creciendo, y a la postre se volvió el centro de un círculo internacional de humanistas que pretendían reformar a la Iglesia, no por medios violentos, sino devolviéndole su fe sencilla y primitiva (González 1994, 547). Luego de sus visitas a Italia e Inglaterra se estableció en Basilea (1514-29) para una intensa tarea literaria.

            Algunos de las características más destacadas de las ideas y principios reformístas de Erasmo pueden resumirse en los siguientes cuestiones bien definidas:



a)      En materia de literatura, Erasmo fue el primer best-seller en la historia de la imprenta. Entre sus obras se encuentran una edición crítica del Nuevo Testamento basada en los manuscritos griegos; una paráfrasis del Nuevo Testamento (excepto el Apocalipsis); ediciones de los Padres griegos y latinos. La obra más popular fue su Moriae Encomium, es decir, El elogio de la locura, publicado en 1511. Este libro es una sátira que atacaba la vida corriente de su día y los abusos de la iglesia y la nobleza.

b)      En materia de reforma, Erasmo tenía su propio programa reformista, en parte crítico pero mayormente constructivo. Opinaba que para la reforma era necesario utilizar los instrumentos de la erudición y los materiales que la antigüedad cristiana proveía. En este sentido, la filología, el sentido crítico y una labor diligente capacitaban al estudioso para revelar la verdad de la Biblia y de los Padres de la Iglesia.

c)      En materia de vida moral, para Erasmo las doctrinas tenían una importancia secundaria. Aun cuando valoraba las diferentes doctrinas cristianas (por ejemplo la encarnación de Cristo, la vida de Jesús, los mandamientos entre otras), en realidad la vida recta constituía el punto más relevante de la vida cristiana. Así pues, buscaba una reforma de la Iglesia que transformen las costumbres, la práctica de la decencia y la moderación.



            Desde esta perspectiva, la reforma e ideas de Erasmo constituyen una variada gama de enfoques. Algunos interpretan que en su carrera fue un luterano de corazón, pero debido al temor era un católico conformista. Otros lo desbriben como un devoto de la razón, un precursor de la Ilustración del siglo XVIII. Y por último, están aquellos que lo presentan como un precursor de Lutero diciendo: Erasmo puso el huevo y Lutero lo empolló. Conforme a este último punto de vista, la labor crítica, su énfasis en los textos originales de la Escritura y en las enseñanzas de Cristo, dieron el primer paso hacia la Reforma. Por su parte, Lutero con su énfasis sobre las epístolas de Pablo dio el segundo paso necesario para un nuevo paradigma de la Iglesia a fines de la Edad Media.

     



Tema 5: La situación del cristianismo en Oriente.



                Hasta aquí nuestro enfoque estuvo priorizando la situación del cristianismo en occidente. Es decir, el cristianismo europeo occidental. Además, consideramos el primer retroceso en Oriente en el siglo VII, con el surgimiento y avance del Islam, que ocupó la mitad del territorio que había sido del Imperio Romano y desplazó al cristianismo de esas tierras en muchos casos en forma permanente.

           

1.      La situación del cristianismo en los países bálticos.



            El segundo período de retroceso, Europa oriental se agregó a la lista de pérdidas cristianas. Por un lado, a fines del siglo XIV y comienzos del XV, un mongol musulmán, conocido como Tamerlán, tomó el poder. Sus ejércitos saquearon toda Asia destruyéndolo todo, al punto que redujeron su población. Los que escaparon de la masacre fueron absorbidos por el Islam. Pero, por otro lado, en cuestiones de supremacía política y militar, este reinado no prosperó, porque a la muerte de su jefe, se produce el desmembramiento de dicho imperio.

            Por otra parte, la pérdida más grande de territorios cristianos en manos del Islam se produjo con la expansión de los turcos. Si bien, los turcos se encontraban divididos en varios principados, un grupo, el de los Otomanes, logra en el siglo XIV extenderse progresivamente hacia la frontera oriental del Imperio Bizantino en Asia Menor. De allí, fundaron un estado musulmán con un ejército casi invencible, constituido en su mayoría por esclavos que desde niños habían sido entrenados para guerra y el odio a todo lo que fuera cristiano. En 1453 lograron la toma de Constantinopla, provocando la desaparición del Imperio Bizantino. Esta fecha, generalmente constituye un gran hito, ya que se toma para marcar el fin de la Edad Media.

