El
evangelio según Lucas
Comentario
exegético y homilético
Rev.
Pieter J. Den Admirant: por
muchos años pastor misionero que en Chile
Este libro fue editado y distribuido por Fundación
En la Calle Recta.
(Más información en su sitio de web: http://www.enlacallerecta.es/ )
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En cooperación con la Liga Misionera
Reformada en la Iglesia Reformada en Holanda
El evangelio según Lucas
1. Su carácter y propósito
El evangelio de Lucas es la primera parte de
una obra que consta de dos tomos. En el prólogo -que ha sido escrito en un
griego muy bueno como lo atestigua la historiografía antigua- Lucas escribe
cuál es el propósito de su obra. Para él se trata de la compilación fiel de un
libro de alto nivel, para que los gentiles interesados (entre ellos sobre todo
los llamados piadosos, simpatizantes con la fe judía) tuvieran un buen
documento que les permitiera conocer la historia del Señor Jesús. Lucas es
historiador y evangelista; la meticulosidad con la que escribió su obra era de
gran importancia para la distribución del evangelio. Aunque su evangelio se
dirige a un tal Teófilo, cuya identidad permanece desconocida, resulta claro
que su obra estaba destinada a un público más amplio.
Resumiendo podemos decir que la intención de
Lucas fue escribir un libro que, por su pretensión de fidedignidad histórica,
fortaleciera o produjera la fe en sus lectores acerca de la persona y el actuar
de Jesús.
2. El escritor y la fecha del evangelio
Según la tradición eclesiástica, el escritor
del evangelio era Lucas, un compañero de viaje de Pablo. No hay nada que nos
impida aceptar esta tradición. En el libro de los Hechos encontramos las
llamadas secciones `nosotros', es decir: parece que el escritor en estos
pasajes se hallaba en compañía de Pablo (compare Hechos 16,10-17; 20,5-21,18;
27,1-28,16). Es posible que Lucas haya usado los dos años que Pablo estuvo en
la cárcel en Cesárea para dedicarse a sus investigaciones a fin de escribir su
evangelio. En Colosenses 4,14 Pablo le llama "Lucas, el médico". Aunque
muchos han tratado de comprobar esto a través de sus dos libros, no podemos
decir que Lucas usara más términos técnicos que otros escritores.
Aunque muchos eruditos fechan el evangelio
después de 70 d.C., no hay razones determinantes para aceptar esta posición. Me
parece mejor fechar el evangelio entre los años 50 y 65 d.C. El segundo libro
de Lucas no fue escrito antes de los primeros años de los 60, tal vez tampoco
mucho después. Seguramente escribió su evangelio antes.
3. Motivos teológicos
Lucas quiere primero narrar los
acontecimientos concernientes a la vida y al actuar de Jesús. No obstante,
podemos descubrir algunos motivos que reciben especial atención en su libro:
a. Dos importantes grupos de palabras nos
llevan al centro del interés de Lucas. El primero es el verbo "predicar
el evangelio", palabra que caracteriza el mensaje de la navidad (Lc.
1,19;2,10); la predicación de Juan (Lc. 3,18); el ministerio de Jesús (Lc.
4,18,43; 7,22 etcétera), y la actividad de la iglesia primitiva (Hch. 5,42;
8,4). De esta manera Lucas enfatiza la importancia de la extensión del
evangelio en este mundo.
El otro término clave es "salvación".
Particularmente en los relatos del nacimiento de Jesús se destaca el
concepto de que Dios enviaba a un Salvador para su pueblo (Lc. 1,47,69,71,77;
2,11,30). Así Lucas explica cuál es el contenido de la predicación del
evangelio: la salvación del hombre. Como resumen podemos decir: Lucas nos
menciona que ha llegado la nueva era de la salvación, caracterizada por la
predicación de las buenas nuevas del reino (Lc. 16,16). Si bien la plena
realización del reino de Dios pertenece al futuro (Lc. 19,11), Dios ya ha
comenzado a liberar a hombres y mujeres del poder de Satanás y los demonios
(Lc. 11,20; 13,16); ahora los pecadores pueden recibir perdón y disfrutar de
comunión con Jesús, en quien se manifiesta el poder salvador de Dios mismo (Lc.
7,16,49; 19,10).
b. En su presentación del ministerio de
Jesús, Lucas llama la atención particularmente al interés que el Señor mostró
por los marginados; todos los evangelios testifican de este hecho histórico,
pero Lucas da más énfasis en esto (Lc. 14,12-24; 15; 19,1-10). Demuestra que
Jesús se ocupaba de las mujeres (Lc. 7,36-50; 8,1-3), de los samaritanos (Lc.
9,51-56; 10,30-37; 17,11-19), y de los gentiles (Lc. 7,1-9). Por otro lado
Lucas respeta el hecho de que el ministerio de Jesús estaba exclusivamente
orientado a su pueblo Israel, ya que sólo se limita a insinuar la difusión más
amplia del evangelio en Hechos (Lc. 2,32; 13,28s; 24,47).
Estrechamente vinculado con el tema
mencionado arriba, Lucas destacará el interés que Jesús muestra por los pobres,
y sus advertencias de que los ricos que viven para sí se excluyen del reino de
Dios. En el reino, los valores humanos son radicalmente evaluados. No hay lugar
allí para el autosuficiente, que piensa que sus riquezas mundanas lo protegerán
del juicio (Lc. 6,20-26; 12,13-21; 16,16-31), o para el espíritu farisaico que
no siente necesidad de arrepentirse (Lc. 18,9-14). Por el contrario, la entrada
al reino está reservada a los pobres, o sea, los que reconocen su pobreza y por
lo tanto confían en Dios; y los arrepentidos, que reconocen su pecado y corren
a los brazos de la misericordia divina. Este arrepentimiento significa un
decidido rechazo al pecado y una disposición a seguir a Cristo, cualquiera sea
el costo (Lc. 9,23), aun cuando esto signifique renunciar a las posesiones
terrenales (Lc. 14,33; 19,8).
c. Por último podemos decir que el evangelio
de Lucas se caracteriza por el gozo (Lc.2,10; 15,32a; 24,52). Uno de los
propósitos es transmitir el gozo, que es el privilegio de cada creyente.
4. Bosquejo del contenido
a. Prefacio (1,1-4)
b. Nacimiento e infancia de Jesús (1,5-2,52)
c. Juan el Bautista y Jesús (3,1-4,13)
d. El ministerio en Galilea (4,14-9,50)
e. La marcha hacia Jerusalén (9,51-19,10)
f. El ministerio en Jerusalén (19,11-21,38)
g. Pasión y resurrección de Jesús
(22,1-24,53)
Gran parte del libro se ocupa del viaje que
Jesús realizó a Jerusalén, desde donde regresaría a su Padre ("el tiempo en
que él había de ser recibido arriba", 9,51). Jesús es el Salvador que vino
del cielo y que volvió a la gloria celestial. La iglesia en la tierra recibe
mientras tanto "el poder de lo alto" hasta la gran reunión.
Lucas 1
1. (1,1-4) Lucas, siguiendo la costumbre de
algunos historiadores de su tiempo, nos entrega una introducción de su
evangelio, en el cual aclara a Teófilo la manera en que realizó su actividad
investigativa para escribir este documento, el evangelio según Lucas. Teófilo
era probablemente un gobernador romano; esto se deduce de la palabra
"excelentísimo" que utiliza Lucas, la que emplea sobre todo para los
gobernadores. Lucas operó de la manera en que lo hizo para volver a investigar
meticulosamente las cosas que ya eran ciertísimas entre los creyentes. A fin de
que nada falso pudiera introducirse en torno a la persona de Jesús, Lucas
vuelve a investigar todo por medio de la información de testigos oculares desde
el principio de la vida de Jesús. El propósito era que tanto Teófilo como los
demás lectores conocieran la verdad acerca de la vida de Jesús. Entonces
podemos concluir diciendo que: la fe está basada en hechos y no en historias
ficticias.
* Gracias a Dios tenemos documentos que nos
cuentan toda la verdad sobre el Señor Jesús, verdad que afirma nuestra
seguridad en cuanto a la salvación en Cristo.
2. (1,5-25) Lucas comienza su relato
mencionando los días de Herodes, un rey reconocido por su crueldad. Este
gobernante simbolizaba también la situación actual de Israel: desolación de
parte de Dios por el pecado. Pero aún, en tales condiciones, tanto mayor es la
gracia de Dios que ahora en persona Él visita a su pueblo. El anuncio de Juan
tiene su ocasión en el templo, lugar de la presencia del Señor. Dios no ha
abandonado a su pueblo.
Los padres de Juan, Zacarías (significa: el
Señor recuerda) y Elisabet (el Señor es juramento, es decir: fiel), son judíos
fieles en la observación de los mandamientos y respetan al Señor. Ambos
pertenecen a la tribu de Leví, la tribu de los sacerdotes. En este período, el
no tener hijos se sufría como una deshonra y castigo sobre el pecado. El
anuncio de Juan (como en el A.T. lo fue el de Isaac) era por lo tanto una señal
del amor de Dios por su pueblo, amor que también abarca a este mundo. El
preparador de los caminos del Salvador nace de una mujer estéril.
Pocas veces en su ministerio un sacerdote
podía servir en el templo (una vez al año), y sólo una vez en su vida podía
hacerlo en el santuario. Justamente en el momento de su servicio en el
santuario se le aparece un ángel del Señor. Cuando ve al ángel, Zacarías se atemoriza
tremendamente. Cada encuentro con algún ser celestial asusta a los hombres
debido a la naturaleza pecaminosa de estos últimos. Pero el ángel no busca
aterrarlo, sino consolarlo diciéndole que el Señor ha contestado sus oraciones.
¿Cuáles son estas oraciones? ¿Las oraciones en que pidió al Señor un hijo? ¿O
las oraciones del pueblo y de Zacarías en la hora de la oración, en las que se
rogaba por la pronta venida del reino de Dios? Muchos expositores se inclinan
por la segunda posibilidad, aunque tampoco es necesario omitir la primera.
Recibir un hijo, sin duda, habría sido el gran deseo de Zacarías y Elisabet,
pero a la vez el nacimiento del hijo significa que Dios promete una enorme
bendición en cuanto a la venida de su reino, de su propio Hijo. El niño que va
a nacer recibirá el nombre de Juan (el Señor es misericordioso), lo que expresa
que Dios va a mostrar su gracia a Israel y a los pueblos. No beberá vino ni
sidra, sino que vivirá como un Nazareno, totalmente consagrado al Señor y cuya
misión es preparar los caminos del Mesías. Su tarea será comparable a la de
Elías: hará un llamamiento al pueblo para que éste se vuelva al Señor en
arrepentimiento y obediencia, para que los jóvenes y los ancianos sirvan al
Señor. Así que, aun los rebeldes se convertirán y vivirán como los justos.
Zacarías responde con gran duda en su corazón
y exige una señal para estar seguro. Debido a su incredulidad es castigado por
Gabriel, porque él es el ángel que mora en la presencia inmediata de Dios.
Incredulidad significa poner en duda lo que el Dios Altísimo ha dicho. Zacarías
recibirá una señal, pero no la que él esperaba, sino una que castigaría su
incredulidad. Su falta de fe es castigada delante de todo el pueblo. Una vez
que Zacarías hubo cumplido su servicio en el templo regresa a su casa. En este
tiempo Elisabet quedó embarazada, pero se interna en su hogar durante un
período cinco meses. Comparte el castigo de su esposo y no permite que su
secreto divino sea objeto de burlas; por otro lado, se alegra mucho glorificando
al Señor, que quitó su afrenta de entre los hombres.
* Dios cumplirá sus promesas. Nunca pongamos
en duda las palabras del Señor.
3. (1,26-38) El anuncio del nacimiento de
Jesús sigue al anuncio del nacimiento de Juan. Lucas expresa lo anterior en forma
muy hermosa en el v.26 con las palabras "al sexto mes", es decir, del
embarazo de Elisabet. El nacimiento de Juan solamente adquiere significado a
causa del nacimiento de Jesús. El ángel Gabriel visita ahora en Nazaret -un
pueblito de Galilea- a una virgen llamada María, la novia de José, un hombre de
la casa de David. Es muy factible que María pertenezca a la tribu de Leví, por
lo que es probable que ella sea sobrina de Elisabet. Por su matrimonio, María
entra a gozar de los derechos de la casa de David. Sin embargo, era una virgen
desconocida. Gabriel la saluda, algo que por lo general los ángeles no hacían.
Es una felicitación en nombre del mundo de los ángeles, porque también ellos
están muy interesados y contentos por los planes del Señor (ver 1 Pedro 1,12).
Gabriel le saluda como a una mujer muy favorecida. Esto nos enseña que no
podemos adorar a María, porque ella, al igual que nosotros, también vive por el
favor y la gracia de Dios. Él revela ahora su gracia a una casa tan humillada
por sus pecados como la casa de David. El Señor está con María, su presencia
está con ella dándole una inmensa bendición. Ella es bendita entre las mujeres.
Estas palabras se refieren al futuro embarazo, una bendición que solamente
las mujeres pueden recibir. María, sin embargo, será bendita entre las mujeres,
porque ella recibirá al Hijo de Dios.
Contrario al caso de Zacarías, María no se
turbó ante la presencia del ángel, sino por el saludo mismo. La situación hace
parecer que ella es más importante que la aparición del ángel, lo que causa
confusión en María. El ángel repite que María ha sido favorecida, pero por Dios
mismo. Entonces explica el contenido del favor de Dios: ser embarazada y dar a
luz un hijo que se llamará Jesús. Su nombre es una promesa que apunta a su tarea:
salvar a los pecadores y dar el sacrificio de su vida.
Este Hijo será grande; y aunque nace en
circunstancias muy pobres, en realidad es el Hijo del Altísimo y el
cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento. Recibirá el trono de su
padre David según las promesas de 2 Sam. 7,12-16; Isaías 9,6 y Salmo 89,27-30.
Jesús reinará para siempre; en primer lugar, por su Espíritu en los corazones
de los suyos, luego cuando llegue el reino de Dios en el cual toda potestad
será vencida; un reino sin fin, en el que el pueblo de Israel quedará dentro de
sus límites. El Señor nunca olvida sus promesas dadas a su pueblo Israel.
María no responde con duda en su corazón,
como en el caso de Zacarías; ella sólo es sorprendida por no saber cómo sería
posible esto, pues todavía no tiene relación sexual con el que ha de ser su
marido. El ángel le explica que es el Espíritu Santo quien vendrá sobre ella, y
así ella vivirá bajo la protección del Altísimo. El Espíritu Santo, en su poder
creativo, efectuará la concepción de Jesús. Entonces, el hijo de María es el
mismo Hijo de Dios, quien dejaba su trono de gloria para poder ser nuestro
Salvador.
María necesita la comunión de los santos para
poder compartir su secreto. Con pocas palabras el ángel le informa que
Elisabet, la que llamaban estéril, también espera un hijo. A ella le puede
comunicar su secreto y las maravillas del Señor. También ella recibe algo en
forma milagrosa, puesto que nada es imposible para Dios.
* La única forma de reaccionar ante las
maravillas del Señor es lo que dice María: "Hágase conmigo conforme a tu
palabra".
4. (1,39-56) Después de haber recibido la
señal de la verdad del mensaje del ángel, María se dirigió en seguida al hogar
de su pariente Elisabet. Los padres de Juan vivían en los montes de Judea,
probablemente en los alrededores de Jerusalén. Cuando María llegó, el niño de
Elisabet saltó en su vientre, como si saludara a la madre de Jesús con alegría.
Inmediatamente Elisabet fue llena del Espíritu Santo. Ella entiende, a través
de la luz del Espíritu Santo, el milagro que está ocurriendo; y llena de
gratitud clama con gran voz: "Bendita tú entre las mujeres y bendito el
fruto de tu vientre". María ha recibido la bendición más grande del mundo,
ser madre del Hijo de Dios. Elisabet olvida por un momento la bendición que le
ha concedido el Señor, ser madre de quien preparará los caminos del Mesías, ya
que existe otra bendición aún mayor: la venida del Mesías mismo. Clamando llena
de reverencia dice: "¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi
Señor venga a mí?" Esta es la primera vez que Lucas concede el título de
"Señor" a Jesús. Esta palabra es en la Septuaginta (la traducción
griega del AT) la traducción del nombre de Dios: Jehová. En el mundo antiguo, a
dioses y emperadores se les llamaban `señor'. El único que tiene poder y
autoridad es el Señor Jesús. Es a Él a quien Elisabet está honrando. Ella se
alegra mucho del cumplimiento de las promesas del Señor; es por esa razón que
está llena de gratitud.
* María y Elisabet se gozan en la venida del
Señor. ¿Nos gozamos y nos animamos el uno al otro también con respecto a la
segunda venida del Señor?
Pareciera como si Elisabet hubiese estado en
la casa de María cuando ésta fue visitada por el ángel Gabriel. Las palabras de
Elisabet son semejantes a las dichas por el ángel, pero hay una diferencia: el
ángel habló con respecto a algo futuro, pero Elisabet sabe que ésto es ya una
realidad: María ya es la mamá de Jesús. Las palabras de Elisabet anuncian que
el embarazo de María es un hecho consumado. Así comparten Elisabet y María su
fe y reciben ánimo mutuo a través de este encuentro. La incredulidad paraliza;
en cambio, la fe compartida aumenta y duplica la alegría. El fuego del Espíritu
Santo se propaga de tal manera que María va a elevar un himno; al hacerlo
utiliza palabras de las Sagradas Escrituras (compare entre otro el himno de Ana
en 1 Sam. 2,1-10; sin embargo, es también un himno auténtico de María
relacionado con lo que ha sucedido. Podemos discernir 2 líneas en este himno:
a. La gratitud por las bendiciones dadas
personalmente a María, pues Dios miró en su gracia la posición tan baja
de ella. Gloria a Dios por su misericordia (vv.46-49).
b. Un himno de las maravillas que Dios ha
mostrado al pueblo de Abraham (vv.50-55). María de pronto se da cuenta de que el
estilo del Señor ha sido siempre el inverso de lo que la gente espera. El Señor
se pone al lado del humilde, del menospreciado y resiste a los orgullosos y
ricos (es decir, a los autosuficientes). Estas maravillas se caracterizan no
por los méritos del pueblo de Israel, sino por la gracia y la misericordia del
Señor quien es fiel a su pacto. El pecado se halló en Israel mismo, pero, a
través de pura gracia, Dios restaura a su pueblo según sus promesas (ver Isaías
41,8-9).
* Dios es un Dios de misericordia.
¿Necesitamos de su misericordia o somos autosuficientes en todo?
5. (1,57-66) Tenemos un Dios grande, para
quien nada es imposible. Esto lo muestra claramente el presente pasaje, el cual
nos habla de:
a. El hijo inesperado (57,58). Al
igual que Isaac (Génesis 21,1-7), Juan el Bautista nació de padres que, por el
curso natural, no podían engendrar hijos. No es extraño, entonces, que hubiera
gozo en la vecindad (58). Todo esto pone de manifiesto la misericordia de Dios.
Lo importante es que esto fue a la vez una señal del poder de Dios; Él preparó
el camino para aquel nacimiento aún más milagroso que pronto vendría.
b. El nombre inesperado (59-63). Al
octavo día muchos amigos y parientes vinieron a la casa de Zacarías y Elisabet.
El niño sería circuncidado ese día, en el cual recibiría la señal del pacto de
Dios. Los vecinos le llaman Zacarías (no significa que ellos le den un nombre,
solamente que aceptan a ojos cerrados que el niño se llamaría igual que su
padre). Al hacerlo destacan que Zacarías tiene un hijo y que su generación
recibe continuidad. La reacción de Elisabet es vehemente; contradiciendo a
todos dice: "Se llamará Juan". Este nombre enfatiza que Dios está
haciendo algo muy importante al dar un nuevo comienzo al cumplimiento de su
promesa dada a su pueblo. En Juan, Dios no sólo les ha mirado a ellos, sino a
todo su pueblo, dándole al anunciador del Mesías y muy pronto al Mesías mismo.
Zacarías tiene que escribir el nombre y él lo confirma: "Juan es su
nombre".
c. El milagro inesperado (64). Los
vecinos se habían acostumbrado a la mudez de Zacarías; la `tabla para escribir'
era parte de la rutina diaria para comunicarse. No obstante, de pronto Zacarías
recobra la facultad del habla. Al obedecer al Señor y al mostrar su fe, nuevamente
puede hablar y glorificar a Dios.
d. La consecuencia inesperada (65-66). Lo que
hubiera sido una celebración normal del nacimiento de un niño, de pronto se
convirtió en un evento inspirador de reverencia que llenó de temor a la gente.
La presencia de Dios era real en aquellos que estaban involucrados en esto.
Todos se dan cuenta de que el Señor está obrando. Por lo tanto, todos se
preguntan quién será este niño y cuál será su futura tarea en el reino de Dios.
* Siempre hemos de tener reverencia por lo
que el Señor ha hecho, hace y hará.
6. (1,67-80). Lleno del Espíritu Santo,
Zacarías se convierte en un profeta. Se puede dividir su himno en dos partes:
a. Una alabanza de las maravillas del Señor
para con Israel (68-75)
b. La comisión de Juan (76-80).
ad a. El himno es una respuesta a la pregunta del
v.66. Curiosa es la forma de los verbos, el llamado `perfecto profético';
verbos en el pasado para decir cosas acerca del futuro que asegura que lo que
Dios va a hacer tiene completo cumplimiento. Parecía como si el pacto de Dios
no tuviera vigencia. Pero gloria a Dios, Él ha visitado (salvando) y redimido a
su pueblo. El esperado Libertador, Jesús, mostraría cómo Dios iba cumpliendo su
palabra, aunque no en la forma que algunos esperaban. La liberación se lleva a
cabo, porque Dios ha levantado un cuerno de salvación (mejor traducción según
el griego). El cuerno es símbolo de poder. Por lo tanto, Dios nos ha dado un
Salvador poderoso, un Rey de la casa de David, quien a parte de conceder el
perdón, salvará a su pueblo de la opresión de parte de sus enemigos. Mediante
esta obra salvadora, cumple las palabras de los profetas y se acuerda de su
santo pacto basado en el juramento dado a Abraham.
El propósito de esta salvación es servir al Señor sin
temor alguno, librado de los enemigos, en justicia y santidad. Dios restaurará
los propósitos del pacto mismo: vivir en armonía con su pueblo, el cual le
servirá mediante una vida justa y santa.
ad b. En el v.76 Zacarías canta sobre el lugar que
tiene Juan en el plan salvador de Dios. El niño es el heraldo que anunciará la
llegada del gran rey (ver Mal. 3,1; Isaías 40,3). Esta preparación consiste en
el conocimiento de la salvación, es decir, el perdón de los pecados. La razón
de todo esto es la misericordia del Señor, que se manifestó en la aurora desde
lo alto. Esta expresíon puede ser una imagen para el Mesías (Jer. 23,5; Zac.
3,8; 6,12) o una expresión para mostrar la salida del sol (Is. 60,1; Mal. 4,2).
El Mesías trae luz para los perdidos y es guía para los que perdieron el camino
de la paz con Dios.
Conforme a esta profecía, Juan crecía, se
fortalecía a través del poder del Espíritu Santo y recibía en el desierto su
tiempo de preparación hasta el momento preparado por Dios en el que podría
llevar a cabo su tarea gloriosa.
* Dios ha visitado a su pueblo dándonos a su
propio Hijo. Esta visitación es la base de una visitación futura aún más
maravillosa: La segunda venida de nuestro Señor.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. Los evangelios reflejan el testimonio
fiel de los primeros testigos oculares. El evangelio de Lucas es un documento
fidedigno de Jesús. El escritor de este evangelio se esmeró enormemente para
hacer posible que la vida de Jesús fuese dada a conocer bajo las normas de una
investigación histórica responsable, alejada de todo mito o fantasía. Lucas nos
muestra que Jesús fue una persona real, que históricamente existió; pero por
sobre todo nos dice que esta persona es el Salvador de pecadores y el Ayudador
de los enfermos y pobres. Por tanto, nuestra fe no está fundada en pensamientos
o ideas abstractas, sino en un acontecimiento salvífico que realmente ocurrió
en la historia.
1b. De ninguna manera el estudio diligente de
la Biblia quita la fe. Este ha sido un presupuesto que muchos (algunos
sin mala intención) han sostenido, diciendo que "la letra mata". El
escritor de este evangelio deja en claro que él tuvo que utilizar todos sus
conocimientos intelectuales para compilar datos y hacer una historia fidedigna
de los hechos de Jesús. De ninguna manera su conocimiento de ciertos principios
de investigación riñeron con la voluntad de Dios, al contrario, éstos fueron
utilizados por Él. A partir de esto podemos decir entonces que es un pobre
apoyo que se les hace a los hermanos cuando se les prohibe estudiar la Palabra
en algún instituto bíblico, diciéndoles que eso no es de Dios. Solamente
pensemos en esto: ¿Si el evangelio de Lucas es una investigación concienzuda,
podemos decir entonces que no fue inspirado por Dios este evangelio?
2. Dios se apiada de su pueblo en
circunstancias muy precarias, no abandonándolo, sino mandándole a su propio
Hijo y, antes, a su precursor Juan. La forma en la que se suceden los hechos, a
través de la imposibilidad (compárese el nacimiento de Isaac), muestran que
todo esto es obra de Dios.
La tarea de Juan será preparar los caminos
del Mesías, llamar al pueblo al arrepentimiento y obediencia, a fin de que Él
halle fe en ellos. La misión de Juan deja de manifiesto nuestro alejamiento de
Dios.
Lamentablemente la buena noticia del
nacimiento de Juan tropieza con la incredulidad de Zacarías. Para este hombre,
y para muchos de nosotros, es más fácil expresar su en Dios en forma general,
que en casos específicos y difíciles.
3. Nada es imposible para Dios. El
nacimiento de Jesús es realmente una imposibilidad, ya que María aún no se ha
unido íntimamente a su esposo. Pero el nacimiento de Jesús es la obra del
Espíritu Santo. Jesús será el hijo de la virgen María, naciendo como un
niño inocente para cubrir con su inocencia nuestros pecados desde el principio
de nuestra existencia. Por otro lado, es Hijo del Altísimo, en quien se cumplen
las promesas de Dios dadas a David. El será grande, el Rey de Israel. Aunque su
reino se inaugura en forma humilde, un día abarcará todo el mundo. En Jesús,
Dios quitará los pecados y sus consecuencias.
4a. La "comunión de los santos" es
compartir la misma gracia y la misma alegría. Elizabet, en vez de demostrar la alegría por
lo que ha sucedido con ella, manifiesta su gozo por el privilegio de
encontrarse con la madre de su Señor. Este gozo obrado por el Espíritu Santo es
contagioso. Tengamos la misma alegría, puesto que Dios cumplirá sus promesas.
4b. El Altísimo obra siempre de tal forma que
el mundo debe asombrarse: Él exalta a los humildes y humilla a los grandes.
María, a su vez, honra a Dios por el privilegio que Él le ha otorgado a una
sierva tan humilde como ella. Sin embargo, su himno va más allá, canta las
maravillas que Dios ha hecho en favor de su pueblo Israel. La pobreza no es en
sí una circunstancia favorable para obtener la gracia de Dios, ni la riqueza es
en sí un obstáculo para adquirirla. Es un asunto que tiene que ver con la
actitud detrás de la pobreza y la riqueza. ¿Dependemos de Dios o somos
autosuficientes?
5-6. Todo lo que hace el Señor es asombroso e
inesperado. Cuando Zacarías depositó su fe en el Señor, de
inmediato recobró la facultad de hablar. La incredulidad puede silenciar
nuestro testimonio; la obediencia, en cambio, nos da libertad para declarar la
grandeza de Dios. Zacarías no canta sólo la misericordia hacia ellos mismos,
sino hacia todo su pueblo. Vendrá el Libertador, el Rey prometido, el Salvador,
para que el pueblo de Dios pueda servir a Dios sin temor, en justicia y
santidad. La liberación y la salvación tienen el propósito de despertar en
nosotros la adoración.
Lucas 2
1. (2,1-20) En Lucas 2 encontramos algo sobre
el cumplimiento de la promesa de Dios: el nacimiento de su Hijo, el Salvador.
En tres oportunidades Lucas comienza con la palabra "aconteció"
(1,6,15). Podemos dividir este pasaje bajo estudio en tres partes:
a. 1-7 : el tema principal de la historia, el
nacimiento humilde del Señor con una introducción
b. 8-14 : el anuncio de este nacimiento a los
pastores y
c. 15-20 : las reacciones con respecto a lo
que sucedió.
Lucas escribe que Jesús nació en el tiempo
del emperador Augusto, quien gobernó desde el año 27 a. C. hasta el año 14 d.
C. Augusto fue el que ordenó la realización de un censo. [1] Da la
impresión que los gobernadores mundiales son los que mueven los hilos del
quehacer histórico, pero en realidad es Dios quien actúa y usa a personas que,
como Augusto, parecen dominar los sucesos del mundo.
Con motivo de este censo, José y María
tuvieron que viajar a Belén, la ciudad de nacimiento de José, porque él era un
descendiente de David. María le acompañó, ya que sabían que su hijo tendría que
nacer pronto. Ambos estaban conscientes de que el Mesías tendría que nacer en
Belén. Es muy probable que ellos ya hayan estado en Belén mucho tiempo antes
del nacimiento de Jesús. Fue en este lugar en donde nació su hijo primogénito
(la palabra `primogénito' indica que después le nacieron más niños a esta
pareja). María envolvió al niño en pañales, según era la costumbre de ese
tiempo, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en la sala
común. [2] Lo
que sucede es que las circunstancias son tan pobres, que María no podía dar luz
a su hijo en una sala común, sino en el lugar de los animales y tuvo que poner
a su hijo en un pesebre, en el cual comían los animales. Son justamente estas
circunstancias las que el ángel usará como señal para que los pastores puedan
saber el lugar exacto en donde podrán hallar al niño recién nacido, el Salvador
y Mesías.
* Jesús se humilló; no obstante, es el Rey de
reyes, por cuya muerte seremos salvos.
Inmediatamente después del nacimiento de
Jesús, un ángel (¿también Gabriel?) anuncia su nacimiento a los pastores. Estos
humildes hombres, de pronto son visitados durante la noche de vigilia y
llamados a ser los primeros oyentes y testigos del anuncio que traería gozo a
todo el pueblo.
Repentinamente el ángel se presentó ante los
pastores, con la gloria del Señor. Esta luz los rodeó de claridad. En el A.T.
la gloria del Señor es la prueba de su presencia. Debido al pecado del pueblo de
Israel, la presencia de la gloria del Señor estaba escondida detrás del velo
del santuario del templo. Pero el hecho de que la gloria del Señor los rodeaba,
significa que ahora ha llegado el nuevo pacto en el cual el Señor vive junto a
su pueblo. La única reacción de los pastores es el temor. Nadie puede ver la
gloria del Señor y sobrevivir. Pero el ángel los consuela. Esta luz no es
mortal para los hombres pecadores, pues trae buenas nuevas de gran gozo que será
para todo el pueblo. Esto quiere decir: el gozo inmenso de un pueblo que ha
sido reconciliado con Dios, y que ahora puede vivir en su gloria, será
efectuado por el que acababa de nacer.
En el versículo 11 oímos: "Porque os ha
nacido un Salvador". El énfasis en estas palabras está en la palabra
"Salvador". El niño recién nacido libertará del pecado; su objetivo
es lograr que el pueblo pueda vivir junto a Dios. Este Salvador es el Ungido de
Dios, designado y capacitado por Él para poder cumplir su tarea redentora.
También es Señor, ya que su realeza implica que es amo y dueño de sus súbditos.
El niño ha nacido en la ciudad de David, en Belén. Con estas palabras el ángel
indica que Dios cumple las promesas hechas a la casa del rey David. La señal
del salvador que rescata del pecado y la culpa, es la de un niño envuelto en
pañales, acostado en un pesebre; esta es a la vez señal de su pobreza y
humillación. Él nos salva al llevar nuestra pobreza y culpa delante de Dios.
Por lo tanto, sus circunstancias tan humildes son causa de gran gozo. Esto se
ve también claramente, cuando un gran ejército de ángeles rinde alabanzas a
Dios. El griego no dice que los ángeles cantaban, sino que clamaban; este
clamor lo podemos dividir en dos líneas.
"¡Gloria a Dios en las alturas,
Y en la tierra paz, buena voluntad para con
los hombres!"
Lo que sucedió en la tierra (el nacimiento
humilde de Jesús) es causa de gran alabanza en los cielos más altos. Su
nacimiento tiene significado para la tierra y el cielo, por el hecho de que
este niño, por su sacrificio, unirá cielo y tierra. Además traerá paz en la
tierra, una paz que consiste en la buena voluntad, es decir, el gran amor que
Dios tiene para con los hombres. Es un mensaje glorioso del cual los ángeles se
alegran grandemente.
* La gloria de Dios se manifiesta en la salvación
del hombre. ¡No existe un mensaje más precioso que éste!
Después de este anuncio glorioso, los ángeles
se retiran. Ahora los pastores tienen que responder. Lo hacen, pues aceptan por
fe el mensaje del ángel; ellos no se concentran en la aparición gloriosa de
los ángeles, mas bien en el maravilloso anuncio que ellos hicieron. Se dirigen
inmediatamente a Belén a ver el cumplimiento de la palabra que el Señor
ha manifestado. La palabra de Dios, su mensaje, es lo más importante y
no la aparición impresionante de los ángeles. Los pastores se apresuran (probablemente
con sus rebaños, ya que el texto dice: pasemos, pues, hasta Belén); una
vez llegados a Belén se encuentran con la señal: un niño acostado en un
pesebre. Lo que fue una solución de emergencia, se transforma para los pastores
en un hecho lleno de significado: la señal de la salvación.
En los versículos 18-20 vemos tres
reacciones: la de los pastores, la de la gente en general y la de María. Al
verlo, los pastores dan a conocer en público lo que se les había dicho acerca
del niño. Pese a que la gente se maravillaba, no leemos que pusieran su fe en
las palabras de ellos; sin embargo, estos pastores cumplen su tarea, ya que el
mensaje estaba destinado para todo el pueblo. No obstante, la reacción del
pueblo es una de silencio, de sorpresa, pero sin expresión de alabanza.
Solamente María guardaba todo en su corazón, y compara las palabras que ha
oído con las que anteriormente había recibido del ángel Gabriel y de Elisabet,
tratándolas de entender (mejor traducción que meditar) todas ellas; y al hacer
ésto, las guardaba todas en su corazón. Los pastores glorifican y alaban al
Señor. De nuevo Lucas destaca el hecho de que los pastores siempre toman su
punto de partida por la palabra oída. Lo que ven tiene que estar de acuerdo con
lo que habían escuchado de parte de Dios; sólo su palabra es confiable. Por muy
pobres que fueran las circunstancias, son justamente aquellas las que fueron
prueba de la verdad de la palabra del Señor.
* ¿El nacimiento de Jesús nos produce gozo y
fe, o solamente sorpresa?
2. (2,21-38) En los versículos 21-39 leemos
cómo Jesús fue puesto bajo la ley. Luego de 8 días, Él fue circuncidado. A
través de esta circuncisión, Jesús fue incorporado al pueblo de Israel en el
pacto de Dios con Abraham. No obstante, es una humillación para Él, ya que al
ser concebido por el Espíritu no necesitaba ser incorporado al pueblo del pacto
para poder pertenecer a Dios. Hay otra cosa más, la circuncisión también
significaba que el Israelita debía arrepentirse y vivir en un nuevo estilo de
vida. Jesús tampoco necesitaba de arrepentimiento, ya que es el Hijo de Dios
sin pecado. Sin embargo, para nosotros es una predicación del evangelio. Jesús
fue circuncidado y de esta manera tratado como pecador, como si necesitase de
la gracia de Dios para adquirir gracia para nosotros.
Ese mismo día, José y María le pusieron por
nombre Jesús. Tenemos que darnos cuenta que en realidad fue Dios mismo quien le
puso este nombre (ver Mateo 1,21 y Lucas 1,31). El nombre `Jesús' es una
descripción exacta de su persona y obra, pues significa: "Jehová
salva". Él va a recibir lo que nos pertenece a nosotros (los pecados),
para que los pecadores reciban lo que le pertenece a Él, el perdón y su
justicia.
* Inmediatamente después de su nacimiento,
Jesús fue tratado como pecador a fin de adquirir justicia y perdón para
nosotros.
En los versículos 22-24 se nos habla de la
presentación de Jesús; lo trajeron a Jerusalén para presentarlo al Señor. El
Salvador recién nacido es llevado a la casa de Dios. Esto ocurre, nos cuenta
Lucas, cuando los días de la purificación de ellos se cumplieron. La
presentación significaba que cada primer niño de los Israelitas, el
primogénito, tenía que servir a Dios en el templo. Pero por su pecado Israel
había perdido este derecho, así que Dios había designado a la tribu de Leví
como la tribu que le serviría (ver Num. 3). Aquella consagración a Dios podía
ser rescatada a través de una cantidad de dinero. Esta ceremonia (la
presentación en el templo) recordaba a Israel su pecado con el becerro de oro.
Con Jesús sucede lo mismo, como si Él participara en el pecado. De esta manera
es nuestro Salvador, el cual llevó todos nuestros pecados desde su niñez hasta
la muerte. Muy peculiar es lo que Lucas escribe referente a "los días de
la purificación de ellos". Esto trata de la inmundicia a causa del
parto. Normalmente se habla de la inmundicia de la madre. La inmundicia de la
madre tenía que ver con el nacimiento de su hijo. ¿Cómo es posible hablar de la
inmundicia de María, sabiendo que Jesús nació sin pecado? Jesús y su madre
deben cumplir juntos la ley de Dios, como si Él (Jesús) fuera un pecador. En un
sentido, Jesús era pecador, pero no por su propio pecado (pues nunca pecó),
sino por imputación, es decir, por nuestros pecados. Por esta razón Pablo
escribe en Gálatas 4 que Jesús nació bajo la ley, vale decir, Él tuvo que
cumplir todo como si fuera pecador para que redimiese a los que estaban bajo la
ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos.
Según la ley, la madre debía ofrecer un
cordero. María ofrece un par de tórtolas o dos palominos, lo cual corresponde
al sacrificio de los pobres. Nuevamente se nos habla de la pobreza de ellos.
Esto nos recuerda nuestra propia pobreza delante del Señor. Pero podemos ser
ricos a través de nuestro Señor Jesucristo.
* Jesús fue puesto bajo la ley, y sus padres
ofrecieron el sacrificio de los pobres; anunciando con esto que en Él hay
perdón y riqueza espiritual.
Precisamente durante esta ocasión, Simeón,
tal vez un hombre viejo, llega al templo. Simeón fue inspirado por el Espíritu
Santo. Era un hombre justo y piadoso, reverente a las palabras, promesas y
mandamientos de Dios. Otra de sus características era, que él esperaba la
consolación de Israel (según Isaías 40), es decir, al Mesías mismo, su reino y
la restauración de la nación judía; para que éste llegara a ser verdaderamente
el pueblo de Dios, viviendo en su presencia.
El Espíritu Santo estaba sobre él; reinaba
sobre su vida y le había revelado que no vería la muerte antes que viese al
Ungido del Señor, el Mesías. Este toma a Jesús en sus brazos y dice:
"Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra; porque
han visto mis ojos tu salvación". Simeón puede morir, ya que tiene a Jesús
en sus brazos y sus ojos puestos en la salvación que está en Él.
Simeón confiesa a Jesús como el único
Salvador para todos los pueblos. Para Israel fue algo nuevo, aunque no oculto.
Dios es el Dios de toda la tierra, y es su voluntad que toda la tierra le
sirva. De la misma manera, Jesús es luz para revelación de los gentiles y
gloria de su pueblo Israel. Los gentiles vivían en oscuridad, alejados de la
luz de Dios; pero a través de Jesús también ellos llegarán al conocimiento del
Dios y Salvador verdadero, según la profecía de Isaías 49,6: "Poco es para
mí que tú seas mi siervo para levantar las tribus de Jacob, y para que
restaures el remanente de Israel; también te di por luz de las naciones, para
que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra". Los gentiles siguen
en las tinieblas por no conocer a Dios, sin embargo, Él los llama a su luz
admirable (ver 1 Pedro 2,9-10).
Este cambio inmenso de las naciones es la
gloria de Israel. Si todos los pueblos son benditos en Abraham al compartir en
su promesa, entonces el pueblo de Dios llegará a su propósito original
(Gen.12,3). Israel por su propio pecado se alejó de la gloria, pero la recibirá
junto con los gentiles a través de Jesús.
* ¿Conocemos la esperanza que existe para
Israel y las naciones, que un día juntos servirán al Señor; oramos por la
conversión de Israel y de las naciones?
José y su esposa (María) estaban maravillados
de todo lo que se decía de su hijo Jesús. Sabían quién era este niño, pero se
maravillaban del hecho de que otra persona supiera lo mismo y aún más: que
Jesús es la luz de los gentiles y de Israel. Simeón les bendijo con la
bendición de Dios. Pero también muestra y revela el futuro camino de Jesús. Su
tarea es una tarea gloriosa, pero el camino hacia la gloria, es un camino
extremadamente difícil. Jesús será una piedra de tropiezo. Su venida significa
vida, pero, a la vez, muerte, muerte para los incrédulos.
Simeón, dirigiéndose a María le dice:
"He aquí, éste está puesto para caída y para levantamiento de muchos en
Israel, y para señal que será contradicha". Estas palabras no resultan
sino realistas; en cuanto a éstas podemos pensar en dos grupos: para algunas
personas Jesús será piedra de tropiezo; para otras, roca de salvación. También
es posible unir a ambos grupos en uno, diciendo que muchos tropezarán con
Jesús, pero (como el caso de Pedro) se levantarán una vez que hayan descubierto
el significado verdadero de Jesús.
En todo caso, Jesús tiene que sufrir mucho.
Para María, el sufrimiento de su hijo será "una espada que traspasará su
alma". Llegará el momento en que ella estará muy cerca de la cruz de su
hijo primogénito; allí su alma se llenará de tristeza. Este camino es
inevitable. Al encontrar a Jesús serán revelados los pensamientos de muchos
corazones. De la posición que tome la gente frente a Jesús, se revelará cuál es
la verdadera relación que se tiene con Dios.
* El sufrimiento de Jesús, para nuestra
salvación, es inevitable. Frente a Él cada cual tiene que decidir su posición.
La indiferencia también significa estar en contra de Jesús.
"Estaba también allí Ana, profetiza,
hija de Fanuel, de la tribu de Aser". El nombre Aser significa
`felicidad'. En el aspecto material no tenía felicidad en su vida, lo había
perdido todo, pero había encontrado toda su dicha en Dios; era de edad muy
avanzada, ochenta y cuatro años; hace muchos años que ya era viuda, puesto que
había vivido con su marido tan sólo siete años. Ella halló su consuelo en el
servicio de Dios; todavía, siendo ya muy anciana, no se apartaba del templo,
sino que seguía siendo inspirada por el servicio a Dios, día y noche a través
de la oración y del ayuno (un medio para concentrarse en la oración).
Al estar en el templo, y también mediante la
revelación del Espíritu Santo, conoce a Jesús como el Ungido de Dios recién
nacido, y da gracias al Señor. Su gratitud se convierte en un testimonio a
todos los que esperaban la redención en Jerusalén. La comunión de los santos
consiste en compartir las maravillas del Señor y la esperanza que tenemos en
Él, la redención final cuando Cristo venga.
