viernes, 27 de abril de 2012

HISTORIA DEL CRISTIANISMO (CAP. 4)


LOS PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS PARA EL CRISTIANISMO EN LA EDAD MEDIA

Presentación.

 Al iniciar el presente capítulo, usted podrá analizar algunos de los principales acontecimientos que caracterizaron la vida del cristianismo en la Edad Media. Generalmente esta etapa cronológica se define como la “edad oscura” o “era de las tinieblas” para la misión de la Iglesia. En este sentido, el alumno tendrá la oportunidad de investigar de primera mano aquellos conceptos y cuestiones cuyas respuestas no siempre están al alcance del conocimiento común. Entre ellos, ¿Cómo los pueblos bárbaros podían finalizar al viejo Imperio Romano y con ello entorpecían la expansión del cristianismo? ¿Cómo surgió una avalancha que, impulsada por la predicación del Corán, parecía destinada a conquistar el mundo? ¿Qué hizo el cristianismo para sobrevivir? ¿Cuáles fueron los métodos y hombres que promovieron la misión cristiana?

            Desde esta perspectiva, este estudio nos permitirá, no solamente reconocer diferentes criterios para obtener una visión global del curso de los acontecimientos, sino que cada estudiante podrá aproximarse a los hechos particulares a través de la información que les brindará cada uno de los temas tratados. De allí, al concluir el capítulo de aprendizaje, nuestro deseo y oración son que usted encuentre en este curso, elementos formativos y prácticos para el servicio del Reino de Dios.

            A continuación disfrute de este hermoso recorrido de la historia de nuestra fe.





            TEMA 1: La caída del Imperio Romano.



            Introducción al tema.



            El período entre los años 500 y 1500 comienza con el retroceso más serio que el cristianismo haya experimentado jamás. Dos acontecimientos marcan esta contramarcha de la expansión cristiana:



Dos acontecimientos que marcaron
el retroceso del cristianismo
La caída del Imperio Romano (c. 410)
El surgimiento del Islam (622)



            En primer lugar, la caída del Imperio Romano significó el fin de todas aquellas condiciones que contribuyeron a la rápida expansión del cristianismo en occidente. Esta etapa de repliegue y pérdida se vio agravada, posteriormente,  con el surgimiento del islamismo (622) en oriente, que habría de ser el rival más grande de la fe cristiana en todos los tiempos. No obstante, a pesar de todos estos desastres, el cristianismo sobrevivió, lo que es una ilustración notable de su vitalidad y docilidad ante las circunstancias adversas.

            En muchos sentidos,  en la supervivencia del cristianismo se traducen muchos de los elementos del Imperio hacia la vida eclesiástica durante la Edad Media. En muchas partes,  fue la única cosa romana que sobrevivió. A partir del siglo VI, a lo largo de toda Europa, se hablaban las lenguas bárbaras. El latín desapareció como idioma popular y sólo permaneció como idioma eclesiástico y litúrgico. Los bárbaros penetraron todo el continente europeo. El desorden, la falta de gobiernos estables y organizados, y la inseguridad llevaron poco a poco a la desaparición de la ley romana (el famoso Derecho Romano), que se amparó en la Iglesia y sobrevivió en su ley canónica. La vida se tornó cada vez más localizada y pocos fueron los que conocieron el mundo que estaba más allá de la vecindad inmediata al lugar en que vivían.

            En cuanto a política, en occidente, los cristianos seguían pensando en Roma como la capital, pero no ya del Imperio Romano, que no existía, sino de un nuevo imperio, la Iglesia Católica Romana. Además, la estructura política del Imperio desaparece, pero permaneció la estructura eclesiástica: diócesis y gobernadores, diócesis y obispos. Por último, muchos de los edificios romanos fueron transformados en iglesias (basílicas).

            Es así como este cristianismo sobreviviente estuvo en condiciones de pretender un lugar hegemónico en la nueva estructura social, que penosamente se iba construyendo; un lugar como el que jamás podría haber ganado en la civilización del Imperio Romano, de haber mediado otras condiciones y circunstancias históricas. La nueva Europa que emergía era la Europa de la Cristiandad.

            El siguiente cuadro pretende ilustrar cómo algunos elementos de la política romana se han traducido a la política eclesiástica a través de los siglos:



Medios del Imperio

Hacia

Medios eclesiásticos


Latín

Idioma del Imperio Romano

Latín
Idioma eclesiástico

Derecho Romano
Ley romana

Ley Canónica

Imperio Romano

Iglesia Romana

Estructura Política

Estructura Eclesiástica

Edificios Públicos

Edificios Eclesiásticos



            1. Las causas de la caída del Imperio Romano.



            La apertura gradual de las fronteras del Imperio Romano, formadas por los ríos Danubio y Rin, debido a la presión invasora de los pueblos bárbaros del norte de Europa, puso fin a la civilización en cuya unidad y paz el cristianismo había ganado su éxito más completo.

            Las invasiones presentaban dos frentes con hombres temibles para la guerra. Entre ellos estaban los bárbaros y los Hunos.

Sus rústicos hombres gradualmente vinieron a ser los conquistadores y soberanos sobre su imperio. Durante el siglo III a.C., la muralla de China fue construida a causa de los temibles Hunos; pero este estupendo trabajo, que ocupa gran parte de la geografía mundial, no pudo contribuir nada frente a este inigualable pueblo.
Edward Gibbon, Barbarism and the Fall of Rome..., 30.

            Los primeros representaban a una variedad de pueblos godos que rodeaban al Imperio Romano. En el sentido figurativo eran hombres incultos, toscos y temerarios. Los Hunos fueron grupos nómadas, que tuvieron su progreso desde la región central del Asia, específicamente estaban refugiados en las montañas del Cáucaso. Se caracterizaban por ser belicosos, feroces y contaban con una caballería con gran capacidad de desplazamiento y armamentos. Eran temidos en toda Europa y Asia. Según el historiador Eduardo Gibbon,





            Atraídos por el clima  más cálido, pronto avanzaron sobre Europa occidental, devastando todo lo que encontraban, hasta que al fin llegaron cerca de París capitaneados por un tal de Atila. Si bien, el espacio y tiempo no nos permite saber los detalles de este pueblo, si sabemos que  la misión cristiana se extendió entre ellos. La Crónica de Sa´art da cuenta de un obispo llamado Qaradushat y otros siete predicaron convirtieron algunos de ellos y tradujeron las Escrituras a su idioma. Otro misionero entre este pueblo fue un obispo armenio, Makairos, quien fue con algunos de sus sacerdotes, donde construyeron una iglesia, plantaron campos, realizaron señales y bautizaron a muchos.

            Por otro lado, los bárbaros respetaron todo lo que era romano, pues eran decididos admiradores de la cultura superior del Imperio. A menudo adoptaron muchas costumbres romanas y no aceptaron el título de "invasores", sino que se consideraron como oficiales y súbditos de Roma. Su hegemonía fue política y militar, pero culturalmente fueron sometidos a Roma. No obstante, la civilización romana decayó, no sólo como consecuencia de las invasiones, sino porque ya estaba agotada, y esto dio paso a la Edad Media o la Edad Oscura. Los días en que se podía viajar por el mundo mediterráneo con gran facilidad, usando un solo idioma, que era entendido en todas partes, bajo la seguridad de un gobierno sólido y organizado que imponía el orden y la ley, habían llegado a su fin. La vida, poco a poco, fue perdiendo su “cosmopolitismo” y tornándose localizada, asumiendo un estilo rural antes que urbano.



            2. La conversión de los godos.



            De las tribus germanas invasoras, la mayoría ya había tenido contactos con el cristianismo antes de su entrada en territorio romano. Por cierto, este cristianismo era de tipo arriano, pero significó un trasfondo importante para el futuro de la supervivencia de la Iglesia en occidente, que sobrevivió en muchos aspectos tan sólo como una reliquia de un mundo más amplio y floreciente, el mundo del Imperio Romano.

            La mayoría de los pueblos bárbaros, analfabetos, especialmente durante el siglo IV, aceptaban al cristianismo sin muchas preguntas, ya que eran admiradores de la cultura romana y de la belleza de sus templos. No pretendían destruír la cultura del Imperio, sino más bien apropiarla.

Ulfilas tuvo un gran cuidado de los godos de muchas maneras. Por ejemplo, redujo su lengua por escrito y tradujo todos los libros de la Biblia en su habla cotidiana, excepto los libros de los Reyes. Los dejó fuera porque son meramente relatos de hazañas militares, y las tribus góticas eran particularmente afectas a la guerra. Ellas tenían más necesidades de controles sobre sus naturalezas  guerreras que de estímulos que los urgieran a acciones de guerra.
Filostorgio, Historia de la Iglesia, 2.5.

