LOS
PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS PARA EL CRISTIANISMO EN LA EDAD MEDIA
Presentación.
Desde esta perspectiva,
este estudio nos permitirá, no solamente reconocer diferentes criterios para
obtener una visión global del curso de los acontecimientos, sino que cada
estudiante podrá aproximarse a los hechos particulares a través de la
información que les brindará cada uno de los temas tratados. De allí, al
concluir el capítulo de aprendizaje, nuestro deseo y oración son que usted
encuentre en este curso, elementos formativos y prácticos para el servicio del
Reino de Dios.
A continuación disfrute
de este hermoso recorrido de la historia de nuestra fe.
TEMA 1: La caída del Imperio Romano.
Introducción
al tema.
El período entre los años 500 y 1500
comienza con el retroceso más serio que el cristianismo haya experimentado
jamás. Dos acontecimientos marcan esta contramarcha de la expansión cristiana:
Dos acontecimientos que marcaron
el retroceso del cristianismo
|
La
caída del Imperio Romano (c. 410)
|
El
surgimiento del Islam (622)
|
En primer lugar, la caída del
Imperio Romano significó el fin de todas aquellas condiciones que contribuyeron
a la rápida expansión del cristianismo en occidente. Esta etapa de repliegue y
pérdida se vio agravada, posteriormente,
con el surgimiento del islamismo (622) en oriente, que habría de ser el
rival más grande de la fe cristiana en todos los tiempos. No obstante, a pesar
de todos estos desastres, el cristianismo sobrevivió, lo que es una ilustración
notable de su vitalidad y docilidad ante las circunstancias adversas.
En
muchos sentidos, en la supervivencia del
cristianismo se traducen muchos de los elementos del Imperio hacia la vida
eclesiástica durante la Edad Media. En muchas partes, fue la única cosa romana que sobrevivió. A
partir del siglo VI, a lo largo de toda Europa, se hablaban las lenguas
bárbaras. El latín desapareció como idioma popular y sólo permaneció como
idioma eclesiástico y litúrgico. Los bárbaros penetraron todo el continente
europeo. El desorden, la falta de gobiernos estables y organizados, y la
inseguridad llevaron poco a poco a la desaparición de la ley romana (el famoso
Derecho Romano), que se amparó en la Iglesia y sobrevivió en su ley canónica.
La vida se tornó cada vez más localizada y pocos fueron los que conocieron el
mundo que estaba más allá de la vecindad inmediata al lugar en que vivían.
En cuanto a política, en occidente,
los cristianos seguían pensando en Roma como la capital, pero no ya del Imperio
Romano, que no existía, sino de un nuevo imperio, la Iglesia Católica Romana.
Además, la estructura política del Imperio desaparece, pero permaneció la
estructura eclesiástica: diócesis y gobernadores, diócesis y obispos. Por
último, muchos de los edificios romanos fueron transformados en iglesias
(basílicas).
Es así como este cristianismo
sobreviviente estuvo en condiciones de pretender un lugar hegemónico en la
nueva estructura social, que penosamente se iba construyendo; un lugar como el
que jamás podría haber ganado en la civilización del Imperio Romano, de haber
mediado otras condiciones y circunstancias históricas. La nueva Europa que
emergía era la Europa de la Cristiandad.
El siguiente cuadro pretende
ilustrar cómo algunos elementos de la política romana se han traducido a la
política eclesiástica a través de los siglos:
Medios del Imperio |
Hacia
|
Medios eclesiásticos |
Idioma del Imperio Romano
|
|
Latín
Idioma
eclesiástico
|
Derecho Romano
Ley
romana
|
|
Ley
Canónica
|
Imperio Romano |
|
Iglesia
Romana
|
Estructura Política |
|
Estructura
Eclesiástica
|
Edificios Públicos |
|
Edificios
Eclesiásticos
|
1.
Las causas de la caída del Imperio Romano.
La apertura gradual de las fronteras
del Imperio Romano, formadas por los ríos Danubio y Rin, debido a la presión
invasora de los pueblos bárbaros del norte de Europa, puso fin a la
civilización en cuya unidad y paz el cristianismo había ganado su éxito más
completo.
Las
invasiones presentaban dos frentes con hombres temibles para la guerra. Entre
ellos estaban los bárbaros y los Hunos.
Sus
rústicos hombres gradualmente vinieron a ser los conquistadores y
soberanos sobre su imperio. Durante el siglo III a.C., la muralla de China
fue construida a causa de los temibles Hunos; pero este estupendo trabajo,
que ocupa gran parte de la geografía mundial, no pudo contribuir nada
frente a este inigualable pueblo.
Edward Gibbon, Barbarism
and the Fall of
|
Los primeros representaban a una variedad de pueblos godos que rodeaban al Imperio Romano. En el sentido figurativo eran hombres incultos, toscos y temerarios. Los Hunos fueron grupos nómadas, que tuvieron su progreso desde la región central del Asia, específicamente estaban refugiados en las montañas del Cáucaso. Se caracterizaban por ser belicosos, feroces y contaban con una caballería con gran capacidad de desplazamiento y armamentos. Eran temidos en toda Europa y Asia. Según el historiador Eduardo Gibbon,
Atraídos por el clima más cálido, pronto avanzaron sobre Europa
occidental, devastando todo lo que encontraban, hasta que al fin llegaron cerca
de París capitaneados por un tal de Atila. Si bien, el espacio y tiempo no nos
permite saber los detalles de este pueblo, si sabemos que la misión cristiana se extendió entre ellos.
La Crónica de Sa´art da cuenta de un obispo llamado Qaradushat y otros siete
predicaron convirtieron algunos de ellos y tradujeron las Escrituras a su
idioma. Otro misionero entre este pueblo fue un obispo armenio, Makairos, quien
fue con algunos de sus sacerdotes, donde construyeron una iglesia, plantaron
campos, realizaron señales y bautizaron a muchos.
Por otro lado, los bárbaros respetaron
todo lo que era romano, pues eran decididos admiradores de la cultura superior
del Imperio. A menudo adoptaron muchas costumbres romanas y no aceptaron el
título de "invasores", sino que se consideraron como oficiales y
súbditos de Roma. Su hegemonía fue política y militar, pero culturalmente
fueron sometidos a Roma. No obstante, la civilización romana decayó, no sólo
como consecuencia de las invasiones, sino porque ya estaba agotada, y esto dio
paso a la Edad Media o la Edad Oscura. Los días en que se podía viajar por el
mundo mediterráneo con gran facilidad, usando un solo idioma, que era entendido
en todas partes, bajo la seguridad de un gobierno sólido y organizado que
imponía el orden y la ley, habían llegado a su fin. La vida, poco a poco, fue
perdiendo su “cosmopolitismo” y tornándose localizada, asumiendo un estilo
rural antes que urbano.
2.
La conversión de los godos.
De las tribus germanas invasoras, la
mayoría ya había tenido contactos con el cristianismo antes de su entrada en
territorio romano. Por cierto, este cristianismo era de tipo arriano, pero
significó un trasfondo importante para el futuro de la supervivencia de la
Iglesia en occidente, que sobrevivió en muchos aspectos tan sólo como una
reliquia de un mundo más amplio y floreciente, el mundo del Imperio Romano.
La mayoría de los pueblos bárbaros,
analfabetos, especialmente durante el siglo IV, aceptaban al cristianismo sin
muchas preguntas, ya que eran admiradores de la cultura romana y de la belleza
de sus templos. No pretendían destruír la cultura del Imperio, sino más bien
apropiarla.
Ulfilas tuvo un gran cuidado de los godos de
muchas maneras. Por ejemplo, redujo su lengua por escrito y tradujo todos
los libros de la Biblia en su habla cotidiana, excepto los libros de los
Reyes. Los dejó fuera porque son meramente relatos de hazañas militares, y
las tribus góticas eran particularmente afectas a la guerra. Ellas tenían
más necesidades de controles sobre sus naturalezas guerreras que de estímulos que los
urgieran a acciones de guerra.
Filostorgio, Historia de
la Iglesia, 2.5.
|
La conversión de los godos ha sido el producto de contactos cristianos (algunos católicos, pero la mayoría eran arrianos) desde una época muy temprana; pero la figura prominente del cristianismo allí ha sido gracias a la incansable labor de Ulfilas (311-380 d.C), un predicador y misionero que conocía perfectamente la cultura de este pueblo. Fue ordenado obispo por Eusebio de Nicomedia y cuando volvió a territorio godo desarrolló una intensa y fecunda actividad misionera. Pero el lado opaco de su tarea fue su escasa preparación teológica. De allí es que encontraba dificultad en reconocer la divinidad de Cristo. En su predicación enseñaba que Jesucristo era un semi Dios. Era más hábil como predicador que pensador en la tarea de su ministerio. Algunos documentos históricos dan cuenta de las tareas más importantes desarrolladas por Ulfilas entre los godos:
Posteriormente, luego de la caída
del Imperio Romano, el clero y los
monjes góticos siguieron considerando a Roma como la capital, no ya de un
imperio, sino de la Iglesia. De esta manera, el cristianismo se transformó en
el núcleo de la nueva civilización, que lentamente se fue desarrollando. De
este modo, la fe cristiana llegó a ser más central e influyente de lo que nunca
antes había logrado ser.
