viernes, 27 de abril de 2012

HISTORIA DEL CRISTIANISMO (CAP. 1)


LOS ORÍGENES Y AVANCES DEL CRISTIANISMO PRIMITIVO


 PRESENTACIÓN DE LA UNIDAD.


Esta unidad estudia el primer avance del cristianismo desde su origen (Jerusalén) hasta lo último de la tierra. El énfasis principal está puesto en la gente antes que en cuestiones políticas o polémicas. Se procura hacer una descripción de la vida del cristianismo en sus primeros cinco siglos, sobreviviendo  con su fe a través de las persecuciones y llevando el Evangelio hacia los lugares más remotos de la tierra civilizada: al este en Asia, al sur en África y hacia el occidente lo que sería Europa.

A partir de las referencias leídas, el alumno podrá encontrar material suficiente para una comprensión de la historia global del movimiento cristiano. Al mismo  tiempo, debemos reconocer la amplitud de conceptos que abundan sobre esta disciplina. En este sentido, seguiremos un criterio temático arreglando el material de la unidad bajo las siguientes lecciones:



·         Lección 1: El cristianismo y el Imperio Romano.

·         Lección 2: El cristianismo más allá del Imperio Romano.

·         Lección 3: Los problemas del cristianismo primitivo.





El CRISTIANISMO Y El IMPERIO ROMANO.



            Introducción.



            Todo el Nuevo Testamento señala el hecho del esparcimiento del cristianismo por todo el mundo como una meta que debe cumplirse en la historia. Cada uno de los cuatro Evangelios termina con un claro mandato, dado por Jesús, en este sentido (Mt. 28.19; Mr. 16.15; Lc. 24.47; Jn. 20.21). El libro de los Hechos de los Apóstoles tiene como propósito narrar los acontecimientos de ese programa desde el comienzo en Jerusalén "hasta lo último de la tierra". El resto de la literatura del Nuevo Testamento consiste en cartas de los misioneros a las jóvenes iglesias del mundo mediterráneo con cuya fundación estaban relacionados.

            Por estos documentos sabemos que los primeros cristianos estaban firmemente convencidos de que su religión era las "buenas nuevas" para todos los hombres (Jn. 3.16; Lc. 24.47). Es posible que ante esta pretensión muchos de los que oían su prédica se hayan reído. ¿Qué valor o influencia podía tener una secta judía nacida en un rincón tan oscuro del mundo como era Palestina?



            A. El lugar y el tiempo.



            ¿Tenían razón los antiguos cuando consideraban a Palestina como un rincón del mundo? Para muchos de los antiguos el cristianismo nació en una tierra insignificante. Un territorio pequeño y marginal (240  por 120 kms). Celso decía:[1]

Si Dios despertara de un largo sueño y quisiera salvar a todos los seres humanos, ¿piensas que iría a una esquina del mundo? .... Sólo un escritor cómico diría que el Hijo de Dios fue enviado a los judíos.
 









            Pero,  si observamos un mapa, inmediatamente se hace evidente que Palestina no está en un rincón sino en el centro mismo del mundo y no hay otro territorio mejor ubicado respecto a los cinco continentes.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                            Podemos decir en este sentido, que la expansión de la fe cristiana,  comenzó a partir de un país estratégicamente ubicado.

            Por un lado, esta posición estratégica de Palestina, significó una verdadera desgracia para sus habitantes, desde la antigüedad hasta el presente. El país está encajado como un estrecho paso entre los territorios donde se desarrollaron algunas de las más grandes civilizaciones de la antigüedad: el Delta del río Nilo y las cuencas de los ríos Tigris y Eúfrates. Fue, entonces, inevitable que las sucesivas potencias rivales en estas dos áreas se propusieran adueñarse de este corredor estratégico y procurarán conservarlo para sí. De este modo, el pequeño país se vio condenado a ser víctima constante de las guerras entre estos grandes dominios. Esta situación configura el trasfondo histórico de todo el Antiguo Testamento. Pero no sólo Asia y África compitieron por Palestina, sino que pronto se unió también Europa. El primer monarca europeo en dominar esta tierra fue Alejandro Magno, de Macedonia (c. 330 a. de J.C.), y luego vinieron los romanos (63 a. de J.C.). Esta era la situación cuando se inició el período del Nuevo Testamento: Asia, África y Europa rodeaban a Palestina, que era como un estrecho corredor entre ellas.

            Por otro lado, Palestina fue algo más que el escenario de los conflictos bélicos de los imperios de la antigüedad. Por sobre todas las cosas, fue la tierra en que nació Jesús, el Salvador del mundo. Fue el lugar del nacimiento del cristianismo, y en esto su posición central adquiere una nueva importancia. Es cierto que Palestina fue el embudo por el que pasaron las potencias de tres continentes, pero fue también el punto de partida ideal para que el cristianismo penetrara en esos tres continentes. Jesús había dicho: "Id...a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén" (Lc. 24.47), y "desde Jerusalén...hasta lo último de la tierra" (Hch. 1.8). Basta con observar En un mapa que para notar cuán sabiamente escogió Dios a esta tierra para la realización de sus planes redentores y para la difusión de su luz por todo el mundo.