* El que ve la gracia de Jesús, comparte la
esperanza con todos los que la anhelan.
3. (2,39-52) Muy poco sabemos de la niñez de
Jesús, sólo que crecía físicamente y espiritualmente en fe y sabiduría bajo la
gracia del Señor, como un niño obediente a sus padres, pero sobre todo a su
Padre celestial. Lucas nos relata un sólo hecho de la piedad de Jesús como
niño. Lo impresionante de este relato es que Jesús está en la casa de su Padre,
en las cosas de su Padre, en la palabra de su Padre (vv.46-47) reconociendo que
se halla en su propio hogar, su hogar real. Podemos darnos cuenta que desde aquí
comienza un proceso de desprendimiento familiar, aunque a la vez estaba
completamente sujeto a ellos (v.51). El Padre verdadero de Jesús es Dios. Esto
es evidente al comprender su relación íntima con el Padre, su amor por Él y la
obediencia al cumplir su voluntad.
María apela al concepto filial terreno; ella
y su marido José, le han buscado con mucha angustia. Jesús responde que no es
difícil saber el lugar en donde encontrarlo, ya que le es necesario estar en
los negocios (Lit. "las cosas") de su Padre. María y José podían
saber donde se encontraba Jesús; sin embargo, todavía no entienden. Jesús debe
rendir cuentas a su Padre celestial. Es su deber estar en sus negocios para
prepararse con respecto a su tarea futura, a la vez es su gozo. Jesús es un niño
con un secreto: Él pertenece primeramente a su Padre celestial. "Pero
María guardaba todas estas cosas en su corazón". Meditaba en el
significado de la reacción y palabras de Jesús. Al meditar en las palabras de
Dios el Espíritu Santo nos ilumina para aprender su significado.
* Jesús, el Hijo del Padre, nos otorga acceso
a la presencia de Dios como nuestro Padre.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. "El pesebre y la cruz fueron hechos
de la misma madera". Desde el principio de su llegada, Jesús tuvo que
sufrir. Su nacimiento no fue semejante al de un Rey. En las palabras del v.7:
"no había lugar para ellos en el mesón", no vemos sólo su gran
pobreza sino también que ya desde el principio era un Rey que no era bienvenido
ni apreciado. Sin embargo, Dios no se equivocó, todo lo hizo por nuestro bien.
Cristo llegó en estas condiciones para acercarse a nuestras necesidades de
pobreza delante del Señor. Voluntariamente sufrió el no ser bienvenido para
adquerir para nosotros la más cordial bienvenida en el reino de Dios.
1b. El nacimiento de Jesús expresa la buena
voluntad de Dios hacia un mundo perdido. El relato del anuncio del nacimiento de
Jesús dado a los pastores nos predica varias hermosas verdades:
a. El nacimiento de Jesús es motivo de gran
gozo.
b. El nacimiento de Jesús produce gozo;
porque el que nace es el Salvador del mundo, por cuya obra Dios restaura la
relación que estaba interrumpida con Él.
c. El evangelio es el mensaje en el cual Dios
se dirige directamente a nosotros: "Os ha nacido...". Dios proclama
las buenas nuevas como algo que ha sido determinado para nosotros.
d. El nacimiento de Jesús manifiesta la
gloria de Dios. A través de Jesús el cielo y la tierra se unen. El Altísimo
expresa en el nacimiento de su Hijo el secreto de su corazón: Él tiene
misericordia por nosotros pecadores perdidos.
1c. Las maravillas del Señor merecen fe y
adoración. Los
pastores respondieron con fe a la Palabra y promesa del Señor. Mientras tanto,
María guardaba todas las cosas en su corazón, trataba de comprender aún más los
caminos del Señor. La gente se maravilló mucho; sin embargo, no hicieron nada
para acercarse a Jesús y adorar a Dios. No adorar a Dios, ni creer en su
Palabra es más que negligencia, es menospreciar a Dios y sus maravillas; esto
trae funestas consecuencias eternas. ¿Es nuestra actitud frente a Él, de fe o
de sorpresa?
2a. Jesús se sometió bajo la ley de Dios para
hacernos libres. La circuncisión y la presentación en el templo
eran para Jesús una humillación tremenda, ya que no tenía culpa. Por otro lado
esto nos predica sobre el gran amor que sintió por nosotros desde el principio.
2b. Mirar a Jesús, también si es `sólo' por
la fe, satisface nuestras necesidades espirituales por completo. Simeón
y Ana esperaban la redención efectuada por el Mesías. Simeón profetiza tanto el
sufrimiento de Jesús, en el cual se incluye el rechazo que experimentaría de
parte de muchos del pueblo de Dios, pero además que será el Salvador para todas
las naciones. Esta salvación es la gloria de Israel, mientras que su alegría
será el servir a Dios, junto con las naciones. Simeón, teniendo a Jesús en sus
brazos y sus ojos puestos en Aquel que es el Salvador, sabe que el tiempo de su
partida de este mundo ha llegado; ahora él puede morir en paz. Ver al Mesías es
suficiente para Simeón, y para nosotros también.
2c. El creyente no envejece sino que cada vez
es más joven, es decir más cerca del reino de Dios. La
vida de Ana se caracterizó por fidelidad y gozo en el servicio a Dios. Viendo a
Jesús dio gracias. Si conocemos a Cristo podemos dar gracias al Señor por su
don maravilloso (2 Cor. 9,15), a pesar de los dolores que debemos experimentar
y el decaimiento físico. Tenemos un futuro incomparable por delante, motivo
para compartir nuestro gozo con todos los que anhelan la venida de Cristo.
3. El deleite de Jesús estaba en las causa y
en la casa de su Padre. El niño Jesús se queda en Jerusalén, y los padre
de él al no saber su paradero comienzan a buscarlo desesperadamente por todos
los lugares, sólo en última instancia regresan a Jerusalén para al fin
encontrarlo en el templo, en un diálogo con los maestros de la ley. Para Jesús
la búsqueda de su persona no debió haber llevado tanto tiempo (ver v.49). Ya
podemos advertir a esta edad de Jesús como Él está consciente de tener una
relación única con Dios a quien llama "Padre". Aunque esto es un caso
particular dado en Jesús, sí podemos reflexionar acerca de nuestra vida como
creyentes, ¿estamos realmente involucrados en los asuntos que competen a
nuestro Padre celestial?
Lucas 3
1. (3,1-20) En el capítulo 3, Lucas retoma el
hilo del último versículo del capítulo 1. Juan permaneció en el desierto hasta
el día de su manifestación al pueblo de Israel. Ahora ha llegado el momento en
el que Juan prepararía los caminos del Señor. En este pasaje, Lucas nos relata
toda la historia de Juan, destacando la importancia de su actividad y a la vez
la importancia del actuar de Jesús. El Rey mismo ha llegado.
Este día de la presentación pública del
ministerio de Juan tuvo lugar en el año decimoquinto del imperio de Tiberio
César. La introducción tan amplia nos recuerda al llamamiento de los profetas
del A.T. (ver por ejemplo Jer.1,2). Juan el Bautista actúa como profeta, pero
también hay diferencias. Los profetas del A.T. podían ser mencionados con
referencia a los reyes de Israel. Ahora Israel es un país desgarrado bajo el
dominio extranjero y con un sacerdocio estropeado. El sumosacerdocio,
normalmente desempeñado por una sola persona, ahora era ocupado por Anás (a
quien los judíos consideraban como el sumosacerdote legal) y Caifás (quien fue
designado por los romanos como suplente de Anás y sumosacerdote oficial). Es
como si Lucas presentara la descripción de lo que Zacarías dijo en 1,71:
"Salvación de nuestros enemigos, y de la mano de todos los que nos
aborrecieron". En este tiempo de desesperanza Dios manda a su profeta
Juan.
El escritor también nos hace ver que el
actuar de Juan tiene resonancia mundial. La palabra de Dios llega hasta el
palacio del tetrarca Herodes (3,19), más tarde lo hará hasta el palacio del
gobernador Pilato, e incluso a los oídos del mismo emperador de Roma. La
palabra de Jesús y de sus siervos revolucionarán los imperios del mundo.
En el v.3 Lucas nos entrega un resumen de lo
que hizo Juan. Él comenzó en el desierto y después fue por toda la región
contigua al Jordán. Por su trabajo, él necesitaba del agua del río Jordán; allá
Juan proclamaba la palabra de Dios. La palabra "proclamar" nos hace
ver que el trabajo de Juan era el de un embajador; su ministerio era anunciar
el actuar del Rey mismo. Juan proclama un bautismo basado en el arrepentimiento
de los pecados y un perdón futuro de ellos, a los cuales debían prepararse por
medio de arrepentimiento y conversión. Todo el actuar de Juan está de acuerdo
con la profecía de Isaías. Su llamado a la conversión y al arrepentimiento se
relaciona con las palabras "preparad el camino del Señor y enderezad sus
sendas". La esperanza de una amnistía divina para los pecadores ya fue
proclamada, cuando el profeta prometía que con la venida del Señor todo valle
se rellenará y toda carne verá la salvación de Dios. La venida de Jesús tiene
importancia para todo el mundo. Juan cumple la profecía de Isaías, pero también
el anuncio del ángel Gabriel y la profecía de su propio padre (ver Lucas
1,16-17;77-78).
En los versículos 7-18, Lucas pone un ejemplo
de la predicación de Juan; termina el hagiógrafo en el v.18, diciendo:
"Con estas palabras y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas
nuevas al pueblo", es decir, predicaba el evangelio. Esto significa que el
serio llamado al arrepentimiento era parte necesaria del evangelio, como
preparación para recibir el perdón de los pecados. Este serio llamado al
arrepentimiento no es algo amenazante, al contrario, es algo que sirve a la
predicación del evangelio de la gracia de Dios.
Los versículos 7-9 nos dan un resumen del
llamado al arrepentimiento a las multitudes. Tiene que ser un genuino
arrepentimiento, y no uno que sólo quiere escapar de la ira venidera sin
humillarse delante del Señor, como víboras que huyen de un campo ardiendo, pero
siguen siendo víboras. A las multitudes se les llama descendientes de víboras,
y por ende no pueden enorgullecerse de sus padres. Deben dar frutos que
concuerden con el arrepentimiento. Esto significa que es menester ser nacido de
Dios para poder hacerlo. No basta con ser descendientes de Abraham, pues Dios
puede hacer que las piedras se conviertan en descendientes de Abraham. La
descendencia humana no es garantía de aceptación divina. Sólo los buenos frutos
salvan a los árboles de ser cortados y echados en el fuego.
Los versículos 10-14 describen la reacción de
la gente; ella pregunta por ejemplos prácticos que demuestren el significado de
dar frutos. Es curioso que Juan siempre plantee las relaciones entre los
hombres: que compartan la ropa y la comida, que los publicanos no exijan más de
lo que está ordenado, y que los soldados no roben. ¿Por qué? Porque Juan
llamaría a un pueblo hacia la ley de Moisés, en la que domina el amor.
Este pueblo, si está en condiciones, puede anhelar la venida del Señor.
Preparando al pueblo para la venida del Señor
-que ahora vive a la expectativa de la llegada del Mesías- Juan va a hablar
acerca del Cristo, aclarando primero que él no lo es. Juan, sólo puede llamar
al pueblo al arrepentimiento y bautizar en agua, mientras que el Cristo
bautizará en Espíritu Santo y en fuego. Él dará el Espíritu Santo para la
obediencia a Dios, la conversión verdadera, la vida para la gloria de Dios; al
final el Mesías destruirá a los impíos en el fuego del juicio. Limpiando su
era, Él separará el trigo de la paja, recogiendo el trigo (aquéllos que dieron
fruto) en su granero y quemando la paja (aquéllos que no se arrepintieron de
verdad) en el fuego. Así predicaba Juan el evangelio. De tal modo que
también el hablar del juicio sirvió al evangelio para que la gente se
convirtiera a Dios dándole los frutos de una vida consagrada.
Las buenas nuevas llegan incluso a Herodes,
el gobernador de Galilea y Perea, la zona a lo largo del río Jordán. Sin
embargo, a este rey no le agrada la predicación de Juan, porque éste le muestra
la maldad de su relación ilícita que tenía con la mujer de su hermano Felipe,
una unión prohibida por la ley de Dios (ver Levítico 18,16;20,21). También le
muestra otras maldades. Éste, al rehusar convertirse a Dios, añadió otro
pecado: encarcelar a Juan, imponiendo silencio a la voz profética. Al terminar
así, Lucas no nos da un anti-clímax, al contrario, nos muestra que la vida de
Cristo, cuyo precursor fue encarcelado, sería también una vida de sufrimiento;
un sufrimiento que concluiría en la gloria.
* A las buenas noticias del evangelio
corresponde una vida de arrepentimiento y de frutos para Dios.
2. (3,21-38) En esta porción Lucas vuelve por
un momento al actuar de Juan en la ocasión cuando Jesús es bautizado. Al ser nombrados
los acontecimientos que siguieron al bautismo de Juan, Lucas destaca a Jesús
como el Mesías. El pensamiento judío, al principio de aquella época, era que el
Espíritu de Dios, desde los días de Hageo, Zacarías y Malaquías, se había
alejado de Israel para reaparecer en el tiempo del Mesías.
Jesús fue bautizado cuando todo el pueblo se
bautizó. Al mencionar esto, Lucas recalca que el Señor se unió con el pueblo
para constituirse en Salvador de ellos. Como respuesta a su oración, el
Espíritu Santo descendió del cielo en forma corporal, de una paloma, para
ungirlo con su poder. La voz celestial le señaló como Hijo de Dios, el amado en
quien el Padre tiene pleno gozo. El que fue concebido por el Espíritu Santo es
ahora reconocido por el Padre como su Hijo. Su ministerio será de suma
importancia para todo el pueblo.
Jesús comenzó su ministerio a la edad de
treinta años, una edad poco respetada en este tiempo. La genealogía [3]
tampoco le da gloria a Jesús. El Hijo de Dios es también un hombre de origen
humilde, mas así será el Salvador de su pueblo. La genealogía tenía mucho
significado en el tiempo del N.T, describía la historia para acreditar la alta
descendencia de una persona. Sin embargo, si Lucas nos da la genealogía de
Jesús, es para mostrarnos que sus antecesores en el árbol genealógico no
pertenecían a la crema de la sociedad judía. Lucas tiene que remontarse a
muchas generaciones para encontrar un nombre conocido. Resulta que Jesús no es
un descendiente de Salomón, sino de la línea desconocida Natán-Neri. Finalmente
se pierde en el pueblo de Israel en general y por fin en el mundo de todos los
hombres, siendo hijo de Adán, sin embargo, también hijo de Dios. Lucas lo dice
de esta manera para subrayar que Jesús es Hijo de Dios, pero nacido en
humildad.
* Jesús en su humildad quiere pertenecer al
mundo pecaminoso a fin de salvar a los suyos en todo el mundo.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. Dios interviene a través de Juan y su
Hijo para llamar a Israel y las naciones a una vida digna de su reino. La
actividad pública de Juan se desarrolla en un tiempo en el cual Israel es
oprimido y no tiene ninguna importancia. Al parecer el actuar de Juan tampoco
tiene mucho sentido. Sin embargo, sí tiene resonancia mundial. A través de la
predicación muchos se han convertido y conocido al Hijo de Dios, Jesucristo.
Juan era un instrumento humilde en las manos de Dios; la predicación en general
es un medio humilde y sencillo, sin embargo, es la manera que Dios utiliza para
intervenir en el mundo, quizás no en forma espectacular, pero sí eficaz.
Mediante el mensaje del evangelio vidas son transformadas, muchos son traídos a
la obediencia del Señor, conociendo así su gran amor y perdón hacia ellos.
1b. La tarea de Juan es llamar al pueblo al
arrepentimiento y a la conversión. No importa cuán dura parezca su predicación,
él proclama el evangelio. ¡Incluso el anuncio del juicio de Dios es parte del
evangelio!, ya que el objetivo es que el pueblo se convierta y esté preparado
para recibir al Mesías. Es importante que consideremos seriamente la forma en
que estamos anunciando el evangelio en la actualidad; hemos de ver si realmente
estamos siendo sinceros con la Palabra del Señor, no acomodando nuestra predica
para que esta resulte lo menos fuerte posible y lo más agradable que se pueda.
El evangelio es un mensaje completo, que contiene tanto el amor de Dios por un
mundo pecador, pero también su ira para con aquellos que rehusan arrepentirse
entregando sus vidas al señorío de Cristo. No temamos confrontar a los hombres
con sus pecados, mostrándoles también su pésima moralidad e injusticia ante
Dios; les estaremos haciendo un enorme favor y por sobre todo buscaremos la
gloria del Señor. No es bueno ocultar una parte del mensaje evangelístico.
1c. La conversión debe ser genuina; provenir
del nuevo nacimiento y hacerse visible en llevar frutos. El
pueblo de Dios debe mostrar amor mutuo; la vida con Dios debe mostrarse en
nuestras relaciones con los demás. La conversión verdadera es una carta abierta
al mundo, es un cambio notable de nuestra conducta y palabras. Es el gobierno
del Espíritu Santo sobre nuestras existencias.
1d. Ser miembros de una iglesia no debe ser
la base sobre la cual apoyamos nuestra seguridad de ser hijos de Dios. Mientras
la predicación de Juan el Bautista hacía un llamado urgente al arrepentimiento
como algo necesario para pertenecer al pueblo del pacto, muchos afirmaban ser
parte del pueblo de Dios por el hecho de ser descendientes de Abraham. Esta
misma actitud puede estar muy arraigada en algunos que piensan que ser hijos de
Dios radica en ir a la iglesia o cumplir con ciertas normas religiosas. Todo
ello puede tener real significado, pero sólo a partir de un genuino
arrepentimiento y conversión hacia Dios.
1e. La vida de Juan, la de Jesús y de sus
seguidores se caracterizó por el sufrimiento. El mensaje del evangelio se da a conocer en
un mundo sumido en el pecado, por tal razón es obvio que encuentre oposición;
el evangelio no sólo muestra el amor de Dios, sino que además confronta a los
hombres con un Dios santo que aborrece el pecado y que juzgará a aquel que
persiste en incredulidad. Es mejor sufrir por predicar la verdad, que hacerse
el indiferente ante un mundo que se ha rebelado contra Dios.
2. El hombre Jesús es el Hijo de Dios, el
Salvador. Tanto el
bautismo como la genealogía de Jesús nos muestran su divinidad, pero también su
solidaridad para con los hombres. El inmenso amor de Dios-Hijo se evidencia en
su profunda humillación. Siempre recordemos que el Señor descendió a nosotros
en un estado de real humillación para alcanzarnos y comprendernos. Nunca nos
sintamos solos en nuestros fracasos y pecados, puesto que Jesús, el Hijo de
Dios,
vino para socorrernos desde nuestra misma
miseria espiritual.
Lucas 4
1. (4,1-13) El evangelista, al interpolar la
genealogía de Jesús, destaca luego que Él fue tentado como hombre. Lucas
no nos cuenta las tentaciones en orden histórico, sino conforme a su contenido.
Jesús es tentado con respecto a sí mismo (hambre en el desierto), con respecto
a los reinos del mundo (en un monte) y con respecto a Dios (en el templo).
En el versículo 1, Lucas vuelve al bautismo y
al descenso del Espíritu Santo sobre Jesús. De esta manera, lleno del Espíritu,
Jesús es llevado por el mismo Espíritu al desierto para ser tentado. El Señor
fue entonces tentado durante todo el tiempo que duró este período. Jesús
dedicó su tiempo a la oración en ayuno para poder tener mayor concentración en
ella. El diablo esperó el momento justo, cuando Jesús tuvo hambre. En estas condiciones,
desafía a Jesús para que éste utilice su poder, pero el Señor lo rechaza. Se
somete a la Escritura y muestra así confianza en su Padre, quien tiene el poder
de dar cualquier alimento (como el Maná en el desierto). Jesús no vino para
hacer uso de su poder divino en favor de su propio beneficio, sino en beneficio
de los demás.
En la segunda tentación el diablo le muestra
a Jesús los reinos del mundo. Jesús no impugna la verdad de que los reinos
pertenecen al diablo; ya que el maligno tiene gran poder y mucha influencia en
este mundo, lo cual le fue concedido por Dios debido al pecado. Jesús se somete
de nuevo a las Escrituras al atenerse al mandamiento de Dios, a quien sólo se
debe servir y adorar.
En la última tentación el diablo utiliza
también la Escritura; pretende provocar a Jesús para que confíe (en forma mal
orientada) en las promesas de Dios. Jesús le explica que confiar en Dios no ha
de convertirse en tentación, cuando se pretende desafiarle en el cuidado para
con sus hijos. Al resistir a las tentaciones, Jesús demuestra ser el hijo
obediente de Dios. Al triunfar sobre las tentaciones del diablo, recibe un
tiempo de respiro, sin ser tentado. No obstante, Satanás regresará con
tentaciones aun más intensas.
* El segundo Adán obedece a Dios. Su
obediencia cubre nuestra desobediencia.
2. (4,14-15) Jesús vuelve a Galilea en el
poder del Espíritu Santo haciendo milagros y predicando en las sinagogas. Los
milagros están encaminados a la predicación del evangelio y muestran el poder
del reino de Dios. Al hacerlo, recibe fama, pero ella es muy inestable y puede
cambiar bruscamente.
* Jesús no vino para recibir fama de la
gente, sino para cumplir la voluntad de Dios.
3. (4,16-30) Aunque este pasaje no menciona
el primer actuar de Jesús, Lucas cuenta lo que sucedió en una sinagoga de
Nazaret; el hagiógrafo nos predica a través de su evangelio a Jesús como el
Ungido de Dios para traer salvación tanto a judíos como a gentiles. Justamente
este aspecto se evidencia claramente en la predicación que efectuó en esta
sinagoga de Nazaret.
Nazaret tiene un significado especial para
Jesús; fue el lugar donde se había criado, donde la gente le conocía como el
hijo de José. No obstante, vuelve a Nazaret como predicador del evangelio. En
el día de reposo fue a la sinagoga conforme a su costumbre. Estas palabras se
refieren al versículo 15: Él fue a las sinagogas para predicar. Por eso Lucas
dice que se levantó a leer. Lo reconocían como un maestro. Aparentemente, Jesús
pidió el libro del profeta Isaías, el que se le entregó para que lo leyera. En
forma deliberada buscó y encontró el pasaje de Isaías 61, en donde se habla del
Ungido del Señor que ha venido para redimir a su pueblo pobre, que se
encontraba en gran necesidad corporal y espiritual (el cautiverio debido a su
pecado). Este Ungido del Señor vendría a predicar el año agradable del Señor,
el año de amnistía y redención.
Después de leer la Escritura, Jesús se sentó.
Algunos dicen que se sentó para predicar, otros (refiriéndose a Hechos 13,
donde leemos que Pablo predicó de pie) opinan que Jesús no quiso ni tuvo que
añadir nada a este pasaje. Sólo el leerlo debería ser suficiente.
Jesús había vuelto a Galilea lleno del
Espíritu Santo. Así la gente podía verlo como el Ungido del Señor, quien puede
efectuar las palabras de la misericordia del Señor. En base a Isaías 61, un
pueblo pobre, derrumbado por su propia culpa, puede esperar liberación y
restauración por el Ungido (= Jesús). Empero, como la gente no entendió su
intención y por causa de que fijaba sus ojos en Él, da el comentario: "Hoy
se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros (o: ante sus ojos)".
Todos podrían saber quien es Él por lo que han oído hablar de Él. La gente, sin
embargo, lo ve según sus propios pensamientos. Se asombran de las palabras de
gracia (mejor que palabras agradables) habladas por Jesús. Se maravillaban,
porque piensan, ¿quién puede llevar gracia, sino Dios? No quieren aceptar la
pretensión de Jesús de que Él es Dios mismo quien trae ahora esta gracia.
Porque si Él es el Ungido de Dios, debe acreditar su identidad por los mismos
milagros que ha hecho en otras partes. Jesús mira hacia un futuro no lejano en
donde la gente burlescamente le dirá: "Médico, cúrate a ti mismo".
Pero también responde con otro dicho: "Ningún profeta es acepto en su
propia tierra". Esto significa que su mensaje generalmente no será
aceptado; no se lo recibirá con fe. La gente se siente impresionada por Jesús,
pero no quiere aceptarlo como el cumplimiento de la profecía. Los dos ejemplos,
el de la viuda de Sarepta y de Naamán el sirio, no tienen la intención de
hablar acerca de su misión entre los gentiles, mas bien desean subrayar el
rechazo del lado de Israel mismo. Los gentiles han aceptado con mayor fe el
mensaje de Dios, que su pueblo mismo. Pero rechazar la autoridad de Jesús
significa que el pueblo puede perder las bendiciones espirituales del Señor.
Las palabras de Jesús llenan a todos de ira,
no quieren salvación por su gracia; al contrario, quieren despeñarle de la
cumbre del monte. Vislumbramos en este suceso la sombra de la cruz, pero a la
vez la de la resurrección: "Mas él pasó por en medio de ellos, y se
fue", mostrándoles algo de su majestad.
* En Jesús se cumplen las promesas de la
redención. ¿Queremos aceptarle en su humildad como nuestro Redentor?
4. (4,31-41) Jesús se fue de Nazaret. No
abandona Galilea por causa del rechazo que halló en Nazaret, sino que continúa
su ministerio en Capernaum. Las multitudes se asombraron de su autoridad,
porque ella emanaba de Él. Sin embargo, su autoridad es atacada y amenazada. Un
espíritu inmundo reprocha a Jesús, diciéndole que Él ha venido para `destruirlos'
(es decir, al espíritu inmundo y a la gente en la sinagoga). Jesús muestra lo
contrario, cuando libra al endemoniado del espíritu inmundo ("sin hacerle
ningún daño", agrega el médico Lucas). De esto se desprende claramente
que, ¡la llegada de Jesús no tiene intención destructiva, sino salvadora!
Su fin es rescatar en vez de destruir; Jesús
no sólo muestra esto en público, en la sinagoga, sino también en un ambiente
hogareño al sanar a la suegra de Pedro de una gran fiebre. Así demuestra que su
reino es un reino de restauración completa, la liberación del pecado, de las
consecuencias del pecado y del diablo. No vino para destruir, sino para salvar.
Su disposición para hacerlo es probada por el hecho de que desde la madrugada
Jesús sana a los enfermos traídos a Él y echa fuera a los demonios. A estos
últimos, Él les prohibió hablar, a pesar que le dijeron: "Tú eres el Hijo
de Dios". Empero, el testimonio de los demonios nunca servirá para llevar
a la gente a la fe verdadera. Por eso vino Jesús, para que la gente le
reconociera y pudiera entrar en su reino.
Así Jesús, el Ungido de Dios, visitó
Capernaum. Nazaret, el pueblo donde se había criado, le rechazó, pero,
¿Capernaum le aceptará? Lucas responderá más adelante a esta pregunta.
* Jesús vino para librar y salvar. ¿Le
aceptamos en fe o le rechazamos a causa de la incredulidad?
5. (4,42-44) Cuando amanece, Jesús se retira
a un lugar desierto para estar solo en oración con su Padre. A pesar de ser el
Hijo de Dios, igual necesitaba continuamente del contacto con su Padre. La
gente le buscaba para que no se fuera. Pero Jesús revela que está al servicio
de Dios y que todos tienen que conocer las buenas nuevas del reino de
los cielos. Es por esta razón que el Padre le envió a esta tierra.
* Es la voluntad del Padre y el deseo de
Cristo que todos conozcan el evangelio.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. La tentación de Jesús en el desierto nos
revela la forma en la que el diablo opera para hacer tropezar a los creyentes. El
maligno siempre llevará a cabo sus ataques en el momento más propicio para él;
puede ser en momentos de crisis económica o enfermedades por ejemplo. En
aquellas instancias él nos enrostrará que somos hijos de Dios y que por tanto
es ilógico que pasemos por necesidades físicas o materiales. También puede
hacer que miremos al mundo con todos sus placeres, queriendo que dejemos de
lado nuestra fidelidad a Dios y nos lancemos a la vida bajo su maligno dominio.
Por último, en su astucia, se introducirá en la misma "vida piadosa"
para hacernos caer en excesos por abusar de la interpretación bíblica que habla
de las promesas de Dios. Este último aspecto es muy importante de destacar, ya
que a veces el maligno puede usar la misma Biblia para hacer que confiemos en
forma totalmente errada en Dios.
2. El servicio de Jesús se caracteriza por la
plenitud del Espíritu Santo, obediencia a Dios, y el buscar la voluntad de
Dios. Su
fama seguramente tiene que ver en primer lugar con los milagros. Sin embargo,
Jesús no busca fama, ni éxito mundanal; Él sólo quiere predicar y mostrar el
reino de Dios en favor nuestro.
Pensemos en que si Jesús necesitó la plenitud
del Espíritu Santo para cumplir su misión en esta tierra, ¿cuánto más
necesitamos nosotros esta misma plenitud? Sin la plenitud del Espíritu Santo
sobre nuestras vidas nuestro ministerio no tendrá el efecto que Dios quiere que
tenga.
3. Jesús es el Ungido de Dios para dar
liberación a su pueblo en forma total. Jesús leyó un pasaje mesiánico en donde se
hablaba de la liberación del pueblo y el perdón de sus pecados, aplicándolo a
su propia persona. Jesús dice con esto, que no hay que esperar al Mesías, pues
éste ya había llegado. ¡Jesús era el Mesías! Su misión sería dar buenas
noticias de liberación a los cautivos por el pecado, a los oprimidos y
quebrantados de corazón, también traía la restauración del cuerpo. Pero la
reacción de la gente sólo es de admiración pero no de reconocimiento; no podían
concebir que uno de sus aldeanos dijera ser el Mesías, es por esa razón que
persisten en su incredulidad. Pero nosotros podemos tener la plena certeza de
que en la humilde figura de Jesús, Dios se ha acercado a nosotros para
ofrecernos su gracia perdonadora.
4. Aunque Jesús destruya el poder del diablo,
su poder no es destructivo, sino salvador. Un espíritu inmundo intenta desacreditar en
público la misión de Jesucristo, diciendo que su poder sólo es destructivo.
Pero la expulsión del demonio del hombre muestra lo contrario: Jesús ha venido
para salvar y liberar a los hombres del poder de Satanás. El reino que Jesús
nos ha acercado es un reino de gracia y perdón, que busca restaurar la comunión
de Dios con el ser humano.
5. Es la constante comunión con su Padre la
que inspira a Jesús a buscar la salvación de todos. Si queremos predicar el evangelio, ¿cómo
podríamos descuidar la comunión con Dios? Hacer del evangelismo una simple
actividad eclesiástica puede ocasionar frustración y cansancio. Necesitamos la
comunión diaria con Dios, pues a través de ella recibimos fuerza y pasión por
la extensión del reino de Dios sobre esta tierra. Se ha dicho acertadamente que
la oración es necesaria antes, durante y después del evangelismo. Como
creyentes responsables de comunicar el mensaje de salvación cultivemos una
hermosa comunión con el Señor, sólo así seremos vencedores.
Lucas 5
1. (5,1-11) En este pasaje, Jesús confirma el
llamado de Pedro entregándole una gran promesa: "desde ahora serás
pescador de hombres". Esta promesa es de gran consolación para todos los
apóstoles en medio de una tarea tan difícil. Jesús es el gran Salvador del
mundo y los apóstoles serán sus pescadores, pero de hombres. El prodigio de la
pesca milagrosa ilustra en forma maravillosa lo que sucederá en la pesca de
hombres, de tal modo que si esto se intenta sin la ayuda del Espíritu Santo,
sería imposible; pero confiando en el Señor Jesús y obedeciéndole, se llenarán
las redes de la predicación del evangelio con personas regeneradas en sus
corazones.
Las multitudes se agolpan sobre Jesús, le
hacen imposible predicar el evangelio. De modo que entra en una de las barcas
que están en la playa. Allí en ese momento los pescadores estaban lavando sus
grandes redes. Una de las barcas era la de Pedro. Jesús le pide a éste,
alejarse de la tierra, no para rehuir a las multitudes, sino para poder
predicarles la Palabra de Dios con más facilidad. Luego de esta enseñanza pide
a Pedro, quien ya pertenecía a sus seguidores (ver 4,38), llevar la barca hacia
una zona más profunda y echar allí las redes para pescar. Para Pedro, pescador
de profesión, esta era una orden extraña. Durante toda la noche había trabajado
sin pescar nada, ¿cómo hacerlo ahora en pleno día? Sin embargo, a pesar de
tener una mezcla de incredulidad y confianza, obedece inmediatamente a la
palabra del Señor. Al hacerlo pesca mucho, de tal manera que las redes casi se
rompen y las barcas por poco se hunden.
A través de esta experiencia, Pedro se da
cuenta de cuán pecador es ante la majestad de Jesús, diciéndole: "Apártate
de mí, porque soy hombre pecador". No se atreve a vivir en la presencia de
Jesús. Los demás pescadores también tienen temor por lo que ha ocurrido. Pero
el Maestro, que es bueno y lleno de misericordia, reconforta a Pedro para que
no tema. Además le entrega una gran promesa, él será pescador de hombres.
Justamente por su humillación delante del Señor, Jesús puede utilizarlo en su
reino. Luego todos siguen a Jesús.
* Pescar a los perdidos, siendo uno pecador
es difícil, o más bien imposible. Sin embargo, cuando se obedece al Señor, la
red del evangelio se llenará.
2. (5,12-16) Lucas nos relata la historia de
una persona que tenía una erupción cutánea, una enfermedad llamada comunmente
`lepra'. Para la lepra no había medicina alguna, por lo que los leprosos
tuvieron que esperar en el Señor hasta que a Él le agradara traer sanidad sobre
ellos. Este leproso hace lo que no está permitido: entrar en la ciudad y pedir
lo que nadie puede pedir de una persona: limpiarlo de su enfermedad. El leproso
demuestra gran reverencia hacia Jesús al postrarse con el rostro en tierra, una
reverencia que se rinde sólo a Dios. Pero Jesús es Dios mismo revelado en
carne. El leproso tiene confianza en el poder de Jesús; sabe que si Él quiere,
entonces, puede limpiarle. Jesús hace lo que nadie hace: tocar a esta persona,
llevando Él mismo esta enfermedad. Siendo el Hijo de Dios al tocarle le sana
sin ninguna dificultad. Este hombre debe presentarse ante el sacerdote, quien
tiene que confirmar su curación (Levítico 14, 1-32). Los sacerdotes deben
reconocer que hay alguien que es más que Moisés. Este leproso ha de callar el
gran acontecimiento que ha sucedido en su vida, esto es, para evitar:
a. Que la gente conozca solamente a Jesús
como persona capaz de realizar milagros, y no como el Salvador del cuerpo y el
alma.
b. Para evitar que venga más gente, lo cual
impediría que Él predicase la Palabra del Señor. A pesar de ello, igual se
extiende la fama de Jesús. Él no la busca, al contrario, se apartaba para la
oración, para no perder la fuente de su poder y su relación con el Padre.
* El Señor Jesús quita la plaga de Israel y
restaura la relación entre Dios y el hombre.
3. (5,17-26) El escritor de este evangelio
une en forma preciosa la historia anterior, con la de un paralítico; lo hace
para destacar el hecho de que Jesús no sólo sana a la gente, sino que además
hace mucho más: dar una amnistía total a los pecadores. Eso es más que sanar el
cuerpo, aunque esto también es parte de la vida en el reino de Dios. Además
muestra que busca ser reconocido como el Hijo de Dios. Lucas no menciona
todavía que la enseñanza de Jesús produjo enemistad de parte de los fariseos y
escribas. Ahora ellos también se encuentran entre los oyentes de Jesús. Su
enseñanza les llama la atención. Jesús, como siempre, está lleno de poder para
sanar. Cuatro amigos traen en un lecho a un paralítico para presentárselo a
Jesús. Por causa de la multitud, que aparentemente no quiere abrir un lugar
para este hombre, ellos por la inventiva de su amor abren el techo y le ponen
delante de Jesús. Él sigue siendo maestro, y dice las palabras que más necesita
el hombre: "Hombre tus pecados te son perdonados". ¿Cómo puede decir
esto el Señor? Pero para esto vino, lo cual ya había sido predicado por Juan el
Bautista. Ahora Jesús reparte este perdón, diciendo, por medio de ello, que Él
es verdaderamente el más poderoso quien bautizaría en Espíritu Santo y fuego.
Los presentes entienden bien lo que ha dicho, pero no lo aceptan en sus
corazones; pues piensan que Jesús es hombre y nada más, por lo que sus palabras
deben ser blasfemias. Jesús penetra en sus corazones y les hace una pregunta:
"¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir:
Levántate y anda?" La respuesta es clara: sanar, porque sanar es algo que
el hombre, aunque no siempre, lo sabe hacer. Perdonar es una facultad que sólo
pertenece a Dios. Jesús ahora hace lo más fácil. Para demostrar que tiene la
autoridad de hacer lo que corresponde solamente a Dios, perdonar los pecados,
le dice al paralítico: "A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a
tu casa". Si Jesús fuese un blasfemo, entonces Dios no le daría su
autoridad. Mas Jesús ordenó la sanidad e inmediatamente el milagro tuvo lugar.
Entonces, en el mismo momento, el hombre regresa a su casa dando gracias y
alabando al Señor. Al limitarnos a Lucas debemos decir que todos glorifican al Señor
por causa del milagro. A la vez hay temor, pues los testigos dicen: "Hoy
hemos visto maravillas (literalmente cosas extraordinarias)". Todos
glorifican al Señor por el milagro, pero tienen dificultad en cuanto a la
persona de Jesús.
* El Señor tiene la autoridad para perdonar
pecados, ya que es el Hijo de Dios que llevó nuestra culpabilidad.
4. (5,27-39) Lucas nos contó que Jesús tenía
el poder para limpiar de la impureza ceremonial y la autoridad para perdonar
pecados. Ahora, en el llamado de Leví el publicano, nos muestra el mismo poder
y la misma autoridad para sanar la impureza interior, y para perdonar a un
hombre pecador. Los publicanos colaboran con los romanos, y por esto se les
consideraba gente impura y pecadora. Jesús al ver a Leví, le dice con su
palabra de autoridad: "Sígueme". Leví obedece en seguida, dejándolo
todo. Este publicano, que ha recibido el llamamiento eficaz, se convierte
inmediatamente en un testigo de Jesús y da su testimonio a través de una cena.
Así comparte en una cena con sus compañeros su gozo por conocer y encontrar al
Señor; en esta comida se halla presente Jesús junto a sus discípulos, así que
esta cena simboliza la comunión que Dios quiere tener con los pecadores. El
mismo grupo que en el pasaje anterior hiciera preguntas críticas acerca del
actuar de Jesús, se dirige ahora a los discípulos, diciéndoles: "¿Por qué
coméis y bebéis con publicanos y pecadores?" No obstante, el mismo Jesús
les responde esta pregunta a través de una figura literaria que nosotros conocemos
como "ironía". Parece que ellos están sanos (sin pecado) y no tienen
necesidades (no reconocen su condición pecaminosa ante Dios), por eso no tienen
necesidad del médico (Jesús). Los publicanos reconocen sus necesidades y Jesús
les `sana' interiormente y les salva. Lucas une esta historia con otra pregunta
crítica que han planteado los fariseos y escribas con respecto al hecho de que
los discípulos no ayunan. De nuevo Jesús responde a esta pregunta. Hay dos
razones:
a. Los invitados a una boda no ayunan. ¿No está
el novio (Jesús) con ellos?
b. Nadie repara ropa vieja con un pedazo
tomado de un vestido nuevo, y nadie echa vino nuevo en vasijas viejas. En ambos
casos la solución sería peor. Con estas figuras Jesús quiere decir que con Él
ha llegado una nueva dispensación, el tiempo de pura gracia. La ley es cumplida
en Él. Persistir en el cumplimiento estricto de la ley sin reconocer lo nuevo,
el evangelio de la gracia, es negar a Cristo.
* ¿Nos atrevemos a aceptar la nueva
dispensación de la gracia, con alegría en Cristo, o vivimos todavía bajo la
ley?
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. El "pescador de hombres" debe
dejar de confiar en sí mismo y confiar humildemente en el Señor. Para
Simón, un pescador de profesión, la orden de Jesús le resultaba bastante
extraña. Sin embargo, ya atisbamos aquí cómo el Señor ha obrado en la vida de
este hombre quien, a pesar de su fracaso, obedece a la palabra de Jesús. Los
resultados fueron impresionantes; por la gran cantidad de peces la red ya se
rompía. Este milagro es una profunda enseñanza para Pedro y los apóstoles,
asimismo para nosotros, para que en sus labores concernientes a la obra de Dios
no dependan de sus fuerzas y experiencias, sino de la dirección de Jesús por
medio de su Espíritu Santo. Sólo así veremos frutos de verdadera conversión.
2. Jesús hace lo que nadie hace: sanar la
enfermedad más impura que existe. Un hombre enfermo de lepra decide entrar
encubiertamente a la ciudad para ir al encuentro de Jesús. El sólo hecho de
tocar a un leproso convertía en inmunda a la persona que lo hacía, pero a
nuestro Señor no le importa esto, ya que sólo Él carga con nuestras
inmundicias. Para este hombre su enfermedad le mantenía lejos de la comunión
con su pueblo, hasta que Jesús sanándole le incorpora nuevamente a éste. De
igual manera hay muchos hermanos, que ya sea por su pasado, enfermedad, una
edad demasiado avanzado u otra cosa, no pueden participar de la comunión de los
servicios cristianos, ¿qué estamos haciendo por ellos para que no se sientan
solos y abandonados sino aceptados y bien recibidos?
3. La curación del paralítico muestra
claramente nuestra primera necesidad: el perdón de los pecados. La
sanidad del cuerpo era y es una actividad que muestra la misericordia de Dios
por nosotros, pero el ministerio de Jesús no buscaba como fin la sanidad
física, sino la restauración espiritual, el perdón de los pecados. Así que lo
que el hombre necesita primeramente no es ver restaurada su condición física,
sino su relación con el Señor. Jesús no es un curador que actúa sin compromiso,
Él es el Hijo de Dios que nos llama a la fe y al arrepentimiento. Es por esta
razón que se debe poner en el ministerio pastoral las necesidades del hombre en
orden de importancia: su relación con Dios es antes que nada.
4a. En el llamamiento de Leví se evidencia el
porqué de la llegada de Jesús: llamar a los pecadores al arrepentimiento. Los
pecadores reciben a Jesús, pero los religiosos le rechazan. Muchos, al no
querer reconocerse como pecadores (enfermos), no buscan la paz en Jesús. De
esta manera no conocen el gozo en Jesús, el Novio; sino que siguen como si
existieran solamente reglamentos y mandamientos. Los que reconocen a Jesús como
su salvador saben que el gozo de la salvación no depende de nuestra observancia
estricta de la ley, sino únicamente de Nuestro Señor y Salvador.
4b. Todo hombre, sin excepción alguna, es un
enfermo espiritual ante Dios. Muchas veces la religión adormece la conciencia de
los hombres, y no le permite darse cuenta de su verdadera condición ante un
Dios santo. El hombre que pretende decir que no necesita de arrepentimiento se
halla en la más triste situación. La venida de Jesús se compara con la labor
que realiza un médico para con sus enfermos. Todos necesitan ser tratados por
Jesús, sólo Él puede curar el pecado que nos aleja de Dios. Una persona
permanece en el pecado, justamente cuando rehusa aceptar que es un pecador que
requiere urgentemente de Jesús.