Como indicamos, la mayoría de los
pueblos invasores habían sido cristianizados antes de ingresar al Imperio. Sólo
aquellos que provenían del extremo más septentrional de Europa, como los
francos y los anglosajones, eran paganos. Los primeros comenzaron a convertirse
en el año 496, cuando su rey Clovis (465-511 d.C) y tres mil de sus guerreros
fueron todos bautizados en un día. Por supuesto, fueron conversiones nominales.
En esa oportunidad, el obispo de Reims los exhortó a "Adorar lo que habían
quemado, y a quemar lo que habían adorado." Clovis aceptó el cristianismo
gracias a la influencia de su esposa Clotilde (475?-545 d.C), una burgundia que
era cristiana. Lo mismo ocurrió en el caso de Berta, una mujer franca, que
presentó al papa Gregorio I (540?-604) la oportunidad de enviar a Agustín y a
otros cuarenta monjes benedictinos como misioneros a los anglosajones. Esto
ocurrió en el año 597.
En resumen podemos decir que
el cristianismo se expandió nuevamente, y lo hizo en
forma más amplia, más temprano y más estratégicamente, en el extremo occidental
de Europa. Esto es una interesante ilustración de un fenómeno que puede
constatarse una y otra vez a lo largo de la historia del cristianismo. La
presión de las circunstancias externas lleva a una devoción más profunda y a un
fervor renovado, que tarde o temprano termina en un avivamiento misionero y
evangelístico, que cumple con la tarea central de la Iglesia de "Id por
todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura."
TEMA 2: El surgimiento del Islam.
1.
Arabia y Mahoma.
El islamismo nació en Arabia, un
territorio desértico, poblado en aquel tiempo por pueblos nómadas, sometidos a
una vida muy rigurosa y por lo tanto muy independiente y dividida entre sí. En
el siglo VII estas tribus dispersas comenzaron a unirse por la necesidad de
sobrevivir en una tierra que ya no los podía sustentar y por el surgimiento de
una nueva religión: el Islam significa sumisión. Esta
sumisión, según sus perspectivas, son al único Dios verdadero y al gobierno de
su Profeta.
El artífice de este extraordinario
suceso fue Mahoma (570-632), un comerciante nacido en 570, que pertenecía a una
buena familia de una de las tribus árabes dirigentes de la ciudad de La Meca.
Muchos de los pormenores de su vida, nacimiento y desarrollo, están envueltos
en leyendas comparándolo con grandes personajes bíblicos; no obstante sus
cualidades comienzan a conocer a partir de su boda con una dama cuarentona
llamada Jádicha.[1] Esta mujer tenía grandes riquezas y confió a Mahoma la dirección de
su comercio enviándolo muchas veces a Siria para la realización de sus
negocios. En uno de sus viajes, uno de sus acompañantes le contó las
habilidades y experiencias fuera de lo común que tenía Mahoma. Estas cosas y
sus atactivos personales enamoraron a la mujer, según sus biógrafos, antes que
ella le confiara sus mercaderías ya le había entregado su corazón.
Este nuevo matrimonio tuvo tres
hijos (algunos dicen dos, otros trece) que murieron a poca edad, pero le
permitió a Mahoma la independencia, indecisión y duda. De allí se aisló de los
hombres y se retiró a una caverna, cerca de la Meca. De esta manera se entregó
a la contemplación. Tuvo visiones y oía qaue le hablaban sin ver a nadie. No
contó a nadie, solamente a su mujer, quien temía que fuera una manifestación
demoníaca. En esta etapa de su vida, Mahoma pensaba en su suicidio, pero esta
voz le apareció por segunda vez diciéndole: Tu
eres el profeta y yo soy Gabriel. Era tal la voz que lo perseguía, que al
acostarse por la noche, Jádicha lo cubría con la capucha, para proteger sus
oídos.
Estos episodios se mantenían en
secreto, hasta que Jádicha fue a contar a su primo Uaraka (Ali) quien tenía
fama de sabio. Este le contestó, si Mahoma habló la verdad, está llamado a ser
profeta y legislador de los árabes. Pero su nueva religión consiguió atraer
solamente a su esposa, su suegro y su primo. Las tribus cercanas se declararon
abiertamente contra él.
A la muerte de Jádicha y su
apreciado primo Ali, a causa de sus enemigos., reunió unos doscientos
partidarios y en el año 622 salió de la Meca y se dirigió hacia Jathrib (unos
400 km al NO). En este sentido, esta salida constituye la era mahometana, ya
que cuentan los años de su calendario a partir de aquí.
Allí
Mahoma fue muy bien recibido. El mismo gobernador cambió de nombre a la ciudad,
que más tarde se llamó Medina, ciudad del profeta y pronto se convirtió en un
jefe religioso y político de esta ciudad. De allí, por medio de la guerra logró
conquistar la Meca, limpió sus ídolos y lo convirtió en el nuevo movimiento
monoteísta. Las demás tribus árabes fueron aceptando sin dificultad la religión
del Islam que era extendido por medio de la violencia. A su muerte, 7 de Junio
de 632, casi toda Arabia lo reconocía, ya que él no tuvo en cuenta las viejas
divisiones triviales y unió a todos en una comunidad religiosa.
2.
Las invasiones árabes.
Bajo los sucesores de Mahoma (llamado califas) comenzaron los ataques árabes, que pronto se transformaron
en la invasión y ocupación de los países vecinos. El primer territorio que
sufrió el arrollador avance árabe fue el Imperio Romano de Oriente (Bizancio).
En una sucesión rápida cayeron Damasco, Jerusalén y Alejandría. En pocos años,
Persia, Siria, Palestina y Egipto, las tierras del origen del cristianismo,
cayeron en manos musulmanas y se perdieron para el testimonio cristiano hasta
el día de hoy.
En menos de un siglo, luego de la
muerte de Mahoma, la invasión política religiosa musulmana casi había
aniquilado los viejos baluartes del cristianismo en Africa del norte, y había
cruzado al continente europeo en España. A comienzos del siglo VIII parecía
como si la cristiandad occidental hubiese sido atrapada en un vasto movimiento
de pinzas. (MAPA/GRAFICO 3) Avance
del islamismo
Dos eventos quebraron los extremos
de estas pinzas y salvaron a la cristiandad de su desaparición:
DOS EVENTOS QUE SALVARON AL
CRISTIANISMO
|
1.
Constantinopla (718).
|
2.
Carlos Martel (732) en Tours Francia.
|
El primer evento corresponde a una
serie de batallas, en el año 718, León III repelió y derrotó a los árabes. En
este sentido, defendió valerosamente a Constantinopla e hizo que los musulmanes
se retiren de esta región.
El segundo evento, corresponde a la
victoria de Carlos Martel, quien con el ejército franco en Tours (Francia) echó
de Francia e impidió el avance, no permitiéndo pasar más allá de los Pirineos,
a los invasores musulmanes provenientes de España.
De esta forma, aunque los árabes continuaron avanzando en otras partes
de Europa y Asia, sus conquistas no significaron la extinsión del cristianismo
en los dominios de los califás.
3.
Las creencias básicas del Islamismo.
Mahoma estuvo muy influido por
judíos y cristianos. Es posible que si la influencia cristiana hubiese sido un
poco más efectiva, el movimiento liderado por Mahoma se habría inclinado hacia
el cristianismo. Pero esto no ocurrió, y la nueva religión llegó a ser el rival
más poderoso de la fe cristiana durante la Edad Media.
Ambas religiones tenían mucho en común:
eran de origen semita y adoraban al mismo Dios. Ambas aceptaban las Escrituras
del Antiguo Testamento, aunque los musulmanes consideraban a Jesús como un
profeta. En el sentido más amplio del pronunciamiento, podemos decir que la
región de Arabia tuvo influencias cristianas (y también judías) desde tiempos
muy tempranos. Según los dichos históricos, Mahoma conocía los cristianos de
Yemen y recibió instrucción religiosa de una sacerdote cristiano y oyó predicar
a obispos de su tiempo. No obstante, son más los puntos divergentes que comunes
entre el cristianismo e islamismo.
La confesión básica del islamismo
tiene materiales derivados del cristianismo y judaísmo, pero considera a Mahoma
como el revelador final de la unidad y de la voluntad de Dios (Alah). De alli,
su enseñanza es sencilla, pero su implicancia es una obediencia total, así como
el nombre “islam” lo indica y la infalibilidad del Corán lo expresa:
No conviene ni al que cree ni a la que cree,
cuando Alah y su enviado han tomado una decisión sobre un asunto, tener
opción en ese asunto. Quienquiera se rebela contra Alah y su enviado, está
en un error manifiesto.