            Sin embargo, no sólo el lugar era importante, sino también el tiempo. Palestina es central geográficamente, y también históricamente. La historia del pueblo hebreo, según se nos refiere en el Antiguo Testamento, da testimonio de esta verdad. Caldeos, egipcios, asirios, babilonios, persas, griegos y romanos, representantes de tres continentes, invadieron sucesivamente esta tierra y escribieron su historia. En el desarrollo de esa historia, Dios escogió el tiempo más propicio para el advenimiento del Salvador. "Jesús vino...predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido" (Mr. 1.14, 15). Pablo usa una frase similar: "Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley..." (Gá. 4.4). Ambas declaraciones indican que Dios preparó las cosas y que la preparación fue completa.



B.     Los Factores que contribuyeron a la expansión del cristianismo.



            Los cristianos que vivían en el tiempo del primer avance rápido del cristianismo (hasta el año 250) y que habían desempeñado un papel importante en ese avance, veían que Dios había preparado las cosas de tres maneras:

                                                                           


1.      La contribución romana: Las comunicaciones romanas (por tierra y por mar), que se extendían desde Inglaterra hasta China, fueron uno de los aspectos sobresalientes de su contribución. En todo el mundo del Mediterráneo las carreteras, la paz, la ley y el orden romanos animaban a la gente a viajar, tanto por motivos de negocios como por placer, con una libertad y comodidad que fue desconocida hasta los tiempos modernos. Los barcos en este período cruzaban el Mediterráneo desde Gibraltar hasta Roma en siete días, y desde Roma a Alejandría en dieciocho. El periplo hacia el lejano oriente comenzaba con un viaje hasta el Nilo, y desde allí se iba hasta la costa occidental del Mar Rojo, para continuar luego por vía marítima. Sin estas comunicaciones los viajes misioneros de Pablo y otros cristianos hubiesen sido imposibles.

Además de las comunicaciones, el imperio romano contribuyó en otras fases para la expanción del cristianismo. El presente recuadro nos presenta una síntesis de todos los beneficios proporcionados por el imperio al cristianismo:



BENEFICIOS

IMPLICANCIAS PARA El CRISTIANISMO

PAX (Paz)
La paz del imperio garantizaba estabilidad y difusión de ideas.
LEX (Ley)
La ley  daba seguridad a través del derecho romano. Existía un sólo código legal que otorgaba un amplio margen de uniformidad del imperio.
VIA (Comunicaciones)
La paz y la ley romana animaban a utilizar las diferentes vías de comunicación. Animaban a la gente a viajar, tanto por negocios como por placer.
REX (Gobierno)
El gobierno centralizado en Roma ofrecía cierta libertad, orden y comodidad, cosa desconocida hasta los tiempos modernos.  Era una unidad política.



2.      La contribución griega: Una de las contribuciones más notables del mundo griego era su idioma.      El idioma griego, que era entendido y hablado por casi todo el mundo conocido del primer siglo. Los hombres que recibieron la Gran Comisión eran judíos. Su idioma natal era el arameo, pero hablaban también el griego. El griego era el idioma más utilizado en el Mediterráneo oriental. Las Escrituras que usaron los primeros cristianos estaban escritas en griego (la Septuaginta o Versión de los Setenta, LXX) y sus escritos fueron redactados en este idioma, de modo que los documentos que luego se reunieron para formar el Nuevo Testamento no necesitaron traducción. Esto facilitó enormemente el trabajo evangelístico de los primeros creyentes y la clara difusión de sus ideas. El griego es un idioma sumamente adecuado para expresar con exactitud y con una riqueza que no tiene igual en otros idiomas del mundo, las verdades contenidas en el Nuevo Testamento.

      Además del idioma, los griegos contribuyeron con su pensamiento, que magnificaba el valor del espíritu humano y ponía gran énfasis sobre la verdad espiritual y moral.

      Por otro lado, la filosofía y la cultura griega tuvo una gran influencia en la formación del pensamiento occidental. Después de estudiar a los pensadores griegos muchos abandonaban las religiones paganas y las supersticiones, y estaban preparados para recibir una religión superior, como es el cristianismo. El amor por la verdad llevó a muchos a encontrarse con el Dios verdadero.  Respecto a la contribución de la filosofía, Clemente de Alejandría decía[2]:

Dios es la causa de todas las cosas. De algunas en forma directa, y de otras indirectamente. Él es la causa del Antiguo y Nuevo Testamento. Él es la causa indirecta de la filosofía griega. Quizás podemos decir que Dios les dio la filosofía a los griegos hasta que El Señor pudiese llamar a los griegos. Porque así como la ley educó a los hebreos (Gál. 3:24), la filosofía educó a los griegos, para llevarlos a Cristo. La filosofía,  por lo tanto, fue una preparación.