Lucas 6
1. (6,1-11) En Lucas 5 nos encontramos con la
inquietante preocupación que manifiestan los fariseos y escribas ante la
enseñanza de Jesús. En este capítulo vemos cómo esta preocupación se convierte
en agresión. Los adversarios de Jesús le dan una advertencia (1-5), incluso le
tienden una emboscada para poder sorprenderlo transgrediendo la observancia del
sábado. Los discípulos recogieron espigas, y restregándolas con las manos las
comían. El solo hecho de recoger el trigo era considerado como cosechar, y el
restregar era lo mismo que prepararse una comida. Según la tradición judía,
ambas cosas eran estimadas como trabajo, y por ende una trasgresión de la ley.
Algunos de los fariseos protestan contra
ello. La oposición entonces no viene de todos. Aquí, aquellos se dirigen a los
discípulos (en Mateo y Marcos inmediatamente a Jesús) preguntando por qué hacen
lo que está prohibido. Todavía no entienden lo que Jesús destacó en el capítulo
5, concerniente a quién es Él; y que por su venida, la aplicación de la ley
dada por los fariseos y los escribas, sería cambiada radicalmente. Con
referencia a David, Jesús responde que cuando éste tuvo hambre, comió de los
panes del templo. Jesús es mayor que David y además es Señor del sábado; Él
tiene autoridad divina con respecto a la aplicación de la ley de Dios. Los
versículos siguientes demuestran en qué sentido Jesús es Señor del sábado. Él
sana como señal de su Reino para hacer ver que el propósito del sábado es una
vida sana, llena de gozo para poder glorificar a Dios.
En otro sábado, Jesús entró en la sinagoga
para enseñar. Allí encontró a un hombre que padecía de atrofia, una parálisis
de su mano derecha. Los fariseos y escribas le espiaban escrupulosamente a fin
de encontrar algún error para poder acusarle, ante lo cual Jesús no reacciona
con temor, sino con valor; Él obra en público, sin reserva. Les pregunta si es
lícito hacer bien (salvar la vida, como es la intención de Jesús) o hacer mal
(quitar la vida, como quieren hacer los líderes judíos con Jesús). Por lo
tanto, sana a este hombre. Esta sanidad es para la gloria de su Padre, pero
acarrea la furia de sus adversarios.
* El propósito del sábado es servir a Dios
con un cuerpo sano, una mente sana y con un corazón limpio.
2. (6,12-19) En realidad los versículos 12-49
forman una unidad. Todo este pasaje trata de la pregunta que dice, qué tipo de
discípulo escoge y prefiere tener Jesús. Lucas nos dice que en aquellos días
(son los días que comenzaron en el cp. 4,15) Jesús fue al monte, a objeto de
pasar toda la noche en la oración. Él había recibido una fuerte oposición de
parte de los fariseos y escribas. Ahora va a orar con un propósito: elegir a un
nuevo pueblo con 12 apóstoles, para que todo el pueblo nacido de los 12
patriarcas se reuna alrededor de estos nuevos líderes que obedecen al Señor. Su
oración también está orientada a la enseñanza que va a dar. El nuevo pueblo de
Dios, recibe sus mandamientos debido a una noche pasada en oración. Lo curioso
es que la lista de los 12 apóstoles es muy corta, leemos casi solamente sus
nombres. Se destaca en este pasaje que los discípulos reciben su llamamiento no
por lo que ellos son, sino por la elección de pura gracia por parte de Jesús
(ver Juan 15,16). Con estos 12 apóstoles, Jesús desciende del monte a una
meseta en compañía de sus discípulos y de una gran multitud de gente de todo el
país, tanto de Judea como de Jerusalén y Galilea. Todo el pueblo está
representado. ¿Cuántos serán discípulos verdaderos? Muchos vienen para oírle y
para recibir sanidad, pero no para ser sus discípulos. No obstante, la
misericordia de Jesús es tan abundante que los sana a todos.
* El Señor elige y busca un pueblo que le
reconozca y le obedezca.
3. (6,20-26) Lucas nos dice que Jesús se
dirige en su predicación principalmente a sus discípulos (alzando los ojos
hacia sus discípulos); pero las multitudes también pueden escuchar. En este
sermón, Jesús muestra a sus discípulos el camino para que transiten por él, y
permite a las multitudes acompañarles para que escuchen su palabra, y así
aprendan éstas a escoger el mismo camino, y se aparten del camino malo y
torcido.
En estos versículos encontramos
bienaventuranzas y ayes. Jesús felicita a sus discípulos (ver v.20:
"Alzando sus ojos hacia sus discípulos...") por sus condiciones de
pobreza, hambre, tristeza y persecución. Pero ay de aquellos que no aceptan
esta pobreza, hambre, tristeza y persecución por el nombre de Cristo.
"Bienaventurados vosotros
los pobres". [4] Pobre
(muy pobre según el griego) significa en este caso una actitud espiritual,
fruto de la predicación de Juan el Bautista: el reconocimiento de sus pecados,
una actitud en la cual el discípulo busca ayuda de Jesús. Justamente esta
actitud se convierte en algo muy difícil para los ricos; con esto Jesús, no
quiere decir que los ricos por ser ricos no podrán entrar en el reino de Dios,
ni tampoco los pobres por ser pobres entrarán en él.
"Bienaventurados los
que ahora tenéis hambre". Tampoco se trata de gente con un estómago vacío.
Son aquéllos que anhelan la justicia del reino, un reino sin pecado, un reino
de amor y paz. Si no necesitamos de la gracia del Señor, ni anhelamos el reino
de Dios, entonces tendremos hambre en aquel día cuando el reino venga.
"Bienaventurados los
que ahora lloráis". Los discípulos que ahora lloran -porque viven en un
mundo lleno de maldad, sin respeto por Dios, ni por su Hijo- reirán de puro
gozo, cuando el reino de Dios llegue. Pero aquellos que ahora se gozan en este
mundo (gente que no espera el reino de Dios), lamentarán en el futuro, porque
no tendrán un sitio en el reino de Cristo.
"Bienaventurados seréis
cuando los hombres os aborrezcan". El gozo no está en ser objetos de odio,
ni de rechazo por seguir a Jesús, sino en el premio que se recibe: el gozo del
cielo. Su consuelo es que los profetas del A.T. recibieron exactamente lo
mismo. "Ay de vosotros, cuando todos los hombres hablen bien de
vosotros". Es una señal de que en aquéllos mora el espíritu de los falsos
profetas; quienes, pese a su hermoso mensaje, no servían de verdad a Dios.
* El reino de Dios trae el gozo que falta
ahora. Esperémoslo con ansiedad y humildad.
4. (6,27-49) En este pasaje, Jesús nos enseña
el amor hacia nuestro enemigo. No se refiere al enemigo en general, sino a
aquel que es nuestro enemigo por causa de Él. La actitud del discípulo tiene
que ser un reflejo de la actitud de Dios frente a los pecadores: una actitud
llena de gracia y misericordia (ver 6,35 y 36).
Hay un tercer grupo fuera de los discípulos y
de las multitudes: los enemigos, aquellos que rechazan a Jesús. Aunque todo el
pueblo le está admirando, la enemistad pronto será grande. Él no se resiste a
esta enemistad y pide a sus discípulos hacer lo mismo. Contraria a la reacción
que tiene la gente cuando se siente atacada, Jesús pide a sus discípulos
bendecir a los enemigos, orar por ellos, presentarles la otra mejilla, dar en
el caso de que alguien les pida y no reclamar si no se les devuelve lo pedido.
Positivamente: hacer como queremos que se nos haga a nosotros. Porque sólo por
un amor abundante podemos mostrar algo del carácter de Dios. El amor a los que
nos aman es común en este mundo; sin embargo, el discípulo debe mostrar un amor
sin esperar lo mismo de parte de los enemigos. El premio quizás nunca venga del
lado de ellos, pero sí vendrá de parte de Dios. La única fuente para ser
misericordioso es la misericordia de Dios.
En los versículos 37-49, Jesús nos deja ver
que los discípulos mismos tampoco pueden vivir sin tener una actitud humilde
delante del Señor. La misericordia de Jesús tiene que tomar forma en los
discípulos mismos si ellos quieren permanecer en la gracia (37,38). Si la
medida de nuestra misericordia no tiene la forma de la misericordia de Dios lo
sabremos en el juicio. Sólo aquel discípulo que tiene ojos para la misericordia
de Dios y no es un ciego, puede llevar y guiar a otros hacia Cristo (39). El
discípulo tiene que ser "compuesto" (según el griego, katértismenos,
6,40) como su maestro Cristo, es decir, de amor. Conducir a Cristo, implica
tomar otra actitud ante nuestro prójimo. Si hay una espina de enojo en el ojo
del prójimo, no tenemos que responder con una viga de odio en el nuestro.
Podemos librar a nuestro prójimo de su espina al mirarle con amor, tal como lo
hace Jesús. El árbol tiene que ser bueno; el discípulo tiene que entregarse
completamente a Cristo y a su misericordia. Sólo si hace esto, pueden crecer
frutos de amor y misericordia en el árbol de su vida. El discípulo tiene que
practicar lo que Jesús predica. El que vive por su misericordia y la practica,
tiene una base sólida y puede sobrevivir en el juicio de Dios. En el caso de
que no lo haga, debe vivir siempre fuera de la gracia y de la presencia del
Señor, ya que tenía una vida sin base, sin Cristo y sin frutos agradables a
Dios.
* Seremos medidos conforme a la norma de la
misericordia del Señor.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. El mandamiento del sábado tiene un
propósito positivo: poder glorificar a Dios. Es por eso que Jesús permite a los discípulos
que recojan y coman espigas, pues se hallaban sirviendo a Dios. Por la misma
razón sana a un enfermo, para que él pueda servir y glorificar a Dios. Los
religiosos están más interesados en la observancia de la letra que en el
espíritu de ella. Para ellos el sábado se ha convertido en un asunto legalista
y no un día consagrado para la gloria de Dios. Quizás nosotros no nos veamos
confrontados a este mismo problema en cuanto al legalismo que gira en torno al
día de reposo, pero sí podemos pensar acerca de la adoración a Dios, que ha de
brindarse en un día especialmente dedicado para ello. Los cristianos, en su
mayoría, dedican el día domingo a la adoración a Dios, yendo por lo menos al
culto de la noche, pero ¿es esto realmente dedicar un día para glorificar a
Dios?
2a. Jesús busca a un nuevo pueblo que le
reconozca y obedezca los mandamientos de su reino. A través de la oración escoge a sus
discípulos, los 12 apóstoles, porque grande es la tarea y la oposición contra
su persona. La elección de líderes siempre necesita mucho cuidado (ver Hechos
6,1-7; 1 Tim. 3; Tito 1,5-9). Si los líderes desean guiar a los creyentes hacia
una vida madura en la fe, entonces ellos deben manifestar primero frutos
evidentes delante de Dios y de los hombres.
2b. La misericordia de Jesús es mayor que la
disposición de la gente a servirle. Los que siguen a Jesús por el territorio de
Judea se pueden dividir en discípulos y la multitud. De esta última hay gente
que sólo viene para oírle y otros para ser sanados. No obstante la falta de
disposición para someterse al señorío de Cristo, igualmente nuestro Señor les
atiende en sus necesidades. Es por esta razón, por la misericordia de Dios, que
mucha gente es sanada de enfermedades cuando asiste a la iglesia o se ora por
ella, a pesar de que no esté dispuesta a servir al Señor de todo corazón.
3. Las bienaventuranzas nos brindan las
características de los discípulos de Jesús. Estos se caracterizan por la humildad: son
pobres, no pueden mostrar una vida justa ante Dios, aunque anhelan
profundamente esta vida; lloran por toda la maldad e irreverencia, que en el
mundo existe hacia Dios y su Hijo; están dispuestos a sufrir por la causa de
Jesús. Él es su única esperanza, y es por eso que son felices, por cuanto la
esperanza en Jesús no decepciona.
4. La vida cristiana no consiste en ser un
perfeccionista, sino vivir por la misericordia de Dios. Por
esta misericordia podemos perdonar en vez de juzgar y condenar. En comunión con
el Maestro (Jesús) podemos vencer la enemistad de los adversarios de Jesús. Sin
esa comunión nos transformamos en ciegos espirituales, malos guías, árboles que
no dan buenos frutos; en una sola palabra: gente sin base sólida. ¡Sabia es la
persona que construye su vida sobre la misericordia de Dios! Para ella se abren
las puertas del reino y una eternidad en la presencia del Señor.
Lucas 7
1. (7,1-10) Luego del sermón del monte, Lucas
nos lleva , en la primera parte del capítulo 7, a un anticlímax, por decirlo
así. No leemos nada acerca de la fe del pueblo de Israel, pero sí de la gran fe
de un centurión. Al entrar Jesús en Capernaum, los ancianos de la sinagoga
acuden a Él, a petición de un centurión romano, para pedirle el favor de sanar
a uno de sus siervos. Dicen que él es digno de que Jesús lo haga, porque el
centurión ama al pueblo de Israel.
Al hacerlo, Jesús nota dos cosas en este
centurión:
a. Su humildad. Él le dice: "No soy digno de venir a
ti, ni que tu vengas a mí". Reconoce la distancia que hay entre Jesús y
él, un gentil.
b. Su fe. El centurión dice: "Di la palabra, y mi
siervo será sano". Como él respeta la autoridad de su jefe, y sus siervos
aceptan la suya y cumplen su palabra sin que él esté observándolo todo, así
cree que Jesús puede dar una orden para que su siervo sea sanado. Para el
pueblo de Israel, la fe de este gentil es un gran ejemplo. "Ni aun en
Israel he hallado tanta fe", dice Jesús. ¡Que Israel tenga esta misma fe
en Jesús como este centurión! Ante este hecho, Jesús muestra su poder al sanar
sin tener que entrar en la casa.
* Fe y sumisión a Jesús son de vital
importancia en la vida.
2. (7,11-17) Aunque el pueblo persiste en su
actitud indecisa, Jesús sigue actuando con misericordia. Él muestra su poder,
inclusive, cuando nadie espera recibirlo, ni le pide nada. Él toma la
iniciativa en los casos en que la gente no lo hace; por ejemplo, después de la
muerte. La gente espera grandes cosas de Jesús, pero limita su actuar a esta
vida, pues no concibe que Él tenga poder aun sobre la muerte. Al entrar Jesús
en la ciudad, acompañado por sus discípulos y una gran multitud, se encuentran
en el trayecto con una comitiva fúnebre: una viuda, y mucha gente junto a ella.
Así pasan las dos multitudes, solo mirándose. Todos están concentrados en el
joven muerto, pero Jesús rompe el silencio llamando la atención hacia sí mismo.
Con gran misericordia dice a la viuda: "No llores". Jesús puede decir
esto, ya que Él derrota a la muerte. Aquí Lucas nos hace ver hasta qué punto
llega la misericordia de Jesús; la muerte no es un obstáculo para manifestar su
compasión. Su "no llores", que dirige a la viuda, se unen a las
palabras que dice al muchacho muerto: "Joven, a ti te digo,
levántate". El milagro tiene lugar inmediatamente. El muerto se mueve y
comienza a hablar. Jesús entrega al joven a su madre, y de esta manera no sólo
ha mitigado el dolor, sino que además trajo la consolación. El funeral es
suspendido por el poder de Jesús. La reacción es tanto de temor como de
alabanza. Temor, porque la gente se da cuenta de que Dios mismo, al levantar un
gran profeta, ha visitado a su pueblo. Algo del reino mesiánico se hace
visible. Jesús es el Mesías, empero, aún no es aceptado; a pesar de esto, su
fama se extendió por todo el país.
* Confiemos en Jesús, quien es más fuerte que
cualquier otro poder.
3. (7,18-35) Mientras que Jesús hace
milagros, los discípulos de Juan van donde él y le cuentan todas estas cosas.
Entonces Juan conoce el poder de Jesús, sin embargo, él tiene ciertos problemas
y dudas. ¿Es Jesús el que había de venir, o es necesario esperar a otro? En
otras palabras: lo que Jesús hace, no es lo que Juan esperaba. Su opinión y
pensamiento acerca del Mesías es diferente de lo que observa de Jesús. El
Mesías llevaría el reino de Dios y el juicio de Dios sobre los impíos. Pero no
se ve nada de esto. Él (Juan), sigue estando en la cárcel y nada hace pensar
que habrá un cambio total en el transcurso de la historia. Lucas da énfasis en
lo que en este momento Jesús estaba haciendo. "En esa misma hora sanó a
muchos de enfermedades, plagas, y espíritus malos, y a muchos ciegos les dio la
vista". Su obra de sanidad es total, a todos y de todo. Esto es su obra:
restaurar la vida para poder vivir una existencia transformada por la gloria
del Señor. ¡Que Juan no se confunda por sus propias ideas! Aquel que se
regocija con este Salvador será salvo. Jesús en su respuesta hace referencia a
la misma información que Juan el Bautista había recibido de sus discípulos (ver
7,18). En esta restauración de la vida, según Isaías 35, se hace visible el
reino de Dios. El juicio llegará, cuando Dios lo determine.
* ¿Lo que el Señor Jesús hizo, es suficiente
ahora para nuestra fe?
Cuando los discípulos de Juan se retiran,
Jesús le pregunta a la multitud: "¿Qué salisteis a ver al desierto?"
Algunos intérpretes aplican estas palabras a Juan, otros a Jesús mismo. El
punto es que si la gente tiene falsas opiniones acerca de Juan, también la
tendrán por Jesús. Porque el que no acepta a Juan, pensando que éste no es más
que una caña sacudida por el viento, una persona muy débil y llena de dudas,
tampoco aceptará a Jesús. Si la gente solamente mira el exterior, a la ropa
sencilla, se equivocará, porque en realidad Juan era el mensajero del Mesías
(ver Malaquías 3,1). El que rechaza al mensajero, rechaza también al Mesías.
Pero el que acepta a Jesús como Mesías y Salvador, será más grande que Juan,
pues ellos serán testigos de la salvación en Jesús más que Juan, ya que éste
último morirá pronto. Aquellos que habían recibido el bautismo de Juan, gente
del pueblo hasta los publicanos, justificaron a Dios, le dieron la razón,
porque confesaron ser pecadores y aceptaron la necesidad del perdón. Los
fariseos y los escribas (Lucas les llama intérpretes de la ley para que Teófilo
y otros lectores griegos lo entiendan mejor) rechazaron "los designios de
Dios", es decir, su voluntad, al no convertirse ni bautizarse.
El rechazo de Jesús por los líderes de Israel
comenzó con el rechazo de Juan. Los líderes son parecidos a los niños que
juegan en la plaza, pero que no quieren hacer lo que sus amigos desean. Jesús
toma ejemplos de un funeral y una boda para mostrar que los líderes, en ambos
casos (de Juan con su énfasis en el juicio de Dios y Jesús con su énfasis en el
perdón de pecadores que muestran arrepentimiento), no quieren aceptar la salvación
que ellos necesitan. Pero aquellos que aceptaron la predicación de Juan,
bautizándose, reconocieron la sabiduría de Dios al enviar a su Hijo. Son ellos,
los que reciben en Jesús el perdón prometido.
* Bienaventurado es el que acepta por la
gracia de Dios a Jesús.
4. (7,36-50) Jesús es invitado a casa de uno
de los fariseos. No se comenta por qué el fariseo le invitó. En aquel tiempo se
consideraba una buena obra invitar a rabinos viajeros, pero es muy probable que
el fariseo Simón solamente tuviese la intención de sorprender a Jesús en algún
error. Este pasaje muestra que Jesús no temía los contactos con cualquier
grupo, fueran pobres o ricos, publicanos o fariseos y escribas. En todo caso,
la invitación no se hizo por simpatía, ya que en el presente pasaje se ve que
el fariseo dejó de hacer las atenciones normales (vv.44-46). La puerta de la
casa estaba abierta. Esa fue la costumbre en aquel tiempo para que cualquier
persona pudiera escuchar las discusiones de los rabinos. Pero de pronto, entró
una mujer que tenía fama de ser una prostituta, una pecadora; ésta, llorando
moja con sus lágrimas los pies de Jesús y luego los seca con sus cabellos. Esto
estaba estrictamente prohibido en aquel tiempo, ya que era considerada la
actitud propia de una prostituta. Entonces Simón, se dijo a sí mismo:
"Éste, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le
toca, que es pecadora". Pero Jesús es más que un profeta, sabe que ella le
muestra su amor por el amor perdonador que recibe de Él. Por lo tanto, este
cuadro, que para Simón es tan denigrante, Jesús lo explica con una ilustración
de dos deudores, uno con una deuda pequeña, otro con una muy grande, cuya deuda
a ambos les fue perdonada. ¿Quién tiene más amor? Simón da la respuesta
correcta. Pero, ¿no entiende él que con esta mujer sucede lo mismo; que ella
muestra amor porque se sabe perdonada? Mientras que Simón es comparable al
deudor de la deuda pequeña. Él no mostró ningún respeto ni amor por Jesús.
Dirigiéndose a la mujer le dice: "Tus
pecados te son perdonados". La gente se pregunta ¿quién es éste, que
perdona también pecados? No es una pregunta de fe en Jesús -conociendo el
milagro del amor de Dios como en Miqueas 7,18- sino de incredulidad.
Simón esperaba la salvación a partir de una
vida correcta. Jesús, a través de su sacrificio, justifica a la mujer que ha
puesto su fe en Él.
* "¿Qué Dios como tú, que perdona la
maldad?"
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. Fe y humildad son dos cualidades
imprescindibles en la vida espiritual. El pasaje del centurión nos muestra dos
lecciones muy claras: (1) La humildad como actitud fundamental ante Dios. Note
la opinión de unos judíos importantes acerca del centurión: "Es
digno", y la opinión del centurión: "No soy digno". Debido al
pecado hay distancia entre Dios y nosotros, y la humildad lo sabe. (2) La fe
debe apoyarse indudablemente en la Palabra de Dios. El centurión, con una fe
madura, no necesitaba de inmediato pruebas visibles de parte de Dios, sino que
se apoya en el poder de la Palabra de Jesús. Crecer en la fe es dar por cierta
la Palabra de Dios a
pesar de todo.
2a. Jesús triunfa sobre la muerte, ya que Él
lleva la causa de ella: el pecado. El consuelo verdadero consiste sólo en recuperar
lo que hemos perdido. Para la muerte no hay consuelo humano, pero Jesús lo
tiene: Él devuelve la vida a los suyos por su sacrificio y resurrección. La
resurrección del joven de Naín es un anticipo de esta gloriosa verdad.
2b. El Señor nos brinda su ayuda aun cuando
nosotros no la suplicamos. Para una mujer viuda ya no había esperanza para
recuperar a su único hijo que había muerto. A pesar de su silencio, el Señor se
compadece de ella, pues entiende todas sus necesidades. A veces también podemos
pasar por momentos de tanta tristeza que solamente guardamos silencio ante
Dios; las lágrimas son el único lenguaje para expresar nuestro dolor en estas
circunstancias, mas el Señor está atento a nuestras necesidades, Él conoce
nuestro dolor cuando solamente queremos estar callados. Para Dios no somos unos
desconocidos, sino hijos a los cuales Él está atento en todo tiempo.
3a. La escencia de la fe es la capacidad de
esperar hasta que se cumplan todas las obras y promesas del Señor. Juan
no vió todo lo que esperaba de Jesús: faltó el juicio. Pero lo que él dijo
acerca de Jesús era la verdad. Juan ha sido el mayor profeta, pues anunció la
llegada del Mesías, Jesús. Sin embargo, los que creen en Jesús son mayor que
él, pues Juan no vería toda la obra de Jesús en la cruz. A pesar de las dudas
de Juan, era y es necesario creer su mensaje, pasar por la puerta del
arrepentimiento y acudir a Jesús. Esta es la actitud más sabia.
3b. La soberbia del hombre le impide aceptar
su necesidad de arrepentirse. Durante el ministerio de Juan el Bautista muchos
publicanos y gente del pueblo vinieron para ser bautizados, confesando sus
pecados. Pero los líderes religiosos de Israel rechazaron este llamamiento al
arrepentimiento, pues se consideraban justos delante de Dios. De esta manera
quedaron fuera del propósito de Dios. Ellos pensaban que pecado tenía que ver
con cosas acerca del incumplimiento de la interpretación que ellos daban de la
ley. Esto es tan peligroso, pues nosotros mismos podemos pensar que por el
hecho de respetar las tradiciones de la iglesia no tenemos necesidad de
arrepentimiento delante de Dios, pues creemos que ello solamente debe hacerlo
la gente que no va a la iglesia.
4. El amor de Dios es incomprensible. El que
espera la salvación por medio de sus esfuerzos, solamente recibirá frustración
y decepción; pero el que la busca en Jesús, al no tener ningún mérito, puede
recibirla como un regalo. El moralista piensa que el amor de Dios depende de su
conducta. El pecador que ha sido despertado a su real condición sabe que el
sacrificio de Jesús es el único y suficiente medio para obtener el perdón de
Dios. El conocer el secreto del amor de Dios, produce un profundo amor hacia
Él. El moralista no conoce este secreto, ni tiene este profundo amor.
Lucas 8
1. (8,1-3) El tema principal del capítulo 8
es escuchar y dar frutos. Vemos aquí a Jesús, por segunda vez, realizando una
gira de predicación (ver Lucas 4,14,15,44) por todas las ciudades y aldeas; la
primera fue para reclutar, esta segunda gira insiste en una decisión
definitiva. El reino de Dios es la buena nueva que se nos presenta como el
reino de gracia, paz y justicia; pero la vida tiene que ser de acuerdo a este
reino. Ahora los 12 discípulos acompañan a Jesús como un llamamiento a las 12
tribus de Israel para reunirse alrededor de Él. En su séquito se hallan mujeres
adineradas, las cuales hacen posible que este viaje, con tantas personas, se
realice; ellas se encargan de la mantención, ropa y alojamiento. Estas mujeres habían
sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades. Ellas repiten a su manera lo
que hizo la mujer del capítulo anterior; su gratitud y fe ayudan al progreso de
la predicación del evangelio. Lucas menciona a tres: María del pueblecito
Migdal, de quien fueron echados 7 demonios; Juana, esposa de Chuza, un hombre
de la corte de Herodes; y Susana, una persona desconocida, y otras más.
Parecería curioso que Jesús aceptara mujeres en su séquito, sin embargo, en
Cristo no hay hombre ni mujer. La primera cosecha es la de mujeres. Ellas
reciben la palabra y dan frutos al servir a Jesús con sus propios recursos.
* En Cristo no hay hombre ni mujer. Cada cual
puede, a su manera, compartir su amor.
2. (8,4-21) En la parábola del sembrador (ver
Mr.4 y Mt.13) Jesús destaca la importancia de oír bien y dar frutos. Aunque hay
muchos que le siguen, no todos darán frutos. Se reúne una gran multitud
alrededor de Jesús. Para Él, esta multitud es semejante a un campo grande en el
cual puede sembrar la semilla del evangelio. No es suficiente que Jesús
predique, tampoco que la gente escuche. Lo decisivo es cómo la gente
escucha para que se produzcan frutos. Eso falta muy a menudo. A la vez, Jesús
aclara que aún no es el tiempo para llevar a cabo la cosecha de la consumación,
sino realizar la obra del sembrador, el principio. Antes de que su
reino venga, habrá un gran período de preparación y de predicación de la
Palabra. Lo importante es que cada uno que oye la Palabra de Cristo escuche con
un corazón receptivo y dé el fruto correspondiente.
Cuando los discípulos le piden una
explicación, Jesús les dice que ellos tienen acceso al conocimiento de los
secretos del reino de Dios. Ellos conocen a Cristo como el Rey enviado de Dios.
Los demás ven las mismas cosas (las sanidades), oyen lo mismo (la predicación),
pero no tienen fe en Cristo. Son ciegos, aunque pueden ver; son sordos, aunque
pueden oír. Por eso Jesús va a hablarles por parábolas. Así reciben lo que
quieren, un mensaje escondido. El juicio de Dios es respuesta a la incredulidad.
Quien tiene entendimiento puede recibir más; quien vive en incredulidad
entenderá siempre menos. Sin embargo, también la forma en que Jesús enseña, es
un llamamiento al pueblo para escuchar.
La explicación de la parábola nos hace ver
que hay varios peligros después de que la semilla ha sido sembrada. Hay aves
(el diablo) que quitan la semilla; está el calor del sol (las pruebas) que hace
que la semilla se marchite; se halla la mala hierba (las tentaciones y
preocupaciones) que ahogan la semilla. Pero hay otra gente, que tiene un
corazón bueno y recto, que no sólo da frutos sino que además persiste en ello.
En aquéllos, el Espíritu Santo obró tanto que la semilla
logró su objetivo.
La persona que no cree en Cristo es como
alguien que esconde la luz de una lámpara debajo de la cama. No puede ver la
luz de Cristo; pero Jesús es la luz y no puede ser escondida en este mundo. Por
lo tanto, lo más importante es cómo escuchamos. Si tenemos a Jesús por la fe,
recibiremos más riquezas espirituales, pero si pensamos que tenemos a Cristo
(porque conocemos de sus sanidades y sermones) y no ponemos fe en Él, lo que
tenemos (las bendiciones a través de Él), lo perderemos. El oír bien y dar
fruto es tan importante que Jesús llama a aquellos que hacen la voluntad de Dios,
su madre y sus hermanos. Obedecer la palabra de Dios es vivir en comunión con
Jesús y practicar el mandamiento de amor como Él lo ha desarrollado en el
sermón del monte.
* ¿Cómo oímos; llevamos frutos, u oímos la
Palabra en vano?
3. (8,22-25) En 8,22-56 Lucas muestra, a
través de tres historias, que Jesús mismo es el evangelio, la buena nueva,
quien pide fe. Las tres historias muestran también la superioridad de Jesús
sobre las aguas, los vientos, los demonios y la muerte. En las tres historias,
Jesús llama a la fe de los partícipes. Él continúa su gira en barco para llegar
al otro lado del mar. Los discípulos le siguen. Él utiliza el tiempo para
dormir y descansar. Desde los montes se levanta un tornado que causa una gran
tempestad. El barco se llena de agua, por lo que los discípulos se preocupan
mucho, pero Jesús sigue durmiendo. También ahora, los discípulos le reconocen
como su comandante. Al no tener esperanza de un nuevo futuro, gritan:
"Maestro, Maestro ¡que perecemos!" El que Jesús reprenda el viento y
las olas nos da la impresión de que Él impidió una tragedia; sin embargo, Él en
su pregunta dirigida a ellos ("¿dónde está vuestra fe?"), aclara que
su intervención no era necesaria. Con Cristo en el barco, el viaje del evangelio
no se encuentra en peligro. Tienen que crecer en la fe. Por medio de esta
experiencia aumentan su admiración y respeto hacia Jesús.
* ¿Quién tiene más poder que Cristo?
¿Confiamos plenamente en Él?
4. (8,26-39) Es muy conocida y divulgada
entre las enseñanzas evangélicas la impresionante historia del endemoniado.
Gadara (o Gerasa como leen otros manuscritos) es una ciudad gentil de Perea,
con algo más de 40 kilómetros de largo. El endemoniado no vive en una casa,
sino en los sepulcros; así que el hombre es inmundo, vive en un lugar inmundo y
en una región inmunda. Al ver a Jesús, el espíritu inmundo lanza un fuerte
grito, demostrando así su tenaz oposición contra Jesús. Pero el poder de Jesús
es mucho más grande; gran cantidad de demonios moran en aquel hombre, tal que
parece ser una legión de ellos. Los demonios al enfrentarse a Jesús, le ruegan
que Él no los lance al abismo -lugar en que ya deberían estar- sino que se les
permita entrar en unos cerdos que se hallaban cerca del lugar. Para los israelitas,
estos animales eran inmundos, y por ende era prohibido tenerlos. Jesús concede
esta petición a los demonios. La consecuencia fue que los cerdos se
precipitaron desde el acantilado y se ahogaron en el mar. Jesús aquí, a través
de la expulsión, muestra su gran poder. La curación del hombre es un llamado
implícito a la gente de la ciudad donde él vivía, para que abandonen sus
prácticas pecaminosas; sin embargo, la gente quiere que Jesús se vaya. El
ex-endemoniado quiere estar con Jesús, pero Él desea que cumpla una tarea:
predicar las grandes obras de Dios justamente en aquella ciudad. Esta orden
también es una demostración del amor de Jesús. Aunque ellos desean su partida,
Él sigue buscándolos a través de este testigo.
* Dios ha hecho grandes cosas con nosotros,
¿lo compartimos con otros?
5. (8,40-56) Esta tercera historia muestra
nuevamente que Jesús mismo es la buena nueva. Lucas nos relata dos situaciones,
en donde se nos habla de dos personas que casi ya han perdido de vista el
horizonte de la esperanza: una mujer desahuciada por los médicos y un padre que
llora a su hijita muerta. En ambas situaciones, tocar a Jesús y tener fe es
suficiente para recibir restauración de la vida.
Ahora, al otro lado del lago, le espera la
multitud con gozo. ¿Con qué gozo? ¿con el que pertenece a la fe verdadera, o
con el que sólo espera milagros y maravillas? Muchos están expectantes por lo
último. Le aguarda también el hombre principal de la sinagoga llamado Jairo
(encargado del orden exterior de la sinagoga). Este vino a Jesús con mucho
temor en su corazón, ya que su hija única de doce años estaba muy enferma.
Jesús se dirigía a la casa de este hombre, cuando de pronto siente un toque
especial, es el toque de una mujer que se acerca con fe a Él. Ella ha perdido
mucha sangre, y es por lo tanto considerada inmunda según la ley de Moisés
(Levítico 15,25-27). Jesús pregunta quién le ha tocado y los discípulos se
extrañan por ésto, ya que hay demasiada gente alrededor de Él, y todos le
aprietan. Pero Jesús lo nota, pues sabe que poder salió de Él, el poder del
reino de Dios. Se detiene por un momento, ya que quiere enfatizar la
importancia de la fe de esta mujer; su fin es hacer que ella le conozca más, no
como médico, sino como salvador. Ahora Jairo recibe una muy mala noticia, su
hija ha muerto. Al parecer, Jesús está tomando mucho tiempo para uno de sus
milagros y por eso llega demasiado tarde para el otro. Pero esto, es solamente
en apariencia. En realidad Jesús tiene tiempo, ya que Él tiene todo el poder,
tanto sobre la enfermedad como la muerte. Lo único que es necesario es la fe en
Él. Los padres no deben decir nada, pues la gente sólo busca satisfacer la
curiosidad, en vez de glorificar a Jesús.
* Meditemos en el control que Jesús tiene
sobre todas las situaciones.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. Todos pueden, aunque de manera diferente,
servir a Cristo. Este servicio puede ser ya sea predicando el
evangelio o sirviendo con sus recursos a los que predican el evangelio para que
éste progrese y prospere. La razón de este servicio debe estar enraizada en un
profundo agradecimiento por todas las bondades de Dios. Así lo entendieron
algunas mujeres que se vieron beneficiadas con el ministerio terrenal de
Jesucristo: todas ellas le servían a Jesús con sus bienes. Lo mas lógico es que
todo creyente manifieste de alguna manera su gratitud al Señor por haber sido
salvo por medio de su sangre. Escabullir alguna responsabilidad dentro de la
iglesia, o negarse a servir para el engrandecimiento de la obra de Dios es
muestra de ingratitud y falta de compromiso con Dios.
2a. Es de suma importancia cómo oímos el
evangelio: con fe, dando fruto o no dando ninguno. Sin fe en Jesús como el Rey, no podemos
entender su palabra y nos empobrecemos espiritualmente. Poniendo nuestra fe en
su palabra, Él nos enriquece a través de ella. El que oye atentamente la
palabra de Jesús y la practica se hace miembro de su familia, la familia
celestial. No podemos separar la fe en Jesús de una vida que produce los frutos
del perdón y el amor hacia el enemigo (ver Lucas 6).
2b. La verdadera conversión soportará las
pruebas y las tentaciones. A través de la parábola del sembrador nuestro
Señor deja abierta la posibilidad de que exista una aparente conversión. Nos
muestra que hay gente que recibe con gozo la Palabra de Dios, pero cuando
vienen las dificultades se alejan de los caminos del Señor. ¿Cuántas veces
hemos sabido de gente que recibe con alegría al Señor y luego de un tiempo
verla totalmente alejada de la comunión de la iglesia? Asimismo hay personas
que aceptan la Palabra de Dios, mas no dan fruto debido a que están más
afanados por las cosas de este mundo que por servir al Señor. En este último
caso es probable que la gente siga yendo a la iglesia, pero sin la evidencia de
un cambio verdadero en su vida.
3. Jesús pide fe en Él, y la prueba. A
menudo, muchos de nosotros tenemos más temor por los poderes de la naturaleza,
de la enfermedad, de los demonios y de la muerte. Tener fe significa: decir y
confiar que Jesús es mayor que cualquier poder. ¿Lo creemos así? Creer no
significa que de inmediato ocurra lo que queremos que suceda, sino confiar en
la bondad de Dios en cualquier circunstancia.
4. La liberación del endemoniado es en sí un
llamado a la fe en Jesús. El endemoniado era un gran peligro para todos;
nadie puede negar lo que Jesús hizo por él. No obstante, los habitantes de la
región optan por una vida sin la presencia de Jesús, ya que ella les amenaza en
cuanto a sus recursos (la pérdida de los cerdos). A pesar de esto, la
misericordia de Jesús es abundante, pues les deja un testigo de sus maravillas.
Nótese que Lucas, al igual que Marcos, emplea tres veces la misma palabra
`rogar' o suplicar (vv.31, 37 y 38). Jesús permite las dos primeras peticiones,
pero no la del hombre liberado; aunque esta última es la única positiva: poder
estar en la presencia de Jesús. Sin embargo, el no conceder la petición del
ex-endemoniado, es una muestra de su gran amor por esa región, dándole un
testigo de sus maravillas como un llamado implícito para poner su fe en Él.
5. Los milagros nos llaman a la fe: el reino
de Dios traerá la sanidad total de la vida. Lucas enlaza dos historias cuyo elemento
común es la esperanza que ya se extingue: la de una mujer que nunca había
sanado, y la de un padre cuya hija está muriendo. Nos cuesta tremendamente
creer que hay esperanza después de la muerte (cp. v.49). Los milagros que hizo
Jesús nos ayudan para poner nuestra fe en Él, en medio de un mundo lleno de
casos sin esperanza. Un día llegará su reino, y entonces será vencido en forma
definitiva todo poder maligno. Aferrémonos de esta esperanza.
Lucas 9
1. (9,1-6) "Jesús iba por todas las
ciudades y aldeas", nos dice el cap. 8,1. Ahora Él envía a sus discípulos.
Les concede autoridad para echar fuera demonios y sanar enfermedades. De
simples seguidores, estos hombres se transforman en misioneros predicadores del
reino de los cielos. Es un fuerte llamado para ser enviados a todos los lugares
(ver v.6). Los discípulos pueden recibir alojamiento y comida; así que no hay
necesidad de llevar dinero, comida o ropa adicional. No son vagabundos, sino
enviados del Mesías. Aunque Jesús mismo toleró la falta de reconocimiento y
permitió que le dijeran que se fuera, sus discípulos tienen que advertir que
rechazar a este Mesías sufriente significa hacerse culpable ante Dios.
* Cada mensaje es un nuevo llamado, cada vez
más fuerte, para reconocer y servir a Jesús.
2. (9,7-9) Lucas aún no ha contado el
dramático desenlace que tuvo la vida de Juan el Bautista, el cual fue muerto
por Herodes. Este rey oyó todas las cosas que hacía Jesús y se asustó por las
reacciones del pueblo, y de inmediato pensó que Jesús era Juan que había
resucitado de la muerte. ¿Pero, cómo es posible que Juan haya resucitado, si yo
le hice decapitar? Esta es la gran duda de Herodes. También si es Elías (según
la opinión de aquella época Elías volvería para preparar el camino del Mesías)
u otro profeta significaría una querella contra él con respecto a la muerte de
Juan. Herodes tiene temor y por eso quiere verlo para saber ¿quién es este
Jesús? Es seguro que él quiere hacer con Jesús lo mismo que hizo con Juan (ver
también Lucas 13,31). Así se produce una atmósfera amenazante; la muerte de
Jesús se acerca.
* Como Juan el bautista, Jesús también es
amenazado de muerte, pero soporta todos los sufrimientos para así ganar nuestra
salvación.
3. (9,10-17) Una vez regresados los
discípulos, cuentan todo lo sucedido a su Maestro. Jesús, quien percibe las
amenazas de Herodes, se retira con ellos a un lugar desierto alrededor de Betsaida
donde vivían Felipe, Andrés y Pedro. Cuando la gente lo supo, de inmediato le
siguió. Jesús les recibió e hizo por ellos dos cosas infaltables en su
ministerio: predicar y sanar, anunciar y hacer visible el reino de Dios.
También se revela como la persona que es más grande que Moisés (compare Ex.16).
En forma espontánea, Él da de comer a cinco mil hombres. Aparentemente la gente
recibe más a medida que Jesús sufre más. Los discípulos participan de este
milagro; no sólo sanar a los enfermos, sino dar comida a los hambrientos con
sólo cinco panes y dos pescados. Las palabras "bendecir, partir y
dar" las encontramos también en Lucas 22,14 en adelante. La alimentación
es una señal del banquete mesiánico, donde no habrá falta de nada.
* La vida en la presencia de Jesús es una
vida buena.
4. (9,18-27) En este pasaje encontramos la
respuesta a la pregunta: ¿Quién es Jesús? La gente, a pesar de todo lo que ha
visto, sólo mira a Jesús como un gran profeta (sea Juan, Elías u otro). Pedro
confiesa, en nombre de todos, que Jesús es el Mesías. Hay entonces una gran
diferencia de opinión. Esta confesión podría significar que los discípulos van
a predicar con mucho énfasis sobre quién es verdaderamente Jesús: el Mesías.
Pero Él lo prohíbe estrictamente, no porque quiera esconder su identidad, sino
porque la gente no entenderá la razón por la cual el Mesías debe seguir un
camino tan extraño: sufrir y morir. Ahora no es el momento para una campaña de
propaganda, sino para el rechazo de parte de los líderes de Israel, quienes lo
clavarán en la cruz. Pero Él es el Mesías; después de tres días resucitará de
la muerte. Por lo demás, todos tienen que saber que la vida del cristiano que
sigue a Jesús es una vida de sufrimiento. Hay que estar dispuesto a tomar
diariamente la propia cruz. Porque quien gane todo, pero tiene vergüenza de
Jesús y de sus palabras, lo perderá todo. Jesús se avergonzará de ellos cuando
venga en su gloria. La persona que contemple a Jesús en su gloria (en el monte
o después de su resurrección), participará en el reino de la gloria y no
sufrirá daño de la muerte. Para ellos la muerte es nada más que la puerta de
entrada al reino de Dios.
* ¿Estamos dispuestos a negarnos y a tomar la
cruz? Ese es el camino hacia la gloria.
5. (9,28-36) Lucas da muy poco énfasis a la
oposición de los discípulos frente a un Jesús que va camino al sufrimiento. En
este pasaje también se da menos énfasis a la participación de los discípulos,
sólo se nos relata un detalle que no lo encontramos en los otros evangelios,
que los discípulos tienen sueño. Este sueño significa, que para los discípulos
el camino de Jesús aún no es comprendido (primero padecer y después recibir la
corona). A este camino, que Él tiene por delante, Lucas da el mayor énfasis.