Azora, XXXIII:36
|
Su confesión de fe básica se deriva
de la shahadah que es la concepción
central de todo musulmán: No hay Dios que
Alah y Mahoma su mensajero. De allí, la creencia islámica se funda en:
Alá: Unico Dios y creador
del universo.
Angeles: Traen mensajes de
Alá a los hombres.
Mahoma: El profeta de Dios.
Corán: El texto sagrado
trasmitido oralmente hasta el 652.
El juicio: Día en el que los arrepentidos
irán al paraíso y los culpables al infierno.
|
Por otro lado, sus principales prácticas están fundamentadas en cinco
“pilares del islám.” El presente recuadro enuncia los más relevantes recursos
de la vida religiosa de los musulmanes:
LOS CINCO PILARES DEL
ISLAMISMO
|
|
Recitación del credo
|
La ilaha illa Allah y Muhammad Rasulul
Llah. No hay
Dios que Alah y Mahoma su profeta
|
La oración
|
Salat: Es el vínculo más importante
entre el hombre y Dios. Se realíza cinco veces determinadas al día.
|
Dar limosna
|
Sakat: Significa purificación y las
posesiones son purificadas mediante la entrega de una fracción de estas.
|
Ayuno
|
Siyam: Especialmente durante el mes
santo “Ramadám.”
|
Peregrinación
|
Hayy: Al menos una vez en la vida
todo musulmán debe realizar el viaje obligatorio a la Meca.
|
4.
Las invasiones musulmanas y sus consecuencias al cristianismo.
Las consecuencias de las invasiones
musulmanas nos conducen a reflexiones de
carácter misionológicas. ¿Cómo el cristianismo sobrevive y de que manera
procederá su expansión ante las presiones del islamismo?
En primer lugar, esta situación
resultó ser la pérdida territorial más grande que experimentó el cristianismo
en toda su historia. Además, si bien las invasiones árabes no fueron guerras de
religión, sino de conquista, el gobierno árabe en los territorios sometidos
afectó a la religión cristiana. En Egipto, la Iglesia Copta sufrió
persecuciones, pesados impuestos, dificultades para realizar matrimonios y los cristianos
eran considerados como extranjeros. Estas y otras presiones llevaron a que
muchos se hicieran musulmanes. En el norte de África, la Iglesia cristiana casi
desapareció. Sólo España se va a recuperar poco a poco para el cristianismo,
pero a lo largo de un proceso de reconquista agotador. No obstante, el peligro
peor había sido evitado al ser detenido el Islam en su avance sobre Europa. La
cristiandad occidental sobrevivió, y estaba lista para aventurarse nuevamente
con su fe hacia oriente.
En occidente, para este período,
surge un movimiento de devoción y renovación espiritual, a través del
monasticismo. Al principio debió haber parecido sólo de importancia local, pero
finalmente llegó a salvar la situación del testimonio cristiano en todo
occidente. Se trató del surgimiento del movimiento monástico, como expresión de
profunda espiritualidad y de gran devoción. En Italia, Benito de Nursia
(480?-547) hace una contribución típicamente romana, no inventando algo nuevo
(el monasticismo había comenzado dos o tres siglos antes en oriente), sino
agregando disciplina y orden a lo que ya estaba.
En el año 500 se hizo ermitaño, y en
el 529 fundó un monasterio en Monte Casino, al sur de Roma, destruyendo un
templo de Apolo que había sobre una colina. En 527 había formulado una Regla
que estableció un modelo permanente para los monjes occidentales. Hasta
entonces, la vida de un monje estaba marcada por la pobreza y la castidad.
Benito enfatizó una tercer virtud: la obediencia. Si bien era estricta, la vida
en un monasterio benedictino estaba bien balanceada en el uso del tiempo:
adoración (en varios momentos del día); trabajo en el campo o en la cocina; y
estudio. Algunos dichos famosos de Benito son: "El ocio es el enemigo del
alma", y "Un claustro sin libros es un fuerte sin armamento". En
menos de tres siglos los monasterios benedictinos se esparcieron por todo el
continente europeo
Por otro lado, mientras el Islam
destruía muchos baluartes cristianos antiguos, en el norte de Europa el
cristianismo avanzaba por nuevos territorios. Este movimiento comenzó en las
Islas Británicas, por medio de la misión céltica y luego se sumaría la misión
romana.
TEMA 3: El resurgimiento
y progreso del cristianismo.
Las situaciones que
vive el cristianismo, en la siguiente secuencia cronológica, son amplias y no
se agotan en el presente estudio. El alumno hará bien en seguir todas las
indicaciones para las lecturas anexas ya que en ellas enriquecerá sus
conocimientos afines.
No obstante, los
siguientes temas enfocarán, en forma específica cómo el cristianismo resurge y
toma progreso, a pesar de las circunstancias poco favorables para su expansión.
En este sentido, en los presentes tópicos haremos énfasis en cuestiones que
tienen carácter misionológico en nuestra historia, la de la cristiandad.
1. El monasticismo occidental.
Luego de la gran declinación, algo
empezó a ocurrir. No todo permaneció igual.
Al principio debió haber parecido sólo
de importancia local, pero finalmente llegó a salvar la situación del
testimonio cristiano en todo occidente. Se trató del surgimiento del movimiento
monástico, como expresión de profunda espiritualidad y de gran devoción.
En Italia, Benito de Nursia (c.
480-547) hace una contribución típicamente romana, no inventando algo nuevo (el
monasticismo había comenzado dos o tres siglos antes en oriente), sino
agregando disciplina y orden a lo que ya estaba. En el año 500 se hizo
ermitaño, y en el 529 fundó un monasterio en Monte Casino, al sur de Roma,
destruyendo un templo de Apolo que había sobre una colina. En 527 había
formulado una Regla que estableció un modelo permanente para los monjes
occidentales. Hasta entonces, la vida de un monje estaba marcada por la pobreza
y la castidad. Benito enfatizó una tercer virtud: la obediencia. Si bien era estricta,
la vida en un monasterio benedictino estaba bien balanceada en el uso del
tiempo: adoración (en varios momentos del día); trabajo en el campo o en la
cocina; y estudio. Algunos dichos famosos de Benito son: "El ocio es el
enemigo del alma", y "Un claustro sin libros es un fuerte sin
armamento". En menos de tres siglos los monasterios benedictinos se
esparcieron por todo el continente europeo.
2. El cristianismo en las Islas Británicas.
Frente al gran dilema
de las invasiones islámicas, el cristianismo no quedó detenido. De lo
contrario, encontró otros ejes de expansión. Si bien, no lo podía realizar
geográficamente hacia los lugares tradicionalmente conocidos, en Europa avanzó
hacia los nuevos territorios. En este caso, comenzó en las Islas Británicas y
de allí hacia el norte del continente llegando hasta los países eslavos.
Los antecedentes del
cristianismo en las Islas Británicas se remontan a los primeros siglos de la
era cristiana. Uno de los primeros hombres asociados con los orígenes cristianos
fue Albano, de quien se habla que amparó a un sacerdote cristiano durante la
persecusión bajo Dioclesiano (304). Posteriormente fue arrestado por su fe y
después de ser torturado fue ejecutado. En Escocia, el nombre de Niniano (c.
400) también está asociado a la fe cristiana. En Irlanda, los orígenes del
cristianismo se remontan a la emblemática personalidad de Patricio, quien es
considerado el “apóstol de Irlanda. La historia de este misionero, más allá de
las controversias entre las tradiciones, su historia es de gran influencia, ya
que da evidencia que quebranto el poder del paganismo irlandés, que su
enseñanza era bíblica y evangélica, asimismo que la iglesia que fundó fue
independiente a Roma.
Pero, el hito definitivo del cristianismo en
las Islas Británicas llegó por medio de dos corrientes evangelizadoras bien
definidas: la misión céltica y la misión romana:
DOS CORRIENTES
EVANGELIZADORAS EN LAS ISLAS BRITÁNICAS
|
1. La misión céltica (c.
563)
|
2. La misión romana (596)
|
La misión céltica se remonta
hasta Columba, muchas veces denominado como el “apóstol de Escocia,” nació en
Irlanda (521 d.C.), era nieto del rey que gobernaba su país. En el año 563, en pleno vigor de su vida, dejó Irlanda con doce de sus
compañeros y se estableció en Iona, una pequeña isla, frente a Escocia. Desde
allí, con un lema "por amor a Cristo" con doce monjes que estaban
dispuestos a acompañarlo, organizó una misión para evangelizar a los célticos,
pictos y paganos. En este sentido fue el fundador de la misión céltica, que
desde el año 635 convirtió buena parte de las Islas Británicas.
El año 597 es importante porque
señala el comienzo de la historia de la Iglesia en Inglaterra, y es también el
año de la muerte del celta Columba y la llegada del misionero romano Agustín,
que más tarde será consagrado como el primer Arzobispo de Canterbury.