            La conversión de los godos ha sido el producto de contactos cristianos (algunos católicos, pero la mayoría eran arrianos) desde una época muy temprana; pero la figura prominente del cristianismo allí ha sido gracias a la incansable labor de Ulfilas (311-380 d.C), un predicador y misionero que conocía perfectamente la cultura de este pueblo. Fue ordenado obispo por Eusebio de Nicomedia y cuando volvió a territorio godo desarrolló una intensa y fecunda actividad misionera. Pero el lado opaco de su tarea fue su escasa preparación teológica. De allí es que encontraba dificultad en reconocer la divinidad de Cristo. En su predicación enseñaba que Jesucristo era un semi Dios. Era más hábil como predicador que pensador en la tarea de su ministerio. Algunos documentos históricos dan cuenta de las tareas más importantes desarrolladas por Ulfilas entre los godos:





           

            Posteriormente, luego de la caída del Imperio Romano,  el clero y los monjes góticos siguieron considerando a Roma como la capital, no ya de un imperio, sino de la Iglesia. De esta manera, el cristianismo se transformó en el núcleo de la nueva civilización, que lentamente se fue desarrollando. De este modo, la fe cristiana llegó a ser más central e influyente de lo que nunca antes había logrado ser.

            Como indicamos, la mayoría de los pueblos invasores habían sido cristianizados antes de ingresar al Imperio. Sólo aquellos que provenían del extremo más septentrional de Europa, como los francos y los anglosajones, eran paganos. Los primeros comenzaron a convertirse en el año 496, cuando su rey Clovis (465-511 d.C) y tres mil de sus guerreros fueron todos bautizados en un día. Por supuesto, fueron conversiones nominales. En esa oportunidad, el obispo de Reims los exhortó a "Adorar lo que habían quemado, y a quemar lo que habían adorado." Clovis aceptó el cristianismo gracias a la influencia de su esposa Clotilde (475?-545 d.C), una burgundia que era cristiana. Lo mismo ocurrió en el caso de Berta, una mujer franca, que presentó al papa Gregorio I (540?-604) la oportunidad de enviar a Agustín y a otros cuarenta monjes benedictinos como misioneros a los anglosajones. Esto ocurrió en el año 597.

            En resumen podemos decir que el cristianismo se expandió nuevamente, y lo hizo en forma más amplia, más temprano y más estratégicamente, en el extremo occidental de Europa. Esto es una interesante ilustración de un fenómeno que puede constatarse una y otra vez a lo largo de la historia del cristianismo. La presión de las circunstancias externas lleva a una devoción más profunda y a un fervor renovado, que tarde o temprano termina en un avivamiento misionero y evangelístico, que cumple con la tarea central de la Iglesia de "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura."



           



            TEMA 2: El surgimiento del Islam.



1. Arabia y Mahoma.



            El islamismo nació en Arabia, un territorio desértico, poblado en aquel tiempo por pueblos nómadas, sometidos a una vida muy rigurosa y por lo tanto muy independiente y dividida entre sí. En el siglo VII estas tribus dispersas comenzaron a unirse por la necesidad de sobrevivir en una tierra que ya no los podía sustentar y por el surgimiento de una nueva religión: el Islam significa sumisión. Esta sumisión, según sus perspectivas, son al único Dios verdadero y al gobierno de su Profeta.

            El artífice de este extraordinario suceso fue Mahoma (570-632), un comerciante nacido en 570, que pertenecía a una buena familia de una de las tribus árabes dirigentes de la ciudad de La Meca. Muchos de los pormenores de su vida, nacimiento y desarrollo, están envueltos en leyendas comparándolo con grandes personajes bíblicos; no obstante sus cualidades comienzan a conocer a partir de su boda con una dama cuarentona llamada Jádicha.[1] Esta mujer tenía grandes riquezas y confió a Mahoma la dirección de su comercio enviándolo muchas veces a Siria para la realización de sus negocios. En uno de sus viajes, uno de sus acompañantes le contó las habilidades y experiencias fuera de lo común que tenía Mahoma. Estas cosas y sus atactivos personales enamoraron a la mujer, según sus biógrafos, antes que ella le confiara sus mercaderías ya le había entregado su corazón.

            Este nuevo matrimonio tuvo tres hijos (algunos dicen dos, otros trece) que murieron a poca edad, pero le permitió a Mahoma la independencia, indecisión y duda. De allí se aisló de los hombres y se retiró a una caverna, cerca de la Meca. De esta manera se entregó a la contemplación. Tuvo visiones y oía qaue le hablaban sin ver a nadie. No contó a nadie, solamente a su mujer, quien temía que fuera una manifestación demoníaca. En esta etapa de su vida, Mahoma pensaba en su suicidio, pero esta voz le apareció por segunda vez diciéndole: Tu eres el profeta y yo soy Gabriel. Era tal la voz que lo perseguía, que al acostarse por la noche, Jádicha lo cubría con la capucha, para proteger sus oídos.

            Estos episodios se mantenían en secreto, hasta que Jádicha fue a contar a su primo Uaraka (Ali) quien tenía fama de sabio. Este le contestó, si Mahoma habló la verdad, está llamado a ser profeta y legislador de los árabes. Pero su nueva religión consiguió atraer solamente a su esposa, su suegro y su primo. Las tribus cercanas se declararon abiertamente contra él.

            A la muerte de Jádicha y su apreciado primo Ali, a causa de sus enemigos., reunió unos doscientos partidarios y en el año 622 salió de la Meca y se dirigió hacia Jathrib (unos 400 km al NO). En este sentido, esta salida constituye la era mahometana, ya que cuentan los años de su calendario a partir de aquí.

            Allí Mahoma fue muy bien recibido. El mismo gobernador cambió de nombre a la ciudad, que más tarde se llamó Medina, ciudad del profeta y pronto se convirtió en un jefe religioso y político de esta ciudad. De allí, por medio de la guerra logró conquistar la Meca, limpió sus ídolos y lo convirtió en el nuevo movimiento monoteísta. Las demás tribus árabes fueron aceptando sin dificultad la religión del Islam que era extendido por medio de la violencia. A su muerte, 7 de Junio de 632, casi toda Arabia lo reconocía, ya que él no tuvo en cuenta las viejas divisiones triviales y unió a todos en una comunidad religiosa.

           

            2. Las invasiones árabes.



            Bajo los sucesores de Mahoma (llamado califas) comenzaron los ataques árabes, que pronto se transformaron en la invasión y ocupación de los países vecinos. El primer territorio que sufrió el arrollador avance árabe fue el Imperio Romano de Oriente (Bizancio). En una sucesión rápida cayeron Damasco, Jerusalén y Alejandría. En pocos años, Persia, Siria, Palestina y Egipto, las tierras del origen del cristianismo, cayeron en manos musulmanas y se perdieron para el testimonio cristiano hasta el día de hoy.

            En menos de un siglo, luego de la muerte de Mahoma, la invasión política religiosa musulmana casi había aniquilado los viejos baluartes del cristianismo en Africa del norte, y había cruzado al continente europeo en España. A comienzos del siglo VIII parecía como si la cristiandad occidental hubiese sido atrapada en un vasto movimiento de pinzas. (MAPA/GRAFICO 3) Avance del islamismo

           

            Dos eventos quebraron los extremos de estas pinzas y salvaron a la cristiandad de su desaparición:



DOS EVENTOS QUE SALVARON AL CRISTIANISMO
1. Constantinopla (718).
2. Carlos Martel (732) en Tours Francia.



            El primer evento corresponde a una serie de batallas, en el año 718, León III repelió y derrotó a los árabes. En este sentido, defendió valerosamente a Constantinopla e hizo que los musulmanes se retiren de esta región.

            El segundo evento, corresponde a la victoria de Carlos Martel, quien con el ejército franco en Tours (Francia) echó de Francia e impidió el avance, no permitiéndo pasar más allá de los Pirineos, a los invasores musulmanes provenientes de España.

            De esta forma, aunque los árabes continuaron avanzando en otras partes de Europa y Asia, sus conquistas no significaron la extinsión del cristianismo en los dominios de los califás.



3.      Las creencias básicas del Islamismo.



            Mahoma estuvo muy influido por judíos y cristianos. Es posible que si la influencia cristiana hubiese sido un poco más efectiva, el movimiento liderado por Mahoma se habría inclinado hacia el cristianismo. Pero esto no ocurrió, y la nueva religión llegó a ser el rival más poderoso de la fe cristiana durante la Edad Media.

            Ambas religiones tenían mucho en común: eran de origen semita y adoraban al mismo Dios. Ambas aceptaban las Escrituras del Antiguo Testamento, aunque los musulmanes consideraban a Jesús como un profeta. En el sentido más amplio del pronunciamiento, podemos decir que la región de Arabia tuvo influencias cristianas (y también judías) desde tiempos muy tempranos. Según los dichos históricos, Mahoma conocía los cristianos de Yemen y recibió instrucción religiosa de una sacerdote cristiano y oyó predicar a obispos de su tiempo. No obstante, son más los puntos divergentes que comunes entre el cristianismo e islamismo.