 









El presente recuadro nos ayuda a mantener una síntesis más global de la contribución griega al cristianismo:



BENEFICIOS
IMPLICANCIAS PARA El CRISTIANISMO
IDIOMA
El idioma griego (koine = común) era entendido y hablado en casi todo el mundo mediterráneo. Era el más utilizado en el comercio, cultura y también utilizado por los discípulos en el lenguaje del N.T. Muy adecuado para trasmitir ideas.
ESPÍRITU
El espíritu griego magnificaba El valor humano proporcionándole visión, protagonismo y emprendimiento de nuevas ideas.
FILOSOFÍA
La filosofía con su amor a la verdad preparó a muchos para el encuentro con un Dios verdadero.

CULTURA

La cultura promovió el arte, literatura, símbolos y valores.



3.      La contribución hebrea: La preparación más grande para la venida de Cristo fue la religión hebrea. La fe y la vida del pueblo de Dios proveyó el trasfondo inmediato para el advenimiento de Cristo y de todos sus discípulos, y aportó instituciones como las sinagogas y el trabajo de los escribas, que fueron de suma importancia en el primer siglo de vida del cristianismo. Al principio, el cristianismo fue considerado como una secta del judaísmo, aunque nunca lo fue.

      La Diáspora o dispersión de los judíos había llevado a las sinagogas (gr. "casa de reunión") a establecerse desde España hasta la India. Estrabón en su geografía decía:[3]

Los judíos han ido a toda ciudad, y es difícil encontrar un lugar sobre la tierra que no los haya admitido y caído bajo su control.
 









      En las sinagogas se predicaba el monoteísmo ético y el concepto de un Dios personal. Esto atrajo a muchos gentiles insatisfechos con la religión pagana politeísta. En muchos casos, durante los primeros años, el núcleo de las nuevas congregaciones cristianas estuvo constituido por los prosélitos y adherentes de las sinagogas. Muchos de los elementos de la adoración en las sinagogas, tales como oraciones, la lectura bíblica, exposición de las Escrituras y alabanza, prepararon el camino para la adoración cristiana y fueron su primer modelo. Las sinagogas fueron también los primeros centros de predicación cristiana. Pablo comenzaba su tarea misionera en una ciudad visitando la sinagoga local y dando testimonio de su fe en Cristo (ver Hch. 13.5, 14; 14.1; 17.1-3, 10; 18.4; etc.). A continuación síntesis global de los elementos de la contribución hebrea al cristianismo primitivo:



BENEFICIOS
IMPLICANCIAS PARA El CRISTIANISMO
MONOTEISMO ETICO
La religión hebrea fue una de las preparaciones más grandes para la venida de Cristo. La  fe en un Dios personal y moral atraía a muchos gentiles insatisfechos del paganismo politeísta.
ESCRITURAS
Las Escrituras hebreas señalaban a Cristo y el cumplimiento del Antiguo Pacto.
DIASPORA
La dispersión de los judíos estableció  una red de sinagogas en casi todo el mundo. Las mismas constituyeron los primeros lugares de reunión para los cristianos.
SINAGOGAS
Las sinagogas constituyeron un modelo de  comunidad de enseñanza y culto de adoración a Dios.



            Fue a través de Pablo que se abrió la puerta del cristianismo a los gentiles. Pocos misioneros tuvieron alguna vez tantas ventajas como tuvo Pablo. El oficial romano que lo arrestó después del alboroto en Jerusalén (Hch. 21.33) debe haber pensado en tres Pablo en vez de uno. El apóstol era un verdadero prototipo de su época. Primero, Pablo le habló al oficial en griego, y le dijo que era de Tarso, una ciudad que tenía una universidad griega (Hch. 21.37-39). Segundo, Pablo apaciguó a la multitud hablándoles en su propia "lengua hebrea", i.e., aramea (Hch. 21.40 - 22.2), refiriéndoles de su educación hebrea en Jerusalén. Y, tercero, aterrorizó al tribuno (que había permitido que sus soldados lo trataran rudamente), cuando le dijo que pertenecía a una familia que tenía el privilegio de la ciudadanía romana (Hch. 22.25-29). Pablo pertenecía a estas tres esferas o mundos: era griego, hebreo y romano.

            A pesar de la apertura del cristianismo a los gentiles, los cristianos conservaron las Escrituras judías. También afirmaban que todas las promesas concernientes al pueblo escogido de Dios se habían cumplido en la Iglesia cristiana, el Nuevo Israel. Podemos decir, entonces, que el cristianismo fue el cumplimiento del judaísmo, pero fue más allá del judaísmo. No permaneció como una secta judía, sino que se transformó en una fe nueva y fresca. Es esencial la comprensión del judaísmo para un entendimiento cabal del cristianismo, pero el judaísmo no explica al cristianismo. El cristianismo se levantó sobre los cimientos del judaísmo, pero fue radicalmente diferente. En esta diferencia está el secreto de su vitalidad y de su historia extraordinaria.