Lo más característico de esta misión
fue su énfasis en la vida monástica, obra misionera y su independencia con la
Iglesia de Roma. “Se creía que el más alto servicio prestado a Cristo era el
exilio vitalicio para evangelizar tierras extranjeras. En este sentido enviaron
a hombres como Columba, que predicaron en Francia, Suiza, y norte de Italia.
También alentaron a la erudición y tuvieron una rica tradición artística”
(Robert G. Clouse, 545).
Otras
obras misioneras de gran importancia que realizó la misión céltica pueden
encontrarse en las lecturas anexas, confeccionadas por el profesor, para la
presente unidad de estudio. Recuerde, ellas tienen un carácter obligatorio en
la materia, además ayudarán a tener una comprensión más global y misionológica
de la asignatura.
La misión romana, en las
Islas Británicas está relacionada a dos personajes de la historia: el papa Gregorio el Grande y Agustín (no de Hipona).
Gregorio pertenecía a una familia
noble de Roma y llegó a ser gobernador de la ciudad en una época muy difícil,
de pobreza y peligros. Al morir sus padres, heredó una gran fortuna, que
entregó a los pobres, y transformó su casa en un monasterio haciéndose monje él
mismo. En 578, el papa lo envió a la corte; del emperador en Constantinopla
como su representante, y luego lo colocó como su secretario personal. En 590
fue nombrado papa, sin que él buscara esa posición de honor. Durante el año que
pasó en Constantinopla se dio cuenta de que el emperador no podía hacer nada
por Europa occidental. Consciente de lo difícil de la tarea, asumió la
responsabilidad de transformar a Roma en la conductora y la salvadora de la
cristiandad occidental.
Todos, romanos y bárbaros, necesitaban
un emperador, pero no lo encontraron en el Imperio, sino en la Iglesia, que
sobrevivió al Imperio y que con Gregorio I alcanzó su apogeo. Gregorio trajo al
trono papal la planificación de un estadista y la devoción de un monje. Su
contribución más notable fue la misión a Inglaterra, que se concretó con
misioneros del monasterio benedictino fundado por él, bajo la dirección de un
monje llamado Agustín.
Agustín, con cuarenta monjes,
después de un viaje largo y difícil, desembarcó con sus compañeros en Kent,
donde comenzaron sus contactos con los anglosajones. A los pocos meses, Agustín
informaba a Gregorio del bautismo de 10.000 anglosajones. Posteriormente, se
convirtió el rey y todo su reino; Agustín fue nombrado arzobispo (el primero de
Canterbury) y se creó una nueva provincia eclesiástica; hubo varios obispados y
la Iglesia estuvo relacionada con Roma.
Un acontecimiento singular entre
las dos corrientes misioneras: Como
se habrá observado, en la evangelización de las Islas Británicas intervinieron
dos tradiciones cristianas diferentes: una céltica y la otra romana. Esto dio
lugar a la confusión, especialmente cuando ambas corrientes se encontraron en
Northumbria, en el centro de Inglaterra. El problema mayor tenía que ver con la
celebración de la Pascua, ya que unos la celebraban según el calendario celta y
otros según el gregoriano. Pero en el fondo lo que se discutía era si la
Iglesia de las Islas Británicas debía ser independiente de Roma o no.
Para resolver este problema se
convocó un sínodo, que tuvo lugar en Whitby, en el año 664. El discurso
decisivo lo tuvo Wilfrido, abad de un monasterio romano en Ripon y el primer
obispo anglosajón. Era un admirador de la Iglesia Romana, y en Whitby respaldó
la posición de que la Iglesia de Inglaterra dependiera de Roma. La victoria del
partido romano fue un triste golpe para la misión céltica, que poco a poco
regresó a Irlanda. Así, las Islas Británicas se pusieron en conexión con el
continente, aunque no sin heredar de la tradición céltica del norte una
dependencia que habría de manifestarse una y otra vez en su historia.
3.
La expansión del cristianismo hacia el norte de Europa.
En poco tiempo, Inglaterra, de campo
misionero se transformó en agencia enviadora de misioneros a todo el continente
europeo.
Apenas un siglo después de la
llegada de Agustín, a mediados del siglo VII, los monasterios de Northumbria se
desarrollaron como centros de cultura cristiana, superior a otras de Italia. De
allí se inició la expansión del cristianismo hacia el continente europeo. Hubo
dos personajes destacados en este proceso misionero:
Willibrordo: apóstol a los Países
Bajos: Wilfrido en uno de sus viajes a Roma, pasó algún tiempo en la costa
de los Países Bajos donde quiso interesar a los jefes de las tribus bárbaras en
la civilización cristiana. Fue del monasterio de Wilfrido en Ripon de donde
salió el primer gran misionero anglosajón: Willibrordo. En el año 690 se
embarcó junto con otros once monjes. Llegaron a Utrecht, donde realizaron su
obra y donde llegó a ser el primer obispo. Su trabajo misionero se realizó bajo
la protección de los francos, que estaban expandiéndose hacia el este. La
historia lo recuerda como el santo patrono de Holanda.
Bonifacio: apóstol de Alemania:
Bonifacio (Winfrido) nació en el año 679 y fue educado en un monasterio cerca
de Winchester, donde luego fue invitado para enseñar. Se hizo monje y fue
candidato a abad, pero se unió a Willibrordo en el año 718. De los Países Bajos
continuó su obra hacia Alemania. Una de sus características notables fue su
espíritu aventurero en las misiones. Su entusiasmo misionero era combinado por
una ardiente pasión por la conversión de los paganos. Además, de un gran
evangelista fue un hábil organizador talentoso.
Bonifacio fue consagrado obispo y
más tarde arzobispo de Mainz. El incidente más dramático en su carrera
misionera fue cuando derribó, ante la mirada asombrada de una multitud en
Geismar, un roble dedicado a Thor, el dios del trueno. Luego de la demolición
del viejo gigante árbol, con su madera construyó una capilla. Cientos de monjes
y monjas vinieron de Inglaterra para unirse a su obra. Su método fue establecer
pequeños monasterios como bases misioneras. En el año 755, fue martirizado en
Holanda, donde había dado sus primeros pasos como misionero.
Luego de la evangelización de
Holanda y Alemania, la expansión de la misión cristiana continuó hacia Frisia y
Sajonia (norte de Alemania hoy). Aunque la tarea misionera tuvo sus tropiezos
allí, a causa de las rebeliones y saqueos sociales a los monasterios, el
cristianismo tuvo un curso ascendente. De allí surgieron verdaderas
conversiones y centros de cultura cristiana.
Por último, la evangelización a los países
escandinavos: Dinamarca, Suecia y Noruega, tuvo sus resultados ascendentes, a
partir del siglo IX.
En Dinamarca, el destacado misionero
fue Ansgar (801-865), muchas veces considerado como el “apóstol del norte de
Europa.” La evangelización de Suecia también fue llevado a cabo por Ansgar,
quien fue acompañado por dos monjes, Witmaro y Gislemaro. Si bien no lograron
arraigar al cristianismo allí, fueron antecedentes misioneros desde muy
temprano en estas regiones. En cuanto a Noruega, fue gracias a los incansables
trabajos misioneros provenientes de Inglaterra. Dos reyes han apoyado su tarea.
El primero de ellos, Hakon (938-961), “el bueno,” invitó a los monjes
otorgándoles libertad para la predicación del Evangelio. El rey Olaf Trygvason
(995-1000) y Olaf el gordo (1014-1030) también apoyaron la tarea misionera. Con
estos antecedentes el cristianismo quedó sólidamente establecido en estas
regiones.
4. El cristianismo en China.
La llegada del cristianismo a la
China significó una de las recuperaciones geográficas extremas en misión. Este
acontecimiento se remonta al año 635. Si bien este
movimiento fue muy pequeño, es suficiente como ilustración para recordar que el
cristianismo no es una religión exclusivamente occidental, sino universal. Se
puede trazar un paralelo cronológico, en estos entonces, que para Inglaterra
del norte y para el Lejano Oriente, la historia cristiana comenzó en el año
635.
Los primeros misioneros en ir a
China vinieron de Persia, que para aquel entonces estaba bajo el gobierno
musulmán. El grupo misionero había sido enviado por la Iglesia de Oriente, y
estaba constituido por 21 monjes bajo la dirección de uno llamado Alopen. (Mas
detalles sobre la biografía de Alopen y el desarrollo del cristianismo, están
resumidas en los anexos de lectura organizadas por el profesor, pags. 3-4).
El cristianismo en esta región fue favorecido
por un edicto imperial, que en el año 638, les concedió tolerancia religiosa y
el emperador mismo les dio un monasterio en la ciudad capital (Ch’ang-an).