            La confesión básica del islamismo tiene materiales derivados del cristianismo y judaísmo, pero considera a Mahoma como el revelador final de la unidad y de la voluntad de Dios (Alah). De alli, su enseñanza es sencilla, pero su implicancia es una obediencia total, así como el nombre “islam” lo indica y la infalibilidad del Corán lo expresa:



No conviene ni al que cree ni a la que cree, cuando Alah y su enviado han tomado una decisión sobre un asunto, tener opción en ese asunto. Quienquiera se rebela contra Alah y su enviado, está en un error manifiesto.
Azora, XXXIII:36

           



            Su confesión de fe básica se deriva de la shahadah que es la concepción central de todo musulmán: No hay Dios que Alah y Mahoma su mensajero. De allí, la creencia islámica se funda en:

Alá: Unico Dios y creador del universo.
Angeles: Traen mensajes de Alá a los hombres.
Mahoma: El profeta de Dios.
Corán: El texto sagrado trasmitido oralmente hasta el 652.
El juicio: Día en el que los arrepentidos irán al paraíso y los culpables al infierno.




               

                Por otro lado, sus principales prácticas están fundamentadas en cinco “pilares del islám.” El presente recuadro enuncia los más relevantes recursos de la vida religiosa de los musulmanes:



LOS CINCO PILARES DEL ISLAMISMO
Recitación del credo
  La ilaha illa Allah y Muhammad Rasulul Llah. No hay Dios que Alah y Mahoma su profeta
La oración
Salat: Es el vínculo más importante entre el hombre y Dios. Se realíza cinco veces determinadas al día.
Dar limosna
Sakat: Significa purificación y las posesiones son purificadas mediante la entrega de una fracción de estas.
Ayuno
Siyam: Especialmente durante el mes santo “Ramadám.”
Peregrinación
Hayy: Al menos una vez en la vida todo musulmán debe realizar el viaje obligatorio a la Meca.





            4. Las invasiones musulmanas y sus consecuencias al cristianismo.



            Las consecuencias de las invasiones musulmanas nos conducen a  reflexiones de carácter misionológicas. ¿Cómo el cristianismo sobrevive y de que manera procederá su expansión ante las presiones del islamismo?

            En primer lugar, esta situación resultó ser la pérdida territorial más grande que experimentó el cristianismo en toda su historia. Además, si bien las invasiones árabes no fueron guerras de religión, sino de conquista, el gobierno árabe en los territorios sometidos afectó a la religión cristiana. En Egipto, la Iglesia Copta sufrió persecuciones, pesados impuestos, dificultades para realizar matrimonios y los cristianos eran considerados como extranjeros. Estas y otras presiones llevaron a que muchos se hicieran musulmanes. En el norte de África, la Iglesia cristiana casi desapareció. Sólo España se va a recuperar poco a poco para el cristianismo, pero a lo largo de un proceso de reconquista agotador. No obstante, el peligro peor había sido evitado al ser detenido el Islam en su avance sobre Europa. La cristiandad occidental sobrevivió, y estaba lista para aventurarse nuevamente con su fe hacia oriente.

            En occidente, para este período, surge un movimiento de devoción y renovación espiritual, a través del monasticismo. Al principio debió haber parecido sólo de importancia local, pero finalmente llegó a salvar la situación del testimonio cristiano en todo occidente. Se trató del surgimiento del movimiento monástico, como expresión de profunda espiritualidad y de gran devoción. En Italia, Benito de Nursia (480?-547) hace una contribución típicamente romana, no inventando algo nuevo (el monasticismo había comenzado dos o tres siglos antes en oriente), sino agregando disciplina y orden a lo que ya estaba.

            En el año 500 se hizo ermitaño, y en el 529 fundó un monasterio en Monte Casino, al sur de Roma, destruyendo un templo de Apolo que había sobre una colina. En 527 había formulado una Regla que estableció un modelo permanente para los monjes occidentales. Hasta entonces, la vida de un monje estaba marcada por la pobreza y la castidad. Benito enfatizó una tercer virtud: la obediencia. Si bien era estricta, la vida en un monasterio benedictino estaba bien balanceada en el uso del tiempo: adoración (en varios momentos del día); trabajo en el campo o en la cocina; y estudio. Algunos dichos famosos de Benito son: "El ocio es el enemigo del alma", y "Un claustro sin libros es un fuerte sin armamento". En menos de tres siglos los monasterios benedictinos se esparcieron por todo el continente europeo

            Por otro lado, mientras el Islam destruía muchos baluartes cristianos antiguos, en el norte de Europa el cristianismo avanzaba por nuevos territorios. Este movimiento comenzó en las Islas Británicas, por medio de la misión céltica y luego se sumaría la misión romana.



           



TEMA 3: El resurgimiento y progreso del cristianismo.



            Las situaciones que vive el cristianismo, en la siguiente secuencia cronológica, son amplias y no se agotan en el presente estudio. El alumno hará bien en seguir todas las indicaciones para las lecturas anexas ya que en ellas enriquecerá sus conocimientos afines.

            No obstante, los siguientes temas enfocarán, en forma específica cómo el cristianismo resurge y toma progreso, a pesar de las circunstancias poco favorables para su expansión. En este sentido, en los presentes tópicos haremos énfasis en cuestiones que tienen carácter misionológico en nuestra historia, la de la cristiandad.



1.      El monasticismo occidental.



            Luego de la gran declinación, algo empezó a ocurrir. No todo permaneció igual.

Al principio debió haber parecido sólo de importancia local, pero finalmente llegó a salvar la situación del testimonio cristiano en todo occidente. Se trató del surgimiento del movimiento monástico, como expresión de profunda espiritualidad y de gran devoción.

            En Italia, Benito de Nursia (c. 480-547) hace una contribución típicamente romana, no inventando algo nuevo (el monasticismo había comenzado dos o tres siglos antes en oriente), sino agregando disciplina y orden a lo que ya estaba. En el año 500 se hizo ermitaño, y en el 529 fundó un monasterio en Monte Casino, al sur de Roma, destruyendo un templo de Apolo que había sobre una colina. En 527 había formulado una Regla que estableció un modelo permanente para los monjes occidentales. Hasta entonces, la vida de un monje estaba marcada por la pobreza y la castidad. Benito enfatizó una tercer virtud: la obediencia. Si bien era estricta, la vida en un monasterio benedictino estaba bien balanceada en el uso del tiempo: adoración (en varios momentos del día); trabajo en el campo o en la cocina; y estudio. Algunos dichos famosos de Benito son: "El ocio es el enemigo del alma", y "Un claustro sin libros es un fuerte sin armamento". En menos de tres siglos los monasterios benedictinos se esparcieron por todo el continente europeo.







            2. El cristianismo en las Islas Británicas.  



            Frente al gran dilema de las invasiones islámicas, el cristianismo no quedó detenido. De lo contrario, encontró otros ejes de expansión. Si bien, no lo podía realizar geográficamente hacia los lugares tradicionalmente conocidos, en Europa avanzó hacia los nuevos territorios. En este caso, comenzó en las Islas Británicas y de allí hacia el norte del continente llegando hasta los países eslavos.

            Los antecedentes del cristianismo en las Islas Británicas se remontan a los primeros siglos de la era cristiana. Uno de los primeros hombres asociados con los orígenes cristianos fue Albano, de quien se habla que amparó a un sacerdote cristiano durante la persecusión bajo Dioclesiano (304). Posteriormente fue arrestado por su fe y después de ser torturado fue ejecutado. En Escocia, el nombre de Niniano (c. 400) también está asociado a la fe cristiana. En Irlanda, los orígenes del cristianismo se remontan a la emblemática personalidad de Patricio, quien es considerado el “apóstol de Irlanda. La historia de este misionero, más allá de las controversias entre las tradiciones, su historia es de gran influencia, ya que da evidencia que quebranto el poder del paganismo irlandés, que su enseñanza era bíblica y evangélica, asimismo que la iglesia que fundó fue independiente a Roma.

           

Pero, el hito definitivo del cristianismo en las Islas Británicas llegó por medio de dos corrientes evangelizadoras bien definidas: la misión céltica y la misión romana:



DOS CORRIENTES EVANGELIZADORAS EN LAS ISLAS BRITÁNICAS
1. La misión céltica (c. 563)
2. La misión romana (596)



            La misión céltica se remonta hasta Columba, muchas veces denominado como el “apóstol de Escocia,” nació en Irlanda (521 d.C.), era nieto del rey que gobernaba su país. En el año 563, en pleno vigor de su vida, dejó Irlanda con doce de sus compañeros y se estableció en Iona, una pequeña isla, frente a Escocia. Desde allí, con un lema "por amor a Cristo" con doce monjes que estaban dispuestos a acompañarlo, organizó una misión para evangelizar a los célticos, pictos y paganos. En este sentido fue el fundador de la misión céltica, que desde el año 635 convirtió buena parte de las Islas Británicas.