            C. El surgimiento de la iglesia.



            Durante los dos primeros siglos después de Cristo, los cristianos no tuvieron edificios eclesiásticos, en razón de que no podían poseer propiedades por no tener una posición legal en el Imperio Romano. Las congregaciones cristianas se reunían en casas de familia donde desarrollaban su vida como comunidad de fe. Tres grandes acontecimientos en la historia del cristianismo neotestamentario ocurrieron en una casa de Jerusalén: la última cena de Jesús con sus discípulos (Mr. 14.12-26); las apariciones del Jesús resucitado a los apóstoles (Jn. 20.14-29); y la venida del Espíritu Santo (Hch. 2). Posiblemente era la casa de Juan Marcos, el futuro autor del evangelio que lleva su nombre.

            En el Nuevo Testamento se mencionan muchas "casas" en las que se reunía la iglesia primitiva, y se dan los nombres de sus dueños: en Filipos (Hch. 16.40); en Corinto (Hch. 18.7); en Roma (Ro. 16.5, 14, 15); en Efeso (1 Co. 16.19); en Laodicea (Col. 4.15); en Colosas (Fil. 1 y 2). Estas iglesias caseras fueron características del período neotestamentario y hasta el segundo siglo. Los primeros cristianos se sentían felices de reunirse en sus propias casas. Los paganos tenían templos; los judíos, sinagogas; pero los cristianos eran algo nuevos e ilegales, no tenían reconocimiento oficial y eran sospechosos. La única propiedad privada de las primeras iglesias fueron las tumbas, y allí se reunían, especialmente en tiempos de persecución. Fueron estas iglesias "caseras" o sin templo (Ro. 16.5) las que expandieron el cristianismo por todo el mundo romano y más allá también.

            La vida y el ministerio de estas iglesias eran muy simples. Lo más importante era la predicación, la Cena del Señor y el Bautismo.



Predicación

Bautismo

Cena Del Señor
 











                                                 

            No se hacía lo mismo en todas partes, ni todo lo que se hacía estaba bien hecho. Generalmente, cuando llegaba el momento de la Eucaristía ("acción de gracias") o Cena del Señor, se invitaba a los que no eran bautizados a retirarse, porque ésta era sólo "para aquellos que habían sido bautizados en el nombre del Señor" (Didaché).

           

            El bautismo se practicó primero en ríos, porque el agua "viva" (i.e., corriente) parecía más apropiada que el agua "muerta" (i.e., estancada), para este acto tan simbólico. Durante algún tiempo se instruía a los catecúmenos en cuanto a la fe y conducta de un cristiano. Luego de ayunar y orar estaban listos para el bautismo, que simbolizaba su abandono del paganismo por el cristianismo. El Nuevo Testamento exhorta diciendo, "despojaos del viejo hombre" y "vestíos de nuevo hombre" (Ef. 4.22-24; Col. 3.9, 10; etc.); también habla de los creyentes como "muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús" (Ro. 6.11). El bautismo simboliza todo esto en forma muy real. Los cristianos primitivos se desnudaban totalmente antes de entrar al agua, y luego se vestían con ropas nuevas, limpias y blancas. Generalmente, se los sumergía completamente en el agua. El acto comenzaba con una solemne confesión de fe por parte del catecúmeno y terminaba con la bienvenida que se le daba a la comunidad de los creyentes y su participación en la Cena del Señor. Muy temprano se introdujo la práctica de la aspersión o rociamiento, derramando agua sobre la cabeza tres veces. A medida que el cristianismo se esparció a países de climas más rigurosos esta práctica se fue haciendo cada vez más común.



            Hasta el siglo IV, el día del Señor se observaba en algún momento entre el atardecer del sábado y la hora de iniciar la jornada de trabajo, el domingo por la mañana. Para los cristianos primitivos el domingo ("Día del Señor") ocupó el lugar del Sabbath judío (Hch. 20.7; 1 Co. 16.2; Ap. 1.10).



D.  La iglesia y su misión.



            El comienzo del cristianismo fue muy humilde: apenas 120 personas en una casa de Jerusalén. Realmente un comienzo pequeño. Para el año 240, Orígenes decía que las profecías del Antiguo Testamento se estaban cumpliendo y que el cristianismo se estaba transformando en una religión mundial: "Con la venida de Cristo, la tierra de Bretaña acepta la creencia en el único Dios. Así también los moros de África. Así también todo el globo. Ahora hay iglesias en las fronteras del mundo, y toda la tierra grita de gozo al Dios de Israel."



