viernes, 1 de junio de 2012

¡LA TAREA MISIONERA DE LA IGLESIA NO PUEDE SER OLVIDADA!

Pr Lic. Guillermo Sebastián Olivera
Hechos 14:21  Y después de anunciar el evangelio a aquella ciudad y de hacer muchos discípulos, volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía,

INTRODUCCIÓN
En Derbe, Pablo no estaba lejos del bien conocido camino que desciende de la mesa central a Cilicia y a Tarso. Pero sus pensamientos no estaban en su hogar terrenal. Volvió a visitar aquellos lugares donde había sido denigrado y perseguido, pero donde había dejado como ovejas en el desierto a los discípulos que su Maestro le había permitido reunir. Ellos necesitaban la edificación en la fe, el consuelo en medio de sus inevitables padecimientos, y la protección de instituciones permanentes. Sin titubear, pues, a causa de los peligros que los aguardaran, los misioneros vuelven a aquéllos, y les dan palabras de estímulo que ninguno sino los fundadores de la religión verdadera se hubiera atrevido a dirigir a los primeros convertidos, de que “es menester que por muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”.
Pablo y Bernabé volvieron a visitar a los creyentes en todas las ciudades en las que poco antes los amenazaron y atacaron físicamente. Sabían los peligros que enfrentaban, sin embargo creían que tenían la responsabilidad de animar a los nuevos creyentes. No importa cuán inconveniente e incómoda resulte la tarea, no debemos descuidar el apoyo que necesitan los nuevos creyentes, a quienes les hace falta nuestra ayuda y nuestro estímulo. ¡Para Jesús no fue conveniente ni cómodo ir a la cruz en nuestro lugar!

DESARROLLO
La Iglesia en los primeros siglos era una Iglesia que evangelizaba, adoctrinaba y discipulaba (Hechos de los apóstoles.) Pero hoy es difícil explicarse; ¿Por qué aquel plan tan simple y que resultó tan efectivo en la Iglesia primitiva dejó de ser aplicado por la iglesia de hoy?
Estoy convencido que si realmente retornamos a ese plan simple y ponemos en acción la labor de discipular, con la ayuda del Seños y la del Espíritu, veremos un crecimiento cualitativo de jóvenes comprometidos con el señor, siervos e Iglesias a que sean columnas y baluartes de la verdad. Por eso ya es tiempo de volvernos a la Biblia, despertar del sueño y trabajar con una nueva visión y misión.
Nos conformamos con una pequeña probada de su Gloria, cuando él quiere derramar de sus bendiciones para su nombre sea ¡¡alabado por todos los pueblos!! Pero debemos hacerlo a su manera. No a nuestra manera.
La verdad que Es inmenso la progresión que se ve en el libro de Hechos. Primero Dios obró para que los creyentes fueran añadidas. Luego las multitudes se añadieron. Luego los discípulos fueron aumentados, luego multiplicados grandemente. Así Dios trajo gran gloria  a su nombre aumentando el número de iglesias diariamente.
Pues regresemos y volvamos a ver esta progresión  que hoy también Dios puede hacer maravillas siempre en cuando nosotros obedecemos a la gran comisión de “ID Y HACED DISCÍPULOS”
Somos narradores de una historia de amor: Dios buscando a la humanidad rebelde.
Tenemos nuestra historia (testimonio) en esa historia (evangelio)  y la responsabilidad de ser testigos de ella.
Al dar testimonio los demás pueden entender que ellos también son protagonistas de esa historia.
La mayor parte de los creyentes no comparten su testimonio. La realidad es que somos un pueblo avergonzado que no tiene la motivación y la confianza suficiente para hablar de su fe.
Hay una fuerte intimidación provocada por el vivir una cultura que rechaza la verdad absoluta. Todas las verdades son relativas y nadie puede imponer su verdad. Toda pretensión de verdad adquiere un carácter de intolerancia



CONCLUSIÓN

En otra parte. Pablo lo exhorta personalmente sobre un área de debilidad: “Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio. Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios.” (2 Tim.1.6-8) Timoteo, como muchos siervos de Dios, tenía un problema de confianza y una tendencia a no manejar las cosas de la manera directa que era apropiada.

Pablo le recuerda a Timoteo que continúe por el camino que él le mostró por medio de su ejemplo y enseñanza: “Retén la forma de las sanas palabras que de mí oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús. Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.” (2 Tim.1.13-14) “Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos, como los que me sobrevinieron en Antioquía, en Iconio, en Listra; persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor. Y también todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución; mas los malos hombres y los engañadores irán de mal en peor, engañando y siendo engañados. Pero persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién has aprendido.” (2 Tim. 3.10-14)

Pedro, Pablo y otros apóstoles, ellos antes de ser discipuladores fueron discípulos de un maestro, luego ellos mismos empiezan a realizar otros discípulos de Jesús así continuando con la misión encomendada.

Hace falta retomar la tarea misionera como un asunto prioritario. Desarrollar esta labor nos atemoriza al qué dirán, al rechazo, la indiferencia y tal vez hasta una sonrisa burlona. Pero nada debe impedirnos salir a la obra misionera. Debemos considerar al apóstol Pablo evangelizando con mucho ánimo. Lo vemos en Listra predicando con vehemencia, donde fue apedreado por esta causa. Lo sacaron fuera de la ciudad pensando que estaba muerto, pero éste se levantó en medio de sus discípulos y volvió a la ciudad. Al otro día partió hacia Derbe y siguió predicando. ¡Qué tal pasión por las almas! Sueño que llegue el día en que la gente de diferentes partes, diga de la iglesia, como en los tiempos primitivos:” estos que trastornan el mundo entero también han venido acá.”. Si somos honestos, nos daremos cuenta que hace falta potenciar la obra misionera. Estamos en el tiempo de la promesa, del gran avivamiento y de la gran cosecha, la parte que nos toca a nosotros es trabajar. Dios hará su parte y lo hará bien. Debemos reconocer que nuestra parte es indispensable. Pablo dijo: “yo sembré Apolos regó, pero el crecimiento lo ha dado Dios.”. Si la iglesia cumple con los requerimientos de Dios se podrá hacer un buen trabajo.

Dios nos ha llamado para predicar la Palabra de Dios a tiempo y fuera de tiempo. Los campos están blancos para la siega, comienza a humillarte ante el Señor. Comienza a orar, a buscar el rostro del Señor y conviértete de todo corazón. Medita como estas, ve y predica no un mensaje de ofertas sino el evangelio genuino de nuestro Señor Jesucristo.

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