            En 1356, los turcos Otomanes pasaron a Europa y hacia fines del siglo XIV ocuparon los Balcanes, sometiendo al Imperio Bizantino bajo su conquista sistemática. Sin embargo, a pesar de sus avances, la vida religiosa de esta región no decayó mucho. La Iglesia de Bulgaria experimentó un avivamiento notable. Un hombre notable fue Teodosio de Trnovo, un ardiente monje. El resultado de sus luchas y tareas se vieron en el aumento de la literatura cristiana. Lo más lamentable fue el hecho que este vigor duró poco. Para fines del siglo XIV el cristianismo en la Península Báltica se caracterizaba por el siguiente contexto:



a)      La división del cristianismo: por siglos, aún antes de la conquista turca, los cristianos experimentaron sostenidas divisiones entre sí. La división del cristianismo entre el ala latina y la griega era un aspecto muy común. Solamente en el año 1375, ante la amenaza turca hubo una reconciliación entre la Iglesia Servia y de Constantinopla.

b)      Los grupos dominantes de algunas regiones como Albania, Montenegro, Georgia y otros lugares de Asia Menor eran habitantes crónicamente hostiles a los eslavos. En este sentido, muchos de los habitantes se convertían del cristianismo al islamismo, puesto que tenían una antipatía contra los eslavos (la gran mayoría de los eslavos eran a la fe cristiana de corte ortodoxa).



            De este modo, Constantinopla, que por largo tiempo fue un baluarte del cristianismo en contra de la agresión musulmana, cayó en el poder de los turcos otomanes. De allí, a partir del 30 de Mayo de 1553, el jefe turco, por coincidencia significativa, llamado Mahoma II, entró en la ciudad y celebró un culto de acción de gracias en la misma iglesia Santa Sofía. Este episodio, pareciera que suplantó a Cristo por el Islam. La ciudad capital llegó a ser turca y el emblemático templo de Santa Sofía fue transformado en mezquita.

            A partir del siglo XVI (1520-1566), bajo Suleinán el Magnífico, el imperio turco abarcaba toda la  península balcánica, incluyendo Hungría, Asia Menor, Armenia, Georgia, el valle del Eufrates, Siria, Palestina, Egipto y la costa norte de África hasta Marruecos. El cristianismo sobrevivió en comunidades muy pequeñas (por ejemplo Armenia), como también la Iglesia Ortodoxa sobrevivió con su clero, sus cultos y monjes. Aunque ningún movimiento vigoroso resultó de ellos, fue más bien una expresión de la fe cristiana y también del nacionalismo griego (Latourette 1994, 1:720-21).

Este estado de cosas se mantuvo en algunos casos hasta fines de la Primera Guerra Mundial, en 1918. La capital cristiana de Constantino cambió su nombre por el de Estambul.



2.      La situación del cristianismo en Rusia.



                A diferencia del cuadro anterior, en Rusia, la Iglesia Ortodoxa siguió extendiéndose. No solo en forma territorial, sino daba evidencias de una notable vitalidad.

            Específicamente en Moscú, los grandes príncipes crecieron apoyados por la Iglesia y subyugaron a muchas ciudades libres. En algunos casos, los príncipes mongoles aceptaban su dominio. En 1480, Iván III, el gran duque de Moscú se casó con la hija de un pariente cercano al último emperador bizantino. En sus prácticas del poder imperial adoptó los ceremoniales de la corte bizantina, pero se declaró jefe de la Iglesia, que se independizó de hecho de Constantinopla.

            Por otro lado, el movimiento monástico fue muy vigoroso en su expansión durante el siglo XV. Muchos monjes, con sus células monásticas atraían a las sociedades del nordeste y el norte de Rusia. En  este sentido, los comerciantes, artesanos y viajeros encontraban asilo en los monasterios. Generalmente, los monasterios servían de escuelas, bibliotecas, hospitales, mesones y lugares de información que los príncipes y nobles acudían en su búsqueda.