1.      ¿Cómo ocurrió este extraordinario avance? ¿Quiénes fueron sus protagonistas? El libro de los Hechos de los Apóstoles nos presenta a los primeros en asumir la responsabilidad de llegar con el evangelio "hasta lo último de la tierra". Lucas, el primer historiador cristiano y autor de Hechos, describe los primeros pasos del avance del cristianismo siguiendo el bosquejo trazado por Jesús antes de ascender a los cielos (Hch. 1.8). El cuadro que sigue resume las tres etapas principales del ministerio o misión de los apóstoles, según Hechos. Cuando consideramos al libro de los Hechos de los Apóstoles en su totalidad podemos ver estas tres etapas no sólo como movimientos de un área a otra, sino como una ampliación del alcance misionero. El hecho más grande que narra el libro de los Hechos fue la misión a los gentiles, encarada por el apóstol Pablo, porque esto cambió los destinos del cristianismo, que se transformó de esta manera en una religión verdaderamente universal o mundial. Pablo fue el instrumento que el Señor utilizó para dirigir a la Iglesia hacia esta orientación universal de su servicio y ministerio, que es tan característica y propia del cristianismo.



2.      Otros misioneros: Además de los apóstoles hubo muchos otros que llevaron adelante esta misión: obispos (o pastores), evangelistas y misioneros itinerantes. Quienes más hicieron por la rápida expansión de la fe cristiana fueron los innumerables creyentes anónimos que viajaban predicando y estableciendo nuevas iglesias adonde iban. La inmensa mayoría nos es desconocida, si bien a algunos pocos los conocemos por nombre (p. ej., Aquila y Priscila, Hechos 18).



3.      La organización de la iglesia: La organización era muy simple. No había una jerarquía eclesiástica sino sólo dos oficiales: pastor (obispo, presbítero o anciano) y diáconos. Cada comunidad era autónoma, libre y con una autoridad local centrada en la voluntad de la asamblea. No había distinción alguna entre clérigos y laicos, sino que cada creyente se sentía responsable por el testimonio y el servicio cristianos. Muchos de estos testigos predicaron más con la calidad de sus vidas transformadas, que con la profundidad de su teología. Algunos sufrieron por confesar a Cristo como Salvador y Señor (se los llamó "confesores"); otros murieron por hacerlo (se los llamó "mártires", del gr. Martures = testigos).



4.      Naturaleza de los cristianos: La gran masa de cristianos en los primeros dos siglos estaba constituida por esclavos. En el Imperio Romano casi todo el trabajo, el especializado y el más duro, era hecho por esclavos. El famoso historiador inglés Eduardo Gibbon indica que había 60 millones, lo que puede ser una exageración, aunque refleja el alcance de este problema social. Pablo dice: "Mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia" (1 Co. 1.26-29). Si bien algunos cristianos pertenecían a las clases más privilegiadas e incluso algunos pocos eran funcionarios de gobierno o de muy buena posición económica social, la gran mayoría eran esclavos o gente de condición muy humilde. El cristianismo no intentó abolir la esclavitud. El mundo antiguo no podía concebir una sociedad sin esclavos. Pero los cristianos negaron firmemente que la distinción entre esclavo y libre tuviera importancia para Dios (Gá. 3.28).



E    La oposición al cristianismo.




1.      La oposición en tiempos neotestamentarios: El Nuevo Testamento refleja la cambiante situación de los cristianos en el Imperio Romano, desde el tiempo de Pablo hasta el final del primer siglo.



a)      En la carta a los Romanos el apóstol se muestra leal al Imperio y lo considera un "agente de Dios", y exhorta a los creyentes para que sean buenos ciudadanos (Ro. 13:1-7).

b)      Inseguridad para los cristianos: El mismo Imperio en poco tiempo se constituyó en el enemigo más grande del cristianismo en este período, llegando a amenazar su propia existencia (Apoc. 13). La carta de los Hebreos manifiesta esta gran inseguridad (Heb. 13:24). Esta carta fue escrita en momentos de peligro: sangre derramada (12:4); diversos padecimientos (10:32:33); pérdida de propiedades (10:34); prisiones y cosas peores (13:3,13-14).

c)      El Nuevo Testamento termina mostrando a un Imperio Romano hostil hacia los cristianos. El mensaje de Apocalipsis se encarga de describir esto, en códigos y claves: Roma es la bestia con siete cabezas (Apoc. 13:1,4,8), la ramera (Apoc. 17:3-6); los siete emperadores desde Nerón hasta Domiciano (Apoc. 17:10). La bestia es atribuida al emperador; “Mujer” es la ciudad: Roma viene del gr. Rhome, fuerte, y es femenino. Nombres de blasfemia es la adoración al emperador.

d)     El cristianismo y judaísmo: El cristianismo había comenzado dentro del judaísmo. En el tiempo de Pablo, los cristianos y los judíos no eran molestados mayormente   por las autoridades. El mismo apóstol Pablo, con su prédica y ministerio, dejó bien en claro que el cristianismo no era una secta del judaísmo. Por otro lado, la iglesia creció rápidamente, y los nuevos convertidos eran en su mayoría gentil. El  mismo Nuevo Testamento señala que muchas veces los judíos denunciaban por  diversas razones a los cristianos. En el imperio Romano nadie quería a los judíos,  pero mucho menos querían a los cristianos, que ganaban nuevos convertidos a expensas de las religiones antiguas y tradicionales. Se los consideraba una  verdadera amenaza para la sociedad. La guerra de los judíos contra Roma entre el  66 y el 70 acentuó la diferencia entre éstos y los cristianos, al no querer participar los segundos en el levantamiento de aquellos.