Jesús aparece junto a Moisés y Elías, rodeado por la gloria celestial. Es una
confirmación del fin de su camino: la gloria con el Padre. Pero la conversación
entre ellos trata de la partida (éxodo) que Jesús iba a cumplir en Jerusalén.
La glorificación, aquí en este monte, es una afirmación de que el camino del
sufrimiento no es algo hecho en vano. Estos momentos preciosos sirven como una
ayuda y preparación para Jesús en cuanto a su destino. Es sobre todo Lucas
quien enfoca la atención especialmente al último viaje de Jesús a Jerusalén
(compárese 9,31 con 9,51). Lo que Jesús va a cumplir es un éxodo (de Jerusalén)
a la gloria celestial, la cual es anunciada y prefigurada por medio de la
transfiguración.
* El camino de Jesús termina en la gloria
celestial, pero antes Él debe pasar por el sufrimiento infernal.
6. (9,37-45) Lucas también relata la historia
de la liberación de un muchacho endemoniado; esta historia está conectada a la
de la transfiguración. Esto nos habla del contraste entre la gloria celestial y
la miseria en esta tierra. Lucas nos dice que este muchacho endemoniado es el
hijo único de un padre, quien sufre grandemente al ver que su hijo es azotado
por un demonio. Sólo a través del sufrimiento de Jesús, la miseria y el pecado
pueden ser removidos. El padre suplica ayuda. Los discípulos confiando
demasiado en sí mismos no podían sanarlo. Jesús tropieza con la misma actitud
de incredulidad que hubo en Israel durante su peregrinaje por el desierto (ver
Deut. 32,5,20). ¿Cuánto tiempo tiene que soportar esta actitud? (comp. Num. 14,27).
A todos les faltó confianza. El tiempo, cuando Él terminará con ésto, se
acerca. Ahora Jesús revela su majestad al echar fuera al demonio. Todos admiran
la grandeza de Dios. Pero esto no es lo mismo que reconocer a Jesús como Mesías
e Hijo de Dios. Para que los discípulos no se engañen por la admiración de la
multitud, deben poner atención y tomar nota de las palabras que Él les dirigió
acerca de su sufrimiento en la cruz. El Hijo del Hombre, el juez del mundo,
será procesado y entregado en las manos de los hombres. La forma pasiva
(entregado) nos dice que es la mano de Dios que lo hará. Los discípulos, sin
embargo, no entienden estas palabras, porque no quieren entenderlas.
Piensan en un futuro glorioso, y temen preguntar algo más sobre esto.
* Jesús soportó, en su gran paciencia, la
incredulidad y falta de comprensión.
7. (9,46-56) Este pasaje nos dice mucho sobre
la falta de comprensión. Pensando en un futuro cercano y glorioso, los
discípulos discuten sobre la pregunta de quién sería mayor, y por lo tanto
quien ocuparía el mejor lugar y puesto en el reino de los cielos. Jesús, al
conocer sus pensamientos, toma a un niño y lo pone junto a sí. Esto deben hacer
los discípulos, no pensar en ser recibidos, sino en recibir; no pensar en
puestos grandes, sino en puestos humildes: recibir a los pequeños en el nombre
de Jesús en el reino de Dios. El que esto hace, ése es el más grande.
Otra falta de comprensión la podemos
observar, cuando Juan y los demás discípulos, habían visto a una persona que
echaba fuera demonios en el nombre de Jesús, y se lo prohibieron, porque no
andaba con ellos. Juan relaciona las palabras "en mi nombre" (v.48),
pensando que significarían "estar con nosotros". Pero hay personas
que no están en contra de Jesús, aunque no le siguen. Los límites que nosotros
ponemos muchas veces son demasiados estrictos. El primer propósito de Jesús no
es condenar, sino salvar. Lo mismo encontramos desde el versículo 51 en
adelante. Los días para ser recibido arriba (la ascensión) se acercan, y por
eso Jesús afirmó su rostro para ir a Jerusalén. Todo lo que Lucas describe
desde ahora (9,51 hasta 19,46) trata de esto: el viaje a Jerusalén para morir y
resucitar, ganando así el perdón y la salvación de los perdidos. Por lo tanto
los discípulos se equivocan; lo que se hace evidente cuando al volver de una de
las aldeas de los samaritanos, dos de ellos le piden a Jesús que les permita
ordenar que descienda fuego del cielo para castigarlos por no recibirlos. ¡Un
grave error!, ya que están olvidando el propósito de la venida de Jesús: ¡dar
salvación!
* El Hijo del Hombre no ha venido para perder
las almas sino para salvarlas.
8. (9,57-62) En estos versículos encontramos
tres afirmaciones de Jesús sobre el seguirle en el camino (es decir: el camino
a Jerusalén, ¡a la cruz!). En primer lugar, alguien se dirige a Jesús
diciéndole que quiere seguirle adondequiera que Él vaya. Él le muestra que su
viaje no termina en un domicilio en esta tierra, no va a establecer su reino
ahora; al contrario, en esta tierra está viajando a la cruz. Los seguidores de
Cristo deben aceptar esto; las zorras y las aves tienen más que Él: ellas
tienen nidos, mientras que el `nido' de Jesús será la cruz.
Otra persona, que sí es llamada por Jesús,
pide permiso para enterrar a su padre, y una vez que haga ésto, entonces podrá
seguir a Cristo. Pero el viaje de Cristo, quien va a adquirir la reconciliación
y la vida eterna, es tan importante que es apremiante predicar el reino de Dios
inmediatamente. Es una declaración impactante, solamente podemos entenderla a
la luz de la obra de Cristo que está a punto de realizarse.
Una tercera persona también quiere seguir a
Cristo, sólo pide autorización para despedirse de su familia. Oímos nuevamente
una reacción fuerte: no despedirse de la familia. Sabemos, sin embargo, que
Jesús puso mucho énfasis en las relaciones familiares, pero ahora lo más
importante es seguir a Cristo, lo antes posible, en su camino hacia el
Calvario. Es como el arar; el que lo hace no puede ver hacia atrás, ya que este
trabajo exige un máximo de concentración. El que quiere seguir a Cristo debe
desplegar la misma actitud: no mirar hacia atrás, sino concentrarse en el
camino, siguiendo las pisadas de Jesús.
* Seguir a Cristo exige dedicación completa,
pero al final del camino el gozo que encontramos no tiene comparación.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. La llegada de Jesús y del reino de Dios
debe ser conocida en todos lados. Jesús involucra a sus doce discípulos en la
predicación y en los milagros respectivos a su reino, ya que todos deben
conocer las buenas nuevas. La gente debe alimentar y alojar a los discípulos,
puesto que el evangelio lo merece y porque así éstos pueden concentrarse en
llevar su mensaje. El mensajero debe saber dónde es recibido o rechazado. Se
debe entrar donde hay apertura, pero salir donde no la haya. Desde luego, en el
trabajo evangelístico se necesita perseverancia, incluso en los lugares en
donde no se ven los frutos de inmediato. Sin embargo, se puede aplicar lo que
Jesús dice aquí cuando se trata de la investigación de un terreno para empezar
una nueva obra eclesiástica.
2. Jesús siempre vivió bajo la amenaza de la
muerte. Esto lo sabía, pero sólo se cumplió a su debido tiempo. Desde
el principio, Jesús se acercó al sufrimiento. Mientras que para otros la muerte
es una amenaza fuerte, para Jesús era el objetivo de su vida: la expiación de
nuestros pecados a través de su sangre. Sin embargo, esto debería acontecer a
su debido tiempo: Jesús no sólo vino para morir, sino que también para vivir,
predicar su evangelio y hacer visible la grandeza de su reino.
3. La alimentación de los cinco mil es un
anticipo del banquete mesiánico, en donde no habrá falta de nada. Lucas
emplea palabras iguales en el cap. 22 en cuanto a la última pascua, donde habla
de partir el pan como referencia a la entrega de su propio cuerpo. La
abundancia material que produjo este milagro es una señal del amor abundante
que Jesús entregó a través de su muerte. La vida de Jesús fue multiplicada, su
sangre trajo vida a muchos ¡Qué precioso es el reino de Dios!
4. Jesús primeramente quiso sufrir por
nosotros y después recibir la gloria celestial. Jesús prohibió a sus discípulos difundir
quien era. La grandeza de su amor se manifestó en el hecho de que Él no se
concentró en su propia gloria, sino en la voluntad del Padre y en la salvación
de los suyos. Empero, también el discípulo debe estar dispuesto a seguir a
Jesús en su camino hacia la cruz; debe estar dispuesto a sufrir por causa de
Él. Si no estamos dispuestos a hacerlo (eso en el fondo es avergonzarse de
Jesús) y si dejamos que nuestros propios intereses prevalezcan, entonces
destruiremos nuestras propias vidas y perderemos la salvación eterna.
5 y 6. La transfiguración confirmó que Jesús
tendría éxito en su camino: el sufrimiento no sería en vano. Ella
era un anticipo de la gloria que le esperaba. Sin embargo, su esperanza no era
algo sólo para Él. La historia del muchacho endemoniado muestra claramente que
el camino de Jesús tiene fruto para este mundo: un día, en su reino, las
enfermedades serán quitadas. No obstante, pocos pueden interpretar bien el
camino de Jesús. Sólo quieren andar por vista y no por fe.
7 y 8. La falta para comprender el camino de
Jesús es por causa de no entender su necesidad ni su fin. Jesús
no tenía como prioridad el repartir buenos puestos a sus discípulos, ni en
luchar contra aquellos que, aunque actuaran en su nombre, no le siguieran, ni
en condenar a los samaritanos. El propósito de su camino era salvar a los
hombres. Esto no quiere decir que la iglesia no deba inquietarse por oposición
y enemistad, sino que no debe concentrarse en la lucha contra ellas. Nuestra
primera tarea es predicar el evangelio en el poder de Cristo, con mucho
esfuerzo y dedicación total.
8. Seguir a Jesús es un compromiso serio,
nada debe interponerse en el camino del seguimiento. Las
declaraciones tan radicales de Jesús acerca del llamamiento sólo son posibles
de entender a la luz de los acontecimientos: su camino hacia el Calvario. El
pasaje bíblico nos enseña que hay personas que con entusiasmo quieren seguir a
Cristo, pero no saben lo que ello significa. Asimismo otros quieren seguirle,
mas se creen con derechos a poner condiciones al llamamiento, es decir, no
están dispuestos a sujetarse al señorío de Cristo. Por último, vemos a alguien
que sí ha sido llamado (nadie se llama solo) a dejar todo apego por lo terrenal
y unirse a Jesús en la predicación del evangelio del reino de Dios.
Lucas 10
1. (10,1-16) Lucas es el único evangelista
que nos relata la misión de los setenta (según otros manuscritos 72). Hay
ciertos aspectos que se parecen al capítulo anterior, la misión de los 12, pero
también existen algunas diferencias. En el caso de la misión de los apóstoles
se trató de una extensión de la obra de Jesús; ahora, esta misión, tiene la
intención de informar en todos los lugares el viaje que Jesús personalmente
pronto hará en ellos. Según algunos intérpretes, el número 12 simboliza a las
12 tribus de Israel (eso es correcto), mientras que el número 70 simboliza la
multitud de las naciones paganas. Quizás es mejor pensar en los 70 ancianos de
Num.11,16-17, o en el número de los miembros del sanedrín, ya que en estos
versículos no se hace referencia a la misión de los enviados entre los
gentiles.
Por el hecho de que son pocos los obreros y
la cosecha es grande, es necesario rogar al Señor de la mies que envíe (lit.
"echar fuera", porque es algo muy urgente) obreros a su mies. Todo el
pueblo debe saber que el reino de Dios por medio de Jesucristo se acerca.
Aunque la cosecha es grande, esto no significa que sólo habrán resultados
positivos. Al contrario, Jesús les dice: "yo os envío como corderos en
medio de lobos". Pero el saber que es Jesús quien envía, debe producir en
las vidas de los setenta enviados, confianza en Él y en su protección. Su
cuidado se evidencia también en el hecho que no es necesario llevar bolsa,
alforja o calzado. Dios es el que los cuida, por eso ellos no deben tener
demasiada preocupación por su mantención. La causa del reino de Dios es
urgente, por lo tanto no deben detenerse a saludar a nadie por el camino, pues
saludar era a la sazón una ceremonia muy larga.
En su último viaje, Cristo ofrece a través de
sus mensajeros paz a la gente, pues Él es el rey de paz. Poder entrar o ser
excluido del reino depende de la aceptación o el rechazo que se les brinde a
los enviados de Jesús (6). Sólo en la casa de un hijo de paz pueden comer y
beber. Los enviados no piden limosnas, pero sí pueden aceptar el salario que
les corresponde en las casas donde se los acoja. Deben conformarse con este
trato, y no pasar de casa en casa para recibir cada vez algo mejor. Lo mismo se
aplica cuando entran en una ciudad. Si la ciudad acepta a los enviados, deben
comer lo que se les ofrece sin dar mayor importancia a las leyes de la comida
(como lo hacían los judíos, para quienes era necesario realizar esto en caso de
visitar ciudades con influencia pagana como en Perea), puesto que la aceptación
de Jesús como Rey es mucho más importante. La prueba de la paz de Dios son las
sanidades como señal de la llegada de su reino, pero para la ciudad que rechaza
estas señales ha llegado su fin; si este fuese el caso, aun hasta el polvo de
los pies deberán sacudirse los discípulos. El castigo será muy fuerte, mayor
que el propinado a Sodoma; sobre todo para las ciudades que recibieron muchas
bendiciones como Corazín, Betsaida y Capernaum, ya que en ellas Jesús mostró
muchas señales de su reino.
* Quien acepta al enviado de Jesús y su
palabra, acepta a Jesús; y quien rechaza a los enviados y su palabra, rompe con
Jesús.
2. (10,17-24) Luego de dos o tres semanas los
setenta regresan después de haber cumplido su misión. Todos vuelven con gozo,
porque los demonios se habían sujetados a ellos en el nombre de Jesús. Hay
entonces alegría por el poder de Jesús. El Señor responde, diciendo que veía a
Satanás caer del cielo como un rayo. Significa que Satanás perdió poder y
terreno, pero por otro lado, que por esa razón redoblará sus fuerzas en la
tierra. Fue destronado en el cielo, pero es amenazante como un relámpago en la
tierra. Jesús vió ésto en el viaje de los setenta. Satanás será aún más activo
y agresivo según el Rey avance. Por eso Jesús les promete su protección en el
versículo 19; pese a la agresividad de Satanás, no hay razón para tenerle miedo.
Jesús les dará el triunfo sobre todos los obstáculos que el enemigo levante,
tanto cuando se trata de animales crueles (cp. Hechos 28,1-6) como de
actividades destructoras.
El gozo del triunfo sobre los demonios puede
ser muy grande, pero éste palidece ante el gozo de la justificación de los
creyentes por Dios. Ser aceptado en el cielo es un gozo mayor que recibir el
poder sobre los demonios. Ahora (v.20) encontramos el gozo de Jesús. Él está
emocionado por la alegría de la justificación de los pecadores en el reino de
Dios; tal es su regocijo, que pronuncia una expresión llena de alegría hacia
Dios y una bienaventuranza sobre los discípulos. El agradecimiento es el mismo
que en Mateo 11,25. Allá funciona como reacción a la incredulidad dentro de
Israel; aquí es una expresión de alegría sobre la fe de los setenta. Jesús se
regocijó en el Espíritu, tiene una alegría mayor que la de ellos. Da gracias
por el hecho de que al Padre le agradó que los misterios del reino de Dios no
fuesen inventados por los sabios del mundo, sino que fuesen revelaciones de
Dios dadas a conocer a los niños, a los sencillos de corazón. Esta revelación
tiene lugar exclusivamente a través del Hijo de Dios, Jesús. Dirigiéndose a los
setenta les dice bienaventurados por lo que han visto y han oído. Ellos son
partícipes de los días del Mesías sobre esta tierra, cosa que los profetas
desearon ver.
* El gozo más grande es saber que nuestro
nombre está escrito en los cielos.
3. (10,25-37) Este pasaje lo conocemos como
la parábola del buen samaritano, cuyo tema es el amor hacia el prójimo. Pero es
necesario saber el trasfondo de la parábola. Hay un intérprete de la ley
(escriba), que quiere poner a prueba a Jesús, es decir, tratar de hacerlo caer.
El encuentro tiene lugar después del regreso de los setenta, encuentro que
mostró claramente que nuestra salvación o la pérdida de la vida eterna depende
de nuestra relación con Cristo. La pregunta del escriba: "Maestro,
¿haciendo qué cosa heredaré la vida eterna?", es en este momento una
negativa del mensaje de Jesús y sus discípulos, como si ellos todavía no
hubieran dicho nada, ni predicado que la salvación se halla sólo en Jesús. El
Señor responde con una contra-pregunta: "¿Qué está escrito en la
ley?" La respuesta es tradicional, amar a Dios con todo el corazón, el
alma y las fuerzas y al prójimo como a uno mismo; sin embargo, la respuesta
contiene también una crítica de parte del escriba. Según él, es verdad que es
necesario tener amor por Dios y por el prójimo, pero ¿cómo puede Jesús pedir más
amor y fe en Él, como si fuera Dios? Jesús confirma la respuesta, por lo cual
implícitamente afirma que lo que pide no es demasiado, puesto que Él es
el Hijo de Dios. Para justificarse, el escriba pregunta: "¿Y quién es mi
prójimo?" Nuevamente tenemos que volver a la situación de este momento. El
escriba parte del siguiente pensamiento: ¿acaso no parece que para Jesús el
prójimo es sólo la persona que le acepta? Al contar una historia, Jesús prepara
su respuesta. Hay en su respuesta un cambio, no repite al final de la parábola
la pregunta ¿quién es mi prójimo?, sino ¿cuál de los tres fue el prójimo de la
víctima? ¿Queremos ser el prójimo del otro? Para el escriba, Jesús no es su
prójimo, pues este escriba lo rechaza, tal como aquellos que llaman
`Samaritano' a Jesús. Su falta de amor por Jesús procede de su confianza en sí
mismo. No necesita ayuda de parte de Él, por eso no lo considera como prójimo
suyo. Pero en su respuesta, este hombre tiene que utilizar la palabra clave:
"El que usó de misericordia con él". Esto es exactamente lo
que hace Jesús. Las últimas palabras de Él: "Vé, y haz tú lo mismo",
es una invitación para seguir a Cristo y mostrar misericordia como Él lo hace.
* Quien experimenta el amor de Jesús, hará lo
mismo: mostrará misericordia.
4. (10,38-42) Leemos en este pasaje, cómo Marta
pide a Jesús que exhorte a María para que ésta sirva también como lo hace ella.
Marta está sirviendo a Jesús, pero olvida lo que Él quiere hacer en su vida.
Ella está preparando la comida, mientras que María no hace nada. Marta está
trabajando con mucho empeño y María está sentada escuchando la palabra del
Señor. Marta se enoja, porque se preocupa con muchos quehaceres. Ante la
molestia de Marta, y su preocupación por los muchos quehaceres, Jesús le dice: "Marta,
Marta (Jesús está preocupado por la situación de Marta), afanada y turbada
estás con muchas cosas"... tú no tienes tranquilidad; tú no guardas el
contacto conmigo. Sólo una cosa es necesaria, dice el Señor; y es Él quien la
determina: escuchar su palabra, conociendo a Dios, escuchando su voz, el
evangelio del perdón. De esto podemos decir: que sirve para siempre, hasta la
eternidad, no nos será quitado de nuestra vida. Es para siempre y tiene
importancia eterna.
* Al servir a Dios, ¿mantenemos la comunión con
Él?, ¿sabemos que Jesús quiere servirnos a través de su palabra?
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. Grandes bendiciones llevan consigo una mayor
responsabilidad. Jesús hizo todo lo posible para anunciar la
llegada de su reino. Sin embargo, necesitaba más obreros que actuasen en su
nombre; siempre hay falta de ellos. Estos pregoneros anunciaron la llegada del
reino a través de su Mesías, Jesucristo. Habrán señales que testificarán de
esto. Sin embargo, la oposición se hará grande, pues aún siendo las ciudades
partícipes de la misericordia del Señor, algunas de ellas no se arrepentirán.
Las consecuencias de la impenitencia serán graves: recibirán un castigo mayor
que el de ciudades malvadas castigadas en la antigüedad. Rechazar a Jesús es un
asunto sumamente delicado. Jesús es rechazado, cuando sus siervos que predican
su Palabra son rechazados. En el día del juicio se revelará un duro castigo
para los que echaron a Cristo de sus vidas, cuando éste llegó para salvarles.
¡Ay de aquellos que rechazan a los obreros de Jesús!, pues al hacerlo rechazan
a Jesús mismo.
1b. Rechazar a Jesús es el peor pecado que
existe. Los
judíos siempre tendieron a compararse con sus vecinos paganos, a los cuales
llamaban "perros". Para ellos era también muy conocida la inmoralidad
de ciudades de la antigüedad, ciudades perversas y orgullosas. Pero los judíos
reciben un duro golpe de parte de Jesús, cuando Él les dice que pueblos
israelitas que le rechazaron son peores que aquellas naciones que recibieron su
castigo de parte de Dios. Puede sonar duro, pero si hermanos de la iglesia no
experimentan una fe viva en Jesús, de quien han recibido tan grandes
beneficios, este pecado merecerá un castigo peor que el que recibirán los
paganos. Los pecados de los hombres, cualquiera sean estos, ciertamente serán
castigados, pero rechazar a Jesús es un pecado que no tiene comparación.
2. Lo más importante para el obrero no es
gozarse con el éxito, sino por saber que es hijo de Dios. Todos
los creyentes deben saber que el mayor gozo nace de una relación viva con
Jesús, la cual hace que nuestros nombres estén escritos en el libro de la vida.
Nuestra alegría no ha de basarse en las cosas extraordinarias que podamos
experimentar. Muchos creyentes tambalean en este sentido, pues hacen depender
su gozo del éxito que como creyentes tengan en la vida; vivir de esta manera es
exponerse a grandes frustraciones, ya que no siempre las cosas saldrán como
queremos que salgan. Lo más importante es saber qué somos en Cristo y qué
posesiones espirituales son nuestras en este momento; al saberlo, nuestra vida
se elevará a un gozo espiritual que no será ahogado por las circunstancias. ¿Se
goza al saber que usted está inscrito en el libro de la vida?
3. La parábola del (Buen) Samaritano es más que
un llamado para ayudar al prójimo. En el fondo es un llamado para reconocer a Cristo
(el que fue rechazado por el intérprete de la ley), aceptar su misericordia y
mostrar misericordia en su nombre tal como lo hizo Él. Al mismo tiempo podemos
decir que esta parábola contiene una hermosa enseñanza acerca del amor a
nuestro prójimo, amor que es un ejercicio de orden práctico, y no una
formulación teológica fría. Como iglesia debemos extender nuestras actividades
a zonas en donde es necesaria la manifestación de la misericordia. Esta
actividad no debería ser la aventura de unos pocos; la iglesia entera debería
estar envuelta en la misericordia por los desposeídos, tanto espiritualmente
como materialmente.
4. Lo más importante no es hacer muchas cosas
para Cristo sino escuchar su Palabra. A menudo tendemos a servir a Cristo; pero,
¿también nos dejamos servir por Él? Para el Señor es mucho más importante que
mantengamos la comunión con Él, que acumulemos de actividades nuestra agenda.
Si mantenemos viva la relación con Jesús nunca habrá momentos de ocio. Sentarse
a los pies de Jesús para escuchar su Palabra es un ejercicio espiritual que a
menudo descuidamos. En este mundo tan acelerado necesitamos detenernos y
contemplar la grandeza de Jesús, sólo así podemos seguir avanzando con el
evangelio en esta tierra.
Lucas 11
1. (11,1-13) "Aconteció que Jesús estaba
orando en un lugar". Jesús se dirige a Jerusalén para morir; Él enfrenta a
la muerte, pero en plena comunión con su Padre. Los discípulos quieren aprender
a orar. Es posible que ahora piensen en una oración que clama por la irrupción
inmediata del reino de Dios. Pero Jesús enseña la misma oración que se señala
en Mateo 6, salvo algunas diferencias en la elección de las palabras. Esto debe
ser muy significativo para los discípulos. Por el momento, ellos no deben
esperar un cambio radical; aunque es seguro que el reino de Dios vendrá, sin
embargo, no llegará inmediatamente. Por lo tanto, ellos deben persistir en la
misma oración, es decir, la oración que empieza con confianza, y que luego
sigue con tres clamaciones: "santificado sea tu nombre, venga tu reino,
hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra". La
congregación y cada individuo pide con estas peticiones que venga el reino, se
haga patente el respeto y la obediencia a Dios en este mundo. También es una
oración que nos lleva a considerar el camino de la necesidad, del pecado y la
tentación; pero sobre todo el de una esperanza permanente del reino de Dios, a
pesar de que éste todavía no sea visible.
Jesús muestra a través de una parábola cuán
importantes son la confianza y la tenacidad en la oración. Un amigo que recibe
a otro amigo pide pan a un tercer amigo. Aunque hace esto en un momento poco
oportuno y desfavorable (medianoche) -cuando toda la familia duerme en una sola
pieza- seguramente su amigo se despertará, al ver la insistencia de su amigo
que le pide pan. La aplicación es dada con palabras extraídas de imágenes de la
parábola, pedir, buscar, llamar (lit. dar golpes a la puerta). Si los discípulos
no tienen, deben pedir; si no hallan, deben buscar; si encuentran puertas
cerradas, deben dar golpes a la puerta de Dios. El camino de los discípulos
sigue siendo un camino de necesidad, pecado y tentación. Sin embargo, dando
énfasis en el v.9 en lo que deben practicar, el v.10 destaca la seguridad de
la promesa. Dios es mucho más que un amigo, aun más que un padre terrenal;
porque aunque éstos saben dar buenas dávidas a sus hijos (y nunca una piedra,
una serpiente o escorpión), empero, son personas malas ante los ojos de un Dios
santo y bueno. El Padre celestial, que es superior infinitamente al mejor de
los padres terrenos, dará mucho más: el Espíritu Santo. Viene el reino cuando
ya no habrá más pecado, ni necesidad, pero mientras tanto el Padre celestial
quiere llenarnos con su Espíritu para guardarnos en su camino.
* El Padre celestial responde a la oración hecha
con esperanza y tenacidad dándonos su mayor don, el Espíritu Santo.
2. (11,14-36) El abismo entre los discípulos,
que quieren aprender a orar, y las multitudes que miran de una manera crítica
lo que Jesús hace cada vez se hace más grande. Cuando Él echa fuera un demonio,
la gente se maravilla, pero no para tener fe en Él como el Cristo. Al
contrario, algunos de ellos dicen: "Por Beelzebú, príncipe de los
demonios, echa fuera los demonios"; otros para tentarle, le piden una
señal. El mudo que es sanado habla, pero la gente se mantiene silenciosa por
incredulidad. Jesús responde tanto a las sospechas del v.15, como a la
tentación del v.16.
Si fuera verdad que Jesús echa fuera los
demonios por Beelzebú, entonces la gente no debería alarmarse, sino esperar
tranquilamente hasta que el fin del reino de los demonios llegue, ya que
Satanás está destruyendo su propio reino. Aquellos que echan fuera a los
demonios, los propios hijos de Israel, ¿por quién lo hacen? Todos lo saben: en
el nombre del Dios de Israel. Si Jesús lo hace por su propio poder, ¿el dedo
del Señor no está presente cuando Él echa fuera a los demonios? Así que no es
el reino de Beelzebú que se acercó, sino el reino de Dios. Lo que Jesús hace es
destruir el reino de satanás. Según las palabras de Juan: Jesús es el más
fuerte. Él quita al enemigo su armadura y devuelve el botín robado a los
propietarios: la gente recobra su voz, la luz en sus ojos, su inteligencia,
etcétera.
Ahora Jesús advierte a la gente. No es
suficiente estar cerca de Jesús, sino estar unido a Él y a favor de Él, pues de
no ser así, aquella persona está en contra de Él. Quien no recoge, sino que
mira a Jesús de lejos y con ojos críticos, es un adversario y desparrama al
pueblo. Es necesaria la fe en Él. Esto lo demuestra por medio de sus palabras
acerca del espíritu inmundo: cuando éste sale del hombre (por la palabra de
Jesús) vuelve pronto con siete demonios más y la situación es mucho peor que
antes. Si el lugar vacío no se llena con fe en Jesús, entonces Satanás volverá.
Justamente en este momento una mujer clama (27): "Bienaventurado el
vientre que te trajo, y los senos que mamaste". Jesús no niega ésto, pero
destaca que oír la palabra de Dios y guardarla es más importante que ser madre
de Él.
Luego (29) Jesús vuelve a la tentación del v.16;
sobre todo cuando las multitudes están apiñándose para ver señales; pero,
¡cuidado con pedirlas! Jonás fue una señal para los ninivitas, a quienes le
profetizaba el juicio de Dios. Si ellos no se hubieran convertido en 40 días,
habrían visto la señal: el juicio de Dios. Esta generación es tan necia, que
quiere experimentar el juicio de Dios antes de creer. Tal como Jonás fue la
señal para los ninivitas, así también el Hijo del Hombre lo será a esta
generación. La predicación de Jonás fue la señal del Dios vivo. El actuar de
Jesús con predicación y sanidades ya es una señal a esta generación. Es muy
peligroso no reconocerla. La reina del Sur, quien vino de muy lejos para
escuchar la sabiduría de Salomón, se levantará en el juicio para condenar a
esta generación. Ella creyó en la sabiduría de Salomón, mas esta generación no
cree en Jesús quien es mayor que Salomón. Los ninivitas se arrepintieron y por
lo tanto serán testigos en el juicio de esta generación que no creyó en Jesús.
La necedad de esta generación es poner la Luz de
Dios, Jesús, debajo del almud de sus sospechas e incredulidad. ¿Quién pone la
luz debajo de un almud? La intención es poner la luz en un candelero, es decir:
respetar a Jesús para que también los gentiles vean esta luz. Pero para poder
reconocer a Jesús como la luz de Dios no sólo es necesario que haya luz, sino
que también haya luz en el ojo. Si el ojo es bueno, todo está en la luz; si el
ojo es malo, todo está en tinieblas. Hay que abrir el ojo (=creer) para ver la
luz en Jesús, el Hijo de Dios. Si esta generación a causa de su incredulidad
cierra sus ojos ante Jesús, entonces no podrá ver la luz de la salvación de
Dios.
* Quien abre su ojo para Jesús será iluminado
por la luz clara de Dios en Jesús. Quien mira a Jesús de forma crítica se hace
ciego.
3. (11,37-54) La invitación que un fariseo hace
a Jesús para participar en una comida parece sincera, pero en realidad es una
falta de aprecio, pues no está basada en la fe. Éste, se extraña de que Jesús
no se haya lavado antes de comer, y que está polvoriento y descuidado. Jesús
reprocha a los fariseos en general, porque ellos dan énfasis al exterior de la
vida y no al interior, ya que el interior de los fariseos no es bueno porque
rechazan a Jesús. La limpieza ritual no es suficiente, lo importante es hacer
bien dando limosnas en amor hacia los pobres. Diezmar no es malo, lo malo es
olvidar lo que es más importante: la justicia y el amor de Dios. Si ellos
pretenden tener amor por Dios, deben demostrarlo mediante una vida en
obediencia a Él y practicando una justicia que favorezca a sus semejantes. El
amor no se ve sólo a través de una estricta pureza ritual.
El gran error de los fariseos era su anhelo de
recibir honra de parte de los hombres (43), en vez de humillarse ante el Señor
reconociendo a Jesús. Estos, junto con los escribas, parecen ser buenos guías
para el pueblo, pero en realidad se parecen más a sepulcros no señalados, por
lo cual la gente se contamina al tocarlos. Cuando los líderes espirituales
prohiben a la gente creer en Jesús, hacen que ella no alcance pureza en Cristo
y sigue siendo gente interiormente impura.
Uno de los escribas, puesto que se siente
involucrado en las palabras de Jesús, se ofendió por lo que Él dijo. Pero Jesús
afirma su conclusión, ya que según Él los escribas ponen en la gente cargas
demasiado pesadas; ellos no prestan ninguna ayuda a la gente para sobrellevar
las cargas, ni manifiestan misericordia. Los líderes del pueblo son hipócritas,
porque edifican los sepulcros de los profetas. Al parecer, ellos están del lado
de los profetas y no de parte de los asesinos. Pero al rechazar a Juan y a
Jesús, el Mesías, muestran claramente que están en una misma línea con los
asesinos de los profetas. Por lo tanto, la sabiduría de Dios dijo (a través de
Jesús mismo): "Les enviaré profetas y apóstoles; y de ellos, a unos
matarán, y a otros perseguirán". Entonces es evidente que los líderes
espirituales de Israel son parientes directos, en sus hechos, de aquellos que
asesinaron a los profetas desde el principio del mundo, cuando fue derramada la
sangre de Abel, hasta la sangre de Zacarías (probablemente el sacerdote
mencionado en 2 de Crónicas 24,22). A esta generación, que matará a Jesús y sus
profetas y apóstoles (la máxima expresión de enemistad contra Dios), le será
demandada toda la sangre derramada e inocente.
Los escribas oyen una última acusación:
"Han quitado la llave de la ciencia". Debido a su actitud,
ellos no entran en el reino de Dios e impiden la entrada a aquellos que quieren
hacerlo. Al rechazar a Jesús, los escribas quitan la llave del conocimiento,
porque Él es el cumplimiento de todas las profecías. Como consecuencia, el
pueblo no recibe el conocimiento de la salvación (1,77). En esta última
acusación, Jesús demuestra el trasfondo de la confrontación entre Él y la multitud.
Ella muestra interés, pero se mantiene a distancia, ya que sus líderes le
impiden acercarse y entregarse a Jesús. La reacción que tienen los escribas y
fariseos por las palabras de Jesús, afirma lo que Él había dicho: ellos sólo
buscan dañarle. Unánimemente los escribas y los fariseos empiezan a defenderse
ofendiendo a Jesús. Quieren eliminarle al arrancar una afirmación que pudiera
ser motivo para sentenciarlo a muerte. Así muestran sus inclinaciones
verdaderas.
* No entregar nuestra vida incondicionalmente a
Cristo es enemistad contra Él, y tiene influencia negativa en los demás.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. Para los creyentes, la oración es de suma
importancia. En
nuestro caminar encontramos necesidad, pecado y tentación. Debemos perseverar
en la oración con tenacidad, pero confiando en la bondad del Padre. El fin de
la enseñanza de Jesús al respecto no es un anti-clímax. Mucha gente espera que
Dios haga realidad todos los deseos que se expresan en la oración. No obstante,
el mejor don es el Espíritu Santo. Él nos da la debida perseverancia en los
caminos de Dios pese a las dificultades y tentaciones que tengamos por delante.
2. Jesús nos confronta consigo mismo para que
haya una entrega incondicional a Él.
La incredulidad es algo muy duro y extraño. Pese
a que todas las pruebas demostraban que Jesús actuaba en el nombre del Dios de
Israel, la mayoría no se dejó convencer. La incredulidad puede tener varias
formas:
a. Interpretar la obra de Jesús como diabólica
(15)
b. Exigir más señales, para después de ellas,
tal vez poder creer (16)
c. Tener una actitud indecisa. Aun esa actitud
es en el fondo nada más que indiferencia, incredulidad y rechazo (23).
Las obras de Jesús eran suficientemente
transparentes para ser creídas. Es posible recibir bendiciones de parte de
Jesús, hasta la liberación de demonios, pero si el corazón no se llena con fe,
la situación llega a ser mucho peor (24-26). Aun alabar a Jesús no es
suficiente, si no se basa en el oír con fe su Palabra y guardarla (28). Dejemos
de inmediato una actitud incrédula, antes de que Dios mande la señal de su
juicio, de la que es imposible escapar.
La luz (Jesucristo) llegó. Si no la recibimos
con fe es por carencia de luz en nuestro ojo para reconocer a Jesús como el
Enviado por Dios (33-36). Tengamos fe en Jesús y dejémosla brillar.
3a. A menudo tendemos a buscar la pureza
exterior, olvidando que la única pureza ante Dios es una buena relación con Él. Esto
únicamente se logra reconociendo a su Hijo Jesucristo y amando de verdad al prójimo.
El conflicto con los fariseos no era tanto que Jesús no estuviera de acuerdo
con sus interpretaciones de la ley, o de su legalismo, sino más bien que ellos
fueron muy estrictos en cuanto al cumplimiento de la ley, pero no le
reconocieron a Él en su calidad de Hijo de Dios. ¡Esa es la hipocresía en su
máxima expresión!
3b. Un ministro de la Palabra que no entrega su
vida totalmente a Cristo influirá negativamente a la iglesia. Jesús
acusa a los intérpretes de la ley de ser unos negligentes, por lo cual
merecerán ser duramente castigados; ellos, teniendo acceso a las Escrituras,
debieron haber reconocido a Jesús como el Cristo, pero no lo hicieron. Con su
constante actitud de rechazo hacia Él impedían que la gente entrara al reino de
Dios, lo que solamente se alcanza por medio de una relación viva con
Jesucristo. Es debido a esto que los líderes de la iglesia deben cultivar una
verdadera relación con Jesús, pues la hermandad tenderá a imitar siempre a
aquellos que le presiden. En muchos casos los hermanos de una iglesia llegarán
a tener las mismas virtudes o males de su pastor.
Lucas 12
1. (12,1-12) Este capítulo continúa con el mismo
tema del capítulo precedente, en el que fuimos informados de la oposición de
parte de los fariseos. Aquí Jesús advierte a sus discípulos y les anima a estar
prevenidos y alertas ante toda oposición o agresividad. La oposición de los
fariseos parece proceder de una inquietud y preocupación sincera concerniente a
las cosas de Dios, pero en realidad es nada más que una influencia negativa que
como levadura, tiene la característica de penetrar en todo el pueblo para que
nadie crea en lo que Jesús dice. Por lo tanto, Jesús advierte en primer lugar a
sus discípulos, pero lo hace en presencia de la multitud. Ésta, se encuentra
indecisa ante la disyuntiva de escoger pertenecer a sus propios líderes, o a
Jesús. Todos deben saber que nuestra más secreta opinión acerca de Jesús, será
sacada a la luz en el juicio de Dios, también el odio escondido y la predisposición.
Esto se aplica a todos aquellos que están oyendo a Jesús. El pensamiento que
uno tenga sobre Él, se manifestará en el último día.
Después de esta advertencia, Jesús, por así
decirlo, abraza a sus discípulos y los llama sus amigos. No deben tener temor
por aquellos que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma. Jesús será
muerto y lo mismo puede suceder con sus discípulos, sin embargo, no deben
temer. Si a alguien hay que temer es a Dios, puesto que después de la vida, Él
tiene poder para echar en el infierno. Quien niega a Cristo por temor a los
fariseos caerá en las manos de Dios. "¿No se venden cinco pájaros por dos
cuartos?". Con esta pregunta, Jesús quiere decir que por su precio tan
bajo parecen ser aves insignificantes, pero para Dios tienen valor. ¿Cuánto más
valor tienen aquellos que confiesan a Jesús? El nos conoce, incluso sabe
cuántos cabellos tenemos.
Si declaramos ser discípulos de Cristo delante
de los hombres y no nos avergonzamos de que le pertenecemos, Él no se
avergonzará de nosotros. Los hombres rechazados en la tierra por causa de
Jesús, serán respetados en el cielo. Sin embargo, también es verdad que negar a
Cristo significa que Él no nos conocerá ni nos recibirá en su reino.
Los fariseos siempre buscan el momento para
hablar en contra de Jesús; mientras que Él, además de ofrecer su perdón a
publicanos y pecadores, ofrece su perdón a los propios fariseos. Si ellos
perseveran en rechazar a Jesús al decir que Él hace sus milagros por Beelzebú,
blasfeman contra el Espíritu Santo y nunca obtendrán perdón. Los discípulos
deben atravesar por muchas persecuciones de parte de los líderes judíos que
rechazan a Jesús. Sin embargo, no es necesario preocuparse y pensar previamente
lo que tienen que responder. Los confesantes que están inscritos en el cielo
serán afirmados en la tierra por el apoyo del Espíritu Santo.
* Hemos de tomar una posición clara: o confesar
en todas las circunstancias a Cristo, o rechazarlo. Lo primero lleva una
promesa grande, lo otro una condenación terrible.
2. (12,13-21) Jesús había hablado acerca de la
perspectiva celestial: Él confesará a aquella persona que le confiesa. Para una
persona de la multitud, esta perspectiva es demasiado alta, pues ella tiene sus
problemas aquí en esta tierra; por tanto necesita a Jesús para que le ayude a solucionar
unos problemas con su hermano en cuanto a una herencia. Jesús no acepta esta
petición, ya que ella no reconoce el carácter de la obra de Jesús, que es sanar
la vida con un sólo propósito: utilizarla para buscar el reino de los cielos y
prepararla con respecto a ello. Justamente, es este aspecto el que falta en la
pregunta de aquella persona. Entonces Jesús no se considera autorizado para dar
consejo en el caso de la repartición de una herencia. Por medio de una parábola
advierte a todos, demostrando que la vida no es una posesión que dura para
siempre. Jesús no critica aquí la riqueza, ni el aumento de bienes materiales,
si es necesario, sino hacer de la riqueza el centro de interés y olvidar la
riqueza que tiene valor a los ojos de Dios: conocerle a Él en Cristo, ser
dependiente de Él, sabiendo que es Dios quien nos da la riqueza, y esperar la
venida de su reino.
* Ni todas las riquezas del mundo pueden comprar
la vida eterna. La vida eterna es conocer a Dios.
3. (12,22-34) Jesús sigue enseñando con respecto
al mismo tema: ¿dónde está el centro de nuestro interés? Él aconseja a sus
discípulos a no afanarse, ni preocuparse por la vida diaria: lo que pueden
comer, beber y cómo vestirse. Si Dios cuida a los cuervos, ¿no cuidará a los
suyos? Preocuparse no vale la pena. Afanarse por las cosas diarias es
justamente el modo en que se desarrolla la vida de los gentiles. Los
discípulos, al saber que tienen a un Padre en los cielos que les cuida, deben
tener otra preocupación: el reino de Dios, reconocer a Cristo y vivir conforme
a sus mandamientos. Dios cuidará de los suyos aún en forma más especial que
como lo hace con la naturaleza, que recibe también su abundante cuidado. Por lo
tanto los creyentes nunca debieran estar preocupados con respecto a su vida diaria.
Al buscar el reino de Dios, Jesús tiene promesas
firmes para los suyos, tomando en cuenta la voluntad de su padre, la que
consiste en entregar el reino a sus hijos. Por esta promesa es posible vender
los bienes y repartir las posesiones a los pobres. Lo que importa no es la
riqueza terrenal, sino el reino de los cielos que no está sujeto a corrupción.
Nuestro interés evidencia hacia dónde se inclina nuestro corazón.
* Reflexionemos: ¿hacia dónde va dirigido el
interés principal de nuestra vida?