            El año 597 es importante porque señala el comienzo de la historia de la Iglesia en Inglaterra, y es también el año de la muerte del celta Columba y la llegada del misionero romano Agustín, que más tarde será consagrado como el primer Arzobispo de Canterbury.

            Lo más característico de esta misión fue su énfasis en la vida monástica, obra misionera y su independencia con la Iglesia de Roma. “Se creía que el más alto servicio prestado a Cristo era el exilio vitalicio para evangelizar tierras extranjeras. En este sentido enviaron a hombres como Columba, que predicaron en Francia, Suiza, y norte de Italia. También alentaron a la erudición y tuvieron una rica tradición artística” (Robert G. Clouse, 545).

            Otras obras misioneras de gran importancia que realizó la misión céltica pueden encontrarse en las lecturas anexas, confeccionadas por el profesor, para la presente unidad de estudio. Recuerde, ellas tienen un carácter obligatorio en la materia, además ayudarán a tener una comprensión más global y misionológica de la asignatura.

            La misión romana, en las Islas Británicas está relacionada a dos personajes de la historia: el papa Gregorio el Grande y Agustín (no de Hipona).   

            Gregorio pertenecía a una familia noble de Roma y llegó a ser gobernador de la ciudad en una época muy difícil, de pobreza y peligros. Al morir sus padres, heredó una gran fortuna, que entregó a los pobres, y transformó su casa en un monasterio haciéndose monje él mismo. En 578, el papa lo envió a la corte; del emperador en Constantinopla como su representante, y luego lo colocó como su secretario personal. En 590 fue nombrado papa, sin que él buscara esa posición de honor. Durante el año que pasó en Constantinopla se dio cuenta de que el emperador no podía hacer nada por Europa occidental. Consciente de lo difícil de la tarea, asumió la responsabilidad de transformar a Roma en la conductora y la salvadora de la cristiandad occidental.

           Todos, romanos y bárbaros, necesitaban un emperador, pero no lo encontraron en el Imperio, sino en la Iglesia, que sobrevivió al Imperio y que con Gregorio I alcanzó su apogeo. Gregorio trajo al trono papal la planificación de un estadista y la devoción de un monje. Su contribución más notable fue la misión a Inglaterra, que se concretó con misioneros del monasterio benedictino fundado por él, bajo la dirección de un monje llamado Agustín.

            Agustín, con cuarenta monjes, después de un viaje largo y difícil, desembarcó con sus compañeros en Kent, donde comenzaron sus contactos con los anglosajones. A los pocos meses, Agustín informaba a Gregorio del bautismo de 10.000 anglosajones. Posteriormente, se convirtió el rey y todo su reino; Agustín fue nombrado arzobispo (el primero de Canterbury) y se creó una nueva provincia eclesiástica; hubo varios obispados y la Iglesia estuvo relacionada con Roma.

           

            Un acontecimiento singular entre las dos corrientes misioneras:  Como se habrá observado, en la evangelización de las Islas Británicas intervinieron dos tradiciones cristianas diferentes: una céltica y la otra romana. Esto dio lugar a la confusión, especialmente cuando ambas corrientes se encontraron en Northumbria, en el centro de Inglaterra. El problema mayor tenía que ver con la celebración de la Pascua, ya que unos la celebraban según el calendario celta y otros según el gregoriano. Pero en el fondo lo que se discutía era si la Iglesia de las Islas Británicas debía ser independiente de Roma o no.

            Para resolver este problema se convocó un sínodo, que tuvo lugar en Whitby, en el año 664. El discurso decisivo lo tuvo Wilfrido, abad de un monasterio romano en Ripon y el primer obispo anglosajón. Era un admirador de la Iglesia Romana, y en Whitby respaldó la posición de que la Iglesia de Inglaterra dependiera de Roma. La victoria del partido romano fue un triste golpe para la misión céltica, que poco a poco regresó a Irlanda. Así, las Islas Británicas se pusieron en conexión con el continente, aunque no sin heredar de la tradición céltica del norte una dependencia que habría de manifestarse una y otra vez en su historia.



            3. La expansión del cristianismo hacia el norte de Europa.



            En poco tiempo, Inglaterra, de campo misionero se transformó en agencia enviadora de misioneros a todo el continente europeo.

            Apenas un siglo después de la llegada de Agustín, a mediados del siglo VII, los monasterios de Northumbria se desarrollaron como centros de cultura cristiana, superior a otras de Italia. De allí se inició la expansión del cristianismo hacia el continente europeo. Hubo dos personajes destacados en este proceso misionero:

            Willibrordo: apóstol a los Países Bajos: Wilfrido en uno de sus viajes a Roma, pasó algún tiempo en la costa de los Países Bajos donde quiso interesar a los jefes de las tribus bárbaras en la civilización cristiana. Fue del monasterio de Wilfrido en Ripon de donde salió el primer gran misionero anglosajón: Willibrordo. En el año 690 se embarcó junto con otros once monjes. Llegaron a Utrecht, donde realizaron su obra y donde llegó a ser el primer obispo. Su trabajo misionero se realizó bajo la protección de los francos, que estaban expandiéndose hacia el este. La historia lo recuerda como el santo patrono de Holanda.

            Bonifacio: apóstol de Alemania: Bonifacio (Winfrido) nació en el año 679 y fue educado en un monasterio cerca de Winchester, donde luego fue invitado para enseñar. Se hizo monje y fue candidato a abad, pero se unió a Willibrordo en el año 718. De los Países Bajos continuó su obra hacia Alemania. Una de sus características notables fue su espíritu aventurero en las misiones. Su entusiasmo misionero era combinado por una ardiente pasión por la conversión de los paganos. Además, de un gran evangelista fue un hábil organizador talentoso.

            Bonifacio fue consagrado obispo y más tarde arzobispo de Mainz. El incidente más dramático en su carrera misionera fue cuando derribó, ante la mirada asombrada de una multitud en Geismar, un roble dedicado a Thor, el dios del trueno. Luego de la demolición del viejo gigante árbol, con su madera construyó una capilla. Cientos de monjes y monjas vinieron de Inglaterra para unirse a su obra. Su método fue establecer pequeños monasterios como bases misioneras. En el año 755, fue martirizado en Holanda, donde había dado sus primeros pasos como misionero.

            Luego de la evangelización de Holanda y Alemania, la expansión de la misión cristiana continuó hacia Frisia y Sajonia (norte de Alemania hoy). Aunque la tarea misionera tuvo sus tropiezos allí, a causa de las rebeliones y saqueos sociales a los monasterios, el cristianismo tuvo un curso ascendente. De allí surgieron verdaderas conversiones y centros de cultura cristiana.

            Por último, la evangelización a los países escandinavos: Dinamarca, Suecia y Noruega, tuvo sus resultados ascendentes, a partir del siglo IX. 

            En Dinamarca, el destacado misionero fue Ansgar (801-865), muchas veces considerado como el “apóstol del norte de Europa.” La evangelización de Suecia también fue llevado a cabo por Ansgar, quien fue acompañado por dos monjes, Witmaro y Gislemaro. Si bien no lograron arraigar al cristianismo allí, fueron antecedentes misioneros desde muy temprano en estas regiones. En cuanto a Noruega, fue gracias a los incansables trabajos misioneros provenientes de Inglaterra. Dos reyes han apoyado su tarea. El primero de ellos, Hakon (938-961), “el bueno,” invitó a los monjes otorgándoles libertad para la predicación del Evangelio. El rey Olaf Trygvason (995-1000) y Olaf el gordo (1014-1030) también apoyaron la tarea misionera. Con estos antecedentes el cristianismo quedó sólidamente establecido en estas regiones.

           

            4. El cristianismo en China.



            La llegada del cristianismo a la China significó una de las recuperaciones geográficas extremas en misión. Este acontecimiento se remonta al año 635. Si bien este movimiento fue muy pequeño, es suficiente como ilustración para recordar que el cristianismo no es una religión exclusivamente occidental, sino universal. Se puede trazar un paralelo cronológico, en estos entonces, que para Inglaterra del norte y para el Lejano Oriente, la historia cristiana comenzó en el año 635.

            Los primeros misioneros en ir a China vinieron de Persia, que para aquel entonces estaba bajo el gobierno musulmán. El grupo misionero había sido enviado por la Iglesia de Oriente, y estaba constituido por 21 monjes bajo la dirección de uno llamado Alopen. (Mas detalles sobre la biografía de Alopen y el desarrollo del cristianismo, están resumidas en los anexos de lectura organizadas por el profesor, pags. 3-4).