Pero, al cambiar la dinastía gobernante, los cristianos tuvieron que hacer
frente a la oposición que por momentos fue muy violenta. A mediados del siglo
VIII se restauró el favor imperial. El emperador no sólo permitió la
predicación cristiana, sino que hizo regalos a un monasterio y se les pidió a
los monjes que "dirigieran la adoración en el palacio imperial. Un nuevo
edicto de tolerancia permitió ciertos progresos en el trabajo misionero. Pero
las crisis políticas internas y externas no fueron favorables para un gran
avance. Los registros chinos mencionan a los cristianos hasta aproximadamente el
año 900, cuando desaparece todo rastro de cristianismo en China. Las razones
para este cataclismo fueron dos:
Persecución: En el año 845 un
emperador pro-taoísta decidió suprimir las religiones que no eran de origen
chino, incluso el budismo. La política persecutoria duró sólo veinte meses. El
budismo logró recuperarse, pero la pequeña Iglesia cristiana se debilitó casi
definitivamente.
Desorden: Las continuas
guerras civiles durante el siglo IX crearon un clima de inestabilidad e
inseguridad. En el año 878 la rebelión arruinó todo el sur de la China y su
comercio marítimo. Los mercaderes extranjeros regresaron en multidud a
occidente, y la falta de un gobierno estable puso fin a las comunicaciones
pacíficas en Asia Central, y con todo esto, la tarea misionera murió.
No obstante, el cristianismo en el
Lejano Oriente logró sobrevivir entre algunas tribus del Asia Central, desde
donde más tarde volvió a expandirse hacia el este del contiente asiático.
5. Los francos y el papa.
Desde la conversión de Clodoveo, los
francos favorecieron el desarrollo del cristianismo en sus territorios y fueron
instrumentos de su expansión a las nuevas tierras por ellos conquistadas. Fue
gracias a la alianza entre los francos y el papado, que el segundo pudo verse
aliviado de los lombardos, que amenazaban invadir Roma y ganar los territorios
vecinos a esta ciudad, conocidos como los "estados papales".
Muchas de estas concesiones se
lograron gracias a documentos falsos, que sirvieron para engañar a los monarcas
francos y a sus sucesores durante mucho tiempo. Entre estos documentos cabe
mencionar: La Donación de Constantino y las Decretales pseudo-isidorianas. Para
comprender la filosofía de estas concesiones se hace necesario reflexionar
sobre estos dos supuestos documentos históricos.
En el sentido político y de
expansión, los francos resultaron ser la potencia más fuerte en todo Europa.
Con la conversión de Clodoveo su dinastía, conocida como los merovingios, fue
reemplazada por una nueva dinastía, los carlovingios. Los hombres más
relevantes, de esta dinastía, para el cristianismo de ésta época fueron Carlos
Martel y Carlos el Grande o Carlomagno.
El primero ganó la fama cuando en el año 751 detuvo el avance de los árabes
cerca de Tours.
Carlomagno fue un gran guerrero, porque
duplicó el territorio recibido de su padre; fue también un gran organizador,
porque supo manejar con mano firme el Estado y la Iglesia; fue un gran promotor
de la cultura, porque contribuyó significativamente a la educación, si bien él
mismo no sabía escribir y apenas podía leer en latín. Como cristiano dejó mucho
que desear, pero su política como gobernante ayudó a fortalecer y extender la
fe cristiana, si bien muchas veces usó la fuerza para ganar nuevos convertidos.
En el año 773, los lombardos volvieron a amenazar los territorios papales, y el
papa Adriano I (papa de 772 a 795) pidió auxilio al "patricio de los
romanos", Carlomagno. Este cruzó los Alpes con un gran ejército y destruyó
a los lombardos en forma definitiva. Así, Carlomagno, se transformó en el
protector de Roma.
Por otro lado, la relación entre el
papa y el emperador se daba en torno de las necesidades mutuas. La iglesia
necesitaba de un Estado fuerte, que la protegiera de los reinos enemigos. El
papa era un señor feudal más, que no tenía poder militar suficiente como para
defenderse. Carlomagno gobernaba un vasto reino, que incluía los territorios de
la Iglesia, tenía la fuerza necesaria como traer paz y seguridad a Roma.
Ante esta situación se llegó a
pensar que el plan de Dios era que el papa tuviera el poder espiritual y el
emperador el poder terrenal. Papa y emperador se necesitaban mutuamente.
Carlomagno necesitaba del papa, porque sólo él podía otorgarle el título de
"emperador de los romanos". Así, en la navidad del año 800, Carlomagno
fue coronado como emperador por el papa León III (papa de 795 a 816) en la
Iglesia de San Pedro, en Roma. Así se fortaleció una relación que habría de
llevar a una parcial unificación de Europa y al desarrollo de la autoridad
papal.
6.
La iglesia Griega y los eslavos.
La conquista arábiga puso fin a la
conversión de los invasores, cuando los mismos penetraban en territorios de
culturas cristianas. Al perder territorios, el cristianismo progresaba despacio, pero hizo progresos rápidos
en la segunda mitad del siglo noveno.
Desde Alemania, el cristianismo se
expandió hacia el este avanzando sobre Europa central. Los bárbaros se
convirtieron alrededor del año 800, y en las décadas subsiguientes importantes
grupos de eslavos, incluyendo a croatas, eslovenos y checos, aceptaron la fe
cristiana. Hacia el año 1000, el cristianismo estaba penetrando en Polonia y
también en Hungría. En esta última nación se convirtió su rey, Esteban
(997-1038), que luego sería canonizado como San Esteban. Todos estos reinos
quedaron bajo la jurisdicción de Roma, puesto que eran territorios eslavos del
Sacro Imperio Romano-Germánico.
Mientras que en occidente se
fortificaba la cristiandad latina, recuperándose del desorden provocado por las
invasiones bárbaras, y ahora aliviada de la amenaza musulmana en España
(después de la batalla de Tours), en oriente la Iglesia Ortodoxa Oriental
(griega) obtenía considerables triunfos. Hacia el año 862, dos misioneros,
Constantino (827-869) y Metodio (m. 885), fueron enviados desde Constantinopla
para trabajar entre los eslavos de Europa oriental. Constantino (conocido en
occidente como Cirilo el Filósofo) había sido secretario del patriarca de
Constantinopla y era un destacado filósofo y lingüista. Metodio era su hermano
mayor y también un hombre notable. La obra mayor de estos extraordinarios
misioneros fue la traducción de la Biblia al idioma eslavo. Para esto, tuvieron
que inventar un alfabeto, ya que el eslavo no tenía escritura. Tradujeron
también otros libros cristianos y la liturgia.
Los eslavos tuvieron que decidirse
entre seguir a la Iglesia Latina (o Romana) o la Iglesia Griega, ya que estaban
en el medio de estas dos influencias. Los búlgaros se inclinaron por la Iglesia
Griega cuando en el año 870 su rey, Boris, se convirtió. El clero eslavo fue
bienvenido en Bulgaria y aquí la religión cristiana alcanzó su expresión eslava
más plena. La Iglesia de Constantinopla ganó a casi todas las naciones eslavas
respetando su cultura. La más grande de estas naciones estaba representada por
los eslavos del este.
Hacia el año 950 había cristianos en
Kiev; en 957 la reina Olga viajó a Constantinopla para ser bautizada, pero su
influencia se vio frustrada con su hijo que fue pagano. Pero su nieto Vladimiro
I (m. 1015), después de dudar entre el paganismo y el cristianismo, terminó por
aceptar la fe cristiana en el año 987, cuando se casó con Ana, la hermana del
emperador griego.
Es evidente que Vladimiro estaba más
impresionado con la civilización y el prestigio de Bizancio, que con el significado
de la fe cristiana. Era un príncipe tiránico y lascivo, y continuó así después
de su "conversión". De igual modo, el bautismo de miles de sus
súbditos en el río Dniéper careció de convicción y se trató sólo de
"conversiones" nominales en obediencia a sus órdenes. Este dudoso
comienzo, no obstante, aseguró el futuro del cristianismo en Rusia. Toda Rusia
se hizo cristiana y Vladimiro es recordado todavía hoy como su santo más
importante. Para este particular recomendamos seguir las lecturas contenidas en
los anexos compilados por el profesor.
TEMA
4: El contexto de la iglesia en la Plena Edad Media.
A
partir de Carlomagno el poder de los francos comenzó a decaer. Sus sucesores no
tuvieron habilidades para las cuestiones políticas y poco a poco el sistema
feudal tomó lugar prominente en Europa occidental. En este sentido, no hubo una
autoridad central, solamente existía un sistema con gobiernos locales en manos
de los nobles.
Desde esta perspectiva, la
vida en la Plena Edad Media estaba estructurada, en buena medida, como las
piezas de un juego de ajedréz. Reyes, reinas, obispos, caballeros y otros
nobles que vivíanen castillos (torres) a costa del trabajo de sus siervos
(peones). A cambio del privilegio de cultivar la tierra
suficiente para poder sobrevivir, los siervos trabajaban tres días de la semana
para su señor, que podía ser un caballero, un obispo o un rey. En una
emergencia, y muy frecuentemente en tiempo de cosecha, el señor podía exigir a
los siervos un trabajo extra. Un siervo no podía hacer abandono de la tierra de
su señor, ni casarse sin su aprobación; también eran usados como sirvientes
domésticos, y muchas veces eran excelentes artesanos. Constituían la infantería
en las guerras ofensivas y defensivas de su señor; que no tenía otra ocupación
más que ésa, y que era recompensado por el soberano con tierras y con siervos.