4. (12,35-48) El que los discípulos de Jesús
tengan un tesoro en los cielos, significa que su vida debe estar siempre en
estado de alerta: "Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas
encendidas". Así pasaron los Israelitas la noche antes de su éxodo. De la
misma manera, los discípulos deben esperar la entrada solemne de Jesús cuando
vuelva. Aunque Jesús aún estaba presente, un día estaría con su Padre, el día
de su ascensión. Pero sus discípulos deben esperar, porque Él volverá. Deben
ser semejantes a los hombres que aguardan a su señor, que regrese de las bodas.
Si esta es su actitud, sucederá algo que va en contra de los patrones de
autoridad terrenal: el señor va a ceñirse y a servir a sus siervos en vez de
que ellos lo hagan a él. Así es nuestro Señor para con todos los que le
esperan, les honrará en su reino como huéspedes ilustres. Esta promesa será
cumplida a la hora de su regreso. Lo que importa es que los siervos estén
esperando a su señor, por muy tarde que sea, aunque sea a media noche, en la
segunda o tercera vigilia. Los judíos dividían el período de oscuridad que iba
desde las seis de la tarde hasta las seis de la mañana en 3 vigilias, en tanto
los romanos lo hacían en cuatro. En todo caso el Señor puede volver incluso
siendo ya muy tarde.
Los siervos que realmente estén esperando a su
Señor, en aquel día serán los más bienaventurados. El ladrón no avisa la hora
en que vendrá a robar, en este caso la gente debe estar preparada; así también
la gente debe aguardar el retorno de Jesús, aún cuando no se sepa la hora ni
fecha exacta de su regreso; por esta razón es necesaria una vigilancia
permanente. Aunque la venida de Jesús es un asunto de gozo, la hora de su
venida, sin embargo, está oculta. Por eso, siempre hemos de estar preparados.
Pedro hace la pregunta si esto se aplica a ellos
(los discípulos) o a los demás (la multitud). Parece que los demás no están
preparados. Jesús responde en forma indirecta. Hace una pregunta para que todos
se hagan un autoexamen: "¿Quién es el mayordomo fiel y prudente...?"
Jesús destaca que Él espera que sus siervos sean los que despierten en todo
momento a los demás. Ellos deben dar la ración, una porción de alimento a los
otros siervos, es decir, darles el pan de la vida. La tarea de ellos es estar
preparados y ayudar a otros a que también lo estén. Pero si el señor tarda en
venir, es posible que los mayordomos comiencen a portarse indebidamente,
tratando mal a los demás siervos mientras que ellos mismos se hartan. El
regreso de su señor no les interesa. Aquel siervo que trata así, recibirá un
castigo terrible: lo que corresponde a los infieles. Quien sabe bien la
voluntad de su señor (para los discípulos: esperar a Jesús y ayudar a los
demás) y no la hace, recibirá muchos azotes; mientras que la persona que no conoce
la voluntad del Señor, recibirá menos azotes. El Señor exige mucho de aquellos
que recibieron mucho. Los discípulos practicaron ésto después de Pentecostés,
al predicar continuamente a las multitudes.
* Tenemos que esperar al Señor Jesús y despertar
a los demás para que hagan lo mismo.
5. (12,49-59) Jesús ya ha hablado acerca del
juicio sobre el siervo infiel. Ahora nos damos cuenta de que Él como hombre
está envuelto en su enseñanza: "Fuego vine a echar en la tierra, ¿y qué
quiero, si ya se ha encendido?" El propósito de su venida es el gran fuego
mundial, como Juan el Bautista había dicho: que Él vendría para bautizar con
Espíritu y fuego. Por esto vino Jesús, para limpiar el mundo de toda maldad.
Esto es también su gran deseo. Aún sigue sanando y ayudando, pero su gran
anhelo es el tiempo de purificación y restauración. A través del fuego, se
consumirá el mundo impío y quedará solamente el reino de Dios. Pero en primer
lugar, Él debe ser bautizado y es por eso que siente angustia. La gente que fue
bautizada por Juan pasó sólo simbólicamente por el agua para recibir perdón.
Jesús será bautizado (sumergido) en la muerte, será ahogado por la ira de Dios
a causa de nuestra culpa para hacer posible la purificación futura.
El mensajero del gran fuego, Jesús, es objeto de
discordia entre los hombres, incluso en las familias. Debido a Cristo, los
caminos de los hombres se separan. Su paz, de aquí hasta su segunda venida,
viene sólo a través de mucha lucha. Hasta las relaciones familiares se verán
afectadas por la posición que tome la gente ante Jesús. Frente a su persona
sólo caben dos posturas: fe o incredulidad, amor u odio. Pero esta discordia
intensifica en Jesús el anhelo de la última purificación.
Jesús se dirige una vez más a la multitud,
quienes siguen teniendo una actitud de espera. Por la influencia de los
líderes, se considera a Jesús como una persona que hace sus milagros a través
del poder de Beelzebú, y por lo tanto quieren recibir una señal (Lucas
11,15-16). La gente debe saber que ella está en un momento de crisis; sabe
distinguir el aspecto del cielo y de la tierra, sabe qué tipo de tiempo viene,
pero, ¿por qué no sabe distinguir el tiempo de Dios? ¿Por qué no se da cuenta
de que en Jesús, Dios está presente y que se debe tomar una decisión a favor de
Cristo? Los hombres han sido testigos de las maravillas de Jesús, sin embargo,
han dejado pasar el tiempo de la gracia de Dios. Con una parábola, Jesús apela
a que le reconozcan antes de que sea demasiado tarde. Si existen problemas con
alguien, es necesario arreglar este asunto a tiempo para no venir a parar a la
cárcel. De la misma manera, la gente debe reconocer seriamente a Cristo para no
venir a caer en las manos del juicio de Dios.
* La gran purificación del mundo viene. Ahora es
el tiempo para prepararnos de tal modo que al reconocer a Cristo podamos
escapar del juicio de Dios.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. La incredulidad es tan contagiosa que debemos
tener mucho cuidado con ella. Si Jesús advierte a sus propios discípulos en
cuanto a la influencia negativa de los fariseos, ¡cuánto más nosotros
necesitamos de esta advertencia! La incredulidad, aún la más oculta, será
sacada a la luz en el juicio de Dios. La fe puede llevar ciertos riesgos (desde
sufrimiento físico hasta la muerte), pero la incredulidad es más peligrosa,
pues conduce al juicio eterno de Dios en el infierno. Los que viven bajo la
protección del Señor, son estimados de gran valor ante los ojos de Dios, por lo
tanto no deben temer al sufrimiento que hallarán en el mundo.
El ser discípulos de Jesús debe llevarnos a la
confesión pública de que Él es el Cristo. Esta confesión, a su vez, lleva a la
`confesión' de Jesús ante el Padre: Jesús nos reconocerá como propiedad suya;
sólo así el Padre nos dará entrada a su reino. Para todos los pecados hay
perdón, pero para los que perseveran en la incredulidad, pese a las pruebas que
Jesús nos ha dado de que Él es verdaderamente el Hijo de Dios, sólo hay
condenación. Este pecado es contra el Espíritu Santo y es inexcusable.
2-3. Rico es el que ama a Dios; éste sabe que es
Dios quien nos da sustento, y le sirve con él. El primer interés de Cristo es que la gente le
reconozca y busque la vida conforme al estilo de su reino. Vivir de esta manera
significa que estamos conscientes de que nuestra vida no es posesión propia,
sino regalo de Dios. Por ende, no podemos encerrarnos en las preocupaciones de
la vida como si nosotros debiéramos cuidarnos a nosotros mismos, negando así la
existencia de un Dios que está preocupado por nosotros. Para aquellos que
pueden dejar todo por la causa de Jesús hay una riqueza mucho más gloriosa: el
reino de Dios. El saber que pertenecemos a este reino nos hace posible vender
todo, dejando todo apego por las cosas de este mundo. Nuestra vida diaria muestra
claramente donde está nuestro verdadero interés.
4. El que tiene su tesoro en el cielo debe
siempre estar preparado para el retorno de su Señor. Es posible que el regreso de Jesús tarde mucho.
Sin embargo, aquellos que están en estado de alerta experimentarán algo
increíble: el Señor les servirá como si ellos fueran el Huésped. Estemos
preparados, pues nadie sabe cuándo es la venida de Jesús.
Esto se aplica a todos, también a los mismos
discípulos de Jesús. El peligro para los líderes de la iglesia es dejar el
primer amor con que comenzaron y caer en una actitud dominante en vez de
servicio. La mejor ocupación antes del retorno de Cristo es alimentar a las
ovejas de Jesús y despertarlas para que siempre esperen a su Señor. Aquellos
que tienen mayor conocimiento de la verdad serán responsables de llevar los
mayores frutos.
5a. La disensión entre la gente a causa de Jesús
es un adelanto de la separación definitiva, la cual tendrá lugar al final de la
historia. La
persona de Jesús siempre será motivo de disensión, y ellos debido a que su
mensaje será recibido por unos y rechazado por otros. Esta división ocurrirá
incluso dentro del ámbito familiar. Conocer esta realidad debe alentar a
algunos creyentes que están viviendo serios problemas con sus parientes a causa
de su fe en Jesús. Muchos tendrán que soportar ser rechazados debido a su nueva
relación que tienen con Dios. Pero esta disensión nos despierta para que
vislumbremos que aquel día de la gran separación está por llegar.
5b. Estamos en un tiempo decisivo, si no lo
distinguimos tendremos un triste final. El actuar de Jesús en la tierra era un real
privilegio para los judíos, pero de igual manera una tremenda responsabilidad.
Jesús acusa a los israelitas de ser unos hipócritas, pues saben pronosticar con
exactitud el tiempo, pero no saben reconocer el período en que se encuentran,
un tiempo de crisis, de decisión: deben reconocer a Jesús como su Mesías. Pero
aún queda tiempo para hacerlo, la gracia del Señor sigue esperando que los
hombres arreglen sus asuntos con Jesús antes de llegar al tribunal de Dios.
Lucas 13
1. (13,1-9) Es precisamente en este momento
cuando algunos de la multitud, al oír que Jesús hablaba sobre el juicio, le
presentan un acontecimiento que les parece una ilustración del juicio del que acababa
de hablar Jesús. Había unos galileos que fueron muertos por Pilato, a lo mejor
cuando ellos estaban en el camino para ofrecer su sacrificio en el templo. Es
probable que se trate de guerrillas que luchaban por la libertad de su país.
Parece que los que cuentan ésto, saben discernir el tiempo. Si Jesús habla
acerca del juicio, "bien" dicen ellos, "acá hay un ejemplo de
él". La respuesta de Jesús, sin embargo, es inesperada para ellos, pues
pensaban que con esta ilustración podían mantenerse a salvo. Además, en aquella
época, la gente pensaba que una catástrofe significaba un castigo de Dios. Por
lo tanto, ellos se sentían superiores a la gente que fue afectada por la
catástrofe. Jesús rechaza tajantemente esta idea. Les advierte que sin
conversión les sucederá exactamente lo mismo. Y cada vez que se enteren de
alguna tragedia como el accidente con la torre en Siloé, en que murieron 18
personas, deben pensar que es una señal preventiva de parte de Dios para que se
conviertan y no pierdan su vida en el juicio final, pues Dios busca los frutos
de una verdadera conversión. Jesús aclara esto con una parábola que relata la
vida de un hombre que tenía una higuera plantada en su viña. Al cabo de tres
años el árbol debía dar frutos, pero el hombre no los encontró, por lo cual la
única alternativa que le quedaría sería cortar el árbol. Sin embargo, el
viñador le dijo: "Déjala todavía este año, hasta que yo cabe alrededor de
ella, y la abone. Y si diere fruto, bien; y si no, la cortarás después".
La parábola nos muestra el propósito de Dios con su pueblo (y con cada uno que
conoce la palabra y no la obedece). Sin embargo, es Jesús quien aboga por su
pueblo, que todavía no produce frutos de arrepentimiento.
* La paciencia de Dios es grande pero no
infinita. Nuestra vida debe dar el fruto de una conversión verdadera.
2. (13,10-17) También en su viaje a Jerusalén,
Jesús sigue con su costumbre de enseñar a la gente el día de reposo en la
sinagoga. Allí encontró a una mujer que, por su enfermedad, hacía 18 años no
podía enderezarse. La aquejaba un espíritu de enfermedad, pues Satanás quiere
cautivar a la gente de muchas maneras, siendo una de ellas a través de
enfermedades. La situación era que ella ya no tenía esperanza, de tal modo que
no pensaba en pedir curación. Sin embargo, como en el caso del joven de Naín
(cap. 7), Jesús toma la iniciativa, la mira con misericordia, se percata de su
necesidad, la llama y se dirige personalmente a ella, diciéndole: "Mujer,
eres libre de tu enfermedad", y luego pone sus manos sobre ella. Él es la
fuente de la fuerza nueva. De esta manera, el pueblo podía aprender que la
recuperación y la restauración de la vida solamente dependen del poder y de las
manos de Jesús.
Jesús realiza esta sanidad en un día de reposo,
ya que el propósito de este día era el de glorificar a Dios, y eso a pesar de
que este día esté aún en la sombra de debilidad y muerte. El milagro tiene
lugar de inmediato, la mujer se enderezó y glorificó a Dios, ¡cumpliendo así el
propósito del sábado! No obstante, el principal de la sinagoga no glorifica a
Dios como lo hace la mujer, sino que se enoja en demasía con Jesús, ya que
según su criterio el milagro realizado por Jesús fue una transgresión de la ley
del sábado. Por esa razón previene a la gente contra Jesús. Aunque parece que
esta advertencia es una defensa de la ley de Dios, Jesús, con mucha razón lo
llama `hipócrita', ya que en realidad este hombre está olvidando el propósito
del día de reposo. Lo que todos hacen es desatar a sus animales para que puedan
ser libres el día de reposo; esta misma acción hizo Jesús con una hija de
Abraham, de quien Él, como Hijo de Dios, es el dueño; la liberación de Jesús
tiene un propósito: poder glorificar a Dios. ¿Es eso un crimen?
* Jesús muestra el propósito del sábado, pues en
su reino no hay ataduras ni enfermedades.
3. (13,18-21) A continuación del milagro, Jesús
termina su enseñanza en la sinagoga con dos parábolas. El inicio de su reino es
muy pequeño, no tiene un progreso rápido como la gente pensaba. Hay mucha
oposición (como en la historia anterior), incluso rechazo de parte de los
líderes y del mismo pueblo. Sin embargo, como el grano de mostaza, por muy
pequeño que sea, crece y se hace un árbol grande; así será el reino de Dios en
la persona de Jesús, que al principio parece pequeño, pero muy grande en su
plenitud. Por otra parte, al reino de Dios se le puede comparar con la levadura
escondida en 3 medidas de harina (13 litros, una gran cantidad). Jesús
pone en relieve la palabra `escondió'; así es el reino de Dios, todavía
escondido, no bien visible, pero su influencia será tremenda. Ambas parábolas
son precisas de acuerdo a la situación del momento. Concuerdan con las promesas
de Juan el Bautista sobre la llegada gloriosa del reino, pero también con el
hecho de que los líderes quieren matar a Jesús. La semilla debe ser echada en
la tierra, la levadura ser escondida en la masa; ambas imágenes hacen
referencia a la muerte de Jesús. Ella, sin embargo, no es el final del reino,
sino su glorioso principio.
* La obra de Cristo -morir en la cruz por
nosotros- es importante, aunque para algunos es algo muy insignificante.
4. (13,22-30) Lucas nos recuerda el último viaje
a Jerusalén (ver Lucas 9,51). Jesús sigue enseñando, conforme a la sugerencia
del viñador del versículo 8, abonando la higuera, haciendo todo lo posible para
que el árbol (la multitud) no se pierda. Ahora una persona de la multitud le
hace una pregunta con un fondo crítico: ¿Son pocos los que se salvan? Aunque
hay mucha gente que sigue a Jesús, en realidad sus seguidores son aún pocos,
esto debido al antagonismo que encuentran. ¿El reino de Dios tendrá quizás
pocos súbditos? La respuesta final hace notar que son muchos los salvos (v.29),
pero lo que ahora importa es el esfuerzo necesario para poder entrar en el
reino de Dios. La puerta es angosta, hay que convertirse a Cristo y obedecer,
movidos por un amor total, sus mandamientos. Jesús se dirige en forma directa a
todos, porque aún hay muchos que no le siguen decididamente con fe. Nadie debe
pensar que los descendientes de Abraham entrarán automáticamente en el reino de
Dios. Es posible tratar de entrar en el reino de Dios y no lograrlo. Estas no
son palabras para amedrentarse definitivamente, sino una advertencia para que
nuestro intento no sea demasiado tarde. Por eso Jesús da a entender a través de
sus palabras que muchos no podrán entrar después que el padre de familia
se haya levantado y cerrado la puerta. Quien comienza a entrar demasiado tarde
en el reino de Dios, encontrará la puerta cerrada. El señor de la casa responde
a la petición "ábrenos" con un "no sé de dónde sois", y
esto a pesar de que la persona excluída, estaba en la presencia de Jesús oyendo
su enseñanza. Por eso es necesario seguir ahora a Cristo en fe y obediencia. La
respuesta es frustrante, pues ¿cómo es posible que los hijos del pacto, de Abraham,
sean desconocidos para el Dios del pacto? Judíos fieles a la ley, que no
reconocen a Cristo, recibirán el mismo juicio que los transgresores; los que
ante sus ojos (de los judíos) eran menospreciados y rechazados por Dios. Ellos
serán excluídos de la comunión con los patriarcas y profetas, y sobre todo de
la comunión con Dios. Deben ir al lugar en donde se llorará amargamente y en el
que se crujen los dientes, producto de la ira, endurecimiento y desesperación.
Cuando los retrasados (los gentiles) buscan a tiempo la entrada del reino, al
reconocer a Cristo, avergonzarán a los primeros (los hijos del pacto, aquellos
judíos que no aceptaron a Jesús).
* La pregunta no es: ¿son pocos los salvos?,
sino ¿quiénes son los salvos?
5. (13,31-35) En aquella oportunidad los
fariseos tratan de intimidar a Jesús al decirle que tiene que irse lo más
pronto posible, debido a que Herodes está buscándolo para matarlo.
Aparentemente también ellos quieren que Él se vaya, pues Jesús les parece
demasiado peligroso. Jesús se refiere a Herodes llamándolo `zorra', porque no
ataca directamente, sino que lo hace como una zorra astuta. Como Rey, Jesús
continuará su trabajo en el territorio de Herodes, echando fuera a los demonios
y sanando. Después de tres días estará listo. Es mejor considerar estas
palabras literalmente y no ver en ellas una alusión a su muerte y resurrección
al tercer día. Herodes desea matar a Jesús, pues bien, Jesús realmente morirá,
mas no por voluntad de Herodes, sino por voluntad del Padre. Morirá, pero no en
el territorio de Herodes, sino en Jerusalén. Allá, en la ciudad de Dios en
donde mueren los profetas, se ofrecerá como sacrificio por el pecado. Al pensar
en esta ciudad, Jesús expresa cuán lastimoso será el futuro de ella. Jerusalén
se negó a la protección de Jesús. Pueden rechazarlo ahora, pero cuando Él
nuevamente vuelva en majestad todos tendrán que reconocerlo como el Enviado del
Padre, sintiéndose obligados a admitir que Él es el Mesías. En estos versículos
Jesús no habla de la conversión del pueblo judío, pero sí intenta efectuarla a
través de sus palabras.
* Jesús sigue su camino hacia la muerte. ¿Lo
reconoceremos en su humillación como Rey y Salvador?
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. Solamente la verdadera conversión librará a
los seres humanos de la condenación eterna. Algunos judíos piensan que una catástrofe es
señal del castigo sobre el pecado, pero el Señor Jesús les dice que si en ellos
no hay arrepentimiento genuino entonces también recibirán un castigo merecido a
su incredulidad. Todavía hay muchos que creen que si a alguien le acontece algo
realmente penoso es porque está siendo castigado por Dios, pero en vez de
especular sobre estas cosas deben preocuparse sobre el castigo que vendrá sobre
ellos si no se arrepienten en una actitud de absoluta obediencia y adoración a
Dios.
1b. Aunque pensemos que el juicio de Dios parece
demorar, eso no significa que nunca se realizará. Si aún el juicio del Señor no se ha llevado a
cabo sobre aquellos que no quieren recibir a Cristo, es justamente por la
intercesión de Jesús. Él, a través de su sacrificio, ha otorgado también el
tiempo para que los hombres se humillen ante Dios. El Padre ha extendido un
período de gracia, pero llegará el día en que éste acabará. Dios anda en busca
de los frutos de un verdadero arrepentimiento; Él espera encontrar en los
hombres fe y amor hacia Jesucristo. Por tanto, es por causa de la paciencia de
Dios y la intercesión de Jesús por lo que todavía el juicio no ha ocurrido.
2. La ley de Dios tiene un propósito y no exige
una obediencia ciega a su letra. El hecho de que Jesús `trabajase' en el día
sábado, no tenía nada que ver con romper uno de los mandamientos, sino con
llevar a su pueblo a glorificar a Dios. Si olvidamos el propósito de la ley nos
amenazarían dos peligros:
a. Partir de nuestra libertad en Cristo, pero
pasar por alto el valor de los mandamientos.
b. Guardar estrictamente los mandamientos, pero
sin cumplir su meta: el glorificar a Dios.
3. Aunque el principio humilde del reino de Dios
es un escándalo para los incrédulos, nosotros no debemos olvidar que su fin
será glorioso. Mucha gente tropieza al considerar el comienzo
pequeño y humilde del reino de Dios. Sin embargo, éstos olvidan que su fin será
maravilloso y que su influencia será indescriptible. Pero antes es necesario
que la semilla caiga a tierra, es decir, que el Hijo del Hombre deba morir.
Asimismo podemos pensar en que la gloria de la
iglesia se halla oculta para los hombres, quienes ven en ella sólo un grupo de
personas que se reunen para adorar a su Dios; puede ser que para algunos
nuestra realidad como cuerpo de Cristo no sea tan espectacular como otras
organizaciones humanas, pero lo cierto es que un día se manifestará lo que
realmente somos por la gracia del Señor; sólo en aquel momento muchos
comprenderán que el reino humilde de Cristo era y es un reino majestuoso y
eterno. También es cierto antes de llegar a esa gloria tengamos que pasar por
momentos de gran oposición, y de hasta aparente fracaso.
4. Dejemos a un lado las preguntas especulativas
y críticas. Examinemos primeramente nuestra condición espiritual. Si no
existe conversión, ni un caminar por la senda estrecha de los mandamientos de
Jesús, nuestras preguntas no sólo son inadecuadas, sino peligrosas. Olvidamos
que con nuestra crítica nos encontramos fuera del reino de los cielos y de la
comunión con Dios. Si conocemos bien los caminos del Señor, hay mayor razón
para entrar en este reino. Lo más terrible es que los judíos, que fueron
contemporáneos de Jesús, por causa de la incredulidad no podrán entrar en su
reino. Lo mismo podemos decir de personas que asisten siempre a las reuniones
de la iglesia, pero que nunca han experimentado una conversión genuina.
5. Jesús nunca fue dominado por el temor; su
única pauta era la voluntad del Padre. El Señor siempre estuvo dispuesto a morir, pero
en el tiempo y en el lugar destinado por el Padre. Su único propósito era
glorificarle y dar el sacrificio de su vida. Ay de aquellos que no se dan
cuenta de este propósito y no quieren dejarse salvar por Él.
Lucas 14
1. (14,1-6) Al enseñar en los villorrios y
ciudades, Jesús era invitado de vez en cuando a participar de una cena (ver
7,36; 11,37). Esta vez recibió una invitación un día sábado después del culto
matutino en la sinagoga. El anfitrión era una persona que tenía un rol
directivo entre los fariseos. El propósito de la invitación es sospechoso, pues
se desea espiar el comportamiento de Jesús, teniendo así una base para
acusarlo. Mientras cenaban, un hombre necesitado acude al Señor para recibir
ayuda, ya que tiene una enfermedad grave: su cuerpo produce mucho líquido.
Podemos apreciar que entonces hay un gran contraste entre los invitados que no
le reconocen y uno que no está invitado que se dirige a Él con esperanza. Jesús
muestra que su propósito más profundo es reunir a sus polluelos debajo de sus
alas (ver 13,34); utiliza la ocasión para enseñar a través de una sanidad, la
que es envidiada por quienes la presenciaban.
Jesús provoca una respuesta al preguntar si era
lícito sanar en el sábado. Mediante esta pregunta les priva de una reacción
negativa. Todos guardan silencio, ya que una respuesta positiva implicaría,
según sus opiniones, descuidar la ley de Moisés, y una respuesta negativa, un
trato duro al prójimo. Jesús, tomando de la mano al enfermo, le sanó
inmediatamente y le despidió, ya que invitarle a la mesa estaba fuera de su
alcance: el hombre no es bienvenido en este grupo.
La curación pide una explicación. "¿Quién
de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente,
aunque sea en día del reposo?" Se trata aquí de poner al animal en pie, de
tal modo que éste sea puesto a salvo pudiendo subir por sí mismo. De esta
manera no sería necesario `trabajar'. En el curso del pensamiento judío, poner
en pie (a un animal) era lícito, mientras que levantar al animal se consideraba
trabajar. Al parecer la pregunta de Jesús no tiene nada que ver con el asunto
en cuestión, ya que el ejemplo se refiere a una persona que trata así a su
propio ganado, mientras que Jesús cura a una persona desconocida. Pero Jesús
muestra con este ejemplo que Él es el dueño de Israel, y por esa razón tiene el
derecho de cuidar lo que es suyo. Por lo tanto quita al enfermo su enfermedad
para que él, según el propósito de Dios, pueda glorificar al Señor.
No hay ninguna reacción de parte de los
fariseos. No pueden decir nada contra el derecho de Jesús relativo a Israel a
causa de la sanidad, ni tampoco quieren reconocer este derecho. De esta manera
Jesús desenmascara su rechazo de aceptarle como Señor y Dueño de Israel.
* La disposición de Jesús para ayudar revela, a
la vez, cuán grave es negarse a reconocerlo como Señor y Salvador.
2. (14,7-14) En estos versículos, Jesús
demuestra cómo a la gente invitada a la comida sólo le gusta tener los mejores
lugares, mientras que no se concedía ni el más mínimo espacio para un hombre
hidrópico. Jesús utiliza la imagen de una boda; Él les dice: "Cuando
fueres convidado por alguno a una boda, no te sientes en el primer
lugar...". Jesús escoge este ejemplo no solamente por el hecho de que
había un orden jerárquico fuerte en aquellas situaciones, sino también para dar
una regla del reino de los cielos: "Cualquiera que se enaltece, será
humillado; y él que se humilla, será enaltecido". Entre los fariseos se
aplicaba la regla, "a tal señor tal honor", pero Jesús la cambia por,
"dar honor a aquel que no lo busca y dejar sitio para el otro". Se
trata de la tendencia del corazón, en el que puede regir la humildad o el
orgullo. Jesús predica la humildad delante de Dios y de los hombres. La
humildad cariñosa busca a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; esa
es la gente por quien Jesús tiene misericordia. Los pobres y enfermos no pueden
recompensar, por tanto quien invita y recibe a éstos será feliz como anfitrión,
ya que recibirá recompensa en la resurrección de los justos. Con esta actitud,
uno muestra un espíritu humilde y fe (en Jesús) que obra por el amor (Gálatas
5,6).
* Amor o falta de amor por los pobres y enfermos
muestra si somos verdaderos discípulos de Cristo que han entendido su amor por
nosotros.
3. (14,15-24) Jesús hubo pronunciado una
bienaventuranza. Uno de los invitados también tiene una bienaventuranza:
"Bienaventurado el que coma pan en el reino de Dios". Lo dice con
gran seguridad, puesto que en su opinión ellos (los fariseos) sin duda alguna
estarán allí. Todavía no se dan cuenta de que sólo aquellos que rinden honor a
Jesús como Rey y Señor entrarán en el reino de Dios. Jesús responde con una
parábola, que enseña que la gente que recibió hace mucho tiempo una invitación
para el reino de Dios, finalmente puede quedarse fuera. "Un hombre hizo
una gran cena, y convidó a muchos". Es claro que este hombre es una imagen
que indica a Dios. Él prepara esta cena en el reino de los cielos y convidó a
su pueblo hace ya siglos a participar de ella. Pero ahora envía a sus siervos
con una invitación más concreta, ya que todo está preparado. Esto se aplica al
tiempo de la aparición de Jesús en donde en todas partes se predicaba la venida
del reino de Dios y la aceptación necesaria de Cristo.
Muy ofensivas y deficientes son las excusas con
las cuales rehusan esta invitación. Mucho tiempo antes de comprar una hacienda
se la inspecciona y se prueba una yunta de bueyes, también después de la fiesta
uno puede vivir con su cónyuge. Son ofensivas, pues parece que es una
invitación a algo amenazante en vez de a una fiesta.
El hombre se convierte ahora en un señor
amenazador; muy airado con los invitados, habla a su siervo para que busque por
las plazas y las calles a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos
(¡exactamente el grupo del v.13!). Así la gente en la casa del fariseo es
obligada a ver en los primeros invitados a ellos mismos. Pero ¿qué ha sucedido?
Sus lugares son dados a otros. El Señor considera a los pobres y enfermos más
honorables que a los distinguidos. Si queda lugar, entonces el Señor manda a
forzar a aquellos que se encuentran en los caminos y los vallados (fuera de la
ciudad, imagen para los gentiles) para que entren. Forzar, no significa
obligar, sino insistir con amor. Hay un clímax en las invitaciones: decir
(17), traer (21) y forzar a los invitados (23). Al Señor le gusta
que su casa, el reino de los cielos, se llene y muchos respeten a Jesús. Los
que rechazan la invitación se ponen a sí mismos fuera del reino de Dios. Si los
líderes religiosos (que piensan ser los primeros) rechazan la invitación, se
verán adelantados por los menospreciados, los publicanos, los pecadores, los
pobres, los enfermos y los gentiles que ponen su confianza en Jesús. Todos
éstos (los postreros), compartirán con los creyentes de los judíos en la
salvación.
* Cualquiera que renuncie a la invitación de Dios,
quedará fuera del reino de los cielos. Pero quien la acepta, podrá entrar.
4. (14,25-35) Después de este sábado, Jesús
viaja a Jerusalén con una gran multitud. De pronto se vuelve a ellos para
dirigirles con énfasis la palabra. Parece que aún no entienden que su viaje
terminará en la cruz. Viajar con Jesús no significa automáticamente ser su
discípulo. Ser discípulo de Jesús implica dos cosas:
a. Aborrecer (literalmente odiar) a la propia
familia. Jesús utiliza deliberadamente esta palabra tan fuerte para indicar que
si tenemos que escoger entre Él y la familia (si ella no acepta a Jesús)
debemos escogerlo a Él.
b. Llevar la cruz en pos de Jesús, es decir,
estar dispuestos a sufrir como mártir; sufrir el rechazo de la propia familia y
pueblo, aceptando incluso la pérdida de la propia vida a causa de Cristo.
Jesús enseña por medio de cálculos, cuáles son
los `gastos' de lo que implica seguirle a Él. Todos los que quieren seguirle
deben saber a lo que se atienen, pues en la vida diaria es lo mismo. Para construir
una torre hay que saber antes cuáles son los gastos. Para empezar una guerra es
necesario enterarse si el ejército es suficientemente fuerte para enfrentar al
ejército del enemigo.
El precio para Él y para sus discípulos es el
sufrimiento. Él está dispuesto a ser odiado por su amada Jerusalén a fin de
construir una torre de refugio para sus discípulos. Sólo puede ser su
discípulo, aquel que está dispuesto a renunciar a todo lo que posee. Ahora hay
que oír bien. La sal es buena, pero si la sal se hiciere insípida, no sirve
para nada, está destinada para ser arrojada fuera. Eso pasa con la persona que
tiene una actitud ambigua con respecto a Cristo.
* Seguir a Cristo tiene un precio alto, la cruz;
no seguirle tiene un precio mucho más alto, ser echado fuera del reino de Dios.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. Siempre se gira en torno con respecto a
reconocer a Jesús. En el primer párrafo encontramos el mismo tema de
13,10-17. Los fariseos consideran el caso meramente como un asunto de `trabajar'
y no lo ven como algo específico: Jesús actúa en su calidad de Enviado por
Dios y devuelve a una persona enferma la posibilidad de glorificar a Dios.
El que no lo reconoce en esta calidad, cae en el legalismo que no acepta el
señorío de Cristo.
1b. Jesús es el dueño de nuestras vidas, siempre
buscará hacernos el bien. Los religiosos judíos sólo estaban interesados en
sorprender a Jesús diciendo alguna cosa que lo condenara. Sin embargo, nuestro
Señor está deseoso de ayudar a todos sin excepción. Así lo confirma cuando sana
a un hombre que padece una angustiosa enfermedad. Esta sanidad, aunque no lo
expresaron, molestó muchísimo a los fariseos puesto que ella fue efectuada en
día de reposo. Jesús les habla de lo que a ellos les es permitido hacer en día de
reposo cuando debían prestar ayuda a un animal que fuese de la propiedad de
ellos. Si ellos hacían misericordia con sus animales, ¿acaso Él no podría
ayudar a un hombre que lo necesita? Con esto Jesús revela que Él, tal como
ellos (los fariseos) son dueños de los animales a quienes ayudan, así también
es Jesús Dueño de Israel y dispuesto entonces a brindarle su ayuda y consuelo.
Para nosotros es motivo de gran gozo saber que nuestro Señor es un amo
bondadoso que siempre buscará el bien para nuestras vidas.
2. Si no reconocemos a Cristo como Señor
corremos el peligro de perder la humildad y caer en una actitud de soberbia. En el
reino de Dios sólo se acepta al humilde. Humildad es reconocer nuestro propio
lugar ante Dios, nuestra necesidad de Cristo, confiar en su sacrificio y vivir
por el amor de Él. Si esto es una realidad, entonces se hará visible en el
trato con nuestro prójimo, pero también en los puestos (lugares de privilegios)
que buscamos para nosotros mismos.
3a. Si la seguridad de la salvación no está
basada en una genuina relación con Jesús, entonces es sólo una pretensión
orgullosa. Un
fariseo se considera bienaventurado porque, según él, podrá participar del gozo
venidero de la vida eterna. Pero, ¿reconoce este hombre la autoridad de Jesús?
Por el contexto del pasaje hemos de admitir que no. Entonces lo que este hombre
aseguraba para él y sus demás compañeros es una pretensión caracterizada por un
espíritu orgulloso, que piensa que por sus obras logrará agradar a Dios. De
igual manera, quizás para algunos la salvación de sus vidas la sustentan en lo
que son capaces de hacer en materia religiosa, pero no la sustentan en un
reconocimiento del señorío de Jesucristo sobre sus vidas. La Biblia nos enseña
sin sombra de duda que la salvación del creyente es segura, pero buscar esta
seguridad en otra cosa, fuera de Jesús, es engañarse así mismo.
3b. Los que rechazan la invitación de Dios
quedarán excluídos de la presencia eterna del Señor. Los fariseos y demás religiosos de Israel creen
que ya tienen puestos asegurados en el reino de Dios, y por tanto rechazan la
invitación que Jesús les hace para que le reconozcan como su Mesías. En
Jesucristo, Dios todavía sigue invitando a los hombres a participar en su
reino; pero muchos rechazan esta invitación pues ya se creen hijos de este
reino (gente religiosa). ¿No hay dentro de la iglesia quienes están en la misma
situación por sentirse ya dentro del reino?
4. Estar siempre en el séquito de Cristo no es
lo mismo que ser su discípulo. Interesarse en las cosas de Jesús es bueno, pero
ser verdaderamente discípulo de Él implica algo más: calcular los gastos y
estar dispuesto a `pagarlos', es decir, estar dispuesto a sufrir, si es
necesario hasta la muerte, a causa de Cristo. Si los familiares no quieren
reconocer a Jesús como Hijo de Dios, Él nos pide fidelidad por sobre todos
nuestros lazos familiares.
Lucas 15
1. (15,1-10) La enseñanza en Lucas 15 tiene el
propósito de unir a todo el pueblo en el gozo del Salvador que ha llegado. Los
fariseos se quejan, porque Jesús se encuentra en compañía de publicanos y
pecadores. Sus palabras son una insinuación: "Éste (hombre) a los pecadores
recibe y con ellos come". La palabra `éste' suena desdeñosa, evidencia una
falta de respeto y fe en Jesús como Ungido de Dios y Salvador. No reconocen que
Jesús es también el Maestro de los publicanos y pecadores, que los llama al
arrepentimiento (5,32). Pero, a pesar de la actitud tan crítica de ellos, Jesús
desea hacerlos partícipes del gran gozo que Él siente por los pecadores que se
convierten. De este modo su amor se dirige también a ellos. Para hacerles
entender, Jesús apela a dos o tres parábolas. A primera vista parecen tres
parábolas, pero las dos primeras son como mellizas. Lucas las introduce en el
v.3, al decir: "Entonces Él les refirió esta parábola, diciendo...".
Después de la primera imagen, dice en seguida: "¿O qué mujer...?"
Hombres y mujeres son llamados para gozarse con lo que nuevamente se ha
encontrado. De la misma manera los fariseos reciben una invitación para gozarse
junto con Dios por los pecadores perdidos que se han convertido a Él.
En las dos imágenes, de la oveja perdida y de la
moneda perdida, se trata en ambos casos de una totalidad que ha sido
violada: el rebaño no está completo, si falta una oveja; ni tampoco la
colección de diez dracmas, si falta un dracma. Cuando se desea guardar una
totalidad es una gran lástima cuando una parte de ella se extravía. Por eso se
hace tanto esfuerzo para encontrar lo perdido, y por la misma razón hay mucha
alegría cuando lo perdido ha sido encontrado. En los dos casos anteriores el
dueño está buscando su posesión perdida. De la misma manera Jesús, como Dueño
de Israel, busca a hombres y mujeres perdidos. Su gozo en lo encontrado se
expresa en la cena que Él tiene con ellos. En su comentario acerca de las
imágenes (7 y 10) Jesús invita a los oyentes a verle a Él en la perspectiva del
cielo. Habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por
noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. El gozo se aplica
también a aquéllos (los justos), pero se concentra en el uno que estaba
perdido. Hay que saber que Jesús vino del cielo, Dios es su Padre y los ángeles
son sus amigos. Él no es oveja entre las ovejas, sino el Pastor que busca a la
oveja perdida, es decir, al hombre perdido en sus pecados. Él como Hijo de
Dios, tiene el poder de perdonar y de dar libre entrada al reino de Dios.
* No hay que enojarse, sino gozarse en la
misericordia de Jesús por los pecadores. También se goza el cielo (el Padre y
los ángeles) por cada pecador que se arrepiente.
2. (15,11-32) Ahora Jesús relata una historia en
la cual el amor celestial es lo principal, pero a la vez hace un llamado para
que los oyentes participen en lo que sucede (32). Además podemos decir que la
reacción del hijo mayor es casi la esencia de la parábola. En este relato se podrá
observar que los que se consideran a sí mismos como justos, en realidad están
perdidos, puesto que no aceptan el amor de Jesús, ni pueden gozarse en el amor
de Dios hacia los pecadores.
Un padre tenía dos hijos. El primer hijo le pide
a su padre la parte de los bienes que le corresponde. Aunque el propósito del
hijo no era bueno, en sí no era inconveniente pedir la parte que le
correspondería, incluso estando su padre vivo. Aquí podemos pensar en una
tercera parte de los bienes, en tanto el hijo mayor naturalmente recibió una
doble parte (Dt.21,17). El padre no estaba obligado a repartir los bienes en
vida. En todo caso, él seguía teniendo el usufructo de sus bienes. Entonces, no
debemos explicar que el repartir la herencia demostraría una super indulgencia
de parte del padre.
La historia es como un tríptico. La primera
parte tiene lugar en un país muy lejos del hogar paterno; el hijo que pidió la
herencia se hallaba allí por su propia voluntad (a través de una vida
disoluta); luego, por carecer de alimentos, se ve obligado a quedarse allí, al
tener que apacentar cerdos (un animal impuro para los judíos). Hay un proverbio
de los rabinos que dice: "Maldita sea la persona que apacienta
cerdos". De forma plástica se pinta el hambre y la gran necesidad del hijo
menor al decir que deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los
cerdos. En aquella época existía otra expresión judía que decía: "Cuando
los Israelitas necesiten de las algarrobas (era también la comida de los muy
pobres), volverán", es decir: volverán a Dios. Y eso es justamente lo que
sucede con el primer hijo.
Ante estas circunstancias, el hijo menor se
arrepiente ("volvió en sí"). Aunque esta historia en primer lugar no
es una `historia de conversión', sin embargo, podemos discernir algunos
elementos importantes de ella:
a. Muchas veces la conversión se inicia cuando
la persona comienza a reflexionar, volviendo a la realidad, como lo hace
este joven, cuestionándose "¿qué estoy haciendo aquí?" El joven de
esta parábola se da cuenta de la bondad de su padre y exlclama: "¡Cuántos
jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de
hambre!"
b. Aunque la conversión empieza así (dándose
cuenta de que la situación sin Dios es mala), sólo puede ser una conversión
verdadera cuando a ésta le sigue una profunda tristeza por el pecado: "Me
levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y
contra ti". Junto con la tristeza va el reconocimiento de que no somos
dignos del amor ni del perdón de Padre: "Ya no soy digno de ser llamado tu
hijo".
c. Por último, la conversión es completa cuando
ocurre el regreso efectivo: "Y levantándose, vino a su padre".
Muchas veces la conversión queda estancada nada más que en palabras e
intenciones buenas, sin que se vea un cambio real.
Luego entramos en la segunda parte de la
historia que trata sobre el regreso a casa. Esta se caracteriza por el amor e
iniciativa del padre. Aparentemente el padre estaba aguardando el regreso de su
hijo, es por eso que cuando lo vio fue movido a misericordia; corriendo hacia
su hijo, se echó sobre su cuello, y le besó. Todas son expresiones del gran
amor, de la paciencia y misericordia inexpresables del padre. En realidad, el
amor de Dios adelanta nuestra conversión (ver 1 Juan 4,19). El padre perdona a
su hijo y llama al joven que quería ser llamado jornalero: `hijo'. Además, le
lleva a la mesa y le prepara una cena en donde no se sirve comida para cerdos,
sino el becerro gordo. Todo esto manifiesta el amor de Jesús por los publicanos
y los pecadores, lo cual es a la vez una expresión del amor de su Padre (Juan
3,16). El gozo es la expresión de gratitud por el hijo que "era muerto y
ha revivido; se había perdido, y es hallado" (comp. los vv.6 y 9). Estas
palabras dan a conocer la vida del hombre fuera y dentro de la comunión con
Dios.
La tercera parte de la historia trata sobre el
hijo mayor, quien se negó a participar del gozo del Padre. Pareciera que ya no
contaba como hermano al que había regresado, pues dice: "Este tu
hijo", lo que el padre corrige al decir: "Este tu hermano"
(v.32). El hijo mayor es modelo de un hijo bueno y fiel; él dice: "He
aquí, tantos años te sirvo, no habiéndote desobedecido jamás" (v.29). Pero
lo que sucede es que no reconoce la misericordia de su padre. Su corazón es
duro debido a que nunca se ha dado cuenta de que él también necesitaba de la
misericordia de su padre.