            El cristianismo en esta región fue favorecido por un edicto imperial, que en el año 638, les concedió tolerancia religiosa y el emperador mismo les dio un monasterio en la ciudad capital (Ch’ang-an). Pero, al cambiar la dinastía gobernante, los cristianos tuvieron que hacer frente a la oposición que por momentos fue muy violenta. A mediados del siglo VIII se restauró el favor imperial. El emperador no sólo permitió la predicación cristiana, sino que hizo regalos a un monasterio y se les pidió a los monjes que "dirigieran la adoración en el palacio imperial. Un nuevo edicto de tolerancia permitió ciertos progresos en el trabajo misionero. Pero las crisis políticas internas y externas no fueron favorables para un gran avance. Los registros chinos mencionan a los cristianos hasta aproximadamente el año 900, cuando desaparece todo rastro de cristianismo en China. Las razones para este cataclismo fueron dos:

            Persecución: En el año 845 un emperador pro-taoísta decidió suprimir las religiones que no eran de origen chino, incluso el budismo. La política persecutoria duró sólo veinte meses. El budismo logró recuperarse, pero la pequeña Iglesia cristiana se debilitó casi definitivamente.

            Desorden: Las continuas guerras civiles durante el siglo IX crearon un clima de inestabilidad e inseguridad. En el año 878 la rebelión arruinó todo el sur de la China y su comercio marítimo. Los mercaderes extranjeros regresaron en multidud a occidente, y la falta de un gobierno estable puso fin a las comunicaciones pacíficas en Asia Central, y con todo esto, la tarea misionera murió.

            No obstante, el cristianismo en el Lejano Oriente logró sobrevivir entre algunas tribus del Asia Central, desde donde más tarde volvió a expandirse hacia el este del contiente asiático.



5.      Los francos y el papa.



            Desde la conversión de Clodoveo, los francos favorecieron el desarrollo del cristianismo en sus territorios y fueron instrumentos de su expansión a las nuevas tierras por ellos conquistadas. Fue gracias a la alianza entre los francos y el papado, que el segundo pudo verse aliviado de los lombardos, que amenazaban invadir Roma y ganar los territorios vecinos a esta ciudad, conocidos como los "estados papales".

            Muchas de estas concesiones se lograron gracias a documentos falsos, que sirvieron para engañar a los monarcas francos y a sus sucesores durante mucho tiempo. Entre estos documentos cabe mencionar: La Donación de Constantino  y las Decretales pseudo-isidorianas. Para comprender la filosofía de estas concesiones se hace necesario reflexionar sobre estos dos supuestos documentos históricos.

            En el sentido político y de expansión, los francos resultaron ser la potencia más fuerte en todo Europa. Con la conversión de Clodoveo su dinastía, conocida como los merovingios, fue reemplazada por una nueva dinastía, los carlovingios. Los hombres más relevantes, de esta dinastía, para el cristianismo de ésta época fueron Carlos Martel y Carlos el Grande o  Carlomagno. El primero ganó la fama cuando en el año 751 detuvo el avance de los árabes cerca de Tours.

            Carlomagno fue un gran guerrero, porque duplicó el territorio recibido de su padre; fue también un gran organizador, porque supo manejar con mano firme el Estado y la Iglesia; fue un gran promotor de la cultura, porque contribuyó significativamente a la educación, si bien él mismo no sabía escribir y apenas podía leer en latín. Como cristiano dejó mucho que desear, pero su política como gobernante ayudó a fortalecer y extender la fe cristiana, si bien muchas veces usó la fuerza para ganar nuevos convertidos. En el año 773, los lombardos volvieron a amenazar los territorios papales, y el papa Adriano I (papa de 772 a 795) pidió auxilio al "patricio de los romanos", Carlomagno. Este cruzó los Alpes con un gran ejército y destruyó a los lombardos en forma definitiva. Así, Carlomagno, se transformó en el protector de Roma.

            Por otro lado, la relación entre el papa y el emperador se daba en torno de las necesidades mutuas. La iglesia necesitaba de un Estado fuerte, que la protegiera de los reinos enemigos. El papa era un señor feudal más, que no tenía poder militar suficiente como para defenderse. Carlomagno gobernaba un vasto reino, que incluía los territorios de la Iglesia, tenía la fuerza necesaria como traer paz y seguridad a Roma.

            Ante esta situación se llegó a pensar que el plan de Dios era que el papa tuviera el poder espiritual y el emperador el poder terrenal. Papa y emperador se necesitaban mutuamente. Carlomagno necesitaba del papa, porque sólo él podía otorgarle el título de "emperador de los romanos". Así, en la navidad del año 800, Carlomagno fue coronado como emperador por el papa León III (papa de 795 a 816) en la Iglesia de San Pedro, en Roma. Así se fortaleció una relación que habría de llevar a una parcial unificación de Europa y al desarrollo de la autoridad papal.



6.      La iglesia Griega y los eslavos.



            La conquista arábiga puso fin a la conversión de los invasores, cuando los mismos penetraban en territorios de culturas cristianas. Al perder territorios, el cristianismo  progresaba despacio, pero hizo progresos rápidos en la segunda mitad del siglo noveno.

            Desde Alemania, el cristianismo se expandió hacia el este avanzando sobre Europa central. Los bárbaros se convirtieron alrededor del año 800, y en las décadas subsiguientes importantes grupos de eslavos, incluyendo a croatas, eslovenos y checos, aceptaron la fe cristiana. Hacia el año 1000, el cristianismo estaba penetrando en Polonia y también en Hungría. En esta última nación se convirtió su rey, Esteban (997-1038), que luego sería canonizado como San Esteban. Todos estos reinos quedaron bajo la jurisdicción de Roma, puesto que eran territorios eslavos del Sacro Imperio Romano-Germánico.

            Mientras que en occidente se fortificaba la cristiandad latina, recuperándose del desorden provocado por las invasiones bárbaras, y ahora aliviada de la amenaza musulmana en España (después de la batalla de Tours), en oriente la Iglesia Ortodoxa Oriental (griega) obtenía considerables triunfos. Hacia el año 862, dos misioneros, Constantino (827-869) y Metodio (m. 885), fueron enviados desde Constantinopla para trabajar entre los eslavos de Europa oriental. Constantino (conocido en occidente como Cirilo el Filósofo) había sido secretario del patriarca de Constantinopla y era un destacado filósofo y lingüista. Metodio era su hermano mayor y también un hombre notable. La obra mayor de estos extraordinarios misioneros fue la traducción de la Biblia al idioma eslavo. Para esto, tuvieron que inventar un alfabeto, ya que el eslavo no tenía escritura. Tradujeron también otros libros cristianos y la liturgia.

            Los eslavos tuvieron que decidirse entre seguir a la Iglesia Latina (o Romana) o la Iglesia Griega, ya que estaban en el medio de estas dos influencias. Los búlgaros se inclinaron por la Iglesia Griega cuando en el año 870 su rey, Boris, se convirtió. El clero eslavo fue bienvenido en Bulgaria y aquí la religión cristiana alcanzó su expresión eslava más plena. La Iglesia de Constantinopla ganó a casi todas las naciones eslavas respetando su cultura. La más grande de estas naciones estaba representada por los eslavos del este.

            Hacia el año 950 había cristianos en Kiev; en 957 la reina Olga viajó a Constantinopla para ser bautizada, pero su influencia se vio frustrada con su hijo que fue pagano. Pero su nieto Vladimiro I (m. 1015), después de dudar entre el paganismo y el cristianismo, terminó por aceptar la fe cristiana en el año 987, cuando se casó con Ana, la hermana del emperador griego.

            Es evidente que Vladimiro estaba más impresionado con la civilización y el prestigio de Bizancio, que con el significado de la fe cristiana. Era un príncipe tiránico y lascivo, y continuó así después de su "conversión". De igual modo, el bautismo de miles de sus súbditos en el río Dniéper careció de convicción y se trató sólo de "conversiones" nominales en obediencia a sus órdenes. Este dudoso comienzo, no obstante, aseguró el futuro del cristianismo en Rusia. Toda Rusia se hizo cristiana y Vladimiro es recordado todavía hoy como su santo más importante. Para este particular recomendamos seguir las lecturas contenidas en los anexos compilados por el profesor.







TEMA 4: El contexto de la iglesia en la Plena Edad Media.



            A partir de Carlomagno el poder de los francos comenzó a decaer. Sus sucesores no tuvieron habilidades para las cuestiones políticas y poco a poco el sistema feudal tomó lugar prominente en Europa occidental. En este sentido, no hubo una autoridad central, solamente existía un sistema con gobiernos locales en manos de los nobles.

                Desde esta perspectiva, la vida en la Plena Edad Media estaba estructurada, en buena medida, como las piezas de un juego de ajedréz. Reyes, reinas, obispos, caballeros y otros nobles que vivíanen castillos (torres) a costa del trabajo de sus siervos (peones). A cambio del privilegio de cultivar la tierra suficiente para poder sobrevivir, los siervos trabajaban tres días de la semana para su señor, que podía ser un caballero, un obispo o un rey. En una emergencia, y muy frecuentemente en tiempo de cosecha, el señor podía exigir a los siervos un trabajo extra. Un siervo no podía hacer abandono de la tierra de su señor, ni casarse sin su aprobación; también eran usados como sirvientes domésticos, y muchas veces eran excelentes artesanos. Constituían la infantería en las guerras ofensivas y defensivas de su señor; que no tenía otra ocupación más que ésa, y que era recompensado por el soberano con tierras y con siervos.