2.      Las tres clases de oposiciones al cristianismo: Los cristianos no eran malos vecinos, ni súbditos desleales ni sediciosos, pero cuando un pueblo odia a una minoría y la considera peligrosa, entonces imagina lo peor de esa minoría. La oposición, pues, fue triple:



a)      Oposición popular: Los cristianos se sentían obligados a separarse de muchas cosas que en la sociedad pagana eran costumbres aceptadas, y por esto se los consideraba excéntricos. Esto generó en el pueblo muchos prejuicios:

1)      Eran sospechosos: Sus reuniones nocturnas eran sospechosas, su amor fraternal eran vistos como borracheras y orgía sexual, inmoralidad, incesto entre “hermanos” y “hermanas”. La adoración, sacramentos y disciplina eran mal interpretados:

Decíase que eran caníbales y que devoraban a las criaturas de meses. Esta historia surgió porque celebraban en secreto la Santa Cena. Los paganos no sabían qué ocurría en estas reuniones secretas, pero oían que comían a alguien. Jesús había declarado en la Ultima Cena: “este pan es mi cuerpo, “ este vino es mi sangre.” Entonces, decían los paganos, los cristianos deben comer y beber carne y sangre humanas. (Roland Bainton, 20).
 















2)      Eran considerados absurdos: Por rechazar el politeísmo prevaleciente y la idolatría los cristianos eran acusados de ateísmo (se pensaba que no tenían religión alguna por no participar de la religión tradicional o de los cultos orientales). Minuncio Félix registra el rumor que escuchó el pagano de su historia:

Oigo que, persuadidos por alguna convicción absurda, ellos adoran la cabeza de un asno, la más baja de todas las criaturas.
 







                                  

3)      Atribuidos a males: Los paganos atribuían a los cristianos todas las calamidades y catástrofes indicando que éstas venían por abandonar a los dioses ancestrales por el Dios cristiano. La ética cristiana ponía a los creyentes en conflicto con la ética pagana imperante y los hacía tan diferentes, que se los consideraba extraños o locos. Además, los cristianos rehusaban a hacer libaciones y ofrendas en honor al emperador o a participar en otras prácticas del culto pagano oficial, y esto agravaba su situación, aun cuando algunos oficiales querían mostrarse clementes para con ellos.



b)      La oposición intelectual: Poco a poco, lo intelectuales investigaron al cristianismo, leyeron sus escrituras y lo refutaron con vigor. Dos escritores más conocidos fueron: Celso (S. II) y Porfirio (S. III). ¿De qué acusaban a los cristianos?

           

1)      De ser ignorantes y unos pobres arrogantes: Decían que los cristianos se aprovechaban de los más pobres e ignorantes para hacer su cosecha de adeptos, tomando ventaja de su credulidad. Luciano[4], contra los cristianos decía:

Los pobres infelices se han convencido, antes que nada, de que van a ser inmortales y a vivir por siempre, y como consecuencia de esto, desprecian la muerte e incluso voluntariamente se entregan como prisioneros, la mayoría de ellos....
Luciano, De morte Peregrini, 13.
 















2)      De ser malos ciudadanos: Los cristianos no participaban de la adoración de la ciudad ni del imperio, no reconocían las costumbres ancestrales; rechazaban las magistraturas y el servicio militar. Además, no estaban interesados en las cuestiones políticas o en el bienestar del imperio.



3)      De sostener una doctrina irracional: Para muchos intelectuales la encarnación de Cristo no tenía sentido. Un Dios perfecto e inmutable, no puede rebajarse y ser un pequeño bebé, además, ¿por qué ocurrió tan tarde? Porfirio decía:



Incluso suponiendo que algunos griegos fueron lo suficientemente estúpidos como para pensar que los dioses moran en estatuas, esto sería un concepto más puro que aceptar que lo divino ha descendido al vientre de la Virgen María, que llegó a transformarse  en un embrión, que después de su nacimiento El fue envuelto en pañales, manchado con sangre, bilis, y peor....
           