El propósito de la historia es la de
confrontar a los fariseos y escribas; ellos representaban al hijo mayor de esta
parábola. Olvidaron que las 100 ovejas, los 10 dracmas, los 2 hijos tienen que
ver con el pueblo de Israel y por ende con ellos mismos. Si uno no acepta la
gracia de Dios por los pecadores, se pierde; mientras que los pecadores (como
el hijo pródigo) al acudir a Jesús, encuentran la salvación. Entonces es Jesús
quien en esta situación es representado como el padre, puesto que en Él se
expresa el amor del Padre celestial (ver Juan 17,6).
* Reflexionemos sobre la necesidad de la
conversíon verdadera, el amor de Dios en su Hijo, y el peligro de estar fuera
si no reconocemos la misericordia de Dios.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. Si nos enojamos al ver el amor que Jesús
siente hacia los pecadores, no olvidemos que dependemos de la misma gracia. El Señor
hace un llamado a los `justos', los fariseos, para que éstos se gocen en la
conversión de los pecadores en vez de enojarse. Para ellos es inaceptable que
Jesús tenga comunión con gente pecadora. Pero deben saber que es el mismo Padre
quien siente alegría por la conversión de ellos. No se trata de una indulgencia
demasiado grande de parte de Jesús hacia los pecadores, sino de un amor que
transforma la vida desde adentro.
Concerniente a este asunto de gozarse en la
salvación de los perdidos, podemos encontrar que todavía hay gente que se enoja
con Dios porque según ellos Él no debiera extender su mano de misericordia a
gente mala de la sociedad. Este sentir a veces es palpable dentro de la propia
congregación en donde en vez de aceptar a una persona que ha tenido un pasado
totalmente entregado al pecado, surgen por ahí algunos focos de murmuración que
comienzan a hablar de la vida de este nuevo creyente. No permitamos que los
prejuicios nos impidan gozarnos en la salvación de los pecadores, al contrario,
involucrémonos en la labor de ir en busca de ellos.
1b. El rebaño no está completo si falta una
oveja. Esta es
una invitación para no conformarse con el actual número de membresía en una
iglesia, y darse cuenta que aún queda pueblo de Dios perdido en las tinieblas.
Es una tentación real para muchos ministros el detener el trabajo
evangelístico, que en sus inicios fue muy fuerte; esto puede ser debido a que
existe una satisfacción por lo logrado en materia de número o simplemente
porque se ha perdido de vista el horizonte de la misericordia de Dios por los
perdidos. La iglesia que busca la oveja perdida, debe saber que su labor sólo
concluye con el retorno de Jesucristo.
2a. El `hijo pródigo' se arrepintió de corazón;
el hijo mayor, ¿aprenderá a conocer la gracia de Dios? Lucas 15 forma una unidad. La parábola de los
dos hijos no es una historia de conversión, aunque advertimos la conversión de
un pecador; tampoco habla sólo del amor del Padre, aunque lo hace con gran
énfasis. Esta parábola es sobre todo una invitación para que nosotros
compartamos el gozo de Jesús (y de su Padre) en la conversión de los pecadores.
La iglesia de hoy necesita del mismo llamado. Si se trabaja con prostitutas o
drogadistas, muchos no quieren aceptar su integración en la iglesia. Esto se
debe a dos razones:
a. No conocemos nuestra propia culpa ante Dios,
pues nos creemos justos a nuestros ojos.
b. No conocemos el corazón misericordioso de
Dios, ni el gozo que Él siente por un pecador que se arrepiente.
2b. Si no conocemos la gracia de Dios no experimentaremos
el gozo de ser hijos de Dios. El hijo mayor de la parábola escucha el sonido de
fiesta y pregunta qué era aquello. Al saber que la fiesta se debía al regreso
de su hermano pecador se enojó muchísimo. Sin perder tiempo le enrostra a su
padre el no concederle a él la oportunidad de hacer una fiesta con sus amigos.
Pero la culpa no era del padre sino de él, porque no supo apreciar la bondad y
misericordia de su padre. Los fariseos representan a este hijo mayor; los
fariseos no eran personas despreciables (como se cree comunmente en la
iglesia); eran muy estimados en el pueblo por la obediencia estricta de ellos a
la ley; el asunto radica en que ellos no habían conocido la gracia de Dios que
ahora en Jesucristo estaba salvando a los pecadores de la condenación eterna.
Nosotros podemos estar años en una iglesia y nuestra vida no experimentar el
gozo de ser hijos de Dios, haciendo de la vida cristiana un forma rígida de
religiosidad.
Lucas 16
1. (16,1-13) En el capítulo 15, Jesús habló a
los fariseos y escribas a causa de la irritación de ellos; éstos, al observar
que Jesús aceptaba a los publicanos y pecadores, se airaron en gran manera. Les
faltaba el gozo que sintió el padre de la parábola ante el regreso del hijo
menor. Acá Jesús se dirige principalmente a los discípulos, aunque los
fariseos también escuchan (14). Cada uno recibirá la enseñanza apropiada para
el caso, ya que a pesar de que los discípulos sienten gozo por la conversión de
los pecadores, igual necesitan ser enseñados. Para ellos es importante la
preparación al tiempo que deben despedirse de las cosas materiales en el
momento de la muerte. Los pecadores reciben una calurosa acogida de parte de
Jesús, mientras que éste insta a los discípulos a que se preocupen de la
pregunta si Dios los recibirá con una calurosa acogida en los cielos, en las
moradas eternas. Que gasten sus posesiones para el reino de Dios en favor de
los que tienen necesidades.
Jesús lo explica con una parábola, que es un
tanto difícil de entender. Se trata de un hombre rico, dueño de una gran finca.
Para gobernarla tenía un mayordomo, quien, sin embargo, fue acusado ante él
como disipador de sus bienes, pues los malgastaba. El señor lo llama; pide que
le rinda cuentas de su administración y luego lo despide, precisamente por mala
gestión. El mayordomo piensa en su porvenir e inmediatamente toma algunas
medidas. ¿Cuál será su futuro? Para trabajo duro no es apto, para mendigar
tiene vergüenza. Siendo éste muy astuto, encuentra la solución: hacerse amigos
de los deudores (los arrendatarios de la finca) de su amo. Los llama y cambia
el monto del arriendo, de tal modo que todos reciben un descuento igual. El que
recibe un descuento de 50 %, debe pagar 50 barriles de aceite en vez de 100. El
otro que recibe un descuento de 20 %, debe pagar 80 medidas de trigo en vez de
cien. Sin embargo, ya que el precio de 50 barriles de aceite es el mismo que el
precio de 20 medidas de trigo, su descuento en realidad es igual. El propósito
de todo esto es poder contar con la ayuda permanente de ellos cuando él sea
despedido para siempre. El mayordomo trata todo esto en forma muy astuta. Su
amo lo reconoce, lo alaba, no por las malversaciones, sino por sus medidas con
miras a su porvenir. Era una malversación inteligente; era una enorme ventaja
para el mayordomo poder contar con la ayuda de los arrendatarios. Así los hijos
de este siglo (los incrédulos) son más sagaces en el trato con sus semejantes
que los hijos de la luz (los seguidores de Jesús, la luz del mundo).
El punto de comparación es que llegará un día en
el que los discípulos se encontrarán en la misma situación del mayordomo:
deberán rendir cuenta al Señor por el uso de su dinero y serán despojados de
sus posesiones terrenales. ¡Que todos hagan un buen plan para sobrevivir, como lo
hizo el mayordomo! Hay que ganar amigos por medio de las "riquezas
injustas", es decir, dinero adquirido de forma ilegal, ya que nos
comportamos como propietarios en vez de mayordomos. No expresamos nuestro amor,
como deberíamos, ayudando a la gente con nuestro dinero. Al contrario, lo
gastamos como si fuera nuestra propia posesión. Para adquirir un lugar en las
viviendas eternas (es una reminiscencia a la fiesta de los tabernáculos para
expresar que el gozo en el reino de Dios es un gozo constante) hay que hacerse
amigos por medio del dinero, gastándolo bien como un verdadero discípulo de
Jesús, con amor por los demás. Los amigos que hemos ayudado con nuestro dinero
nos saludarán en el reino de Dios.
Jesús subraya su enseñanza, primero con una
verdad general: "El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel;
y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto". Esta
verdad se aplica al uso del dinero: si no sabemos administrar bien "lo muy
poco" o "las riquezas injustas" (el dinero), tampoco seremos
fieles en "lo mucho" o "lo verdadero" (los tesoros del
reino de Dios). Es decir, ¿cómo podemos contar con la gloria eterna si no
sabemos gastar bien el dinero y no ayudamos a los necesitados? Debemos saber
que el dinero es "lo ajeno" (v.12); no es lo nuestro, sino de Dios
para ayudar a los pobres. Sólo así podremos entrar en el reino de Dios
("lo vuestro", la parte que Dios nos ha preparado).
Por lo tanto, los discípulos de Cristo deben
hacer una decisión radical: amar y servir a Dios, o amar y servir al dinero. No
es posible hacer ambas cosas a la vez.
* Quien como discípulo busca el reino de Dios y
la acogida en los tabernáculos eternos, no debe encariñarse con el dinero, sino
amar a Dios y ser generoso para con los pobres.
2. (16,14-18) Los fariseos también estaban
escuchando; debido al amor que tienen por el dinero, se sienten involucrados e
identificados con esta historia. Por tanto rechazan a Jesús y sus enseñanzas,
en definitiva se burlan de Él. Si no es necesario tomar en serio a Jesús,
tampoco es necesario tomar en serio su enseñanza. Jesús los castiga por su
orgullo. Al levantarse contra Jesús, se hacen culpables ante Dios. Ellos
menosprecian también la ley (aunque creen que la guardan) y los profetas
(aunque piensan que honran sus memorias). Hay una línea sin interrupción desde
la ley y los profetas hasta Juan el Bautista, pues él predicaba el verdadero
propósito de la ley. Al rechazarlo a él, rechazaron también a Jesús, quien
trajo las buenas noticias del reino de Dios. Todos deben entrar en este reino
aceptando a Jesús, pues si así lo hacen, aceptan la autoridad de las
Escrituras. Por lo tanto, quien se burla de Jesús también menosprecia a las
Escrituras, es decir: toda la revelación de Dios. Pero más fácil es que pasen
el cielo y la tierra, a que se frustre un tilde de la ley. Nadie puede
despojarse de la ley y los profetas. Quien rechaza a Jesús, tendrá que
enfrentarse a la ley y los profetas. Jesús aclara el menosprecio de las
Escrituras por parte de los fariseos mediante el ejemplo del divorcio. A pesar
de su supuesto respeto por la ley, están en contra de ella, ya que aceptan el
divorcio del cual Jesús una vez mostró que es contra la voluntad original de
Dios.
* Si uno quiere respetar la ley de Dios, debe
respetar, obedecer y creer en Jesús.
3. (16,19-31) La parábola del rico y de Lázaro
se contrasta con la del mayordomo astuto. Aquel mayordomo ganó amigos con la
ayuda del dinero, el rico ni siquiera lo intenta. La parábola es entonces una
nueva, pero ampliada, advertencia para hacerse de amigos con la ayuda del
dinero, y así ser recibido en los tabernáculos eternos (el reino de Dios).
Jesús describe a un hombre rico, el cual se
viste de ropa muy cara, y que cada día hace de la vida una fiesta. Jesús no
condena su riqueza, sino el abandonar al mendigo, no mostrando así ningún ápice
de misericordia hacia él; aunque este mendigo estaba a su puerta, el hombre
rico nunca le dio ni la más pequeña migaja de alimento; menospreció la ley de
Dios que obligaba no coger la cosecha hasta lo último (ver Lev. 19,9-10; Dt.
24,19-22), lo que significa que el rico tenía que preocuparse por Lázaro,
dándole por lo menos lo que estaba sobrando de su mesa.
Esta es la única vez que Jesús da nombre a una
persona en una parábola. Es posible que este nombre exprese su confianza en el
Señor, ya que el significado del nombre "Lázaro" es: "Dios
ayuda". También es posible que Jesús con este nombre se refiera a Lázaro,
el hermano de María y Marta, que fue resucitado (mientras que los líderes del
pueblo aún seguían sin creer en Jesús).
En este pasaje se nos dice que incluso hasta los
perros llegaban a tener una vida miserable al lado de este rico; no reciben
nada, y al lamer las llagas de Lázaro (para mitigar el hambre) aumentan el
sufrimiento de éste. Pero Dios conoce a ambos y administra justicia a Lázaro
que nada recibió del rico, y castiga a este último por mostrar una vida tan
inmisericorde. Ambos murieron, el uno fue sepultado (el rico), el otro fue
llevado por los ángeles al seno de Abraham, lugar que, según la opinión judía,
era el sitial de honor en la vida eterna. El pobre podía gozarse en la
presencia cariñosa del patriarca de Israel, en tanto el rico se encontraba en
el Hades, el lugar de los muertos. Este lugar se describe acá como un lugar de
tormento. Ahora es el rico quien mendiga; pide de Abraham mandar a Lázaro para
que éste, tan sólo, le lleve una gota de agua en la punta de su dedo y así
pueda él lamerlo. El hecho de que conoce a Lázaro de nombre le hace culpable,
pues aun conociéndole nunca este hombre rico le concedió un pedacito de su
mesa. Abraham le recuerda su pasado: ahora recibe la recompensa de su conducta,
que estuvo caracterizada por la falta de misericordia, mientras Lázaro recibe
la misericordia del Señor. Si el v.24 nos describe la vehemencia de su
tormento, vemos que el v. 25 nos indica cuán grande es el abismo entre el
paraíso y el lugar de tormento. Durante la vida hay que pasar por el puente, ya
que después de la muerte es demasiado tarde. Allá no existen más posibilidades
de aprender a hacer lo bueno: preocuparse de los pobres. Entonces "el
pobre rico" le ruega a Abraham que envíe a Lázaro a la casa de su padre
para advertir a sus hermanos. Abraham le responde que la ley y los profetas son
suficientes. La señal que él pide no es necesaria, ya que nadie cree más por
una señal que por la ley y los profetas. La resurrección de Jesús más tarde
será la prueba de esto.
* Nadie recibe lugar en el reino de Dios si
durante la vida no mostró misericordia a los pobres como reflejo de la misericordia
de Dios.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. Los hijos de Dios deben hacerse de amigos
entre los pobres, quienes pueden testificar de su bondad en el juicio de Dios. Jesús no
quiere decir que haya otro Abogado (los pobres) en el juicio aparte de Él, sino
que destaca la importancia de la obediencia absoluta a su Palabra. Todo lo
bueno que podamos hacer es nada más que respuesta al sacrificio suyo. En
algunos sectores eclesiásticos se hace un sobreénfasis en el aspecto social,
pero se descuida el lado espiritual, o viceversa. Lo importante es que
comprendamos que toda obra buena que hagamos por los pobres es el reflejo del
amor de Dios.
1b. ¿Si pedimos al Señor que nos dé dinero, lo
hacemos para acumularlo, gastar en nosotros mismos o para usarlo también en
favor de los pobres? La parábola del mayordomo infiel es un llamado a
compartir lo que tenemos. Lamentablemente el pensamiento secular materialista
también ha entrado en la vida de algunos hermanos. Muchas veces no nos
comportamos como administradores de los bienes que Dios nos ha dado, mas bien
asumimos el control y gobierno de todo. Si un creyente ora a Dios para que Él
incremente sus ingresos económicos, debe preguntarse cuál es la razón de su
deseo. Debemos admitir que la iglesia en muchos sectores invierte gran cantidad
de dinero en construcciones y programas dentro de la iglesia. Pero, ¿se ha
contemplado seriamente la necesidad económica de las personas, incluso de
nuestros propios hermanos?
2a. La enseñanza de Jesús está apoyada por la
autoridad de las Escrituras. Creamos entonces en Él. Contra la burla de parte de los fariseos, Jesús
hace hincapié en que lo que Él dice es totalmente conforme a la divina voluntad
de Dios revelada en las Escrituras. El ejemplo del divorcio demuestra que los
fariseos no actúan conforme a la Ley de Dios. De igual modo, imitando a nuestro
Señor, debemos tener mucho cuidado de estar ciertos que lo que predicamos o
enseñamos tiene verdadero fundamento bíblico. Nuestra doctrina ha de estar
apoyada por la autoridad de toda la Escritura y no de algunos textos elegidos.
No busquemos apoyo bíblico para algo que no es la voluntad de Dios.
2b. No tomar en serio la enseñanza de Jesús es
querer ocultar algún pecado delante de Dios. Luego de concluir Jesús su enseñanza referente
al uso que hacemos del dinero, los fariseos, que habían oído todo su discurso,
se burlaban de Él. Para ellos lo que Jesús dijo no tenía importancia, ¿por qué?
Porque detrás de esta indiferencia a la exhortación de Jesús ellos ocultan su
pecado de avaricia. Es esta la razón por la que mucha gente, incluyendo a los
que van a una iglesia, no toma en serio la Palabra de Dios ya que ésta la
desenmascara; su indiferencia es un empeño para salvaguardar su dignidad ante
los hombres, pero Dios conoce los corazones.
3a. Luego de la muerte no hay ninguna esperanza
de consolación para aquellos que rechazaron la revelación de Dios. Podemos
concluir que el rico no prestó atención a Dios, ni a su Palabra que ordenaba el
cuidado de los más desvalidos. Toda su vida la vivió como si Dios no existiera,
o como si Él no estuviera al tanto de nuestra conducta. Sólo una vez que hubo
muerto se dio cuenta de cuán alejado estaba de Dios. En su desesperación buscó
la manera de mitigar el dolor, pero era imposible. Sin duda el tormento más
grave del infierno será el saberse alejado por la eternidad de la compañía de
Dios y saber que en la vida no se prestó atención a la Palabra de Dios en
conversión y obediencia.
3b. La única posibilidad de aprender a hacer la
voluntad de Dios, es durante esta vida. Debemos usar bien el tiempo y hacernos ahora
de amigos entre los pobres. Toda la revelación de Dios nos pide
misericordia, tal como Él es misericordioso. Las Escrituras son suficientes
para llamarnos al arrepentimiento. Si no las obedecemos, no habrá señal alguna
que nos convenza de hacerlo. La petición del rico atormentado, de que alguien
se levante de los muertos, se cumplió en Jesucristo, pero ¿qué sucedió? A pesar
de ella, igual muchos persistieron en su incredulidad, y aún lo hacen.
Lucas 17
1. (17,1-10) Estos versículos muestran
coherencia y deben ser leídos a la luz de lo anterior. Imposible es que no
vengan tropiezos. La palabra griega `scándalon' significa tropezadero,
tropiezo, ocasión de caer, tentación para pecar. Jesús advierte a sus
discípulos de los tropiezos en el camino. Jesús piensa en la oposición de parte
de los fariseos que se burlaron de Él (16,14). ¿Quieren los discípulos
abandonar a su Maestro a causa de esta oposición? Jesús soporta esta oposición,
ya que Él es paciente y misericordioso; pero esto no significa que un día tal
actitud de los hombres en contra de Jesús no será castigada. Para la persona
causante de tropiezos, le será más conveniente ser echada en el mar, que poner
ocasión de caer a los pequeños (uno de los discípulos de Jesús). Jesús llama
pequeños a sus discípulos, ya que a los ojos del mundo son insignificantes.
Pero también los discípulos deben tener cuidado de ellos mismos (v.3). Ellos no
deben irritarse por la misericordia que Jesús despliega en favor de los
pecadores, no deben ser como los fariseos, que no entienden nada de la conducta
de Jesús. Al contrario, deben mostrarse inclinados a perdonar a los incrédulos,
e incluso a hermanos, no pidiendo el castigo inmediato de Dios sobre ellos. La
indulgencia significa, estar dispuesto a perdonar 7 veces en el día. Esto nos
habla de un perdón que no tiene límites. Es necesario que así sea, a pesar de
que el discípulo se sienta frustrado por la conducta de su hermano.
Los discípulos piden fe; literalmente dicen:
"Añade a nosotros fe". Ésta, no es la fe salvadora, la fe en Jesús
como el Salvador, puesto que ya la habían recibido. Esta es la fuerza de
la fe para poder resistir la oposición de los fariseos. Jesús responde
afirmando que por la fe pueden hacer milagros, hasta trasladar el sicómoro, un
árbol con raíces muy fuertes y profundas. La cuestión no es tener poca o mucha
fe, sino tener simplemente fe; ya que por la fe, que pone su confianza en Dios,
se pueden hacer grandes cosas. Los discípulos recibirán la fuerza de la fe,
pero no para que tengan una vida más fácil en la que puedan mostrar a sus
adversarios grandes señales. Esto lo aclara Jesús a través de la imagen de un
siervo. Cuando un siervo cumple su trabajo (arar o apacentar ganado) su amo no
lo invita a la mesa, sino que se le pide que prepare la mesa y que luego haga
el servicio correspondiente. Quienes hacen lo que deben, sólo son siervos
inútiles, o según otra traducción, "indignos". Deben hacer lo que su
señor les manda, sin pretender reconocimiento alguno por ello. Los discípulos
deben cumplir con su tarea, servir y predicar a Cristo, como siervos indignos,
no para impresionar a la gente ni recibir honra en esta tierra. La honra viene
más adelante, cuando hayan cumplido con su tarea, en el reino de Dios.
* Hay oposiciones que nos quieren separar de
Dios; pero Él nos fortalece, no obstante tengamos que seguir sufriendo,
dándonos la fe necesaria.
2. (17,11-19) Lucas nos recuerda que Jesús está
viajando a Jerusalén. Interpola esta historia en un momento crucial. Es el
tiempo en que los fariseos critican a Jesús (15,1,2) o peor aún, se burlan de
Él (16,14). En aquel tiempo es notable que venga alguien alabando a Jesús. Al
entrar a un pueblo, diez hombres leprosos le salieron al encuentro, quedándose
éstos a ciertas distancia de Él. Su enfermedad e impureza no les permitía
acercarse a Jesús (ver Lev.13,45,s; Num.5,2). Apelan a Él, gritando: "Jesús,
Maestro, ten misericordia de nosotros". No pueden esperar nada de nadie,
pero sí pueden esperan algo de Jesús. Aunque continuaban pidiendo sanidad,
estando aún enfermos son enviados por Jesús a los sacerdotes para que se
muestren ante ellos. Es una prueba de fe y obediencia. Ellos se van, conforme a
la palabra de Jesús; la fe no avergüenza, ya que en el camino a Jerusalén
reciben la sanidad. Uno de los sanados vuelve, glorificando a Dios a gran voz.
Al echarse a los pies de Jesús, muestra gran reverencia y gratitud a Él. Lucas
sorprende a los lectores, diciendo que aquel leproso era samaritano. ¿Dónde
está la gratitud en Israel, en el propio pueblo de Dios? Hasta ahora, Jesús
sólo encuentra incredulidad y mofa. Él bendice a este samaritano, diciéndole:
"Levántate, vete; tu fe te ha salvado". Este hombre aceptó al Dios de
Israel y se inclina delante de su Ungido. Eso es suficiente. Por la fe, este
samaritano también es salvo.
* ¿Expresamos nosotros fe y gratitud al Señor?
3. (17,20-37) En estos versículos encontramos la
enseñanza de Jesús acerca de la venida de su reino. Esta enseñanza empieza por
una pregunta de los fariseos acerca de cuándo vendrá el reino de Dios. La
pregunta nació de la duda y la burla; es como si ellos interpelasen a Jesús,
diciendo: "¿Cuándo viene por fin el reino que Juan predicaba, del cual
pareces tú ser el protagonista? ¿Por qué todavía no percibimos nada de tu
reino?" Jesús contesta diciendo que el reino de Dios no viene con
observación (de manera que satisfaga los deseos judíos), no hay fenómenos
perceptibles notables. Es posible que venga sorpresivamente. Esta es la
situación de ahora. El reino de Dios en un sentido está entre ellos, es decir,
al alcance de ellos, pues Jesús mismo, el Rey de Israel, está entre ellos
discretamente. Pero, ¿cómo puede Jesús decir esto si el reino de Dios es
perceptible, como un relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del
cielo al otro, es decir, visible para todos? El hecho de que la llegada sea
discreta se debe al camino por el que Jesús ha de ir. Su camino primeramente es
uno de sufrimiento que precede a la gran la revelación de su gloria. También,
después de su resurrección, su gloria quedará escondida por un tiempo. Los
discípulos desearán ver uno de los días del Hijo del Hombre, es decir: ya ver
algo de la gloria celestial de Jesús en la que entró después de su resurrección
y ascensión, pero no la verán. También los discípulos deben pasar por un tiempo
de sufrimiento antes de la revelación de la gloria de Jesús. Ellos deben seguir
su camino por la fe. La presentación humilde del reino de Dios continuará hasta
que venga el día del juicio. Esto será una prueba para ellos, de tal modo que
estarán susceptibles a las voces que proclaman: "Helo aquí, o helo
allí". Aunque puedan ocurrir acontecimientos muy impactantes en el curso
de la historia, el reino de Dios permanece invisible hasta su llegada. Pero
cuando venga, todos lo percibirán. Tal como el relámpago es visible para todos,
mucho más lo será la venida del Hijo del Hombre. Pero antes que llegue este
período, Jesús debe padecer mucho, en tanto que los incrédulos no verán nada de
su gloria.
Los días del Hijo del Hombre serán como en los
días de Noé y de Lot. En aquellos días la vida seguía su curso normal, la gente
comía, bebía, se casaba y se daba en casamiento, sin percatarse de nada. La
predicación de Noé, no halló arrepentimiento en la gente de esta generación,
pero igual el juicio de Dios llegó. Lo mismo sucedió en los días de Lot, la
vida seguía y nadie se daba cuenta de que existía un Dios que juzga la
inmoralidad y la maldad; esto, a pesar de que vivía entre ellos un siervo de
Dios que les recordaba la existencia de un Dios y Juez. Los ejemplos son muy
penosos y delicados. Para los fariseos, la generación del tiempo de Noé y de
Lot era una generación muy impía. Se dan cuenta de que Jesús les advierte que a
ellos les sucederá exactamente lo mismo que le sucedió a la generación
impía de Noé y Lot. ¡Qué comparación para ellos, que se consideraban gente
justa y piadosa!
En este momento será imposible salvarse (v.31),
pues no habrá más lugar para arrepentirse. No hay tiempo para volver a casa. La
vida diaria normal se acabará en un momento. A algunos les sucederá lo mismo
que pasó con la mujer de Lot; cuando ella miró hacia atrás, expresando con ello
su apego a la vida pasada, de una vez se transformó en un estatua de sal,
sorprendida por el juicio de Dios. A este ejemplo, Jesús une una aplicación
para la vida de los oyentes: "Todo el que procure salvar su vida, la
perderá; y todo el que la pierda, la salvará". La enseñanza nos recuerda
al tiempo de Lot. Sólo Lot, dispuesto a abandonar su existencia pasada, salvó
su vida, pero no así su mujer. El que está dispuesto a abandonar todo por causa
de Jesús, salvará su vida; mas el que no lo está, la perderá. En aquella noche
del juicio se revelará una separación total, una separación que antes no era
visible. La separación será entre personas que duermen en la misma cama, que
trabajan con el mismo molino. Así de discreto era el discípulo de Cristo en
esta tierra. ¿Dónde se revelará este juicio? En todas partes donde haya un
cuerpo muriendo, allí se juntarán las águilas. De igual modo, el juicio se
revelará en donde no hay fe.
* ¿Estamos preparados y dispuestos a seguir a
Cristo? Con menos no podemos ser salvos.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. Los discípulos de Cristo deben hacer
humildemente lo que Él les pide: perdonar y soportar el menosprecio de parte de
los incrédulos. El que los discípulos sean perseguidos por
predicar el evangelio, no significa que ellos deban tomar el castigo en sus
manos, sino dejar esto al Señor; mientras, ellos deben soportar en amor toda
oposición. Asimismo deben perdonar al que los ofende, ya sea que se arrepienta
o no lo haga; esto lo harán sin poner límite alguno al perdón.
1b. Sólo podemos soportar la persecución y
perdonar a nuestro ofensor si somos fortalecidos por el Señor. Lo que
el Señor les pide a sus discípulos parece un tanto difícil de cumplir: soportar
la persecución y perdonar sin límite a sus ofensores. Es por esta razón que
todos dicen: "Auméntanos la fe". Esta fe no es para salvación, pues
ya la tenían, sino para llevar a cabo lo que Jesús les pide que hagan. Si a
nosotros nos parece difícil cumplir con ciertos mandamientos del Señor, es
justamente para que clamemos a Dios por fortalecimiento espiritual. Siendo a la
vez este fortalecimiento la razón para poder servir humildemente al Señor.
1c. La oposición en contra del evangelio siempre
será una realidad mientras estemos en esta tierra. El mismo Señor dijo a sus discípulos,
"imposible es que no vengan tropiezos". El evangelio, y los
mensajeros de éste, será duramente combatido en esta tierra. Es por eso que la
iglesia no debiera alarmarse cuando encuentre una tenaz resistencia para predicar
el evangelio en algún sector determinado. La oposición puede tener diferentes
formas, la cual va desde burlas, menosprecio e indiferencia hasta agresiones
físicas. Sin embargo, el Señor castigará un día la actitud del que quiere hacer
tropezar a uno de sus discípulos. El que se opone al mensaje de Dios tiene que
saber que recibirá un duro castigo en el día del juicio.
2. Acudir a Dios es más que pedir su ayuda. Es
reconocer a Jesús y volver a Él con gratitud. El agradecimiento siempre debe ser acompañado
de reverencia por la grandeza y la misericordia no merecida de Dios.
Examinémonos para ver si verdaderamente hemos puesto nuestra confianza en el
Señor. Es realmente triste darse cuenta que gran multitud de personas sólo
acuden al Señor en busca de sanidad, y cuando la han alcanzado no dan ninguna
muestra de gratitud, siguen sin reconocer a Jesús como su Señor y Salvador. Es
notable en el relato de los diez leprosos que justamente sea un samaritano,
despreciado por los judíos, el único que regresa para honrar a Jesús. El Señor
no halló mucha gratitud en su pueblo, ¿la hallará en su iglesia?, ¿es posible
que personas fuera de la iglesia nos adelanten en esto?
3a. Debemos saber que hasta que no venga Jesús
en gloria, no podemos verla (su gloria en su total manifestación) en esta
tierra. Es una
tentación para la fe, el querer mostrar al mundo algo del futuro reino de Dios.
No debemos engañarnos si por ahí se hablan de cosas extraordinarias como si
fueran revelación de este reino, pues llegará el momento en que el retorno de
Cristo será visible para todos y sin incertidumbre. Por eso hemos de
prepararnos bien: vivir por fe y aceptar las advertencias de Jesús, y no
endurecerse como lo hizo la generación impía de Noé y Lot. El retorno de Jesús
revelará la gran separación entre los hombres, aun entre familiares y amigos.
3b. La venida de Jesús no debe tomar por
sorpresa al creyente. Tanto la generación de Noé como la de Sodoma y
Gomorra pensaban que les esperaba un porvenir sin sobresaltos. Muchos quizás
hacían sus planes para el futuro, pero todo lo querían hacer siendo
indiferentes a la verdad de que existe un Dios que juzgará el pecado. Cuando
miramos a nuestro alrededor nos podemos dar cuenta que gran cantidad de
personas siguen sus vidas siendo totalmente indiferentes a la venida de Jesús;
los hombres hacen proyectos a larguísimo plazo; esto no significa que esté mal
hacerlo, sino porque detrás de todo proyecto humano no se contempla la voluntad
de Dios que tiene como propósito la segunda venida de Jesús. ¿Estamos nosotros
preparados para el retorno de nuestro Señor?
Lucas 18
1. (18,1-8) Tenemos que leer este pasaje en
estrecha relación con el pasaje anterior. Entonces, los discípulos de Cristo
deben orar siempre, sabiendo que el período anterior a la venida de Jesús se
caracterizará por el sufrimiento. La humanidad no prestará atención a los
escogidos, ni a las esperanzas que ellos abrigan, al contrario se burlará de
ellos. Por lo tanto, no queda más remedio que orar para que la revelación
gloriosa del Hijo del Hombre haga su entrada a esta tierra y ponga así fin a
las persecuciones. La parábola nos muestra una desemejanza. Jesús, a modo de
contraste, compara a su Padre con un juez. El juez injusto no se preocupa de
Dios ni del hombre. No cumple con su deber, negándose durante un largo tiempo a
ejercer justicia en favor de una viuda. Pero debido a la insistencia de la
viuda, el juez finalmente trata su problema, para que ésta no le golpee y le
deje un ojo amoratado (la palabra `hupoopiazein' es un término que se usaba en
el boxeo). Jesús compara a su Padre con este juez injusto, pero lo hace en
relación al tiempo, puesto que los creyentes tienen que esperar mucho más
tiempo para ver consumada la justicia en el mundo. Sin embargo, Dios es santo y
justo, Él no es negligente en su trato con la gente y la justicia. El juez
injusto no expresa misericordia a nadie; pero para Dios, los que oran siempre,
sus escogidos, son los objetos de su amor eterno. "¿Y no hará justicia a
sus escogidos, que claman a Él día y noche? ¿Tardará en responderles?", o
con una mejor traducción: "Él tiene paciencia para ellos". Siendo
Dios accesible día y noche, podemos contar con que Él hará justicia pronto.
Pero rapidez no significa que lo hará en breve. Nadie sabe cuanto tiempo es
necesario que pase hasta la ejecución del juicio divino.
Los creyentes no han de preocuparse, pero Jesús
sí lo hace. Si Él viene (como respuesta a las oraciones de los escogidos),
"¿hallará fe en la tierra?" Esta fe es la fe en Cristo, la fe que con
perseverancia le espera a Él. ¿Habrá creyentes en aquel día que lo estén
ansiosamente esperando?
* Nunca debemos poner en tela de juicio la
seguridad de la ayuda y venida de Jesús para hacer justicia. Mas bien debemos
preocuparnos por nosotros mismos y preguntarnos: ¿Es perseverante nuestra fe en
Cristo, anhelamos su retorno?
2. (18,9-14) En este pasaje, conocido como el
del fariseo y el publicano, Jesús no se dirige necesariamente de nuevo a los
fariseos, sino a todos aquellos que como los fariseos piensan que no
tienen necesidad de Jesús para ser justos delante de Dios, y menosprecian a los
demás, es decir, sobre todo a la gente que está con Jesús. En la parábola,
Jesús nos presenta a dos personas, uno es fariseo, el otro publicano. La
actitud que muestra el fariseo en su oración es diferente, él está puesto en
pie. Jesús no dice esto para expresar que el fariseo deseaba llamar la
atención, sino sólo para hacer ver que el fariseo no tiene dificultades con la
oración. El fariseo, como un hombre intachable, no tiene nada que reprocharse.
Él puede dar gracias a Dios por su vida irreprochable, tan diferente de la de
otros. El fariseo agradece por su vida irreprensible y la mira como un don
divino. Para los oyentes de Jesús, esta era una oración normal y no tiene nada
de especial, pero su error fue que él pensaba poder acudir a Dios como justo,
en vez de hacerlo como pecador.
El publicano también ora. Él tiene dificultad en
elegir su actitud ante la oración. Se queda en el atrio y no se acerca, ni
quiere levantar las manos hacia el cielo, ni siquiera levantar sus ojos. Como
señal de arrepentimiento se golpea el pecho y confiesa sus pecados, diciendo:
"Dios, sé propicio a mí (ten misericordia de mí), pecador". Hasta
aquí los oyentes pueden entender la parábola de Jesús. Pero las últimas
palabras con las que Jesús termina son muy chocantes para ellos: "Os digo
que éste (el publicano) descendió a su casa justificado antes que el otro (el
fariseo)". El punto extraño no fue si el publicano podía recibir perdón,
sino la pregunta ¿por qué no recibió perdón el fariseo justo? Jesús lo explica:
"Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla
será enaltecido". Jesús ha dicho esto antes (14,11). El asunto es que los
fariseos pensaban que no necesitaban de arrepentimiento, y por lo tanto no
aceptaron ni a Juan, ni a Jesús. Por ser esto así, tampoco podían obtener el
perdón de Dios.
* Aunque nuestra vida pudiera parecer impecable,
siempre necesitaremos de Jesús y de su misericordia.
3. (18,15-17) "Traían los niños a Jesús (según
la palabra griega eran bebés o párvulos) para que los tocase (para ser
bendecidos). Los padres esperan una bendición para el futuro de los niños, ya
que éstos son muy vulnerables. Ahora no son los fariseos los que causan
problemas, como vimos anteriormente (15,1-2), sino los discípulos que reprenden
a los padres por traer a sus hijos ante el Maestro. Jesús, sin embargo, invita
a los niños, ya que todos aquellos que son llevados a Él, les espera un lugar
celestial, cerca de la presencia del Dios. "Porque de tales es el reino de
Dios". Lucas menciona este relato, debido a la enseñanza general que Jesús
une a este acontecimiento. El que no recibe el reino de Dios como un niño, no
entrará en él. Uno puede entrar en el reino de Dios de la misma manera en que los
niños reciben un toque de Jesús; es decir, el reino como un don de la gracia a
través de Jesucristo. Los hombres deben aceptar la bendición de Jesús, como lo
hacen los niños; y no resistirla, como hacen los fariseos.
* Entrar en el reino de Dios sólo es posible
cuando recibimos de las manos de Jesús la bendición y la gracia.
4. (18,18-30) Vino un hombre principal (un
regente) a Jesús. Éste, reconocía a Jesús como un rabino importante. Se da
cuenta de que ser hijo de Abraham no es suficiente, es necesario que Jesús le
muestre el camino para heredar (como un regalo) el reino de Dios. Dice a Jesús:
"Maestro bueno, qué haré para heredar el reino de Dios?" Llama a
Jesús, Maestro bueno. En la pregunta de Jesús (v.19), Él no está diciendo que
no merece tal título, sino que este principal debe sacar la conclusión correcta
de las palabras que ha dicho ("maestro bueno"). Sólo Dios es bueno;
si llamamos a Jesús "Maestro bueno", entonces tenemos que
arrodillarnos delante de Él, como el Dios revelado en esta tierra. Jesús es más
que un maestro y uno debe seguirle a Él; eso es lo que el regente rico no
quiere aceptar. Jesús se presenta como Legislador, y le recuerda el mandamiento
del amor por el prójimo. Si le responde que lo ha guardado, Jesús le manda
vender todo y seguirlo a Él. ¿Estará dispuesto a seguir a un Jesús pobre en su
camino hacia la cruz? ¿Necesita su perdón, o sólo necesita enseñanza? Este
hombre, aún no está dispuesto a seguir a Cristo, sino que mira hacia atrás como
lo hizo la mujer de Lot (ver Lucas 17,32). Jesús al ver que el hombre se
entristece por la orden que le estaba haciendo, dice: "Cuán difícilmente
entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil pasar
un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de
Dios". Con razón los que oyeron esto, dijeron que entonces era imposible
entrar en el reino de Dios. Jesús lo afirma, pero les dice que lo que es
imposible para los hombres es posible para Dios. Pedro dice que ha dejado todo
para seguir a Jesús. Empero, este mismo ejemplo muestra que es posible para
Dios. La decisión de Pedro (seguir a Jesús) fue la obra de Dios mismo.
* Jesús nos enseña que aunque parezca difícil
seguirle, la recompensa que tendremos al hacerlo será mucho mayor que la
pérdida de nuestros bienes: ¡vida eterna!
5. (18,31-34) Jesús repite el anuncio de su
muerte, y la pone a la luz de las Escrituras. Lo que Él debe sufrir, ser
entregado a los gentiles (por el momento increíble), escarnecido, afrentado,
escupido, azotado y matado, es el camino de Dios atestiguado en las Escrituras.
Es un deber divino con un sólo propósito: la salvación. Es verdad que es un
camino terrible, pero con un final glorioso: la resurrección. Todo esto se
acerca. Los discípulos no lo entienden, pero más bien, estas palabras les eran encubiertas.
No pueden entenderlo, ya que el Mesías no puede recibir ayuda de parte de
ellos, sino que debe sufrir solo, para sufrir todo y dar un sacrificio
perfecto.
* Jesús sufre solo, sufre todo, para dar un
sacrificio perfecto.
6. (18,35-43) Es probable que Lucas nos relate
otra historia que la que nos cuenta Mateo y Marcos. La relación de esta
historia con las palabras anteriores de su sufrimiento, es importante. Jesús
abre los ojos de un ciego. Aparentemente, Jesús quiere que la gente vea cómo Él
sufrirá y morirá.
El ciego estuvo cerca de Jericó, sentado junto
al camino, haciendo lo único que podía realizar como hombre: mendigar. Esta era
la única forma para sobrevivir. La gente le informa al ciego que la persona que
está pasando es Jesús Nazareno. Él cambia este nombre, diciendo: "¡Jesús,
hijo de David (el Mesías), ten misericordia de mí!", expresando así su
esperanza y confianza en Él. De nuevo encontramos a gente que está
reprendiendo. Pero el clamor de este ciego se hace más urgente. Jesús contesta
a su clamor y le da la ocasión de expresar lo que quiera. No una limosna, sino
ver uno de los días del Mesías. Jesús le sana y alaba su fe que lo salva. El
ciego, entonces, lo alaba junto con todo el pueblo.
* La curación del ciego es un llamado fuerte
para ver lo que Jesús hará pronto: entregar su vida como sacrificio por el
pecado.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. Siempre debemos orar por el retorno de Jesús,
esperándole expectantes; sólo cuando Él regrese, se hará justicia en este mundo. La
primera parábola no es un llamado para perseverar en la oración en forma
general, sino para esperar siempre a Jesús, el Rey, y al reino donde se pondrá
fin a la injusticia en este mundo.
Esta debe ser nuestra constante preocupación -si
no han sido adormecidas esta fe y esperanza- ya que muchos creyentes la
dejarán. Es un hecho doloroso el saber que muchos hermanos están echando raíces
en este mundo; algunos viven como si esta tierra fuera su lugar estable,
olvidando en la práctica de la fe que únicamente son peregrinos, cuya morada
final se halla en los cielos en compañía eterna con Jesús. No sólo prediquemos
la venida de Jesús, sino que también vivámosla y anhelémosla en oración
perseverante y paciente.
2. Aunque parezcamos ser muy sinceros, Dios
aborrece la soberbia. No busquemos justificarnos comparándonos con otros.
Nadie recibe el perdón si no lo necesita. Por otro lado, el pecador -por muy
malo que sea- que busca el perdón de Dios, lo recibirá. Existen sectores que
son muy religiosos, y que al parecer están muy abiertos al evangelio; sin
embargo, esto es en apariencia, ya que la gente que sustenta su religiosidad en
base de lo que hace, nunca sentirá la necesidad de un Salvador, pues se
conciben a sí mismos como buenas personas. Por lo general, dicen que la gente
mala es la que debe arrepentirse. Debemos tener mucho cuidado en esto, ya que
por el hecho de ser miembros de alguna iglesia podemos creer que presentarse
como pecador delante de Dios, era algo necesario sólo para la conversión y no
como una condición de vida ante un Dios santo.
3. Entrar en el reino de Dios es un don de la
gracia de Dios y no un premio a nuestros méritos. Jesús muestra esta verdad con mucha claridad en
la bendición de los niños. Su amor se dirige a aquellos que, como el publicano
en la parábola anterior y como los niños, no tienen algo bueno para ofrecerle.
Al contrario, no tienen absolutamente nada. Lo único que pueden hacer es:
¡recibir! A pesar de esto, cuánta gente aún no entiende que la salvación es por
gracia; se empeñan siempre en hacer "algo más", y esto sucede hasta
en el mismo cristianismo.