Cuando no había guerras, los
caballeros se entretenían con torneos y peleaban fieramente para practicar,
para ganar el favor de una dama noble o el castillo de otro caballero. El
castillo era el pivote de la vida medieval. Fundamentalmente, era un refugio,
una plaza fuerte, una fortaleza capaz de resistir un sitio. La riqueza del
castillo provenía de la tierra trabajada por los siervos fuera de los muros del
mismo.
Por otro lado, los obispos
administraban los negocios así como los asuntos espirituales de la Iglesia.
Ellos eran señores feudales que muchas veces recibían importantes donaciones,
especialmente tierras, que les daban gran prestigio y poder. El sistema feudal
llegó a ser de gran beneficio para las pretensiones de Roma, porque no había
rey o señor tan fuerte, que pudiera competir con el poder y la influencia
papal. Además, la Iglesia se enriqueció en forma fabulosa porque al morir los
obispos sus propiedades quedaban en manos del papa y muchos nobles testaban
también en favor de Roma.
La reina medieval estaba tan bien
educada como el rey, y a veces eclipsaba su poder. Era el centro de las fiestas
de la corte y a menudo se unía a los hombres en la caza con halcones. El rey
medieval pretendía que su poder, gozado por derecho divino, era supremo. Su
pretensión era disputada incesantemente por los nobles feudales y por la
Iglesia. Incluso en su corte, se veía forzado a estar en guardia contra las
intrigas. La corte de un rey era el epítome
mundano de una edad predominantemente religiosa. Los reyes necesitaban el apoyo
de la Iglesia; todos los hombres necesitaban el apoyo espiritual de la Iglesia.
Tanto el siervo como el noble, el caballero como el rey era iguales en esto:
cada uno estaba seguro de otra vida más allá de la muerte y estaban aterrados
por ese trasmundo. La Iglesia, con
sus sacramentos y ritos, traía algo de paz a la vida de estos seres sumidos en
la ignorancia y la violencia.
Sobre este trasfondo histórico-cultural de Europa consideraremos las
siguientes situaciones para el cristianismo en nuestro estudio.
1.
El desafío musulmán y las Cruzadas.
Alrededor del año 1000, pueblos
montañeses de las mesetas de Asia Central avanzaron hacia el oeste. Venían del
Turkistán y se los conoció como los turcos selyúcidas. Para el año 1055 ya
habían ocupado toda Persia. Eran de religión musulmana y fieros guerreros
nómadas. No desplazaron al califa
como líder religioso, pero sí le cambiaron el título por el de sultán. Desde Bagdad se extendieron a
Siria y Palestina. En 1071 destrozaron al ejército del Imperio Bizantino y
avanzaron sobre Asia Menor. Los bizantinos desesperados, pidieron auxilio a los
cristianos de Europa occidental. Este pedido llegó oportunamente, ya que el
papa de Roma estaba procurando terminar con la turbulencia y la violencia de la
sociedad feudal, y quería lograr una unión más sólida de la cristiandad en
torno a su autoridad. La posibilidad de canalizar la violencia de los señores
feudales en una lucha con un motivo tan noble como la defensa de los intereses
cristianos en oriente, se presentaba como una efectiva estrategia para el logro
de las pretensiones hegemónicas del papa.
A diferencia del siglo VII, ahora, a
fines del siglo XI, la cristiandad reestablecida estaba en condiciones de
ofrecer un efectivo contraataque. A pesar de que los soldados cristianos
estaban muy lejos del ideal moral neotestamentario, su intervención en las Cruzadas fue un notable progreso
respecto de la turbulenta sociedad feudal. "Dado que quieren pelear, que
peleen por fines cristianos." Tal era la estrategia papal.
El papa Urbano II (papa de 1088 a
1099) actuó rápidamente en respuesta al pedido bizantino, proclamando una
campaña para recuperar la Tierra Santa de manos de los turcos. Este desafío
cautivó la imaginación de los cristianos europeos, que ya se sentían lo
suficientemente fuertes como para enfrentarse al enemigo pagano. Fue así que,
en el año 1096 se lanzaron a la cruzada con el lema "Dios lo quiere".
El papa actuó como cabeza de la cristiandad y su iniciativa lo colocó al frente
de Europa. Las Cruzadas comenzaron como un movimiento popular y espontáneo.
Miles se enrolaron en un ejército sin armas, ni conocimientos tácticos, y sin
provisiones ni medios de transporte. Pocos llegaron a Palestina y nadie
regresó.
Después del fracaso de la primera
cruzada, se formaron ejércitos regulares en Francia y Alemania, que lograron
conquistar importantes territorios en el Cercano Oriente y formar cuatro reinos
cristianos. Luego de esta segunda cruzada exitosa siguieron otras seis, una de
ellas llamada “cruzada de los niños”. Todas ellas resultaron un fracaso (hasta
1291), y no fueron más que guerras defensivas o de repliegue. El llamado
original había sido para defender el Imperio Oriental de la amenaza turca. Pero
no siempre fue así. La cuarta cruzada se volvió contra el Imperio en lugar de
avanzar sobre Egipto; saquearon Constantinopla y la debilitaron para siempre,
profundizando aún más la división entre los cristianos griegos y los latinos.
Si bien, una evaluación nos permite
observar que no todo fue negativo en las Cruzadas. Hubo, al menos, dos aspectos
relativamente positivos:
·
Las
Cruzadas fueron el primer intento de los nuevos pueblos europeos de actuar
juntos en una causa cristiana.
·
Las
Cruzadas abrieron el camino hacia oriente, a la civilización superior del
Imperio Bizantino y de los pueblos del Cercano Oriente y aún más allá. Fue
un adelanto económico para Europa
|
·
Las Cruzadas fueron más bien
guerras defensivas, representaban un esfuerzo por establecer el Reino de
Dios mediante métodos mundanos (crueldades, inmoralidades y orgullo).
·
En las
Cruzadas se mezclaron el entusiasmo religioso con las miserias humanas.
Muchos caballeros Teutónicos, quienes de consideraban guardianes de los
lugares santos, llegaron a ser ricos mediante las donaciones de los
piadosos.
·
Las
Cruzadas constituyeron la antítesis completa de la actitud pacífica de los
cristianos de los primeros siglos.
·
Las
Cruzadas son consideradas como una de las marcas de mayores obstáculos
para las misiones cristianas entre los pueblos musulmanes, hasta la
actualidad.
|
No obstante, en la primera vista, las Cruzadas constituyeron serias marcas para el resto de la historia del cristianismo. En síntesis:
2.
El cristianismo en el Lejano Oriente: Mongolia.
Vimos la llegada del cristianismo a
China en el año 635 y su desaparición hacia el año 900. A mediados del siglo
XII, comienza a circular por toda Europa una historia sorprendente que llenó de
esperanzas a los cristianos que sufrían una derrota tras otra frente a los
musulmanes. La historia del Preste Juan hablaba de un reino poderoso en
Oriente, más allá del imperio musulmán, con un rey cristiano que contaba con un
incontable ejército y que atacaría a los musulmanes por la retaguardia
auxiliando así a los cristianos cruzados. ¿Era cierta esta historia? En parte
sí. Su verdad era que el cristianismo no había desaparecido del todo en Asia
Central. Poco después del año 1000, el cristianismo se expandió nuevamente
hacia el Extremo Oriente, pero tomando una ruta más hacia el norte. Hacia esta
fecha está documentada la presencia de cristianos entre algunos pueblos de la
Mongolia occidental y al sur del lago Baikal, y para el año 1100 incluso entre
los tártaros y ongutos de la Mongolia oriental.
El siglo XIII fue la edad de oro
para los mongoles, que de pueblo nómade del desierto lograron construir un
vasto imperio que cubrió casi todo el continente asiático y penetró incluso en
Europa. En 1241 se acercaron a Viena y Roma misma tembló, pero el avance se
detuvo de pronto por problemas de sucesión en el trono imperial. A pesar del
temor que inspiraron las hordas mongolas, la historia del Preste Juan se
confirmó en esto: si bien las oleadas invasoras de los mongoles, desde 1202 en
adelante, habían sometido a reinos cristianos en el este (e.g., los keraítas),
éstos influenciaron sobre los invasores. La conquista mongólica fue destructiva
pero colocó a los cristianos en mejores posiciones que las que hasta entonces
habían tenido.