            Entre los monásticos rusos de los siglos XIV y XV hubo muchos que, tenidos por cristianos ideales fueron canonizados. Entre estos podemos mencionar a los siguientes con sus respectivas obras y tendencias:



a)      Sergio el santo patrono de Rusia (1314-1392): Sergio fue el hombre más influyente y el más querido de los santos en Rusia. El ejemplo más destacado de su ministerio fue la instalación de un nuevo modelo de monasterios. Sus valores se destacaron por su incansable trabajo a favor de los pobres. En su devoción religiosa fue místico, pero no se dedicaba a esto solamente, porque animó al príncipe de Moscú a resistir a los mongoles con las armas. En este sentido, dio su bendición al ejército, y en buena medida la victoria fue atribuida a las oraciones de Sergio. Otras de sus influencias fue la lectura de la Biblia en el idioma eslavo. Muchos asistían a sus liturgias donde se leían el Antiguo y Nuevo Testamento.

b)      José Volosky (1440 ss.): Volosky fue hijo de una familia noble, pronto llegó a ser monje y persuadió a sus padres  y hermanos a hacer lo mismo. Fundó un monasterio cerca de Volokolamsk, este lugar fue un centro de protesta contra las relajadas costumbres de la vida monástica que predominaba. Frente a esta situación, José promovía los ayunos, oraciones, trabajo duro y diligencia en el estudio. No prohibía las posesiones colectivas, en efecto construyó grandes monasterios. Además, se dedicaba un espacio, en sus monasterios, para la preparación de los prelados. De allí, atraía a los hijos de la aristocracia y animaba a los obispos a tomar parte de los asuntos sociales. Este énfasis pronto hizo del cristianismo una gran fuerza en varios asuntos de la vida de esta nación.

c)      Nilo (Nil) Sorsky (c. 1433-1508): Nilo trabajó en el norte de Rusia, tanto él, como otros monjes, se trasladaron más allá del Volga (por eso muchas veces se les denominaba transvolgianos o ancianos de Transvolga). Preferían vivir a solas y no tener propiedad alguna. Se dedicaban a la meditación y la oración;  se ganaban la vida trabajando. También no se destacaban por el trabajo literario, ya que su tarea se limitaba a dar algunos consejos espirituales a laicos.



            Aparte de estos grupos existieron diferentes movimientos monásticos, entre ellos muchos de tendencia herética. Además de estos, coexistieron los grupos monásticos judaizantes. Un análisis de esto, nos permite ver la debilidad de la Iglesia Rusa, y esto nos conduce a una síntesis reflexiva. En primer lugar, la existencia de los monasterios quiere decir que el cristianismo no tuvo un arraigo muy profundo. Si bien estos grupos fueron una expresión de fe más autóctona, no obstante fueron movimientos muy prácticos y poco profundos.

            Por otro lado, la aparición de los movimientos heréticos demostraban que las transformaciones de la Iglesia fueron hechas en la práctica, pero en materia de doctrina formulada no estaba presente. En este sentido, Rusia se convirtió en una gran fuerza del cristianismo de aquel momento, un esfuerzo independiente por la reforma; frente a la Iglesia Católica Romana (que estaba en vías de la Reforma) y el cristianismo de Constantinopla que cayó en manos de los trucos, cuya expresión religiosa estaba representada por la fe islámica. 

            Todas estas descripciones fueron partes integrales de aquellas situaciones que estaban ocurriendo en Europa oriental, mientras que la parte occidental estaba en vísperas de un gran movimiento de Reforma, representado en las diferentes alas reformistas del cristianismo. Ahora lo invitamos a realizar las lecturas asignadas correspondientes a estos cuadros de historia.





[1] Bohemia (en lo que después fue Checoslovaquia) era un estado eslavo, estrechamente unida al Imperio Alemán. De hecho, en 1346 el emperador Carlos IV había heredado el trono de Bohemia, y a partir de entonces las relaciones entre ambos países habían sido muy estrechas.

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