4. Pareciera que el joven rico debe hacer algo
para entrar en el reino de Dios, pero en realidad él no debe hacer nada, sino
sólo seguir a Jesús para ser salvo a través de Él. El joven rico no sólo necesita enseñanza,
necesita a Jesús, el Salvador. Muchos de nosotros también queremos mejorar el
nivel de nuestras vidas, pero es imposible hacerlo a través de nuestros
esfuerzos; para lograr un cambio verdadero de vida es imprescindible seguir a
Jesucristo y servirle por medio del Espíritu Santo.
5. Jesús también sufre al ver que su camino
hacia el Calvario es incomprendido por sus discípulos. En la más
absoluta soledad (sin la ayuda de ningún hombre) debe llevar nuestra culpa,
nadie podrá mitigar su padecimiento. Debemos dar gracias a Dios por nuestro
Señor Jesucristo; su viaje hacia la cruz lo realizó sin la ayuda de nadie. Él
estuvo dispuesto a soportar la soledad más profunda por causa de nosotros.
6. La curación del ciego tenía un propósito muy
especial: llamar a todos para que contemplaran a Jesús llevando a cabo su obra
de redención en la cruz. Su sacrificio debería ser mirado con mucha
atención y fe. Si el Señor abre los ojos de los hombres, espiritualmente hablando,
es para que contemplen su gran obra redentora. Es quizás esta una de las
evidencias de un nacido de nuevo: contemplar a Jesús crucificado, llevando
nuestros pecados para darnos entrada a la presencia del Padre.
Lucas 19
1. (19,1-10) Cerca de Jericó, Jesús había sanado
a un ciego. Ahora, en aquella ciudad, busca la casa de un jefe de los
publicanos para pernoctar y mostrar cuál es el propósito de su venida en su
viaje a Jerusalén: "El Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se
había perdido". Lucas nos cuenta que este publicano era rico. La historia
es por lo tanto una ilustración de la palabra de Jesús que para Dios nada es
imposible; también un rico, aunque es difícil, puede entrar en el reino de
Dios. Este relato es entonces el complemento de la de la historia del `joven
rico'.
Zaqueo deseaba ver a Jesús, pero no podía, ya
que era un hombre de baja estatura. Por eso subió a un árbol sicómoro para
verle, porque sabía que Jesús había de pasar por allí. No sabemos cuál fue su
motivo. ¿Por curiosidad? ¿O tenía el deseo de conocer a Jesús, guiado por un
hambre espiritual? Pero lo más importante de este relato, no es que Zaqueo
busque a Jesús, sino que en primer lugar Jesús está buscando a Zaqueo. El Señor
al verle, le dice: "Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario
que pose Yo en tu casa". La palabra `hoy', es muy importante. El Señor la
dice con autoridad, como si dijera: "Hoy es el día para un
encuentro conmigo". Este publicano le recibió gozoso. Vemos que un
encuentro con Jesús cambia todo. Mas la gente murmuraba, pues no se da cuenta
del cambio producido en Zaqueo. El gozo de este pecador se convierte en hechos
de amor y de justicia: "La mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en
algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado". En vez de
pagar sólo el 20% más (según la ley, Lev.5,20-24), él está dispuesto a pagar
300% más. Este proceder es el fruto del encuentro con Jesús.
"Hoy ha venido la salvación a esta casa;
por cuanto él también es hijo de Abraham". Jesús es el pastor de todo su
pueblo, y quiere reunir todo el rebaño de Israel, pues vino a buscar y a salvar
lo que se había perdido.
* El Hijo del Hombre, Jesucristo, vino a este
mundo para buscar y salvar a los hombres perdidos en el pecado.
2. (19,11-27) Antes de continuar su viaje a
Jerusalén, y después de haber dicho cuál era el propósito de su venida, Jesús
ahora cuenta de qué manera su reino vendrá. Se produjo una gran
expectación debido a las declaraciones hechas por Jesús, porque la gente
entiende mal todo lo que se refiere a la llegada de su reino. Por lo tanto,
cuenta una parábola acerca de un hombre noble que se fue a un país lejano para
recibir un reino y volver. Eso solía suceder en el tiempo de Jesús; por
ejemplo, dentro de la familia de Herodes había unos que fueron a Roma para
recibir la realeza del senado (el gobierno del imperio romano). Para Jesús es
una referencia a sí mismo, porque Él se irá a su Padre después de su muerte y
resurrección. El hombre noble les entrega a 10 siervos una cantidad no muy alta
de dinero, diez minas (una mina era una moneda de plata que actualmente
equivaldría a unos 25 dólares), para negociar mientras tanto. Esto es una
alusión a la carga (responsabilidad) que el Señor dará a su iglesia durante su
ausencia; esto no es demasiado difícil, puesto que la iglesia recibirá la
promesa del Espíritu Santo. Los siervos no tienen que preparar la venida de su
señor, sólo cumplir con su tarea. Sus vidas deben guiarse por la obediencia, la
fe y la esperanza. Sin embargo, si el pueblo no tiene amor por el rey futuro,
esta tarea será muy difícil. Los que proceden de esta manera, únicamente están
diciendo: "No queremos que éste reine sobre nosotros". Así era la
situación, por ejemplo, con la familia Herodes; el pueblo no lo quería como su
rey, lo cual hizo saber al emperador romano. Lo que sucedía con Jesús era,
lamentablemente, igual. Pero a pesar de toda la oposición, el señor vuelve como
rey. Su preocupación es, ¿qué hicieron sus siervos mientras tanto? Dos pudieron
decir que cumplieron con su tarea, un tercero no. La recompensa es muy grande
(gobernar sobre 10, o 5 ciudades), pero el tercero fue influído por la opinión
crítica del pueblo, y no hizo nada para su rey `severo'. Éste pierde todo lo
recibido (Jesús lo explica en el v.26), es decir, pierde el último vínculo que
hubo entre él y su rey, mientras que la población que le era enemiga es
condenada. Tanto el pueblo de Israel como sus líderes deben reconocer a
Jesús y esperarlo ansiosamente.
* Esperar a Jesús con amor, traerá recompensa;
pero si falta esto, se pierde todo, incluso el aparente vínculo que sostenía
una relación con Él.
3. (19,28-46) Por fin llegó el momento en que
Jesús sube a Jerusalén (v.28), la ciudad donde le acontecerá lo que Él había
dicho tantas veces; porque no es posible que un profeta muera fuera de
Jerusalén (13,33). Lucas dedica mucha atención a la entrada de Jesús en esta
cuidad (era el tema principal desde 9,51). Nos cuenta este relato en 4 fases,
las que son delimitadas por la palabra griega `llegar cerca' (19,29-36;
19,37-40; 19,41-44; 19,45-46).
a. (29-36) Cuando Jesús llega a Betfagé, envía a
dos de sus discípulos para que le traigan un pollino que nunca había sido antes
utilizado para la carga. Jesús entrará como un príncipe, no en pie de guerra,
sino como un rey manso. La manera en que Jesús pide este animal, muestra que Él
tiene derecho a ser obedecido. Los discípulos demuestran respeto por el Señor,
echando sus mantos sobre el animal y en el camino como alfombra para que pase
Jesús, el Rey.
* Jesús viene a Jerusalén como Rey manso y
despreciado.
b. (37-40) Llegando al punto donde comienza el
descenso del monte de los Olivos a Jerusalén, la multitud de sus discípulos
empieza a alabarle por las maravillas (los milagros) que ha visto. Le alaban
como Rey de Dios, que viene en el nombre del Señor. Su alabanza nos recuerda al
Salmo 118, pero también al júbilo de los ángeles cuando Jesús nació. Le
proclaman como el Rey de paz que recibe del cielo gloria del Padre y de los
ángeles, y que ahora ofrece su paz a Jerusalén. Por lo tanto todos han de darle
la bienvenida como el Rey celestial.
Para los fariseos, esta alabanza es inaceptable.
Jesús debe, según los líderes religiosos, prohibir a sus discípulos que le
honren de esta manera. Así expresan claramente que ellos no le aceptan como el
Rey y Ungido de Dios. Jesús da la razón a sus discípulos y castiga a los
fariseos, diciendo: "Os digo que si éstos se callaran, las piedras
clamarían".
* Jesús es Rey y merece la debida alabanza.
c. (41-44) Cuando Jesús llega a Jerusalén, al
verla lloró por ella. Él siente alegría por la salvación del pueblo, pero mucha
tristeza por su pérdida. Aquí demuestra claramente su corazón. ¡Que Jerusalén y
sus líderes consideren lo que es para ellos paz!, eso es: aceptar a Jesús como el
Rey de paz y el único Salvador. Tenemos que entender la queja de Jesús contra
la amarga realidad de una Jerusalén que no le reconoce como el Mesías. La gente
es tan ciega que no reconoce a Jesús y sus maravillas, ni se da cuenta de los
muchos desastres que acontecerán. Esta realidad es oculta para ellos. Por eso
Jesús llora, pues sabe que vendrán días en que Jerusalén será sitiada y sus
habitantes junto con sus niños serán pisoteados. Sin Jesús no hay futuro ni
paz. La razón de todo esto es que Jerusalén no (re)conoció el tiempo de su
visitación. La palabra `visitación' puede significar tanto salvación (ver
Gen.50,24; Ex.3,16; Luc.1,78) como juicio (ver Jer. 6,15; 10,15; Is. 29,6). En
Cristo, Dios ha visitado a su pueblo para bendecirlo y salvarlo, pero Jerusalén
no se ha dado cuenta de esto, pues ha rehusado hacerlo.
* Debemos reconocer a Jesús, ya que sin Él no
hay paz ni gozo.
d. (45-46) Ahora Jesús llega al templo, a la
casa de su Padre (Luc.2,49). Jesús actúa aquí como Dueño y Habitante, pues
también es su casa. Esto lo hace notar en la expulsión de los
compradores y vendedores del templo. ¿Por qué? Porque la Escritura dice: "Mi
casa es casa de oración". Pero ellos la habían hecho cueva de ladrones.
Jesús desenmascara a los líderes, quienes aquí tienen su centro, desde el cual
están al acecho para matarle a Él. Así el templo parece más un refugio para
bandidos y asesinos (pues los líderes quieren matar a Jesús), que lugar
destinado a la verdadera adoración a Dios. En vez de reconocer al Hijo de Dios
que vino a su casa, urden planes para eliminarle. Por eso Jesús los echa fuera
como un acto simbólico de lo que va a suceder en el juicio final. No obstante,
Jesús no lucha al entrar en la cueva de ladrones, pues Él es el Rey que vino a
sufrir y a morir por su pueblo.
* El Hijo de Dios vino a su templo, y halló
cosas que le desagradaron ¿Qué cosas hallará en nosotros que somos templos de
su Espíritu Santo?
4. (19,47-48) En estos versículos encontramos a
Jesús como el Maestro que enseña hasta el fin, que predica la paz para que
todos busquen la salvación. No incita al pueblo a luchar contra sus líderes,
los cuales, por ahora, ven frustradas sus tentativas de matar a Jesús.
* Es Jesús el que escoge el momento de su
muerte.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. Jesús busca a los pecadores. El cambio que
Él lleva a cabo es total. Lo que ninguno de los fariseos podía realizar,
sucedió en la conversión de Zaqueo, y esto debido al encuentro que tuvo éste
con Jesús. La actitud de Jesús no fue de rechazo, como todos esperaban, sino de
aceptación. Este es el secreto y modelo de todo encuentro evangelístico. El
pasaje de Zaqueo nos habla además que un verdadero encuentro con Jesús produce
cambios notables en una persona. Hay personas que sólo quieren simpatizar con
Jesús, pero de ahí a recibirlo es otra cosa, pues no están dispuestos a dejar
su antigua vida.
1b. Es Jesús quien sale a nuestro encuentro. No
podemos decir a ciencia cierta cuál era el motivo por el que Zaqueo quería
conocer a Jesús, pero sí podemos afirmar que es Jesús quien anda en busca de
sus ovejas perdidas. Él aceptó a Zaqueo tal como era, y este publicano obedeció
inmediatamente a su mandato de recibirle. Así que no es tanto el que nosotros
aceptamos a Jesús, sino que Él nos aceptó a nosotros. En palabras de Juan
podemos decir: "nosotros le amamos a Él, porque Él nos amó primero"
(1 Jn. 4,19).
2a. Ser irresponsables en nuestra obediencia al
Señor revela nuestra falta de sometimiento a su señorío. La
parábola de los diez talentos habla de la relación de un rey y sus súbditos. De
todos ellos sólo uno actuó irresponsablemente; lo más probable es que se haya
dejado influir por la opinión de la gente que no quería a este rey. La actitud
de este siervo negligente muestra su total indiferencia al mandato del rey, y
su no reconocimiento a su autoridad. Es muy factible que dentro de la iglesia
surja algo similar, lo cual se hace manifiesto allí en donde hay una fuerte
resistencia para colocarse bajo el gobierno de Cristo, siendo así totalmente
infructuosos en su obra. La iglesia no debe convertirse en el lugar donde los
hermanos van a pasar un rato agradable solamente; cada uno de nosotros ha
recibido algo de Dios y debe utilizarlo para la gloria del Señor.
2b. El retorno de Jesús tendrá lugar más tarde
de lo que se piensa. Entre tanto, debemos servir al Señor fielmente.
Ello es difícil, ya que muchos no quieren reconocer a Jesús. Se necesita
entonces fe en Jesús; amor para servirle y esperanza para no debilitarse en
cuanto a ser vigilante. Los siervos del Señor reciben recompensa, pero aquellos
que no le sirven perderán, incluso, el aparente "vínculo" que ellos
pensaban tener con Jesús.
3-4. Jesús llegó a Jerusalén para llevar a
efecto la tarea encomendada por el Padre.
a. La llegada triunfal nos muestra que Jesús es
el Rey de Israel, aunque no fue aceptado por todo su pueblo.
b. Jesús es el Rey por quien el Padre ofrece la
paz.
c. Debemos recibirle como tal, pues fuera de Él
no hay paz ni acceso a Dios. Él merece nuestra alabanza. El que Jesús llore por
Jerusalén, subraya la gravedad de la situación si los líderes de Israel le
rechazan.
d. Jesús entró en el templo, su casa. Mas ni en
aquel lugar fue bienvenido. El lugar santo se había convertido en una cueva de
ladrones, en donde los asesinos tramaban quitarle la vida a Jesús. El que Jesús
limpie el templo y no luche y siga enseñando, muestra su buena voluntad para
recoger a su pueblo y cumplir la obra de la salvación. Además, Él mismo es
quien escoge la hora para morir. Nada le ocurre inesperadamente.
Lucas 20
1. (20,1-8) El versículo 1 nos muestra algo que
era una costumbre en la vida terrenal de Jesús, sobre todo en aquellos últimos
días de su vida: La enseñanza de la Palabra de Dios. Él enseña al pueblo,
mientras que al mismo tiempo hay oposición de parte de los líderes, los
principales sacerdotes, los escribas y los ancianos (en 19,47 el escritor los
llama los principales del pueblo). Lucas caracteriza e identifica la enseñanza
de Jesús como un anuncio del evangelio. Esto es curioso, ya que en la
"cueva de ladrones", donde los líderes del pueblo urden la muerte de
Jesús, Él sigue anunciando el evangelio. Él viene como Rey de paz, quien dará
el sacrificio de su vida por los pecadores. Entre el pueblo ha sido difundido
el pensamiento de que Jesús obra a través de Beelzebú, el jefe de los demonios.
Al tener presente este triste incidente, estamos en mejores condiciones de
entender la pregunta de los religiosos judíos, que dicen: "¿Con qué
autoridad haces estas cosas?" La pregunta demuestra falta de
reconocimiento y, a la vez, siembra duda con respecto a la actuación de Jesús.
El Señor no contesta en forma directa, sino que lo hace a través de una
contra-pregunta: "El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los
hombres?" La actuación de Jesús es la prolongación del trabajo de Juan. Si
ellos no aceptan la autoridad profética de Juan, nunca aceptarán la autoridad
divina de Jesús. Mientras tanto, esta pregunta les compromete a ellos; ya que
decir: "de los cielos", significaría ¿por qué entonces no aceptan la
autoridad de Jesús?; y decir: "de los hombres", les acarrearía
conflicto con el pueblo. Por lo tanto responden que no saben. Jesús les contesta
que Él no abandona su secreto. Lo sabe, pero no lo dice, ya que ellos no lo
aceptarán. Quien juzga mal a Juan nunca creerá en Jesús.
* No dar una respuesta a Jesús es también dar
una respuesta negativa con respecto a Él.
2. (20,9-18) A través de la pregunta acerca del
carácter de la autoridad de Jesús, el pueblo ha sido testigo de la falta de
reconocimiento de Jesús por parte de los líderes. Este conflicto fue el motivo
para que Jesús se dirigiera al pueblo con una parábola. Podemos entender mejor
esta parábola cuando sabemos que en este tiempo había muchos latifundistas que
tenían fincas rústicas en Galilea, pero que vivían en el extranjero. Debido a
esto último, los arrendatarios podían hacer con los siervos de sus señores lo
que quisieran.
No es difícil entender que la parábola se
refiere a la historia de Israel. Los líderes (en la parábola son los
labradores) enviaron a menudo a los profetas (los siervos) con las manos
vacías, sin responder a su llamado. El trato es cada vez más cruel. Al último
profeta que enviaron con las manos vacías fue a Juan el Bautista. El clímax de
la parábola es la muerte del hijo (Jesús) del señor de la viña (Dios, el
Padre). En la pregunta: "¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizás cuando
le vean a él, le tendrán respeto", se expresa el gran amor y la increíble
paciencia de Dios.
La parábola revela de manera estremecedora, que
la enemistad contra el hijo que fue muerto es enemistad contra Dios. Los
líderes que piensan honrar a Dios, en realidad muestran odio hacia Él. El hecho
de que se eche fuera de la viña al hijo del dueño y luego se le mate, es una
clara alusión a la muerte de Jesús fuera de la ciudad. El señor de la viña,
aclara que vendrá y destruirá a estos labradores y dará su viña a otros. Esto
significa que Dios dará al pueblo otros líderes (los apóstoles). El pueblo responde,
diciendo: "¡Dios nos libre!" Esto se refiere sobre todo a la muerte
de Jesús. El pueblo aún no tiene ni la menor idea de lo que sucederá, no saben
que la muerte de Jesús está a las puertas.
Jesús se refiere al Salmo 118. ¿Acaso el pueblo
no ha clamado que Él es el rey que viene en el nombre del Señor (según Salmo
118,26)? Sin duda alguna Él es; sin embargo, también es la piedra que
desecharon los edificadores (Salmo 118,17), y que ha venido a ser cabeza del
ángulo. Jesús será abandonado, pero a través de su resurrección también será
exaltado, y juzgará a todos los que le trataron mal. Todo lo que cae sobre
aquella piedra, será quebrantado; pero si la piedra misma cayere sobre alguien,
le desmenuzará.
* El que abandona a Jesús, será abandonado por
Él.
3. (20,19-47) Estos versículos nos enteran de
las discusiones de los líderes judíos con Jesús.
a. (20-26) En el v.19 leemos que los líderes
buscan la oportunidad de echar mano de Jesús en aquella hora, porque
comprendieron que Él había dicho esta parábola contra ellos. Entienden la
parábola y buscan también la oportunidad para hacer lo que Jesús había dicho en
ella: matar al hijo del señor de la viña. Ahora envían espías, que fingen ser
gente piadosa, pero con el propósito de aprovecharse de sus palabras, y así
entregarlo al poder y a la autoridad del gobernador.
La primera pregunta es concerniente a la opinión
que Jesús tiene con respecto de dar tributo al César. Llevan a cabo esto, para
poder entregarle al César (es decir, a su representante en la nación judía); la
idea era persuadir a Jesús para que éste hiciese una afirmación osada en contra
del emperador: el no pagar tributo. Jesús les responde que ellos deben pagar a
César sólo lo que a él le corresponde (la moneda), pero a Dios lo que Él
merece, esto es, el reconocimiento de Jesús como su Hijo, y así dar frutos al
señor de la viña. Fracasó la intención de tratar de introducir una cuña entre
Jesús y el pueblo.
* ¿Recibe Dios lo que Él merece? ¿reconocemos a
su Hijo como nuestro Señor y Salvador?
b. (27-40) Ahora le toca el turno a los
saduceos. Estos no creen en la resurrección de los muertos. No les atemorizan
las palabras de Jesús, que hablan de la piedra que puede caer sobre ellos, ya
que no creen en la posibilidad de un Jesús resucitado. Se desentienden de sus
palabras a través de un caso hipotético, en el cual una mujer se casó con siete
hermanos; ellos preguntan: "¿De cuál de ellos será mujer (en la
resurrección), ya que los siete la tuvieron por mujer?" Jesús demuestra en
su respuesta, que la vida eterna no es una mera continuación de la vida que
experimentamos en este mundo, sino de una vida en resurrección caracterizada no
sólo por la cantidad, además por la calidad. La resurrección es posible, porque
"Dios es un Dios de vivos", de Abraham, de Isaac y de Jacob. Jesús se
refiere al Pentateuco, pues este escrito sagrado era la única fuente de
creencia para los saduceos. Así, de los 5 primeros libros de Moisés, Jesús
aclara que para Dios todos viven. Entonces es peligroso tratar de deshacerse de
Jesús y sus palabras, ya que todos le encontrarán algún día como el Juez de la
vida.
Algunos escribas expresan su asentimiento a la
respuesta de Jesús, sin embargo, no abandonan su resistencia contra Él. Su
aprobación es como el beso de Judas. No abrazan al Maestro en la fe. No se
atreven a preguntar más por miedo a la multitud.
* Dios es un Dios de vivos y muertos. Él ha
determinado un día en el cual todos deberán rendir cuenta de su actitud con
respecto a Jesús.
c. (41-44) Ahora Jesús hace preguntas en forma
de una contra-ofensiva. ¿Cómo pueden decir que el Mesías es "Hijo de
David", si también es su Señor? Esto se ve claramente en el Salmo 110.
¿Por qué entonces los líderes no respetan a Jesús, sino que al contrario
piensan que Él es un blasfemo? Las propias Escrituras condenan la actitud de
los fariseos. Si Jesús es el Rey que viene, entonces también es su Señor que
tiene autoridad. En realidad, Jesús da la respuesta a la primera pregunta, la
cual habla de la autoridad con la que Él actúa. Jesús es el enviado de Dios, el
Señor de Israel.
* Jesús es el Señor de Israel. ¡Es hora de que
todos le reconozcan como tal!
d. (45-47) Jesús, en presencia del pueblo,
previene a sus discípulos contra los escribas. Sus discípulos están en el medio
-entre Jesús y los líderes religiosos- por lo tanto deben elegir. No es posible
que puedan seguir a ambos. No pueden mostrar reverencia por Jesús y a la vez
fidelidad a sus líderes. Todos están llamados a apartarse de los consejos
destructores de estos líderes.
"Guardaos de los escribas". Ellos se
consideran los pastores de Israel, pero en realidad son engañadores. No dan la
honra debida a Jesús, pues les gusta la honra de la gente para ellos mismos.
Esto se manifiesta en lo externo, en el uso de la ropa respetable, los saludos
en las plazas y en el ocupar las primeras sillas en las sinagogas. Mientras
tanto, abandonan a las viudas. Hacen largas oraciones, con las que pretenden
defender los bienes de las viudas delante del Señor. Pero devoran sus casas, ya
que hacen pagar mucho por este `servicio'. Su propia honra y dinero valen más
para ellos que honrar a Jesús.
* ¿Estamos sirviendo a Dios o a nosotros mismos?
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. El que no acepta la autoridad de Jesús nunca
confiará plenamente en Él. Aceptar la autoridad de Jesús significa, al mismo
tiempo, reconocer nuestra propia culpabilidad y, por tanto, nuestra urgente
necesidad de Él. Eso es justamente lo que muchos no quieren. Es probable que
algunos conciban a Jesús como un buen hombre, pero jamás admitirán que como
Hijo de Dios tiene toda autoridad; puesto que esto obviamente los obligaría a
aceptar su sacrificio vicario y además reconocer que necesitan de Él.
1b. No es posible mantenerse neutral en esta
vida; debemos dar una respuesta a Jesús. Ante la pregunta de Jesús, los fariseos se
callaron; ellos sabían que dar una respuesta a Jesús los comprometería como
personas. De igual manera, hay muchos que pretenden sustentar una política de
neutralidad ante Dios; no quieren dar una respuesta concreta al llamado de
Jesús, sólo quieren mantenerse al margen de los hechos sin verse involucrados.
Sin embargo, esto es imposible, ya que no dar una respuesta al Señor es lo
mismo que negar su autoridad y por ende rechazar la vida que Jesús ofrece.
2a. Es posible guiar al pueblo de Dios y pensar
que uno ama a Dios, y en realidad no estar haciéndolo. La
parábola de los labradores malvados demuestra al pueblo que sus propios líderes
no son fidedignos, ya que no aman a Jesús, el Hijo de Dios. Un buen líder es alguien
que ama a Jesús y guía a los demás a hacer lo mismo. Dios castigará a los que
no practican este amor hacia Jesús.
2b. El constante llamado de Dios al
arrepentimiento revela cuán grande es su misericordia. Durante toda la historia de Israel, Dios hizo
un continuo llamado al arrepentimiento. Esto lo hizo por boca de sus santos
profetas; pero éstos, siempre hallaron oposición de parte de los líderes
religiosos del pueblo. Muchos profetas sufrieron a manos de gente incrédula y
perversa, sin embargo, Dios seguía insistiendo. Su gran amor se revela cuando
por último envía a su Hijo, Jesús. Pero a Él también lo rechazaron y al final
le dieron muerte. Sólo Dios puede actuar como el padre de esta parábola. Él aún
sigue siendo paciente con la incredulidad de los hombres que rehusan aceptar la
autoridad de Cristo. Mas esta paciencia algún día terminará, pues aquellos que
rechazaron la autoridad de Jesús tendrán que sufrir el terrible y merecido
juicio del castigo sobre ellos.
3a. Preguntas que no nacen de la fe, no son
edificantes; solamente muestran incredulidad. Si estamos discutiendo, siempre debemos darnos
cuenta del propósito de la discusión. ¿Queremos a través de las preguntas ser
edificados en la fe o queremos probar lo necio de la fe en Jesús?
La respuesta de Jesús muestra que los que hacen
las preguntas no pueden deshacerse de Él, sino que deben dar la debida
reverencia y fe al Hijo de Dios, y saber que Él una vez será nuestro Juez. El
mismo Jesús, a través de su contra-pregunta, demuestra, mediante las Escrituras,
que el Mesías es más que el Hijo de David: es su Señor. Por lo tanto, Él merece
la aceptación de su señorío. Jesús desenmascara la hipocresía de los líderes de
entonces. La religión puede ser muy bonita y atractiva, pero si no existe
genuina fe en Jesús, es sólo una actuación de hipocresía.
3b. Aunque se promueva la honra a Dios, en el
fondo a veces se busca la propia honra. Los religiosos del tiempo de Jesús sustentaban
todo un ejercicio de piedad; parecían estar muy interesados en la necesidad de
las personas, sobre todo de las viudas; pero en realidad sólo estaban
construyendo una plataforma desde donde figurar como personas muy respetables y
honorables. Los ministros, principalmente, deben examinar sus corazones delante
del Señor y ver si realmente a través de sus ministerios buscan la gloria de
Dios o la suya propia. Este es un asunto muy delicado que necesita de mucha
sinceridad y prontitud para el arrepentimiento.
Lucas 21
1. (21,1-6) Cuando Jesús ve que una viuda echa
sus últimas monedas en el arca de las ofrendas, declara que aquellas monedas
tienen más valor que todo el dinero que los ricos depositaron juntos. Es una
vergüenza que exista en el templo una persona tan pobre, y que haya ofrendado
sus últimas monedas. Los demás ofrendan de su abundancia, una suma de dinero
que fue retenida a los pobres. Cuando algunos piensan que con este dinero se
mantiene el templo hermoso y ordenado, Jesús les responde en forma muy chocante
que el templo será destruído hasta la última piedra.
* Si retenemos nuestro dinero a aquellos que lo
necesitan, no podemos calmar nuestra conciencia al gastar nuestra riqueza para
el servicio de Dios.
2. (21,7-36) En este pasaje encontramos el largo
discurso sobre los últimos acontecimientos.
a. (7-11) La pregunta del ¿cuándo? y la señal de
la futura miseria
Las impactantes palabras de Jesús (v.6)
despertaron la pregunta acerca del tiempo y de la señal de estas cosas. Los
discípulos no podían imaginarse cuál sería el significado de la destrucción del
templo. En su respuesta, Jesús expone en primer lugar el trasfondo de esta
pregunta. En ella se ve la idea errónea que la gente tiene al pensar en un
futuro glorioso inmediato, como si el templo en su belleza fuera una señal de
la época de florecimiento que muy pronto empezaría. Por lo tanto, si así se
piensa, se está abierto a cualquier tipo de engaño de parte de los falsos
profetas. Debido a esto, Jesús advierte que no se debe ser tan ingenuo y
desprevenido referente al futuro (8-9). Después bosqueja la realidad, diciendo
que vendrá un tiempo de persecución y sufrimiento, luego de guerras,
disturbios, rebeliones, hambres, pestilencias, fenómenos terribles y señales
del cielo. Es como si Jesús les dijera: "¡No esperen ver de inmediato un
futuro glorioso!"
b. (12-19) Persecución y perseverancia
Sólo perseverando los discípulos sobrevivirán.
Jesús anima a la vez a los suyos, diciéndoles que en este tiempo podrán contar
con la ayuda de Dios, el socorro y la sabiduría del Espíritu Santo, pues su
promesa es que: "Ningún cabello de vuestra cabeza perecerá". Esta
promesa no puede significar que nada les acontecerá, pues muchos discípulos
morirán como mártires, sino que es el consuelo de Dios en medio de las
dificultades.
* Incluso dentro de las dificultades, Dios está
presente como si aún recogiera del suelo los cabellos caídos.
c. (20-24) El juicio sobre Jerusalén y las
naciones
¿Qué lugar juega la destrucción del templo ahora
en esta imagen del futuro? El pueblo no debe formarse falsas expectativas:
Jerusalén será sitiada y destruída. A continuación, esta destrucción generará
un tiempo de gran necesidad y un período de mucha angustia en las naciones.
Todo esto, sin embargo, no es más que el preludio que anunciará la venida del
Hijo del Hombre.
* A pesar de que es algo inevitable, la
destrucción del templo es una señal ¡llena de esperanza!, ya que nos promete y
nos hace anhelar la redención final por medio del Mesías, Jesucristo.
Jesús coloca la caída de la ciudad en el cuadro
del tiempo de venganza de parte de Dios. No podemos restringir este tiempo al
pueblo de Israel. La destrucción de Jerusalén es solamente un ejemplo de
aquella venganza, que se aplicará también a las demás naciones y al pueblo de
Israel incluído (23b-26). En las Escrituras encontramos muchas palabras que
muestran la ira de Dios debido a la incredulidad de Israel (y de las naciones).
Dios comienza por su propio pueblo y con su propio templo; pero no hay acepción
de personas, las naciones también deben temer el castigo de Dios sobre la
incredulidad. En aquel tiempo, las mujeres no podrán disfrutar del gozo de
estar embarazadas, ya que la tierra se encontrará en gran peligro.
El pueblo de Israel lleva la delantera; el mundo
entero será testigo de cómo la nación judía se va muriendo y esparciendo por
todas las naciones. Esta situación durará hasta que los tiempos de los gentiles
se cumplan (24). ¿Qué significa esto? Mientras que Jerusalén queda ocupada y el
pueblo de Israel esparcido, las naciones sufrirán de mucha angustia, turbación
y temor. Sin embargo, ellos impedirán la restauración del pueblo de Israel y de
la ciudad del templo, pero hasta cierto tiempo. El fin de los tiempos de las
naciones comenzará tan pronto como Jesús, el Hijo del hombre, aparezca.
* Se acerca el tiempo para una nueva y
restaurada Jerusalén (27).
d. (25-28) La venida del Hijo del hombre
En los versículos 25-26, se describe de manera
más amplia cómo las naciones también estarán necesitadas de encontrar paz. La
venganza de Dios les alcanzará también a ellas. Habrá intranquilidad cósmica en
las regiones celestiales y un gran temor dentro de los hombres en la tierra.
Habrá también señales en el sol, las estrellas y la luna; además, mucha
angustia a causa del bramido del mar y de las olas. En la Biblia, el mar es
muchas veces el símbolo de una potestad satánica y anti-divina. Los poderes de
la naturaleza se tambalearán, y desde el cielo harán vacilar al mundo. La ira
de Dios vendrá desde allí (cp. Romanos 1,18). Sólo cuando estos tiempos de
juicio para las naciones se terminen, se cumplirán los tiempos de los gentiles.
Entonces vendrá el Hijo del Hombre. Ahora no en un burrito, sino en una nube y
con gran poder y gloria.
Los acontecimientos angustiosos para Israel y
las naciones, de los cuales la destrucción del templo es el comienzo,
terminarán con la liberación del mundo (28). Por lo tanto, debemos levantar
nuestra mirada hacia ese futuro, "porque nuestra redención está
cerca".
* La destrucción de Jerusalén y su templo, es,
sin embargo, señal de la redención venidera y promesa de una nueva Jerusalén,
cuyo templo será Dios mismo y el Cordero (Ap.21,2,22).
e. ( 29-36) Seguridad y vigilancia
La parábola de la higuera y de todos los árboles
(29-33) nos ofrece una ilustración respecto al tiempo posterior a los días de
venganza y opresión; el motivo de la ilustración es el de estimular la
expectación. Durante esta generación caerá Jerusalén y los judíos serán
esparcidos. Aquel que experimente estos acontecimientos, debe portarse como
alguien que ve germinar la higuera y demás árboles; pues sabe que al ocurrir
esto, el comienzo del verano y de la cosecha con sus muchos frutos es ya una
realidad. La venida de Jesús y su reino es tan segura como el verano en que la
higuera y los demás árboles comienzan a brotar.
Jesús termina su enseñanza promoviendo en los
suyos una vigilancia santa (34-36). No deben dejarse sorprender en aquel día,
no pueden quedarse dormidos (espiritualmente hablando), sin esperar anhelante
la venida de Jesús. Muchos se encontrarán en un sueño espiritual, sobre todo
cuando hay tantos que se entregan a los placeres del mundo, en donde la
glotonería y la embriaguez son ejemplos característicos; otros se dejarán
absorber por los afanes y las preocupaciones de esta vida. Si estamos envueltos
en estas cosas, entonces la venida de Jesús nos sorprenderá y será una trampa
para nosotros. Por lo tanto, es necesario orar para poder escapar de la pérdida
eterna, pudiendo así participar en la gloria de Jesús. También los creyentes
deben orar, ya que ellos tampoco por sí mismos son dignos de estar y vivir en
aquel día con gozo. Es necesario que Dios nos permita escapar del juicio
("poder estar en pie delante del Hijo del Hombre"), y nos conceda
participar en el futuro glorioso de su Hijo.
* La iglesia del Señor Jesús debe tener una
constante actitud de oración y vigilancia para poder estar en la santa
presencia del Padre y del Rey glorioso, Jesucristo.
De esta manera pasaba Jesús los últimos días de
su vida en esta tierra, enseñando permanentemente al pueblo. Él nos dejó
suficientes advertencias y exhortaciones, que nos instan a estar preparados.
Así era su gran misericordia y amor. Él no quiere que su pueblo sea tomado por
sorpresa.
* ¿Prestamos oído a las advertencias y
exhortaciones de Jesús?
Síntesis aplicativa de temas importantes
1a. No son agradables delante de Dios nuestras
ofrendas hechas sin amor ni preocupación por los pobres. Existe
mucho dinero `robado', que no llega a manos de los pobres. Nunca podemos
separar el servir a Dios de la ayuda que debemos prestar a nuestro prójimo. No
existe una buena relación con Dios si nuestra actitud hacia el prójimo es mala.
1b.Dar de lo que nos sobra, es en realidad no
dar nada. La gente
suele maravillarse por las cantidades, pero para Dios el asunto es mucho más
profundo; Él ve el corazón con el que se ofrenda. Los ricos que miró Jesús
echaban mucho dinero, pero sólo estaban dando de lo que les sobraba. Es fácil
caer en el error de alabar a alguien por sus grandes aportes que hace a la
iglesia, y no darse cuenta que un pobre en "proporción" puede dar
mucho más como producto de un amor genuino por Dios. Mejor que hablar de
cantidades, es hablar de un corazón que se rinde por completo al Señor. Una
persona que entrega todo su ser a Dios, entregará todo lo que tiene.
2. Jesús no nos brinda en su discurso sobre el
fin del mundo un mapa acerca del futuro. Es verdad, nos da información sobre
ello. No obstante, lo que quiere destacar son otras cosas:
a. El fin no es inmediato, demora mucho tiempo
(9); las señales anuncian que el futuro retorno de Nuestro Señor Jesucristo se
acerca, pero tal futuro no es muy cercano. Jesús previene a sus discípulos del
pensamiento que se viste de manto profético que asegura que el reino de Dios
está a punto de comenzar. Los discípulos no deben pensar que el futuro glorioso
del reino del comenzará de inmediato, pues ocurrirán antes muchos
acontecimientos catastróficos que precederán a aquel gran día. La historia
eclesiástica ha demostrado que de vez en cuando surgen del seno de la iglesia
algunos `profetas' que aseguran conocer todos los misterios referentes a la
venida de Cristo, y muchos son los que les han seguido, pero al final han sido
defraudados por el engaño.
b. La venida de Cristo será visible para todos
(27); nadie se engañe si otros profetizan en su nombre (de Jesús) de un futuro
que comenzará de inmediato (8). Cuando nuestro Señor regrese, lo hará de una
sola vez; su manifestación la verá todo ser humano. Así que tenemos que pensar
que la revelación del Hijo de Dios será un sólo acontecimiento, notorio a
todos.
c. La caída de Jerusalén y la destrucción del
templo es en el fondo una señal positiva (28), ya que es precursora del retorno
glorioso de Jesús. Los discípulos se deben haber entristecido mucho por las
palabras de Jesús con respecto a la destrucción del templo de Jerusalén. Ellos
pensaban en un inmediato futuro glorioso. Pero este acontecimiento no mata la
esperanza en la futura intervención de Dios, sino que es una señal que la
precede. Nosotros no debemos desalentarnos si en este mundo vemos tanta hambre,
muerte, guerras y pestilencias, pues todas estas cosas nos anuncian al unísono
que la creación entera clama por la pronta venida de Cristo.
d. El `informe' sobre el futuro debe llevar a
los creyentes a perseverar, viviendo en santidad de vida; deben estar orando y
vigilando. Que todos seamos dignos de estar delante del Rey del Gloria
(19,34,36).
Lucas 22
1. (22,1-6) Los principales sacerdotes y los escribas
tienen un problema: quieren eliminar a Jesús, pero no saben cómo hacerlo.
Quieren ejecutarlo, pero a espaldas del pueblo, pues saben que el pueblo
simpatiza mucho con Jesús. La fiesta de los panes sin levadura estaba cerca (la
pascua en la cual se comían estos panes). Judas, o mejor dicho, Satanás (v.3),
les ofrece su ayuda a estos líderes deseosos de derramar sangre inocente. De
esta manera los líderes se colocan al servicio del diablo quien está en contra
de Dios. Para estos hombres, Judas no pudo llegar en un momento más oportuno;
en su alegría, convienen recompensar a Judas con una cantidad de dinero, aunque
también él buscaba esto. Judas está completamente de acuerdo con el plan para
matar a Jesús y con la oferta de los líderes. Judas, los líderes y Satanás
llegan a un acuerdo, sin darse cuenta que así están realizando el plan de Dios.
* Satanás siempre está en contra de los planes
divinos, sin embargo, no sabe que aún sus propias maquinaciones son utilizadas
para cumplir los propósitos de Dios.
2. (22,7-13) Mientras que los líderes traman la
muerte de Jesús, Él hace todos los preparativos para poder celebrar la pascua
junto a sus discípulos. De modo que manda a Pedro y a Juan a hacer los
preparativos correspondientes para esta celebración, la que desde ese momento
se transformaría en un sacramento. Ellos preguntan por el lugar a donde
deberían ir para preparar la cena. Jesús ya de antemano había conseguido un
lugar, o tal vez una sala (posiblemente arrendada). Pedro y Juan reciben una
clave: deben seguir a un hombre que cargue un cántaro de agua y preguntarle,
cuándo podían entrar en la casa, donde se encontraba la pieza en la que Jesús
comería la pascua con sus discípulos. Debían preparar la cena en el lugar que
él les mostrara.
* Jesús va a morir en el tiempo determinado por
el Padre, puesto que Jesús primero quiere celebrar la pascua para entregar a
los suyos las señales de su muerte y amor.
3. (22,14-20) Jesús y sus discípulos están a la
hora concertada en el aposento. Él declara que su gran anhelo ha sido el deseo
de comer esta Pascua con ellos. La palabra `esta' se pronuncia con énfasis. No
lo dice con la melancolía propia de una persona que está a punto de morir, sino
para indicar que esta Pascua recibe un nuevo cumplimiento y sentido a través de
su muerte. Jesús anhela celebrarla con sus discípulos, ya que así puede darles
una nueva perspectiva: su muerte y resurrección son la puerta hacia el reino de
Dios. En la pascua, el pueblo de Israel miraba hacia atrás: el éxodo de Egipto
a través del cordero; y miraba hacia adelante: la vida eterna en el país
prometido. Ahora Jesús está transformando esta celebración sagrada, pues a
través de su obra nos da la plena certeza de que su reino ya viene.
Cuando alguien le da una copa, probablemente la
primera copa de la cena, Jesús da gracias al Señor, y la entrega a sus
discípulos. En el v.18, Jesús explica por qué no beberá más del fruto de la
vid: en su retorno, la pascua será cumplida definitivamente en la cena del
reino de Dios. Esta cena es muy especial, ya que Jesús cambia la dirección de
la pascua orientándola hacia su muerte como la base para entrar en su reino.
Mientras que en la pascua se comía pan sin levadura como un símbolo de las
necesidades pasadas en Egipto, esta vez se debe comer el pan como recuerdo a su
cuerpo dado en la muerte por ellos, y beber de la copa como señal que hay un
nuevo pacto inaugurado a través de su sangre. Este pacto no es establecido por
la sangre de animales como en el primer pacto (Ex. 12 y 24), sino por sangre divina,
es decir, por la vida y entrega de Jesús mismo. Esta preciosa sangre protege
contra el juicio de Dios, al igual como la sangre de los corderos en los
dinteles de la puertas protegió contra el ángel de la muerte en Egipto.
* En la santa cena recordamos la muerte de
Nuestro Señor, muerte que abrió la puerta hacia el reino de Dios. De tal modo
que nuestra mirada se extiende hacia el pasado y a la esperanza de un futuro en
la eterna compañía de Jesús.
4. (22,21-38) La muerte acecha a Jesús; y Él
sabe que ella está cerca, pues dice: "La mano del que me entrega está
conmigo en la mesa". Aunque la experiencia de su muerte al llevar nuestra
culpa es terrible, su obra es según el plan de Dios, plan que concluiría con el
glorioso futuro celestial; mientras que la situación para aquel que le entrega
es extremadamente terrible por el remordimiento que le seguirá.