Porfirio, Contra los cristianos
 



















     Además, la resurrección del cuerpo era una mentira monstruosa. Según Porfirio, el Antiguo y el Nuevo Testamentos eran una trama de historias crueles de tipo antropomórfico: había contradicción entre  un Dios pacífico de los evangelios y el Dios guerrero del Antiguo Pacto; los relatos de la pasión se contradecían entre si. Por otro lado, las ceremonias cristianas eran inmorales: el bautismo alentaba el vicio al declarar perdonados todos los pecados y la eucaristía era un acto de canibalismo aun interpretada de manera alegórica.



c)      La oposición oficial: Oficialmente el cristianismo fue perseguido porque el Imperio Romano temía a las asociaciones secretas que podían asumir un carácter político y a las nuevas religiones no reconocidas por el Estado. Una descripción más específica de la oposición oficial,  nos permite ver que existían varias razones por las cuales el gobierno romano podía desatar una persecución  a los cristianos:



1)      El concepto romano de religión: Para los romanos la religión era una cuestión política. El estado controlaba a los dioses conocidos y desconocidos, e intentaba predecir al futuro. En este sentido, la religión era un mecanismo de control social. Además, el mismo gobierno romano pretendía ser divino, en la persona del emperador: los emperadores se consideraban “poderes” de los que dependían las vidas humanas. El Imperio Romano temía a las asociaciones secretas que podían asumir un carácter político y a las nuevas religiones no reconocidas por el Estado. Los cristianos se rehusaban a realizar libaciones y ofrendas en honor al emperador. Esto agravaba la situación, aun cuando algunos oficiales querían mostrarse clementes para con ellos.

2)      El desarrollo de las persecuciones: La primer persecución local seria ocurrió como consecuencia del incendio de Roma, perpetrado por el emperador Nerón en el año 64. Los cristianos fueron acusados del siniestro y miles murieron martirizados, como señala Tácito, "para satisfacer la crueldad de un hombre", Nerón. Pero esta persecución no se esparció más allá de Roma.

            Bajo el gobierno de Domiciano (81-96), se dio una segunda persecución dirigida contra toda persona que no adorara la imagen del emperador. El Coliseo de Roma, inmenso estadio con capacidad para más de 50.000 personas, había sido terminado para este tiempo y miles de cristianos derramaron allí su sangre por testificar de su fe. Es posible que el libro de Apocalipsis se refiera a estas circunstancias. Tertuliano[5] se refería a esta persecución, cuando decía:



Segando nos sembráis: más somos cuanto derramáis más sangre; que la sangre de los cristianos es semilla. Muchos hay entre vosotros que exhortan a la tolerancia del dolor y de la muerte.... Más no han hallado tantos discípulos estas palabras como han enseñado los cristianos con sus obras.
Tertuliano, Apología, 50.

 















            Desde mediados del tercer siglo en adelante la oposición se hizo más severa, al transformarse en persecuciones generales y organizadas para el exterminio. La razón era que se acusaba a los cristianos de sedición. El emperador Decio quería restaurar la gloria de Roma y la religión tradicional. En 250 decretó que los cristianos en todo el Imperio debían abandonar su fe o morir. Su sucesor, Valeriano, continuó con esta política dejando casi sin líderes a la iglesia, ya que procuró terminar con el clero cristiano. Lejos de aniquilar al cristianismo, estos martirios masivos lo arraigaron todavía más y ayudaron a su mayor difusión.

            La persecución final se dio durante el reinado del emperador Diocleciano, que en 303 ordenó la destrucción de templos, la quema de Biblias y otros libros cristianos, la liquidación de la adoración cristiana y el arresto del clero. Al año siguiente su consigna fue: sacrificar a los ídolos a morir. A pesar de estar muy difundido y haber permeado hondamente la sociedad pagana, el cristianismo corrió un serio peligro en esta época. Afortunadamente, el gobierno fracasó en sus intentos. El rigor de estas persecuciones llevó a la devoción a las reliquias de los mártires y dio lugar a un verdadero culto del martirio. Muchos fanáticos buscaban el martirio para la obtención de una gloria mayor. Otros, no pudiendo resistir la tortura, negaron su fe, entregaron las Escrituras para ser quemadas o hicieron arreglos con el perseguidor. Los obispos ganaron un prestigio extraordinario en razón de que sus cabezas eran más valiosas para los perseguidores que la de los laicos. Pero la persecución tuvo también un efecto purificador. No era fácil ser cristiano en circunstancias tan difíciles.



                        F. El primer emperador pro-cristiano.



                        Habiendo fracasado en destruirlo, el Estado romano bajo el emperador Constantino, reconoció al cristianismo como religión lícita. La victoria de Constantino contra sus opositores por la corona imperial en 312 fue el punto decisivo del futuro del cristianismo en occidente. El cristianismo, que hasta entonces había sido la religión de una minoría perseguida, pasó a ser casi la religión del Estado.

            Eusebio, obispo de Cesarea[6], dice que Constantino mismo contaba haber visto, antes de la batalla decisiva, una cruz resplandeciente en el cielo y sobre ella las palabras: "Con este signo vencerás" (Hoc Signo Vinces). Convencido del poder del Dios de los cristianos, se hizo hacer un nuevo estandarte en el que aparecían la cruz y las dos primeras letras del nombre "Cristo" en griego:



            Con este estandarte al frente de sus tropas, Constantino venció a Magencio, y con él pretendió salvar a su imperio de la decadencia en que se encontraba. La decisión de Constantino fue más política que religiosa. Su necesidad mayor era lograr la unidad del Imperio, y con gran acierto vio en la fe cristiana la suficiente vitalidad y fuerza como para lograrlo. La lealtad política al emperador unida a la lealtad religiosa a una fe como el cristianismo podían resultar en la salvación de su Imperio.