            Cuando no había guerras, los caballeros se entretenían con torneos y peleaban fieramente para practicar, para ganar el favor de una dama noble o el castillo de otro caballero. El castillo era el pivote de la vida medieval. Fundamentalmente, era un refugio, una plaza fuerte, una fortaleza capaz de resistir un sitio. La riqueza del castillo provenía de la tierra trabajada por los siervos fuera de los muros del mismo.

            Por otro lado, los obispos administraban los negocios así como los asuntos espirituales de la Iglesia. Ellos eran señores feudales que muchas veces recibían importantes donaciones, especialmente tierras, que les daban gran prestigio y poder. El sistema feudal llegó a ser de gran beneficio para las pretensiones de Roma, porque no había rey o señor tan fuerte, que pudiera competir con el poder y la influencia papal. Además, la Iglesia se enriqueció en forma fabulosa porque al morir los obispos sus propiedades quedaban en manos del papa y muchos nobles testaban también en favor de Roma.

            La reina medieval estaba tan bien educada como el rey, y a veces eclipsaba su poder. Era el centro de las fiestas de la corte y a menudo se unía a los hombres en la caza con halcones. El rey medieval pretendía que su poder, gozado por derecho divino, era supremo. Su pretensión era disputada incesantemente por los nobles feudales y por la Iglesia. Incluso en su corte, se veía forzado a estar en guardia contra las intrigas. La corte de un rey era el epítome mundano de una edad predominantemente religiosa. Los reyes necesitaban el apoyo de la Iglesia; todos los hombres necesitaban el apoyo espiritual de la Iglesia. Tanto el siervo como el noble, el caballero como el rey era iguales en esto: cada uno estaba seguro de otra vida más allá de la muerte y estaban aterrados por ese trasmundo. La Iglesia, con sus sacramentos y ritos, traía algo de paz a la vida de estos seres sumidos en la ignorancia y la violencia.

                Sobre este trasfondo histórico-cultural de Europa consideraremos las siguientes situaciones para el cristianismo en nuestro estudio.



1.      El desafío musulmán y las Cruzadas.



            Alrededor del año 1000, pueblos montañeses de las mesetas de Asia Central avanzaron hacia el oeste. Venían del Turkistán y se los conoció como los turcos selyúcidas. Para el año 1055 ya habían ocupado toda Persia. Eran de religión musulmana y fieros guerreros nómadas. No desplazaron al califa como líder religioso, pero sí le cambiaron el título por el de sultán. Desde Bagdad se extendieron a Siria y Palestina. En 1071 destrozaron al ejército del Imperio Bizantino y avanzaron sobre Asia Menor. Los bizantinos desesperados, pidieron auxilio a los cristianos de Europa occidental. Este pedido llegó oportunamente, ya que el papa de Roma estaba procurando terminar con la turbulencia y la violencia de la sociedad feudal, y quería lograr una unión más sólida de la cristiandad en torno a su autoridad. La posibilidad de canalizar la violencia de los señores feudales en una lucha con un motivo tan noble como la defensa de los intereses cristianos en oriente, se presentaba como una efectiva estrategia para el logro de las pretensiones hegemónicas del papa.

            A diferencia del siglo VII, ahora, a fines del siglo XI, la cristiandad reestablecida estaba en condiciones de ofrecer un efectivo contraataque. A pesar de que los soldados cristianos estaban muy lejos del ideal moral neotestamentario, su intervención en las Cruzadas fue un notable progreso respecto de la turbulenta sociedad feudal. "Dado que quieren pelear, que peleen por fines cristianos." Tal era la estrategia papal.

            El papa Urbano II (papa de 1088 a 1099) actuó rápidamente en respuesta al pedido bizantino, proclamando una campaña para recuperar la Tierra Santa de manos de los turcos. Este desafío cautivó la imaginación de los cristianos europeos, que ya se sentían lo suficientemente fuertes como para enfrentarse al enemigo pagano. Fue así que, en el año 1096 se lanzaron a la cruzada con el lema "Dios lo quiere". El papa actuó como cabeza de la cristiandad y su iniciativa lo colocó al frente de Europa. Las Cruzadas comenzaron como un movimiento popular y espontáneo. Miles se enrolaron en un ejército sin armas, ni conocimientos tácticos, y sin provisiones ni medios de transporte. Pocos llegaron a Palestina y nadie regresó.

            Después del fracaso de la primera cruzada, se formaron ejércitos regulares en Francia y Alemania, que lograron conquistar importantes territorios en el Cercano Oriente y formar cuatro reinos cristianos. Luego de esta segunda cruzada exitosa siguieron otras seis, una de ellas llamada “cruzada de los niños”. Todas ellas resultaron un fracaso (hasta 1291), y no fueron más que guerras defensivas o de repliegue. El llamado original había sido para defender el Imperio Oriental de la amenaza turca. Pero no siempre fue así. La cuarta cruzada se volvió contra el Imperio en lugar de avanzar sobre Egipto; saquearon Constantinopla y la debilitaron para siempre, profundizando aún más la división entre los cristianos griegos y los latinos.

            Si bien, una evaluación nos permite observar que no todo fue negativo en las Cruzadas. Hubo, al menos, dos aspectos relativamente positivos:

·         Las Cruzadas fueron el primer intento de los nuevos pueblos europeos de actuar juntos en una causa cristiana.
·         Las Cruzadas abrieron el camino hacia oriente, a la civilización superior del Imperio Bizantino y de los pueblos del Cercano Oriente y aún más allá. Fue un adelanto económico para Europa





                       

·         Las Cruzadas fueron más bien guerras defensivas, representaban un esfuerzo por establecer el Reino de Dios mediante métodos mundanos (crueldades, inmoralidades y orgullo).
·         En las Cruzadas se mezclaron el entusiasmo religioso con las miserias humanas. Muchos caballeros Teutónicos, quienes de consideraban guardianes de los lugares santos, llegaron a ser ricos mediante las donaciones de los piadosos.
·         Las Cruzadas constituyeron la antítesis completa de la actitud pacífica de los cristianos de los primeros siglos.
·         Las Cruzadas son consideradas como una de las marcas de mayores obstáculos para las misiones cristianas entre los pueblos musulmanes, hasta la actualidad.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 

            No obstante, en la primera vista, las Cruzadas constituyeron serias marcas para el resto de la historia del cristianismo. En síntesis:





           









            2. El cristianismo en el Lejano Oriente: Mongolia.



            Vimos la llegada del cristianismo a China en el año 635 y su desaparición hacia el año 900. A mediados del siglo XII, comienza a circular por toda Europa una historia sorprendente que llenó de esperanzas a los cristianos que sufrían una derrota tras otra frente a los musulmanes. La historia del Preste Juan hablaba de un reino poderoso en Oriente, más allá del imperio musulmán, con un rey cristiano que contaba con un incontable ejército y que atacaría a los musulmanes por la retaguardia auxiliando así a los cristianos cruzados. ¿Era cierta esta historia? En parte sí. Su verdad era que el cristianismo no había desaparecido del todo en Asia Central. Poco después del año 1000, el cristianismo se expandió nuevamente hacia el Extremo Oriente, pero tomando una ruta más hacia el norte. Hacia esta fecha está documentada la presencia de cristianos entre algunos pueblos de la Mongolia occidental y al sur del lago Baikal, y para el año 1100 incluso entre los tártaros y ongutos de la Mongolia oriental.

            El siglo XIII fue la edad de oro para los mongoles, que de pueblo nómade del desierto lograron construir un vasto imperio que cubrió casi todo el continente asiático y penetró incluso en Europa. En 1241 se acercaron a Viena y Roma misma tembló, pero el avance se detuvo de pronto por problemas de sucesión en el trono imperial. A pesar del temor que inspiraron las hordas mongolas, la historia del Preste Juan se confirmó en esto: si bien las oleadas invasoras de los mongoles, desde 1202 en adelante, habían sometido a reinos cristianos en el este (e.g., los keraítas), éstos influenciaron sobre los invasores. La conquista mongólica fue destructiva pero colocó a los cristianos en mejores posiciones que las que hasta entonces habían tenido.

