Pr Lic. Guillermo Sebastián Olivera
1Reyes 2:4 para que confirme Jehová la palabra que me habló, diciendo: Si tus hijos guardaren mi camino, andando delante de mí con verdad, de todo su corazón y de toda su alma, jamás, dice, faltará a ti varón en el trono de Israel.
David
le enfatizó a Salomón la necesidad de hacer que Dios y sus leyes fueran el
centro de su vida personal y gobierno para poder preservar el reino, como Dios
había prometido hacerlo. Esta promesa de Dios constaba de dos partes: una parte
era condicional y dependía de las acciones del rey actual. La otra parte era
incondicional.
La
promesa condicional de Dios era que David y sus descendientes permanecerían
como reyes solamente si lo honraban y lo obedecían. Cuando los
descendientes de David no hicieron esto, perdieron el trono. La promesa
incondicional de Dios era que la línea ancestral de David continuaría para
siempre. Esto se cumplió con el nacimiento de Jesucristo, un descendiente de
David que además fue el Hijo eterno de Dios. David, cuya vida fue un ejemplo de
obediencia, dio un buen consejo a su hijo, el siguiente rey. Dependía de
Salomón seguirlo.
DESARROLLO
El
encargo de David a Salomón es que obedezca las órdenes del Señor. La autoridad
de un padre moribundo es mucha, pero nada comparada con la del Dios vivo. Dios
había prometido a David que el Mesías vendría de su simiente y esa promesa fue
absoluta; pero la promesa de que no les faltaría hombre sobre el trono de
Israel era condicionada: si él anda delante de Dios con sinceridad, celo y
resolución; para esto debe prestar atención a su camino.
La
sangre pide venganza y se aplaca con la sangre del asesino; de lo contrario
contamina la tierra y recae sobre el encargado de vengarla. Si David, al morir,
no repara ese estado de injusticia, legará a su hijo una carga maldita. Esto
dice él, que ha sido mal entendido e interpretado, ya desde tiempos antiguos.
Para
ambos casos David apela a la sabiduría de Salomón. Un rey sabio no puede dejar
impune la injusticia y el crimen. Se oponen «ir en paz al otro mundo» e «ir
manchado en sangre».
Para
consolidar su posición, Salomón se adelanta a eliminar enemigos presentes y
potenciales, en parte cumpliendo el testamento de su padre, en parte vigilando
a su rival. Que la continuidad dinástica y el reino del rey prudente se tengan
que asegurar con un baño de sangre, es algo que el narrador ni disimula ni
encuentra escandaloso.
Se
trata de cuatro figuras insignes y representativas: Adonías por la casa real,
Joab por el ejército, Abiatar por el sacerdocio, Semeí por la tribu de Saúl.
Cada uno poderoso a su manera; unidos, capaces de derrumbar la casa del rey.
Luego
comienza la gran tarea de consolidar la obra de David haciéndola progresar en
los aspectos fundamentales de la vida ciudadana. Al reinado de signo militar de
David sigue el reinado pacífico de Salomón en el que progresa la vida
ciudadana: administración política, diplomacia y comercio exterior, arte y
literatura, religión. Ésta será la gran contribución del nuevo rey. Su nombre
lo ha predestinado para la tarea, su sabiduría le ayudará a realizarla.
La
conclusión que se deduce es que nuestro texto ha sido redactado durante el
destierro y constituye un llamamiento implícito a la conversión. Quiere hacer
saber a la generación del destierro que la continuidad dinástica estaba
subordinada al cumplimiento de las cláusulas de la alianza. O sea, el único
camino para la restauración de la monarquía pasa por la conversión y la
fidelidad a la Ley de Moisés.
CONCLUSIÓN
Hoy
día, el llamado es el mismo, un llamado a la conversión de todos los seres
humanos, pero esta conversión es por medio Cristo el hijo de Dios, es el único
camino para llegar a gozar de la vida eterna. Recordemos, que Jesús pertenece a
la descendencia del rey David y por tanto, la promesa de Dios a David se
cumple, pues Jesús reinara eternamente.
“Lámpara es a mis pies tu palabra, Y lumbrera a mi camino." Ha puesto su dirección en su palabra por medio de su espíritu. Su palabra va delante en el futuro y nos protege de los embates de la vida. El señor Jesús es tanto el autor como el consumador de la dirección de Dios.
Él Señor mismo prometió que estaría con nosotros todos los días hasta el fin de los tiempos. Eso representa que está a tu lado para ayudarte a entender y aprovechar las oportunidades que se te están presentando. Es con su ayuda que lo lograremos, pero él espera que lo rindamos todo para gobernar cómo él se ha propuesto en su iglesia y en cada uno de sus hijos. Esta alta demanda de nosotros no descansa en un egoísmo de su parte que quiere confiscarlo todo, sino que tiene un propósito en su corazón al decirnos: “porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado” “sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor”
Entonces nunca debemos perder de vista lo siguiente: “andando delante de mí con verdad, de todo su corazón”, es el camino que debemos seguir eternamente.
GLORIA A DIOS
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