            El cambio fue tremendo. De la noche a la mañana los cristianos se vieron honrados, tenidos en consideración, respetados, consultados y hasta obsequiados por los altos oficiales del Imperio y el emperador mismo. Cuando llegó a  concluir la victoria definitiva, el cristianismo se convirtió en la religión que más gozaba de sus favores en el Imperio Romano. Las monedas de este tiempo atestiguan el cambio: las nuevas monedas paganas (la loba y Rómulo y Remo) pasaron  a llevar también el monograma de Cristo: (gráfico de monedas romanas).

            Además, en el año 314, ordenó que los obispos cristianos se dirigieran al sínodo de Arlés, utilizando los medios de transporte oficial, sin costo alguno. Un poco más tarde, en Mayo de 325, muchos obispos viajaron  al concilio de Nicea a expensas del tesoro nacional.

            Eusebio describe a Constantino agradecido al Dios de los cristianos por la victoria que había encontrado en sus conquistas:



“¡Cuán maravilloso es el poder de Cristo, que llamó a hombres oscuros y sin educación de su oficio de pescadores, y les hizo legisladores y maestros de la humanidad! Os haré pescadores de hombres, dijo Cristo,  ¡y qué bien ha cumplido El la promesa!
            Dio poder a los apóstoles, de modo que lo que recibieron pudiera traducirse a todos los idiomas, civilizados y bárbaros; y pudiera ser leído y ponderado por todas las naciones y la enseñanza pudiera ser recibida como la revelación de Dios...
Eusebio, Oración de alabanza  de Constantino, 17.
 



















            Si bien es dudoso que Constantino haya sido un cristiano auténtico, concedió muchos favores al cristianismo:



1.      Terminó con las persecuciones generales con el Edicto de Milán, del año 313.

2.      Destruyó los templos paganos.

3.      Incorporó a cristianos como funcionarios de su gobierno

4.      Eximió a los cristianos del servicio militar.

5.      Eximió de impuestos a las iglesias.

6.      Hizo del día domingo un feriado civil.



            En el año 325 hizo una exhortación general para que todo el pueblo se hiciera cristiano. Eusebio da evidencias de esto tomando en cuenta una de las cartas de Constantino que dice:



Mucha gente se está uniendo a la iglesia en la ciudad que es llamada por mi nombre (Constantinopla). El número de iglesias debe ser aumentado. Te pido que ordenes cincuenta copias de las Sagradas Escrituras, escritas legiblemente por copistas hábiles... tan pronto como sea posible.
Tienes autorización para usar dos carros del gobierno para traerme los libros a efectos de verlos. Envía a uno de tus diáconos con ellos, y yo pagaré por ellos generosamente. Dios te guarde, querido hermano.
Eusebio, Vida de Constantino,  4:36

 





















            Esta decisión influyó grandemente en Teodosio, quien en el 378 colocó al cristianismo como religión oficial del Imperio Romano.

            El período de las persecuciones y la oposición estatal había pasado, pero la Iglesia tuvo que enfrentar otros peligros: la mundanalidad, el mal uso del poder y el relajamiento de las pautas morales. Paulatinamente la Iglesia en occidente se fue institucionalizando como Iglesia del Imperio. El cristianismo se insertó en la sociedad de una manera tal que, con todos los cambios que siguieron, jamás se vio seriamente amenazado en occidente, hasta los tiempos modernos. Esto abrió las puertas a extraordinarias oportunidades, pero también a numerosísimos problemas, fundamentalmente el de la autenticidad de la fe de enormes multitudes cuyas conversiones frecuentemente eran sólo nominales.

                       



[1] Celso (175 d.C.) filósofo escritor anticristiano.
[2] Clemente de Alejandría (c. 155-220 D.C), primer erudito cristiano conocido.

[3] Estrabon (S. I a.C.). Geógrafo griego. Una de sus obras denominada Geografía, contiene gran abundancia de datos históricos y geográficos. Es considerada la mejor  obra de la antigüedad.
[4] Luciano  de Samosata (c. 125-190), satirísta pagano.
[5] Tertuliano (c. 160-220 d.C.), moralista, apologista y teólogo cristiano. La historia lo reconoce por sus escritos. Muchas son contraversiales y revelan una preocupación inicial con la apologética y las costumbres cristianas.
[6] Eusebio de Cesarea (c. 265-339), reconocido como “Padre de la Historia de la Iglesia.” Resultó ser la voz eclesiástica y espiritual de la era constaniana. Entre sus obras, se destaca  Historia Eclesiástica, la más importante historia de los tiempos antiguos, de valor incalculable por sus riquezas de materiales.

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