            El famoso Genghis Khan, fundador del imperio mongol, tenía un hijo que estaba casado con una princesa keralta. Los registros chinos dicen que ella fue enterrada en un monasterio cristiano; otros documentos señalan que "era una verdadera creyente". Sus hijos se casaron con mujeres cristianos. Uno de ellos, Kublai, trasladó la capital del Imperio Mongol a Peking. Su imperio fue el más extenso que el mundo haya conocido jamás: desde el Mar de la China hasta el Danubio y desde los Montes Urales hasta los Himalayas. Fue Kublai quien como Gran Khan, le ofreció a la Iglesia cristiana la oportunidad más grande que haya tenido en toda su historia. Quienes trajeron al papa de Roma estas noticias fueron dos mercaderes venecianos que regresaron de la capital de Kublai en 1269: Nicolo y Maffeo Polo. Estas son las palabras que el Gran Khan les dijo, según las refirió más tarde Marco Polo, el hijo de Nicolo:

¿Cómo podéis esperar que me haga cristiano? Ya veis que los cristianos en estas partes son tan ignorantes que no hacen nada y no tienen poder ... Pero iréis a vuestro Sumo Sacerdote (papa) y le rogaréis que me envíe cien hombre preparados en vuestra religión... Y así seré bautizado, y luego todos mis nobles y hombres ilustres, y luego sus súbditos, y habrá de esta manera




            Los mongoles querían adoptar una religión que estuviese a la altura de su grandeza imperial y dudaban entre tres posibilidades: conocían el Islam en sus territorios de occidente; el budismo en oriente; y, el cristianismo, que estaba en todas partes. En respuesta al pedido de Kublai el papa Gregorio X sólo envió a dos frailes dominicanos que ni siquiera llegaron a la capital del Gran Khan. Treinta años más tarde (hacia el 1300) la decisión imperial dejó de lado al cristianismo: en el oeste del Imperio se adoptó el islamismo y en el este el budismo. Así quedó entorpecida una de las más grandes oportunidades misioneras para el cristianismo en esta región.







3        Las nuevas órdenes monásticas.



            En la Edad Media las inquietudes de la vida religiosa eran respondidas en las formas monásticas. Los modelos e ideales monásticos de San Benito continuaban con el devenir del tiempo. A pesar de las incursiones de los normandos (siglo IX), quienes incendiaron muchos monasterios benedictinos, también los desórdenes feudales (siglo X) los afectaron, este movimiento mantenía la capacidad de supervivencia.

            No obstante, entre el cristianismo, al transcurrir el siglo X, la vida ascética fue cobrando nuevas modalidades, siguiendo los mismos énfasis, la disciplina, devoción y trabajo. Entre estos grupos encontramos los siguientes:

           


Las nuevas órdenes monásticas
Los cluniacenses
Los cistercienses
Los domínicos
Los franciscanos



a)      Los cluniacenses: En el año 910 se fundó un monasterio en Cluny (Francia). Siguiendo la Regla de Benito, los monjes de Cluny desde el principio eligieron su propio abad y colocaron el monasterio directamente bajo la autoridad papal, librándose así de las interferencias del estado y de las autoridades eclesiásticas locales.

            El modelo de Cluny se esparció con rapidez. Su independencia y espíritu reformista tuvieron gran influencia. Para el año 1150 ya había más de 300 monasterios cluniacenses que atacaban la simonía (compra-venta de cargos eclesiásticos) y otros abusos. El abad de Cluny se transformó de esta manera en la cabeza de una gran familia de monasterios que contaban con un prior al frente de cada uno, y todos ellos con grandes ideales en cuanto a la Iglesia, que consideraban debía gobernar al mundo.

      Entre cluniacenses se magnificó la vida ascética y se mantuvieron alejados a los favores seculares. Después del año 962 los emperadores alemanes apoyaron la reforma de Cluny. El papa al principio se resistió, si bien el movimiento significaba un gran respaldo para sus pretensiones. En el año 1049, el emperador Enrique III nombró como papa a su primo León IX, que hasta entonces había sido cludicense. Este a su vez, nombró como secretario y asesor a un joven monje reformista llamado Hildebrando. Estos dos hombres produjeron algunos de los cambios más importantes en toda la historia de la Iglesia Católica Romana.



b)      Los cistercienses: Citeaux es una aldea de Francia donde en 1098 se fundó una comunidad religiosa derivada de los benedictinos, que se ramificó por todo el país y después por España. Seguían la Regla de Benito, pero querían volver a una vida más simple. Sus ropas eran blancas y su estilo de vida era más ascético que el de otras órdenes. Buscaron lugares agrestes para establecer sus casas y en muchos lugares de Europa fueron los primeros en desmontar bosques y drenar pantanos. Uno de los cistercienses más famosos fue Bernardo de Clairvaux (1090-1153). Fue un hombre muy piadoso que ejerció una gran influencia reformadora y purificadora en la Iglesia, llegando a tener más poder espiritual que los papas de su tiempo. Fue fundador de una abadía en Clairvaux, predicó la segunda cruzada y fue autor de excelentes obras, entre las que se encuentra la letra del famoso himno "Oh, Rostro Ensangrentado".



c)      Los frailes: Fue un movimiento de renovación espiritual más importante durante la Edad Media. Entre este movimiento se conocían dos organizaciones bien definidas: los dominicos y franciscanos.

      La gran diferencia entre ellos y los benedictinos fue que no estaban encerrados en un monasterio, sino que vivían en el mundo y no provenían de las clases privilegiadas, como ocurría con la mayoría de las monjas y con muchos de los monjes. Eran pobres o bien identificados con los pobres y estaban dispuestos a mendigar su pan. El impacto en su contexto fue enorme. Para mayor información de estos aspectos recomendamos leer las lecturas anexas copiladas por el profesor.

      Santo Domingo y los dominicos: El fundador de los domínicos fue Domingo de Guzmán. Su orden religiosa,  fundada en Toulose (Francia, 1216), tenía como objetivo la lucha contra los herejes albigenses, una secta que combinaba enseñanzas cristianas con ideas persas. Sus líderes se llamaba "Perfectos" (por eso se los conoce también como cátaros, del griego "puros). Eran muy estrictos en su disciplina, y se caracterizaban por su predicación, hasta el día de hoy.

      San Francisco y los franciscanos: Francisco nació en Assis (Italia). Era un joven amante de la aventura que después de una seria enfermedad cambió rotundamente su estilo de vida. Comenzó a ayudar a los leprosos y mendigos. En 1209 junto con once compañeros que compartían sus ideales de abnegación y pobreza, fue a Roma, donde el papa los reconoció como orden religiosa. Escogieron el nombre de "Penitentes de Assis", que luego cambiaron por el de "Hermanos Menores". En 1212, una niña de familia noble de nombre Clara fue admitida a la comunidad. Este fue el comienzo de una segunda orden franciscana, esta vez para mujeres, que fueron conocidas como las Pobres Claras o Clarisas. En 1221 comenzó una tercer orden para hombres y mujeres, que sin abandonar su vida común, aceptaban seguir los ideales de San Francisco. Como su fundador, los franciscanos se caracterizaron por su amor a la naturaleza, la música, la bondad de espíritu y el celo misionero.

      Las diferencias y coincidencias entre las dos organizaciones de los frailes: La organización de los dominicos y franciscanos era muy similar. Tenían áreas de trabajo divididas en provincias, cada una bajo una cabeza. Cada una de estas órdenes tenía una segunda orden para mujeres y una tercera para laicos de ambos sexos que aceptaban sus ideales.

      No obstante, los religiosos eran diferentes. Los dominicos enfatizaban la erudición como salvaguarda contra la herejía, mientras que los franciscanos temían la erudición pensando que podían pervertir a los hermanos. Los dominicos aceptaron la pobreza como virtud y un estilo de vida mendicante, y los franciscanos comenzaron a preparar mejor a sus frailes.

      Por otro lado, existían otras órdenes. Las más conocidas fueron las órdenes militares que fueron asociadas con las Cruzadas. Entre ellos, destacamos los Caballeros Templarios y los Caballeros de San Juan. Para mayor información de estos aspectos y otros vistos en el presente apartado, recomendamos leer detalladamente las lecturas anexas copiladas por el profesor. Las contienen material suficiente para la realización de las actividades solicitadas y les ayudarán para su examen final.



4.      La vida de la Iglesia en la Edad Media.



            Los mil años transcurridos en el período de tiempo, comprendido entre los siglos VI y XVI, se caracterizaron por varios aspectos de la vida interior y exterior de la Iglesia. Entre ellos podemos ver a través de los siguientes interrogantes comunes a todo estudiante de historia del cristianismo:



a)      ¿Cómo se preparaba el clero cristiano? Desde el siglo VII casi cesó todo tipo de educación en Europa occidental. Las escuelas fueron cerradas y los maestros esparcidos como consecuencia de las diferentes invasiones. Algunas pocas familias que valoraban el saber conservaron libros y transmitieron conocimientos a sus hijos.