Los discípulos no se percatan de la importancia
de este momento, pues comienzan a discutir con respecto a la pregunta: ¿quién
de ellos será mayor y por ende tendrá el mejor oficio en el reino de Jesús? Con
mucha paciencia Jesús los reprende. Los reyes y las autoridades tienen poder y
son llamados bienhechores (un nombre de honor para los regentes), pero en el
reino de Dios no vale la ley de poder, sino de servicio. El mayor debe ser el
siervo de todos. En el ámbito terrenal la persona que se sienta a la mesa es
mayor que el que sirve. Empero, el papel de este último es el objetivo de la
vida de Jesús: servir. Podemos pensar en el lavamiento de los pies, pero sobre
todo en su obra consumada en la cruz. Ahora Jesús habla de la promesa para sus
discípulos que permanecieron con Él en sus pruebas. Ellos participarán en el
gozo de su reino y juzgarán a las 12 tribus de Israel. Ellos representan el
nuevo pueblo de Israel y de las naciones.
* El que sirve humildemente a Dios recibirá una
gran recompensa.
Desde ahora Jesús advierte a Simón y a todos los
discípulos contra las tentaciones de Satanás (nótese que Jesús dice `Simón',
pero también dice "satanás os ha pedido"). El propósito de
Satanás es zarandear a los discípulos. Como las pajas que echadas al viento son
lanzadas lejos, así también el maligno quiere arrasar con la fe que los
discípulos tienen en Cristo. Sólo la oración de Jesús los protegerá de la
apostasía. Después de su conversión, Pedro tiene que fortalecer a sus hermanos
luego de haber experimentado la fidelidad de Jesús. Pedro piensa que estará en
todas las situaciones con Cristo, pues no se da cuenta de su debilidad como
hombre pecador. En realidad confía más en su propia fidelidad a Cristo que en
la disposición de Jesús a entregar su vida por él. No obstante, Pedro pronto le
negará. Ahora Jesús predice que le negará tres veces.
* ¿Confiamos más en el cuidado de Cristo, o en
nuestra propia fidelidad para con Jesús?
En los últimos versículos de este pasaje, Jesús
prepara a sus discípulos con palabras que insinúan tiempos muy difíciles,
cuando Él ya no esté entre ellos para protegerlos. Hasta el momento no les ha
faltado nada, pero ahora es el tiempo en el que deben cuidarse bien y comprar
una espada. Jesús no los llama a luchar (ver el v.51), sino que quiere
convencerlos de la seriedad de la situación. Ahora se cumple la palabra, que
habla acerca del siervo del Señor que fue contado con los inicuos (Isaías 53,12).
Los discípulos toman las palabras de Cristo en forma literal, pues le muestran
dos espadas. Jesús dice: "¡Basta!"; esto no se refiere a las dos
espadas, sino al hecho que ya han conversado lo suficiente. Ahora presenciarán
lo que va a suceder.
* Vienen tiempos de persecución. Debemos estar
bien armados con la espada de la Palabra y de las promesas del Señor.
5. (22,39-46) Después de la pascua Jesús se fue,
como solía hacerlo, al monte de los Olivos. Ahora se pone a disposición de
Judas para ser entregado. Pero cada momento Él lo ocupó bien en la presencia de
su Padre. Ora y anima a sus discípulos a hacer lo mismo para que estén
preparados ante las tentaciones de Satanás. Él mismo necesita de la oración, ya
que debe beber la copa que el Padre le entrega, una copa llena de la ira de
Dios a causa de nuestra culpa. A pesar del temor que siente por esta copa, sin
embargo, Jesús está dispuesto a beberla (En el A.T. la copa a menudo era el
símbolo de la ira de Dios; ver Sal. 75,8; Is. 51,17; Jer. 25,15; Hab. 2,16) Un
ángel le fortalece, pero la lucha aún no está terminada. Ahora se halla en
agonía; el peso del sufrimiento que debe llevar es tan grande que su sudor cae
hasta la tierra como grandes gotas de sangre. Mientras Jesús oraba, los
discípulos, llevados por su tristeza, dormían. No creen que el sufrimiento sea
el medio que Jesús use para alcanzar la victoria final. Tenían que orar para
que Satanás no les quitara su fe.
* Meditemos en el peso de nuestra culpa, la que
Jesús debió llevar. Tan grande es su amor.
6. (22,47-53) Justamente en el momento en que
Jesús repite su advertencia respecto a la tentación, ésta ya se iniciaba: Judas
lo entrega con un beso. Jesús desenmascara a Judas en su tentación. ¿Es posible
entregar al Hijo del hombre con un beso de amor? Los discípulos siguen sin
aceptar el sufrimiento de Cristo, pues quieren luchar por Él. Uno de ellos echa
mano a su espada y le corta la oreja derecha a un siervo del sumo sacerdote.
Jesús prohibe esto, le reprime por su acción y luego repone la oreja del
siervo. El que es arrestado como un ladrón es completamente justo. Si Jesús
fuera un criminal, ¿por qué entonces no lo arrestaron en pleno día en el
templo? Su detención con espadas y palos muestra que ellos mismos son los
bandidos. Pero es en este momento cuando su hora ha llegado, la cual pertenece
al poder de las tinieblas. Esta frase significa que el diablo ha recibido
permiso para atacar a Jesús. Aunque es la hora del maligno, al final Jesús, la
Luz del mundo, vencerá sobre las tinieblas.
* Dios permitió que Satanás tuviera la
oportunidad de apresar y matar a Jesús. Esta fue su hora, pero la hora de la
victoria de Cristo ya se acercaba.
7. (22,54-62) Ahora llevan a Jesús a la casa del
sumo sacerdote. Jesús está solo; a esto se suma el hecho de que uno de sus
discípulos más cercanos le sigue desde una distancia larga, no sólo en forma
literal, también en lo espiritual. Así queda de manifiesto con Pedro, quien
abandona a Jesús al negarle. Éste, al acercarse al calor de la fogata de los
enemigos de Jesús, es reconocido por una criada, la que lo delata diciendo:
"También éste estaba con él". Mas Pedro lo negó tajantemente:
"Mujer, yo no lo conozco". De este modo corta el vínculo con Jesús.
Poco tiempo después se le ofrece una nueva oportunidad para confesar a Cristo.
Pero a pesar de ello, nuevamente lo niega. Ahora tiene más tiempo para pensarlo
mejor, una hora; no obstante, insiste en sostener que no hay vínculo entre él y
Jesús, diciendo al que le interpelaba: "Hombre, no sé lo que dices".
Y durante la última negativa el gallo cantó. Para los demás este canto era algo
insignificante, sin embargo, para Pedro era una señal que le recuerda las
palabras de Jesús: "Antes que el gallo cante, me negarás tres veces".
Solamente Lucas menciona que Jesús miró a Pedro con una mirada significativa.
Pedro no reconoce a Jesús, Él sí conoce a Pedro. Pedro mantiene su negativa,
pero Jesús afirma el vínculo de su amor. Pedro no puede soportar más esta
mirada. Lleno de arrepentimiento salió y lloró amargamente. Su amor por Jesús
es grande, pero más débil de lo que él había pensado.
* Sólo Dios puede sostener nuestra fe. Si
fuéramos infieles, Él permanece fiel.
8. (22,63-65) Los guardias que custodiaban a
Jesús se burlaron de Él. ¿Acaso no había realizado muchos milagros? Bien, ¿qué
puede hacer ahora? Ponen en duda su poder y majestad. Le vendan los ojos y así
se mofan de Jesús como profeta. Golpeándole le preguntan sarcásticamente:
"Profetiza, ¿quién es el que te golpeó?" Conscientemente le injurian
para menoscabar sus afirmaciones como Hijo de Dios.
* Jesús soportó todo, hasta ultrajes e injurias
graves. Así mostró que era Profeta, ya que soportó todo lo que había
profetizado.
9. (22,66-71) Lucas no describe el
interrogatorio nocturno efectuado en la casa de Caifás, sino el interrogatorio
oficial del día. Todos los miembros del sanedrín se oponen a Jesús. Tienen la
oportunidad de reconocerlo, pero rehusan hacerlo. Es un breve interrogatorio.
Al final sólo se remiten a hacer una pregunta concreta: "¿Eres tú el
Cristo? Dínoslo". Saben que ésta fue la pretensión de Jesús; por otro
lado, la pregunta no puede implicar que sus inquisidores le quieran creer. Por
eso podemos describir la pregunta así: "Si tú eres el Cristo, dínoslo,
para que podamos condenarte". Jesús los desenmascara y responde: "Si
os lo dijere, no creeréis; y también si os preguntare (tratando de convencerlos
por medio de contra-preguntas), no me responderéis (dejándoles convencidos), ni
me soltaréis". Este juicio nada tiene que ver con un interrogatorio
objetivo y positivo, pues la condena ya ha sido dictada de antemano. Pero una
vez más, Jesús hace un llamado a sus acusadores al decir: "Pero desde
ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios". Con
estas palabras vuelve a lo último que dijo en el templo cuando estaba
conversando con los líderes del pueblo. En ese momento, dijo que Él es el Hijo
de David, pero a la vez era mucho más que eso, era su Señor (20,41-43). Su
sufrimiento no es error de cálculo, sino el camino hacia su gloria.
Los líderes no se dejan convencer, sino que
persisten en su rechazo. Quieren oír de Cristo palabras por las cuales puedan
condenarlo. ¿Eres tú el Hijo de Dios? Jesús lo afirma de una manera especial:
"Vosotros decís que lo soy". Es como si Jesús dijese: "Ustedes
lo dicen sin creerlo, pero si quieren saberlo, sí, yo soy". Para los
jueces eso es suficiente, por tanto pueden condenarlo por blasfemo.
* El poder de las tinieblas es fuerte, pero
nadie puede negar la majestad de Jesús, ni detener el avance de su poder.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1-2. La cooperación diabólica entre Judas y el
sanedrín está dentro de los planes de Dios. Jesús debe morir para dar vida a los suyos.
Muchas veces parece que son los hombres u otros poderes los que están
gobernando. En realidad es Dios quien actúa como Rey. Mientras que Judas y el
sanedrín trabajan juntos, Jesús prepara la cena que muestra el gran amor por
los suyos.
3. En la santa cena recibimos la plena certeza
de que el reino de Dios ya viene.
La muerte de Jesús es la base de nuestra entrada
a este reino, mientras que la resurrección nos da la garantía de que no hay
ningún obstáculo para Dios a fin de hacernos llegar su reino. Allí estaremos
siempre con Él, disfrutando sin interrupción alguna de su compañía.
4a. En el reino de Dios el valor más alto es el
servicio. Cristo lo
hizo primero para nuestro bienestar eterno. Sigámosle a Él con humildad, ya que
por nuestro fiel servicio otros pueden conocer mejor al Rey Jesús.
b. Sólo la oración de Cristo nos protege de la
apostasía. Esto
significa que nuestra total dependencia sólo está en Él. Muchas veces confiamos
demasiado en nuestro amor por el Señor y nos olvidamos de nuestra debilidad.
Eso es nada más que un acto de orgullo.
c. El tiempo antes del retorno de Jesús se
caracteriza por la persecución. Vendrán tiempos en los cuales será muy difícil la
predicación del evangelio, por tanto amémonos con amor fraternal y
encomendémonos a la intercesión de Cristo por nosotros.
5. El peso del sufrimiento de Jesús era el peso
de la ira de Dios sobre nuestra culpa. Podemos conocerla a la luz de la santa ley de
Dios, pero aún más profundamente a través de lo que Jesús padeció a causa de
ella (de nuestra culpa): el sudor de Jesús cayó como grandes gotas de sangre en
la tierra.
6. La hora de satanás fue la hora más terrible
que hubo. Las
tinieblas pudieron descargar, por un acto permisivo de Dios, todo su odio en
contra de Jesús. De esta manera Jesús conquistó a satanás e hizo posible para
nosotros una vida en la luz de la presencia de Dios.
7. Aunque Pedro cortó el vínculo con Jesús, Él
lo mantuvo mirándolo con amor. Gracias a Dios, el amor de Jesús es mucho más
grande de lo que podamos pensar. No escondamos nuestra debilidad, sino que
admitámosla para apoyarnos sólo en la gracia del Señor Jesús.
8. El poder de Jesús se manifestó justamente en
el hecho de no usarlo para resistir a sus burladores; todo esto lo hizo en
favor nuestro. No hizo uso de su poder condenando a los que se
burlaban de Él, sino que soportó las mofas concernientes a su poder y majestad.
Lo había profetizado, sabiendo que el sufrimiento era necesario para librarnos
del juicio de Dios, y además un paso hacia su gloria eterna.
9. A Jesús le costó la muerte confesar quien
era; pero para nosotros, esto significa vida eterna. En el camino hacia la cruz hay escalones de
suma importancia, como la lucha en Getsemaní y, ahora, la perseverancia en su
confesión de ser Hijo de Dios. ¡Tenemos un Salvador quien no cedió ante la
tentación de optar por un camino más fácil!
Lucas 23
1. (23,1-12) Ya que el sanedrín no podía emitir
la sentencia de muerte sobre Jesús y ejecutarlo el mismo día, le llevan para
presentarlo a Pilato a fin de que éste lo haga inmediatamente, y así esconder
hipócritamente sus deseos malignos ante el pueblo. Pilato, en lugar de estar en
Cesarea, siempre se hallaba en Jerusalén para la pascua. Ellos empezaron a
acusar a Jesús con falsos cargos, diciendo que Él prohibió al pueblo pagar
tributo (ver Luc.20,25), y que además Él mismo se había proclamado rey. Los miembros
del sanedrín hacen una falsa interpretación de la palabra "rey", como
si Jesús quisiera desplazar a los romanos.
Cuando Pilato le pregunta a Jesús si todo esto
es verdad, Él no lo niega, ya que así, sufriendo, es el Rey de los judíos, y no
un revolucionario. Cuatro veces (comp. los vv.4,14,20,22) Pilato lo declara
inocente. En el v.4, Pilato lo dice por primera vez. Los acusadores tienen la
oportunidad de cimentar su juicio. Los jueces judíos porfiaban haciendo
observar las proporciones de sus actividades: no es algo que ocurre sólo en
Jerusalén, decían; sino, que Él está enseñando y por lo tanto intoxicando a
todo el pueblo, en Galilea y por toda Judea hasta en Jerusalén.
Al oír Pilato que Jesús era de Galilea,
aprovecha la oportunidad para remitir el asunto a Herodes, quien también se
encontraba por aquel entonces en Jerusalén. No era necesario hacer esto, pero
Pilato lo hace para deshacerse de ellos. Para Herodes el encuentro con Jesús
era motivo de diversión, y un momento para satisfacer su curiosidad, ya que
había oído tanto de Él, y de las maravillas que había hecho. Herodes hace
muchas preguntas, pero Jesús no le responde ninguna. El que silenció a Juan,
ahora recibe el silencio de Jesús. Mientras tanto los principales sacerdotes y
los escribas le acusan vehementemente. Estos esperan que Herodes proceda a la
ejecución de la sentencia. Herodes, sin embargo, se niega a hacerlo. Para
Herodes el conocer a Jesús, fue simplemente pasar un rato de esparcimiento,
riéndose irónicamente de Él; luego de forma despectiva vuelve a mandar a Jesús
ante Pilato, pero esta vez vestido de ropa real. Este reconocimiento mutuo
produce una amistad entre estos dos gobernadores.
* Pilato y Herodes se unieron contra el Rey
ungido Jesús (Hechos 4,27), pero Dios es soberano, así que ellos en su maldad
sólo cumplieron con el plan de Dios.
2. (23,13-25) En este pasaje Pilato repite
varias veces que Jesús es inocente y que por lo tanto quiere soltarlo (14-16).
Lo único que está dispuesto a hacer es castigar a Jesús, mandándole a azotar
como señal de advertencia. Inmediatamente la multitud, aparentemente influída
por sus líderes, hace una proposición a Pilato: él puede tomar a Jesús como
reemplazante de un cierto Barrabás, un criminal reconocido. En este caso no es
necesario condenar a Jesús, sino solamente tomarlo como reemplazante. Pilato
está `firme' y no abandona su decisión de soltar a Jesús (v.20). Ahora la
multitud no presenta más acusaciones, solamente grita: "¡Crucifícale,
crucifícale!" Nuevamente, por tercera vez, Pilato le declara
indirectamente inocente ("¿Pues qué mal ha hecho éste?") e intenta
soltarlo. Lo único que la multitud puede hacer es gritar con rabia ciega que se
crucifique a Jesús. Pilato sucumbe a la voluntad del pueblo en vez de mostrar
justicia. El revés tiene lugar, el criminal es soltado y Jesús entregado a la
voluntad del pueblo.
* Herodes y Pilato declaran a Jesús inocente. Él
es el Cordero inocente, que reemplazó a los impíos.
3. (23,26-43) Como una señal de burla se busca a
un `siervo' para Jesús, que pueda llevar la cruz tras Él; el obligado a hacerlo
fue un cierto Simón de Cirene. Le seguía una gran multitud, entre ella muchas
mujeres que lloraban por Él. Pero Jesús las amonesta al decir que es un
malentendido pensar que Él está mal, al contrario ellas estarán mal si no
reconocen a Jesús como Mesías y Salvador. Vendrán días en que se les llamará
felices a aquellas mujeres que no tienen hijos. Todos desearán que el mundo se
vuelva al revés, diciendo a los montes: "Caed sobre nosotros; y a los collados:
Cubridnos". Eso es el grito de Oseas 9,8 de parte de los incrédulos cuando
el Señor vuelva para juzgarles. Si esto le sucede al árbol verde, al Hijo de
Dios sin pecado, ¿qué pasará con el árbol seco, a la persona que en su vida no
dio frutos de arrepentimiento? Entonces se cumplirá la palabra de Juan, que
"el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto todo árbol que
no da buen fruto se corta y se echa en el fuego (Luc. 3,9)".
* El árbol verde, Jesús, será quemado por el
fuego de la ira de Dios. ¿Qué sucederá con el árbol seco (el pecador) que no da
frutos (reconocer a Jesús)?
Una vez que han llegado al cerro Calvario,
colocan a Jesús al lado de dos criminales, haciéndole ocupar un lugar de honor
entre ellos: en el medio. Todo esto es una confabulación para burlarse de Jesús
como rey. Pero Jesús, lleno de amor ora: "Padre, perdónalos, porque no
saben lo que hacen". Parece que Él está perdiendo, pero en realidad,
la gente al atentar contra Jesús, no sabe lo que hace. Esta oración se cumple
cuando Pedro, después de corto tiempo, dice: "Sé que por ignorancia lo
habéis hecho... arrepentíos y convertíos" (Hech. 3,17-19). A la vez, Jesús
cumple con su oración la profecía de Is.53,12.
A continuación leemos cuatro reacciones de los
que fueron testigos de la muerte de Jesús:
a. De los soldados. Al repartir y echar suertes sobre los vestidos
de Jesús, los soldados muestran cuán ignorantes eran en relación a los
acontecimientos (Salmo 22,19). También se burlan de Él (vv.36-37) y le gritan: "Si
tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo". Ofrecerle vinagre
también es una expresión de burla, ya que aparentemente no puede salvarse a sí
mismo. Las palabras, "Este es el Rey de los judíos", tienen el mismo
objetivo: burlarse de este rey impotente.
b. Del pueblo. Ellos están mirando con una actitud neutral,
aunque neutralidad ante Jesús es imposible.
c. De los gobernantes. Ellos estaban burlándose. No (re)conocen el
poder y la majestad de Jesús. Si Él es el Cristo, entonces, dicen ellos, tiene
una excelente ocasión para salvarse así mismo y demostrar con esto que Él es el
escogido de Dios.
d. Uno de los malhechores. Uno de
ellos, frente a la muerte, se atreve a burlarse también de Jesús; si Jesús es
Rey, dice el criminal, manifiéstelo y sálvese a sí mismo y sálvenos a nosotros.
El otro, sin embargo, teme a Dios y reconoce lo justo que es esta condena para
ellos, enfatizando lo injusto que es para Jesús la muerte, pues es
completamente inocente. El criminal se arrepiente y ora diciendo: "Acuérdate
de mi cuando vengas en tu reino". A través de esta petición muestra
que reconoce a Jesús como el Mesías y Salvador. La respuesta es una promesa
hermosa de Jesús; Él, como Rey, abre la puerta hacia su reino: "De
cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso". Jesús sigue
entonces salvando, aunque los demás piensen de otra manera. La palabra
`paraíso' deja en claro que Jesús lleva aun a los criminales hacia el estado de
inocencia.
* Quien no reconoce a Jesús como Mesías es ciego
y no recibirá nada. Sólo para aquel que le reconoce se abren las puertas del
paraíso.
4. (23,44-49) De pronto se hizo medio día y
sobre todo el país se extendieron tinieblas. No cae ningún rayo del cielo que
mate a los que se burlan de Jesús. El cielo calla, como si Dios se escondiera y
abandonara a Jesús. También se rasgó el velo del templo. Dios abandona el
templo. Sólo a través de Jesús hay entrada al paraíso. Jesús mismo encomienda
su espíritu en las manos de su Padre, en la fe que Éste resucitará su cuerpo al
tercer día. El centurión que tenía la responsabilidad de la crucifixión,
reconoce a Jesús como una persona justa. La muerte de Jesús va a dar su fruto,
pues el pueblo mismo cambia su actitud de neutralidad y como señal de
arrepentimiento se golpea el pecho. Aquí empieza la respuesta a la oración de
Jesús; el pueblo es introducido en un proceso de preparación para la
predicación de los apóstoles unas semanas después en el día de Pentecostés. Los
conocidos y las mujeres miraban de lejos. Las palabras "mirando estas
cosas" nos hablan de preocupación, pero a la vez de impotencia.
* Jesús murió como el Justo por los injustos. Su
obra, que para algunas parecía descabellada, dió los frutos que el Señor
esperaba.
5. (23,50-56) El sacar el cuerpo de Cristo tiene
lugar no por iniciativa de las mujeres ni de los demás conocidos, sino de una
persona aún desconocida que no había sido mencionada antes en este evangelio,
pero que ahora se acerca para sacar el cuerpo de Cristo y sepultarlo.
"Había un hombre llamado José de Arimatea". Este hombre tiene que ser
presentado por primera vez: es miembro del sanedrín, según algunos intérpretes;
según otros, del gobierno de alguna ciudad. Lucas dice que es un varón bueno y
justo, que también esperaba el reino de Dios. Probablemente había prestado oído
a la predicación de Juan el Bautista. Ante su preocupación por el entierro de
Jesús se ve que le reconoció como el Ungido de Dios. No estuvo de acuerdo con
todo lo hecho por los líderes. El hace uso de su alto cargo para presentarse
ante Pilato y pedir el cuerpo de Jesús. Luego que se le concedió el permiso,
quitó de la cruz el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana y lo puso en un
sepulcro abierto en una peña, en el cual aún no se había puesto a nadie (ver
Is. 53,9). Todo debía hacerse en forma rápida, ya que era el día de preparación
(del sábado tan especial, de la pascua), y en seguida comenzaría el día de
reposo. Las mujeres le siguieron y volvieron con especias aromáticas y
ungüentos para expulsar el olor desagradable de la muerte. Sin embargo, por
respeto hacia el día de reposo tuvieron que esperar un día.
* Jesús fue sepultado, llevando hasta el fin
nuestra culpa. Así hizo que nuestro sepulcro se convirtiera en una casa de
esperanza hacia la resurrección final.
Síntesis aplicativa de temas importantes
1. La "comunión de los incrédulos" se
caracteriza por su menosprecio hacia Jesús. Pilato no sabía qué hacer con Jesús; Por otro
lado, Herodes menosprecia profundamente a Jesús. Este último deseaba verlo,
pensando que era Juan el Bautista. Por tanto, no era un interés genuino, sino
el deseo de satisfacer la curiosidad. Por ello Jesús guardó silencio ante él.
Es terrible cuando Dios no quiere hablar más con nosotros y se retira de
nuestra presencia en un silencio absoluto. La amistad entre ambos gobernadores fue
para silenciar su conciencia, fue una especie de "la comunión de los no
santos". No obstante, ni Pilato ni Herodes fueron capaces de impedir que
se cumpliese la voluntad de Dios. Jesús no murió debido a la actitud indecisa
de Pilato o el menosprecio de Herodes, sino según el plan de Dios, del cual
ambos gobernadores eran simplemente los ejecutores. Reconozcamos este
maravilloso plan llevado a cabo para nuestra salvación, buscando la comunión
con todos aquellos que aman de corazón al Señor.
2. La declaración de la inocencia de Jesús es
evangelio: con su inocencia cubre nuestra culpa. Pilato tuvo que declarar directamente al pueblo
la inocencia de Jesús. Herodes lo hizo indirectamente al volverlo a enviar a
Pilato. La petición del pueblo, ante la cual Pilato sucumbe, es la única
explicación de la muerte de Jesús: Él reemplazó a un criminal. Así fue el
sustituto de todos los impíos que confiesan su culpa a Dios y le piden perdón
en base al sacrificio de su Hijo.
3a. No hay que llorar por Jesús, sino por nosotros
mismos. Las
mujeres que miraron a Jesús en su viaje al Calvario comenzaron a llorar por Él;
parecería lógico sentir pena por alguien en esta situación, sin embargo, está
mal orientada cuando se aplica a Jesús. Él no moría como señal de impotencia,
sino de amor. La gente no debe sentir lástima por el sacrificio de Cristo, mas
bien deben sentir congoja por su futura condición de condenación si no se
arrepienten. Jesús sufrió inocentemente. Así que si no nos arrepentimos y
ponemos nuestra fe en Él, seremos echados como árboles sin frutos en el fuego
eterno. Todavía podemos acudir a Él, que se dejó echar en las llamas de la ira
de Dios por nosotros.
3b. Todos los que se burlan de Jesús muestran su
ceguera espiritual. Burlarse de Jesús significa no conocerse a sí mismo
como pecador por quien Jesús debió morir. Además, es no conocer la misericordia
de Dios que hizo morir a su propio Hijo por nosotros. Oremos por todos los que
menosprecian al Señor; sigamos el ejemplo de Jesús, para que Dios abra sus ojos
y puedan ver la realidad de sus vidas.
3c. El que reconoce su culpa, incluso en el
último momento, hallará una puerta abierta a la comunión eterna con Dios. Una de
las características del arrepentimiento genuino es aceptar el castigo que
merecemos: "Nosotros, a la verdad, justamente padecemos (v.42)". La
sorpresa del evangelio es que aquel que se condena a sí mismo, es absuelto. El
criminal al lado de Jesús recibió acceso al paraíso, el lugar de absoluta
inocencia en la presencia de Dios.
4. Todo pecador que se acerca a Dios por medio
de Jesucristo, lo encontrará como un Dios de gracia. Dios aceptó de inmediato el sacrificio de Jesús,
rasgando el velo del templo. Él no vive más allí: el sacrificio único de Jesús
es suficiente para todos nuestros pecados y pone fin a los sacrificios de
animales.
5. Contra la impotencia del hombre se manifiesta
el poder de Dios. Lo único que José de Arimatea pudo hacer fue
sepultar a Jesús. Lo único que las mujeres pudieron hacer fue mirar de lejos, y
después de la muerte preparar especias aromáticas. Ni siquiera pudieron
realizar la unción del cuerpo de Jesús. La tumba de Jesús fue una habitación
temporal, vale decir, usada muy poco tiempo. Y aunque somos nosotros los que
deberíamos estar eternamente en ella, su tumba nos predica: "Esta es su
habitación transitoria, ¡sólo un momento y todos los creyentes estaremos en
nuestra casa definitiva!"
Lucas 24
1. (24,1-12) Después de la muerte de Jesús,
algunas mujeres se acercaron a la tumba en donde, según ellas, yacía su cuerpo.
Sin embargo, a pesar de que visitaron el sepulcro el primer día, siendo muy de
mañana, se encontraban muy lejos del Jesús vivo. Una vez que hubieron llegado
cerca de la tumba descubrieron que la piedra no estaba en su lugar,
percatándose además que el cuerpo de Jesús ya no estaba allí. La distancia
hacia el Maestro parece ahora aún mayor que la que había hacia su cruz.
Sorpresivamente, cuando las mujeres observaban perplejas, se presentaron ante
ellas dos varones con vestiduras resplandecientes. Esta ropa indica su origen
celestial, mientras que el número dos da plena certeza a sus palabras como
testigos (ver Deut. 19,15 y Mat. 18,16).
Los ángeles, al darse cuenta del temor y gran
respeto de estas mujeres, las consuelan, diciendo: "¿Por qué buscáis entre
los muertos al que vive?" Las mujeres, aunque llegaron muy temprano, igual
lo hicieron demasiado tarde. Están buscando a un muerto en vez de a uno que
vive. El Jesús vivo no está en el sepulcro; así lo afirman los ángeles, al
decir: "Él no está aquí, sino que ha resucitado". Las palabras de los
ángeles no son nuevas. Las mujeres habían podido saberlo, pues Jesús ya había
anunciado su muerte y resurrección estando en Galilea: "Es necesario que
el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado,
y resucite al tercer día" (v.7). Los ángeles predican la Palabra del
Señor. La Palabra de Dios es el fundamento de la fe.
Las mujeres se acordaron de las palabras de
Jesús y creen lo que han dicho los ángeles, aunque todavía no han visto a su Señor.
El sepulcro está vacío, y las palabras de los ángeles, es decir, las palabras
de Jesús (compare v.7 con Lucas 9,22 y 18,31-33) forman la base firme de la fe
de las mujeres. Ellas con premura dieron las buenas nuevas de todas estas cosas
a los discípulos y a todos los que seguían a Jesús. Pero ellos no creyeron lo
que éstas decían, les parecía una locura. Aunque podemos entender la
incredulidad de ellos, ante los ojos de Dios ésta era un pecado grave. Los
discípulos no sólo actúan con incredulidad ante las palabras de las mujeres,
sino también ante las de Jesús mismo, puesto que Él ya había predicho su muerte
y resurrección. Sólo Pedro (el evangelio de Juan nos dice que Juan también le
acompañó) corrió al sepulcro y al ver todo, en especial los lienzos abandonados,
como si Jesús se hubiera levantado y los hubiera ordenado cuidadosamente, se
fue a casa maravillado. La fe comienza a levantarse lentamente.
* Jesús padeció y resucitó de acuerdo a sus
propias palabras. Se debe creer a las promesas del Señor.
2. (24,13-35) Lucas es el único que relata la
historia de los dos discípulos que estaban en camino hacia Emaús. Ella es parte
de una historia aún más amplia (comp. los vv.33-35) de cómo los discípulos de
Jesús llegaron a la fe en la resurrección. Los dos se fueron de Jerusalén,
porque ya no tenían nada que buscar allí. Para ellos, Jesús ha muerto y con
ello se ha puesto fin a sus expectativas. Caminaron hacia Emaús, unos 11
kilómetros de la capital. Uno de ellos se llamaba Cleofas (de Cleopatros), a lo
mejor el mismo de Juan 19,25. Mientras caminaban y discutían entre sí lo
ocurrido en los días anteriores, y seguramente lo de las noticias de las
mujeres, se allegó Jesús mismo a su lado. Nótese que Jesús ahora no se revela,
al contrario: Dios cierra los ojos de los discípulos para que no puedan
reconocer físicamente a Jesús. Él hace otra cosa, les pastorea haciéndoles
preguntas de por qué se encuentran tan tristes. Se asombran muchísimo, todos
saben lo que ha sucedido, y todos hablan de ello. Entonces, preguntan:
"¿Eres tú el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que
en ella han acontecido en estos días?" Como buen Pastor, Jesús les deja
hablar desde su incredulidad y derramar su corazón ante Él. Ellos tratan
a Jesús como una persona ajena al asunto, hablando de Él como profeta
quien actuaba como hacedor de milagros. Hablan de su muerte por parte de los
líderes del pueblo, quienes terminaron con la esperanza de que Él redimiría a
su pueblo (el verbo griego para redimir, `lutrousthai' es usado en relación a
esclavos y no de enemigos; por tanto, ellos supuestamente se refieren a la
liberación de los pecados y sus consecuencias). Sin embargo, la esperanza ha
desaparecido y hay que asumirla, pues ya era el tercer día desde que esto había
acontecido, es decir: la esperanza se esfumó, pues para los judíos el cuarto
día era el momento cuando el alma salía del cuerpo. ¿Existe al menos un vago
recuerdo de las palabras de Jesús, concernientes a la resurrección? Parece que
no, ya que sólo pueden comentar que unas mujeres fueron a la tumba, pero sin
encontrar a Jesús en ella.
Todavía Jesús no revela su identidad, sino que
hace otra cosa, aún más importante. Un día no estará más aquí en la tierra y su
pueblo igual debe creer. Por lo tanto, antes de revelarse pone un fundamento
firme bajo la fe de ellos, mostrando que su resurrección se basa en las
Escrituras. Les reprocha insensatez y lentitud en cuanto a su fe en la
enseñanza de las Escrituras, en todo lo concerniente al sufrimiento y la gloria
del Mesías. Les hace ver que era el deber del Mesías sufrir y morir antes de
llegar a su gloria. Esta era la voluntad de Dios con respecto a adquirir la
salvación para su pueblo. Aunque no creen inmediatamente, sí deben reconocer
después (v.32) que su corazón ardía mientras Jesús hablaba. Por lo menos, algo
de su esperanza perdida comenzaba a recuperarse. Además, Jesús los prueba
actuando como si quisiera irse, pero lo detienen pidiéndole que se quede con
ellos. Allí en la casa el Señor nuevamente toma la iniciativa, bendiciendo y
partiendo el pan; sólo ahora el velo les es quitado. Inmediatamente le
reconocen como Jesús, su Señor. No obstante, cuando el velo es quitado, Jesús
se va; mientras que teniendo el velo, estaba con ellos. El momento tan breve de
su revelación es sólo una añadidura y una referencia a su ascensión en la cual
se irá definitivamente hasta su retorno.
* La Palabra de Dios debe ser suficiente como
base de nuestra fe. ¿Es suficiente para nosotros?
3. (24,36-53) En este pasaje Jesús se aparece a
todos sus discípulos, saludándoles con la paz que está en Él. La reacción es
muy extraña: estaban hablando (aparentemente con gozo y fe) de la aparición de
Jesús a Simón y a los dos de Emaús, cuando de pronto el Señor se aparece a
ellos. Mas ahora no pueden creer que Jesús ha resucitado, sino que creen estar
viendo a un espíritu. Cae temor sobre ellos, porque pese a las apariciones
anteriores no pueden creer en la resurrección física. Se ve, entonces,
claramente que la historia de la resurrección no es un invento de los
apóstoles; ellos mismos tenían que ser convencidos por Jesús de la verdad de su
resurrección al palpar y ver sus manos y pies que aún llevaban las cicatrices
de su sufrimiento. Además, aunque su temor ya se había convertido en gozo, les
pidió algo de comer, ya que todavía no podían aceptar que era Jesús resucitado.
Tan tenaz era la incredulidad de los discípulos, que buscaron algo para que
Jesús comiese. Jesús tenía que quitarles el impedimento que les dificultaba
entender las Escrituras. Ahora les abre el entendimiento para que comprendan lo
que dicen las Escrituras acerca del sufrimiento del Mesías. Según las
Escrituras era necesario (ya que así era la voluntad de Dios, para que de esta
manera llevara nuestra culpa) que Él padeciese y resucitase de los muertos al
tercer día.
Vale hacerse la pregunta de por qué Jesús abre
sólo ahora su entendimiento y no antes. Hay dos razones. Debemos saber que
nadie comprende el evangelio por sí mismo. Todos necesitamos la iluminación del
Espíritu Santo. Por otro lado, Jesús lo hizo sólo después de la resurrección
porque debía sufrir todo solo, sin ayuda de nadie.
Fue la voluntad del Padre para nuestra salvación
que Jesús muriese y resucitase. El versículo 47 muestra que asimismo es la
voluntad de Dios para nuestra salvación (la frase sigue dependiendo de las
palabras `era necesario') que se predique el evangelio en todo el mundo. Los
elementos básicos del evangelio son siempre el arrepentimiento y el perdón de
nuestros pecados. Lo que Juan el Bautista predicaba (ver Lucas 3) se hizo
realidad en Jesús. Por medio de su sacrificio hay perdón. El camino para
adquirir este perdón es volver a Dios con un corazón contrito, pidiéndole
perdón y despojándonos de toda maldad. Todo el mundo se apartó de Dios; pero en
Jesús, Dios extiende su mano a todas las naciones para que entren en una nueva
relación con Él. Se debe comenzar en Jerusalén, la capital del pueblo de su
pacto. Nadie puede cortar esta relación que Dios tiene con su pueblo. Por ser
testigos oculares del Jesús resucitado son más aptos que cualquiera. Pese a
ello, no estaban lo suficientemente capacitados hasta que llegara el Espíritu
Santo (la promesa de mi Padre), el poder de lo Alto. Es el Espíritu de
Cristo quien les concedería fuerza, valentía y autoridad para predicar.
En el versículo 50, Lucas habla de la ascensión
de Cristo. Sin embargo, lo relata de tal forma que es continuación de lo
anterior. Es decir: Lucas quiere mostrar que la orden de predicar el evangelio
por el poder del Espíritu Santo es a la vez una promesa, pues en su ascensión
les está bendiciendo, dándoles la seguridad de que cumplirá su promesa antes
expuesta. Por lo tanto, los discípulos no tienen por qué sentirse tristes ni
desanimados, sino gozosos. En breve, Jesús volverá; aún no físicamente, pero sí
en el poder de su Espíritu, razón suficiente para esperarlo y adorarlo en su
casa de oración, el templo.
* Dios nos preparó la salvación y nos deja
predicarla para que seamos restaurados en comunión con Él. ¿Creemos
en el evangelio y lo compartimos con otros?
Síntesis aplicativa de temas importantes
1-3. Hemos de aprender que la palabra de Dios, su
promesa acerca de la resurrección de Cristo y de nosotros, es suficiente. En todo
el capítulo 24 se nos muestra que la Palabra debe ser suficiente norma de
autoridad y convicción, sin necesidad de `añadiduras'. En el primer pasaje los
ángeles hacen referencia a las Escrituras; en el siguiente, Jesús no se deja
conocer desde el principio, ya que la base no debe ser su aparición sino su
Palabra y Promesa infalibles. Si en el tercer pasaje Jesús se deja ver y
palpar, aun hasta comer pescado asado y miel, es para ser benévolo con ellos,
sabiendo que el ser humano es tan débil que muchas veces necesita lo visible y
lo palpable para creer. Sin embargo, para nosotros debe ser suficiente la
predicación en base al testimonio de los testigos oculares.
1. Lo que debiéramos esperar como promesa de
Dios, a veces lo recibimos con gran sorpresa como si Él nunca lo hubiera dicho. La
resurrección de Jesús fue una sorpresa inesperada para sus discípulos. A las
mujeres les llama la atención que la piedra que guardaba la entrada había sido
removida, sin embargo, más intrigante fue el hecho que no encontraron el cuerpo
de Jesús en el lugar en donde debería haber estado. A pesar de esto no pueden
interpretar los sucesos a la luz de las palabras de Jesús, sólo las recuerdan cuando
los ángeles se las recuerdan. La resurrección no debió haber sido una sorpresa,
sino la espera consciente del cumplimiento de lo dicho por Jesús. Pero nosotros
hubiéramos hecho lo mismo, pues aunque creemos en un Dios poderoso a veces
actuamos como si no conociésemos la fidelidad de su Palabra.
2-3. Nadie puede entender el evangelio sin la
iluminación del Espíritu Santo. Predicador y receptor necesitan ambos la oración
solicitando la luz de Dios para conocer el por qué de la necesidad del
sacrificio de Jesús y la certeza de su resurrección como garantía de nuestra
vida eterna. Por un lado son nuestros pecados los que hicieron necesario que
Jesús muriera. Por otro lado era la bondad y la voluntad del Padre, que en su
gracia optó por este camino tan doloroso para su Hijo Jesús.
2. El hecho de que Jesús, cuando le
reconocieron, desapareciera casi de inmediato refleja la realidad en donde
vivimos. No
andamos por vista sino por fe. Esto debe ser suficiente. Por eso Jesús, antes
de revelarse, les enseñó a los suyos el fundamento escritural de la
resurrección. A nosotros nos gusta sentir seguridad a través de lo que vemos, y
quisiéramos ver en forma visible muchas cosas acerca del reino de Dios, pero
esto está reservado para el día cuando Cristo se manifieste, mientras tanto
dependemos del Señor para seguir caminando en esta vida de fe. Meditemos cada
día más en la Palabra, y encontraremos en ella el alimento que necesitamos para
fortalecer la fe en Jesús.
3a. A la grandeza de la salvación le
corresponde una predicación mundial del evangelio. La orden de Jesús de predicar el evangelio
en todas las naciones es parte de la voluntad de Dios para nuestra salvación.
Esto implica una doble responsabilidad: (1) De parte de la iglesia. Dios quiere
que prediquemos el evangelio, ya que si no lo hacemos la gente no conocerá el
camino de la salvación. (2) De parte de los oyentes. La predicación no es un
consejo humano, sino un mensaje divino. Sin la predicación seguiríamos viviendo
en las tinieblas. Gracias a Dios, la iglesia, aunque no siempre, ha obedecido
al mandato de Cristo. ¡Debemos obedecerlo!
3b. El poder del Espíritu Santo es
imprescindible para la predicación del evangelio. Sin este poder nuestra predicación sería una
actividad meramente humana. ¡Busquemos siempre el ser llenos del Espíritu de
Dios para que nuestro ministerio sea eficaz!
Rev. Pieter J. Den Admirant: LÁMPARA ES A MIS
PIES TU PALABRA
Este libro fue editado y distribuido por Fundación
En la Calle Recta.
Más información en su sitio de web: http://www.enlacallerecta.es/
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En cooperación con la Liga Misionera
Reformada en la Iglesia Reformada en Holanda
[1].
Este censo no corresponde al mismo tipo de censo que se estipuló en el tiempo
de Cirenio, gobernador de Siria. La R.V. traduce el primer censo, pero
probablemente en este caso la mejor traducción es: el censo precedente al
de Cireno que era muy conocido, al cual se refiere Gamaliel en Hechos 5,37.
Este censo es menos conocido, probablemente se hizo en partes.
[2]. En
vez de traducir mesón es mejor pensar en una sala común, porque para mesón
Lucas utiliza otra palabra en Lucas 10. En Lucas 22 se utiliza la misma palabra
para señalar dónde se celebró la Pascua.
[3]. La genealogía de Mateo y Lucas difieren mucho en
cuanto a los nombre que ambos colocan en la descendencia de Jesús. Se ha
propuesto la siguiente solución: la de Mateo es la genealogía de José y la que
Lucas nos presenta es de María. Sin embargo, en ninguna parte se nos dice que
María era de la casa de David, sólo de José se dice esto. Jesús nació en la
casa de David por parte de José quien fue considerado como su padre. Además,
también Lucas, igual que Mateo, da la clara impresión de describir la genealogía
de José. La solución puede ser que Mateo sigue la línea de los reyes sin
necesariamente querer decir que es la genealogía más directa de Jesús.
[4]. Hay otra interpretación plausible: Lucas advierte
más que Mateo contra el peligro de la riqueza (Mateo enfatiza más el del
orgullo, por eso dice "pobre en espíritu"); y destaca más la pobreza
real que sufren los discípulos, por la cual buscan más que los ricos su refugio
en Dios.
El evangelio según Juan: Comentario exegético y homilético
Rev. Pieter J. Den Admirant: por muchos años pastor misionero en Chile
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