El famoso Genghis Khan, fundador del
imperio mongol, tenía un hijo que estaba casado con una princesa keralta. Los
registros chinos dicen que ella fue enterrada en un monasterio cristiano; otros
documentos señalan que "era una verdadera creyente". Sus hijos se
casaron con mujeres cristianos. Uno de ellos, Kublai, trasladó la capital del
Imperio Mongol a Peking. Su imperio fue el más extenso que el mundo haya
conocido jamás: desde el Mar de la China hasta el Danubio y desde los Montes
Urales hasta los Himalayas. Fue Kublai quien como Gran Khan, le ofreció a la
Iglesia cristiana la oportunidad más grande que haya tenido en toda su
historia. Quienes trajeron al papa de Roma estas noticias fueron dos mercaderes
venecianos que regresaron de la capital de Kublai en 1269: Nicolo y Maffeo
Polo. Estas son las palabras que el Gran Khan les dijo, según las refirió más
tarde Marco Polo, el hijo de Nicolo:
¿Cómo
podéis esperar que me haga cristiano? Ya veis que los cristianos en estas
partes son tan ignorantes que no hacen nada y no tienen poder ... Pero
iréis a vuestro Sumo Sacerdote (papa) y le rogaréis que me envíe cien
hombre preparados en vuestra religión... Y así seré bautizado, y luego
todos mis nobles y hombres ilustres, y luego sus súbditos, y habrá de esta
manera
|
Los mongoles querían adoptar una
religión que estuviese a la altura de su grandeza imperial y dudaban entre tres
posibilidades: conocían el Islam en sus territorios de occidente; el budismo en
oriente; y, el cristianismo, que estaba en todas partes. En respuesta al pedido
de Kublai el papa Gregorio X sólo envió a dos frailes dominicanos que ni
siquiera llegaron a la capital del Gran Khan. Treinta años más tarde (hacia el
1300) la decisión imperial dejó de lado al cristianismo: en el oeste del
Imperio se adoptó el islamismo y en el este el budismo. Así quedó entorpecida
una de las más grandes oportunidades misioneras para el cristianismo en esta
región.
3
Las nuevas órdenes monásticas.
En la Edad Media las inquietudes de
la vida religiosa eran respondidas en las formas monásticas. Los modelos e
ideales monásticos de San Benito continuaban con el devenir del tiempo. A pesar
de las incursiones de los normandos (siglo IX), quienes incendiaron muchos
monasterios benedictinos, también los desórdenes feudales (siglo X) los
afectaron, este movimiento mantenía la capacidad de supervivencia.
No obstante, entre el cristianismo,
al transcurrir el siglo X, la vida ascética fue cobrando nuevas modalidades,
siguiendo los mismos énfasis, la disciplina, devoción y trabajo. Entre estos
grupos encontramos los siguientes:
Las nuevas órdenes monásticas
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Los cluniacenses
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Los cistercienses
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Los domínicos
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Los franciscanos
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a)
Los cluniacenses: En el año 910 se fundó un monasterio en Cluny (Francia). Siguiendo la
Regla de Benito, los monjes de Cluny desde el principio eligieron su propio
abad y colocaron el monasterio directamente bajo la autoridad papal, librándose
así de las interferencias del estado y de las autoridades eclesiásticas
locales.
El
modelo de Cluny se esparció con rapidez. Su independencia y espíritu reformista
tuvieron gran influencia. Para el año 1150 ya había más de 300 monasterios
cluniacenses que atacaban la simonía (compra-venta de cargos eclesiásticos) y
otros abusos. El abad de Cluny se transformó de esta manera en la cabeza de una
gran familia de monasterios que contaban con un prior al frente de cada uno, y
todos ellos con grandes ideales en cuanto a la Iglesia, que consideraban debía
gobernar al mundo.
Entre cluniacenses se
magnificó la vida ascética y se mantuvieron alejados a los favores seculares.
Después del año 962 los emperadores alemanes apoyaron la reforma de Cluny. El
papa al principio se resistió, si bien el movimiento significaba un gran
respaldo para sus pretensiones. En el año 1049, el emperador Enrique III nombró
como papa a su primo León IX, que hasta entonces había sido cludicense. Este a
su vez, nombró como secretario y asesor a un joven monje reformista llamado
Hildebrando. Estos dos hombres produjeron algunos de los cambios más
importantes en toda la historia de la Iglesia Católica Romana.
b)
Los cistercienses: Citeaux es una aldea de Francia donde en 1098 se fundó una comunidad
religiosa derivada de los benedictinos, que se ramificó por todo el país y
después por España. Seguían la Regla de Benito, pero querían volver a una vida
más simple. Sus ropas eran blancas y su estilo de vida era más ascético que el
de otras órdenes. Buscaron lugares agrestes para establecer sus casas y en
muchos lugares de Europa fueron los primeros en desmontar bosques y drenar
pantanos. Uno de los cistercienses más famosos fue Bernardo de Clairvaux
(1090-1153). Fue un hombre muy piadoso que ejerció una gran influencia
reformadora y purificadora en la Iglesia, llegando a tener más poder espiritual
que los papas de su tiempo. Fue fundador de una abadía en Clairvaux, predicó la
segunda cruzada y fue autor de excelentes obras, entre las que se encuentra la
letra del famoso himno "Oh, Rostro Ensangrentado".
c)
Los frailes: Fue un movimiento de renovación espiritual más importante durante la
Edad Media. Entre este movimiento se conocían dos organizaciones bien
definidas: los dominicos y franciscanos.
La gran diferencia entre
ellos y los benedictinos fue que no estaban encerrados en un monasterio, sino
que vivían en el mundo y no provenían de las clases privilegiadas, como ocurría
con la mayoría de las monjas y con muchos de los monjes. Eran pobres o bien
identificados con los pobres y estaban dispuestos a mendigar su pan. El impacto
en su contexto fue enorme. Para mayor información de estos aspectos
recomendamos leer las lecturas anexas copiladas por el profesor.
Santo Domingo y los
dominicos: El fundador de los domínicos fue Domingo de Guzmán. Su orden
religiosa, fundada en Toulose (Francia,
1216), tenía como objetivo la lucha contra los herejes albigenses, una secta
que combinaba enseñanzas cristianas con ideas persas. Sus líderes se llamaba
"Perfectos" (por eso se los conoce también como cátaros, del griego
"puros). Eran muy estrictos en su disciplina, y se caracterizaban por su predicación,
hasta el día de hoy.
San Francisco y los
franciscanos: Francisco nació en Assis (Italia). Era un joven amante de la
aventura que después de una seria enfermedad cambió rotundamente su estilo de
vida. Comenzó a ayudar a los leprosos y mendigos. En 1209 junto con once
compañeros que compartían sus ideales de abnegación y pobreza, fue a Roma,
donde el papa los reconoció como orden religiosa. Escogieron el nombre de
"Penitentes de Assis", que luego cambiaron por el de "Hermanos
Menores". En 1212, una niña de familia noble de nombre Clara fue admitida
a la comunidad. Este fue el comienzo de una segunda orden franciscana, esta vez
para mujeres, que fueron conocidas como las Pobres Claras o Clarisas. En 1221
comenzó una tercer orden para hombres y mujeres, que sin abandonar su vida común,
aceptaban seguir los ideales de San Francisco. Como su fundador, los
franciscanos se caracterizaron por su amor a la naturaleza, la música, la
bondad de espíritu y el celo misionero.
Las diferencias y coincidencias
entre las dos organizaciones de los frailes: La organización de los
dominicos y franciscanos era muy similar. Tenían áreas de trabajo divididas en
provincias, cada una bajo una cabeza. Cada una de estas órdenes tenía una
segunda orden para mujeres y una tercera para laicos de ambos sexos que aceptaban
sus ideales.
No obstante, los religiosos
eran diferentes. Los dominicos enfatizaban la erudición como salvaguarda contra
la herejía, mientras que los franciscanos temían la erudición pensando que
podían pervertir a los hermanos. Los dominicos aceptaron la pobreza como virtud
y un estilo de vida mendicante, y los franciscanos comenzaron a preparar mejor
a sus frailes.
Por otro lado, existían
otras órdenes. Las más conocidas fueron las órdenes militares que fueron
asociadas con las Cruzadas. Entre ellos, destacamos los Caballeros Templarios y
los Caballeros de San Juan. Para mayor información de estos aspectos y otros
vistos en el presente apartado, recomendamos leer detalladamente las lecturas
anexas copiladas por el profesor. Las contienen material suficiente para la
realización de las actividades solicitadas y les ayudarán para su examen final.
4.
La vida de la Iglesia en la Edad Media.
Los mil años transcurridos en el período de tiempo,
comprendido entre los siglos VI y XVI, se caracterizaron por varios aspectos de
la vida interior y exterior de la Iglesia. Entre ellos podemos ver a través de
los siguientes interrogantes comunes a todo estudiante de historia del
cristianismo:
a)
¿Cómo se preparaba el clero cristiano? Desde el siglo VII casi cesó todo tipo de
educación en Europa occidental. Las escuelas fueron cerradas y los maestros
esparcidos como consecuencia de las diferentes invasiones. Algunas pocas
familias que valoraban el saber conservaron libros y transmitieron
conocimientos a sus hijos.