      La preparación ministerial comenzaba en la infancia. Una familia devota decidía, a menudo por sugerencia de un sacerdote, dedicar uno de sus hijos a la Iglesia. Lo dejaban en manos del obispo para que lo criara en su casa, donde vivía y trabajaba y se educaba para el clero. Otros niños eran dejados con un abad y eran educados como monjes. Aprendían latín, liturgia (canto y recitado) y el calendario eclesiástico. De todos modos, el clero era muy ignorante y, salvo en los monasterios, no se ponía ningún énfasis en su preparación académica.



b)      ¿Cuáles fueron los deberes del clero cristiano? Por estar un poco mejor preparado que sus feligreses, el sacerdote era un líder de la comunidad en que vivía. De allí, sus responsabilidad y tareas del clero podían extenderse más allá del entorno religioso:



·         Su tarea principal: El ministerio de la Palabra y la administración de los sacramentos eran el centro de su tarea. También enseñaba el Credo cristiano, el Padrenuestro, los Diez Mandamientos y el significado del sacramento.
·         En lo social: Actuaba como pacificador en las disputas, consejero y director de procesiones. Además, el sacerdote debía visitar a los enfermos y moribundos y promover la solidaridad.




c)      El idioma que predominaba en la vida eclesiástica: Correctamente se llama a la Iglesia de occidente Iglesia Latina ya que su Biblia y su liturgia se encontraban en latín. Como hemos visto en los temas anteriores, a partir de las invasiones  de los pueblos germanos, a pesar de introducirse nuevos dialectos, el latín se conservó como el idioma de la Iglesia y de la literatura. Los que querían leer debían aprender latín.



d)     ¿Cómo fue la arquitectura eclesiástica en este período? En los tiempos neotestamentarios, como vimos, la Iglesia carecía de edificios destinados al culto. Los cristianos se congregaron en casas particulares. Luego de la caída del Imperio Romano, decayó también la arquitectura monumental, pero su técnica sobrevivió y se aplicó a la construcción de templos cristianos. Hacia el siglo XI, luego de una fase experimental,  se produce en la vida europea medieval un renacer que se expresó en la construcción, especialmente técnicas relacionadas con bóvedas, con ellas sobrevinieron los aligeramientos de la estructura de los templos. Este despertar arquitectónico duró tres siglos, en los cuales se levantaron cientos de edificios eclesiásticos en toda Europa, con un estilo monumental y agresivo: el gótico.

·         Paz: Hacia el año 1000 finalizaron los saqueos de los piratas permitiendo la organización de estados europeos (Francia, Alemania). Con esta fuerza han podido terminar con las guerras y el desorden feudal predominante en Europa.
·         Riquezas: El crecimiento del comercio trajo aparejado el desarrollo de las ciudades y también el mejoramiento de las condiciones de vida en las ciudades.
·         Técnicas: Las técnicas arquitectónicas mejoraron sus estilos permitiendo levantar edificios monumentales, con estructuras complicadas como las catedrales góticas.

       Los logros obtenidos entre 1050 y 1350 son un misterio y una maravilla. Hubo por lo menos tres condiciones socio-económicas que los hicieron posibles:





      Los historiadores dan cuenta de este progreso medieval. Los nuevos poderes y el modelado del tiempo urbano ofrecían un desarrollo de reacciones positivas y pluralistas en el campo del arte y la cultura. Entre los estados establecidos, la Iglesia ocupaba un lugar preponderante y decisivo en el seno de las élites. En este sentido, gozó de los beneficios en los aspectos del arte. Primero predominó la arquitectura románica, y luego la gótica cuyo testimonio en piedras permenece, en muchos casos, hasta el día de hoy.



5.      El escolasticismo y las universidades.



            Entre los años 1050 y 1250 se da un resurgimiento en la vida intelectual que produjo una sucesión de grandes teólogos. Se los llamó escolásticos porque pertenecían a las "escuelas" o colegios que florecían en los monasterios y especialmente en las catedrales. Poco antes del 1200, algunos de estos centros se transformaron en universidades.

            Si pretendemos definir, el escolasticismo fue la aplicación de la razón a la teología, no con el fin de investigar los credos o reflexionar sobre nuevas verdades, sino con el fin de sistematizar y comprobar las creencias tradicionales existentes. En general, en el escolasticismo predominan muchos de los conceptos filosóficos de Aristóteles. De allí, el gran tema de los escolásticos estaba expresado en estas palabras de San Agustín: "Entiende para que puedas creer; cree para que puedas entender." El problema era: ¿qué ponemos primero, fe o razón? Para muchos de los teólogos no había conflicto sobre esta perspectiva, mientras otros sostenían algún extremo de las ideas en cuestión.

            Los escolásticos más importantes y sus obras principales fueron los que están detalladados en el presente cuadro explicativo:



Hombres importantes
Sus obras escritas
Sus ideas
Anselmo (1033-1109)
Cur Deus Homo   ¿Por qué Dios hombre?
Para Anselmo no había conflictos. Para él, la fe cristiana enseña una parte esencial del concepto racional del universo y la vida.
Abelardo (1079-1142)
Sic et Non - Sí y No
Afirmaba que para resolver una cuestión era necesario observar ambos lados del asunto y luego aplicar la razón.
Pedro Lombardo (1100-1160)

Sententiarum – Sentencias
Reunía las citas de los Padres Apostólicos y decía que los dilemas de la fe debían ser resueltos por la razón.
Alberto Magno o El Grande (1193-1280)

21 Volúmenes, comentarios teológicos basados en la filosofía aristotélica
Sus obras defendieron la distinción entre el campo de la revelación y de la razón humana. Utilizaba el conocimiento humano en la investigación de los misterios de Dios.
Tomás de Aquino (1225-1274)

Summa contra Gentiles y Summa Theológica
Sostenía que la razón es la antesala de la fe. La razón humana nos lleva al vestíbulo de la fe en Dios. La verdadera naturaleza del hombre  es la unión con Dios.



            De estos y otros escolásticos, Tomás de Aquino fue el más grande de los teólogos. Sus ideas más importantes fueron desarrolladas en tres grandes temas, tales como:



a)      Fe y razón: Tomás da gran alcance a la razón sosteniendo que aun sin la revelación divina los hombres pueden llegar a creer en Dios. Las creencias cristianas no son irracionales, pero la base de nuestras creencias no es la razón sino la revelación a través de las Escrituras y los Padres, que son aceptados por fe, que es un acto, no del intelecto sino de la voluntad y por lo tanto una decisión moral.

b)      Aristotelismo: Tomás lo enfatizó aún más que Alberto. No sólo lo entendió, sino que lo admiró y lo colocó en toda su obra.

c)      Doctrina de la expiación: Tomás combinó el concepto de Anselmo con el de Abelardo: Cristo hizo satisfacción por los pecados de los hombres, y esto es lo que mueve a los hombres a amarle.

           

            Lo característico del pensamiento de Tomás fueron su orden y claridad de sus escritos. Al mismo tiempo fueron los mejores argumentos de la profundidad y amplitud. De allí, la Iglesia Católica Romana se valió de sus obras en el tiempo de contrarreforma en el siglo XVI y XVII.

           

            En cuanto a las universidades, las ciudades europeas dieron nacimiento a los conocidos y prestigiosos estudios universitarios. No obstante, antes de la aparición de las universidades, el conocimiento había sido fomentado y controlado por la Iglesia, en sus catedrales.

            Al principio, el nombre no fue "universidad", sino "studium generale". En este sistema, los profesores o maestros estaban asociados en gremios (guildas) para defender sus derechos y dependían del obispo, quien los autorizaba o no a enseñar. Los maestros de estudios más avanzados demandaron mayor libertad y apelaron al papa, quien los colocó bajo su protección. De esta manera, comenzó a desarrollarse una nueva institución, libre de control de la ciudad y de sus autoridades eclesiásticas. Esta independencia fue aceptada como un derecho de las universidades, y la mayoría fue fundada por decretos papales.

            Los estudios universitarios estaban divididos en cuatro facultades: teología, ley, medicina y artes. La mayoría de los estudiantes eran clérigos mayores de 13 años, que durante siete años estudiaban el Trivium (consistía en: Gramática, Lógica y Retórica), y el Quadrivium (consistía en: Música, Aritmética, Geometrúa y Astronomía).



Trivium
Quadrivium
Gramática – Lógica y Retórica
Música – Aritmética – Geometría y Astronomía



            Al terminar el curso en artes, donde estudiaba la mayoría, se era "bachiller", para luego recibirse de "master", título que le daba derecho a enseñar. Habiendo terminado artes, el estudiante podía escoger teología, leyes o medicina, que eran cursos posgraduados. Teología no era un curso que seguía todo el clero, sino sólo los más capaces. El grado de preparación de la mayoría era muy pobre. Contaban con algo de latín aprendido en la escuela de gramática y en la catedral, algo de Trivium y Quadrivium, más un poco de exposición bíblica y preparación práctica, que impartía el obispo o algún otro.

            Desde estas perspectivas, las universidades no se desarrollaron con esquemas uniformes. En algunos casos se desarrollaron a partir de escuelas catedralicias, otras en monasterios, o parroquias. En muchos casos también fueron independientes. Pero todos sus desarrollos estaban en un contexto de la vida de la Iglesia.

            En este contexto, hacia el siglo XII ya existían universidades en las ciudades de París (como centro universitario), Bolonia, Oxford. Luego surgieron otras, como Salamanca (1220).







[1] Respecto al nombre de Jádicha hay transcripciones como: Cádiga, Gadisa o Cadiges.

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