La preparación ministerial
comenzaba en la infancia. Una familia devota decidía, a menudo por sugerencia
de un sacerdote, dedicar uno de sus hijos a la Iglesia. Lo dejaban en manos del
obispo para que lo criara en su casa, donde vivía y trabajaba y se educaba para
el clero. Otros niños eran dejados con un abad y eran educados como monjes.
Aprendían latín, liturgia (canto y recitado) y el calendario eclesiástico. De
todos modos, el clero era muy ignorante y, salvo en los monasterios, no se
ponía ningún énfasis en su preparación académica.
b)
¿Cuáles fueron los deberes del clero cristiano? Por estar un poco mejor preparado que sus
feligreses, el sacerdote era un líder de la comunidad en que vivía. De allí,
sus responsabilidad y tareas del clero podían extenderse más allá del entorno
religioso:
·
Su tarea principal: El ministerio de la Palabra y la administración
de los sacramentos eran el centro de su tarea. También enseñaba el Credo
cristiano, el Padrenuestro, los Diez Mandamientos y el significado del
sacramento.
·
En lo social: Actuaba como pacificador en
las disputas, consejero y director de procesiones. Además, el sacerdote
debía visitar a los enfermos y moribundos y promover la solidaridad.
|
c) El idioma que
predominaba en la vida eclesiástica: Correctamente se llama a la Iglesia de
occidente Iglesia Latina ya que su Biblia y su liturgia se encontraban en
latín. Como hemos visto en los temas anteriores, a partir de las
invasiones de los pueblos germanos, a
pesar de introducirse nuevos dialectos, el latín se conservó como el idioma de
la Iglesia y de la literatura. Los que querían leer debían aprender latín.
d)
¿Cómo fue la arquitectura eclesiástica en este período? En los tiempos neotestamentarios, como vimos,
la Iglesia carecía de edificios destinados al culto. Los cristianos se
congregaron en casas particulares. Luego de la caída del Imperio Romano, decayó
también la arquitectura monumental, pero su técnica sobrevivió y se aplicó a la
construcción de templos cristianos. Hacia el siglo XI, luego de una fase
experimental, se produce en la vida
europea medieval un renacer que se expresó en la construcción, especialmente técnicas
relacionadas con bóvedas, con ellas sobrevinieron los aligeramientos de la
estructura de los templos. Este despertar arquitectónico duró tres siglos, en
los cuales se levantaron cientos de edificios eclesiásticos en toda Europa, con
un estilo monumental y agresivo: el gótico.
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Los logros obtenidos entre 1050 y 1350 son un misterio y una maravilla. Hubo por lo menos tres condiciones socio-económicas que los hicieron posibles:
Los historiadores dan
cuenta de este progreso medieval. Los nuevos poderes y el modelado del tiempo
urbano ofrecían un desarrollo de reacciones positivas y pluralistas en el campo
del arte y la cultura. Entre los estados establecidos, la Iglesia ocupaba un
lugar preponderante y decisivo en el seno de las élites. En este sentido, gozó
de los beneficios en los aspectos del arte. Primero predominó la arquitectura
románica, y luego la gótica cuyo testimonio en piedras permenece, en muchos
casos, hasta el día de hoy.
5. El escolasticismo y las
universidades.
Entre los años 1050 y 1250 se da un
resurgimiento en la vida intelectual que produjo una sucesión de grandes
teólogos. Se los llamó escolásticos porque pertenecían a las
"escuelas" o colegios que florecían en los monasterios y
especialmente en las catedrales. Poco antes del 1200, algunos de estos centros
se transformaron en universidades.
Si pretendemos definir, el
escolasticismo fue la aplicación de la razón a la teología, no con
el fin de investigar los credos o reflexionar sobre nuevas verdades, sino con
el fin de sistematizar y comprobar las creencias tradicionales existentes. En
general, en el escolasticismo predominan muchos de los conceptos filosóficos de
Aristóteles. De allí, el gran tema de los escolásticos estaba expresado en
estas palabras de San Agustín: "Entiende para que puedas creer; cree para
que puedas entender." El problema era: ¿qué ponemos primero, fe o razón?
Para muchos de los teólogos no había conflicto sobre esta perspectiva, mientras
otros sostenían algún extremo de las ideas en cuestión.
Los escolásticos más importantes y
sus obras principales fueron los que están detalladados en el presente cuadro
explicativo:
Hombres
importantes
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Sus obras
escritas
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Sus ideas
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Anselmo (1033-1109)
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Cur Deus Homo – ¿Por qué Dios hombre?
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Para Anselmo no había conflictos. Para él,
la fe cristiana enseña una parte esencial del concepto racional del universo
y la vida.
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Sic et Non - Sí y No
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Afirmaba que para resolver una cuestión era
necesario observar ambos lados del asunto y luego aplicar la razón.
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Pedro Lombardo (1100-1160)
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Sententiarum – Sentencias
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Reunía las citas de los Padres Apostólicos
y decía que los dilemas de la fe debían ser resueltos por la razón.
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Alberto Magno o El Grande (1193-1280)
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Sus obras defendieron la distinción entre
el campo de la revelación y de la razón humana. Utilizaba el conocimiento
humano en la investigación de los misterios de Dios.
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Tomás de Aquino (1225-1274)
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Summa contra
Gentiles y Summa Theológica
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Sostenía que la razón es la antesala de la
fe. La razón humana nos lleva al vestíbulo de la fe en Dios. La verdadera
naturaleza del hombre es la unión con
Dios.
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De estos y otros escolásticos, Tomás
de Aquino fue el más grande de los teólogos. Sus ideas más importantes fueron
desarrolladas en tres grandes temas, tales como:
a)
Fe y razón: Tomás da gran alcance a la razón sosteniendo que aun sin la
revelación divina los hombres pueden llegar a creer en Dios. Las creencias
cristianas no son irracionales, pero la base de nuestras creencias no es la
razón sino la revelación a través de las Escrituras y los Padres, que son
aceptados por fe, que es un acto, no del intelecto sino de la voluntad y por lo
tanto una decisión moral.
b)
Aristotelismo: Tomás lo enfatizó aún más que Alberto. No sólo lo entendió, sino que
lo admiró y lo colocó en toda su obra.
c)
Doctrina de la expiación: Tomás combinó el concepto de Anselmo con el de Abelardo: Cristo hizo
satisfacción por los pecados de los hombres, y esto es lo que mueve a los
hombres a amarle.
Lo característico del pensamiento de
Tomás fueron su orden y claridad de sus escritos. Al mismo tiempo fueron los
mejores argumentos de la profundidad y amplitud. De allí, la Iglesia Católica
Romana se valió de sus obras en el tiempo de contrarreforma en el siglo XVI y XVII.
En cuanto a las universidades,
las ciudades europeas dieron nacimiento a los conocidos y prestigiosos estudios
universitarios. No obstante, antes de la aparición de las universidades, el
conocimiento había sido fomentado y controlado por la Iglesia, en sus
catedrales.
Al principio, el nombre no fue
"universidad", sino "studium generale". En este
sistema, los profesores o maestros estaban asociados en gremios (guildas) para
defender sus derechos y dependían del obispo, quien los autorizaba o no a enseñar.
Los maestros de estudios más avanzados demandaron mayor libertad y apelaron al
papa, quien los colocó bajo su protección. De esta manera, comenzó a
desarrollarse una nueva institución, libre de control de la ciudad y de sus
autoridades eclesiásticas. Esta independencia fue aceptada como un derecho de
las universidades, y la mayoría fue fundada por decretos papales.
Los estudios universitarios estaban
divididos en cuatro facultades: teología, ley, medicina y artes. La mayoría de
los estudiantes eran clérigos mayores de 13 años, que durante siete años
estudiaban el Trivium (consistía en: Gramática, Lógica y Retórica), y el
Quadrivium (consistía en: Música, Aritmética, Geometrúa y Astronomía).
Trivium
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Quadrivium
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Música – Aritmética – Geometría y
Astronomía
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Al terminar el curso en artes, donde
estudiaba la mayoría, se era "bachiller", para luego recibirse de
"master", título que le daba derecho a enseñar. Habiendo terminado
artes, el estudiante podía escoger teología, leyes o medicina, que eran cursos
posgraduados. Teología no era un curso que seguía todo el clero, sino sólo los
más capaces. El grado de preparación de la mayoría era muy pobre. Contaban con
algo de latín aprendido en la escuela de gramática y en la catedral, algo de Trivium
y Quadrivium, más un poco de exposición bíblica y preparación práctica,
que impartía el obispo o algún otro.
Desde estas perspectivas, las
universidades no se desarrollaron con esquemas uniformes. En algunos casos se
desarrollaron a partir de escuelas catedralicias, otras en monasterios, o
parroquias. En muchos casos también fueron independientes. Pero todos sus
desarrollos estaban en un contexto de la vida de la Iglesia.
En este contexto, hacia el siglo XII
ya existían universidades en las ciudades de París (como centro universitario),
Bolonia, Oxford. Luego surgieron otras, como Salamanca (1220).
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